dar una vuelta de rutina para comprobar que todo está en su sitio mientras ellos están de vacaciones. Al dirigirme a la casa oigo unas voces que me llaman la atención.
Es la vecina que se acerca apresuradamente con intención de darme unos sobres que lleva en la mano. Me explica que es una carta certificada que el cartero le dejo a ella pues es así como lo tienen acordado con mis suegros en caso de ausencia.
Le agradezco muy sinceramente la ayuda y nos ponemos a charlar mientras vamos al interior de la casa para ver que todo siguen en orden.
Después de dar repaso a los temas del chalet, del tiempo y otros, llega el tema de la familia. Tarda poco tiempo en sacar a relucir un asunto con mi esposa. Deduzco que mantiene una vieja antipatía por un tema de antiguos novios.
Resumiendo un poco. Todavía está dolida porque mi esposa se puso en medio de una relación incipiente que ella mantenía con un chico de la urbanización. Me llama la atención que este rencor hacia ella pueda perdurar más de diez años.
La trato de convencer para que deje atrás ese episodio y así podrá vivir más feliz. Ella está de acuerdo, pero ofrece un poco de resistencia para dar el paso hacia el perdón. Le pregunto qué le podría animar a dar el último paso, y me responde que aceptaría algún tipo de compensación.
Supongo que ella está pensando en que mi esposa le pida perdón o algo así. Mi proposición es algo distinta.
- ¿Qué te parece si le quitas algo que ella quiera mucho?, le pregunto.
- ¿Qué podría ser?¿no se me ocurre nada? responde con desanimo, sin darse cuenta lo que insinúo.
Me planto delante de ella, me quito la camiseta y me desabrocho el pantalón invitándola a que continúe hasta desnudarme completamente. Se le ilumina la cara y acepta la propuesta sin dudarlo. Pone ambas manos sobre mi pecho, las desliza lentamente hacia mi vientre hasta llegar al pantalón y lo hace caer hasta mis tobillos. A continuación se quita la camiseta y el sostén y me muestra sus pechos con orgullo.
Parece querer decir “mira, esto es lo que tengo y te lo pierdes por estar con ella”.
Para seguirle la corriente y que vea que lo suyo está muy bien, me bajo el slip y le muestro la polla completamente tiesa. Le gusta mi reacción y alimenta su ego. Se siente muy atractiva con lo que se anima a dar un paso más. Se quita el pantalón quedándose solo con las bragas.
Para mi deleite se exhibe orgullosa, por delante por detrás, de lado con el culo en pompa… vaya con la vecina… tiene un importante vocación de striptease. Adopto el papel de macho seducido y excitado, vencido por sus encantos.
Nos miramos y nos cortejamos moviéndonos en círculo como dos animales en celo. Terminamos fundidos en un fuerte abrazo y unos besos apasionados. Mi vecina pretende ejercer dominio sobre mí como si fuera su conquista, su sirviente. Me mordisquea los labios y me marca las unas en el pecho y en la espalda.
Apoya el culo en el borde de la mesa del comedor, se quita las bragas y se despatarra. Me coge del cuello y me arrastra la cabeza para que le coma el coño. Ejerce su papel dominante y me obliga sujetándome la cabeza. Le doy gusto y le chupo y sorbo el clítoris hasta que pierde el control. Su vagina está muy húmeda y sonrosada y responde bien a los juegos de la lengua.
No creo que se lo hayan comido mejor en su vida. Sacudida por ricos espasmos de placer necesita agarrarse a los bordes de la mesa para no caer. Un pie lo tiene sobre mi espalda y el otro lo mantiene al aire para facilitar el acceso de mi boca a su rajita.
Me retiro un poco para que mis dedos puedan continuar con las caricias alrededor de su botoncito totalmente erizado o colándose dentro. Con dos dedos metidos dentro y apretando sobre su punto G, me incorporo y le muestro el poderío de mi polla erecta.
