“Las tetas divinas de la hija de mi amiga”
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En el avión, Romina iba haciendo una cuenta regresiva, solo faltaban 10 minutos para que llegarán a su destino. A su lado izquierdo, estaba sentada su madre, quien no dejaba de mirar la hora y con sus uñas golpeaba la pantalla de su celular. La mujer sentía como algo la apretaba por dentro y le hacía un cosquilleo. No pensó que iba a estar tan nerviosa por ver a su amigo, tal vez era porque hace mucho tiempo no se veían y había muchas cosas que se tenía que contar. A la derecha de Romina, iba un muchacho de su edad, quien alucinaba con los senos de la joven y como brincaban con el movimiento del avión.
Romina sabía que ese chico le miraba las tetas, de hecho desde que emprendieron el viaje ese muchacho no apartó sus ojos de ella, solo cuando iba al baño. La muchacha no le había dicho nada porque él solo se limitaba a mirarla, a diferencia de otros degenerados que intentaban tocar y manosear sus enormes encantos. El conteo de la jovencita era interrumpido, cuando su celular que estaba entre medio de sus muslos vibro, haciéndole sentir un cosquilleo placentero en su vulva.
Ella toma su móvil para ver quién le había enviado un mensaje, era su mejor amiga, la cual le preguntaba si ya había llegado, ella le contesta que no, aunque solo falta unos minutos para que lo hiciera. Aprovechando aquella espontanea conversación, ella le comunica a su amiga que durante todo el viaje un muchacho no había apartado sus ojos de sus tetas, adjuntándole una foto, donde se apreciaba a ese joven hipnotizado por esos melones.
–“Cómo no lo vas a tener de mirón, con ese escote que te gastas, hasta con la boca abierta lo tienes, quizás sea uno de tus admiradores, Romi”- le comentó la chica, Romina suelta una pequeña risilla y contesta, –“Quizás lo sea, o solo está loco por ellas como tu papi, Vanessa”-, pasaron como 2 minutos y no tenía respuesta de su amiga, ella pensó que tal vez se había molestado, sin embargo, la joven tardó en contestarle, porque se tomó una foto, donde destacaba además de su hermosa cara, sus dos gordas bendiciones, acompañado del mensaje, –“Yo creo que este par, enloquece más a mi papá, cariño. Incluso hasta el fisgón que tienes a tu lado”-
Romina quedó asombrada por lo que veía, hasta ella se había calentado al ver la foto de Vanessa. La rubia no se detuvo con ese comentario y le agregó, –“Aprovecha a tu mirón y pregúntale a quien de las dos prefiere”-, Romina sonríe, aquella pequeña e infantil rivalidad con Vanessa era precisamente lo las hacía amigas. Volteando su mirada hacia donde el muchacho, le sonríe, él al ver que esos bellos ojos y esa sonrisa angelical, se coloca como rojo como un tomate. Nervioso miró a otra parte, entonces Romina, le tocó el hombro con su dedo.
Romina: Disculpa, pero necesito tu ayuda, quiero que me digas a quien prefieres.
El chaval traga saliva y tratando de hablar con normalidad, tartamudea, –“A-a-a-a… A qui-qui-en- A quién prefi-fi-fi-rio…”-
Romina: (Ríe) Sí, quiero saber si tienes que elegir a una, ¿a cuál prefieres? A mi amiga, (mostrando la foto) o, a mí. (Apretando sus pechos con sus brazos)
Aquel muchacho voló por las nubes, no podía creer lo que le estaba pasando, se sentía afortunado por estar en esa situación. Dos bombones con unas figuras magistrales y con unas redonditas y divinas tetazas, que enloquecían a cualquier, ¿a cuál elegir?, se preguntaba. Aunque Romina lo tenía embobado con ese lindo par, la rubia le generaba algo más, una excitación sofocante. Mordiéndose los labios y con la voz temblorosa dice, –“No sé… Las dos son maravillosas, un idiota como yo, daría todo por estar con unas chicas como ustedes”-
Romina al escuchar esa respuesta no pudo evitar soltar una carcajada, lo que llamó la atención a su madre, pues durante el viaje, la jovencita se había mostrado seria. –“Y a ti, ¿qué bicho te pico?”- consultó la mujer. Aquel jovencito sintió que le daba un ataque al apreciar a esa guapa Milf, no lo había hecho por estar cegado con Romina, definitivamente era su día de suerte o había muerto y llegó al cielo donde hay unos bellos ángeles.
Romina: Ninguno mamá, solo me reía por los disparates que decía mi nuevo amigo.
Lorena: (Atónita) ¿Nuevo amigo?
Romina: Sí, él, ¿no crees que es lindo?… (Sonríe y mira al chaval) Por cierto, ¿cuál es tu nombre?
El chico se quedó en silencio y respiro profundo hasta que fue capaz de hablar. –“Maximiliano, pero puedes decirme Max”- dijo el joven con cierta vergüenza. La madura le echa un vistazo rápido y notó un bulto en su entrepierna que luchaba por salir, con su dedo índice entre sus labios ella se muerde.
Lorena: Sí, no está nada mal.
Romina: Parece un buen chico, aunque no dejó de mirarme las tetas durante todo el viaje.
Expresó la muchacha, apegando sus senos en el pecho de él y sus labios rozando los de Max.
Romina: ¿Mamá no crees que Maxi merece un castigo por eso?
Lorena: Claro que sí, no puede acosarte hija e irse sin una corrección.
Señaló la mujer con sus ojos todavía puesto en la entrepierna del joven.
Romina: (Ríe) Bueno, yo creo que él mismo hizo su condena. Ya que pudo haberme hablado, en vez de solo mirarme y quizás hubiéramos intercambiado números telefónicos, pero no fue así. Ahora va a tener que consolarse usando la fantasía con algo que tal vez pudo pasar si hubiera tenido los cojones para hablarme, o usar las fotos de esa tal “Luxure” imaginando que soy yo.
Sentenció la jovencita en un tono burlista, viendo como ella se apartaba de él, el muchacho en su mente dijo, –“Definitivamente voy a tener que ir al baño, para hacerme una paja”-
Lorena: (Intrigada) “Luxure”
Romina: Sí, es una modelo erótica, mami. Que está muy de moda entre los pajeros en Francia.
–“Aaahh”- exclamó la mujer, aun con cierta curiosidad, Romina le sonríe a Max y le dice, –“Por cierto, fue un gusto haberte conocido Maxi”- mientras el avión comenzaba a descender. Al mismo tiempo en la casa de Eduardo, Victoria era atacara por Carlos.
Vicky: (En voz baja) ¿Qué haces?
Carlos: Continuar en donde habíamos quedado anoche preciosa. Antes que ese egoísta de Piero, nos interrumpiera, para que fuera él quien te diera.
Vicky quedó con la boca abierta con la declaración de Carlos, quien aprovechó ese momento de debilidad de la mujer, para robarle un beso, sin ni siquiera importarle que, a unos metros, estaba Eduardo y que podía encontrarlos. Ese beso para mujer que ya estaba encendida, fue como echarle bencina a un incendio, así de ardiente estaba su cuerpo.
Eduardo: ¿Vicky, estás ahí?
Volvía a preguntar Eduardo, que estaba a punto de abrir la puerta. Victoria cachonda, se separa de la boca de ese robusto hombre y le responde a su novio, al mismo tiempo que introducía sus manos en el pantalón de Carlos.
Vicky: (Algo agitada) Sí, amor... Estoy limpiando.
Eduardo: ¿Limpiando? ¿Necesitas que te ayude en algo?
Vicky: (Tomando la verga de Carlos y caminando) No... No es necesario amor...
Victoria sabía que era un riesgo seguir ahí, por eso se trasladaba hasta la cocina, con Carlos. En donde decide comerle toda su gorda polla. Eduardo no pudo abrir antes y encontrar a su novia con la pija de uno de sus colegas de trabajo, entre las manos, porque no se dio cuenta que la puerta tenía el cerrojo puesto. Para cuando abre, Victoria ya había desaparecido. Gabriela, se acerca al maduro con el celular de él y le dice que estaba sonando. El hombre mira su teléfono y ve que eran mensajes de su amiga Lorena, quién le avisaba que habían llegado ya al aeropuerto y que lo esperaban.
Eduardo, para no perder más tiempo, decide ocupar el baño del primer piso, en donde se lava la cara, se coloca perfumen y se arregla la camisa para que no se viera tan arrugada. Gabriela le pregunta al hombre si puede llevarla a su casa, este le responde que no tenía tiempo, pero ella apela a que si él no va a dejarla su padre la iba a regañar, Eduardo sin tener más opción, accede y le dice a la jovencita que vaya al automóvil por mientras tanto. Vicky en ese momento, tenía toda la polla de Carlos en su boca, quién gemía de satisfacción.
Carlos: Oooohh, pero que bien la chupas, perra...
Ella levanta la mirada y le sonríe, con el miembro aún en su boca.
Carlos: No pares, por favor... Continúa que lo haces de maravilla.
Sin embargo, Vicky se retira aquella tranca, solo para decirle.
Vicky: Quiero toda tu lechita... Así que espero que me la des hasta la última gota.
Carlos: No dudes de aquello, pero a cambio quiero cogerte el coño o tu culo, incluso si es en frente de Eduardo.
Vicky: (Sonríe) Hagamos un trato, si tu leche es deliciosa, dejaré que me rompas el orto. ¿Aceptas o no?
Carlos: Claro que acepto, pibón...
Vicky continuó en su labor, pero esta vez también usaba sus grandes tetas. Era imposible resistir a esa paja y mamada magistral. Carlos se corrió con abundancia en la boca de Victoria, quien tiró un poco de semen a sus tetas y cuerpo. Sonriendo, la mujer se saborea la boca. Eduardo sale del baño, apresurado y solo le grita a su prometida.
Eduardo: ¡Vicky, amor! ¡Me voy a buscar a mi amiga Lorena y a su hija!
Victoria, limpiando la polla a Carlos, le responde.
Vicky: Ok... Que te vaya bien amor.
Eduardo salió de la casa, sin sospechar que su amada novia, le había sido infiel con su mejor amigo y que en ese momento continuaba haciéndolo un cornudo. Pero no todo era malo para el maduro, ya que, al abrir la puerta del coche, se llevó una gran sorpresa. Gabriela estaba estirada a lo largo de los asientos entre el conductor y copiloto, con su cola levantada, hacia Eduardo. Él traga saliva y tartamudeando pronuncia el nombre de la jovencita, ella le dice que había caído uno de sus pendientes y por eso estaba en esa pose, lo cual era una mentira, pues solo se encontraba de esa manera, para seguir presumiendo su trasero al hombre.
Lo que estaba funcionando, ya que Eduardo no apartaba sus ojos de esa colita y comenzaba a excitarse por ella nuevamente. Finalmente deja de jugar con él y se sienta, Eduardo algo atolondrado comienza a conducir, si bien ya no tenía esas redonditas nalgas al frente de él, ya las tenía guardadas en su memoria y no las podía sacar de su cabeza, era incapaz de hablar con Gabriela o verla, sin recordar su cola. En el aeropuerto, Lorena y Romina esperaban que les entregaran las maletas, en eso la Milf observó a Maximiliano, que caminaba incómodamente al baño.
Lorena: ¿Puedes hacerme un favor amor?
Preguntó la mujer con un rostro inocente.
Romina: Claro mami, ¿qué necesitas?
Lorena: ¿Puedes hacerte cargo de las maletas?, es que quiero ir al baño.
Romina: Sí, no hay problema.
