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Deseo Prohibido. Capítulo lll:

"Luxure"


Capítulo 1:

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Capítulo anterior: 

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Romina se miraba al espejo mientras se vestía, la joven aún no podía creer lo que acababa de descubrir. Sus pensamientos serían interrumpidos cuando su celular vibra nuevamente, esta vez, la llaman y era Vanessa. Ella coge la llamara, pero se queda en silencio. 

Vanessa: Oye, me dejaste el visto y eso no me gusta. ¿Romi?, ¿Romi?, ¡¿Romina?! ¿Me estás escuchando?
 
Romina: Sí… 

Vanessa: Menos mal dices algo, ya comenzaba a preocuparme. 

Romina: (Ríe) Lo siento amiga, es que soy muy feliz, ahora mismo.

Vanessa: Imagino que debes estar muy contenta, después de todo estás al lado del hombre que quieres y ese cliente vip tuyo, pago esta vez una buena cifra por un pack de Luxure. Aunque tuve que agregar unas fotos mías, así que me debes el 20% de la paga, 10 por mis servicios administrativos y 10 por esas fotos, ya sabes que no me gusta que extraños se pajeen mirando mi cuerpo, así que subiré a un 30% por todo, ¿te parece justo?  

Una vez más la hija de Lorena se quedaba callada, no era capaz de asumir que su querido tío era uno de sus clientes vip. Ella toma el celular de Eduardo y una vez más lee su nombre artístico. La rubia al otro lado, se comenzaba a molestar por el silencio de su amiga y no saber qué la tenía tan distraída. 

Vanessa: Romina, juro que si no me respondes me voy a dejar todo el pago que hizo ese cliente vip y vas a lamentarlo. 

Romina: (Ríe otra vez) Vanessa… Es como si todo fuera un sueño y a la vez un chiste. 

Vanessa: (Confundida) ¿De qué hablas? 

Romina: El cliente vip, al que le acabas de enviar el pack de fotos, es nada más que mi tío Eduardo. 

La joven rubia se quedó callada por unos segundos y luego soltó una carcajada. 

Romina: ¿No es increíble, Vanessa?

Vanessa: ¿Increíble? Noooo… Esto es maravilloso y perfecto para ti amiga. Ahora todo se simplifica, ya que solo debes decirle que tú eres Luxure. 

Romina: ¿Estás segura?

Vanessa: Sí, es el camino más fácil para llegar a su polla, porque el truco de antes no va a volver a funcionar y estoy segura que él se va a resistir a tu cuerpo, por el miedo de hacer algo inmoral, pero todo cambiará cuando sepa que eres su muñequita de pajas. 

Romina: Mmmhh… No lo sé amiga, me da un poco de vergüenza confesárselo, después de todo él tiene la imagen de mí, como la de una niña buena. 

Vanessa: No jodas Romi, no me vengas con idioteces ahora. En serio prefieres quedarte callada y que él te siga viendo como su “niña”, en vez de desearte como la mujer que eres. 

La muchacha se quedó en silencio, pensando en lo que debía hacer, tras una breve discusión con ella misma, se daba cuenta que su amiga tenía razón, tenía la oportunidad que tanto andaba buscando en sus manos y si no lo aprovechaba era un error garrafal del cual se iba a lamentar. 

Vanessa: Y, ¿ya te decidiste?

Romina: Sí, tienes toda la razón, así que te oigo atentamente con lo que debo hacer. 

Vanessa la felicitó por haber pensado con la cabeza y comenzó a dar sus consejos de cómo debía ser sus próximos movimientos. Luego de escucharla atentamente, Romina le adjunta una foto de ella, consultándole si lucia  lo suficientemente atractiva. La rubia quedó anonadada al ver a su amiga con un top negro que realzaba sus tetas y unos vaqueros ajustados. –“Fuuuaa… Te ves divina, Romi, con eso se lo levantas de una”- dijo Vanessa entre risas.  

Romina: (Dubitativa) ¿En serio lo crees?

Vanessa: Claro cariño, ¿cuándo te he mentido yo?

Romina: Nunca, pero aun así me siento insegura, ¿puedes pedirle la opinión a tu padre? 

Afirmó con un tono inocente, lo que causó gracias a Vanessa. 

Vanessa: Pero que guarra eres. (Todavía riendo) Bien, pero dame unos segundos. 

Romina oye los pasos de su amiga, hasta que un ruido de cocina se hizo presente en el ambiente. Vanessa sabía que su padre iba a quedar impresionado por la foto de su amiga, si esas tetas ya eran asesinas, sus curvas también lo eran en esa imagen, por lo que la recorto, solo dejando de la cintura hacía arriba. 

Vanessa: Oye papi, necesito tu ayuda, más bien Romi, que quiere oír la opinión de un hombre, sobre cómo luce. (Mostrándole la pantalla de su móvil)

–“¿Romina?”- escuchó la muchacha, que con solo oír esa voz sintió un pequeño cosquilleó en su vulva. –“Gu-guao… Lu-luce fabulosa”- afirma nervioso el maduro, posteriormente. Esas palabras colocaron contenta a Romina, que luego escucha a su amiga, llamarla desgraciada y ella entre risas, le dice, –“No te enojes, Vane, no es mi culpa que tu papi esté loco por mi cuerpo y no por el tuyo”-, a lo que la rubia comenta, –“No celebres tanto, si su reacción es la misma cuando me ve con un atuendo sexy y mejor ve por tu hombre, antes que se casé”-, ambas se despiden y Romina camina hasta la habitación del maduro, donde finge abrir la puerta de forma accidental.   

Eduardo: (Sorprendido) ¿Romina?

Romina: Uuuppss... Perdón tío... Ando algo torpe hoy. 

Eduardo: ¿Necesitas algo?

Romina: Quería conocer a tu prometida, pero veo que ella no está. (Actuando como si no sabía nada) ¿Ella esta abajo?  

Eduardo: No… Ella salió con sus amigas.

Romina: ¿Salió con sus amigas?

Eduardo: Sí…

Romina: Vaya, una pena, porque me muero de ansias por conocerla y ver si en verdad te merece. Aunque si prefirió salir con sus amigas en vez de estar contigo, lo más seguro que ella no es la indicada. 

Eduardo: ¿Eso crees?

Romina: Sí… Solo con verte sé que estás triste, pero ella no lo noto o no quiso ver cómo te sentías. 

