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Diario de mi mujer

Me llamo Alberto y tengo 52 años, mi mujer Silvia 48 y tenemos un hijo Mario de 23, quiero relatar las vivencias que he tenido con mi mujer desde que la conocí hasta la actualidad.
Conocí a Silvia hace 30 años, ambos estábamos en la universidad, yo acabando la carrera de Económicas y ella empezaba Magisterio,  la que hoy es mi mujer era un mujer morena de pelo largo, esbelta y mide 1,70 a veces con tacones me pasa, yo mido 1,78.
Durante la época de la universidad era una mujer muy admirada entre los compañeros por su belleza y su simpatía.
Yo nunca he sido una persona celosa, pero reconozco a veces tanta mirada me producía un poco de nerviosismo, Silvia me decía no te preocupes para nada tú eres mi amor y sólo tengo miradas para ti.
Tuvimos una relación de novios de tres años, hasta que por fin decidimos dar el paso y pasar por la vicaría.
Todo transcurrió con normalidad, en apariencia, y cuatro años después llegó nuestro hijo Mario,  para como se estila ahora, nos casamos jóvenes.
Silvia siempre ha sido una mujer fogosa, pasional en la cama, por así decirlo puta en la cama y una señora durante el día, ahora está de directora en un colegio de Madrid, y siempre le ha gustado vestir elegante con sus tacones, sus conjuntos de blusa, chaqueta y falda, vamos una perfecta hembra que hacía desviar la vista.
Los años fueron transcurriendo hasta que hace dos años haciendo una mudanza porque nos cambiábamos de casa encontré en un armario una caja que abrí, encontré dos cuadernos grandes  que al principio no le di mucha importancia pero que al abrir me dio la sensación de una especie de diario de mi mujer.
Al empezar a leer, vi que se estaba refiriendo a sus tiempos en la universidad cuando me conoció.
El primer capítulo se titulaba: LA UNIVERSIDAD
Me senté cómodamente y empecé a leer:
Entrar en la universidad ha sido como un cambio total , gente nueva, experiencias nuevas , he conocido a Alberto un muchacho maravilloso muy cariñoso , amable y con una mirada que me encandila, he empezado a salir con él y me siento muy a gusto en su compañía, es cierto que siempre he tenido atracción en los chicos incluso en los profesores , quizá por mi altura, mi pelo moreno, mis ojos negros , mi pecho bastante desarrollado, y recuerdo un día en clase , tenía un profesor que me daba Matemáticas , hombre de unos 42 años con pelo negro y canoso , ojos marrones, súper atractivo , sus movimientos en clase me hipnotizaban , estaba buenísimo en líneas generales, su nombre era Mario.
 
Sus clases en general me parecían amenas, pero había una sensación que invadía mi cuerpo cada vez que le veía, yo ya estaba saliendo con Alberto pero ver a este hombre me producía cosquilleos.
 
Yo me sentaba en la última fila y un día recuerdo, que escuchándole mi mano derecha bajó a mi entrepierna de forma automática, llevaba una falda amplia con botones en la parte delantera y recuerdo desabrochar un botón y mis dedos llegar a mi braga y notar que estaba totalmente húmeda, estaba excitada en clase, además notaba mis pezones duros, menos mal la ropa me lo disimulaba un poco y no se notaba.
 
Me sentía acalorada y miraba de un lado a otro esperando ninguno de mis compañeros me viera, la excitación aumentaba por momentos , corrí la braga y la yema de mis dedos llegó a mi clítoris duro , excitado, viendo a Mario , le deseaba y en esos momentos hubiera sido suya sin dudarlo.
 
Abrí más mis piernas y aumenté el ritmo de mis dedos, empecé a sentir una convulsión que me hizo temblar  y mordiéndome los labios  tuve un orgasmo  que me hizo cerrar los ojos.
 
 Al acabar las clases, me acerqué a la cafetería a hacer tiempo para esperar a Alberto y volvernos a casa juntos como hacíamos casi siempre.
 
Mientras estaba tomando un refresco vi pasar a Mario, el profesor, le saludé, él al principio no me reconocía y cuando le dije que era de primer curso de Matemáticas, le vino más a la memoria quien era.
 
Recuerdo esa mirada, yo tenía que tener una charla más larga con ese hombre, verle me hacía temblar todo mi interior y sentía se me ponía piel de gallina.
 
No sé cómo pero saqué fuerzas para decirle que tenía unas pequeñas dudas sobre un tema que había explicado en clase , me dijo que no tendría problemas en explicármelo pero debería esperar al día siguiente , pues en esos momentos tenía una reunión, y me dijo:
 
-“Pues si no te importa mañana a la una al acabar la clase te  pasas por la oficina del claustro de matemáticas que estaré allí y te explico tus dudas en un momento”.
 
Pensar en ese encuentro me ponía todavía más nerviosa, recuerdo estar con Alberto pero mi pensamiento estaba en Mario, mi profesor un hombre que me sacaba casi 24 años, por la noche en mi cama mis dedos buscaron mis pechos mis pezones, mi coño, cerraba los ojos y pensaba en ese hombre que había invadido mi pensamiento, recuerdo oír a mis padres hacer el amor esa noche oía gemir a mi madre y me imaginaba era yo sintiendo la verga de Mario.
 
