Vale
Durante la cuarentena, decidí irme a vivir con mi novio. Salimos hace casi 2 años, y durante el encierro decidimos probar suerte viviendo juntos. La verdad que fue mejor de lo que esperaba. Nos llevamos bien y eso hizo que la tensión de esa época pasara más placenteramente.
Pero había algo que me empezó a picar. Yo me autodefino como una chica bien guarra. Me gusta que me traten como una puta en la cama, que me llenen de leche y si es posible, me la den toda en la boca mientras yo feliz muestro como me trago todo el trofeo. Para mi, un buen lechazo en la boca es eso: un trofeo. Y lo disfruto y saboreo con ganas.
Pero por cuestiones que nunca voy a entender, nunca me mostré así en mi noviazgo. Ni yo pedí, tampoco me pidieron. Todos los garches se daban en un ambiente dulce, tierno y romántico. Tanto, que a veces con suavidad, casi sin querer, me tiraba del pelo, y me preguntaba si me había hecho mal. "No, no, está bien" decía yo. "Si supieras..." pensaba para mi.
La costumbre y la rutina hizo que la Valeria guarra y trola quedara enterrada. Hasta que pasó un click, con un compañero del trabajo. Empezó todo con una relación de compañeros normal, pero el tiempo iba a empezar a cambiar las cosas. Se dieron simultáneamente un par de hechos importantes: yo, mal atendida (o mejor dicho, no atendida como a mi me gusta), y él, padre hacía pocos meses (ergo, no la ponía hacía bastante tiempo, más la nueva presión de la paternidad). En definitiva: los dos estábamos re calientes.
Sin querer, empezamos a tener más relación entre nosotros. Conversaciones en el horario de almuerzo, pequeñas charlas a la salida o cuando nos cruzábamos... y empecé a notar miradas, gestos, acercamientos que de a poco se iban dando entre nosotros, cada vez con más confianza.
En los últimos meses todo fue creciendo. Un día, nos cruzamos en el ascensor y quedamos solos... se olía una tensión sexual en el ambiente que solo se cortó cuando la puerta se abrió en el piso de nuestra oficina. Siempre somos de hablar, pero esos segundos que estuvimos solos ninguno dijo nada. Me di cuenta que la cosa iba en serio.
Pero en mi interior, yo no quería engañar a mi novio. Aunque la necesidad de una buena garchada la tenía latente. Y no se por qué, pero intuía que ese chabón si me agarraba me rompía toda. Me mordía los labios pensando en eso.
Empecé a ir al trabajo más provocativa. Él no me decía nada, pero no podía evitar (y tampoco disimulaba) mirar mi escote. La charla hacia lo sexual y la insatisfacción de ambos no tardó en llegar... y mi cabeza explotaba. Las ganas de sexo salvaje por un lado, las ganas de seguir siendo fiel por otro.
- Tengo un problema... no se qué hacer - solté en una reunión con mis amigas. Juli y Agus se quedaron mirando, esperando que siguiera.
- Estoy re enamorada de Nacho... pero... no se... como que quiero otras cosas...
- Otras cosas... como qué... - No sabía como decirlo sin ser tan directa, pero no encontraba las palabras
- No me garcha como me gusta - lo solté.
- Te imaginabas que iba por ese lado, no? - preguntó Agustina a Juli
- Estaba segura que venía por ese lado - respondió mi otra amiga, casi en broma
- En serio chicas... me garcha re romántico - dije resignada, y sabía que ellas iban a entender. Desde chicas que compartimos más que amistad y hemos estado en fiestas y orgías juntas. Y saben lo que me gusta la leche y ser garchada como una trola regalada.
- Y pedileee boluuuudaaa!! - dijeron las dos, a dúo.
- No da...
- Que no da??? después terminás... ya sabés como terminás... - dijo Juli, en referencia a otro noviazgo en el que tuve el mismo problema, y terminé re enfiestada.
- Pero pará... esta cuestión apareció sola... o hay alguien? - Mi silencio respondió solo. Y si, ese compañero de trabajo me calentaba, no podía negarlo.
El consejo final fue simple: "hacés algo para pasar a otro nivel de garche... o tarde o temprano terminás garchando con el del trabajo". Y la verdad, sabía que iba a ser así. Pero en primer lugar, no quería meterle los cuernos a mi novio; y segundo porque me iba a sentir muy mal por estar con un tipo casado y que recién había sido padre.
Pero por más que pusiera toda la onda, el garche seguía siendo muy tranqui. Y encima, en el trabajo organizaron una despedida de año en un bar. Como ya teníamos confianza, nos sentamos juntos y charlamos toda la noche. Encima mi escote era irresistible para su mirada. Me fui al baño, para bajar un poco la morbosidad del momento. Me mojé la cara, colorada de la calentura. Cuando salgo (los baños están en un subsuelo, se podrán imaginar los rosarinos de qué bar hablo) él entraba.