Eduardo: Bueno, no estoy triste porque ella salió con sus amigas. Vicky tiene derecho a juntarse y compartir con ellas o con quién ella quiera, no porque sea mi prometida tiene que estar a mi lado siempre. 

Romina: Lo sé tío... Pero para ti es un momento especial el tener a mi madre y a mí cerca de nuevo, pasaste hablando en el coche de todas las cosas que querías que hiciéramos los cuatro juntos, pero ella decidió otra cosa.

Eduardo: Aun tenemos un mes, para hacer todas esas cosas.

Romina: (Suspira) Tío...

Eduardo: Dime.

Romina: ¿Puedo sentarme en tus piernas y hablar algo contigo?

Eduardo: ¿Sentarte en mis piernas? 

Romina: Sí, igual a como cuando era una niña. 

Eduardo: (Sonríe) Ok, siéntate en mis piernas.

En ese momento Eduardo ignoraba lo peligroso que era aquello, tal vez, porque le parecía un simple acto inocente, pero él ya había sido tentado por esa jovencita una vez, y aunque después se sintió mal por aquello, lo más seguro es que la lujuria de nuevo se iba a apoderar de él, más cuando las intenciones de Romina eran de provocarlo. La muchacha se sienta, pero deja su cola apoyada en el miembro del maduro, para que cuando ella moviera sus caderas, sus nalgas jueguen con la entrepierna del hombre.

Romina: Tío... ¿Crees que soy linda?

Eduardo: Claro, eres muy hermosa mi pequeña. La chica más linda que conozco, ¿es eso de lo que querías hablar? 

Romina: No precisamente… 

Eduardo: Entonces, ¿de qué quieres hablar, Romi?

Romina: Sobre mi cuerpo.

Eduardo: ¿Sobre… (Tragando saliva) Tu cuerpo?

Romina: Sí... Sobre mi cuerpo. ¿Qué opinas de él?

Eduardo: (Nervioso) Bueno, yo creo que es lindo.

Romina: Mmm… ¿Y, no lo encuentras atractivo o candente?

La calentura regresaba en Eduardo y no dejaba de aumentar, su pene se hacía más y más duro, lo que le nublaba la cabeza y no lo dejaba pensar con claridad. La muchacha, por su parte, aprovechaba la situación y no dejaba de sobar su cola con el tronco erecto del hombre.

Romina: Vamos tío... Responde...

Eduardo: (Tragando saliva nuevamente) Po... ¿Por qué quieres saber eso?

Romina: Porque tú opinión es la única que me importa. 

Eduardo no sabía que contestarle, aunque su miembro ya manifestaba todo. La muchacha, aprovecha la confusión del hombre y gira su cabeza, quedando su rostro muy cerca a la de él. 

Romina: (Suspira) Sabes... Hay hombres que suelen quedarse mirándome fijamente, con sus ojos me desnudan y me follan en sus mentes depravadas, algunos van más allá y me dicen cosas obscenas, incluso otros son atrevidos y me manosean el trasero... Y hasta las tetas... ¿Crees qué son muy grande mis tetas? A mí me pesan... 

Romina toma las manos de Eduardo y las lleva hacia sus senos. El hombre reaccionando trata de soltarse, pero Romina no lo permite.

Romina: Aaaahh... Se siente tan bien cuando tú las tocas...

Eduardo: Ro... Roo... Romina... Esto está mal

Romina: ¿Por qué? Si cuando yo era niña, tú me bañabas y me veías desnuda.

Eduardo: Eso de era antes, porque las cosas eran diferentes. 

Romina: Hace unos minutos me diste un masaje y no dijiste eso.

Eduardo: Porque me equivoqué y no debí hacerlo. 

Romina: No, tú no te equivocaste en darme el masaje tío… Yo sé por qué ya no quieres tocar mi cuerpo, es porque te excitó y me deseas, ¿verdad?

Eduardo: (Agitado) Yooo... Yooo... 

Todo estaba saliendo bien para Romina, tenía el escenario ideal, tal cual lo había hablado con Vanessa. Se acerca más al hombre, que aún trataba de hablar, en ese momento la muchacha le roba un beso. No fue el típico contacto de labios, Romina fue más allá e introdujo su lengua en la boca de Eduardo, quien quedo sorprendido, sin saber cómo reaccionar. La joven se benefició de aquello y pudo besar esa boca que tanto deseaba, aunque su corazón palpitaba de forma acelerada y su vulva se empapaba como nunca, ella no quería dejar de besarlo. No obstante, al ir disfrutando de ese intercambio de salivas, fue perdiendo la fuerza sobre Eduardo y él fue capaz de soltarse de sus manos, confundido la mira y le pregunta. 

Eduardo: Romina... ¿Tú?

Romina: (Interrumpe) Sí tío... Estoy locamente enamorada de ti... 

Sintió un ligero alivio por confesar aquellas palabras, sin embargo, rápidamente un nerviosismo se apodero de ella, el cual trataba de controlar, tal como su amiga le había dicho. Él solo la mira, con un rostro de sorpresa y sin decir nada. Incrédulo, Eduardo trataba de asimilar las cosas. Comprender que la niña que en el pasado él cuidaba y consentía, ahora era una adolescente que estaba enamorada de él. "¿En qué momento?" "¿Por qué se enamoró de mí?", eran preguntas que rondaban en la cabeza del maduro. Romina se da vuelta completamente, sus labios quedaban muy cerca a los de Eduardo y otra vez le roba un beso. No obstante, esta vez el hombre reacciono de forma inmediata y se apartó de ella. 

Eduardo: No, Romina... No más besos, esto está mal. 

Romina: ¿Qué está mal?

Eduardo: Todo, absolutamente todo... Tú no puedes estar enamorada de mí.

Romina: ¿Por qué no? ¿Por qué eres mayor? 

Eduardo: No solo porque soy mayor que tú… Yo soy tu tío, a pesar de no tener relación sanguínea, es la relación que tú y yo debemos tener.

Romina, por unos momentos se arrepintió de haber confesado sus sentimientos y besado al hombre, ya que iba a ser difícil para Eduardo comprender lo que ella sentía por él. Pero no sacaba nada con lamentarse, ya estaba todo hecho y no había vuelta atrás. Además, no todo estaba perdido, aún no menciona a Luxure y como le diría Vanessa, si estuviera ahí presente, –“Es ahora o nunca”-

Romina: (Suspira) Cuando era niña, mis compañeros, pensaban que tú eras mi padre, porque me ibas a buscar, me consentías y mimabas. Yo les explicaba que no eras mi papá y jamás te vi de esa manera, aunque fuiste mi figura paterna. Desde pequeña te he visto como el hombre perfecto y el ideal, con el que quería y quiero casarme. 

Romina sonríe y vuelve acercarse al hombre.

Romina: ¿Recuerdas esos dibujos que hacía y te mostraba?, en los que tú y yo salíamos siempre juntos. Los hacia porque pensaba que nunca me iba a separar de ti y cuando yo creciera íbamos a ser novios, incluso una vez me dibuje como de esta edad con vestido de novia y tú me acompañabas. 

Eduardo comenzaba a recordar todo lo que ella le decía y se sentía confundido y abrumado con todo lo que le revelaba la jovencita.

Romina: Yo nunca te he visto como un tío, si te digo así es por costumbre, siempre he soñado con ser tu mujer. Por eso me ponía celosa cuando llegabas a la casa con una de tus amiguitas. Me portaba horrible, solo para llamar tu atención. Tío Eduardo, yo te amo y mucho, no como la estúpida que prefirió salir con sus amigas o esa zorra que te decían cosas bonitas, pero te engañaba con otros. Jamás he comprendido porque siempre terminas lastimado, si eres un hombre maravilloso.

Romina besa nuevamente a Eduardo, quien, impactados por sus palabras, se dejaba besar. Aunque él no quería admitirlo, empezaba a disfrutar de esos besos y de sus tiernos labios. En los pensamientos del hombre, vagaban palabras como, –“¿Qué hice para que se enamorada de mí?"- Romina con una de sus manos toca la entrepierna de Eduardo, su polla estaba durísima, no obstante, aquel contacto hizo que el maduro se separé de la muchacha y salga de la habitación completamente aturdido. La jovencita suspira y cierra los ojos mientras se saboreaba la boca, Eduardo bajando al primer piso, se tocaba los labios.

Una vez abajo, él camina hacia el salón, donde observa a Piero durmiendo junto con Lorena, como estaba abrumado, no se da cuenta que su amigo tenía sus manos puestas entre el trasero de la mujer y sus senos. Eduardo se acerca y los despierta, Lorena se separa de Piero y mientras se estiraba trataba de recordar cómo termino en los brazos del hombre. Sin embargo, sus dudas pasaron a un segundo plano, cuando ve el rostro agitado de su amigo. 

Lorena: Eduardo, ¿paso algo?

Eduardo: (Suspira) Necesito hablar en privado contigo Lorena…

Lorena: Con el tono que lo has dicho, parece ser algo serio. 

Eduardo: Lo es… ¿Puedes acompañarme a mi oficina?

Lorena: Claro.

Eduardo simplemente pasa de su amigo y camina con Lorena hasta llegar a su oficina, él no sabía cómo iba a explicarle a su amiga, todo lo que había ocurrido con Romina. Su cuerpo temblaba, lo que llamó la atención a la mujer, pues conocía tan bien a Eduardo, que sabía que solo tiritaba cuando un asunto era bastante grave y no tenía las palabras adecuadas para expresar lo que lo acomplejaba. La muchacha dejaba de soñar despierta y recordaba que todavía no tenía todo asegurado, por lo que sale del dormitorio y mientras bajaba la escalera, ve a su madre junto al hombre, entrando a la oficina de este.

Ella intuyo lo peor, así que, de forma desesperada, bajo los últimos peldaños que le quedaban y fue corriendo donde estaban ellos. Lorena antes de entrar, le pregunta si lo que iba a decirle tenía relación con su hija, Eduardo tomando aire le contesta –“Nunca tuve la intención de que ella me viera de esa forma”- esa declaración escueta, dejaba con más intriga a la mujer.

Lorena: ¿Qué quieres decir con eso? 

El maduro tartamudeaba el nombre de su amiga y desviaba su mirada al suelo, porque era incapaz de mirarla a los ojos. Cuando pensaba haber reunido el valor suficiente para enfrentar de una vez a la mujer, Romina lo interrumpe con un abrazo bien fuerte y un beso en la mejilla. Solo eso basto para que Eduardo perdiera la concentración y lo que tenía pensado decir se desvaneciera. La joven muy astuta, mira a su madre y le dice con voz de inocencia. 

Romina: Mami, le pedí al tío Eduardo que me acompañé a la fiesta que va a hacer una amiga justo cuando regresamos a París. Quiero presentarlo como el hombre que más quiero, después de todo es como mi padre.

Esas palabras, hicieron pensar a Lorena que la declaración de Eduardo se debía a eso. Que él no tuvo la intención que lo viera como un padre. La mujer inocente rio y se acercó a su hija, quien no dejaba de presionar sus senos en la espalda del maduro. 

Lorena: Entiendo que puedas ver a Eduardo, como tu padre. Después de todo, él ha estado más presente en tu vida que Martín. Me parece una buena idea que quieras que él te acompañe, pero depende de la disponibilidad de él, no podemos obligarlo a viajar a París, solo para acompañarte a una fiesta. Ya sabes, que mañana tiene un viaje de negocios y nos había dicho que pasaría todos estos días junto a nosotras. 

Romina: Tienes razón mamá, pero estoy segura de que el tío Eduardo se va a hacer tiempo para mí, ¿verdad que sí?

Ella sin dejar de abrazarlo, le muerde la oreja ligeramente y sus manos bajaban lentamente hacia el miembro del hombre, que se colocaba duro. 

Eduardo: Ss… Sí… Por cierto, ¿cómo saben que mañana tengo un viaje de negocios?

Lorena: Porque tu amigo nos los dijo, pero descuida, nosotras entendemos, hablando del baile, ¿era eso lo que te tenía tan abrumado Eduardo?

Él responde que sí, haciendo que Lorena vuelva a reír, pues consideraba que su amigo la había preocupado por un tema que no era para nada malo. La jovencita manifiesta que tenía hambre y le gustaría volver a comer uno de los platos que el hombre le preparaba hace años. Eduardo tratando de sacarse de encima a Romina, le contesta que vaya a la cocina junto con su madre por mientras, él iba a buscar algo a su oficina y luego iría a cocinar. 

Lorena le dice a su amigo, que a pesar de los años que habían pasado, las cosas parecían no haber cambiado, principalmente la relación entre la joven y él. La mujer se separa de ellos y camina hacia la cocina, lo que es aprovechado por la muchacha, para susurrarle a Eduardo. 

Romina: Por favor, mantén en secreto mi confesión, mamá no entendería lo que siento por ti. A cambio, yo guardo el tuyo, sobre Luxure. 

Eduardo al oír ese nombre, siente un escalofrió que recorre cada parte de su cuerpo, con las pupilas dilatadas, observa como ella, entre sus senos saca el móvil de él y con una sonrisa, ella vuelve a hablarle en su oído.

Romina: Jamás pensé que te atraían esas cosas, tío. Aunque no me sorprendo, si Luxure es muy popular en Francia y he oído que su nombre comienza a sonar por todo Europa.

Romina se aparta de Eduardo y camina hacía la cocina, él sosteniendo su celular, se queda tieso, pensando en los chantajes que le iba a pedir esa chavala por mantener la boca cerrada. Entretanto él lidiaba con sus conflictos, Victoria caminaba hacía la cafetería donde usualmente se junta con sus amigas. Ella llevaba un vestido que resaltaba perfectamente sus atributos, no había hombre que se resistiera a no mirarla. 

Oía varios halagos, los que hacía incrementar ese deseo sexual que ya recorría por su cuerpo. Si su cuerpo lujurioso no dejaba de estar caliente tras su encuentro con Eduardo, no dejaba de pensar en sexo. Sentía que fue un pecado haber dejado esa pija erecta que le rogaba por coger, sin complacer. Sin embargo, si se montaba sobre esa tranca, no iba a parar a tiempo y sus amigas la habían citado a una junta muy urgente. Solo podía esperar que la reunión con sus amigas fuese rápida, para poder ir satisfacer su chocho sediento con la verga de su prometido. Aunque no quería volver a hacerle infiel, no podía evitar presumir su cuerpo en su andar.  

Deseo Prohibido. Capítulo lll:


Al llegar a la cafetería, ella se sentó en una de las mesas, solo bastó un par de segundos, para que fuera el centro de atención. Algunos la examinaban con cautela, otros más descarados se acercaban donde ella, para poder ver si había una posibilidad con semejante hembra. Cuando Fabiola y Soledad llegaron, la mesa en donde se encontraba Victoria estaba rodeada por hombres, ellas sonrieron, solo con ver aquello, sabían que su amiga había regresado a ser la misma de siempre y que el papel de mujer fiel, ama de casa, se había ido. 

Vicky al ver a sus amigas, les pide a los hombres que la dejen sola, para que pueda charlar con ellas, pero si querían que dejen sus números telefónicos y que ella iba a llamar a los que les parecieron más interesantes. Los hombres desesperados anotaron sus números de celular y uno por uno se lo fueron entregando a la mujer, para cuando terminó, sus amigas con unas miradas traviesas se acercaron. 

Soledad: Vaya, pero con que sorpresa nos hemos encontrados.

Fabiola: ¿Eres la misma mujer que anoche dijo que no necesitaba otro hombre además de su futuro marido?  

Vicky: (Seria) Vayamos directo al grano, díganme para qué me citaron, ¿qué es lo tan urgente que deben decirme?

Afirmó pasándole los números de esos hombres. 

Fabiola: Oye tranquila, tenemos muchas cosas que contarte.

Soledad: Sí y nos tomaremos todo el tiempo posible.

Fabiola: Exacto, porque anoche pasamos una noche estupenda, tú ¿no?

Vicky: (Mordiendo sus labios) Sí, no estuvo tan mal. 

Soledad: Dinos querida, que tal te folló anoche Eduardo, ¿o quizás fue otro?

Comentó entre risas. 

Vicky: No quiero hablar de eso, mi vida sexual es privada, ¿ok?

Fabiola: Entonces, nosotras te contaremos como nos hicieron gozar nuestros amantes de anoche. 

Fabiola y Soledad, comenzaron a comentarle del sexo que habían experimentado cada una, Vicky escuchaba de mala gana, no obstante, poco a poco le fue interesando saber que tan buenos eran aquellos dos colegas de Eduardo en la cama. Al ir oyendo que eran unos estupendos amantes, Victoria se emocionaba y se calentaba, fantaseando con esas pollas que aún no había visto ni comido, pero sabía que podría hacerlo muy pronto. Al terminar de escucharlas, ella estaba bastante agitada, de manera disimulada, se metió sus dedos en su coño y jugo con él por unos minutos, miró a sus amigas les dijo que necesitaba ir al baño. Su cuerpo estaba ardiendo y la cachondez casi insoportable, tenía que calmarlo de alguna manera. 

Ella mira a su alrededor, sabiendo que nuevamente era la protagonista de miradas, entre todos los hombres que la devoraban con los ojos, le llamo la atención un jovencito de unos 18 años aproximadamente, que parecía hipnotizado por su belleza. A Victoria le recuerda a su sobrino, por lo que le sonríe y le hace un gesto para que se acerque a ella, él andaba acompañado de una muchacha, la cual parecía estar molesta, el joven le dice algo y luego se acerca a la mujer. Vicky no tenía tiempo para juegos, así que fue directa y le preguntó al muchacho si quería divertirse, él nervioso le dice que sí. Ella lo toma de la mano y entran al baño, la mujer colocó el cerrojo y se da vuelta, el muchacho atónito no podía creer lo que estaba pasando, menos ella que parecía actuar por instinto. 

Victoria se acercó a él y le da un corto, pero muy cachondo beso, mientras sus manos tocaban ese bulto que se estaba formando en el pantalón. La mujer sonriendo se agacha, sabiendo que dentro de ese pantalón había un juguete apetitoso para ella. Mientras le bajaba el pantalón y el bóxer, le pregunta si tenía novia, él le responde que sí, que era la joven con la que estaba hablando. Al ver su polla erecta, Vicky quedó sorprendida, pues era más grande de lo que imagina, tomándolo con sus manos y mientras se lo acercaba a su boca, le dice –“Es una lástima por esa cornudita, pero después de lo hagamos, el sexo con ella te va a parecer, insuficiente y decepcionante”-

La mujer comienza a mamar esa joven polla y él gime bastante fuerte, nunca pensó conocer a una mujer que amaba tragarse hasta el fondo las vergas. Por otra parte, Eduardo, Romina, Lorena y Piero, terminaban de comer. El maduro estaba bastante incomodo, pues la muchacha, aprovechaba todas las oportunidades que tenía para poder acercarse a él y presumir su cuerpo. Eduardo levantándose de la mesa, se excusa con que tenía que avanzar con unos papeles del trabajo, Lorena le dice que no se preocupe y que vaya a su oficina a trabajar, Romina molesta, le pregunta cuánto va a tardar, él le responde que no sabía exactamente cuánto tiempo iba a estar ocupado, pero lo más probable que mucho.  

Piero sabía que aquello era mentira, pues para las negociaciones y juntas nunca había llevado papeles, todo lo tenía en su computador, el cual no usaba a menos que tenía que mostrar ciertos datos, sin embargo, no dijo nada ya que quedarse junto a esa muchacha y esa mujer, era un privilegio y una oportunidad de acercarse más a ellas. Eduardo camina agobiado hasta su oficina, al llegar a esta, busca en el escritorio un álbum en donde tenía los dibujos que hizo Romina cuando era niña, además de fotos de aquella época. Mientras hojeaba el álbum, recordaba aquellos días en donde solo había inocencia y trataba de entender qué hizo para que la joven se haya enamorada de él. 

Todo empeoraba cuando recordaba que ella sabía lo de Luxure, el miedo de que la joven abriera la boca y revelara ese secreto por despecho no lo dejaba tranquilo, asumiendo que tendría que complacer en todo a esa muchacha, para que mantenga sus labios sellados. Así paso por una hora, tiempo que Vicky aprovecho muy bien y gozo cogiendo con aquel jovencito, el muchacho no defraudo a la madura, que termino con el rostro bañado de semen. 

La mujer se limpiaba y el muchacho le comentaba sus intenciones de poder repetir aquello una vez más, ella le dice que era muy difícil que lo vuelvan hacer otra vez, pero el joven no dejo de insistir, le decía que solo quería hacerlo una vez más y después iba atesorar en sus recuerdos esas experiencias. Victoria, le dice que le dé su número y ella iba a comunicarse cuando tuviera un día disponible para él, no obstante, le advierte que su agenda estaba muy ocupada.   

El muchacho le da su número telefónico y ella sale del baño, sonriendo y con la cabeza en alto. Se acerca donde sus amigas y les dice que era hora de retirarse, ellas le preguntan que estuvo haciendo en el baño todo ese rato, Vicky riendo les contesta que era un secreto. Las mujeres pagan y se retiran de la cafetería, pero antes de salir, Victoria escucha a la joven pareja discutir, ella le hace una mueca al muchacho y este atolondrado le sonríe. De vuelta en la casa, Romina se mostraba inquieta al no ver a Eduardo. Se cuestionaba si había ido muy lejos con todo o había hecho lo correcto, si debió esperar unos días para confesarle sus sentimientos o estuvo bien haberlo hecho. 

Con tantas dudas que rondaban en su cabeza, la joven pensaba en llamar a su amiga, contarle todo lo que había ocurrido y pedirle algún consejo, pero su madre se acerca a ella y le dice que la acompañe a la piscina que quería relajarse un rato. Romina acepta, porque no quería molestar a Vanessa tan pronto e igualmente quería enamorar a Eduardo sin tanta ayuda y distraerse mientras esperaba que el maduro saliera de esa oficina, le haría bien. Hablando del hombre, finalmente de tanto reflexionar, llego a la conclusión que lo mejor era hablar con Vicky y confesarle lo de Luxure. 

Sabía que era un tema delicado y lo más probable que su prometida se enoje con él, ya que decirle que durante los viajes de negocios, él le paga a una modelo erótica para que le envíe fotos de su cuerpo y con las cuales sacia ese deseo de estar con otras mujeres, no iba a ser fácil de digerir. Sin embargo, era la única vía para que Romina no lo chantajeé y lo obligue hacer cosas que serían peores, como cruzar esa línea de la tentación y la lujuria, destruyendo por completo la relación de “familia” que ellos tenían y él quería mantener.

Piero no pierde su gran oportunidad y se une a Lorena y a Romina, que ya se encontraban afuera en la piscina. La mujer estaba sentada en una silla tomando sol, mientras que su hija se mojaba los pies en el agua, meditando cuales serían sus próximos movimientos. Piero al ir acercándose se decía a él mismo –“Que linda es la pendeja, con solo mirarla, siento que mi pija se coloca bien dura. Pero no puedo dejar de pensar en su madre, algo tiene esa hembra que me deja loco. No solo me calienta, sino que me deja tonto y sin palabras cada vez que trato de hablar con ella”-, el hombre se acerca a Romina y haciéndose el simpático le dice. 

Piero: Oye pequeña, disculpa que te moleste, pero te veo algo desanimada. ¿Puedo saber el motivo?

Romina: (Suspira) Crisis existencial. 

Balbucea la muchacha entre risas. 

Piero: ¿Crisis existencial? ¿Tan joven?

Pregunta descojonado Piero.

Romina: Sí, me decía a mí misma, ¿qué hubiera pasado si nacía unos 10 años antes? ¿Mi tío Eduardo me vería con otros ojos?

Piero: (Jocoso) ¿Bromeas? Sí ya le es difícil mantener la compostura contigo, yo creo que con 10 años más y sin tener relación con tu hermosa madre, o, hubieras sido su hermana en vez de hija, te follaba.  

Romina: (Con una mirada ilusionada) ¿Lo dices en serio? 

Piero: (Ríe) Claro preciosura, si eres un bombonazo, que de seguro tiene locos a los franceses y aquí viniste a levantar una buena cantidad de pollas.

Piero agacha su mirada deteniéndose en esos voluptuosos senos y con la pija bien marcada en su pantalón. La jovencita, se da cuenta que ese hombre la miraba en ese momento con lujuria. Si bien la incomodaba esa intensa mirada, quería oír algo más.

Romina: No sé si tomarme bien o mal tus comentarios, pero sé sincero, ¿tú crees que mi tío dejaría su prometida por mí, si no fuese la hija de mi madre?

Piero: Baah, no solo lo creo, lo doy por firmado, porque es difícil resistirse a ti con esa monumental figura que te gastas y esa carita de niña inocente.  

Esa declaración, hizo que definitivamente todas sus dudas se fueran de su cabeza, dejando la loca idea de tener a su tío Eduardo babeando por ella. 

Romina: Gracias.

Piero: De nada hermosa, oye ahora yo puedo preguntarte algo.

Romina: Claro. 

Piero: (Sonríe) A ti no te agrada Victoria, ¿verdad?

Romina: No, ¿por qué?

Piero no era imbécil, se dio cuenta que esa muchachita estaba loca por Eduardo, lo que no encontraba tan mal, pues, ella podría separar a la pareja y él poder consolar a Vicky entre sus brazos. 

Piero: Porque a mí tampoco me gusta ella para Eduardo. 

Romina: (Intrigada) ¿En serio? ¿Por qué?

Piero: (Susurrando para que Lorena no escuche) Porque creo que ella le es infiel.

Romina: (Sorprendida) ¡¿Qué?!

Piero: Él no me va a escuchar, pero estoy seguro de que a ti, sí.

Romina: ¿Pero estás seguro de lo que me estás diciendo?

Piero: Solo necesito encontrar una prueba para confirmar lo que creo, pero antes que Eduardo cometa una locura, tú puedes ir persuadiéndolo y hacer que prolongue la boda.

Romina: Claro que lo haré. 

Romina se levanta y entra a la casa con la intensión de ver a Eduardo, ahora ella pensaba que tenía motivos suficientes para seducir al maduro y hacer que se enamore de ella, ya no solo lo hacía por su capricho. Justo en ese momento se encuentra con él, que estaba entrando a la cocina. Piero aprovechando que no había nadie alrededor, para poder seguir conociendo a Lorena, después de todo aún no comprendía que le atraía tanto de esa mujer. 

Piero: Al parecer el destino tiene un capricho con dejarnos a solas.

Lorena: Si claro, el destino.

Afirmó la mujer con ironía. 

Piero: Auch, eso duele, ¿sabes? 

Lorena: ¿En serio? 

Expresó con sarcasmo.

Piero: Sí, porque pensé que tú y yo nos habíamos hecho amigos. 

Lorena: (Ríe) ¿Y qué te hizo pensar eso?

Piero: Bueno, tú te quedaste dormida entre mi pecho y por cierto te veías tan tierna mientras lo hacías.
 
Lorena: Verdad que me quede dormida, pero no recuerdo haberme apoyado en tu pecho, menos para terminar en tus brazos. 

Piero: Bueno, tú…

Lorena: (Interrumpe) No tienes que explicarme nada, estoy segura de que tú aprovechaste para manosearme, pervertido. 

Piero: (Sorprendido) ¿Qué?

Lorena: No te hagas el inocente conmigo, sé muy bien qué clase de hombre eres. Has estado mirando a mi hija con ojos lujuriosos y a mí también. Si no he dicho nada, es porque no quería generar un problema y molestar a Eduardo. Pero ahora que estamos solos, te advierto que no te quiero cerca de mi hija, menos que la mires de esa manera, degenerado. 

Piero quedo asombrado por la deducción que tuvo Lorena y a la vez, su obsesión con ella iba aumentando. En la cocina, Romina avanza lentamente donde Eduardo, el corazón de la muchacha, latía muy fuerte, sabía que anteriormente había consolado al hombre de un desamor, pero sin pruebas no podía aún decirle que Victoria le era infiel, así que solo podía seguir jugando con él y hacerlo caer en su seducción. El corazón de Eduardo también latía muy fuerte, aunque él trataba de controlarse. 

Eduardo: (Suspirando y tartamudeando) Ro-Ro-Romina... 

Romina: No tienes que decir nada, ya sé lo que quieres comunicarme, vas a decirme que no puedo amarte, porque eres mayor que yo y que tú estás enamorado de esa tal Victoria. Sin embargo, tampoco quieres que mencione sobre lo de Luxure y piensas que me voy aprovechar de eso, chantajeándote de alguna forma, pero aunque no lo creas te dejare tranquilo. Lo juro, solo te voy a pedir algo a cambio, quiero que en la noche me visites en la habitación en la cual voy a dormir. 

Romina se da vuelta y sale de la cocina, con una sonrisa. En su mente ya tenía planeado su próximo movimiento y de acuerdo con lo hablado con Vanessa, el actuar igual que cuando era niña, confundiría más a Eduardo, sin saber a lo que estaba jugando esa muchacha de senos grandes. Regresando con Piero y Lorena, el hombre, se acercaba más a la mujer y con una sonrisa le dice.

Piero: Es verdad, lo reconozco, tu hija me ha llamado la atención con la figura que tiene, pero eres tú la que me tiene loco y no dijiste nada sobre acercarme a ti o mirarte.

Lorena confundida lo mira y antes que ella abriera la boca para decir alguna palabra, Piero se baja el pantalón y el bóxer, mostrando así su erecta polla. –“Oh, Dios mío"- exclamó Lorena al ver aquel miembro tan cerca de ella, Piero tomando su pene con una de sus manos, se lo acerca al rostro a la mujer, que seguía cachonda desde lo ocurrido en el aeropuerto con Max y había incrementado al estar cerca de Eduardo. 

Piero: Lorena, desde que te vi entrar a esta casa, no he dejado de pensar en ti. He perdido la cordura, solo tienes que apreciar cómo me tienes de cachondo, se buena y hazte responsable, por favor. 

Lorena nuevamente tenía una gran y hermosa verga, solicitando sus servicios, aún si esa tranca le pertenecía a alguien tan despreciable como Piero, ella simplemente no podía controlar su calentura. Por lo mismo, estaba babeando por aquel pene de unos 18 centímetros. Piero seguro y confiado, se va acercando más a Lorena, quien de manera inconsciente abre su boca y le da una suave lamida a la glande. Poco a poco se va tragando aquel miembro. Él ingenuamente pensaba que la mujer, iba a estar bajo su control, pero ella luego de saboreárselo bien, sonríe y toma aquel mástil duro con una de sus manos, apretándolo con fuerza. 

Piero no tiene otra opción que morder sus labios para evitar aullar, la mujer fue masturbando aquella pija con rapidez y luego de ver que al hombre le temblaban las piernas, le da un pequeño descanso. Ella pasa su dedo por la glande donde ya había esperma, disgustando aquella pequeña cantidad de semen y se emociona, tomando nuevamente esa polla erecta, se lo acerca a la boca e inicia así una asombrosa y majestuosa mamada. Piero no tenía tiempo para gemir, solo suspiraba, sintiendo que ya no aguantaba más. Descargando y llenando la boca de Lorena, quien se traga todo el semen del hombre y se saborea los labios.

Piero: ¡Wow! Jamás me había corrido tan rápido. 

Lorena: (Sonríe) Debo admitir que me sorprendiste y no pude controlarme, ya que ando muy cachonda. Me gustaría seguir jugando contigo, pero creo que es suficiente. 

Sentencia de mala gana, porque una vez más se quedaría con las ganas de coger.

Piero: No, no creo que sea suficiente. Quiero cogerte y llenarte el chocho de mi semen. Ya que, si con la boca eres increíble, no tengo dudas que en lo demás eres una Diosa.

Lorena: (Halagada) Gracias por tus comentarios, sin embargo, mi hija puede regresar en cualquier momento y no quiero que me vea teniendo sexo.

Piero: Yo conozco un lugar ideal para continuar, nadie nos va a ver ni tampoco oír. 

Lorena: (Sonríe pícaramente) ¿Hablas en serio?

Piero: Sí, ven sígueme. 

Piero se sube el pantalón, toma la mano de Lorena y la lleva a la habitación donde Eduardo, se había quedado a dormir en la noche anterior. La mujer se excitaba con el solo hecho de volver a tener una verga penetrándola, ambos se van quitando la ropa, hasta quedar completamente desnudo. El hombre se acerca a ella y agarrándole las tetas con ambas manos, se las aprieta bien fuerte. Lorena suelta unos gemidos candentes, que enloquecen a Piero, él desesperado comienza a chupar esos pezones redonditos. Ella le agarra el miembro y lo pajea, mientras ellos comenzaban a disfrutar de sus cuerpos, Victoria, regresaba a la casa. 

La mujer antes de entrar, llama a Tiago y Mario, los dos compañeros de trabajo de Eduardo con los cuales sus amigas se habían divertido. Ella les hace creer a los dos, que iba preparar otra fiesta sorpresa, esta vez para celebrar el cumpleaños de su hermana en la casa de la playa que la pareja tenía. Ellos que habían visto a Isidora, aceptaron gustosamente, solo ver a esa hembra y a Victoria, ya valía la pena asistir. Ella tras hablar con los hombres entra a la casa y sin hacer ruidos se dirige a su habitación, en donde se imaginaba lo cachondo que iba sería aquel trío. 

Había pasado mucho desde la última vez que experimento una penetración doble, jugando con su vagina, sueltas suaves gemidos. A unas dos habitaciones de distancias, se encontraba Romina, la cual también se masturbaba, pero la muchacha lo hacía pensando en Eduardo. Lorena se había montado sobre esa polla con mucho entusiasmo, su chocho maduro, era tan apretado como la de una jovencita virgen, por los años que se había privado de la diversión sexual. Aquello, solo hacía que Piero disfrute y se obsesione más con ella, incluso pensaba que el sexo con Vicky en la noche anterior, no se comparaba con el que estaba teniendo en ese momento con Lorena, el placer era mayor.

tetonas


Piero: Ooooohhh, sííí... Que rico coño tienes nena.

Lorena: Mmmmmhhhh... Mmmmhhh... Uuuuggghhh... Dios, más... Dame más duroooooo... No tengas piedaaaaaad...

Esas grandes tetas rebotaban con cada estocada, Piero agarra bien fuerte el trasero de la mujer y abriendo esas nalgas, entierra su pulgar dentro de ese otro agujero hambriento. Lorena no para de jadear, le encantaba sentir ese tronco deslizándose por su coño, golpeando sus paredes y entrando en lo más profundo. Mientras que aquel dedo, dilataba su culito que solo había sido usado por dos hombres y ninguno fue su ex marido. –“Oooohhh, sííííííí”- volvía a exclamar esa Milf sedienta de pollas, imaginando que era Max quien la empotraba.  

Ellos cambiaron de posición, solo para que él pueda colocar su rostro entre los senos de Lorena. La cara de Piero parecía perderse entre medio de esos melones que no dejaban de brincar. Los aullidos de ambos aumentaban, pero nadie los iba a encontrar o interrumpir. Eduardo, seguía vagando en sus pensamientos, le era difícil aceptar todo lo que había ocurrido con Romina. Aunque el verdadero dilema, es que no podía dejar de estar excitado por ella, no quería aceptar que le atraía, o que necesitaba de sus besos. Esos suaves labios y esa lengua inocente, de la niña que él vio crecer hasta los 10 años. 

Las horas fueron pasando y aquel domingo comenzaba a llegar a su final, ya eran aproximadamente las 23 horas de la noche, nadie fue a la cocina para cenar, ni Eduardo comió algo, incluso se olvidó de Lorena y Piero. Ellos se despertaban después de haber tenido tanto sexo, la mujer al observar a su amante sintió que necesitaba besarlo, de morder esos labios, de jugar con su lengua y saborear su saliva tibia. Él al verla ir aproximándose a su boca, sonríe y acariciando sus mejillas le da lo que ella quería, tras besarse de forma muy amorosa y apasionada, Lorena sonríe, dándose cuenta de que desde su coño aun salía pequeños chorros de semen.   

Lorena: Me has dejado bien llenita, creo que no va a ser necesario, que cene hoy. 

Comenta, soltando una risilla escueta.

Piero: (Suspira de cansancio) Cuando quieras lo repetimos... Sin duda alguna, eres asombrosa y también la mejor... 

Lorena: Gracias, tú también estuviste excelente... ¿Crees que alguien haya notado nuestra ausencia?

Piero: No lo sé, pero qué importa, podemos jugar un poquito más. (Agarrando de las caderas a la mujer)

Lorena: Veo, que con la siesta has recuperado algo de energía. 

Piero: La suficiente, para complacer a una hembra como tú. 

De nuevo ellos entrelazan sus lenguas húmedas y cachondas, ella se sentía satisfecha y a gusto con volver a tener esa verga dentro de su coño. No obstante, la imagen de ese chaval del avión no dejaba de aparecer en su cabeza, mordiendo los labios de Piero y montando su tranca otra vez, entiende que debía buscar a Maximiliano y terminar lo que no pudieron hacer en ese cubículo. Ya que su cuerpo y mente, se lo estaban pidieron a gritos, algo que no ocurría hace tiempo. Aquel muchachito tenía algo que le hacía enloquecer y no sabía qué.  

Eduardo apaga todas las luces del primer piso y sube las escaleras, pensando si ir o no donde la jovencita. Aunque en un momento estuvo cerca de no hacerlo porque creía que era una trampa, sin embargo, a la vez no podía desperdiciar una posibilidad, que podría hacer su vida más sencilla. Romina se encontraba preparándose para dormir, usando un top verde con tirantes y un pantalón de pijama. Cuando siente abrir la puerta, gira rápidamente su mirada hacia esta, al ver a Eduardo se le dibuja una sonrisa en el rostro.

Eduardo: (Suspira) Bien... Aquí me tienes. 

Ella de un brinco, llega hasta donde el hombre, a quien abraza bien fuerte. Este algo incómodo, trata de separarse de ella, ya que al sentir esos grandes senos cercas y el aroma de esa jovencita, hacía que su pene se volviera a colocarse erecto. 

Eduardo: Dijiste, que si venía aquí, ibas a dejarme tranquilo.

Romina: Y así es tío, solo te estoy dando un abrazo. (Colocando su cara de niña buena) ¿Ahora incluso te molesta que te de abrazos?

Eduardo: (Suspira) No... No, olvídalo. Solo dame tiempo para asimilar todo. Es decir, aún me es incómodo mirarte a los ojos, sabiendo lo que sientes. Además… 

Él titubea en decir la última oración, pero la muchacha intrigada, buscaría oír lo que trataba de ocultar.

Romina: ¿Además qué?

Eduardo: (Tomando aire) Además… Además de que yo te quiero como si fueras mi hija. 

Romina: (Sonríe) Comprendo... (Deja de abrazarlo) Lo siento, pero siéntate en la cama, quiero mostrarte algo. 

El hombre le hace caso, tratando de que su erección no sea notoria, la ocultaba con sus manos. Ella camina hacia su maleta, donde se agacha, apropósito deja su culo al frente del maduro. Eduardo tragando saliva y sintiendo que cada vez era más difícil mantener oculto el bulto que tenía en su pantalón, mira hacia la ventana y trata de controlarse, sin embargo, era inútil, su calentura solo aumentaba. Romina se da vuelta, pero en vez de caminar, ella gateaba. Para así ocultar, el juguetito sexual que tenía entre sus manos, el cual había sido un regalo de su tío para que Luxure lo utilice en un vídeo privado, el cual no se efectuó porque él se arrepintió a último momento.

Al principio, la muchacha no comprendía la posee extraña del hombre, aunque al ir estando más cerca de él, se da cuenta que había logrado su objetivo. Mordiéndose los labios, Romina comprendió que él la deseaba mucho más de lo que ella imaginaba. Ver cómo ese miembro maduro luchaba por salir de ese pantalón, la encendía de una manera fenomenal. Con la oportunidad que tenía delante de ella, pensaba en que momento confesar la verdad. Eduardo la mira y de forma nerviosa e incómoda le dice. 

Eduardo: Ro... Romina... Qué... Qué... ¿Haces?

El rostro de ella quedaba prácticamente debajo de la entrepierna de él. Sonriendo, saca su lengua y le da una ligera lamida a ese tronco duro que estaba debajo del género del pantalón. Quedando sus senos a unos centímetros del miembro del hombre, contesta.

Romina: Eres un mentiroso tío. 

Eduardo: ¿Qué? Po- Po… ¿Por qué dices eso?

Romina: Porque te mientes a ti mismo. Tú me deseas y mucho, la prueba es esa gran erección que tienes ahí. 

La respiración de ambos iba aumentando, ella miraba lujuriosamente lo que tenía enfrente. Deja en el suelo ese juguete y coloca sus manos cerca de la cremallera y el botón del pantalón, el hombre, solo mira sin tener reacción. La jovencita de forma coqueta le susurra. 

Romina: Es malo ocultar lo que uno desea, eso me decías cuando era niña, ¿lo recuerdas?

Eduardo se quedaba pasmado sin decir ninguna palabra y ella procede a desbrochar el pantalón y a bajar la bragueta. De forma lenta lo va retirando junto con el bóxer, cuando ve el pene erecto del hombre, ella queda gratamente sorprendida, deseando probar aquel trozo de carne. 

Romina: ¡Guao! Sabía que era grande, pero no pensé que lo era tanto.

Eduardo: ¿Sa-Sabías? 

Ella con sus dos manos toma el mástil de Eduardo y comienza a sobarlo de forma gentil. 

Romina: Fue cuando te estabas bañando en esta habitación, dejaste la puerta abierta y yo me asome para mirarte. Ahí aprecie un poco de este gran pene. 

El maduro hace un esfuerzo para no dejar que la calentura y la lujuria no lo dominen, tomando las manos de la muchacha, las retira de su miembro. Ella no iba a darse por vencida y decide utilizar sus mejores argumentos para convencer al hombre de continuar, es decir, sus enormes tetas. Esos grandes y apetitosos senos dieron un pequeño brinco, cuando la jovencita se levantó el top, llamando la atención de él, que se quedaba boca abierta, observando esas gordas y maravillosas tetas. 

Romina: Dime tío, ¿te diste cuenta del por qué te calientas conmigo?

Eduardo no sacaba sus ojos de esos pechos voluptuosos y temblando movió su cabeza en forma de negación. 

Romina: Uy, pensé que con ver mis tetas ya te iba a bastar para reconocerme, pero veo que necesitas verme completamente desnuda para que lo hagas. 

Eduardo: ¿Q-qué? 

Balbuceó con la voz temblorosa, la jovencita sonrió y acercando esos senos lentamente hacía esa verga empalmada, susurra.

Romina: Te has hecho varias pajas mirando mi cuerpo, y estoy segura que hasta has fantaseando con este momento. 

Eduardo comenzaba a abrir los ojos, a ver la similitud ese par con las de las fotografías.

Romina: Así es tío, yo soy Luxure.

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Bueno, tercer capítulo de esta historia, espero que les esté gustando los relatos. Gracias a quienes apoyan dejando puntos y siguiendo. Dentro de unos días, subiré la segunda parte de "Vacaciones Candentes". 

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