La muchacha miró su celular mientras esperaba y la madura se dirigió al baño con una sonrisa picarona. Había varios que se volteaban a mirar a esa mujer que se paseaba por el pasillo con esos tacones que resoban por todo el lugar, esos ajustados vaqueros que levantaban y presumían su trasero firme y esas tetas que se balanceaban dentro de una blusa negra. Lorena sin mirar las consecuencias entra al baño de hombres, para su fortuna no había nadie en él y en los cubículos, solo se encontraba una persona, por obvios motivos debía tratarse de Max.
Ella traviesa, golpea la puerta, el muchacho que tenía su tranca en sus manos y le dedicaba la paja a todas esas bellezas que había visto, suspira nervioso y entra en pánico. Pero aquel miedo se transformó en confusión al ver que en la parte de abajo se asomaban unos tacones. Él no dijo nada y luego de unos segundo en silencio, la Milf susurró coquetamente a través de la puerta, –“Vamos Max, ábreme antes que otro reclame tu premio”-, ese tono de voz se le hacía familiar, no obstante, se negaba a creer que fuese la mujer que conoció en el avión.
–“Debe ser mi imaginación”- se dijo a él mismo, cerró sus ojos y respiró hondo. Sin embargo, cuando vuelve a mirar hacia abajo, se da cuenta que esos tacones seguían ahí, con cautela y cierto temor saca el seguro de la puerta, abriéndola lentamente. Al ver a Lorena, Max se quedó congelado, ella sonrió y sus ojos fueron directamente a este tronco empalmado. La Milf entró al cubículo sin apartar sus ojos de ese pene, apenas colocó el seguro a la puerta, ella se arrodilla y sin decir nada, toma ese paquete entre sus manos. Lo aprieta y lo soba, mientras sigue examinándolo con la mirada, –“Sabía que tenías un buen trozo”- murmura la mujer, pasando su lengua por su boca.
El muchacho solo se limita a tragar su saliva, sin creer lo que estaba pasando, –“De seguro estás así por mi hija, pero déjame bajarte el calentón”- afirmó mordiéndose los labios, –“Después de todo, tengo un buen par de tetas, como ella”- agregó mientras abría su blusa y liberaba sus senos. Las pupilas de Maximiliano se dilataron al ver esos pechos maduros, ella con una sonrisa de oreja a oreja, le pregunta si le gustaba sus tetas, a lo que el joven señala que sí. La Milf calentona sostiene esa verga juvenil con su mano derecha y abre su boca, introduciéndose la glande dentro de ella.
–“Hhhhmmmmgg, ooohh”- exclamó el muchacho, al sentir como la lengua de la mujer rodeaba la cabeza de su pija y lo empapaba con su saliva. El sabor salado de ese miembro enloquecía a la madura, que desde la separación de su marido, no había comido una. Tuvo varias ofertas y oportunidades para calmar ese ardor de sus necesidades carnales, sin embargo, prefirió enfocarse solo en educación de su hija.
No obstante desde que hablo con su amigo, sus necesidades se habían transformado en algo sofocante e insoportable, teniendo a recurrir a masturbaciones todas las noches para tranquilizarse. Quizás hubiera seguido calmando sus deseos con juguetes sexuales, si no veía ese paquete marcado en el avión, desde ahí no pudo sacárselo de la cabeza y solo quería comérselo entero.
Lorena: Mmmhh… Que delishia…
Expresó la Milf sin dejar de saborear la glande y con su mano izquierda pellizcaba sus pezones.
Max: Oooohhh Diooooosss… Ooooohhhh Diiiiiooooooosss… Oooooooooohh Diioooooooooooosss…
Chillaba el joven con esa maravillosa mamada que recibía de Lorena. Él miró hacía el techo y se sujetaba de las paredes del cubículo, cuando baja su mirada, aprecia que esa Milf, ya le tenía comido la mitad de su tranca. Esa boca era increíble, se sentía excelente estar dentro de ella y más el recorrido y movimiento que hacía esa lengua, envolviendo esa polla completamente. A la madura, solo le tomó unos segundos más para tener esa pija entera en lo más profundo de su garganta, el chaval alucinaba, pues nunca le había tragado por completa su herramienta.
Max: Jo-jodeeerrhhg…
Lorena continuó con su labor por unos largos minutos, los sonidos obscenos que hacía con su boca por tener ese miembro dentro, resultaban ser estimulantes, para los dos. Al retirarse ese pene de su garganta, la mujer tomó aire, mientras su boca seguía conectada a esa verga por los hilos de salivas y esperma. –“Hace mucho tiempo que no me devoraba una buena poronga”- dice riendo y mirándola detenidamente, verla cubierta de su baba, la hacía más apetecible para ella. No pudo resistirse y tuvo que darle un mordisco a esa vara de carne, haciendo gritar a Maximiliano de dolor y placer.
Lorena: Uuuufff… Es dura como un fierro… (Sonríe) Y a mí me encanta que sean así de duritas.
Ella suelta una corta carcajada y luego vuelve a introducirse todo ese pollón dentro de su boca. A Max le comenzaron a temblar las piernas, no obstante, aún podía aguantar un par de minutos de la mamada de esa hembra. Lorena se retira una vez más esa tranca de la boca, y saboreándose los labios, mira al jovencito y le dice.
Lorena: Que rica polla tienes Max, me la podría comer todo el puto día, pero lamentablemente tiempo no me sobra, así que tengo que hacerte acabar rápido, por lo que usaré mis niñas. (Apretando sus tetas)
A Maximiliano no le desagrado para nada la idea, de hecho anhelaba por sentir esos melones alrededor de su pene. La madura aproximo sus senos y abrazó ese gran tronco duro. Jadeando, Max observaba como esos suaves senos maduros abrazan su miembro y se deslizan de arriba a abajo, al mismo tiempo que ella chupaba la cabeza. Solo era cuestión de tiempo para que él acabase, entonces la Milf le preguntó, si tenía novia, a lo que él responde que no.
Lorena: Eso explica por qué tienes los huevos tan gordos, meses sin que sean ordeñados, ¿verdad?
Manifestó la mujer, tocando con sus uñas las bolas del chaval.
Max: S… Sí…
Lorena: ¿Pero has tenido novia?
Max: S-sí… Pero desde que termine con ella no me he estado con otra mujer.
Lorena: ¿Puedo saber el motivo?
Max: Aaaahh… Po-porque sigo enamorado de mi ex.
Lorena: Uuuyy… Diría que es tierno, pero no lo es, si te calientas con otras mujeres y dejas que una madura como yo, te coma la polla…
Max bramaba con un toro, estaba cerca de soltar su carga de meses acumulados, no obstante, de un momento a otro, Lorena se detiene.
Max: Q-que… ¿Qué paso?
Preguntó el muchacho completamente desconcertado.
Lorena: De seguro estás pensando en tu ex, quieres volver con ella, así que no es justo que te haga correr…
Max: No digas eso ahora… (Agitado) Me tienes loco con esa mamada que me estabas dando y esas tetas que posees.
Lorena: Pero tu ex…
Balbucea ella con una sonrisilla traviesa.
Max: Es verdad que aún la quiero, más que nada porque fuimos amigos de la infancia y me acostumbre a verla y tenerla cerca siempre.
Lorena: ¿Amigos?
Interrumpió, presintiendo que escucharía una historia que ella muy bien conocía.
Max: Sí, éramos tan inocentes cuando iniciamos nuestra relación, que parecía que íbamos a estar juntos para toda la vida. Evidentemente yo era el tonto por pensar eso, ya que hace unos meses ella me pidió tiempo, yo no comprendí por qué quería separarse de mí, si todo parecía ir bien entre nosotros, de los 4 años de relación nunca habíamos tenido problemas.
La madura un poco incomoda con lo que escuchaba y a la vez cachonda.
Max: Ella me dijo que estaba aburrida de la rutina y quería tomar aire fresco, que solo serían unos meses y así lo entendí yo. Sin embargo, a los 2 días después que terminamos, ella comenzó a salir con un patán, creo que ella solo dijo eso de tomar un tiempo, para no decirme en la cara que ya no me amaba o tal vez fue su última burla hacía mí.
Lorena no pudo evitar sentirse conmovida con lo que le dijo el muchacho, colocando nuevamente ese pene duro entre sus senos, comienza a pajear.
Lorena: Bien, entonces suelta esa carga y maldice a esa desgraciada.
Max: Jo-joder señora… Sabe que es lo peor…
Lorena: ¿Qué? Y dime Lorena. (Pasando su lengua alrededor de la glande)
Max: O-ok Lo-Lo-Lorena… Lo peor, es… Es… Es que mi ex me va a venir a buscar…
Lorena: Así que esa putilla viene a buscarte… O mejor dicho a querer regresar contigo…
Max: ¿U-usted lo cree?
Lorena: Es obvio que se dio cuenta que fue una estúpida al dejar ir semejante trozo de carne, o bien, solo quiere que la cojas y luego volver a romperte el corazón… Pero descuida, me encargaré de vaciarte ahora mismo tus huevos y dejarte sin leche para esa zorra…
Lorena continuó moviendo sus tetas, hasta que comenzó a tiritar ese muchacho y su verga a palpitar, soltando una gran cantidad de semen, con la que bañaría el rostro de la mujer. Por otro lado Victoria, después de haberle chupado la tranca a Carlos y disgustar su esperma, se colocó de pie y de una forma sensual y muy pícara caminó hacía el largo mesón de la cocina, recostándose en él, levantó su gran y delicioso culo, el cual menea de forma provocativa.
Vicky: Ven, Carlitos... Mi culo está a tu disposición, tal como te lo prometí... Espero que tu gordo pene sea capaz de romper y llenarme el orto de semen…
Carlos admirando esa cola infernal, se va acercando y perfilando su tronco, el cual estaba listo para entrar en ese ajustado ano. Abriendo con sus manos las nalgas, le echa un poco de saliva, para facilitar la penetración. La vulva de Victoria se encontraba muy humedecida y al sentir cómo ese mástil ancho, iba entrando poco a poco en su culo, no aguanto el placer y se corrió.
Vicky: Ooooooohhhh, mierdaaaaaaa... Que ricooooooo... Mmmmhhh... Más, métemelo más hondoooooo...
Esas palabras motivaron a Carlos, quien, sin compasión, comenzó a follar esa gran cola. Los gemidos de Victoria empezaron a escucharse por toda la casa. Entregada al placer y la lujuria, no tardo en volver a correrse.
Carlos: Uuuuufff... Que hembra más hambrienta eres...
Vicky: Aaaaahhh, aaaaaahh, aaaahhggrrr... No te imaginas el hambre que tengo...
Carlos: (Sonríe) Bueno, toda esa hambre que tienes, te la voy a saciar yo.
Carlos volviendo a retomar su ritmo bestial de antes, no le da descanso a Victoria, quien cada vez se está haciendo adicta a esa polla en su culo. Mientras tanto, Eduardo llegaba a la casa de su jefe, para dejar a Gabriela, el padre de la muchacha abre la puerta y Eduardo le explica que la jovencita se quedó a dormir en su casa, porque ni él ni Piero, se encontraban en condiciones para conducir en la noche y no iban a dejar que ella se vaya sola. Horacio entiende y le da las gracias a Eduardo, él se despide de ambos, pero antes que se retire la jovencita lo abraza, quien aprovecha que su padre se había dado la vuelta, para hacer que Eduardo una vez más toque su trasero.