Nos quedamos frente a frente por un instante, me preguntó un par de pavadas como excusa para acercarse y tímidamente tomarme de la cintura. Nuestras caras casi pegadas. Mi tetas estaban alevosamente apretadas contra su pecho y él no dejaba de sacarle los ojos de encima. En un rapto de lucidez, me liberé y volví a mi lugar. Cinco segundos más y nos comíamos la boca.
Fue tanto lo que me excitó ese momento, que terminé escapando a mi casa. Cuando volví, mi novio dormía. Lo desperté tocándole la pija, hasta que la tuvo dura. Él, medio dormido, no entendía nada, pero dejó que yo lo cabalgara, solo un instante, hasta que acabó. Buenas noches y a dormir. Bueno, él. Yo me levanté al baño a pajearme porque no me podía dormir de la calentura y aceleración que tenía.
El lunes en el trabajo volví a ver al flaco. Obvio, me preguntó por qué me había ido. Le dije que me sentía mal y por eso no había saludado. "Me hubieses avisado, te alcanzaba", me dijo rápido de reflejos. Yo me sonreí y le tiré un "mejor no estar solos en un auto después de todo lo que tomamos" y me fui. Obvio que le quedó picando y no paró un segundo en tratar de averiguar que quería decir, aunque él lo sabía bien: terminábamos garchando en medio de la calle.
"Tengo que hacer algo si o si... no aguanto una semana más", escribí en el grupo de mis amigas. Sabía que en esos días mi compañero iba a tirar todos los lobos de caza y yo no sabía cuánto iba a soportar la tentación. Al otro día nos juntamos para hablar del tema. Hicimos una lluvia de ideas para tratar de sacar el lado más salvaje de mi novio, desde normales hasta disparates totales.
- Ah... y cuando ya estén re calientes que no aguanten más... metele el dedo en el culo - interrumpió Juli. Yo quedé sorprendida, porque soy guarra pero no había llegado a eso. - Les encanta. Se vuelven locos. - siguió ella al ver mi cara de sorpresa.
- Se les pone la verga como una roca... en serio, hacelo - completó Agustina. Nunca se deja de conocer secretos de tus amigas. Solo respondí que lo iba a pensar, y nos fuimos.
Cumpliendo con el plan, le propuse a mi novio salir a comer afuera los dos juntos. Elegimos un restaurante elegante, así que salimos bien vestidos ambos. Yo fui con un vestido corto, suelto de la cintura para abajo; y bien ajustado y escotado arriba. Noté como los ojos de mi novio se abrieron al verme salir así.
Luego de comer, empecé a jugar. Me acerqué y llevé mi mano a sus piernas. "Qué hacés?", me preguntó incómodo. Solo respondí subiendo mi mano hasta la verga. "Parece que te gusta", le dije haciéndole notar que la tenía durita.
Agarré una de sus manos y la apoyé en mi pierna. "Como me calienta esto", le susurré al oído mientras él acariciaba mi muslo desnudo. El mozo interrumpió la situación para tomarnos el pedido del postre. "Yo por mi, nada" le dije y se fue. "El postre lo como en casa" le dije al oído. Mi novio no entendía nada. Apenas subimos al auto le comí la boca descargando toda la tensión acumulada. Él me seguía mientras sus manos levantaban el vestido aferrándose de mi cola.
Le bajé los pantalones ahí nomás y empecé a chuparle la pija, totalmente sacada. Pero se la empecé a chupar como la Vale adolescente lo hacía. Desesperada, con mucha saliva, clavándola bien adentro hasta sacarla tosiendo. "Arrancá", le ordené y yo quedé ahí abajo todo el viaje. Llegamos a casa desesperados. Subimos al ascensor y seguimos.
Me arrinconó (ya con el vestido en la cintura) y descubrió la tanguita que tenía puesta. "Te gusta?" le pregunté mientas giraba mostrándole la cola. Si bien mi culo no es mi principal atractivo, digamos, esa tanguita negra bien chiquita que apenas podía verse un hilito en la cintura y el resto todo devorado entre mis nalgas, calentaba bastante.
Llegamos al departamento y otra vez, entramos a los besos. La ropa fue quedando tirada en el piso, en el camino a la cama. "Dejate el vestido un rato", me suplicó y me encantó. Me tiró en la cama y me manoseó toda. Un poco metiendo mano dentro, otro poco por encima del vestido. Me agarró fuerte las tetas (que parecían más grandes) y metía la cara entre medio. Él ya estaba desnudo, lo hice parar en la cama y arrodillada ante él, empecé a mostrarle como peteaba su novia antes de conocerlo.
Lo agarré de las bolas y con la lengua recorrí todo el tronco hasta llegar a la cabeza. Abrí grande la boca, y metí la puntita. Con la otra mano, empecé a pajearlo. De a poco fui bajando, clavándome más la verga. Cuando llegó al fondo de la garganta empezaron a aparecer las primeras arcadas. "Cuidado mi amor", me dijo él, saliendo del clima caliente que habíamos generado.
"Callate... hoy no te preocupes por nada, si algo me duele o me molesta yo te aviso". Dicho esto, su verga desapareció en mi boca, la dejé clavada un rato hasta que la saqué chorreando saliva. De vez en cuando levantaba la vista, y podía notar la carita de sorpresa que tenía al ver a su adorable novia petearlo entre la tos y las arcadas, como la puta más guarra del condado.
Tomé aire un par de veces, y volví a meterla. Mi mano resbalaba por el tronco lubricado con mi saliva. Lo tiré en la cama boca arriba y terminé de desvestirme. Me saqué la tanguita y luego de besarlo, se la metí en la boca. Agarré la verga y largué toda la saliva sobre su tronco, mientas mis manos la desparramaban. "Ay mi amor... ay mi amor" balbuceaba él (sin sacarse la tanga de la boca).
Fui subiendo, besando su cuerpo, hasta llegar a su boca. Le arranqué la tanga mojada por mis flujos y su saliva y lo besé con todo el sabor a pija en la lengua. Agarré sus manos y las apoyé en mi cabeza. Fui haciendo fuerza, hasta que comprendió lo que quería: que sus manos me guíen nuevamente a su pija. Quería sentir como mi macho me obligaba a comerle la poronga nuevamente.
Otra vez abajo, seguí peteando, pero ahora sus manos empujaban mi cabeza hacia adentro. Me encantó cuando noté que se olvidó de todo y voluntariamente empujaba su verga hasta el fondo. Me sostenía un rato, y me soltaba. Mi cara de felicidad contrastaba con la de sorpresa de él. "De nuevo, mi amor" le pedí y solita me metí su poronga en la boca.
Él, obediente, empujó mi cabeza y levantó sus caderas clavándome la verga. Empecé a toser, pero sus manos no dejaban que yo pudiera liberarme. Sentí como mi conchita chorreaba de la calentura que me generaba sentirme atravesada por una verga después de tanto tiempo.
Su pija estaba a punto de estallar. Me subí arriba y lo cabalgué desesperada. Me agarré de sus hombros, levantando la cola y dejándome caer violentamente sobre su cuerpo. No aguantó mucho. Pegó un grito de liberación y empecé a sentir la lechita calentita inundar mi concha. Seguí moviendo las caderas con la pija clavada, exprimiendo toda la verga de mi novio, mientras tocaba su cuerpo y lo miraba con lujuria.
Cuando perdió dureza, me acosté a su lado dejando su pija flácida colgando hacia un lado. Lo besé y me acomodé para pajearme. Le puse mis tetas en la boca y mientras él me las chupaba, yo me pajeaba. Mis dedos se lubricaban con la leche que salía de mi interior. "Te gustan?" le susurraba al oído, entre gemidos. Él solo asentía con la cabeza, sin sacar los pezones de su boca. "Chupamela que exploto" le supliqué y él rápido se acomodó entre mis piernas y me la chupó hasta hacerme acabar.
Ya calmados, se acostó al lado mío. Recuperamos la respiración un instante, pero yo seguía encendida. Lo agarré de la verga para empezar a chuparsela, pero me frenó. Entonces, sacada, agarré el cinto de su pantalón y le até las manos sobre la cabeza. Me senté en su pecho mientras tiernamente acariciaba su cara.
De pronto, dejando la ternura de lado, me trepé a su cara apoyando mi concha en su boca. "Dale... dale" lo incitaba mientras agarraba su cabeza de los pelos y la movía pajeándome con su lengua. Me moví sobre su boca hasta que dejé sus mejillas chorreando de mi acabada. Él no lo podía creer, se lo notaba sacado.
Pero ahora no lo iba a dejar actuar. Fui bajando besando su cuerpo, hasta la poronga. Ya se notaba más paradita, aunque no bien dura. Pero no por mucho. Lamí desde las bolas hasta la punta y con habilidad me la metí en la boca sin usar las manos. Se la chupé sintiendo como iba tomando forma. Con la mano desparramaba la saliva que chorreaba por el tronco. Mi boca fue a sus bolas, y mi lengua empezó a jugar tal como me habían enseñado mis amigas.
- Qué hacés?!"- me dijo cuando levanté sus piernas para que su colita quedara a mi disposición.
- Callate - le ordené, y mi lengua empezó a hurgar en su ano. Los "no" se fueron transformando en "si" y "no parés". Su verga (tal como me habían anticipado) se puso dura como una piedra.
- Mi amor... mi amor... - se notaba que me quería decir algo, pero no podía. Con una sonrisa triunfal me subí encima suyo clavándome la pija en la conchita. La verga resbaló hasta el fondo, ayudada por la lubricación de mis jugos producto de la calentura descomunal que tenía.
