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La increíble acabada anal con mi amante

Toqué el timbre de su departamento y desde el contestador me atendió. Me avisó que ya bajaba.
Ella apareció en el hall de entrada vestida con jean, zapatillas y una remera muy tono hippie. Su pelo enrulado castaño estaba recogido, y tenía un andar felino hipnotizante.
Hacía años la conocía, hacía tiempo teníamos un affair clandestino pero no podíamos dejar de vernos.

Al pasar a su departamento me preguntó si quería tomar algo, solamente le respondí que agua. Siempre me pasaba lo mismo… en la previa me encantaba la idea de verla pero al momento de materializarse la culpa me invadía. La culpa de lo prohibido. Pero ya estaba ahí, y quería estar con ella.

Luego de unas charlas superfluas, me invitó a pasar a su habitación.
“Vamos a pasar a la Party Room”

La besé. Su boca olía a cigarrillo, culpa, pasión y sexo. Me encendió. Nos besamos fuertemente, de pie, al lado de su cama. No había vuelta atrás, quería poseerla, quería estar adentro suyo. Mi pija se empezó a parar. Los besos siguieron, cada vez mas fuertes, mas animales.
Le quité la remera, sacando a relucir unos pechos preciosos con pezones puntiagudos, duros como el frío que se respiraba fuera de esa habitación en el día de invierno. Empecé a chuparlos. Era como mamar todo lo prohibido del mundo, todo lo que me habían dicho que no debía hacer, todo lo que estaba mal. Me sentía una mala persona, y eso me excitaba cada vez más.
Mi pija se ponía cada vez más tiesa. Me quité mi ropa. Le saqué su jean, ella tenía una bombacha blanca que también quité rápidamente dejando al descubierto su vagina sin depilar. Bienvenido a la casa del pecado.

Nos tendimos en la cama y comencé a masturbarla. Tocaba su clítoris y vagina húmeda mientras su lengua demoníaca me besaba; mientras con la otra mano la agarraba fuertemente del pelo. Ella con una mano libre mientras, me agarraba la pija, jugando con ella, sonriendo.
La increíble acabada anal con mi amante

La puse en cuatro patas y la penetré. Así como estábamos, al natural, sin preservativo, a pelo (no me siento orgulloso de esto, no lo recomiendo, pero era una época que eso me excitaba). No me importaba mi propio placer en realidad, mi único objetivo era que ella acabara por la concha. El sexo era duro y sus gritos retumbaban por la habiación. Los dos cuerpos ya estaban empapados, sudorosos. El calor y la electricidad se sentían en todo el ambiente.
Su boca formaba un círculo abierto, mientras gemía, su pelo castaño, ya más oscuro y sedoso por la transpiración recaía en toda su espalda finalizando en un culo redondo y precioso ya dilatado. Y a unos centímetros más abajo, la vagina empapada y mi pija entrando y saliendo a un ritmo cronometrado.
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Volví a posar mi vista sobre su culo, y aprovechando mi posición, empecé a masajearle el ano con mi mano derecha. Lo masajié mientras la penetración seguía, los gemidos seguían y mi pija estaba cada vez más dura y roja.
Retiré momentáneamente mi miembro de su concha, y me zambullí de cabeza en su vagina, comiendola, pasando mi lengua por todos sus pliegues lubricados, metiendo mi lengua hasta lo más profundo de su ser, como si fuera un nuevo falo. Una vez ya bien comida esa concha, pasé a comerle el culo con la mayor fuerza posible. Estaba ya algo dilatado, mi lengua ya podía ingresar un poco a través de su asterisco. Aproveché el momento de retirar mi cara dejandole la mayor cantidad de saliva posible en su ano. Con mi mano izquierda volví a tomar mi pija y se la volví a introducir en la concha, retomando la penetración, al mismo tiempo que con mi mano derecha chupé uno de mis dedos y se lo introduje con paciencia en su culito.

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La sensación de placer era increíble y máxima. Seguía penetrándola sin perder ritmo, pero ahora la presión aumentaba, podía sentir con mi pija las paredes de su interior estrechándose un poco más, la presión aumentar… llegué a sentir con mi pija el dedo que estaba ejerciendo presión en su culo, y en mi dedo sentía la sensación de mi pija entrando y saliendo de su concha.

Al tiempo, retiré mi pija de su concha y la apunté hacia su culo. No había lubricante a mano, y el tiempo en esa instancia apremia. Escupí encima de mi miembro, y distribuí la saliva con mi mano desde la cabeza hasta la mitad del mismo, lubricándolo. Posicionada mi pija sobre su ano, volví a escupirle para reforzar la lubricación, y de a poco empecé a introducirle la cabeza de la pija en su culo.

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El calor y el ambiente era increíblemente denso ya, se respiraba una tensión en el ambiente impresionante. Los dos cuerpos ya estaban empapados, pero traté de que la ansiedad no me gane y fui muy de a poco, milímetro a milímetro inyectando mi pija de a poco en su culo.

Al llegar a un cuarto de miembro en su interior, entre gemidos y jadeos, estos se detienen. Ella me mira dando vuelta su cara y me dice, con algo de preocupación: “No va a entrar, está muy grande”.
Quiero aclarar que tengo el miembro de proporciones normales, no me voy a hacer el pijudo a esta altura del relato. Pero es cierto que era tal el grado de excitación que teníamos, que mi pija estaba en llamas y con una rigidez extraordinaria.
No podía dar vuelta atrás ahora, tenía que ser un poco más sutil. Ser amable con su cuerpo. La excitación era demasiada para no aprovecharla… y el sexo anal con ella era de lo mejor que había probado y quería seguir adelante como dé lugar.
Respiramos profundamente, y tomé mi mano izquierda. La pasé por debajo de su cadera, y empecé a tocarle su clítoris y vagina. Seguí masturbandola con caricias suaves pero firmes, para que retome la excitación a nivel vaginal. Pasó un pequeño rato hasta que los gemidos volvieron, y empecé a masturbarla de forma más fuerte. Los gemidos eran de vuelta cada vez más notorios y ruidosos, por lo cual procedí a retomar la actividad de empujar de poco mi miembro en su interior.
Media pija adentro, tres cuartos, y ya al final mi cadera estaba tocando sus nalgas. Mi miembro estaba clavado ya en su interior y no se vislumbraba un centímetro más de pija 
que pueda entrar.

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Seguí masturbando su vagina ahora cada vez más fuerte, hasta que noté una relajación mayor lo cual me permitió retomar el famoso mete-saca, esta vez con un poco más de cuidado y ritmo algo menor ya que estaba en el interior de su culo.
La tensión fue cada vez más en aumentó, sin dejar de que mi mano deje de masturbarla, hasta que por una casualidad o ocurrencia, pude posicionarme mejor, dejando mi mano con más libertad y le introduje un dedo en su vagina.
La sensación de presión y placer que sentimos en ese momento fue inigualable, ella gritaba de placer cada vez más notoriamente, levando un poco mas sus caderas, yo cargando un poco mas de peso en mis piernas, dejándome con más posibilidades de ir más a fondo, tanto con mi pija en su culo como con mi mano en su concha.
Pasamos de estar en cuatro patas a estar casi, uno encima del otro, lo cual me permitió penetrarla cada vez más a fondo. Mi pija estaba hecha de hierro en esa altura, un hierro candente sacado a rojo vivo de una fundición. Y su culo lo recibía, sin quejas, cada vez más dilatado y dispuesto a cargar con la presión de un falo en su interior.
Culo


Seguimos así por un largo rato, hasta que decidí introducir un dedo más en su vagina. Ya eran dos, y la presión era máxima. La sensación en esos instantes fue algo indescriptible y grandiosa. En mis dedos, húmedos a más no poder por la excitación de su concha, sentía cada vez que me introducía al máximo, la tensión generada por mi pija en su culo. Y mi pija, a presión máxima sentía la presencia de los dedos jugar e introducirse a través de las paredes inferiores de su recto.
Estuvimos así, vaya a saber quien cuanto tiempo, fue una situación indescriptible y salvaje que se prolongó hasta llegar a un orgasmo fulminante de parte de ella. Su cuerpo se convulsionó de formas excesivas, su ano aprisionó mi pija logrando una presión grandiosa como si alguien me la apretara de forma violenta con sus manos, y mi mano sentió también las convulsiones vaginales acompañadas de un flujo mayor.
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Retiré mi mano de su concha, y luego hice lo mismo con mi pija con mucha delicadeza de su ano. Pero todavía quedaba un tema… yo no había acabado.

Me posicioné en un lateral de la cama, sentado con los pies colgando y le dije “Sentate arriba, y sacame toda la leche con el culo”.
Sumisa en dicha situación, pasó a pararse. Me dió la espalda. Abrí las piernas, escupí en mi mano y pasé la saliva de vuelta en todo mi miembro. Ella fue bajando de a poco, apuntando su culo ahora más abierto y dilatado que nunca hacia mi pija. Con una de mis manos agarré mi miembro para mantenerlo en posición, y con otra su cadera.
De a poco y en esta nueva posición, volvimos a introducir mi pija en ese culo hermoso y retomar el mete-saca salvaje. Ella me estaba cabalgando ahora, me cabalgaba con su culo. Aproveché la posición para volver a masturbar su clítoris y concha, pasando mi mano libre enfrente de su caderas y manoseando todo su sexo.
vaginal


Estuvimos un rato así, hasta que no pude aguantar más. Sentí ahora ebullecer mi semen desde los testículos, dilatar mis venas y recorrer toda mi pija. Interrumpí sus embestidas y cabalgata, la tomé de la cadera haciendo que su culo chocara con mis cadenas, fundiendo lo más posible y penetrándola lo más a fondo que nuestros cuerpos nos lo permitiesen.
Sentí como fluía desde la base hasta la punta, pero no solo de mi pija, sentía que ese líquido estaba recorriendo ya toda la totalidad de esta nueva entidad que había formado mi miembro y el culo ella. La sensación fue extraordinaria, sentir como se dilataba desde la base de mi pija, expandiendo su ano, hasta recorrer cada milímetro de mi miembro y su recto, terminando en una explosión en su interior.
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Con mucha calma, ella se levantó de a poco retirando con mucha delicadeza mi pija de su culo, tomando mi miembro de la base. Me consultó si estaba todo bien, y si no me había manchado. Estaba todo más que bien y eso último no había sucedido. Claramente, cuando era de sexo anal, ella era una experta, o por lo menos, una gran mujer que sabía cómo disfrutar de las sensaciones que provocaban su cuerpo.
Pasamos al baño a asearnos, y luego salimos a cenar.


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