Luego del "accidente" eyaculatorio nos quedamos charlando bastante tiempo, ella me explicó varias cosas referentes al cuidado como si fuera una profesional que daba educación sexual. También me dijo que lo que pasó era accidente común típico de la juventud o la falta de experiencia y hasta me pidió perdón porque sentía que ella había sido co-participe de lo que me sucedió. Claramente por dentro estaba feliz pero varias preguntas resonaban en mi cabeza, ¿eso contaba como infidelidad de mi madre? ¿había hecho cornudo a mi padre? ¿Era técnicamente mi primera vez? Eran preguntas raras y casi que rozaban la filosofía, pero no eran importantes. Inclusive llegué a fumarme un cigarrillo ni bien tenía el preservativo afuera, todo el estereotipo de típico polvo.
Mi madre tenía un nuevo nivel de confianza, de mucha charla y un espacio siempre disponible para cualquier tipo de preguntas. No me animaba a preguntar si esos preservativos correspondían a una infidelidad (la cual festejaría de ser así), tiempo después mis padres se separaban, tanto mi hermana Julieta como yo odiábamos a nuestro padre, había sido infiel, había mantenido una pareja secreta durante tiempo largo, no sólo una, tenía una vida llena de promiscuidad, al menos tenía el buen gesto de usar preservativo con mi madre el muy hijo de puta. Sufrimos bastante, pero Julieta, mi madre y yo nos mantuvimos fuertes; los primeros meses fueron los peores. Julieta en ese entonces ya no vivía en casa pero volvió para asegurarse que estuviésemos acompañados. Todo rastro de morbo hacia mi madre se había ido porque importaban otras cosas, pero mis ganas de debutar seguían.
Junto a mi mejor amigo juntamos algo de dinero porque ya le había contado de mi pena, pensamos que la mejor manera era apurar el destino, ir a una prostituta. Consultamos y dimos con un lugar en un barrio de capital. Tenía muchas expectativas y la joda no me salía más de 70 pesos por un buco vaginal, suficiente para lo que necesitaba. Con muchos nervios llegué al lugar de destino donde me recibió una milf rubia de rulos y tacones. Era una casona vieja donde atendía ella sola, desde el primer momento me sentí mal; me hablaba en tono prepotente, casi mandón, "sacate todo" me dijo ya en la habitación y habiendo pagado los honorarios acordados. La situación ya me había stresado, no se me paraba, ella trataba de hacerme una paja mientras yo le tocaba el culo pero no era nada como lo había imaginado. Una vez se paró dijo "Ah, que chiquita la tenés", ese comentario me había destrozado. Me puso el forro y comenzó a chupármela, pero nuevamente no llegué ni a un minuto que acabé y ella para terminar de acribillarme en el suelo dijo "que rápido acabaste nene, se ve que venías cargadito eh", sin más que hacer me despachó del lugar. Me fui caminando hasta la estación de tren, miraba al suelo llorando y fumando, sentía impotencia, me sentía humillado.
Ya era de noche, llegaba a casa tratando de calmarme porque se darían cuenta que estuve llorando, era malo disimulando. Luego recordé que Julieta saldría con el novio, así que podría esquivar rápido a mi madre. Al llegar a cada noté que había dos vasos y dos cervezas vacías, supuse que mamá había estado tomando con Julieta; salí al fondo para fumar de nuevo (en ese momento el tabaquismo se me estaba yendo de las manos), salía un poco de luz desde la ventana de mi madre.
