Hola a todos!
Se que muchos teníais ganas de que volviera a escribir un relato, como así me lo habéis hecho saber a través del correo electrónico. Como siempre, os traigo algo verídico, real, fruto de mis recientes aventuras en el mundo puteril del que tan orgullosa estoy de formar parte. En esta ocasión, os voy a contar una follada bastante rica que me dieron dos hombres algo entrados en edad hace un par de semanas. Me contrató solo uno, pero después un amigo suyo vino a la habitación del hotel y tuve que atender a los dos debido a sus insistencias. He elegido esta historia porque además de tener algo curioso, como la incorporación al polvo de una persona que no estaba invitada, me dió muchísimo placer. Tuve incluso que cancelar una cita que tenía esa noche para el día siguiente porque no tenía más ganas de follar, estaba completamente agotada.
No incluiré diálogos, como ya sabéis que suelo hacer. En primer lugar, porque como siempre escribo los relatos en torno a 1 mes después de que ocurran (en ocasiones más), no me acuerdo de muchas de las frases y no quiero/me gusta perder el tiempo en inventarlas. Vengo aquí a contar mis historias, a que disfrutéis, y a ganar algunos clientes, que ya he ganado bastantes a través de estos relatos. Pero no vengo a inventar frases para que el diálogo quede más o menos completo, eso me da bastante igual.
Sin más dilación y dilatación... vamos con la historia. Creo que os va a gustar mucho, porque es de las primeras historias en las que podréis ver todas las fases que tiene quedar con un cliente, prepararlo todo, y darle su servicio hasta que quede más que satisfecho para que en algún momento quiera volver a probar nuestros agujeros pagando dinero.
LA CITA
A través de mi correo me contactó un hombre de unos 50 años, llamemoslé Jose. No se llama así, pero por privacidad y ya sabiendo él que iba a contar su historia, prefiero cambiar el nombre. Jose es de Cartagena, esto sí es real, y me contactó a finales de mayo para tener una cita a principios de junio conmigo, dado que las chicas jóvenes le ponían mucho, estaba dispuesto a pagarme incluso por encima de mis tarifas, y tenía que venir a Murcia capital la primera semana de junio por temas de trabajo.
En estas fechas no me gusta quedar y ofrecer los servicios en coches y descampados a no ser que sea de noche. Primero porque ya hay más gente por la calle, y segundo porque hace muchísimo calor, y chupar una polla dentro de un coche a 38 grados no es lo mismo que en una habitación fresquita. Como muchos sabréis, vivo con mi padre, que está divorciado de mi madre, así que no tengo sitio para ejercer mi actividad en mi casa. Normalmente o voy a casas de clientes, o coches de noche, o habitaciones de hotel.
Por tanto, Jose tuvo que recurrir a una habitación de un hotel céntrico de la ciudad, bastante baratita, pero suficiente para pasar un buen rato juntos. Una vez que le hice un hueco en la agenda, a los 2 días me pasó por correo la dirección del hotel, la hora y la habitación que había reservado. Normalmente antes de quedar con un cliente, lógicamente, le pregunto qué servicios querrá, cuanto tiempo y demás. Esto me sirve además de para preparar mejor los huecos de la agenda y hacerme una idea del dinero que ganaré, para prepararme físicamente. Es decir, si sé que un cliente, por ejemplo, va a querer 1 hora y media donde sobre todo querrá follarme por el culo, pues yo un rato antes en casa me meto algún juguete para dilatarlo, y lo llevo ahí un ratito. Si solo quiere una mamada con terminación en boca, pues no tengo que hacer esto, por ejemplo.
En el caso de mi querido Jose, hacía un año que su mujer lo había dejado y no había tenido mucho sexo, solo un par de veces también con alguna lumi o puta jovencita, que son las que más le gustan. Me pidió mi tarifa más larga, dos horas, y le daba igual el precio. Suelo cobrar por 2 horas haciendo todos los servicios unos 200€. En el caso de Jose, y tras haberle dicho que tenía mucho lío estas semanas y planes personales (con amigas, graduación del instituto, fiestas... y eso), me pidió por favor que quedara con él y que me pagaría 300.
Ante esta oferta, lógicamente acepté. Me encanta implicarme en mis citas para que los clientes disfruten, así que a Jose que encima estaba pagando más tenía que dejarle los huevos como pasas.
EL HOTEL Y LAS LENGUAS
Una vez que todo estaba claro, llegó la hora, las 5 de la tarde. Hacía bastante calor, así que fui con un pantalón muy corto, prácticamente mis cachetes se salían del pantalón y se me veía el culo por debajo. Un top amarillo color fosforito, el pelo recogido con un pequeño moño, que ahora lo llevo algo más cortito. Y debajo pues... no llevaba sujetador, porque me gusta sentirme libre sobre todo cuando hace tanto calor y sol, y de ropa interior un pequeño tanga de hilo color rosa, que se perdía entero entre las mollas de mi culo y por delante al tener una tela muy fina, marcaba completamente mi raja. Mi bolsito, la cartera, las llaves, un bote de lubricante por si había que usarlo en algún momento... lo de siempre.
