Continuación de "Los gemelos 1", "Los gemelos 2" y "Los gemelos 3"
Recomiendo leerlos para entender la trama
4.- Conociéndose
Esa misma tarde Damián Cara de Culo tocaba el timbre en casa de Lucas, torso desnudo como casi siempre, bermuda de jean rotoso y ajustado, en pata. Lucas lo recibió con una sonrisa y lo hizo pasar, se quedó detrás de él. Lindo culo, pensó, chiquito pero con una curvita hermosa. No hubo forma de que el pibe hablara, sólo lo miraba con cara de orto, lo llevó al patio, le dio una pala, le mostró lo que tenía que hacer y se fue a la cocina a terminar de secar los platos. Hacía calor, por la ventana veía al nene yendo de acá para allá con la carretilla, su torso mojado, la cintura de su pantalón mojada ya también. Puso 4 cubitos en un vaso grande, lo llenó de coca y se lo llevó. Damián Cara de Culo miró el vaso, los ojos se le iluminaron y le dedicó una sonrisa, siiii, sonriooo, pensó Lucas. la coca helada, curiosamente rompió el hielo, Damián Cara de Culo sacó el culo de su cara, aparecieron las primeras palabras, los primeros diálogos, las primeras risas. El tipo de 30 aún podía sentirse adolescente y el adolescente retraído podía ver en ese "viejo" a un compañero, podía charlar con alguien diferente a su hermana.
Los trabajos de "castigo" se fueron terminando, Damián los estiraba, no por vago sino porque no quería que se terminaran, si antes Lucas era una pija para imaginar en sus pajas, ahora era un hombre real, un tipo que lo atraía extrañamente, una atracción que tenía algo de sexual, pero no sólo eso, ese tipo le gustaba, su soltura, su forma de hablar, ese aspecto de ganador, esas bermudas que le marcaban el bulto y el culo, esa sonrisa franca, esa gentileza que tenía con él, si salvo su hermana nadie era afectuoso y amable con él, un negrito villero que andá saber en qué andaba.
Lucas se daba cuenta que Damián laburaba a media máquina desde hacía rato y que las charlas vaso de coca mediante o mate al paso cada vez se hacían más largas y eso le gustaba, el pendejo le transmitía frescura, pero el cuerpo del pendejo todo lo contrario, lo llenaba de calentura, no perdía oportunidad para mirarle el trasero cada vez que se agachaba, le gustaba verlo caminar y ver sus nalgas en movimiento, sus hoyitos sobre la cintura, su espalda larga y perfecta. La verdad, cada día tenía más ganas de cogérselo al pendejo, pero no quería tener quilombos en el barrio. Y menos con sus vecinos de al lado.
La última tarde, a eso de las 4, Damián mojado en transpiración terminó el trabajo.
- ¿Listo Dami? -
-Sí, listo-
-Uy, ¡cómo estás de mojado!, ¿te querés bañar? -
-Mnoo, no sé...-
-Dale, sin vergüenza, vení por acá- Lucas lo llevó al baño de la casa, corrió la cortina del pequeño box, se detuvo. -No, mejor vení por acá-
Damián, por un lado re-nervioso pero por otro intrigado, lo seguía en silencio. Entraron al amplio dormitorio, a Damián la vista de la cama le provocó un temblorcito en el esfínter, entraron al amplio baño en suite, Lucas buscó en un pequeño armario unos toallones blancos, nuevos, a estrenar, y se los dejó sobre la tapa del inodoro. Le explicó el manejo de las canillas, le alcanzó el jabón y el shampoo.
-Enjoy Dami- ¿en qué?, pensó Damián.
El pibe esperaba que Lucas se fuera, Lucas esperaba que el pibe se desvistiera, quería verlo en bolas.
-Dale, yo me quedo un poco por si necesitás algo-, excusa poco creíble, pero excusa al fin.
A Damián se le estaba parando, a Lucas también, pero el jean ajustado contenía un poco.
El pibe se desabrochó el botón del pantalón y paró, le daba vergüenza, tenía que ocultar su erección, se dio vuelta, se bajó la bermuda y la dejó en el piso, quedó a la vista su slip deshilachado y flojo. Lucas con la espalda apoyada contra la puerta del baño, miraba con ojos desorbitados. Damián giró un poco la cabeza y vio la mirada de Lucas, vio su mano frotándose la pija.