Cambiamos de postura y tomo el control. La pongo de pie mirando hacia la mesa, apoyada sobre los antebrazos, con el culo en pompa y piernas separadas. Me ofrece su vulva de labios voluptuosos. Le acaricio las nalgas, primero con una sola mano y luego con las dos, desde la parte interna de los muslos hasta rodear la redondez de su culo que es esta posición me parece impresionante.
Poso una mano sobre su raja y mis dedos se entretienen en juguetear con cada uno de los pliegues de su piel hasta encontrar su húmeda vagina.
Noto como sus labios ganan volumen. Cuando los separo, del interior sale un halo de calor me excita todavía más. El dedo medio se hunde para luego aparecer completamente humedecido por sus flujos.
Ella sumisa y complacida culea suavemente dejándose hacer al tiempo que gime y susurra algo que no puedo entender.
Ha llegado el momento más deseado, con la verga erecta cogida por la parte más cercana a los huevos, froto sobre su vagina arriba y abajo. Primero suavemente, con delicadeza, como si fuese el roce de una pluma. Poco a poco con más presión, hasta que por fin la cabezota de mi pene se hunde en su raja y encuentra el camino húmedo y ardiente que me tiene reservado.
Una vez apuntado ya solo debo empujar suavemente para ir clavándola poco a poco.
Me detengo retrocedo un poco y aprieto un poco para ir ahondando.
Así lo hago hasta que tras varias maniobras mi polla ha quedado engullida totalmente y mis testículos están pegados a sus nalgas.
Comienza una danza enloquecida de ritmo creciente en la que yo me balanceo adelante y atrás con toda la amplitud que puedo, para pasar del casi fuera hasta golpear con fuerza.
Ella ronronea y caracolea moviendo su culo para sentir intensamente el frote de mi polla con las paredes sedosas de su vagina.
Con este alocado movimiento, su vagina llena de flujos y su gran dilatación, mi polla se sale varias veces y tenemos que parar para que la vuelva a ensartar.
Al final, se lleva la mano hacia la raja e introduce dos dedos y se frota con ganas. Los saca bien humedecidos en sus propios flujos y a continuación se acaricia el ano, humedeciéndolo hasta que finalmente se mete un dedo.
Contemplo la escena con sorpresa desde corta distancia mientras me masajeo lentamente.
Se acaricia la raja llevando sus flujos hasta mojar todo su trasero. Ahora con ambas manos se agarra las nalgas y las separa para mostrarme su ano.
¡Métemela por aquí! Venga, dame fuerte
Apenas puedo creer lo que me está pasando, pero la excitación me impulsa a meterla en un sitio nuevo para mí y que no sé cómo será.
Me cojo la polla firmemente y la dirijo a la entrada de su ojete. Aprieto y parece como si fuese posible. Lo intento varias veces sin resultado, hasta que ella da un empujón hacia atrás y consigue engullir la cabezota de mi polla.
Tengo algo de dolor, como si el frenillo se hubiese desgarrado, y sobre todo siendo una gran presión alrededor. Recuperado de la sorpresa inicial, empujo levemente y siento como me adentro en un canal prieto y candente que se va adaptando a mi polla con una exactitud milimétrica.
Echo hacia atrás para coger fuerza y luego vuelvo a avanzar un poco más que en la embestida anterior. Así continúo hasta que mi polla se ha perdido totalmente dentro. o. Siento como su culo se abraza , está tan caliente que casi me quemo.
Tras tomar unos instantes para recobrar el aliento, comienzo a moverme acompasadamente adelante y atrás, con la sensación que toda mi polla está rodeada por un puño que la aprieta pero que la deja mover.
La sensación es indescriptible y tengo la impresión que me voy a correr de inmediato.
Creo que ella lo nota y me pide que la saque y eche me leche sobre sus nalgas.
Así lo hago mientras ella gime de placer, satisfecha de haber conseguido de mi una de las mayores corridas de mi vida.
Con esta sesión hemos conseguido eliminar de la memoria aquel lejano suceso que asediaba en el subconsciente de mi vecina y lo reemplazamos por un recuerdo memorable.
Es la vecina que se acerca apresuradamente con intención de darme unos sobres que lleva en la mano. Me explica que es una carta certificada que el cartero le dejo a ella pues es así como lo tienen acordado con mis suegros en caso de ausencia.
Le agradezco muy sinceramente la ayuda y nos ponemos a charlar mientras vamos al interior de la casa para ver que todo siguen en orden.
Después de dar repaso a los temas del chalet, del tiempo y otros, llega el tema de la familia. Tarda poco tiempo en sacar a relucir un asunto con mi esposa. Deduzco que mantiene una vieja antipatía por un tema de antiguos novios.
Resumiendo un poco. Todavía está dolida porque mi esposa se puso en medio de una relación incipiente que ella mantenía con un chico de la urbanización. Me llama la atención que este rencor hacia ella pueda perdurar más de diez años.
La trato de convencer para que deje atrás ese episodio y así podrá vivir más feliz. Ella está de acuerdo, pero ofrece un poco de resistencia para dar el paso hacia el perdón. Le pregunto qué le podría animar a dar el último paso, y me responde que aceptaría algún tipo de compensación.
Supongo que ella está pensando en que mi esposa le pida perdón o algo así. Mi proposición es algo distinta.
- ¿Qué te parece si le quitas algo que ella quiera mucho?, le pregunto.
- ¿Qué podría ser?¿no se me ocurre nada? responde con desanimo, sin darse cuenta lo que insinúo.
Me planto delante de ella, me quito la camiseta y me desabrocho el pantalón invitándola a que continúe hasta desnudarme completamente. Se le ilumina la cara y acepta la propuesta sin dudarlo. Pone ambas manos sobre mi pecho, las desliza lentamente hacia mi vientre hasta llegar al pantalón y lo hace caer hasta mis tobillos. A continuación se quita la camiseta y el sostén y me muestra sus pechos con orgullo.
Parece querer decir “mira, esto es lo que tengo y te lo pierdes por estar con ella”.
Para seguirle la corriente y que vea que lo suyo está muy bien, me bajo el slip y le muestro la polla completamente tiesa. Le gusta mi reacción y alimenta su ego. Se siente muy atractiva con lo que se anima a dar un paso más. Se quita el pantalón quedándose solo con las bragas.
Para mi deleite se exhibe orgullosa, por delante por detrás, de lado con el culo en pompa… vaya con la vecina… tiene un importante vocación de striptease. Adopto el papel de macho seducido y excitado, vencido por sus encantos.
Nos miramos y nos cortejamos moviéndonos en círculo como dos animales en celo. Terminamos fundidos en un fuerte abrazo y unos besos apasionados. Mi vecina pretende ejercer dominio sobre mí como si fuera su conquista, su sirviente. Me mordisquea los labios y me marca las unas en el pecho y en la espalda.
Apoya el culo en el borde de la mesa del comedor, se quita las bragas y se despatarra. Me coge del cuello y me arrastra la cabeza para que le coma el coño. Ejerce su papel dominante y me obliga sujetándome la cabeza. Le doy gusto y le chupo y sorbo el clítoris hasta que pierde el control. Su vagina está muy húmeda y sonrosada y responde bien a los juegos de la lengua.
No creo que se lo hayan comido mejor en su vida. Sacudida por ricos espasmos de placer necesita agarrarse a los bordes de la mesa para no caer. Un pie lo tiene sobre mi espalda y el otro lo mantiene al aire para facilitar el acceso de mi boca a su rajita.
Me retiro un poco para que mis dedos puedan continuar con las caricias alrededor de su botoncito totalmente erizado o colándose dentro. Con dos dedos metidos dentro y apretando sobre su punto G, me incorporo y le muestro el poderío de mi polla erecta.