"Mi amor..." seguía repitiendo mi novio, sin encontrar las palabras; mientras yo lo cabalgaba desesperada. Tiré mi cuerpo hacia adelante y le tapé la boca con mis tetas. El movimiento de mi cuerpo hacía que los pezones rozaran en su lengua.
Agarré sus manos, le chupé los dedos y los llevé a mi cola. Nunca le había entregado la cola. Él no la había pedido, yo tampoco... pero eso iba a cambiar. Con los dedos embardunados en mi saliva, lo hice penetrarme. Mientras yo seguía con la verga en la concha, sus dedos se metieron por atrás.
"Me vas a romper la colita hoy", le dije susurrándole al oído. "Si querés...", me respondió él. "No te estoy preguntando... te lo estoy ordenando" le dije para que quede bien claro lo que iba a pasar en breve. Aceleré el ritmo de la cabalgada y lo dejé a punto de explotar. Me bajé, y me acomodé en 4 en el medio de la cama.
Él se puso atrás y me penetró. "Dame más fuerte", empecé a pincharlo. "Cogeme dale" seguía pidiéndole. El ritmo que daba era parejo, pero tranquilo. De a poco se fue soltado. Me pegó un par de chirlos, que me sacaron más gemidos. Se aferró de mis caderas y empezó a clavarmela con fuerza haciendo que nuestros cuerpos se estrellen. Lo que extrañaba ese ruido salvaje!!!
"Ay mi amor rompeme la cola..." le supliqué. Cuando vi que se quedó sin saber qué hacer, empecé a indicarle. Primero, me chupó la cola pasando su lengua desde la concha hasta el agujerito de mi ano. Ahí se quedó y lo rodeaba intentando abrirlo. Luego, sus dedos me penetraron de a poco. Cuando estuve bien preparada, se acomodó y me penetró.
Hacía rato que no me culeaban, así que la entrada no fue fácil. "Avisame si te duele" me decía él, pero a mi no me importaba nada. "Metela de una" le dije mientras aguantaba el dolor inicial de sentir el ano acostumbrarse a la verga. Él, al notar que costaba, no se animaba a enterrarla de golpe.
Tomé aire y de un empujón moví mis caderas hacia atrás haciendo que su verga se clavara de una. Mi cola chocó contra su cuerpo, señal que ya no había ni un centímetro de carne por enterrar. El primer grito, sin dudas, fue de dolor, pero el tiempo se encargó de pasar a gemidos de placer al volver a sentir una pija taladrándome el culo. Él se fue sintiendo más cómodo y me terminó pegando una culeada fantástica. Cuando estuvo por acabar, lo hice frenar y acostarse.
Quería terminar mi obra de una manera que no se la olvide más. Me puse entre sus piernas y empecé a chuparle la pija. Desesperada, metía y sacaba el tronco en mi boca. La sacaba y me refregaba toda la verga baboseada por la cara y volvía a chuparla. "Te voy a contar algo... que no sabías de mi", le dije mientras seguía con la pija en la garganta. Él se notaba tenso, sin saber qué iba a decir.
Otra vez, levanté sus piernas y le chupé un poco la cola, pero esta vez no era mi intención usar la lengua nomás. Dejé el ano embardunado de saliva y volví a la pija. Me la clavé hasta el fondo y acomodé un dedito para penetrarlo. Primero se tensionó, pero a medida que la yema del dedo rozaba la entrada se relajó... cuando noté que estaba listo, sin aviso, le clavé casi la mitad del dedo (creo que me zarpé por ser la primera vez pero bueno... tampoco se quejó tanto jeje).
Su verga en mi boca se puso más dura que antes. Me re calentó notar esto, y empecé a cogerle el orto mientras le chupaba la pija. No aguantó nada pobrecito. Explotó dentro de mi boca con una potencia terrible, mientras el tronco de la verga no paraba de temblar. Mi dedo quedó apretado por las contracciones del ano de mi novio, que no podía emitir sonido del éxtasis que había tenido.
Cuando de su pija dejó de fluir semen, me levanté gateando sobre su cuerpo hasta quedar casi cara a cara. Abrí la boca y le mostré toda la leche que me había descargado, cerré los labios y tragué todo. "Me encanta que me den la lechita en la boca y tragarme todo", le dije confesándole de la manera más práctica posible uno de mis placeres ocultos (queda otro, que me acaben en la cara y me la dejen chorreando de leche pero me pareció que era demasiado... la próxima, seguro sale).
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Despechada, después de pelearse con un novio anterior
Enfiestada por los amigos del hermano
Entregando la cola por primera vez
Enfiestando conmigo a un flaco
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Indice
Durante la cuarentena, decidí irme a vivir con mi novio. Salimos hace casi 2 años, y durante el encierro decidimos probar suerte viviendo juntos. La verdad que fue mejor de lo que esperaba. Nos llevamos bien y eso hizo que la tensión de esa época pasara más placenteramente.