Por su cabecita volaron mil pensamientos, pero anidó un recuerdo, recordó las veces que la madre se ponía sensual con su macho y se iba bajando la bombacha de a poquito y recordó las guarradas que el macho caliente le decía. Entonces tomó el elástico del slip con sus dos dedos pulgares, quebró la cadera como la quebraba su mamá, y se lo fue bajando despacito. Lucas fue más discreto, solamente no pudo frenar un "mmmm" larguísimo y delator. Dami volvió a girar la cabeza y reconoció en Lucas la misma mirada de lujuria que tenía el macho de su mamá cuando Andrea terminaba de bajarse la bombacha y le enseñaba su generoso culo. No, no podía ser, ¿Lucas se lo quería coger?, -y sí boludo, ¿no te das cuenta?, se sonrojó, le subió un calor raro por todo el cuerpo, se metió rápido a la ducha. Lucas se quedó un rato extasiado aún por la vista de ese culito perfecto, chiquito, moreno, pero bellísimo.
- ¿Todo bien Damián? -
-Sí, todo bien-
-Ok, te espero afuera-
Pensar, pensar, ¿qué hacía, se lo intentaba coger cuando salía del baño?, por la forma en que se bajó el calzón quería guerra, pero..., ¿y si era sólo una broma? Le vino el cagaso.
Damián, que en su vida solamente se había bañado en fuentones o en el sucucho apenas revocado de la pieza donde vivían, miraba todo maravillado, la ducha enorme mojaba su cuerpito esmirriado y oscuro, bajaba por la raya de su culo y entibiaba sus bolas y su pija jamás usadas. ¿Lucas se lo cogería? ¿iba a probar al fin lo que sentía su mamá cuando el macho le enterraba la verga hasta las bolas en el culo? Se enjabonó bien las nalgas, pasó una y otra vez jabón por la raya, metió el dedo enjabonado dentro por las dudas. Si hoy Lucas se lo cogía, quería que su culo estuviera perfecto, igual que el culo de su mamá, que siempre antes que viniera el macho se encerraba en el baño y se dejaba la concha y el culo perfumados y perfectos. Dami y Jessi, porsu la espiaban por el borde de la cortina, el baño no tenía puerta.
Cuando Damián salió del baño y vio el dormitorio vacío se desilusionó.
Lucas lo estaba esperando en la cocina.
-Hoy terminó tu castigo Dami, pero ya habíamos arreglado con tu mamá que no iba a ser castigo del todo, tomá-
- ¿Qué es eso? -
-El pago por tu trabajo, boludo. - Damián vio los billetes, para Lucas sólo unos pesitos, para él ¡una fortuna!
No pudo contenerlo, fue hasta Lucas y lo abrazó.
-Gracias Lucas, gracias. - Alzó la cabeza, los labios casi se rozan, el deseo de fundir sus bocas era inmenso, pero Lucas se contuvo. Damián agachó la cabeza y aflojó los brazos.
Lucas al otro día comenzaba a trabajar, pero quedaron en que todos los fines de semana Damián iba a venir, no ya como castigo sino como changuita, a hacer tareas a la casa de Lucas. El pibe no fue a la casa, salió corriendo al centro comercial, lo primero que compró fueron dos bombachas nuevas para Jessy que a veces andaba con la concha al aire porque ya casi no tenía, un lápiz labial rojo para la madre y con lo que sobró compró media docena de chorizos y uno panes para lo noche.
Para él, nada.