Cambiamos de postura y tomo el control. La pongo de pie mirando hacia la mesa, apoyada sobre los antebrazos, con el culo en pompa y piernas separadas. Me ofrece su vulva de labios voluptuosos. Le acaricio las nalgas, primero con una sola mano y luego con las dos, desde la parte interna de los muslos hasta rodear la redondez de su culo que es esta posición me parece impresionante.
Poso una mano sobre su raja y mis dedos se entretienen en juguetear con cada uno de los pliegues de su piel hasta encontrar su húmeda vagina.
Noto como sus labios ganan volumen. Cuando los separo, del interior sale un halo de calor me excita todavía más. El dedo medio se hunde para luego aparecer completamente humedecido por sus flujos.
Ella sumisa y complacida culea suavemente dejándose hacer al tiempo que gime y susurra algo que no puedo entender.
Ha llegado el momento más deseado, con la verga erecta cogida por la parte más cercana a los huevos, froto sobre su vagina arriba y abajo. Primero suavemente, con delicadeza, como si fuese el roce de una pluma. Poco a poco con más presión, hasta que por fin la cabezota de mi pene se hunde en su raja y encuentra el camino húmedo y ardiente que me tiene reservado.
Una vez apuntado ya solo debo empujar suavemente para ir clavándola poco a poco.
Me detengo retrocedo un poco y aprieto un poco para ir ahondando.
Así lo hago hasta que tras varias maniobras mi polla ha quedado engullida totalmente y mis testículos están pegados a sus nalgas.
Comienza una danza enloquecida de ritmo creciente en la que yo me balanceo adelante y atrás con toda la amplitud que puedo, para pasar del casi fuera hasta golpear con fuerza.
Ella ronronea y caracolea moviendo su culo para sentir intensamente el frote de mi polla con las paredes sedosas de su vagina.
Con este alocado movimiento, su vagina llena de flujos y su gran dilatación, mi polla se sale varias veces y tenemos que parar para que la vuelva a ensartar.
Al final, se lleva la mano hacia la raja e introduce dos dedos y se frota con ganas. Los saca bien humedecidos en sus propios flujos y a continuación se acaricia el ano, humedeciéndolo hasta que finalmente se mete un dedo.
Contemplo la escena con sorpresa desde corta distancia mientras me masajeo lentamente.
Se acaricia la raja llevando sus flujos hasta mojar todo su trasero. Ahora con ambas manos se agarra las nalgas y las separa para mostrarme su ano.
¡Métemela por aquí! Venga, dame fuerte
Apenas puedo creer lo que me está pasando, pero la excitación me impulsa a meterla en un sitio nuevo para mí y que no sé cómo será.
Me cojo la polla firmemente y la dirijo a la entrada de su ojete. Aprieto y parece como si fuese posible. Lo intento varias veces sin resultado, hasta que ella da un empujón hacia atrás y consigue engullir la cabezota de mi polla.
Tengo algo de dolor, como si el frenillo se hubiese desgarrado, y sobre todo siendo una gran presión alrededor. Recuperado de la sorpresa inicial, empujo levemente y siento como me adentro en un canal prieto y candente que se va adaptando a mi polla con una exactitud milimétrica.
Echo hacia atrás para coger fuerza y luego vuelvo a avanzar un poco más que en la embestida anterior. Así continúo hasta que mi polla se ha perdido totalmente dentro. o. Siento como su culo se abraza , está tan caliente que casi me quemo.
Tras tomar unos instantes para recobrar el aliento, comienzo a moverme acompasadamente adelante y atrás, con la sensación que toda mi polla está rodeada por un puño que la aprieta pero que la deja mover.
La sensación es indescriptible y tengo la impresión que me voy a correr de inmediato.
Creo que ella lo nota y me pide que la saque y eche me leche sobre sus nalgas.
Así lo hago mientras ella gime de placer, satisfecha de haber conseguido de mi una de las mayores corridas de mi vida.
Con esta sesión hemos conseguido eliminar de la memoria aquel lejano suceso que asediaba en el subconsciente de mi vecina y lo reemplazamos por un recuerdo memorable.
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