Pero había algo que me empezó a picar. Yo me autodefino como una chica bien guarra. Me gusta que me traten como una puta en la cama, que me llenen de leche y si es posible, me la den toda en la boca mientras yo feliz muestro como me trago todo el trofeo. Para mi, un buen lechazo en la boca es eso: un trofeo. Y lo disfruto y saboreo con ganas.
Pero por cuestiones que nunca voy a entender, nunca me mostré así en mi noviazgo. Ni yo pedí, tampoco me pidieron. Todos los garches se daban en un ambiente dulce, tierno y romántico. Tanto, que a veces con suavidad, casi sin querer, me tiraba del pelo, y me preguntaba si me había hecho mal. "No, no, está bien" decía yo. "Si supieras..." pensaba para mi.
La costumbre y la rutina hizo que la Valeria guarra y trola quedara enterrada. Hasta que pasó un click, con un compañero del trabajo. Empezó todo con una relación de compañeros normal, pero el tiempo iba a empezar a cambiar las cosas. Se dieron simultáneamente un par de hechos importantes: yo, mal atendida (o mejor dicho, no atendida como a mi me gusta), y él, padre hacía pocos meses (ergo, no la ponía hacía bastante tiempo, más la nueva presión de la paternidad). En definitiva: los dos estábamos re calientes.
Sin querer, empezamos a tener más relación entre nosotros. Conversaciones en el horario de almuerzo, pequeñas charlas a la salida o cuando nos cruzábamos... y empecé a notar miradas, gestos, acercamientos que de a poco se iban dando entre nosotros, cada vez con más confianza.
En los últimos meses todo fue creciendo. Un día, nos cruzamos en el ascensor y quedamos solos... se olía una tensión sexual en el ambiente que solo se cortó cuando la puerta se abrió en el piso de nuestra oficina. Siempre somos de hablar, pero esos segundos que estuvimos solos ninguno dijo nada. Me di cuenta que la cosa iba en serio.
Pero en mi interior, yo no quería engañar a mi novio. Aunque la necesidad de una buena garchada la tenía latente. Y no se por qué, pero intuía que ese chabón si me agarraba me rompía toda. Me mordía los labios pensando en eso.
Empecé a ir al trabajo más provocativa. Él no me decía nada, pero no podía evitar (y tampoco disimulaba) mirar mi escote. La charla hacia lo sexual y la insatisfacción de ambos no tardó en llegar... y mi cabeza explotaba. Las ganas de sexo salvaje por un lado, las ganas de seguir siendo fiel por otro.
- Tengo un problema... no se qué hacer - solté en una reunión con mis amigas. Juli y Agus se quedaron mirando, esperando que siguiera.
- Estoy re enamorada de Nacho... pero... no se... como que quiero otras cosas...
- Otras cosas... como qué... - No sabía como decirlo sin ser tan directa, pero no encontraba las palabras
- No me garcha como me gusta - lo solté.
- Te imaginabas que iba por ese lado, no? - preguntó Agustina a Juli
- Estaba segura que venía por ese lado - respondió mi otra amiga, casi en broma
- En serio chicas... me garcha re romántico - dije resignada, y sabía que ellas iban a entender. Desde chicas que compartimos más que amistad y hemos estado en fiestas y orgías juntas. Y saben lo que me gusta la leche y ser garchada como una trola regalada.
- Y pedileee boluuuudaaa!! - dijeron las dos, a dúo.
- No da...
- Que no da??? después terminás... ya sabés como terminás... - dijo Juli, en referencia a otro noviazgo en el que tuve el mismo problema, y terminé re enfiestada.
- Pero pará... esta cuestión apareció sola... o hay alguien? - Mi silencio respondió solo. Y si, ese compañero de trabajo me calentaba, no podía negarlo.
El consejo final fue simple: "hacés algo para pasar a otro nivel de garche... o tarde o temprano terminás garchando con el del trabajo". Y la verdad, sabía que iba a ser así. Pero en primer lugar, no quería meterle los cuernos a mi novio; y segundo porque me iba a sentir muy mal por estar con un tipo casado y que recién había sido padre.
Pero por más que pusiera toda la onda, el garche seguía siendo muy tranqui. Y encima, en el trabajo organizaron una despedida de año en un bar. Como ya teníamos confianza, nos sentamos juntos y charlamos toda la noche. Encima mi escote era irresistible para su mirada. Me fui al baño, para bajar un poco la morbosidad del momento. Me mojé la cara, colorada de la calentura. Cuando salgo (los baños están en un subsuelo, se podrán imaginar los rosarinos de qué bar hablo) él entraba.
Nos quedamos frente a frente por un instante, me preguntó un par de pavadas como excusa para acercarse y tímidamente tomarme de la cintura. Nuestras caras casi pegadas. Mi tetas estaban alevosamente apretadas contra su pecho y él no dejaba de sacarle los ojos de encima. En un rapto de lucidez, me liberé y volví a mi lugar. Cinco segundos más y nos comíamos la boca.
Fue tanto lo que me excitó ese momento, que terminé escapando a mi casa. Cuando volví, mi novio dormía. Lo desperté tocándole la pija, hasta que la tuvo dura. Él, medio dormido, no entendía nada, pero dejó que yo lo cabalgara, solo un instante, hasta que acabó. Buenas noches y a dormir. Bueno, él. Yo me levanté al baño a pajearme porque no me podía dormir de la calentura y aceleración que tenía.
El lunes en el trabajo volví a ver al flaco. Obvio, me preguntó por qué me había ido. Le dije que me sentía mal y por eso no había saludado. "Me hubieses avisado, te alcanzaba", me dijo rápido de reflejos. Yo me sonreí y le tiré un "mejor no estar solos en un auto después de todo lo que tomamos" y me fui. Obvio que le quedó picando y no paró un segundo en tratar de averiguar que quería decir, aunque él lo sabía bien: terminábamos garchando en medio de la calle.
"Tengo que hacer algo si o si... no aguanto una semana más", escribí en el grupo de mis amigas. Sabía que en esos días mi compañero iba a tirar todos los lobos de caza y yo no sabía cuánto iba a soportar la tentación. Al otro día nos juntamos para hablar del tema. Hicimos una lluvia de ideas para tratar de sacar el lado más salvaje de mi novio, desde normales hasta disparates totales.
- Ah... y cuando ya estén re calientes que no aguanten más... metele el dedo en el culo - interrumpió Juli. Yo quedé sorprendida, porque soy guarra pero no había llegado a eso. - Les encanta. Se vuelven locos. - siguió ella al ver mi cara de sorpresa.
- Se les pone la verga como una roca... en serio, hacelo - completó Agustina. Nunca se deja de conocer secretos de tus amigas. Solo respondí que lo iba a pensar, y nos fuimos.
Cumpliendo con el plan, le propuse a mi novio salir a comer afuera los dos juntos. Elegimos un restaurante elegante, así que salimos bien vestidos ambos. Yo fui con un vestido corto, suelto de la cintura para abajo; y bien ajustado y escotado arriba. Noté como los ojos de mi novio se abrieron al verme salir así.
Luego de comer, empecé a jugar. Me acerqué y llevé mi mano a sus piernas. "Qué hacés?", me preguntó incómodo. Solo respondí subiendo mi mano hasta la verga. "Parece que te gusta", le dije haciéndole notar que la tenía durita.
Agarré una de sus manos y la apoyé en mi pierna. "Como me calienta esto", le susurré al oído mientras él acariciaba mi muslo desnudo. El mozo interrumpió la situación para tomarnos el pedido del postre. "Yo por mi, nada" le dije y se fue. "El postre lo como en casa" le dije al oído. Mi novio no entendía nada. Apenas subimos al auto le comí la boca descargando toda la tensión acumulada. Él me seguía mientras sus manos levantaban el vestido aferrándose de mi cola.
Le bajé los pantalones ahí nomás y empecé a chuparle la pija, totalmente sacada. Pero se la empecé a chupar como la Vale adolescente lo hacía. Desesperada, con mucha saliva, clavándola bien adentro hasta sacarla tosiendo. "Arrancá", le ordené y yo quedé ahí abajo todo el viaje. Llegamos a casa desesperados. Subimos al ascensor y seguimos.
Me arrinconó (ya con el vestido en la cintura) y descubrió la tanguita que tenía puesta. "Te gusta?" le pregunté mientas giraba mostrándole la cola. Si bien mi culo no es mi principal atractivo, digamos, esa tanguita negra bien chiquita que apenas podía verse un hilito en la cintura y el resto todo devorado entre mis nalgas, calentaba bastante.
Llegamos al departamento y otra vez, entramos a los besos. La ropa fue quedando tirada en el piso, en el camino a la cama. "Dejate el vestido un rato", me suplicó y me encantó. Me tiró en la cama y me manoseó toda. Un poco metiendo mano dentro, otro poco por encima del vestido. Me agarró fuerte las tetas (que parecían más grandes) y metía la cara entre medio. Él ya estaba desnudo, lo hice parar en la cama y arrodillada ante él, empecé a mostrarle como peteaba su novia antes de conocerlo.
Lo agarré de las bolas y con la lengua recorrí todo el tronco hasta llegar a la cabeza. Abrí grande la boca, y metí la puntita. Con la otra mano, empecé a pajearlo. De a poco fui bajando, clavándome más la verga. Cuando llegó al fondo de la garganta empezaron a aparecer las primeras arcadas. "Cuidado mi amor", me dijo él, saliendo del clima caliente que habíamos generado.