Esa noche el macho no estaba, así que él fue el rey de la casa, el hombre de la casa que proveía el sustento, el que manejaba la masculina parrillita. Pero su cabeza le hacía dos discursos, el superficial, feliz, contento de ser el hombre de la familia, y el oscuro, el que no podía sacar de su mente la imagen de Lucas acariciándose el bulto, el que no podía olvidar los ojos de Lucas clavados en su culo, el que deseaba sentir la pija de Lucas desvirgándole el culito. Aguantó el sueño hasta escuchar los ronquidos de la madre y la respiración acompasada de su hermana, se bajó despacio de la cama, buscó en el baño, buscó en los cajones de la cocina, se decidió por una vela de esas normales que encendían cuando se cortaba la luz. Se subió de nuevo a la camita marinera. Cerró los ojos y comenzó a acariciarse, la pija, los muslos, el perineo, el borde de sus nalguitas morenas, su pija se puso dura, juntó saliva y se la trató de meter en el agujerito, prueba y error, hasta que al fin sintió algo de chapoteo. Apoyó la planta de los pies, tomó la vela, la apoyó en su agujerito y se mandó la punta. Dolió un poquito, apenas, la vela no era de gruesa ni la mitad de su verga, se la empezó a clavar, era raro, sentía cómo su esfínter se abría, ardía un poco, pero sentía perfectamente cómo la punta cónica del improvisado consolador se le iba metiendo, venciendo la resistencia de su virginal esfínter. Cuando se quiso dar cuenta, casi toda la vela estaba dentro de su culo. Empezó a cogerse, ¡qué feo!, ¿eso le gustaba tanto a su vieja? Con el primer intento de sacársela, paró en el acto y apretó el esfínter todo lo que pudo, ¡sintió que se estaba cagando!, ¿qué hacía?, se iba en bolas y con la vela metida en el culo hasta el baño?, noooo. Se la volvió a mandar y se quedó quieto un rato. En el segundo intento pasó la mismo y de nuevo se la volvió a clavar, ¿sería sólo la sensación?, empezó a tocarse con la vela clavada, la pija, las bolas, acariciaba el esfínter alrededor de la vela con los dedos húmedos, mmm, qué rico se sentía, tercer intento, la sensación de cagarse casi desparecía, se animó, se la sacó casi toda y se la mandó entera de nuevo, fue difícil contener el "ahhh", empezó a entrar y salir, entrar y salir, siiii, qué rico se sentía, era eléctrico, gozaba su culo, gozaban sus bolas, gozaba su pija, y su cabecita repetía "Lucas cogeme, Lucas cogeme". Los 20 cm de vela entraban todos en su culito, cuando se lo sacaba, sufría, sentía como un vacío, necesitaba volver a rellenar su orto con la vela, una y otra vez, una y otra vez, mordiéndose los labios para no gemir, para que no los descubran, siiii, su mamá sabía bien lo que hacía cuando entregaba el culo, era estar en el paraíso! Comenzó a masturbarse con la mano derecha mientras la izquierda mantenía la vela dentro de su culo, la fuerza del esfínter la expulsaba y la punta de sus dedos la volvía a clavar, ¡era glorioso!, ya se venía, buscó el slip que había dejado debajo de la almohada, se lo apoyó sobre el glande, aceleró ambas manos, y el chorro de leche más caliente, más largo, más sentido de su vida fue a enchastrar el gastado calzoncillo.
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4.- Conociéndose
Esa misma tarde Damián Cara de Culo tocaba el timbre en casa de Lucas, torso desnudo como casi siempre, bermuda de jean rotoso y ajustado, en pata. Lucas lo recibió con una sonrisa y lo hizo pasar, se quedó detrás de él. Lindo culo, pensó, chiquito pero con una curvita hermosa. No hubo forma de que el pibe hablara, sólo lo miraba con cara de orto, lo llevó al patio, le dio una pala, le mostró lo que tenía que hacer y se fue a la cocina a terminar de secar los platos. Hacía calor, por la ventana veía al nene yendo de acá para allá con la carretilla, su torso mojado, la cintura de su pantalón mojada ya también. Puso 4 cubitos en un vaso grande, lo llenó de coca y se lo llevó. Damián Cara de Culo miró el vaso, los ojos se le iluminaron y le dedicó una sonrisa, siiii, sonriooo, pensó Lucas. la coca helada, curiosamente rompió el hielo, Damián Cara de Culo sacó el culo de su cara, aparecieron las primeras palabras, los primeros diálogos, las primeras risas. El tipo de 30 aún podía sentirse adolescente y el adolescente retraído podía ver en ese "viejo" a un compañero, podía charlar con alguien diferente a su hermana.
Los trabajos de "castigo" se fueron terminando, Damián los estiraba, no por vago sino porque no quería que se terminaran, si antes Lucas era una pija para imaginar en sus pajas, ahora era un hombre real, un tipo que lo atraía extrañamente, una atracción que tenía algo de sexual, pero no sólo eso, ese tipo le gustaba, su soltura, su forma de hablar, ese aspecto de ganador, esas bermudas que le marcaban el bulto y el culo, esa sonrisa franca, esa gentileza que tenía con él, si salvo su hermana nadie era afectuoso y amable con él, un negrito villero que andá saber en qué andaba.
