Quiero contarles mi último engaño, esta vez fue con Yanina, es una vecina de 45 años, divorciada más bien bajita 1,60 rubia, pelo largo, con un culo muy bien puesto y unas tetas muy bien proporcionadas. La cruzo y charlamos casi todos los días,. caundo saca su perro a pasear a la misma hora y hace el mismo recorrido , al principio no me llamó la atención, pero cuando comenzó la pandemia y tener que estar encerrados empecé a fijarme en ella, comencé a pasear a mi perra también cosa que no hacía mucho yo, así las cosas un día medio aburrido desde la puerta la saludé y ella me contestó muy alegre , así comenzó una amistad, todos los días nos saludamos y poco a poco nos íbamos conociendo es cuando ya me fijé más en sus atributos y deje volar mi imaginación de cómo sería en la cama. Cuando ya se pudo salir a la calle sin barbijo en espacios abiertos, esperé el momento de salir con el perro y conversar con ella, se alegró mucho y me dio un beso en la mejilla y yo correspondí con un abrazo que agradeció y puede notar la dureza de sus pechos, en los paseos cotidianos pude averiguar que era divorciada y que vivía sola y su única compañía era su perro, que era como su hijo.
Los días transcurrían entre paseos y confidencias pero siempre que quería hablar sobre cómo se las arreglaba cuando tenía sus necesidades sexuales desviaba el tema y me tenía mosqueado, sabía que me ocultaba algo pero tuve la paciencia para esperar que algún día lo contara.
Después de dar el paseo correspondiente, una noche que sabía que mi mujer se quedó en la casa de mi suegra, me invitó a tomar un café en su casa. harla va, charla viene la relación era cada día más estrecha pero el tema sexual seguía siendo tabú aunque se notaba que cada día estaba más cerca de contarme.
Los días iban pasando la relación se afianzada siempre con indirectas pero de ahí no pasaba, un día me contó su secreto, su perro era quien la satisfacía sexualmente, todas la noches antes de acostarse se abría de piernas y le chupaba la concha.
Me impactó su secreto y eso explicaba muchas cosas pero he de reconocer que estuve astuto
-No se si podré todas las noches, pero me encantaría ser tu perro y algo más.
Le pegué un chupón, al principio sorprendida no supo reaccionar pero enseguida su lengua siguió a la mía y mis manos bajaron directamente a su vagina que poco a poco se fue humedeciendo. Comencé a notar como sus pezones de iban endureciendo asi que los ataqué por encima de la ropa mientras mi poronga crecía, ahi nomás fuimos a su casa, dejamos a perros en el patio, y fuimos directo a la cama, un pequeño gemido salió de sus garganta mientras lamía su cuello y mis dedos recorrían sus labios vaginales, le baje la calza y su bombachita humedecida y ataqué frenético esa vulva acostumbrada a recibir lengüetazos de manera asidua, no me dejé ningún rincón sin repasar hasta que su botoncito bien durito y precioso, me obligó a darle toda mi atención mientras mis manos estrujaban sus tetas, los gemidos se hicieron más fuertes , sus manos hundían mi cabeza en su concha casi sin dejarme respirar.
- Sigue, sigue más fuerte
Seguí acelerando mi comida de chocho combinando mis dedos y mi lengua y los gemidos se hacían cada vez más intensos y todo su cuerpo empezó a sacudirse como si hubiera recibido una descarga eléctrica.
- Me corro, no pares, no pares
Me hundió con sus manos mi cabeza en su vagina, y pude saborear todos sus jugos que eran muy abundantes.
- Ahora me toca a mí saborear tus jugos y ser tu perrita
Su boca bajó a encontrarse con mi pija en plena erección, primero su lengua lamiendo el tronco, sus manos acariciando los huevos, era tal la intensidad que tuve que sujetarla.
- Tranquila mujer tenemos una hora más por delante
- Perdona pero paso mucho tiempo que no sentía estas sensaciones y quiero aprovechar cada minuto.
Para relajar la situación le propuse hacer un 69 que acepto con alegría jugando con su clítoris y con su culito cuyo orificio me provocaba nuevas sensaciones, estaba a punto de correrme cuando de nuevo comenzó a sacudir su cuerpo preludio de un nuevo orgasmo que no tardó a venir, con esas sacudidas aceleró sus mamadas y toda mi leche fue a su cara y a su boca la cual se la tragó y dejó mi pija reluciente y se echó a llorar, al principio me asusté un poco pero fue ella la que me tranquilizó.
- Quiero que me penetras pero despacio que hace mucho que nadie entra por ahí.