Llegué al hotel, el cual obviamente voy a omitir, aunque os diré que está muy cerca del Corte Inglés de la Gran Vía y es de 4 estrellas. Si alguien quiere gastar unos minutos en buscarlo, así se divierte. En la puerta estaba Jose, él llevaba la camiseta roja que le había dicho, y me reconoció fácilmente por mi top amarillo que le dije que iba a llevar. Nos dimos un par de besos, sonrió muchísimo estando algo nervioso, y pasamos al hotel para ir subiendo a la habitación.
Ya en el ascensor Jose llevó su mano a mi culo y empezó a sobarme por encima del pantalón, lo cual empezó a calentar el ambiente y a que a mi se me escapara una risa tonta. Me gustan los hombres lanzados, atrevidos, y cuanto más salidos mejor. El típico maduro verde, que mira de reojo a las muchachas jóvenes, siempre me ha puesto muy cachonda. En mi experiencia personal, follan muchísimo mejor que los chavales jóvenes. Quizás no que los de 30, pero sin duda MUCHO mejor por lo general que los de 20.
Al llegar a la habitación, Jose empezó a besarme sacando su lengua y obviamente le correspondí. Cuando vi que empezaba a bajarse la cremallera del pantalón, porque ya se le veía claramente cachondo, lo paré y le dije que me pagara en primer lugar, que solía hacerlo así. Me dio los 300 euros que guardé en mi bolso y volví cerca de la cama donde Jose seguía bajandose los pantalones hasta los tobillos.
Olía bien, se nota que estaba recién duchado, así que no le dije que se limpiara en el baño ni nada. Me puse de rodillas y mientras Jose jugaba con mis tetitas por encima del top, que ya comenzaban a marcar mis pezones duros, saqué su polla del pantalón y la tuve delante mía unos segundos. No tenía capucha, olía a limpio. Era gordita, ya empezaba a estar muy dura y algo larga, pero sobre todo gordita y cabezona. No hice mucho más esperar a Jose y de un movimiento me la incrusté de golpe hasta el fondo de la garganta, como me gusta hacer para empezar. Al pobre Jose le temblaban los pies y solo pudo apoyar su mano en mi cabeza. Comencé a tragar y a subir y bajar por esa polla durante unos minutos, acababa de beber agua por lo que generaba mucha saliva, y a Jose le encantaba por los gemidos que salían de su boca. Al ser un servicio de 2 horas, obviamente se entiende que el cliente se va a correr más de una vez, sobre todo si tenemos en cuenta mis habilidades tanto bucales como pélvicas.
Por tanto, me daba igual forzar a Jose y que echara el primer disparo en la mamada. Yo seguí chupando y chupando, cada vez intentando cerrar más la boca y haciendo más succión, para tratar de degustar su leche cuanto antes. Los temblores llegaron a la mano de Jose y su respiración se agitaba, dado que la corrida era inminente. Cuando vi que sus gemidos aumentaron de volumen, metí completamente su polla en la boca e hice algunos movimientos con la garganta. Esto terminó de matar al pobre, porque noté que su leche comenzaba a brotar de su polla y escurría por mi garganta. Mi cliente temblaba y se agarraba como podía a mi cabeza y a las sábanas de la cama, y sus huevos quedaron satisfechos y vacíos por la tremenda mamada que le acababa de propinar.
A Jose se le escapó una risa tonta, imagino que de ver que todavía le quedaba más de 1 hora y media y ya se había quedado agustísimo. Por su cabeza estarían pasando muchas posturas y barbaridades que me querría hacer, y yo estaba totalmente dispuesta a aceptarlas todas con una sonrisa. Imagino que para una persona de 50 y pico años, tener a una chica que está buena, con cuerpo atlético de gimnasio, y que domina con maestria las habilidades amatorias, debe ser un placer tremendo. Sobre todo si esa chica acaba de cumplir los 20 años y por poco le triplicas la edad.
En este año y medio de servicios sexuales, he visto que la mayoría de polvos, sobre todo entre la gente madura, tienen un patrón. Después de la mamada inicial suele venir recibir sexo oral yo, vamos, que me comen entera. Yo intuía que Jose iba a hacer lo mismo, y así fue. Me subió a la cama y me puso acostada boca abajo, tras bajar mi pantalón y el tanguita, hundió su cara en mi culo y coño. Notar su lengua, saliva y respiración tan cerca de mi ojete y chumino me ponía cada vez más cerda. Ya estaba algo mojada de la mamada que acababa de hacer, pero sin duda ahora me iba a empapar. Tras algunos minutos recibiendo la lengua de Jose en mis agujeros, decidí volver a hacerlo protagonista, y le pedí que hiciéramos un 69, cosa que él aceptó de forma instantánea.