Que sus manos estuvieran apretando esas nalgas, hizo que el maduro se coloque nervioso. Tras eso, finalmente era libre, ya no tenía que preocuparse por Gabriela, aunque no dejó de pensar en ella mientras conducía hasta al aeropuerto. Esos tiernos labios y esa boquita que devoró, junto a ese culazo, no dejaban que se concentre. Pero al ir estando cerca del aeropuerto, se olvidó de ella. Ya que el reencuentro con Lorena era algo que venía esperando hace mucho y volver a la pequeña Romina, que en ese momento tan pequeña ya no era. La muchacha estaba con las maletas esperando a su madre cerca de los baños, donde había tardado unos 20 minutos aproximadamente.
La mujer que se había limpiado el rostro del semen de Max, miraba anonadada como el jovencito tenía nuevamente su verga dura. Acercándose a él, le da un beso fabuloso, en donde sus lenguas parecían no despegarse. Ella acariciándolo con una mano su nuca y con la otra agarrando ese pene que había disfrutado comer, le susurra, –“Si tuviera más tiempo, dejaría que me clavaras esta hermosa polla en mi coño que lleva 8 años sin ser alimentado”-, esas palabras hicieron que esa despedida fuera más dolorosa, aun así el muchacho no dejaba de murmurar que era su mejor día de la vida.
La Milf sale del baño, asombrando a más algún hombre que iba entrando o pasan por ahí, ve rápidamente a su hija, que estaba sentada mirando el móvil. En ese mismo momento, Eduardo la llama pidiéndole que le diga su ubicación, para que las vaya a encontrar. Él no pierde el tiempo y se dirige a ese sector, cuando ve a su amiga, una sonrisa se le dibuja, dar con la mujer no fue difícil como pensaba, aunque si había cambiado desde la última vez que se vieron, no solo su cabello era distinto en ella sino también físicamente ahora estaba más delgada. Al lado de su amiga, ve a una muchacha alta y flaca, con una figura espectacular, pero a la cual ignora, pues piensa que es una desconocida. Yendo directo donde Lorena, la abraza muy fuerte, esta algo exaltada dice.
Lorena: E... Eduardo, tranquilízate un poco hombre.
Eduardo: Hace mucho tiempo que no te veía, ¿cómo quieres que esté tranquilo?
Lorena: (Sonriendo) Tienes razón... Ha pasado como 10 años de la última vez que nos vimos.
Eduardo: 8 años para ser exacto... Y, a todo esto, dijiste que ibas a venir con Romina... ¿Dónde está mi pequeña sobrinita?
Eduardo no se había dado cuenta, Romina había estado todo ese momento a al lado suyo. La muchacha que él había ignorado era precisamente ella, Romina sabiendo la sorpresa que iba a generar en el maduro, le tocó la espalda, mientras se mordía el labio inferior. El corazón de la joven latía muy fuerte, sus sentimientos puros cuando se fue se habían fortalecido esos años de distancias, incluso en ese instante que lo volvía a ver, se daba cuenta que estaba más que perdidamente enamorada de él. Al sentir ese ligero toque en su espalda, el hombre, suelta a Lorena, quien le dice –“Mira detrás de ti”- en un tono coqueto.
Eduardo: ¿Detrás de mí?
Romina: (Picara) Tío Eduardo, ¿acaso no me reconociste?
El hombre se da vuelta y al mirar a aquella chica, queda a boca abierta, atónito y sin palabras. La pequeña que él amaba y quería como una sobrina e incluso como una hija, ya se había transformado en una linda y muy provocativa mujer. Romina al ver el rostro de sorpresa de Eduardo, se acerca a él y lo abraza. Ella no era para nada similar físicamente a Lorena en su juventud, aunque ahora que la mujer bajo de peso, si eran bastante parecidas, principalmente en ese buen par de tetas, que tenían. La fragancia de su perfumen, comienza a hipnotizar un poco más a Eduardo, quien ligeramente tiene una erección, una vez más provocado por una jovencita, aquel día.
Romina: (Susurrándole en el oído) ¿Qué pasa tío? ¿Una gatita te comió la lengua?
Eduardo, tragando saliva, trataba de entender que la niña que él conocía ya no estaba, por lo menos ese cuerpo inocente, ahora se había transformado en uno muy lujurioso.
Eduardo: (Tartamudeando) Ro... Ro... ¿Romina?
Romina: Sí tío, soy yo... Tu pequeña.
Lorena ríe un poco por el asombro de Eduardo, este se siente algo incómodo y se separa de Romina, pero la muchacha no le iba a dar tranquilad al hombre, pues se cuelga de su brazo derecho. El sentir su brazo entre los senos de esa adolescente, provocó que la ligera erección de Eduardo aumente y su pene este más duro.
Eduardo: Ro... ¿Romina?
Romina: ¿Qué pasa tío? Parece que a mí no me has extrañado ni un poquito.
Eduardo: No... No es eso, solo que... Estoy impactado por el cambio que has tenido.
Romina: Tío Eduardo, ya tengo 18 años, es obvio que iba a crecer, ¿o acaso pensaba que iba a seguir igual a cuando tenía 10 años?
Eduardo: No... Pero tampoco esperaba que hayas cambiado y crecido tanto.
Romina: ¿Y eso es malo?
Eduardo: Para nada... Solo que me sorprende demasiado.
Romina: ¿Sigo pareciéndote linda?
Eduardo: Claro y también sigues siendo mi pequeña. (Sonríe)
Lorena: Creo que yo, ya he pasado a un segundo plano.
Eduardo: No digas tonterías Lorena, ven aquí.
Eduardo vuelve abrazar a Lorena, pero esta vez también tenía abrazara a Romina, quien aprovecha de rozar sus senos con el pecho de Eduardo y acercarse lo más posible a él. Desde la distancia Max observaba a la Milf y sonríe, siendo atrapado por Ximena, su amiga y ex novia. La muchacha al ver que él estaba atolondrado observando a esa madura, le da un empujón.
Max: ¿Ximena? ¿Desde cuando estás aquí?
Ximena: Desde hace un par de minutos, pero a ti parece solo importarte esa madurita.
Max vuelve a voltear para observar a Lorena y sonríe, aunque su imagen cada vez era más distante.
Ximena: (Molesta) Ya vamos.
La joven toma de la mano al muchacho y lo jala.
Ximena: Apúrate, mis padres no están en casa y quiero aprovechar la ocasión para coger contigo.
Max: ¿Qué?
Ximena: (Parando) Te dije que solo quería un tiempo, mi amor. Ahora vamos a casa y follemos como antes.
Max sonrió, ya que a pesar del dolor que le había hecho pasar esa chica, era muy guapa para negarse a volver con ella, definitivamente era su día de suerte. De regreso con Eduardo, él iba hablando de lo maravillosa que era su prometida, Lorena lo escuchaba atentamente, Romina, solo pensaba de qué manera iba a poder provocar a ese hombre y confesarle lo que sentía. Mientras tanto, Victoria, había terminado de coger con Carlos, el hombre le había llenado el culo de semen, además de partírselo. Ella satisfecha, se viste, Carlos también hacia lo mismo, cuando estaban listo, ella se acerca al hombre y le da un beso muy cachondo, después le susurra en el oído.
Vicky: Cuando quieras, soy toda tuya.
Carlos sonriendo, le da una fuerte nalgada, a ese culo que había hecho suyo y se retira de la casa, dejando a Victoria sola, para que ordene el desastre de la fiesta. Aquella labor parecía difícil de realizar, pero la mujer recordó que aún contaba con uno de sus amantes en la casa, quien debía ayudarle a limpiar y ordenar. Así que cuando Eduardo llegó con Lorena y Romina, la casa estaba completamente ordenada. Vicky se había ido a bañar, Piero pretendía irse y así evitar ver a Eduardo, Sin embargo, su amigo llega justo en ese instante, quien algo sorprendido, lo queda mirando mientras cargaba las maletas de sus invitadas.
Eduardo: ¿Piero? ¿Tú qué haces aquí?
Piero: Acabo de llegar, había dejado mi celular así que vine a buscarlo. De todas maneras, ya me voy amigo.
Eduardo: No, no, no... Quédate, por favor.
En ese momento los ojos de Piero se focalizaron en Romina, la jovencita se acerca a Eduardo, a quien le da un beso en la mejilla.
Romina: Gracias tío.
Eduardo: Romina, te presento a Piero, un amigo.
La muchacha le sonríe a Piero e iba apegando más sus senos en el brazo de Eduardo.
Romina: Hola señor Piero.
Piero: (Tartamudeando) Ho-ho-hola...
Lorena entra a la casa y se acerca a ellos, Eduardo presenta a su amiga con Piero, este sin quitarle los ojos encima a Romina, saluda a la madre de la muchacha, pero al verla, también se sorprende por la belleza de la mujer y esas grandes tetas. Eduardo les dice a ellas, que vayan por mientras al salón, que él iba a subir las maletas en las habitaciones, las cuales más tarde les iba a mostrar. Tanto la madre como la hija hicieron caso a Eduardo, Piero se acerca a su amigo, mirándole la cola a ambas y le dice.
Piero: Vaya, mamacitas son tus invitadas, debo admitir que la muchacha me ha dejado loco con su cuerpazo y la pija bien dura.
Aquellas palabras no le gustaron para nada a Eduardo, quien mira seriamente a Piero y le contesta.
Eduardo: Es una chica de 18 años y es la hija de mi amiga.
Piero: ¿Y? Ya es legal. Estoy seguro de que no es tan inocente como crees.
Eduardo: Aunque tenga 18 años y no sea tan inocente... A ella no la tocas ni un pelo al igual que con Gabriela, ¿me oíste?
Piero: (Sorprendido) Ok... Bien, no le voy a hacer nada a la muchacha, pero supongo que hablar con ella podre.
Eduardo: Claro que puedes hablar con ella. Pero si te pasas del límite, ya sabes.
Piero: Lo sé, me quedo completamente claro, así que tranquilo.
Eduardo: Por cierto, ¿en dónde está Vicky?
Piero: Vi-Victoria… Me dijo que iba a tomar un baño, así que supongo que está en la habitación de ustedes en este momento.
Eduardo: Ya veo.
Eduardo sube con las maletas al segundo piso y Piero con una sonrisa caprichosa mira hacia el salón, observando a Romina y a Lorena. Él se sienta en el mismo sofá en el que estaba la joven con su madre, comienza a charlar con ellas, preguntando cosas triviales, como, qué tal estuvo el viaje, con el objetivo de llegar a preguntas más personales, directamente con Romina. Eduardo había dejado las maletas en los dormitorios que ocuparían su amiga y la muchacha, respectivamente. Él se quedó sentado en la cama donde dormiría su ya crecida sobrina, no podía dejar de pensar en ella, en lo distinta que estaba y en su sensual figura.
Aún no podía aceptar que esa niña a la cual el cargo entre sus brazos cuando era un bebé ahora fuera una jovencita muy ardiente, que le recordaba a alguien más. Trataba de desviar esos pensamientos, pero la imagen de ese par de tetas, no se iba. Al contrario, comenzaban a ser más frecuentes, al igual que el culo de Gabriela, y nuevamente experimentaba una erección. Por otra parte, la muchacha se daba cuenta de las intenciones de Piero y se sentía incomoda, más con los minutos que tardaba el maduro en bajar, pareciendo eternos, desesperada de alejarse de las garras de Piero, se levanta y camina mientras le dice a su madre.
Romina: El tío Eduardo está tardando mucho, creo que voy a ir a buscarlo.