No pude evitar levantarme, la habitación de mis padres estaba al lado, a través de la ranura de la puerta que no tenían cerrada del todo, pude observar como mi padre tenía a mi madre a cuatro patas, con las manos apoyadas en su espalda, pude observar como un trozo de carne grueso aparecía y desaparecía por detrás de mi madre, en su amplio culo mientras ésta gemía y sus pechos se bamboleaban ante el empuje de mi padre, que le daba emboladas fuertes y secas.
 
Aquella imagen, hizo que mis dedos se metieran por encima del pantalón, al palpar mis dedos mi raja estaba completamente mojada, con un dedo abría mis labios vaginales y empecé a frotarme buscando mi clítoris, abrí las piernas para facilitar que mis dedos entraran, empecé con uno y al final fueron dos follándome el coño mientras con la otra mano ya me había subido la camiseta del pijama y pinzaba mis pezones que estaban duros.
 
Observé como mi padre salía de mi madre y se tumbaba boca arriba y ésta cogió la polla de mi padre, me quedé impresionada del tamaño era grande, de un grosor considerable y mi madre empezó a chuparla con mucho frenesí mientras masajeaba sus testículos.
 
En pocos instantes vi como mi padre arqueaba las caderas, y un gemido le salió de su garganta, un chorro de leche escupió la polla que me dio la vida, cayendo sobre los pechos amplios de mi madre que con sus dedos recogió y se los llevo a la boca para saborearlo.
 
Me corrí brutalmente oyendo a mis padres e imaginando era yo quien recibía ese torrente de semen.
 
Al día siguiente, me vino a buscar Alberto como hacía cada mañana para ir juntos a la universidad, al entrar en el coche me dijo:
 
“Estás realmente preciosa”.
 
Me dio un beso en los labios y arrancó yo llevaba una blusa blanca, con una falda corta estrecha, y le dije:
 
"Venga tira rápido que llegamos tarde”.
        
Transcurrió la mañana sin dejar de mirar el reloj, con mis nervios más acentuados, y  al llegar la una de la tarde tal como me dijo me acerqué a su oficina, él se encontraba sentado corrigiendo unos exámenes y me ofreció un asiento, y me dijo:
 
“Pues  dime esas dudas que tienes a ver si puedo ayudarte”.
       
Empecé a explicarle las dudas de la lección que habíamos dado el día anterior en un momento determinado me incliné sobre la mesa y quedó a su vista el escote que tenía, mis pechos colgaban en la inclinación y pude observar su mirada fija en mí, la situación me empezaba a calentar aunque el intentaba mantener la compostura.
 
En un momento determinado me levanté y me puse a su lado para intentar explicar mejor cierta duda que tenía, él estaba sentado y su hombro rozaba mi muslo, sentía deseos de sentarme sobre él cuando se giró y fijando su mirada en mí me habló explicándome las dudas, yo estaba totalmente turbada, oía pero no escuchaba, cruzamos las miradas y noté su mano se apoyaba en mi muslo.
 
“¿Qué hace?”- fue lo primero que se me ocurrió decir, estaba turbada aunque deseaba llegara ese momento.
 
“Eres una mujer inteligente, guapa, joven y yo soy una persona que podía ser tu padre pero desde que has entrado me estás embriagando de deseo, soy sincero y así te lo digo, perdona mis palabras si te están ofendiendo, pero digo lo que siento en estos momentos, perdona no sé que me está pasando”.
 
Sin pensarlo cogí su mano y la llevé de nuevo al muslo a través de mi falda notaba el calor de su mano apoyada, me incliné y junté los labios de forma suave sobre los suyos, eran cálidos , los separaba y los juntaba hasta que llegó un momento que se hizo más consistente.
 
Abrí los labios y noté como su lengua buscaba la mía, rozaba mis dientes, mi lengua , una sensación de excitación me recorrió, notaba me humedecía, mis pezones se ponían duros, lo cogí del cuello y lo atraje a mí , el beso se convirtió en apasionado con deseo, me cogió de la cintura y me atrajo hacia él, me sentó sobre sus rodillas, empezó a desabrochar los botones de mi blusa mis pechos quedaron expuestos ante su mirada solo cubiertos por mi sujetador de encaje negro, sus labios se acercaron a mis pechos mientras me lo desabrochaba, hasta que al final mis pezones duros de aureola grande sonrosada quedaron expuestos ante él.
 
Con la punta de la lengua los palpó muy suavemente, con mordisquitos suaves, aquello era demasiado, ver a ese hombre maduro ante la flor de la juventud en la que estaba instalada yo, hizo que mis flujos empezaran a salir de mi entrepierna mojando los muslos, el cuerpo me palpitaba.
 
Mientras tanto  con su mano abría mis piernas y sus dedos acariciaban el interior de mis muslos, notaba el calor de sus manos grandes pero suaves y delicadas a la vez subiendo hacia mi braga , intercalaba sus besos a mis pezones con mi boca , cada vez sentía más embriaguez de deseo y pasión, abrió mi braga con sus dedos y noté la yema de su dedo corazón abrir mis labios vaginales y llegar a mi clítoris  que ya estaba como un pequeño garbanzo duro, lo froto con suavidad en redondo, mi cuerpo sufría espasmos.
 
“Súbete a la mesa y siéntate”.- me dijo
 
Me senté en la mesa de su despacho después de retirar lo que había, mi falda estaba subida, retiró las bragas y me vi expuesta totalmente ante su cara no dejaba de fluir mi coño jugos, parecía la lava de un volcán en constante erupción, se agachó y pasó toda su lengua a lo largo de mi hendidura, desde el agujero de mi culo hasta el clítoris, aumentaba el ritmo yo le sujetaba la cabeza para que siguiera más y más que no parara.
 
En un momento noté que me estaba follando con la lengua mientras con el dedo de una mano frotaba mi clítoris y con dos dedos de la otra me penetraba el coño primero con uno y luego metió el otro, yo masajeaba mis pechos mis pezones estaban muy duros gemía sin parar.
 
Se separó de mí, y  al bajarse el slip apareció ante mí una verga, dura, gorda, con las venas infladas del deseo, la cogí con mis dedos con suavidad era grande, la mimé acaricié hasta que mis dedos empezaron a masajearla de arriba abajo, la notaba palpitar.
 
“Quiero que me folles. ¡No aguanto más, por favor!”- le dije.
        
Sacó un preservativo y se lo fui desenrollando hasta la base de su polla, quedó ajustado como una segunda piel, de la fuerte  erección que tenía.
 
Me abrió todo lo que pudo las piernas y poniendo la punta en la entrada de mi coño empezó a lamer y mordisquear mis pechos, lamia mis pezones los mordisqueaba, cuando empecé a notar su polla abrirse en mí, lo hacía con calma parando para que mis paredes se ajustaran al tamaño de su polla hasta que sentí sus testículos chocar contra mí.
 
Paró en ese momento y nuestras salivas se mezclaron con pasión babeamos nuestras lenguas se buscaban, cuando empezó a aumentar el ritmo notaba su polla hincharse dentro de mí, la sacaba entera y volvía a penetrarme con fuerza, su respiración se agitaba, me volvía loca.
 
Oí un ruido, de una puerta, estaba tan extasiada que no me di cuenta que alguien había entrado.
 
"Entra , y echa el pestillo”- le dijo Mario
Me quedé paralizada, en un principio.   
 Entró un compañero suyo, profesor de Lengua.                                                                                                            
 
"Mmm, que deliciosa esta zorrita”- dijo su compañero que ya tendría los 50 cumplidos, de aspecto relleno y estómago prominente.
 
Empecé a pensar que aquello estaba premeditado, y aunque lo buscaba, caí en las redes de los profesores.
 
Luis que así se llamaba el otro profesor me empezó a besar mientras Mario seguía penetrándome con fuerza, me fui directo a su bulto y bajándole la cremallera saqué su verga no era tan gorda como la de Mario, ni como la de mi padre pero sí muy apetecible, la rodeaba un vello puvico blanco, empecé a chuparla, yo ya estaba extasiada me sentía follada por mi boca y mi coño, quería más.
 
Intercambiaron las posiciones y en ese momento Luis me penetró con fuerza salvajemente se le notaba muy excitado y mi boca recibió la polla de Mario, le quité el preservativo, gemíamos los tres como si fuéramos uno.
 
Me terminaron levantando y me sentaron en la silla , uno a cada lado me pusieron la polla en la boca , estaba saboreando y lamiendo con frenesí ambas vergas , mientras yo me frotaba el coño , era un aluvión de fluidos y deseaba recibir la leche de ambos.
 
Noté palpitar sus vergas y ambos cuerpos temblaban de placer, hasta que un mar de leche invadió mi boca mientras ambos hombres gemían sin parar.
 
"Eres maravillosa y espero tus dudas hayan quedado resueltas” – me dijo Mario
 
Bañada en la leche de ambos hombres les sonreí, terminé de vestirme de nuevo y me marché.
 
Al llegar a casa, me metí en la habitación recordando lo vivido, me sentía culpable por Alberto al que quería muchísimo, pero por otro lado sentía me estaba convirtiendo en una ninfómana deseosa de sexo que deseaba sentir  todas las posturas, me masturbaba en clase, en el baño, las sensaciones eran indescriptibles y ahí empezó una carrera desenfrenada de sexo, oculto a la vista de Alberto pero que necesitaba continuamente.
Leer aquello, me dejó bastante incrédulo, era la cara oculta de mi mujer que desconocía, pero a la vez sentía una erección fuerte que hizo mi mano se desplazara a mi entrepierna y me excitara leyendo esas aventuras de posesión y deseo a la que fue sometida.

1 comentarios - Diario de mi mujer

RodolfoOnsari
Excelente historia, puse diez, porque no permite poner 11. Saludos.