Jose quería estar debajo, y dada su altura, su tamaño, y su barriguita, iba a ser lo mejor. Por tanto, yo me subí encima y abrí las piernas, quedando mi chumino a la altura de su boca. Jose siguió succionando mi clítoris y dando lametones de arriba hacia abajo, cogiendo a veces todo mi coño con su boca. Yo, en cambio, le daba pequeños lametones, caricias y besitos a su polla para volver a ponerla totalmente dura, aunque ya volvía a estarlo sin yo hacer casi nada. También le hacía cosquillas en su perineo y cerca del culo, cosa que le gustaba mucho pensé, porque cada vez que lo hacía chupaba mi chochete con más violencia.
Hubo un momento en que Jose me estaba comiendo tan bien la almeja y el ojete, que paré de jugar con su polla y me puse recta, quedando totalmente encima de su cara, en posición de facesitting. De esta manera Jose tenía todo su rostro hundido en mis agujeros y el cabrón casi gemía más que yo. Estábamos los dos en la gloria, cuando de repente una persona llamó a la puerta y me llevé un susto de muerte, no me lo esperaba.
UN NUEVO INVITADO
Jose, al contrario de lo que yo pensaba que iba a hacer (seguir comiendo), paró y se levantó a abrir, cosa que me dejó un poco descolocada. Cuando abrió, apareció otro hombre canoso, yo imaginaba que de la misma edad por lo poco que podía ver desde la cama, y me tapé rápidamente como pude. Jose saludó al otro hombre con una sonrisa y tras decirse un par de palabras entraron los dos de nuevo en la habitación. Yo no entendía nada y no os negaré que estaba algo asustada, al final en estos servicios estás expuesta a cualquier cosa y bueno... no me esperaba esto.
Total, que cuando vi que el hombre nuevo este, llamemoslé Manuel, empezaba a bajarse la cremallera, ya sabía que iba a tener que atender a los dos esa tarde durante la hora y media que quedaba. Jose, algo nervioso, me dijo que Manuel era su amigo de toda la vida y que quería participar, pero que no estaba seguro si iba a venir, si no, si aceptaba tríos... total, que trataba de convencerme. Realmente no tenía que hacerlo, yo ya había dejado caer la sábana y mis tetas y cuerpo volvían a estar al aire. Le dije a Manuel, por tratar de sacar algo más de tajada del asunto, que si quería que lo atendiera me tenía que pagar al menos unos 70 euros. Que le estaba regalando tarifa porque quedaba una hora y media entera, y que si no me pagaba solo me iba a follar a Jose y él iba a tener que mirar y hacerse una paja.
No se a qué se dedicaban estos dos, porque aceptó sin dudar y al abrir su cartera había muchísimo dinero, pero mucho, igual que en la de Jose. Dejó dos billetes de 50€ en la mesilla de la cama (más de lo que le había dicho) y siguió bajándose su pantalón y quitándose el calzado.
Jose le dijo a Manuel que todavía no me había follado, y ambos se rieron y dijeron que ya iba siendo hora de darme lo "mío". Manuel me giró y sin dejarme que le comiera el sable ni nada, me clavó la polla hasta el fondo del coño, que entró con facilidad debido a toda la saliva que Jose había dejado antes ahí. Sus embestidas eran fuertes y mi chochete se abría para aceptar ese rico y duro invasor. Manuel me follaba a una velocidad muy alta, y eso me hacía empezar a emitir gemidos, así que me llevé la polla de Jose de nuevo a la boca a ver si podía sacarle otro disparo con mi garganta.
Estuvimos en esa postura cerca de cinco minutos, Manuel me daba con tantas ganas que me corrí de golpe, porque Jose me había comido tanto el coño antes que ya lo tenía muy sensible. Mojé muchísimo mis muslos y la polla de Manuel, que parecía darle igual mis temblores y gritos, porque seguía con el mete-saca a la misma velocidad, como si fuera una puta máquina. Jose no aguantó más y también descargó de nuevo en mi boca, esta vez menos cantidad, pero con el mismo resultado, mi garganta bien metida con la nariz en su barriga y tragándolo todo.
Para dejar que Jose probara mi coño también, aparté a Manuel y me subí encima de Jose antes de que su polla perdiera dureza. El pobre respiró como un cerdo cuando mi coño atrapó su tranca. Estar en esta postura, encima de Jose y tratando de cabalgarlo, ya dejaba al descubierto mi pequeño ojete. Manuel no tardó en lanzarse a probarlo con su lengua. Realmente ya estaba mojadito de antes, pero Manuel estaba más cachondo que un mono y supongo que necesitaba llevárselo a la boca, es algo normal a lo que estoy acostumbrada, la verdad. Los dedos de Manuel no se hicieron esperar y mientras yo botaba sobre la polla de Jose, que estaba en su tercer asalto y pidiendo clemencia, estos deditos comenzaron a entrar en mi culo uno a uno, quedando todos al final haciéndome una masturbación anal que me daba escalofríos por toda la espalda.
Manuel se puso por delante mío durante unos segundos para que le lubricara bien el sable, y así lo hice, escupiéndole y metiéndolo hasta el fondo de mi boca para que estuviera listo para lo que venía. Y así fue, Manu se fue hacia atrás y tras ponerse de rodillas sobre la cama, apuntó su capullo hacia mi agujero trasero, que estaba deseando ser follado fuerte después del juguete de mi casa, la lengua de Jose, y los dedos del propio Manuel.
Comenzó aquí una doble penetración donde el ritmo sin duda lo volvía a llevar Manuel. Ese hombre era una máquina de follar y me estaba poniendo muy cerda. Jose solo estaba debajo mío, con los ojos entrecerrados y una sonrisa amplia, fruto de mis movimientos vaginales en su polla. En cambio, Manu me abría el ojete cada vez a más velocidad, era el que guiaba a los tres en el polvo, sus rápidas embestidas hacían que mi culo me diera oleadas y oleadas de placer por toda mi columna vertebral.
Llegó un momento en que Manuel no pudo más, y descargó su leche en el condón, lo llenó casi entero el cabrón. Al sacarla, yo también me bajé de la polla de Jose, que no estaba muy activo ya, y Manuel me pidió que me bebiera la leche del preservativo. No tengo problema en hacerlo y no es una cosa que me de asco, ni mucho menos, así que me pidió que abriera la boca y él mismo dejó caer toda su lefa por el condón, que rápidamente fue a parar a mi boca. Estaba más rica que la de Jose, tanto en sabor como en consistencia.
Jose se sentó en un sillón de la habitación y empezó a hacerse una paja mientras ahora veía como Manuel, tras ponerme en el borde de la cama boca arriba, metía su polla en mi garganta y me follaba la boca. Yo empezaba a tener lágrimas en los ojos y a tener alguna arcada, pero Manuel me ponía muy cachonda, ser maduro, tan activo, tan cerdo... me volvía loca. Aún quedaba algo de tiempo y Jose se acababa de correr en el sillón otra vez, y yo ya lo daba por perdido al pobre. En cambio Manuel y yo estuvimos follando la media hora que quedaba en la cama, tanto por el ojete como por mi coño. En todas las posturas que os imaginéis. Cuchara, cuatro patas, yo encima, él de pie y yo boca arriba en la cama agarrando mis pies... de todo.
El polvazo entre Manuel y yo me hizo correrme dos veces más, ni recuerdo en qué momentos, sé que una vez fue cuando me daba por el culo a toda velocidad y otra mientras me agarraba del cuello de espaldas y percutía mi coño. En cambio, él sí que aguantó los 30 minutos de tarifa que quedaban sin correrse hasta el final, donde lo llevé al sillón que había al lado de Jose y lo hice sentarse.
Una vez ahí, y tras ponerse el último condón de la tarde, le eché una buena dosis de lubricante con efecto calor y me subí encima de él. Agarré su polla y la llevé a mi culo, que estaba completamente abierto ya, y me dejé caer. Manuel resopló y tras agarrarme del culo fuerte y darme unas cuantas metidas, se corrió en menos de un minuto gritando como un auténtico loco.
Recuerdo con especial cariño este polvo con estos señores, porque me tratan muy bien en varios sentidos. Primero: follan bien, sobre todo Manu. Segundo: me pagan muchísimo más que las tarifas estándar que tengo. Y tercero: se preocupan por mi placer. Si Jose tiene que darme 100 euros para tirarse 1 hora solo comiéndome el culo y el coño lo hace, y yo me quedo más feliz que una perdiz. Esto ocurrió una semana después de lo del hotel, ya que Jose me echaba de menos y volvió a Murcia para tirarse casi una hora con mis nalgas incrustadas en su cara, y recibiendo mis corridas.
Creo que nuestra historia juntos no va a acabar, al menos en unos meses como poco. Económicamente me renta mucho exprimir estas pollas, y ellos están como dos niños pequeños con mi cuerpo.
Sin más, espero que os haya gustado mucho el relato y no dudéis en darme vuestra opinión por correo y comentarios. Y si queréis experimentar en primera persona una historia de este tipo, preparad algunos billetes y contactad conmigo por email, fijamos una cita y quizás un día encuentres tu relato en esta página.
Un besito a todos donde más os guste.
Marina.
Se que muchos teníais ganas de que volviera a escribir un relato, como así me lo habéis hecho saber a través del correo electrónico. Como siempre, os traigo algo verídico, real, fruto de mis recientes aventuras en el mundo puteril del que tan orgullosa estoy de formar parte. En esta ocasión, os voy a contar una follada bastante rica que me dieron dos hombres algo entrados en edad hace un par de semanas. Me contrató solo uno, pero después un amigo suyo vino a la habitación del hotel y tuve que atender a los dos debido a sus insistencias. He elegido esta historia porque además de tener algo curioso, como la incorporación al polvo de una persona que no estaba invitada, me dió muchísimo placer. Tuve incluso que cancelar una cita que tenía esa noche para el día siguiente porque no tenía más ganas de follar, estaba completamente agotada.
No incluiré diálogos, como ya sabéis que suelo hacer. En primer lugar, porque como siempre escribo los relatos en torno a 1 mes después de que ocurran (en ocasiones más), no me acuerdo de muchas de las frases y no quiero/me gusta perder el tiempo en inventarlas. Vengo aquí a contar mis historias, a que disfrutéis, y a ganar algunos clientes, que ya he ganado bastantes a través de estos relatos. Pero no vengo a inventar frases para que el diálogo quede más o menos completo, eso me da bastante igual.
Sin más dilación y dilatación... vamos con la historia. Creo que os va a gustar mucho, porque es de las primeras historias en las que podréis ver todas las fases que tiene quedar con un cliente, prepararlo todo, y darle su servicio hasta que quede más que satisfecho para que en algún momento quiera volver a probar nuestros agujeros pagando dinero.
LA CITA
A través de mi correo me contactó un hombre de unos 50 años, llamemoslé Jose. No se llama así, pero por privacidad y ya sabiendo él que iba a contar su historia, prefiero cambiar el nombre. Jose es de Cartagena, esto sí es real, y me contactó a finales de mayo para tener una cita a principios de junio conmigo, dado que las chicas jóvenes le ponían mucho, estaba dispuesto a pagarme incluso por encima de mis tarifas, y tenía que venir a Murcia capital la primera semana de junio por temas de trabajo.
En estas fechas no me gusta quedar y ofrecer los servicios en coches y descampados a no ser que sea de noche. Primero porque ya hay más gente por la calle, y segundo porque hace muchísimo calor, y chupar una polla dentro de un coche a 38 grados no es lo mismo que en una habitación fresquita. Como muchos sabréis, vivo con mi padre, que está divorciado de mi madre, así que no tengo sitio para ejercer mi actividad en mi casa. Normalmente o voy a casas de clientes, o coches de noche, o habitaciones de hotel.
Por tanto, Jose tuvo que recurrir a una habitación de un hotel céntrico de la ciudad, bastante baratita, pero suficiente para pasar un buen rato juntos. Una vez que le hice un hueco en la agenda, a los 2 días me pasó por correo la dirección del hotel, la hora y la habitación que había reservado. Normalmente antes de quedar con un cliente, lógicamente, le pregunto qué servicios querrá, cuanto tiempo y demás. Esto me sirve además de para preparar mejor los huecos de la agenda y hacerme una idea del dinero que ganaré, para prepararme físicamente. Es decir, si sé que un cliente, por ejemplo, va a querer 1 hora y media donde sobre todo querrá follarme por el culo, pues yo un rato antes en casa me meto algún juguete para dilatarlo, y lo llevo ahí un ratito. Si solo quiere una mamada con terminación en boca, pues no tengo que hacer esto, por ejemplo.
En el caso de mi querido Jose, hacía un año que su mujer lo había dejado y no había tenido mucho sexo, solo un par de veces también con alguna lumi o puta jovencita, que son las que más le gustan. Me pidió mi tarifa más larga, dos horas, y le daba igual el precio. Suelo cobrar por 2 horas haciendo todos los servicios unos 200€. En el caso de Jose, y tras haberle dicho que tenía mucho lío estas semanas y planes personales (con amigas, graduación del instituto, fiestas... y eso), me pidió por favor que quedara con él y que me pagaría 300.
Ante esta oferta, lógicamente acepté. Me encanta implicarme en mis citas para que los clientes disfruten, así que a Jose que encima estaba pagando más tenía que dejarle los huevos como pasas.
EL HOTEL Y LAS LENGUAS
Una vez que todo estaba claro, llegó la hora, las 5 de la tarde. Hacía bastante calor, así que fui con un pantalón muy corto, prácticamente mis cachetes se salían del pantalón y se me veía el culo por debajo. Un top amarillo color fosforito, el pelo recogido con un pequeño moño, que ahora lo llevo algo más cortito. Y debajo pues... no llevaba sujetador, porque me gusta sentirme libre sobre todo cuando hace tanto calor y sol, y de ropa interior un pequeño tanga de hilo color rosa, que se perdía entero entre las mollas de mi culo y por delante al tener una tela muy fina, marcaba completamente mi raja. Mi bolsito, la cartera, las llaves, un bote de lubricante por si había que usarlo en algún momento... lo de siempre.