Ella sube al segundo piso, gritando –“Tío Eduardo"- pero él no responde ni tampoco la oye porque después de haber realizado una compra con su móvil, había entrado al baño, para tomar una ducha fría, con la cual esperaba refrescarse y sacarse esos pensamientos obscenos que estaba teniendo. Quizás fue capricho del destino o intuición de la muchacha, ya que a pesar de no conocer esa casa y no saber en dónde podía estar el hombre, da con él. Entra al cuarto sin hacer mucho ruido y se acerca al baño de la habitación, ve al maduro desnudo, aunque estaba de espalda, ella se sonroja, porque nunca lo había visto sin ropa. Romina logró ver ligeramente el miembro de él, y aunque estaba flácido, sospechaba que podía ser grande.
Quedándose ahí parada, se muerde los labios y toca su cuerpo, mientras imaginaba las posibilidades, de lo qué podía hacer. La primera opción era desvestirse y meterse a la ducha junto a él, abrazarlo y confesarle sus sentimientos. Luego besar esa boca con la que ha soñado desde niña, tentarlo con su cuerpo, hasta que tome su virginidad. No obstante, sabía que esa opción era un peligro, a pesar que él había manifestado cierto interés en su cuerpo, no iba a caer tan fácilmente, al contrario, lo más probable era que se aparte de ella y la rechace. Así que tomo la segunda opción, que era quedarse ahí y mensajear a Vanessa para que la ayudada a tomar la mejor decisión.
La rubia le recomendó que se desvistiera y solo se quede en ropa interior, esperándolo pacientemente, recostada en la cama. Eduardo tardó unos 10 minutos aproximadamente en la ducha. Cuando cierra la manilla del agua suspira aliviado, pensando que todo había terminado, toma la toalla, se seca la cabeza y el cuerpo, luego la coloca alrededor de su cintura, para cubrirse e ir a cambiarse en su habitación. Cuando sale del baño y observa a Romina echada en la cama, se queda perplejo, sin quitar los ojos de las tetas de la jovencita. Ella sonriendo, se levanta de la cama y se acerca a él, abrazándolo, mientras le dice de forma traviesa.
Romina: Tío, estaba aburrida, así que decidí subir a buscarte, te llame varias veces, pero no me respondiste, aun así, logre dar contigo. (Sonríe)
Eduardo: (Nervioso) ¿Po-por qué estás así?
Romina: ¿Así cómo?
Eduardo: En ropa interior. (Tratando de mirar a otra parte)
Romina: Aaah, es que hace demasiado calor… ¿Por qué desvías la mirada? ¿Acaso no te gusta mi cuerpo?
Eduardo: No, no, no, no. Claro que no.
Romina: (Sonríe y tocando su cuerpo) Entonces te gusta lo que ves.
Eduardo se sentía acorralado, sin ninguna vía de escape de aquella situación. Aun así, intentó pensar en una excusa perfecta para alejarse y evitar que ella se diera cuenta que comenzaba a excitarse.
Eduardo: (Suspira) Bueno, Romina…
Romina: (Interrumpe) Tío, necesito tu ayuda. (Tomándolo de las manos) Tengo un dolor de espalda y me gustaría que me dieras un masaje.
Eduardo: Un ma… ¿Masaje?
Romina: Sí tío, un masaje. En mi maleta tengo una loción para que lo hagas.
La muchacha sin soltarle de una de sus manos, se agacha y busca en la maleta el frasco. El hombre incomodo, cierra sus ojos y trata de tranquilizarse, Romina por su parte sonreía, ya que se daba cuenta que el plan de su amiga funcionaba y si continuaba así, muy pronto el maduro se iba a rendir a la lujuria y ella iba a poder confesarle lo que sentía por él. Con la loción en su mano, se levanta y observa a su tío con sus ojos cerrado, se acerca a él y le da un ligero y fugaz lengüetazo en los labios. Eduardo abre sus ojos y algo alterado la queda mirando.
Eduardo: Tú… Tú…
Romina: ¿Pasa algo tío?
Eduardo: Me… Me… (Tocándose los labios)
Romina: ¿Tienes algo en los labios? Si es así déjame examinarte. (Acercándose)
Eduardo: No, no… Olvídalo…
Romina: ¿Seguro?
Eduardo: Sí…
La jovencita se recuesta en la cama, donde se quita el sujetador, Eduardo se calentaba aún más cuando ve que esos gordos senos eran libres, su corazón palpitaba de forma acelerada, mientras que en su interior se decía, –“Tranquilízate, tranquilízate, tranquilízate…”- sin embargo, sus esfuerzos eran en vano, ya que solo aumentaba el morbo de la situación y su erección se hacía más dura. Romina con el frasco en sus manos, le dice al maduro que se acerque a ella. Él le hace caso, no obstante como no estaba pensando con la cabeza, se sube a la cama y sentándose entre sus piernas, su miembro queda entre las nalgas de la muchacha.
Toma la loción, la abre y la deja caer por la espalda de la ella, comenzando así a masajear la delicada piel de esa jovencita. Aquellas manos maduras se desliaban por toda su espalda, provocando que ella suelte unos gemidos. No solo le estaba encantando el masaje que estaba recibiendo, sino que también se estaba calentando. Él por su parte, cada vez iba perdiendo más la cordura, ya no solo se conformaba con tocar la espalda de la muchacha, sino que también tocaba sus hombros y rozaba esos pechos que parecían suaves como un algodón. Aquellos roces no tardaron en transformarse en acaricias, Romina no decía nada al respecto, solo suspiraba y sonreía.
Eduardo discutía con sí mismo en su interior, la parte moral le decía que no podía desear el cuerpo de la joven, porque era la hija de su amiga, la cual conoce desde su infancia y quiere mucho. Además, él estaba comprometido, no podía serle infiel a Vicky, quien era una mujer extraordinaria y buena. Sin embargo, la lujuria tentadora contrarrestaba los argumentos presentados por la moral, diciendo que, si bien él quería a Lorena, hacerlo con Romina no iba a lastimar a nadie, igualmente ha sido ella quien lo ha estado provocando con su sexual cuerpo.
La moral solo le dice que piense en Vicky y lo triste en que estaría la mujer si él le era infiel, la lujuria ataca diciendo que tocar, manosear y jugar con esos senos, no es ser infiel, tampoco si hay un beso, como le dio a Gabriela. Por último, la lujuria le susurra a Eduardo, que quizás estaba actuando como un idiota, porque tal vez Vicky ya lo ha hecho un cornudo y se ríe en su cara, por eso Isidora le había señalado que su hermana no lo merecía. Por lo que tenía que aprovechar la oportunidad que tenía con esa jovencita y dejar que una cosa lleve a la otra.
La moral desesperada le ruega a Eduardo que piense bien en lo que iba hacer y no caiga en la tentación, ya que lo más seguro que Victoria en su lugar se resistiría, él en voz baja dice.
Eduardo: Tal vez tengas razón… Como Piero, que dijo que es una mamacita…
La jovencita agitada voltea un poco su cabeza, para ver al hombre y preguntarle.
Romina: ¿Dijiste algo tío Eduardo?
Eduardo: No nada.
Romina: ¿Seguro? Juro haberte oído decir algo.
Eduardo: Bueno, me dije a mí mismo, lo distintas y grandes que están.
Romina: (Confundida) ¿Te refieres a mi madre y a mí?
Eduardo: No… No me refiero a ustedes...
Romina: ¿Ah, no? ¿Entonces a quienes?
La lujuria había logrado convencer a Eduardo, él tenía la intención de tocar aquellos senos y apretarlos, ver la reacción de la jovencita, y si ella no le decía que pare o que estaba mal lo que hacía, iba a continuar masajeando a ese par y dejar que todo fluyera. Pero justo en ese momento, Victoria que había salido de la ducha, camina por el pasillo y grita, –“Eduardo, ¿dónde estás?”- esas palabras fueron suficiente para que el hombre no haga nada. Recuperando la cordura, se aparta de la muchacha, Romina solo lo ve partir, suspirando amargamente.
Romina: Mierda, si no hubiera abierto la boca esa estúpida perra, estoy segura de que él iba a cogerme… Ese gran y duro bulto entre mis nalgas, es la prueba, que está loco por mis tetas y mi cuerpo… (Sonríe) Vanessa tenía razón, hay que ser más atrevida y menos mojigata, pero pensar muy bien en los movimientos para no fracasar.
Eduardo se acercó a Victoria, sin darse cuenta de que aún la tenía erecta y solo llevaba una toalla puesta.
Eduardo: ¿Pasa algo amor?
Vicky: Te estaba buscando, ¿en dónde estabas metido?
Eduardo: En la habitación donde Romina va a dormir, ayudándola a ordenar sus cosas.
Vicky: La ayudabas, ¿vestido así? ¿Y qué tienes en tus manos? Están como aceitosas.
Eduardo: Aproveche para tomar un baño y mis manos tienen loción.
Vicky: ¿Te colocaste loción?
Eduardo: Luego te explicó todo… (Agarrándola de la cintura) ¿Qué te parece si vamos a nuestra cama y cogemos?
Eduardo desesperado besaba el cuello de la mujer y tocaba su cuerpo, ella resistiéndose le decía que no y que pare. Sin embargo, el hombre seguía, tenía que tranquilizar la erección que le provoco Romina.
Vicky: (Molesta) Eduardo, te dije que pares… No puedo ahora.
Eduardo: ¿Por qué no?
Vicky: Porque no quiero y además voy a juntarme con mis amigas, así que para Eduardo.
El hombre se tranquiliza, arrepentido mira a su prometida, sintiéndose mal por su comportamiento.
Eduardo: Perdón Vicky… Fui un estúpido… (Suspira) Creo que estoy así porque no hemos tenido sexo desde hace tres días…
Vicky: (Suspira) Amor, yo también quiero hacerlo, pero justo ahora mismo mis amigas me citaron, porque quieren decirme algo importante. Si quieres en la noche hacemos algo, ahora necesito que me des dinero en efectivo.
Eduardo: ¿Para qué?
Vicky: Porque voy a salir con mis amigas tontito. Ya sabes que ellas cuando me ven con las tarjetas, siempre me hacen pagar todo, pero si voy con efectivo, van a tener que pagar ellas también.
Eduardo: Bien, ¿Cuánto necesitas?
Vicky: No lo sé… Porque no me das todo lo que tengas en tu cartera.
Eduardo entra a su habitación y Victoria lo sigue, mientras Romina que había observado todo sonríe.
Romina: Lo sabía, esa puta es solo una interesada. No me culpes por querer satisfacer a mi tío, de hacerlo feliz y darle lo que él quiere, después de todo es tu culpa, por no hacerlo tú.
Eduardo le pasa el dinero a Victoria, esta le da un beso en la mejilla y se retira. El hombre frustrado y confundido comienza a vestirse. Se sentía asqueado por haber deseado el cuerpo de Romina e intentar obligar a Vicky a tener sexo con él. Por otro lado, Lorena que estaba cansada por el viaje se quedó dormida al lado de Piero, con quien estuvo hablando durante todo ese tiempo. Ambos habían congeniados, aunque ella se dio cuenta de forma inmediata que él era un mujeriego.
Piero aprovechando la situación, se acomoda junto con la mujer en el sofá, dejando que ella descanse en su pecho y así tener cerca esos grandes senos. La joven se había vuelto a comunicar con su amiga y le explicó todo lo sucedido, por lo que la rubia le sugirió que buscara uno de sus atuendos más atrevidos y vaya hablar con el maduro, con una actitud dócil, pero buscando con su inocencia calentarlo. Justo entonces tanto el celular de ella como el de él, que había quedado en uno de los muebles vibra. Ella intrigada toma el móvil de Eduardo y observa que tenía un correo de “Luxure”.
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Espero que les haya gustado este capítulo como el anterior.