"Callate... hoy no te preocupes por nada, si algo me duele o me molesta yo te aviso". Dicho esto, su verga desapareció en mi boca, la dejé clavada un rato hasta que la saqué chorreando saliva. De vez en cuando levantaba la vista, y podía notar la carita de sorpresa que tenía al ver a su adorable novia petearlo entre la tos y las arcadas, como la puta más guarra del condado.
Tomé aire un par de veces, y volví a meterla. Mi mano resbalaba por el tronco lubricado con mi saliva. Lo tiré en la cama boca arriba y terminé de desvestirme. Me saqué la tanguita y luego de besarlo, se la metí en la boca. Agarré la verga y largué toda la saliva sobre su tronco, mientas mis manos la desparramaban. "Ay mi amor... ay mi amor" balbuceaba él (sin sacarse la tanga de la boca).
Fui subiendo, besando su cuerpo, hasta llegar a su boca. Le arranqué la tanga mojada por mis flujos y su saliva y lo besé con todo el sabor a pija en la lengua. Agarré sus manos y las apoyé en mi cabeza. Fui haciendo fuerza, hasta que comprendió lo que quería: que sus manos me guíen nuevamente a su pija. Quería sentir como mi macho me obligaba a comerle la poronga nuevamente.
Otra vez abajo, seguí peteando, pero ahora sus manos empujaban mi cabeza hacia adentro. Me encantó cuando noté que se olvidó de todo y voluntariamente empujaba su verga hasta el fondo. Me sostenía un rato, y me soltaba. Mi cara de felicidad contrastaba con la de sorpresa de él. "De nuevo, mi amor" le pedí y solita me metí su poronga en la boca.
Él, obediente, empujó mi cabeza y levantó sus caderas clavándome la verga. Empecé a toser, pero sus manos no dejaban que yo pudiera liberarme. Sentí como mi conchita chorreaba de la calentura que me generaba sentirme atravesada por una verga después de tanto tiempo.
Su pija estaba a punto de estallar. Me subí arriba y lo cabalgué desesperada. Me agarré de sus hombros, levantando la cola y dejándome caer violentamente sobre su cuerpo. No aguantó mucho. Pegó un grito de liberación y empecé a sentir la lechita calentita inundar mi concha. Seguí moviendo las caderas con la pija clavada, exprimiendo toda la verga de mi novio, mientras tocaba su cuerpo y lo miraba con lujuria.
Cuando perdió dureza, me acosté a su lado dejando su pija flácida colgando hacia un lado. Lo besé y me acomodé para pajearme. Le puse mis tetas en la boca y mientras él me las chupaba, yo me pajeaba. Mis dedos se lubricaban con la leche que salía de mi interior. "Te gustan?" le susurraba al oído, entre gemidos. Él solo asentía con la cabeza, sin sacar los pezones de su boca. "Chupamela que exploto" le supliqué y él rápido se acomodó entre mis piernas y me la chupó hasta hacerme acabar.
Ya calmados, se acostó al lado mío. Recuperamos la respiración un instante, pero yo seguía encendida. Lo agarré de la verga para empezar a chuparsela, pero me frenó. Entonces, sacada, agarré el cinto de su pantalón y le até las manos sobre la cabeza. Me senté en su pecho mientras tiernamente acariciaba su cara.
De pronto, dejando la ternura de lado, me trepé a su cara apoyando mi concha en su boca. "Dale... dale" lo incitaba mientras agarraba su cabeza de los pelos y la movía pajeándome con su lengua. Me moví sobre su boca hasta que dejé sus mejillas chorreando de mi acabada. Él no lo podía creer, se lo notaba sacado.
Pero ahora no lo iba a dejar actuar. Fui bajando besando su cuerpo, hasta la poronga. Ya se notaba más paradita, aunque no bien dura. Pero no por mucho. Lamí desde las bolas hasta la punta y con habilidad me la metí en la boca sin usar las manos. Se la chupé sintiendo como iba tomando forma. Con la mano desparramaba la saliva que chorreaba por el tronco. Mi boca fue a sus bolas, y mi lengua empezó a jugar tal como me habían enseñado mis amigas.
- Qué hacés?!"- me dijo cuando levanté sus piernas para que su colita quedara a mi disposición.
- Callate - le ordené, y mi lengua empezó a hurgar en su ano. Los "no" se fueron transformando en "si" y "no parés". Su verga (tal como me habían anticipado) se puso dura como una piedra.
- Mi amor... mi amor... - se notaba que me quería decir algo, pero no podía. Con una sonrisa triunfal me subí encima suyo clavándome la pija en la conchita. La verga resbaló hasta el fondo, ayudada por la lubricación de mis jugos producto de la calentura descomunal que tenía.
"Mi amor..." seguía repitiendo mi novio, sin encontrar las palabras; mientras yo lo cabalgaba desesperada. Tiré mi cuerpo hacia adelante y le tapé la boca con mis tetas. El movimiento de mi cuerpo hacía que los pezones rozaran en su lengua.
Agarré sus manos, le chupé los dedos y los llevé a mi cola. Nunca le había entregado la cola. Él no la había pedido, yo tampoco... pero eso iba a cambiar. Con los dedos embardunados en mi saliva, lo hice penetrarme. Mientras yo seguía con la verga en la concha, sus dedos se metieron por atrás.
"Me vas a romper la colita hoy", le dije susurrándole al oído. "Si querés...", me respondió él. "No te estoy preguntando... te lo estoy ordenando" le dije para que quede bien claro lo que iba a pasar en breve. Aceleré el ritmo de la cabalgada y lo dejé a punto de explotar. Me bajé, y me acomodé en 4 en el medio de la cama.
Él se puso atrás y me penetró. "Dame más fuerte", empecé a pincharlo. "Cogeme dale" seguía pidiéndole. El ritmo que daba era parejo, pero tranquilo. De a poco se fue soltado. Me pegó un par de chirlos, que me sacaron más gemidos. Se aferró de mis caderas y empezó a clavarmela con fuerza haciendo que nuestros cuerpos se estrellen. Lo que extrañaba ese ruido salvaje!!!
"Ay mi amor rompeme la cola..." le supliqué. Cuando vi que se quedó sin saber qué hacer, empecé a indicarle. Primero, me chupó la cola pasando su lengua desde la concha hasta el agujerito de mi ano. Ahí se quedó y lo rodeaba intentando abrirlo. Luego, sus dedos me penetraron de a poco. Cuando estuve bien preparada, se acomodó y me penetró.
Hacía rato que no me culeaban, así que la entrada no fue fácil. "Avisame si te duele" me decía él, pero a mi no me importaba nada. "Metela de una" le dije mientras aguantaba el dolor inicial de sentir el ano acostumbrarse a la verga. Él, al notar que costaba, no se animaba a enterrarla de golpe.
Tomé aire y de un empujón moví mis caderas hacia atrás haciendo que su verga se clavara de una. Mi cola chocó contra su cuerpo, señal que ya no había ni un centímetro de carne por enterrar. El primer grito, sin dudas, fue de dolor, pero el tiempo se encargó de pasar a gemidos de placer al volver a sentir una pija taladrándome el culo. Él se fue sintiendo más cómodo y me terminó pegando una culeada fantástica. Cuando estuvo por acabar, lo hice frenar y acostarse.
Quería terminar mi obra de una manera que no se la olvide más. Me puse entre sus piernas y empecé a chuparle la pija. Desesperada, metía y sacaba el tronco en mi boca. La sacaba y me refregaba toda la verga baboseada por la cara y volvía a chuparla. "Te voy a contar algo... que no sabías de mi", le dije mientras seguía con la pija en la garganta. Él se notaba tenso, sin saber qué iba a decir.
Otra vez, levanté sus piernas y le chupé un poco la cola, pero esta vez no era mi intención usar la lengua nomás. Dejé el ano embardunado de saliva y volví a la pija. Me la clavé hasta el fondo y acomodé un dedito para penetrarlo. Primero se tensionó, pero a medida que la yema del dedo rozaba la entrada se relajó... cuando noté que estaba listo, sin aviso, le clavé casi la mitad del dedo (creo que me zarpé por ser la primera vez pero bueno... tampoco se quejó tanto jeje).
Su verga en mi boca se puso más dura que antes. Me re calentó notar esto, y empecé a cogerle el orto mientras le chupaba la pija. No aguantó nada pobrecito. Explotó dentro de mi boca con una potencia terrible, mientras el tronco de la verga no paraba de temblar. Mi dedo quedó apretado por las contracciones del ano de mi novio, que no podía emitir sonido del éxtasis que había tenido.
Cuando de su pija dejó de fluir semen, me levanté gateando sobre su cuerpo hasta quedar casi cara a cara. Abrí la boca y le mostré toda la leche que me había descargado, cerré los labios y tragué todo. "Me encanta que me den la lechita en la boca y tragarme todo", le dije confesándole de la manera más práctica posible uno de mis placeres ocultos (queda otro, que me acaben en la cara y me la dejen chorreando de leche pero me pareció que era demasiado... la próxima, seguro sale).
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Indice
32 comentarios - Cómo educar a tu novio
gracias por comentar
gracias por comentar. espero disfrutes los otros
espero disfrutes los otros jeje
ese tema tbn lo he pensando de ciertas cosas como decirlas xD
se puede saber quien es la otra que comparte podio?? 😃
gracias por comentar 😉
Buen relato
Intensos orgasmos para el 2022
gracias por comentar!
gracias por comentar! 🙂
que lindo cuando te cogen la boca con la conchita 🤤
Excelente relato, como siempre Juli!
gracias por comentar
la que hizo todo esto fue mi amiga, no yo. en el indice vas a encontrar otros relatos, con experiencias mias 😉
Quiero una experiencia asi!!
gracias por comentar!