La hago que se ponga en cuatro, para que sea ella la que se la vaya clavando, poco a poco empujando su culo contra el miembro, va entrando y comienza a moverce primero despacito hasta que entraba toda, se va acomodando a mi poronga y empieza moverse cada vez más rápido, con mis dedos voy sobando su clítoris y cada vez más gemidos, retorciendo sus pezones
- Dame tu leche, la quiero dentro de mí que yo estoy a punto de explotar
- Estas sensaciones no las había tenido nunca, seguimos abrazados besándonos no queríamos que termine, pero el paseo del perro no podía durar tanto...
Los días transcurrían entre paseos y confidencias pero siempre que quería hablar sobre cómo se las arreglaba cuando tenía sus necesidades sexuales desviaba el tema y me tenía mosqueado, sabía que me ocultaba algo pero tuve la paciencia para esperar que algún día lo contara.
Después de dar el paseo correspondiente, una noche que sabía que mi mujer se quedó en la casa de mi suegra, me invitó a tomar un café en su casa. harla va, charla viene la relación era cada día más estrecha pero el tema sexual seguía siendo tabú aunque se notaba que cada día estaba más cerca de contarme.
Los días iban pasando la relación se afianzada siempre con indirectas pero de ahí no pasaba, un día me contó su secreto, su perro era quien la satisfacía sexualmente, todas la noches antes de acostarse se abría de piernas y le chupaba la concha.
Me impactó su secreto y eso explicaba muchas cosas pero he de reconocer que estuve astuto
-No se si podré todas las noches, pero me encantaría ser tu perro y algo más.
Le pegué un chupón, al principio sorprendida no supo reaccionar pero enseguida su lengua siguió a la mía y mis manos bajaron directamente a su vagina que poco a poco se fue humedeciendo. Comencé a notar como sus pezones de iban endureciendo asi que los ataqué por encima de la ropa mientras mi poronga crecía, ahi nomás fuimos a su casa, dejamos a perros en el patio, y fuimos directo a la cama, un pequeño gemido salió de sus garganta mientras lamía su cuello y mis dedos recorrían sus labios vaginales, le baje la calza y su bombachita humedecida y ataqué frenético esa vulva acostumbrada a recibir lengüetazos de manera asidua, no me dejé ningún rincón sin repasar hasta que su botoncito bien durito y precioso, me obligó a darle toda mi atención mientras mis manos estrujaban sus tetas, los gemidos se hicieron más fuertes , sus manos hundían mi cabeza en su concha casi sin dejarme respirar.
- Sigue, sigue más fuerte
Seguí acelerando mi comida de chocho combinando mis dedos y mi lengua y los gemidos se hacían cada vez más intensos y todo su cuerpo empezó a sacudirse como si hubiera recibido una descarga eléctrica.
- Me corro, no pares, no pares
Me hundió con sus manos mi cabeza en su vagina, y pude saborear todos sus jugos que eran muy abundantes.
- Ahora me toca a mí saborear tus jugos y ser tu perrita
Su boca bajó a encontrarse con mi pija en plena erección, primero su lengua lamiendo el tronco, sus manos acariciando los huevos, era tal la intensidad que tuve que sujetarla.
- Tranquila mujer tenemos una hora más por delante
- Perdona pero paso mucho tiempo que no sentía estas sensaciones y quiero aprovechar cada minuto.
Para relajar la situación le propuse hacer un 69 que acepto con alegría jugando con su clítoris y con su culito cuyo orificio me provocaba nuevas sensaciones, estaba a punto de correrme cuando de nuevo comenzó a sacudir su cuerpo preludio de un nuevo orgasmo que no tardó a venir, con esas sacudidas aceleró sus mamadas y toda mi leche fue a su cara y a su boca la cual se la tragó y dejó mi pija reluciente y se echó a llorar, al principio me asusté un poco pero fue ella la que me tranquilizó.
- Quiero que me penetras pero despacio que hace mucho que nadie entra por ahí.
La hago que se ponga en cuatro, para que sea ella la que se la vaya clavando, poco a poco empujando su culo contra el miembro, va entrando y comienza a moverce primero despacito hasta que entraba toda, se va acomodando a mi poronga y empieza moverse cada vez más rápido, con mis dedos voy sobando su clítoris y cada vez más gemidos, retorciendo sus pezones
- Dame tu leche, la quiero dentro de mí que yo estoy a punto de explotar
- Estas sensaciones no las había tenido nunca, seguimos abrazados besándonos no queríamos que termine, pero el paseo del perro no podía durar tanto...
4 comentarios - Mi vecina Yanina