Capítulo anterior:
http://www.poringa.net/posts/relatos/4420279/Deseo-Prohibido-Capitulo-l.html
En el avión, Romina iba haciendo una cuenta regresiva, solo faltaban 10 minutos para que llegarán a su destino. A su lado izquierdo, estaba sentada su madre, quien no dejaba de mirar la hora y con sus uñas golpeaba la pantalla de su celular. La mujer sentía como algo la apretaba por dentro y le hacía un cosquilleo. No pensó que iba a estar tan nerviosa por ver a su amigo, tal vez era porque hace mucho tiempo no se veían y había muchas cosas que se tenía que contar. A la derecha de Romina, iba un muchacho de su edad, quien alucinaba con los senos de la joven y como brincaban con el movimiento del avión.
Romina sabía que ese chico le miraba las tetas, de hecho desde que emprendieron el viaje ese muchacho no apartó sus ojos de ella, solo cuando iba al baño. La muchacha no le había dicho nada porque él solo se limitaba a mirarla, a diferencia de otros degenerados que intentaban tocar y manosear sus enormes encantos. El conteo de la jovencita era interrumpido, cuando su celular que estaba entre medio de sus muslos vibro, haciéndole sentir un cosquilleo placentero en su vulva.
Ella toma su móvil para ver quién le había enviado un mensaje, era su mejor amiga, la cual le preguntaba si ya había llegado, ella le contesta que no, aunque solo falta unos minutos para que lo hiciera. Aprovechando aquella espontanea conversación, ella le comunica a su amiga que durante todo el viaje un muchacho no había apartado sus ojos de sus tetas, adjuntándole una foto, donde se apreciaba a ese joven hipnotizado por esos melones.
–“Cómo no lo vas a tener de mirón, con ese escote que te gastas, hasta con la boca abierta lo tienes, quizás sea uno de tus admiradores, Romi”- le comentó la chica, Romina suelta una pequeña risilla y contesta, –“Quizás lo sea, o solo está loco por ellas como tu papi, Vanessa”-, pasaron como 2 minutos y no tenía respuesta de su amiga, ella pensó que tal vez se había molestado, sin embargo, la joven tardó en contestarle, porque se tomó una foto, donde destacaba además de su hermosa cara, sus dos gordas bendiciones, acompañado del mensaje, –“Yo creo que este par, enloquece más a mi papá, cariño. Incluso hasta el fisgón que tienes a tu lado”-
Romina quedó asombrada por lo que veía, hasta ella se había calentado al ver la foto de Vanessa. La rubia no se detuvo con ese comentario y le agregó, –“Aprovecha a tu mirón y pregúntale a quien de las dos prefiere”-, Romina sonríe, aquella pequeña e infantil rivalidad con Vanessa era precisamente lo las hacía amigas. Volteando su mirada hacia donde el muchacho, le sonríe, él al ver que esos bellos ojos y esa sonrisa angelical, se coloca como rojo como un tomate. Nervioso miró a otra parte, entonces Romina, le tocó el hombro con su dedo.
Romina: Disculpa, pero necesito tu ayuda, quiero que me digas a quien prefieres.
El chaval traga saliva y tratando de hablar con normalidad, tartamudea, –“A-a-a-a… A qui-qui-en- A quién prefi-fi-fi-rio…”-
Romina: (Ríe) Sí, quiero saber si tienes que elegir a una, ¿a cuál prefieres? A mi amiga, (mostrando la foto) o, a mí. (Apretando sus pechos con sus brazos)
Aquel muchacho voló por las nubes, no podía creer lo que le estaba pasando, se sentía afortunado por estar en esa situación. Dos bombones con unas figuras magistrales y con unas redonditas y divinas tetazas, que enloquecían a cualquier, ¿a cuál elegir?, se preguntaba. Aunque Romina lo tenía embobado con ese lindo par, la rubia le generaba algo más, una excitación sofocante. Mordiéndose los labios y con la voz temblorosa dice, –“No sé… Las dos son maravillosas, un idiota como yo, daría todo por estar con unas chicas como ustedes”-
Romina al escuchar esa respuesta no pudo evitar soltar una carcajada, lo que llamó la atención a su madre, pues durante el viaje, la jovencita se había mostrado seria. –“Y a ti, ¿qué bicho te pico?”- consultó la mujer. Aquel jovencito sintió que le daba un ataque al apreciar a esa guapa Milf, no lo había hecho por estar cegado con Romina, definitivamente era su día de suerte o había muerto y llegó al cielo donde hay unos bellos ángeles.
Romina: Ninguno mamá, solo me reía por los disparates que decía mi nuevo amigo.
Lorena: (Atónita) ¿Nuevo amigo?
Romina: Sí, él, ¿no crees que es lindo?… (Sonríe y mira al chaval) Por cierto, ¿cuál es tu nombre?
El chico se quedó en silencio y respiro profundo hasta que fue capaz de hablar. –“Maximiliano, pero puedes decirme Max”- dijo el joven con cierta vergüenza. La madura le echa un vistazo rápido y notó un bulto en su entrepierna que luchaba por salir, con su dedo índice entre sus labios ella se muerde.
Lorena: Sí, no está nada mal.
Romina: Parece un buen chico, aunque no dejó de mirarme las tetas durante todo el viaje.
Expresó la muchacha, apegando sus senos en el pecho de él y sus labios rozando los de Max.
Romina: ¿Mamá no crees que Maxi merece un castigo por eso?
Lorena: Claro que sí, no puede acosarte hija e irse sin una corrección.
Señaló la mujer con sus ojos todavía puesto en la entrepierna del joven.
Romina: (Ríe) Bueno, yo creo que él mismo hizo su condena. Ya que pudo haberme hablado, en vez de solo mirarme y quizás hubiéramos intercambiado números telefónicos, pero no fue así. Ahora va a tener que consolarse usando la fantasía con algo que tal vez pudo pasar si hubiera tenido los cojones para hablarme, o usar las fotos de esa tal “Luxure” imaginando que soy yo.
Sentenció la jovencita en un tono burlista, viendo como ella se apartaba de él, el muchacho en su mente dijo, –“Definitivamente voy a tener que ir al baño, para hacerme una paja”-
Lorena: (Intrigada) “Luxure”
Romina: Sí, es una modelo erótica, mami. Que está muy de moda entre los pajeros en Francia.
–“Aaahh”- exclamó la mujer, aun con cierta curiosidad, Romina le sonríe a Max y le dice, –“Por cierto, fue un gusto haberte conocido Maxi”- mientras el avión comenzaba a descender. Al mismo tiempo en la casa de Eduardo, Victoria era atacara por Carlos.
Vicky: (En voz baja) ¿Qué haces?
Carlos: Continuar en donde habíamos quedado anoche preciosa. Antes que ese egoísta de Piero, nos interrumpiera, para que fuera él quien te diera.
Vicky quedó con la boca abierta con la declaración de Carlos, quien aprovechó ese momento de debilidad de la mujer, para robarle un beso, sin ni siquiera importarle que, a unos metros, estaba Eduardo y que podía encontrarlos. Ese beso para mujer que ya estaba encendida, fue como echarle bencina a un incendio, así de ardiente estaba su cuerpo.
Eduardo: ¿Vicky, estás ahí?
Volvía a preguntar Eduardo, que estaba a punto de abrir la puerta. Victoria cachonda, se separa de la boca de ese robusto hombre y le responde a su novio, al mismo tiempo que introducía sus manos en el pantalón de Carlos.
Vicky: (Algo agitada) Sí, amor... Estoy limpiando.
Eduardo: ¿Limpiando? ¿Necesitas que te ayude en algo?
Vicky: (Tomando la verga de Carlos y caminando) No... No es necesario amor...
Victoria sabía que era un riesgo seguir ahí, por eso se trasladaba hasta la cocina, con Carlos. En donde decide comerle toda su gorda polla. Eduardo no pudo abrir antes y encontrar a su novia con la pija de uno de sus colegas de trabajo, entre las manos, porque no se dio cuenta que la puerta tenía el cerrojo puesto. Para cuando abre, Victoria ya había desaparecido. Gabriela, se acerca al maduro con el celular de él y le dice que estaba sonando. El hombre mira su teléfono y ve que eran mensajes de su amiga Lorena, quién le avisaba que habían llegado ya al aeropuerto y que lo esperaban.
Eduardo, para no perder más tiempo, decide ocupar el baño del primer piso, en donde se lava la cara, se coloca perfumen y se arregla la camisa para que no se viera tan arrugada. Gabriela le pregunta al hombre si puede llevarla a su casa, este le responde que no tenía tiempo, pero ella apela a que si él no va a dejarla su padre la iba a regañar, Eduardo sin tener más opción, accede y le dice a la jovencita que vaya al automóvil por mientras tanto. Vicky en ese momento, tenía toda la polla de Carlos en su boca, quién gemía de satisfacción.
Carlos: Oooohh, pero que bien la chupas, perra...
Ella levanta la mirada y le sonríe, con el miembro aún en su boca.
Carlos: No pares, por favor... Continúa que lo haces de maravilla.
Sin embargo, Vicky se retira aquella tranca, solo para decirle.
Vicky: Quiero toda tu lechita... Así que espero que me la des hasta la última gota.
Carlos: No dudes de aquello, pero a cambio quiero cogerte el coño o tu culo, incluso si es en frente de Eduardo.
Vicky: (Sonríe) Hagamos un trato, si tu leche es deliciosa, dejaré que me rompas el orto. ¿Aceptas o no?
Carlos: Claro que acepto, pibón...
Vicky continuó en su labor, pero esta vez también usaba sus grandes tetas. Era imposible resistir a esa paja y mamada magistral. Carlos se corrió con abundancia en la boca de Victoria, quien tiró un poco de semen a sus tetas y cuerpo. Sonriendo, la mujer se saborea la boca. Eduardo sale del baño, apresurado y solo le grita a su prometida.
Eduardo: ¡Vicky, amor! ¡Me voy a buscar a mi amiga Lorena y a su hija!
Victoria, limpiando la polla a Carlos, le responde.
Vicky: Ok... Que te vaya bien amor.
Eduardo salió de la casa, sin sospechar que su amada novia, le había sido infiel con su mejor amigo y que en ese momento continuaba haciéndolo un cornudo. Pero no todo era malo para el maduro, ya que, al abrir la puerta del coche, se llevó una gran sorpresa. Gabriela estaba estirada a lo largo de los asientos entre el conductor y copiloto, con su cola levantada, hacia Eduardo. Él traga saliva y tartamudeando pronuncia el nombre de la jovencita, ella le dice que había caído uno de sus pendientes y por eso estaba en esa pose, lo cual era una mentira, pues solo se encontraba de esa manera, para seguir presumiendo su trasero al hombre.
Lo que estaba funcionando, ya que Eduardo no apartaba sus ojos de esa colita y comenzaba a excitarse por ella nuevamente. Finalmente deja de jugar con él y se sienta, Eduardo algo atolondrado comienza a conducir, si bien ya no tenía esas redonditas nalgas al frente de él, ya las tenía guardadas en su memoria y no las podía sacar de su cabeza, era incapaz de hablar con Gabriela o verla, sin recordar su cola. En el aeropuerto, Lorena y Romina esperaban que les entregaran las maletas, en eso la Milf observó a Maximiliano, que caminaba incómodamente al baño.
Lorena: ¿Puedes hacerme un favor amor?
Preguntó la mujer con un rostro inocente.
Romina: Claro mami, ¿qué necesitas?
Lorena: ¿Puedes hacerte cargo de las maletas?, es que quiero ir al baño.
Romina: Sí, no hay problema.