¿Qué tal si...? Me acerqué despacio entre los ruidos típicos de un barrio un fin de semana. De nuevo la cortina que no terminaba de cerrarse bien; esta vez no era mi padre, era un tipo, desconocido, jóven quien acostado en la cama era cabalgado por mi madre. Él le apretaba las tetas y ella montaba con salvajismo, lo único perceptible a lo lejos era la respiración fuerte de ambos. Estaba un poco tomado (en esa época no era problema tomar en el tren así que había consumido varias latas en el camino, un desquiciado), arrodillado en el patio me desabroché el cinto y pelé la pija. Ella seguía cogiéndose al tipo que cada tanto arremetía con un chirlo en su culo. Sus caderas y piernas anchas saltaban sobre la humanidad de ese hombre desconocido, ella tenía movimientos de los más variados. Yo ya estaba en plena paja, arrodillado en el pasto del patio trasero, el hombre la paró ella se puso en cuatro, su cara descansaba contra el colchón, el tipo bombeaba ahora sin piedad, ella trataba de aguantar gemidos sin éxito, aún contra el colchón gemía demostrando lo bien que la pasaba. No había tiempo de sentir culpas, sólo quería masturbarme viendo como alguien la cogía bien, como se merecía después de años tristes de matrimonio. Llegó la eyaculación, antes había llegado la mía que bañó la pared externa de ese ambiente pero el la penetró una última vez con fuerza para acabar, salió de ella con el forro lleno de leche, ella quedó extenuada, acostada boca abajo. Mientras él se sacaba el forro pensé que quizá debía irme y volver luego.
Pasaron algunos años, mamá cada día se la veía mejor, el gimnasio había ayudado, se la veía muy relajada y libre. Para aquellos que vienen por primera vez recomiendo que lean "Visita a mi hermana", una corta saga donde relato lo que pasó con ella. Ya iba a cumplir 24, lo de Julieta había sido un antes y un después en mi vida, un tesoro que siempre iba a guardar; en esos momentos con ella me había enterado mucho de mi madre, incluso cosas que ni imaginaba. Por mi parte había logrado sanar varias heridas del pasado y disfrutaba de una vida sexual plena. Estábamos en la cocina desayunando.
_ Hijo, ¿cuándo vamos a comer algo? hace tiempo no salimos y comienzo a pensar que ya no querés pasar tiempo conmigo....
_ ¿Cómo que no? sí que me gustaría pasar tiempo... es que... viste que mis laburos últimamente son cortos y a veces no pagan bien, no podría invitarte a ningún lugar.
_ ¡Julián! excusas no eh
_ Es en serio, ¿a quién puedo invitar? a nadie, no tengo un peso
_ Con tu hermana salieron bastante... Por cierto, ¿cómo va eso? no se ven tan seguido ya...
Entendía la picardia tras la pregunta de ella, sé que era hablar de algo obvio aunque no le pongamos palabras directas.
_ Con Julieta decidimos no pasar tanto tiempo como antes... tal vez... darnos un respiro y que cada uno haga su vida.
_ Entiendo... igual sabes que no pregunto por mala, ni por juzgar, solo quiero saber que ambos están felices, pasamos tanto juntos... Hay cosas que no pienso que estén mal, pero también hay que ser responsables para no sufrir consecuencias, vos sabés...
_ Sí mamá, entiendo, por eso decidimos que capaz era bueno darnos tiempo... No pasó nada malo, al contrario, fue todo lindo... pero bueno...
_ Igual eso no quita que para ella tenías plata y para mí no
_ ¡Vieja! ¡Basta!
_ Jajaja, tranquilo, te estoy molestando, lo que te quiero decir es que no hace falta que tengas plata, solo hace falta que tengas ganas...
Me sonreía y qué podía decir, solamente sí. Así que ese mismo día arreglamos para ir a comer afuera, a ella le iba bien haciendo sus cosas, eligió un buen restaurante para agasajarme, no hacía falta pero ella insistió.
Yo me había puesto una camisa y un pantalón de vestir que a decir verdad me quedaban muy bien, ella salió de su cuarto con un vestido negro sencillo, pero entallado y el verdadero detalle de moda era su figura realzada por ese vestido, apenas seguía unos centímetros más de su culo y la verdad que me encantaba. Se había alisado el pelo, se puso perfume y se maquilló; le dí una vuelta y ella se reía tontamente, su culo se veía hermoso, se notaba el relieve que revelaba su tanga. Por arriba no estaba muy escotada pero sus tetas grandes se hacían notar solitas; la abracé y le dí un beso largo en el cachete mientras ella se reía, jugaba a hacerle cumplidos y ella se reía como una jovencita. Tomarla por la cintura y sentir sus rollitos era una experiencia que para ser honestos ya me calentaba mucho, acaricié sin ser muy directo sus caderas mientras ella sonriente me miraba fijo a los ojos.