Llegué al hotel, el cual obviamente voy a omitir, aunque os diré que está muy cerca del Corte Inglés de la Gran Vía y es de 4 estrellas. Si alguien quiere gastar unos minutos en buscarlo, así se divierte. En la puerta estaba Jose, él llevaba la camiseta roja que le había dicho, y me reconoció fácilmente por mi top amarillo que le dije que iba a llevar. Nos dimos un par de besos, sonrió muchísimo estando algo nervioso, y pasamos al hotel para ir subiendo a la habitación.
Ya en el ascensor Jose llevó su mano a mi culo y empezó a sobarme por encima del pantalón, lo cual empezó a calentar el ambiente y a que a mi se me escapara una risa tonta. Me gustan los hombres lanzados, atrevidos, y cuanto más salidos mejor. El típico maduro verde, que mira de reojo a las muchachas jóvenes, siempre me ha puesto muy cachonda. En mi experiencia personal, follan muchísimo mejor que los chavales jóvenes. Quizás no que los de 30, pero sin duda MUCHO mejor por lo general que los de 20.
Al llegar a la habitación, Jose empezó a besarme sacando su lengua y obviamente le correspondí. Cuando vi que empezaba a bajarse la cremallera del pantalón, porque ya se le veía claramente cachondo, lo paré y le dije que me pagara en primer lugar, que solía hacerlo así. Me dio los 300 euros que guardé en mi bolso y volví cerca de la cama donde Jose seguía bajandose los pantalones hasta los tobillos.
Olía bien, se nota que estaba recién duchado, así que no le dije que se limpiara en el baño ni nada. Me puse de rodillas y mientras Jose jugaba con mis tetitas por encima del top, que ya comenzaban a marcar mis pezones duros, saqué su polla del pantalón y la tuve delante mía unos segundos. No tenía capucha, olía a limpio. Era gordita, ya empezaba a estar muy dura y algo larga, pero sobre todo gordita y cabezona. No hice mucho más esperar a Jose y de un movimiento me la incrusté de golpe hasta el fondo de la garganta, como me gusta hacer para empezar. Al pobre Jose le temblaban los pies y solo pudo apoyar su mano en mi cabeza. Comencé a tragar y a subir y bajar por esa polla durante unos minutos, acababa de beber agua por lo que generaba mucha saliva, y a Jose le encantaba por los gemidos que salían de su boca. Al ser un servicio de 2 horas, obviamente se entiende que el cliente se va a correr más de una vez, sobre todo si tenemos en cuenta mis habilidades tanto bucales como pélvicas.
Por tanto, me daba igual forzar a Jose y que echara el primer disparo en la mamada. Yo seguí chupando y chupando, cada vez intentando cerrar más la boca y haciendo más succión, para tratar de degustar su leche cuanto antes. Los temblores llegaron a la mano de Jose y su respiración se agitaba, dado que la corrida era inminente. Cuando vi que sus gemidos aumentaron de volumen, metí completamente su polla en la boca e hice algunos movimientos con la garganta. Esto terminó de matar al pobre, porque noté que su leche comenzaba a brotar de su polla y escurría por mi garganta. Mi cliente temblaba y se agarraba como podía a mi cabeza y a las sábanas de la cama, y sus huevos quedaron satisfechos y vacíos por la tremenda mamada que le acababa de propinar.
A Jose se le escapó una risa tonta, imagino que de ver que todavía le quedaba más de 1 hora y media y ya se había quedado agustísimo. Por su cabeza estarían pasando muchas posturas y barbaridades que me querría hacer, y yo estaba totalmente dispuesta a aceptarlas todas con una sonrisa. Imagino que para una persona de 50 y pico años, tener a una chica que está buena, con cuerpo atlético de gimnasio, y que domina con maestria las habilidades amatorias, debe ser un placer tremendo. Sobre todo si esa chica acaba de cumplir los 20 años y por poco le triplicas la edad.
En este año y medio de servicios sexuales, he visto que la mayoría de polvos, sobre todo entre la gente madura, tienen un patrón. Después de la mamada inicial suele venir recibir sexo oral yo, vamos, que me comen entera. Yo intuía que Jose iba a hacer lo mismo, y así fue. Me subió a la cama y me puso acostada boca abajo, tras bajar mi pantalón y el tanguita, hundió su cara en mi culo y coño. Notar su lengua, saliva y respiración tan cerca de mi ojete y chumino me ponía cada vez más cerda. Ya estaba algo mojada de la mamada que acababa de hacer, pero sin duda ahora me iba a empapar. Tras algunos minutos recibiendo la lengua de Jose en mis agujeros, decidí volver a hacerlo protagonista, y le pedí que hiciéramos un 69, cosa que él aceptó de forma instantánea.
Jose quería estar debajo, y dada su altura, su tamaño, y su barriguita, iba a ser lo mejor. Por tanto, yo me subí encima y abrí las piernas, quedando mi chumino a la altura de su boca. Jose siguió succionando mi clítoris y dando lametones de arriba hacia abajo, cogiendo a veces todo mi coño con su boca. Yo, en cambio, le daba pequeños lametones, caricias y besitos a su polla para volver a ponerla totalmente dura, aunque ya volvía a estarlo sin yo hacer casi nada. También le hacía cosquillas en su perineo y cerca del culo, cosa que le gustaba mucho pensé, porque cada vez que lo hacía chupaba mi chochete con más violencia.
Hubo un momento en que Jose me estaba comiendo tan bien la almeja y el ojete, que paré de jugar con su polla y me puse recta, quedando totalmente encima de su cara, en posición de facesitting. De esta manera Jose tenía todo su rostro hundido en mis agujeros y el cabrón casi gemía más que yo. Estábamos los dos en la gloria, cuando de repente una persona llamó a la puerta y me llevé un susto de muerte, no me lo esperaba.
UN NUEVO INVITADO
Jose, al contrario de lo que yo pensaba que iba a hacer (seguir comiendo), paró y se levantó a abrir, cosa que me dejó un poco descolocada. Cuando abrió, apareció otro hombre canoso, yo imaginaba que de la misma edad por lo poco que podía ver desde la cama, y me tapé rápidamente como pude. Jose saludó al otro hombre con una sonrisa y tras decirse un par de palabras entraron los dos de nuevo en la habitación. Yo no entendía nada y no os negaré que estaba algo asustada, al final en estos servicios estás expuesta a cualquier cosa y bueno... no me esperaba esto.
Total, que cuando vi que el hombre nuevo este, llamemoslé Manuel, empezaba a bajarse la cremallera, ya sabía que iba a tener que atender a los dos esa tarde durante la hora y media que quedaba. Jose, algo nervioso, me dijo que Manuel era su amigo de toda la vida y que quería participar, pero que no estaba seguro si iba a venir, si no, si aceptaba tríos... total, que trataba de convencerme. Realmente no tenía que hacerlo, yo ya había dejado caer la sábana y mis tetas y cuerpo volvían a estar al aire. Le dije a Manuel, por tratar de sacar algo más de tajada del asunto, que si quería que lo atendiera me tenía que pagar al menos unos 70 euros. Que le estaba regalando tarifa porque quedaba una hora y media entera, y que si no me pagaba solo me iba a follar a Jose y él iba a tener que mirar y hacerse una paja.
No se a qué se dedicaban estos dos, porque aceptó sin dudar y al abrir su cartera había muchísimo dinero, pero mucho, igual que en la de Jose. Dejó dos billetes de 50€ en la mesilla de la cama (más de lo que le había dicho) y siguió bajándose su pantalón y quitándose el calzado.
Jose le dijo a Manuel que todavía no me había follado, y ambos se rieron y dijeron que ya iba siendo hora de darme lo "mío". Manuel me giró y sin dejarme que le comiera el sable ni nada, me clavó la polla hasta el fondo del coño, que entró con facilidad debido a toda la saliva que Jose había dejado antes ahí. Sus embestidas eran fuertes y mi chochete se abría para aceptar ese rico y duro invasor. Manuel me follaba a una velocidad muy alta, y eso me hacía empezar a emitir gemidos, así que me llevé la polla de Jose de nuevo a la boca a ver si podía sacarle otro disparo con mi garganta.
Estuvimos en esa postura cerca de cinco minutos, Manuel me daba con tantas ganas que me corrí de golpe, porque Jose me había comido tanto el coño antes que ya lo tenía muy sensible. Mojé muchísimo mis muslos y la polla de Manuel, que parecía darle igual mis temblores y gritos, porque seguía con el mete-saca a la misma velocidad, como si fuera una puta máquina. Jose no aguantó más y también descargó de nuevo en mi boca, esta vez menos cantidad, pero con el mismo resultado, mi garganta bien metida con la nariz en su barriga y tragándolo todo.
Para dejar que Jose probara mi coño también, aparté a Manuel y me subí encima de Jose antes de que su polla perdiera dureza. El pobre respiró como un cerdo cuando mi coño atrapó su tranca. Estar en esta postura, encima de Jose y tratando de cabalgarlo, ya dejaba al descubierto mi pequeño ojete. Manuel no tardó en lanzarse a probarlo con su lengua. Realmente ya estaba mojadito de antes, pero Manuel estaba más cachondo que un mono y supongo que necesitaba llevárselo a la boca, es algo normal a lo que estoy acostumbrada, la verdad. Los dedos de Manuel no se hicieron esperar y mientras yo botaba sobre la polla de Jose, que estaba en su tercer asalto y pidiendo clemencia, estos deditos comenzaron a entrar en mi culo uno a uno, quedando todos al final haciéndome una masturbación anal que me daba escalofríos por toda la espalda.
Manuel se puso por delante mío durante unos segundos para que le lubricara bien el sable, y así lo hice, escupiéndole y metiéndolo hasta el fondo de mi boca para que estuviera listo para lo que venía. Y así fue, Manu se fue hacia atrás y tras ponerse de rodillas sobre la cama, apuntó su capullo hacia mi agujero trasero, que estaba deseando ser follado fuerte después del juguete de mi casa, la lengua de Jose, y los dedos del propio Manuel.
Comenzó aquí una doble penetración donde el ritmo sin duda lo volvía a llevar Manuel. Ese hombre era una máquina de follar y me estaba poniendo muy cerda. Jose solo estaba debajo mío, con los ojos entrecerrados y una sonrisa amplia, fruto de mis movimientos vaginales en su polla. En cambio, Manu me abría el ojete cada vez a más velocidad, era el que guiaba a los tres en el polvo, sus rápidas embestidas hacían que mi culo me diera oleadas y oleadas de placer por toda mi columna vertebral.
Llegó un momento en que Manuel no pudo más, y descargó su leche en el condón, lo llenó casi entero el cabrón. Al sacarla, yo también me bajé de la polla de Jose, que no estaba muy activo ya, y Manuel me pidió que me bebiera la leche del preservativo. No tengo problema en hacerlo y no es una cosa que me de asco, ni mucho menos, así que me pidió que abriera la boca y él mismo dejó caer toda su lefa por el condón, que rápidamente fue a parar a mi boca. Estaba más rica que la de Jose, tanto en sabor como en consistencia.
Jose se sentó en un sillón de la habitación y empezó a hacerse una paja mientras ahora veía como Manuel, tras ponerme en el borde de la cama boca arriba, metía su polla en mi garganta y me follaba la boca. Yo empezaba a tener lágrimas en los ojos y a tener alguna arcada, pero Manuel me ponía muy cachonda, ser maduro, tan activo, tan cerdo... me volvía loca. Aún quedaba algo de tiempo y Jose se acababa de correr en el sillón otra vez, y yo ya lo daba por perdido al pobre. En cambio Manuel y yo estuvimos follando la media hora que quedaba en la cama, tanto por el ojete como por mi coño. En todas las posturas que os imaginéis. Cuchara, cuatro patas, yo encima, él de pie y yo boca arriba en la cama agarrando mis pies... de todo.
El polvazo entre Manuel y yo me hizo correrme dos veces más, ni recuerdo en qué momentos, sé que una vez fue cuando me daba por el culo a toda velocidad y otra mientras me agarraba del cuello de espaldas y percutía mi coño. En cambio, él sí que aguantó los 30 minutos de tarifa que quedaban sin correrse hasta el final, donde lo llevé al sillón que había al lado de Jose y lo hice sentarse.
Una vez ahí, y tras ponerse el último condón de la tarde, le eché una buena dosis de lubricante con efecto calor y me subí encima de él. Agarré su polla y la llevé a mi culo, que estaba completamente abierto ya, y me dejé caer. Manuel resopló y tras agarrarme del culo fuerte y darme unas cuantas metidas, se corrió en menos de un minuto gritando como un auténtico loco.
Recuerdo con especial cariño este polvo con estos señores, porque me tratan muy bien en varios sentidos. Primero: follan bien, sobre todo Manu. Segundo: me pagan muchísimo más que las tarifas estándar que tengo. Y tercero: se preocupan por mi placer. Si Jose tiene que darme 100 euros para tirarse 1 hora solo comiéndome el culo y el coño lo hace, y yo me quedo más feliz que una perdiz. Esto ocurrió una semana después de lo del hotel, ya que Jose me echaba de menos y volvió a Murcia para tirarse casi una hora con mis nalgas incrustadas en su cara, y recibiendo mis corridas.
Creo que nuestra historia juntos no va a acabar, al menos en unos meses como poco. Económicamente me renta mucho exprimir estas pollas, y ellos están como dos niños pequeños con mi cuerpo.
Sin más, espero que os haya gustado mucho el relato y no dudéis en darme vuestra opinión por correo y comentarios. Y si queréis experimentar en primera persona una historia de este tipo, preparad algunos billetes y contactad conmigo por email, fijamos una cita y quizás un día encuentres tu relato en esta página.
Un besito a todos donde más os guste.
Marina.
0 comentarios - Marina, la zorra V (Reventada 2 horas en un hotel)