La muchacha miró su celular mientras esperaba y la madura se dirigió al baño con una sonrisa picarona. Había varios que se volteaban a mirar a esa mujer que se paseaba por el pasillo con esos tacones que resoban por todo el lugar, esos ajustados vaqueros que levantaban y presumían su trasero firme y esas tetas que se balanceaban dentro de una blusa negra. Lorena sin mirar las consecuencias entra al baño de hombres, para su fortuna no había nadie en él y en los cubículos, solo se encontraba una persona, por obvios motivos debía tratarse de Max.
Ella traviesa, golpea la puerta, el muchacho que tenía su tranca en sus manos y le dedicaba la paja a todas esas bellezas que había visto, suspira nervioso y entra en pánico. Pero aquel miedo se transformó en confusión al ver que en la parte de abajo se asomaban unos tacones. Él no dijo nada y luego de unos segundo en silencio, la Milf susurró coquetamente a través de la puerta, –“Vamos Max, ábreme antes que otro reclame tu premio”-, ese tono de voz se le hacía familiar, no obstante, se negaba a creer que fuese la mujer que conoció en el avión.
–“Debe ser mi imaginación”- se dijo a él mismo, cerró sus ojos y respiró hondo. Sin embargo, cuando vuelve a mirar hacia abajo, se da cuenta que esos tacones seguían ahí, con cautela y cierto temor saca el seguro de la puerta, abriéndola lentamente. Al ver a Lorena, Max se quedó congelado, ella sonrió y sus ojos fueron directamente a este tronco empalmado. La Milf entró al cubículo sin apartar sus ojos de ese pene, apenas colocó el seguro a la puerta, ella se arrodilla y sin decir nada, toma ese paquete entre sus manos. Lo aprieta y lo soba, mientras sigue examinándolo con la mirada, –“Sabía que tenías un buen trozo”- murmura la mujer, pasando su lengua por su boca.
El muchacho solo se limita a tragar su saliva, sin creer lo que estaba pasando, –“De seguro estás así por mi hija, pero déjame bajarte el calentón”- afirmó mordiéndose los labios, –“Después de todo, tengo un buen par de tetas, como ella”- agregó mientras abría su blusa y liberaba sus senos. Las pupilas de Maximiliano se dilataron al ver esos pechos maduros, ella con una sonrisa de oreja a oreja, le pregunta si le gustaba sus tetas, a lo que el joven señala que sí. La Milf calentona sostiene esa verga juvenil con su mano derecha y abre su boca, introduciéndose la glande dentro de ella.
–“Hhhhmmmmgg, ooohh”- exclamó el muchacho, al sentir como la lengua de la mujer rodeaba la cabeza de su pija y lo empapaba con su saliva. El sabor salado de ese miembro enloquecía a la madura, que desde la separación de su marido, no había comido una. Tuvo varias ofertas y oportunidades para calmar ese ardor de sus necesidades carnales, sin embargo, prefirió enfocarse solo en educación de su hija.
No obstante desde que hablo con su amigo, sus necesidades se habían transformado en algo sofocante e insoportable, teniendo a recurrir a masturbaciones todas las noches para tranquilizarse. Quizás hubiera seguido calmando sus deseos con juguetes sexuales, si no veía ese paquete marcado en el avión, desde ahí no pudo sacárselo de la cabeza y solo quería comérselo entero.
Lorena: Mmmhh… Que delishia…
Expresó la Milf sin dejar de saborear la glande y con su mano izquierda pellizcaba sus pezones.
Max: Oooohhh Diooooosss… Ooooohhhh Diiiiiooooooosss… Oooooooooohh Diioooooooooooosss…
Chillaba el joven con esa maravillosa mamada que recibía de Lorena. Él miró hacía el techo y se sujetaba de las paredes del cubículo, cuando baja su mirada, aprecia que esa Milf, ya le tenía comido la mitad de su tranca. Esa boca era increíble, se sentía excelente estar dentro de ella y más el recorrido y movimiento que hacía esa lengua, envolviendo esa polla completamente. A la madura, solo le tomó unos segundos más para tener esa pija entera en lo más profundo de su garganta, el chaval alucinaba, pues nunca le había tragado por completa su herramienta.
Max: Jo-jodeeerrhhg…
Lorena continuó con su labor por unos largos minutos, los sonidos obscenos que hacía con su boca por tener ese miembro dentro, resultaban ser estimulantes, para los dos. Al retirarse ese pene de su garganta, la mujer tomó aire, mientras su boca seguía conectada a esa verga por los hilos de salivas y esperma. –“Hace mucho tiempo que no me devoraba una buena poronga”- dice riendo y mirándola detenidamente, verla cubierta de su baba, la hacía más apetecible para ella. No pudo resistirse y tuvo que darle un mordisco a esa vara de carne, haciendo gritar a Maximiliano de dolor y placer.
Lorena: Uuuufff… Es dura como un fierro… (Sonríe) Y a mí me encanta que sean así de duritas.
Ella suelta una corta carcajada y luego vuelve a introducirse todo ese pollón dentro de su boca. A Max le comenzaron a temblar las piernas, no obstante, aún podía aguantar un par de minutos de la mamada de esa hembra. Lorena se retira una vez más esa tranca de la boca, y saboreándose los labios, mira al jovencito y le dice.
Lorena: Que rica polla tienes Max, me la podría comer todo el puto día, pero lamentablemente tiempo no me sobra, así que tengo que hacerte acabar rápido, por lo que usaré mis niñas. (Apretando sus tetas)
A Maximiliano no le desagrado para nada la idea, de hecho anhelaba por sentir esos melones alrededor de su pene. La madura aproximo sus senos y abrazó ese gran tronco duro. Jadeando, Max observaba como esos suaves senos maduros abrazan su miembro y se deslizan de arriba a abajo, al mismo tiempo que ella chupaba la cabeza. Solo era cuestión de tiempo para que él acabase, entonces la Milf le preguntó, si tenía novia, a lo que él responde que no.
Lorena: Eso explica por qué tienes los huevos tan gordos, meses sin que sean ordeñados, ¿verdad?
Manifestó la mujer, tocando con sus uñas las bolas del chaval.
Max: S… Sí…
Lorena: ¿Pero has tenido novia?
Max: S-sí… Pero desde que termine con ella no me he estado con otra mujer.
Lorena: ¿Puedo saber el motivo?
Max: Aaaahh… Po-porque sigo enamorado de mi ex.
Lorena: Uuuyy… Diría que es tierno, pero no lo es, si te calientas con otras mujeres y dejas que una madura como yo, te coma la polla…
Max bramaba con un toro, estaba cerca de soltar su carga de meses acumulados, no obstante, de un momento a otro, Lorena se detiene.
Max: Q-que… ¿Qué paso?
Preguntó el muchacho completamente desconcertado.
Lorena: De seguro estás pensando en tu ex, quieres volver con ella, así que no es justo que te haga correr…
Max: No digas eso ahora… (Agitado) Me tienes loco con esa mamada que me estabas dando y esas tetas que posees.
Lorena: Pero tu ex…
Balbucea ella con una sonrisilla traviesa.
Max: Es verdad que aún la quiero, más que nada porque fuimos amigos de la infancia y me acostumbre a verla y tenerla cerca siempre.
Lorena: ¿Amigos?
Interrumpió, presintiendo que escucharía una historia que ella muy bien conocía.
Max: Sí, éramos tan inocentes cuando iniciamos nuestra relación, que parecía que íbamos a estar juntos para toda la vida. Evidentemente yo era el tonto por pensar eso, ya que hace unos meses ella me pidió tiempo, yo no comprendí por qué quería separarse de mí, si todo parecía ir bien entre nosotros, de los 4 años de relación nunca habíamos tenido problemas.
La madura un poco incomoda con lo que escuchaba y a la vez cachonda.
Max: Ella me dijo que estaba aburrida de la rutina y quería tomar aire fresco, que solo serían unos meses y así lo entendí yo. Sin embargo, a los 2 días después que terminamos, ella comenzó a salir con un patán, creo que ella solo dijo eso de tomar un tiempo, para no decirme en la cara que ya no me amaba o tal vez fue su última burla hacía mí.
Lorena no pudo evitar sentirse conmovida con lo que le dijo el muchacho, colocando nuevamente ese pene duro entre sus senos, comienza a pajear.
Lorena: Bien, entonces suelta esa carga y maldice a esa desgraciada.
Max: Jo-joder señora… Sabe que es lo peor…
Lorena: ¿Qué? Y dime Lorena. (Pasando su lengua alrededor de la glande)
Max: O-ok Lo-Lo-Lorena… Lo peor, es… Es… Es que mi ex me va a venir a buscar…
Lorena: Así que esa putilla viene a buscarte… O mejor dicho a querer regresar contigo…
Max: ¿U-usted lo cree?
Lorena: Es obvio que se dio cuenta que fue una estúpida al dejar ir semejante trozo de carne, o bien, solo quiere que la cojas y luego volver a romperte el corazón… Pero descuida, me encargaré de vaciarte ahora mismo tus huevos y dejarte sin leche para esa zorra…
Lorena continuó moviendo sus tetas, hasta que comenzó a tiritar ese muchacho y su verga a palpitar, soltando una gran cantidad de semen, con la que bañaría el rostro de la mujer. Por otro lado Victoria, después de haberle chupado la tranca a Carlos y disgustar su esperma, se colocó de pie y de una forma sensual y muy pícara caminó hacía el largo mesón de la cocina, recostándose en él, levantó su gran y delicioso culo, el cual menea de forma provocativa.
Vicky: Ven, Carlitos... Mi culo está a tu disposición, tal como te lo prometí... Espero que tu gordo pene sea capaz de romper y llenarme el orto de semen…
Carlos admirando esa cola infernal, se va acercando y perfilando su tronco, el cual estaba listo para entrar en ese ajustado ano. Abriendo con sus manos las nalgas, le echa un poco de saliva, para facilitar la penetración. La vulva de Victoria se encontraba muy humedecida y al sentir cómo ese mástil ancho, iba entrando poco a poco en su culo, no aguanto el placer y se corrió.
Vicky: Ooooooohhhh, mierdaaaaaaa... Que ricooooooo... Mmmmhhh... Más, métemelo más hondoooooo...
Esas palabras motivaron a Carlos, quien, sin compasión, comenzó a follar esa gran cola. Los gemidos de Victoria empezaron a escucharse por toda la casa. Entregada al placer y la lujuria, no tardo en volver a correrse.
Carlos: Uuuuufff... Que hembra más hambrienta eres...
Vicky: Aaaaahhh, aaaaaahh, aaaahhggrrr... No te imaginas el hambre que tengo...
Carlos: (Sonríe) Bueno, toda esa hambre que tienes, te la voy a saciar yo.
Carlos volviendo a retomar su ritmo bestial de antes, no le da descanso a Victoria, quien cada vez se está haciendo adicta a esa polla en su culo. Mientras tanto, Eduardo llegaba a la casa de su jefe, para dejar a Gabriela, el padre de la muchacha abre la puerta y Eduardo le explica que la jovencita se quedó a dormir en su casa, porque ni él ni Piero, se encontraban en condiciones para conducir en la noche y no iban a dejar que ella se vaya sola. Horacio entiende y le da las gracias a Eduardo, él se despide de ambos, pero antes que se retire la jovencita lo abraza, quien aprovecha que su padre se había dado la vuelta, para hacer que Eduardo una vez más toque su trasero.