Comimos de lo más bien y hasta tomamos un muy rico vino, pedimos una mesa afuera porque ante todo tenemos el vicio del cigarrillo. Una vez terminada la cena prendimos unos puchos, mi madre me miraba pero también irrumpía en preguntas concretas:
_ Hace un tiempo me doy cuenta que sos inseguro para relacionarte con chicos o chicas ¿puedo saber por qué?
_ No... no sé, nunca me pensé inseguro...
_ Pero lo sos, y sos un chicos divino, lindo, bueno... No entiendo de dónde nace tu inseguridad
_ No lo sé... te acordás de aquella vuelta... ese "accidente" mientras vos me explicabas eso tan importante...
_ Sí sí, no se diga más, entendí, no fue un "accidente", fue una cosa de la edad, ya está... no hay que darle importancia.
Hacía algo de frío así que estábamos solos afuera pero aún así le dije en voz baja, lo más baja posible mientras me acercaba.
_ Bueno, supongo que puedo decirtelo, no había nadie con quien estar, junté algo de plata y fui... fui a una prostituta, esa mujer me trató mal, no podía tener una erección, encima terminé rápido.
Mis ojos se pusieron un poco tristes recordando esa fea experiencia, ella también se puso triste y tomó mi mano.
_ Julián... ¿por qué no me contaste? Perdóname si te dí la imagen de que no podías decirme eso, pero no tenías porqué digerir eso solo...
_ Ya está ma, no pasa nada, el tiempo pasó y como pude me las arreglé... no soy el amante perfecto pero cada tanto me va bien y puedo disfrutar, ahora estoy mejor por suerte, puedo decir que vengo bien...
_ ¿Y qué hizo esa hija de puta que te hizo sentir mal?
_ Dijo cosas...
_¿Qué cosas?
_ Nada... que... que la tenía chiquita y que... que había acabado rápido...
Hacía el esfuerzo por no llorar, ella sólo dijo "no sos nada de eso, nada de eso es verdad". Pidió la cuenta y nos fuimos caminando agarrados del brazo, puteando por llevar abrigo, fumábamos pensando que eso nos quitaría el frío. Entramos en un bar, había música y un ambiente tipo boliche, ella quería que nos distraigamos. No teníamos mucho tiempo porque debíamos volver y estábamos un poco lejos, habremos estado dos horas, yo estaba un poco tímido, la gente me miraba y sobre todo la miraban a ella con su presencia despampanante. Yo de a ratos me quedaba tomando mi cerveza a un costado mientras veía como algunos hombres se trataban de levantar a mi mamá y hasta se animaban a tocarle el culo sin descaro alguno, no me molestaba en lo absoluto, solo me molestaba no tener una confianza para poder entablar conversaciones. Ella se presentó con unas chicas, les dijo que era mi amiga y me hizo hablar con ellas, se fue, cosas del destino terminé con el teléfono de ellas. Mi madre era muy buena haciendo sociales, cosa que luego aprendería de ella y haría que me fuera mejor en las relaciones.
Nos pedimos un taxi, ambos caminábamos errantes y reíamos, ya eran las 4 de la mañana, por suerte al otro día las responsabilidades empezaban tarde. Nos subimos al taxi y ella indicó la dirección de casa, no le importaba pagar de más con tal de llegar enseguida. Mi madre me abrazó y posó su cabeza en mi pecho, el taxista me miraba por el espejo retrovisor y me guiñaba un ojo sonriendo, yo me hacía el galán solo para no dar más explicaciones. El vestido de mi madre se levantaba un poco y se asomaba el triangulo de tela de la tanga, parecía roja. Tenía su cartera encima mio, ni grande ni chica, de repente sentí su mano acercándose a mi entrepierna, yo por joven la tenía parada por default; rápido apretó mi bulto, lo examinó bien apretándolo una y otra vez, el taxista veía y se reía complicemente levantando sus cejas. Mi madre susurró al oído "Esa puta te mintió ¿sabes? está todo más que bien" y se rió. Ví que el taxista no dejaba de prestar atención. Al llegar a casa mi madre pagó y se bajó primero, el taxista que quería ser participe de la narrativa me decía "¡Hasta te pagó el viaje y todo, mas vale que rindas bien pibe eh, mirá que las maduras son las que más piden". Le agradecí el consejo aunque por dentro prefería que ni hable. Una vez adentro revoleó los tacos y la cartera, prendimos otro cigarrillo. Si por vicio normal fumábamos mucho, imaginen ese día, ya íbamos por el segundo atado cada uno. Destapamos una última cerveza, bailamos un rato con música del celular, era todo muy gracioso, aunque su vestido se levantaba y ya se le veía el culo, no era que no lo viera pero me calentaba esa situación. Estábamos en el living, yo seguía con la pija parada y un poco caliente con la situación.
_ Mamá, ¿qué era eso que estaba todo en orden?
_ ¿En serio me preguntás? ¿Te lo repito?
_ Sï... por favor
_ Esto Julián
Volvió a agarrar mi pija pero con más fuerza y con cara de libidinosa empezó a apretarla.
_ Te mintió con que era chiquita, es normal, más que suficiente...
_ ¿Sí? ¿Así te gustan a vos?
_ A mí sí, y me gustan que sepan tratarme sabes...
Sin dudarlo la besé en un ataque de pasión, me abrazó por el cuello mientras yo le subía el vestido y podía confirmar su tanga roja de encaje. Le saqué el vestido, no podía sacarle el corpiño por torpe así que ella hizo eso por mí. Quise hacerme el salvaje tratando de romper los botones de mi camisa pero ella me tomó rápido las manos y con agilidad desabrochó los botones, me sacó todo menos bóxer y medias. Me llevó de la mano a la pieza, adentro bajó el bóxer y mi pija dió ese salto que le da el toque estético a la escena. Mi madre exclamó "Ah, ahora sí nene", se dió vuelta y solita se puso en cuatro, antes le saqué la tanga y ví su concha y culo totalmente depilado, quise entrar de una pero no pude, ella acomodó mi pija en la entrada y en un empujón ya estaba adentro de ella. Tenía su colo a mi voluntad, me quedé un segundo quieto adentro de ella tratando de calmar la mente mientras ella se hacía la paja frotándose el clítoris. Largaba gritos finitos y tratando que sean bajos, pero más se frotaba y más se entregaba, empecé a moverme despacio, entrando y saliendo, ella solo gemía y me decía que iba bien. Saqué la pija porque pensé que iba a acabar, esperé unos segundos, volví a entrar y de a poco aumenté el ritmo, no podía creer que mí pija era la que estaba metiéndose ahí adentro. Me animé a pegarle un chirlo en el culo a lo que ella respondió "¡Más fuerte nene!", obedecí y más fuerte le dí, estaba colorado su culo, pero gemía y gritaba "Sí!" ante cada golpe, trataba de contenerme ante la calentura. Me pidió que le tire el pelo, se tomó la molestia de mostrarme cómo y entre chirlo y tirada de pelo la penetraba, cada vez con más ganas, ella seguía estimulándose aparte.
Como podía trataba de agarrarle una teta y apretarla, pero la sensación de acabar asomó y sentí que no podía controlarlo. No llegué a avisar pero ella apenas sintió mi eyaculación gritó "¡Sí pendejo! si..." mientras con vagina parecía que me exprimía la pija, nunca me habían hecho eso, pero era tan fuerte la contracción que no podía sacar mi pija. Una vez terminado el acto nos tiramos abrazados.
_ ¿Estuve bien ma?
_ Perfecto nene
_ No me fijé el tiempo
_ ¡Dejá de hablar pelotudeces Julián! estuvo tan... tan rico....
Nos quedamos dormidos mientras de a poco se hacía muy tarde, nos quedamos dormidos pero habría más. Pensé en Julieta, en mi madre, en la prostituta que me trató mal, en otra que me trató bien, en hombres y mujeres que pasaron y pensé "no todo está perdido".
Mi madre tenía un nuevo nivel de confianza, de mucha charla y un espacio siempre disponible para cualquier tipo de preguntas. No me animaba a preguntar si esos preservativos correspondían a una infidelidad (la cual festejaría de ser así), tiempo después mis padres se separaban, tanto mi hermana Julieta como yo odiábamos a nuestro padre, había sido infiel, había mantenido una pareja secreta durante tiempo largo, no sólo una, tenía una vida llena de promiscuidad, al menos tenía el buen gesto de usar preservativo con mi madre el muy hijo de puta. Sufrimos bastante, pero Julieta, mi madre y yo nos mantuvimos fuertes; los primeros meses fueron los peores. Julieta en ese entonces ya no vivía en casa pero volvió para asegurarse que estuviésemos acompañados. Todo rastro de morbo hacia mi madre se había ido porque importaban otras cosas, pero mis ganas de debutar seguían.
Junto a mi mejor amigo juntamos algo de dinero porque ya le había contado de mi pena, pensamos que la mejor manera era apurar el destino, ir a una prostituta. Consultamos y dimos con un lugar en un barrio de capital. Tenía muchas expectativas y la joda no me salía más de 70 pesos por un buco vaginal, suficiente para lo que necesitaba. Con muchos nervios llegué al lugar de destino donde me recibió una milf rubia de rulos y tacones. Era una casona vieja donde atendía ella sola, desde el primer momento me sentí mal; me hablaba en tono prepotente, casi mandón, "sacate todo" me dijo ya en la habitación y habiendo pagado los honorarios acordados. La situación ya me había stresado, no se me paraba, ella trataba de hacerme una paja mientras yo le tocaba el culo pero no era nada como lo había imaginado. Una vez se paró dijo "Ah, que chiquita la tenés", ese comentario me había destrozado. Me puso el forro y comenzó a chupármela, pero nuevamente no llegué ni a un minuto que acabé y ella para terminar de acribillarme en el suelo dijo "que rápido acabaste nene, se ve que venías cargadito eh", sin más que hacer me despachó del lugar. Me fui caminando hasta la estación de tren, miraba al suelo llorando y fumando, sentía impotencia, me sentía humillado.
Ya era de noche, llegaba a casa tratando de calmarme porque se darían cuenta que estuve llorando, era malo disimulando. Luego recordé que Julieta saldría con el novio, así que podría esquivar rápido a mi madre. Al llegar a cada noté que había dos vasos y dos cervezas vacías, supuse que mamá había estado tomando con Julieta; salí al fondo para fumar de nuevo (en ese momento el tabaquismo se me estaba yendo de las manos), salía un poco de luz desde la ventana de mi madre.
¿Qué tal si...? Me acerqué despacio entre los ruidos típicos de un barrio un fin de semana. De nuevo la cortina que no terminaba de cerrarse bien; esta vez no era mi padre, era un tipo, desconocido, jóven quien acostado en la cama era cabalgado por mi madre. Él le apretaba las tetas y ella montaba con salvajismo, lo único perceptible a lo lejos era la respiración fuerte de ambos. Estaba un poco tomado (en esa época no era problema tomar en el tren así que había consumido varias latas en el camino, un desquiciado), arrodillado en el patio me desabroché el cinto y pelé la pija. Ella seguía cogiéndose al tipo que cada tanto arremetía con un chirlo en su culo. Sus caderas y piernas anchas saltaban sobre la humanidad de ese hombre desconocido, ella tenía movimientos de los más variados. Yo ya estaba en plena paja, arrodillado en el pasto del patio trasero, el hombre la paró ella se puso en cuatro, su cara descansaba contra el colchón, el tipo bombeaba ahora sin piedad, ella trataba de aguantar gemidos sin éxito, aún contra el colchón gemía demostrando lo bien que la pasaba. No había tiempo de sentir culpas, sólo quería masturbarme viendo como alguien la cogía bien, como se merecía después de años tristes de matrimonio. Llegó la eyaculación, antes había llegado la mía que bañó la pared externa de ese ambiente pero el la penetró una última vez con fuerza para acabar, salió de ella con el forro lleno de leche, ella quedó extenuada, acostada boca abajo. Mientras él se sacaba el forro pensé que quizá debía irme y volver luego.
Pasaron algunos años, mamá cada día se la veía mejor, el gimnasio había ayudado, se la veía muy relajada y libre. Para aquellos que vienen por primera vez recomiendo que lean "Visita a mi hermana", una corta saga donde relato lo que pasó con ella. Ya iba a cumplir 24, lo de Julieta había sido un antes y un después en mi vida, un tesoro que siempre iba a guardar; en esos momentos con ella me había enterado mucho de mi madre, incluso cosas que ni imaginaba. Por mi parte había logrado sanar varias heridas del pasado y disfrutaba de una vida sexual plena. Estábamos en la cocina desayunando.
_ Hijo, ¿cuándo vamos a comer algo? hace tiempo no salimos y comienzo a pensar que ya no querés pasar tiempo conmigo....
_ ¿Cómo que no? sí que me gustaría pasar tiempo... es que... viste que mis laburos últimamente son cortos y a veces no pagan bien, no podría invitarte a ningún lugar.
_ ¡Julián! excusas no eh
_ Es en serio, ¿a quién puedo invitar? a nadie, no tengo un peso
_ Con tu hermana salieron bastante... Por cierto, ¿cómo va eso? no se ven tan seguido ya...
Entendía la picardia tras la pregunta de ella, sé que era hablar de algo obvio aunque no le pongamos palabras directas.
_ Con Julieta decidimos no pasar tanto tiempo como antes... tal vez... darnos un respiro y que cada uno haga su vida.
_ Entiendo... igual sabes que no pregunto por mala, ni por juzgar, solo quiero saber que ambos están felices, pasamos tanto juntos... Hay cosas que no pienso que estén mal, pero también hay que ser responsables para no sufrir consecuencias, vos sabés...
_ Sí mamá, entiendo, por eso decidimos que capaz era bueno darnos tiempo... No pasó nada malo, al contrario, fue todo lindo... pero bueno...
_ Igual eso no quita que para ella tenías plata y para mí no
_ ¡Vieja! ¡Basta!
_ Jajaja, tranquilo, te estoy molestando, lo que te quiero decir es que no hace falta que tengas plata, solo hace falta que tengas ganas...
Me sonreía y qué podía decir, solamente sí. Así que ese mismo día arreglamos para ir a comer afuera, a ella le iba bien haciendo sus cosas, eligió un buen restaurante para agasajarme, no hacía falta pero ella insistió.
Yo me había puesto una camisa y un pantalón de vestir que a decir verdad me quedaban muy bien, ella salió de su cuarto con un vestido negro sencillo, pero entallado y el verdadero detalle de moda era su figura realzada por ese vestido, apenas seguía unos centímetros más de su culo y la verdad que me encantaba. Se había alisado el pelo, se puso perfume y se maquilló; le dí una vuelta y ella se reía tontamente, su culo se veía hermoso, se notaba el relieve que revelaba su tanga. Por arriba no estaba muy escotada pero sus tetas grandes se hacían notar solitas; la abracé y le dí un beso largo en el cachete mientras ella se reía, jugaba a hacerle cumplidos y ella se reía como una jovencita. Tomarla por la cintura y sentir sus rollitos era una experiencia que para ser honestos ya me calentaba mucho, acaricié sin ser muy directo sus caderas mientras ella sonriente me miraba fijo a los ojos.
Comimos de lo más bien y hasta tomamos un muy rico vino, pedimos una mesa afuera porque ante todo tenemos el vicio del cigarrillo. Una vez terminada la cena prendimos unos puchos, mi madre me miraba pero también irrumpía en preguntas concretas:
_ Hace un tiempo me doy cuenta que sos inseguro para relacionarte con chicos o chicas ¿puedo saber por qué?
_ No... no sé, nunca me pensé inseguro...
_ Pero lo sos, y sos un chicos divino, lindo, bueno... No entiendo de dónde nace tu inseguridad
_ No lo sé... te acordás de aquella vuelta... ese "accidente" mientras vos me explicabas eso tan importante...
_ Sí sí, no se diga más, entendí, no fue un "accidente", fue una cosa de la edad, ya está... no hay que darle importancia.
Hacía algo de frío así que estábamos solos afuera pero aún así le dije en voz baja, lo más baja posible mientras me acercaba.
_ Bueno, supongo que puedo decirtelo, no había nadie con quien estar, junté algo de plata y fui... fui a una prostituta, esa mujer me trató mal, no podía tener una erección, encima terminé rápido.
Mis ojos se pusieron un poco tristes recordando esa fea experiencia, ella también se puso triste y tomó mi mano.
_ Julián... ¿por qué no me contaste? Perdóname si te dí la imagen de que no podías decirme eso, pero no tenías porqué digerir eso solo...
_ Ya está ma, no pasa nada, el tiempo pasó y como pude me las arreglé... no soy el amante perfecto pero cada tanto me va bien y puedo disfrutar, ahora estoy mejor por suerte, puedo decir que vengo bien...
_ ¿Y qué hizo esa hija de puta que te hizo sentir mal?
_ Dijo cosas...
_¿Qué cosas?
_ Nada... que... que la tenía chiquita y que... que había acabado rápido...
Hacía el esfuerzo por no llorar, ella sólo dijo "no sos nada de eso, nada de eso es verdad". Pidió la cuenta y nos fuimos caminando agarrados del brazo, puteando por llevar abrigo, fumábamos pensando que eso nos quitaría el frío. Entramos en un bar, había música y un ambiente tipo boliche, ella quería que nos distraigamos. No teníamos mucho tiempo porque debíamos volver y estábamos un poco lejos, habremos estado dos horas, yo estaba un poco tímido, la gente me miraba y sobre todo la miraban a ella con su presencia despampanante. Yo de a ratos me quedaba tomando mi cerveza a un costado mientras veía como algunos hombres se trataban de levantar a mi mamá y hasta se animaban a tocarle el culo sin descaro alguno, no me molestaba en lo absoluto, solo me molestaba no tener una confianza para poder entablar conversaciones. Ella se presentó con unas chicas, les dijo que era mi amiga y me hizo hablar con ellas, se fue, cosas del destino terminé con el teléfono de ellas. Mi madre era muy buena haciendo sociales, cosa que luego aprendería de ella y haría que me fuera mejor en las relaciones.
Nos pedimos un taxi, ambos caminábamos errantes y reíamos, ya eran las 4 de la mañana, por suerte al otro día las responsabilidades empezaban tarde. Nos subimos al taxi y ella indicó la dirección de casa, no le importaba pagar de más con tal de llegar enseguida. Mi madre me abrazó y posó su cabeza en mi pecho, el taxista me miraba por el espejo retrovisor y me guiñaba un ojo sonriendo, yo me hacía el galán solo para no dar más explicaciones. El vestido de mi madre se levantaba un poco y se asomaba el triangulo de tela de la tanga, parecía roja. Tenía su cartera encima mio, ni grande ni chica, de repente sentí su mano acercándose a mi entrepierna, yo por joven la tenía parada por default; rápido apretó mi bulto, lo examinó bien apretándolo una y otra vez, el taxista veía y se reía complicemente levantando sus cejas. Mi madre susurró al oído "Esa puta te mintió ¿sabes? está todo más que bien" y se rió. Ví que el taxista no dejaba de prestar atención. Al llegar a casa mi madre pagó y se bajó primero, el taxista que quería ser participe de la narrativa me decía "¡Hasta te pagó el viaje y todo, mas vale que rindas bien pibe eh, mirá que las maduras son las que más piden". Le agradecí el consejo aunque por dentro prefería que ni hable. Una vez adentro revoleó los tacos y la cartera, prendimos otro cigarrillo. Si por vicio normal fumábamos mucho, imaginen ese día, ya íbamos por el segundo atado cada uno. Destapamos una última cerveza, bailamos un rato con música del celular, era todo muy gracioso, aunque su vestido se levantaba y ya se le veía el culo, no era que no lo viera pero me calentaba esa situación. Estábamos en el living, yo seguía con la pija parada y un poco caliente con la situación.
_ Mamá, ¿qué era eso que estaba todo en orden?
_ ¿En serio me preguntás? ¿Te lo repito?
_ Sï... por favor
_ Esto Julián
Volvió a agarrar mi pija pero con más fuerza y con cara de libidinosa empezó a apretarla.
_ Te mintió con que era chiquita, es normal, más que suficiente...
_ ¿Sí? ¿Así te gustan a vos?
_ A mí sí, y me gustan que sepan tratarme sabes...
Sin dudarlo la besé en un ataque de pasión, me abrazó por el cuello mientras yo le subía el vestido y podía confirmar su tanga roja de encaje. Le saqué el vestido, no podía sacarle el corpiño por torpe así que ella hizo eso por mí. Quise hacerme el salvaje tratando de romper los botones de mi camisa pero ella me tomó rápido las manos y con agilidad desabrochó los botones, me sacó todo menos bóxer y medias. Me llevó de la mano a la pieza, adentro bajó el bóxer y mi pija dió ese salto que le da el toque estético a la escena. Mi madre exclamó "Ah, ahora sí nene", se dió vuelta y solita se puso en cuatro, antes le saqué la tanga y ví su concha y culo totalmente depilado, quise entrar de una pero no pude, ella acomodó mi pija en la entrada y en un empujón ya estaba adentro de ella. Tenía su colo a mi voluntad, me quedé un segundo quieto adentro de ella tratando de calmar la mente mientras ella se hacía la paja frotándose el clítoris. Largaba gritos finitos y tratando que sean bajos, pero más se frotaba y más se entregaba, empecé a moverme despacio, entrando y saliendo, ella solo gemía y me decía que iba bien. Saqué la pija porque pensé que iba a acabar, esperé unos segundos, volví a entrar y de a poco aumenté el ritmo, no podía creer que mí pija era la que estaba metiéndose ahí adentro. Me animé a pegarle un chirlo en el culo a lo que ella respondió "¡Más fuerte nene!", obedecí y más fuerte le dí, estaba colorado su culo, pero gemía y gritaba "Sí!" ante cada golpe, trataba de contenerme ante la calentura. Me pidió que le tire el pelo, se tomó la molestia de mostrarme cómo y entre chirlo y tirada de pelo la penetraba, cada vez con más ganas, ella seguía estimulándose aparte.
Como podía trataba de agarrarle una teta y apretarla, pero la sensación de acabar asomó y sentí que no podía controlarlo. No llegué a avisar pero ella apenas sintió mi eyaculación gritó "¡Sí pendejo! si..." mientras con vagina parecía que me exprimía la pija, nunca me habían hecho eso, pero era tan fuerte la contracción que no podía sacar mi pija. Una vez terminado el acto nos tiramos abrazados.
_ ¿Estuve bien ma?
_ Perfecto nene
_ No me fijé el tiempo
_ ¡Dejá de hablar pelotudeces Julián! estuvo tan... tan rico....
Nos quedamos dormidos mientras de a poco se hacía muy tarde, nos quedamos dormidos pero habría más. Pensé en Julieta, en mi madre, en la prostituta que me trató mal, en otra que me trató bien, en hombres y mujeres que pasaron y pensé "no todo está perdido".
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