Lucas se daba cuenta que Damián laburaba a media máquina desde hacía rato y que las charlas vaso de coca mediante o mate al paso cada vez se hacían más largas y eso le gustaba, el pendejo le transmitía frescura, pero el cuerpo del pendejo todo lo contrario, lo llenaba de calentura, no perdía oportunidad para mirarle el trasero cada vez que se agachaba, le gustaba verlo caminar y ver sus nalgas en movimiento, sus hoyitos sobre la cintura, su espalda larga y perfecta. La verdad, cada día tenía más ganas de cogérselo al pendejo, pero no quería tener quilombos en el barrio. Y menos con sus vecinos de al lado.
La última tarde, a eso de las 4, Damián mojado en transpiración terminó el trabajo.
- ¿Listo Dami? -
-Sí, listo-
-Uy, ¡cómo estás de mojado!, ¿te querés bañar? -
-Mnoo, no sé...-
-Dale, sin vergüenza, vení por acá- Lucas lo llevó al baño de la casa, corrió la cortina del pequeño box, se detuvo. -No, mejor vení por acá-
Damián, por un lado re-nervioso pero por otro intrigado, lo seguía en silencio. Entraron al amplio dormitorio, a Damián la vista de la cama le provocó un temblorcito en el esfínter, entraron al amplio baño en suite, Lucas buscó en un pequeño armario unos toallones blancos, nuevos, a estrenar, y se los dejó sobre la tapa del inodoro. Le explicó el manejo de las canillas, le alcanzó el jabón y el shampoo.
-Enjoy Dami- ¿en qué?, pensó Damián.
El pibe esperaba que Lucas se fuera, Lucas esperaba que el pibe se desvistiera, quería verlo en bolas.
-Dale, yo me quedo un poco por si necesitás algo-, excusa poco creíble, pero excusa al fin.
A Damián se le estaba parando, a Lucas también, pero el jean ajustado contenía un poco.
El pibe se desabrochó el botón del pantalón y paró, le daba vergüenza, tenía que ocultar su erección, se dio vuelta, se bajó la bermuda y la dejó en el piso, quedó a la vista su slip deshilachado y flojo. Lucas con la espalda apoyada contra la puerta del baño, miraba con ojos desorbitados. Damián giró un poco la cabeza y vio la mirada de Lucas, vio su mano frotándose la pija.
Por su cabecita volaron mil pensamientos, pero anidó un recuerdo, recordó las veces que la madre se ponía sensual con su macho y se iba bajando la bombacha de a poquito y recordó las guarradas que el macho caliente le decía. Entonces tomó el elástico del slip con sus dos dedos pulgares, quebró la cadera como la quebraba su mamá, y se lo fue bajando despacito. Lucas fue más discreto, solamente no pudo frenar un "mmmm" larguísimo y delator. Dami volvió a girar la cabeza y reconoció en Lucas la misma mirada de lujuria que tenía el macho de su mamá cuando Andrea terminaba de bajarse la bombacha y le enseñaba su generoso culo. No, no podía ser, ¿Lucas se lo quería coger?, -y sí boludo, ¿no te das cuenta?, se sonrojó, le subió un calor raro por todo el cuerpo, se metió rápido a la ducha. Lucas se quedó un rato extasiado aún por la vista de ese culito perfecto, chiquito, moreno, pero bellísimo.
- ¿Todo bien Damián? -
-Sí, todo bien-
-Ok, te espero afuera-
Pensar, pensar, ¿qué hacía, se lo intentaba coger cuando salía del baño?, por la forma en que se bajó el calzón quería guerra, pero..., ¿y si era sólo una broma? Le vino el cagaso.
Damián, que en su vida solamente se había bañado en fuentones o en el sucucho apenas revocado de la pieza donde vivían, miraba todo maravillado, la ducha enorme mojaba su cuerpito esmirriado y oscuro, bajaba por la raya de su culo y entibiaba sus bolas y su pija jamás usadas. ¿Lucas se lo cogería? ¿iba a probar al fin lo que sentía su mamá cuando el macho le enterraba la verga hasta las bolas en el culo? Se enjabonó bien las nalgas, pasó una y otra vez jabón por la raya, metió el dedo enjabonado dentro por las dudas. Si hoy Lucas se lo cogía, quería que su culo estuviera perfecto, igual que el culo de su mamá, que siempre antes que viniera el macho se encerraba en el baño y se dejaba la concha y el culo perfumados y perfectos. Dami y Jessi, porsu la espiaban por el borde de la cortina, el baño no tenía puerta.
Cuando Damián salió del baño y vio el dormitorio vacío se desilusionó.
Lucas lo estaba esperando en la cocina.
-Hoy terminó tu castigo Dami, pero ya habíamos arreglado con tu mamá que no iba a ser castigo del todo, tomá-
- ¿Qué es eso? -
-El pago por tu trabajo, boludo. - Damián vio los billetes, para Lucas sólo unos pesitos, para él ¡una fortuna!
No pudo contenerlo, fue hasta Lucas y lo abrazó.
-Gracias Lucas, gracias. - Alzó la cabeza, los labios casi se rozan, el deseo de fundir sus bocas era inmenso, pero Lucas se contuvo. Damián agachó la cabeza y aflojó los brazos.
Lucas al otro día comenzaba a trabajar, pero quedaron en que todos los fines de semana Damián iba a venir, no ya como castigo sino como changuita, a hacer tareas a la casa de Lucas. El pibe no fue a la casa, salió corriendo al centro comercial, lo primero que compró fueron dos bombachas nuevas para Jessy que a veces andaba con la concha al aire porque ya casi no tenía, un lápiz labial rojo para la madre y con lo que sobró compró media docena de chorizos y uno panes para lo noche.
Para él, nada.
Esa noche el macho no estaba, así que él fue el rey de la casa, el hombre de la casa que proveía el sustento, el que manejaba la masculina parrillita. Pero su cabeza le hacía dos discursos, el superficial, feliz, contento de ser el hombre de la familia, y el oscuro, el que no podía sacar de su mente la imagen de Lucas acariciándose el bulto, el que no podía olvidar los ojos de Lucas clavados en su culo, el que deseaba sentir la pija de Lucas desvirgándole el culito. Aguantó el sueño hasta escuchar los ronquidos de la madre y la respiración acompasada de su hermana, se bajó despacio de la cama, buscó en el baño, buscó en los cajones de la cocina, se decidió por una vela de esas normales que encendían cuando se cortaba la luz. Se subió de nuevo a la camita marinera. Cerró los ojos y comenzó a acariciarse, la pija, los muslos, el perineo, el borde de sus nalguitas morenas, su pija se puso dura, juntó saliva y se la trató de meter en el agujerito, prueba y error, hasta que al fin sintió algo de chapoteo. Apoyó la planta de los pies, tomó la vela, la apoyó en su agujerito y se mandó la punta. Dolió un poquito, apenas, la vela no era de gruesa ni la mitad de su verga, se la empezó a clavar, era raro, sentía cómo su esfínter se abría, ardía un poco, pero sentía perfectamente cómo la punta cónica del improvisado consolador se le iba metiendo, venciendo la resistencia de su virginal esfínter. Cuando se quiso dar cuenta, casi toda la vela estaba dentro de su culo. Empezó a cogerse, ¡qué feo!, ¿eso le gustaba tanto a su vieja? Con el primer intento de sacársela, paró en el acto y apretó el esfínter todo lo que pudo, ¡sintió que se estaba cagando!, ¿qué hacía?, se iba en bolas y con la vela metida en el culo hasta el baño?, noooo. Se la volvió a mandar y se quedó quieto un rato. En el segundo intento pasó la mismo y de nuevo se la volvió a clavar, ¿sería sólo la sensación?, empezó a tocarse con la vela clavada, la pija, las bolas, acariciaba el esfínter alrededor de la vela con los dedos húmedos, mmm, qué rico se sentía, tercer intento, la sensación de cagarse casi desparecía, se animó, se la sacó casi toda y se la mandó entera de nuevo, fue difícil contener el "ahhh", empezó a entrar y salir, entrar y salir, siiii, qué rico se sentía, era eléctrico, gozaba su culo, gozaban sus bolas, gozaba su pija, y su cabecita repetía "Lucas cogeme, Lucas cogeme". Los 20 cm de vela entraban todos en su culito, cuando se lo sacaba, sufría, sentía como un vacío, necesitaba volver a rellenar su orto con la vela, una y otra vez, una y otra vez, mordiéndose los labios para no gemir, para que no los descubran, siiii, su mamá sabía bien lo que hacía cuando entregaba el culo, era estar en el paraíso! Comenzó a masturbarse con la mano derecha mientras la izquierda mantenía la vela dentro de su culo, la fuerza del esfínter la expulsaba y la punta de sus dedos la volvía a clavar, ¡era glorioso!, ya se venía, buscó el slip que había dejado debajo de la almohada, se lo apoyó sobre el glande, aceleró ambas manos, y el chorro de leche más caliente, más largo, más sentido de su vida fue a enchastrar el gastado calzoncillo.
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