Que sus manos estuvieran apretando esas nalgas, hizo que el maduro se coloque nervioso. Tras eso, finalmente era libre, ya no tenía que preocuparse por Gabriela, aunque no dejó de pensar en ella mientras conducía hasta al aeropuerto. Esos tiernos labios y esa boquita que devoró, junto a ese culazo, no dejaban que se concentre. Pero al ir estando cerca del aeropuerto, se olvidó de ella. Ya que el reencuentro con Lorena era algo que venía esperando hace mucho y volver a la pequeña Romina, que en ese momento tan pequeña ya no era. La muchacha estaba con las maletas esperando a su madre cerca de los baños, donde había tardado unos 20 minutos aproximadamente.
La mujer que se había limpiado el rostro del semen de Max, miraba anonadada como el jovencito tenía nuevamente su verga dura. Acercándose a él, le da un beso fabuloso, en donde sus lenguas parecían no despegarse. Ella acariciándolo con una mano su nuca y con la otra agarrando ese pene que había disfrutado comer, le susurra, –“Si tuviera más tiempo, dejaría que me clavaras esta hermosa polla en mi coño que lleva 8 años sin ser alimentado”-, esas palabras hicieron que esa despedida fuera más dolorosa, aun así el muchacho no dejaba de murmurar que era su mejor día de la vida.
La Milf sale del baño, asombrando a más algún hombre que iba entrando o pasan por ahí, ve rápidamente a su hija, que estaba sentada mirando el móvil. En ese mismo momento, Eduardo la llama pidiéndole que le diga su ubicación, para que las vaya a encontrar. Él no pierde el tiempo y se dirige a ese sector, cuando ve a su amiga, una sonrisa se le dibuja, dar con la mujer no fue difícil como pensaba, aunque si había cambiado desde la última vez que se vieron, no solo su cabello era distinto en ella sino también físicamente ahora estaba más delgada. Al lado de su amiga, ve a una muchacha alta y flaca, con una figura espectacular, pero a la cual ignora, pues piensa que es una desconocida. Yendo directo donde Lorena, la abraza muy fuerte, esta algo exaltada dice.
Lorena: E... Eduardo, tranquilízate un poco hombre.
Eduardo: Hace mucho tiempo que no te veía, ¿cómo quieres que esté tranquilo?
Lorena: (Sonriendo) Tienes razón... Ha pasado como 10 años de la última vez que nos vimos.
Eduardo: 8 años para ser exacto... Y, a todo esto, dijiste que ibas a venir con Romina... ¿Dónde está mi pequeña sobrinita?
Eduardo no se había dado cuenta, Romina había estado todo ese momento a al lado suyo. La muchacha que él había ignorado era precisamente ella, Romina sabiendo la sorpresa que iba a generar en el maduro, le tocó la espalda, mientras se mordía el labio inferior. El corazón de la joven latía muy fuerte, sus sentimientos puros cuando se fue se habían fortalecido esos años de distancias, incluso en ese instante que lo volvía a ver, se daba cuenta que estaba más que perdidamente enamorada de él. Al sentir ese ligero toque en su espalda, el hombre, suelta a Lorena, quien le dice –“Mira detrás de ti”- en un tono coqueto.
Eduardo: ¿Detrás de mí?
Romina: (Picara) Tío Eduardo, ¿acaso no me reconociste?
El hombre se da vuelta y al mirar a aquella chica, queda a boca abierta, atónito y sin palabras. La pequeña que él amaba y quería como una sobrina e incluso como una hija, ya se había transformado en una linda y muy provocativa mujer. Romina al ver el rostro de sorpresa de Eduardo, se acerca a él y lo abraza. Ella no era para nada similar físicamente a Lorena en su juventud, aunque ahora que la mujer bajo de peso, si eran bastante parecidas, principalmente en ese buen par de tetas, que tenían. La fragancia de su perfumen, comienza a hipnotizar un poco más a Eduardo, quien ligeramente tiene una erección, una vez más provocado por una jovencita, aquel día.
Romina: (Susurrándole en el oído) ¿Qué pasa tío? ¿Una gatita te comió la lengua?
Eduardo, tragando saliva, trataba de entender que la niña que él conocía ya no estaba, por lo menos ese cuerpo inocente, ahora se había transformado en uno muy lujurioso.
Eduardo: (Tartamudeando) Ro... Ro... ¿Romina?
Romina: Sí tío, soy yo... Tu pequeña.
Lorena ríe un poco por el asombro de Eduardo, este se siente algo incómodo y se separa de Romina, pero la muchacha no le iba a dar tranquilad al hombre, pues se cuelga de su brazo derecho. El sentir su brazo entre los senos de esa adolescente, provocó que la ligera erección de Eduardo aumente y su pene este más duro.
Eduardo: Ro... ¿Romina?
Romina: ¿Qué pasa tío? Parece que a mí no me has extrañado ni un poquito.
Eduardo: No... No es eso, solo que... Estoy impactado por el cambio que has tenido.
Romina: Tío Eduardo, ya tengo 18 años, es obvio que iba a crecer, ¿o acaso pensaba que iba a seguir igual a cuando tenía 10 años?
Eduardo: No... Pero tampoco esperaba que hayas cambiado y crecido tanto.
Romina: ¿Y eso es malo?
Eduardo: Para nada... Solo que me sorprende demasiado.
Romina: ¿Sigo pareciéndote linda?
Eduardo: Claro y también sigues siendo mi pequeña. (Sonríe)
Lorena: Creo que yo, ya he pasado a un segundo plano.
Eduardo: No digas tonterías Lorena, ven aquí.
Eduardo vuelve abrazar a Lorena, pero esta vez también tenía abrazara a Romina, quien aprovecha de rozar sus senos con el pecho de Eduardo y acercarse lo más posible a él. Desde la distancia Max observaba a la Milf y sonríe, siendo atrapado por Ximena, su amiga y ex novia. La muchacha al ver que él estaba atolondrado observando a esa madura, le da un empujón.
Max: ¿Ximena? ¿Desde cuando estás aquí?
Ximena: Desde hace un par de minutos, pero a ti parece solo importarte esa madurita.
Max vuelve a voltear para observar a Lorena y sonríe, aunque su imagen cada vez era más distante.
Ximena: (Molesta) Ya vamos.
La joven toma de la mano al muchacho y lo jala.
Ximena: Apúrate, mis padres no están en casa y quiero aprovechar la ocasión para coger contigo.
Max: ¿Qué?
Ximena: (Parando) Te dije que solo quería un tiempo, mi amor. Ahora vamos a casa y follemos como antes.
Max sonrió, ya que a pesar del dolor que le había hecho pasar esa chica, era muy guapa para negarse a volver con ella, definitivamente era su día de suerte. De regreso con Eduardo, él iba hablando de lo maravillosa que era su prometida, Lorena lo escuchaba atentamente, Romina, solo pensaba de qué manera iba a poder provocar a ese hombre y confesarle lo que sentía. Mientras tanto, Victoria, había terminado de coger con Carlos, el hombre le había llenado el culo de semen, además de partírselo. Ella satisfecha, se viste, Carlos también hacia lo mismo, cuando estaban listo, ella se acerca al hombre y le da un beso muy cachondo, después le susurra en el oído.
Vicky: Cuando quieras, soy toda tuya.
Carlos sonriendo, le da una fuerte nalgada, a ese culo que había hecho suyo y se retira de la casa, dejando a Victoria sola, para que ordene el desastre de la fiesta. Aquella labor parecía difícil de realizar, pero la mujer recordó que aún contaba con uno de sus amantes en la casa, quien debía ayudarle a limpiar y ordenar. Así que cuando Eduardo llegó con Lorena y Romina, la casa estaba completamente ordenada. Vicky se había ido a bañar, Piero pretendía irse y así evitar ver a Eduardo, Sin embargo, su amigo llega justo en ese instante, quien algo sorprendido, lo queda mirando mientras cargaba las maletas de sus invitadas.
Eduardo: ¿Piero? ¿Tú qué haces aquí?
Piero: Acabo de llegar, había dejado mi celular así que vine a buscarlo. De todas maneras, ya me voy amigo.
Eduardo: No, no, no... Quédate, por favor.
En ese momento los ojos de Piero se focalizaron en Romina, la jovencita se acerca a Eduardo, a quien le da un beso en la mejilla.
Romina: Gracias tío.
Eduardo: Romina, te presento a Piero, un amigo.
La muchacha le sonríe a Piero e iba apegando más sus senos en el brazo de Eduardo.
Romina: Hola señor Piero.
Piero: (Tartamudeando) Ho-ho-hola...
Lorena entra a la casa y se acerca a ellos, Eduardo presenta a su amiga con Piero, este sin quitarle los ojos encima a Romina, saluda a la madre de la muchacha, pero al verla, también se sorprende por la belleza de la mujer y esas grandes tetas. Eduardo les dice a ellas, que vayan por mientras al salón, que él iba a subir las maletas en las habitaciones, las cuales más tarde les iba a mostrar. Tanto la madre como la hija hicieron caso a Eduardo, Piero se acerca a su amigo, mirándole la cola a ambas y le dice.
Piero: Vaya, mamacitas son tus invitadas, debo admitir que la muchacha me ha dejado loco con su cuerpazo y la pija bien dura.
Aquellas palabras no le gustaron para nada a Eduardo, quien mira seriamente a Piero y le contesta.
Eduardo: Es una chica de 18 años y es la hija de mi amiga.
Piero: ¿Y? Ya es legal. Estoy seguro de que no es tan inocente como crees.
Eduardo: Aunque tenga 18 años y no sea tan inocente... A ella no la tocas ni un pelo al igual que con Gabriela, ¿me oíste?
Piero: (Sorprendido) Ok... Bien, no le voy a hacer nada a la muchacha, pero supongo que hablar con ella podre.
Eduardo: Claro que puedes hablar con ella. Pero si te pasas del límite, ya sabes.
Piero: Lo sé, me quedo completamente claro, así que tranquilo.
Eduardo: Por cierto, ¿en dónde está Vicky?
Piero: Vi-Victoria… Me dijo que iba a tomar un baño, así que supongo que está en la habitación de ustedes en este momento.
Eduardo: Ya veo.
Eduardo sube con las maletas al segundo piso y Piero con una sonrisa caprichosa mira hacia el salón, observando a Romina y a Lorena. Él se sienta en el mismo sofá en el que estaba la joven con su madre, comienza a charlar con ellas, preguntando cosas triviales, como, qué tal estuvo el viaje, con el objetivo de llegar a preguntas más personales, directamente con Romina. Eduardo había dejado las maletas en los dormitorios que ocuparían su amiga y la muchacha, respectivamente. Él se quedó sentado en la cama donde dormiría su ya crecida sobrina, no podía dejar de pensar en ella, en lo distinta que estaba y en su sensual figura.
Aún no podía aceptar que esa niña a la cual el cargo entre sus brazos cuando era un bebé ahora fuera una jovencita muy ardiente, que le recordaba a alguien más. Trataba de desviar esos pensamientos, pero la imagen de ese par de tetas, no se iba. Al contrario, comenzaban a ser más frecuentes, al igual que el culo de Gabriela, y nuevamente experimentaba una erección. Por otra parte, la muchacha se daba cuenta de las intenciones de Piero y se sentía incomoda, más con los minutos que tardaba el maduro en bajar, pareciendo eternos, desesperada de alejarse de las garras de Piero, se levanta y camina mientras le dice a su madre.
Romina: El tío Eduardo está tardando mucho, creo que voy a ir a buscarlo.
Ella sube al segundo piso, gritando –“Tío Eduardo"- pero él no responde ni tampoco la oye porque después de haber realizado una compra con su móvil, había entrado al baño, para tomar una ducha fría, con la cual esperaba refrescarse y sacarse esos pensamientos obscenos que estaba teniendo. Quizás fue capricho del destino o intuición de la muchacha, ya que a pesar de no conocer esa casa y no saber en dónde podía estar el hombre, da con él. Entra al cuarto sin hacer mucho ruido y se acerca al baño de la habitación, ve al maduro desnudo, aunque estaba de espalda, ella se sonroja, porque nunca lo había visto sin ropa. Romina logró ver ligeramente el miembro de él, y aunque estaba flácido, sospechaba que podía ser grande.
Quedándose ahí parada, se muerde los labios y toca su cuerpo, mientras imaginaba las posibilidades, de lo qué podía hacer. La primera opción era desvestirse y meterse a la ducha junto a él, abrazarlo y confesarle sus sentimientos. Luego besar esa boca con la que ha soñado desde niña, tentarlo con su cuerpo, hasta que tome su virginidad. No obstante, sabía que esa opción era un peligro, a pesar que él había manifestado cierto interés en su cuerpo, no iba a caer tan fácilmente, al contrario, lo más probable era que se aparte de ella y la rechace. Así que tomo la segunda opción, que era quedarse ahí y mensajear a Vanessa para que la ayudada a tomar la mejor decisión.
La rubia le recomendó que se desvistiera y solo se quede en ropa interior, esperándolo pacientemente, recostada en la cama. Eduardo tardó unos 10 minutos aproximadamente en la ducha. Cuando cierra la manilla del agua suspira aliviado, pensando que todo había terminado, toma la toalla, se seca la cabeza y el cuerpo, luego la coloca alrededor de su cintura, para cubrirse e ir a cambiarse en su habitación. Cuando sale del baño y observa a Romina echada en la cama, se queda perplejo, sin quitar los ojos de las tetas de la jovencita. Ella sonriendo, se levanta de la cama y se acerca a él, abrazándolo, mientras le dice de forma traviesa.
Romina: Tío, estaba aburrida, así que decidí subir a buscarte, te llame varias veces, pero no me respondiste, aun así, logre dar contigo. (Sonríe)
Eduardo: (Nervioso) ¿Po-por qué estás así?
Romina: ¿Así cómo?
Eduardo: En ropa interior. (Tratando de mirar a otra parte)
Romina: Aaah, es que hace demasiado calor… ¿Por qué desvías la mirada? ¿Acaso no te gusta mi cuerpo?
Eduardo: No, no, no, no. Claro que no.
Romina: (Sonríe y tocando su cuerpo) Entonces te gusta lo que ves.
Eduardo se sentía acorralado, sin ninguna vía de escape de aquella situación. Aun así, intentó pensar en una excusa perfecta para alejarse y evitar que ella se diera cuenta que comenzaba a excitarse.
Eduardo: (Suspira) Bueno, Romina…
Romina: (Interrumpe) Tío, necesito tu ayuda. (Tomándolo de las manos) Tengo un dolor de espalda y me gustaría que me dieras un masaje.
Eduardo: Un ma… ¿Masaje?
Romina: Sí tío, un masaje. En mi maleta tengo una loción para que lo hagas.
La muchacha sin soltarle de una de sus manos, se agacha y busca en la maleta el frasco. El hombre incomodo, cierra sus ojos y trata de tranquilizarse, Romina por su parte sonreía, ya que se daba cuenta que el plan de su amiga funcionaba y si continuaba así, muy pronto el maduro se iba a rendir a la lujuria y ella iba a poder confesarle lo que sentía por él. Con la loción en su mano, se levanta y observa a su tío con sus ojos cerrado, se acerca a él y le da un ligero y fugaz lengüetazo en los labios. Eduardo abre sus ojos y algo alterado la queda mirando.
Eduardo: Tú… Tú…
Romina: ¿Pasa algo tío?
Eduardo: Me… Me… (Tocándose los labios)
Romina: ¿Tienes algo en los labios? Si es así déjame examinarte. (Acercándose)
Eduardo: No, no… Olvídalo…
Romina: ¿Seguro?
Eduardo: Sí…
La jovencita se recuesta en la cama, donde se quita el sujetador, Eduardo se calentaba aún más cuando ve que esos gordos senos eran libres, su corazón palpitaba de forma acelerada, mientras que en su interior se decía, –“Tranquilízate, tranquilízate, tranquilízate…”- sin embargo, sus esfuerzos eran en vano, ya que solo aumentaba el morbo de la situación y su erección se hacía más dura. Romina con el frasco en sus manos, le dice al maduro que se acerque a ella. Él le hace caso, no obstante como no estaba pensando con la cabeza, se sube a la cama y sentándose entre sus piernas, su miembro queda entre las nalgas de la muchacha.
Toma la loción, la abre y la deja caer por la espalda de la ella, comenzando así a masajear la delicada piel de esa jovencita. Aquellas manos maduras se desliaban por toda su espalda, provocando que ella suelte unos gemidos. No solo le estaba encantando el masaje que estaba recibiendo, sino que también se estaba calentando. Él por su parte, cada vez iba perdiendo más la cordura, ya no solo se conformaba con tocar la espalda de la muchacha, sino que también tocaba sus hombros y rozaba esos pechos que parecían suaves como un algodón. Aquellos roces no tardaron en transformarse en acaricias, Romina no decía nada al respecto, solo suspiraba y sonreía.
Eduardo discutía con sí mismo en su interior, la parte moral le decía que no podía desear el cuerpo de la joven, porque era la hija de su amiga, la cual conoce desde su infancia y quiere mucho. Además, él estaba comprometido, no podía serle infiel a Vicky, quien era una mujer extraordinaria y buena. Sin embargo, la lujuria tentadora contrarrestaba los argumentos presentados por la moral, diciendo que, si bien él quería a Lorena, hacerlo con Romina no iba a lastimar a nadie, igualmente ha sido ella quien lo ha estado provocando con su sexual cuerpo.
La moral solo le dice que piense en Vicky y lo triste en que estaría la mujer si él le era infiel, la lujuria ataca diciendo que tocar, manosear y jugar con esos senos, no es ser infiel, tampoco si hay un beso, como le dio a Gabriela. Por último, la lujuria le susurra a Eduardo, que quizás estaba actuando como un idiota, porque tal vez Vicky ya lo ha hecho un cornudo y se ríe en su cara, por eso Isidora le había señalado que su hermana no lo merecía. Por lo que tenía que aprovechar la oportunidad que tenía con esa jovencita y dejar que una cosa lleve a la otra.
La moral desesperada le ruega a Eduardo que piense bien en lo que iba hacer y no caiga en la tentación, ya que lo más seguro que Victoria en su lugar se resistiría, él en voz baja dice.
Eduardo: Tal vez tengas razón… Como Piero, que dijo que es una mamacita…
La jovencita agitada voltea un poco su cabeza, para ver al hombre y preguntarle.
Romina: ¿Dijiste algo tío Eduardo?
Eduardo: No nada.
Romina: ¿Seguro? Juro haberte oído decir algo.
Eduardo: Bueno, me dije a mí mismo, lo distintas y grandes que están.
Romina: (Confundida) ¿Te refieres a mi madre y a mí?
Eduardo: No… No me refiero a ustedes...
Romina: ¿Ah, no? ¿Entonces a quienes?
La lujuria había logrado convencer a Eduardo, él tenía la intención de tocar aquellos senos y apretarlos, ver la reacción de la jovencita, y si ella no le decía que pare o que estaba mal lo que hacía, iba a continuar masajeando a ese par y dejar que todo fluyera. Pero justo en ese momento, Victoria que había salido de la ducha, camina por el pasillo y grita, –“Eduardo, ¿dónde estás?”- esas palabras fueron suficiente para que el hombre no haga nada. Recuperando la cordura, se aparta de la muchacha, Romina solo lo ve partir, suspirando amargamente.
Romina: Mierda, si no hubiera abierto la boca esa estúpida perra, estoy segura de que él iba a cogerme… Ese gran y duro bulto entre mis nalgas, es la prueba, que está loco por mis tetas y mi cuerpo… (Sonríe) Vanessa tenía razón, hay que ser más atrevida y menos mojigata, pero pensar muy bien en los movimientos para no fracasar.
Eduardo se acercó a Victoria, sin darse cuenta de que aún la tenía erecta y solo llevaba una toalla puesta.
Eduardo: ¿Pasa algo amor?
Vicky: Te estaba buscando, ¿en dónde estabas metido?
Eduardo: En la habitación donde Romina va a dormir, ayudándola a ordenar sus cosas.
Vicky: La ayudabas, ¿vestido así? ¿Y qué tienes en tus manos? Están como aceitosas.
Eduardo: Aproveche para tomar un baño y mis manos tienen loción.
Vicky: ¿Te colocaste loción?
Eduardo: Luego te explicó todo… (Agarrándola de la cintura) ¿Qué te parece si vamos a nuestra cama y cogemos?
Eduardo desesperado besaba el cuello de la mujer y tocaba su cuerpo, ella resistiéndose le decía que no y que pare. Sin embargo, el hombre seguía, tenía que tranquilizar la erección que le provoco Romina.
Vicky: (Molesta) Eduardo, te dije que pares… No puedo ahora.
Eduardo: ¿Por qué no?
Vicky: Porque no quiero y además voy a juntarme con mis amigas, así que para Eduardo.
El hombre se tranquiliza, arrepentido mira a su prometida, sintiéndose mal por su comportamiento.
Eduardo: Perdón Vicky… Fui un estúpido… (Suspira) Creo que estoy así porque no hemos tenido sexo desde hace tres días…
Vicky: (Suspira) Amor, yo también quiero hacerlo, pero justo ahora mismo mis amigas me citaron, porque quieren decirme algo importante. Si quieres en la noche hacemos algo, ahora necesito que me des dinero en efectivo.
Eduardo: ¿Para qué?
Vicky: Porque voy a salir con mis amigas tontito. Ya sabes que ellas cuando me ven con las tarjetas, siempre me hacen pagar todo, pero si voy con efectivo, van a tener que pagar ellas también.
Eduardo: Bien, ¿Cuánto necesitas?
Vicky: No lo sé… Porque no me das todo lo que tengas en tu cartera.
Eduardo entra a su habitación y Victoria lo sigue, mientras Romina que había observado todo sonríe.
Romina: Lo sabía, esa puta es solo una interesada. No me culpes por querer satisfacer a mi tío, de hacerlo feliz y darle lo que él quiere, después de todo es tu culpa, por no hacerlo tú.
Eduardo le pasa el dinero a Victoria, esta le da un beso en la mejilla y se retira. El hombre frustrado y confundido comienza a vestirse. Se sentía asqueado por haber deseado el cuerpo de Romina e intentar obligar a Vicky a tener sexo con él. Por otro lado, Lorena que estaba cansada por el viaje se quedó dormida al lado de Piero, con quien estuvo hablando durante todo ese tiempo. Ambos habían congeniados, aunque ella se dio cuenta de forma inmediata que él era un mujeriego.
Piero aprovechando la situación, se acomoda junto con la mujer en el sofá, dejando que ella descanse en su pecho y así tener cerca esos grandes senos. La joven se había vuelto a comunicar con su amiga y le explicó todo lo sucedido, por lo que la rubia le sugirió que buscara uno de sus atuendos más atrevidos y vaya hablar con el maduro, con una actitud dócil, pero buscando con su inocencia calentarlo. Justo entonces tanto el celular de ella como el de él, que había quedado en uno de los muebles vibra. Ella intrigada toma el móvil de Eduardo y observa que tenía un correo de “Luxure”.
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Espero que les haya gustado este capítulo como el anterior.
1 comentarios - Deseo Prohibido. Capítulo ll: