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El finalizador 5- Un nuevo encargo

El sonido de la puerta del baño me apartó de mis pensamientos.  En el quicio de la puerta estaba Sandra completamente desnuda. Me recree en su cuerpo que parecía inmune al paso del tiempo. Su vientre seguía igual de plano que la última vez. Diría que incluso la raya que surcaba sus abdominales se marcaba aún más. Había perdido caderas ya que ahora no podía comer de forma tan adecuada pero todo quedaba compensado con su glorioso par de pechos que al ser operados habían mantenido su forma a pesar de los cambios en el cuerpo de Sandra.
-¿Qué ha pasado con la toalla?- le pregunté totalmente serio
-Pensé que debía agradecerte lo que has hecho por mí. Hacía siglos que no me daba un baño relajante- el tono de su voz era totalmente sumiso, no había nada de la segura y picarona mujer que conocí hace años. Me asombró la capacidad que tenia Sandra para que pasara de considerarme el hijo de puta causante de sus desgracias a querer agradecerme sexualmente lo que había hecho por ella.- Quiero compensarte por haberme ido corriendo antes-
-¿Estás segura de esto Sandra? Hace una hora era la razón de todos tus males.-
Sandra con un sonrisa tímida dijo –Hace mucho tiempo que nadie me trata como tú y me acoge en su casa- mientras iba hablando sus pasos la acercaban a mi cama contorneándose como una faraona. –además la culpa no es toda tuya, no fuiste tú quien me dejó en la calle.
Al llegar al pie de la cama se subió a ella lentamente y empezó a gatear hacia a mí sin dejar ni un momento de mirarme fijamente. Sus ojos eran arrebatadores cuando su cabeza llego a la altura de mi entrepierna yo ya tenía una erección de caballo, cuando me desabrocho los botones de mi pantalón se marcaba mi pollón en mis calzoncillos. Con su pequeña mano empezó a masturbarme por fuera haciendo que en cada movimiento mi glande asomara por la goma de los calzoncillos. La imagen de esa mujer a cuatro patas no podía ser más sexual sus pechos casi rozaban las sabanas y eso que tenía los brazos muy poco flexionados. Sandra era realmente una mujer nacida por y para el disfrute. Finalmente retiro el calzoncillo y cogiendo mí pene por su base empezó a recorrer toda su longitud con sus labios humedeciéndola completamente.
-Umm que rica está.- esto me lo dijo mientras miraba mi rabo ensimismada y un fino puente desaliva colgaba entre mi polla y sus labios.
-Veamos que has aprendido tras convertirte en una comepollas profesional- Noté en su mirada una punzada de rabia. Seguramente porque le acaba de llamar puta a la cara pero apuesto a que también porque ahora ya no la trataba de usted.
Sin dejar de mirarme abrió la boca y se metió mi polla en la boca. Su labios jugaron un segundo en el borde de mi capullo…bajaron un poco más, hasta media polla para luego recular, en el tercer envite casi se había tragado dos tercios de mi polla y en el cuarto note como aflojaba su garganta y se la clavaba hasta el fondo. Y allí se quedo, no se apartaba. Alejaba su nariz de mi pubis un par de centímetros y volvía a tragar hasta el fondo.
-¡¡¡Joder pero que puta te has vuelto!! Por Dios!- Gemí mientras ella seguía ensartada por mi polla. Sus babas empezaban a resbalar hasta mis pelotas. Sandra me miró con los ojos surcados de venitas rojas por el esfuerzo. Notaba que le hería que la llamase puta pero lo toleraba.  Finalmente se saco mi rabo de la garganta y nos quedamos mirando en completo silencio a excepción de la agitada respiración de ella.
­­- Dímelo- Le animé
-No entiendo ¿qué quieres que diga?
-Sabes perfectamente a lo que me refiero, lo he visto desde que me has bajado los calzoncillos-
Ella de golpe pareció comprenderlo y dijo –Hacía mucho que esperaba comerme otra vez una polla como esta- lo dijo y me pareció que incluso se sonrojaba un poco. Luego puso su enormes pechos  a lado y lado de mi rabo y empezó a hacerme una cubana sin ninguna prisa. En esa posición siguió diciéndome…-lo digo de verdad, he chupado más pollas de las que puedo contar, de todos los colores pero no puedo sacarme de la cabeza la tuya. Lo he intentando, te lo juro. Te he odiado tanto durante tanto tiempo que no quería recordar tu polla como algo que me gustase, pero luego arrodillada en el club me sorprendía a mi misma fantaseando en que era tu polla la que estaba chupando. De hecho cuando esto pasaba no podía dejar masturbarme y chupar con más ansia. Creo que gracias a esto conseguí tan buena fama como experta feladora- experta chupa pollas corregí- experta chupa pollas- eso último lo dijo mirándome fijamente a los ojos con una expresión seria. No olvidéis que a todo esto tenía unos pechos de talla 110 haciendo una maravillosa y sensual cubana. Ella notó que estaba cada vez más excitado así que incremento un poco el ritmo a la par que daba besos a la punta de mi glande cada vez que este asomaba entre su par de pechos. No podía evitar mirarla, a pesar de todo, seguía teniendo el porte de una mujer segura de sí misma, algo que creo que era simple y llanamente una fachada para ocultar un sentimiento que le corría por dentro. El sentimiento de que solo había encontrado trabajo en el antiguo gremio de la prostitución. Pero por fuera lo que yo veía era algo que muchos sólo podrán soñar o ver en la TV. Tenía una autentica diva con una cirugía exquisita a mi entera disposición. Mi respiración se hacía cada vez más fuerte así que me levanté de la cama y me puse de pie mientras Sandra se ponía de rodillas.  -Abre la boca- le dije. Sin miramientos me masturbe hasta que unos segundos más tarde empecé a eyacular tremendos chorros de esperma en su boca, cara y pechos. Ella recibió todos los chorros con la boca abierta y sus ojos clavados en los míos.  Su respiración agitada  hacía que sus pechos subiesen y bajasen lo que hacía que mi lefa se fuese escurriendo hasta empezar a gotear desde sus pezones.
-Estuvo bien Sandra- Le dije, ya recuperado, - Al otro lado del pasillo encontraras una habitación con sabanas nuevas para ti. Nos vemos mañana ya que tenemos varías cosas que hacer-
-Eh..Vale…- Dijo con cara sorprendida. Me imaginé que pensaba pasar la noche en mi cama y el hecho que la enviase a otra habitación supuso una decepción para ella. Me hubiese encantado pasar la noche follando con semejante hembra pero no podía permitir que se encariñase de mi. Además la necesitaba lo más cachonda posible.
Al día siguiente desperté temprano con la ilusión de un niño. Era la hora de urdir mi nueva estrategia para acabar con el matrimonio de Alba. Sandra seguía durmiendo en su habitación, supongo que hacía tiempo que no gozaba de una cama en condiciones ni mucho menos de unas sabanas de seda. Fui a la cocina silbando mientras preparaba un buen desayuno. Preparé unas tostadas con salmón ahumado cubierto de una ligera cobertura de mantequilla y una cucharadita de caviar, corté un poquito  de jamón 5 jotas y exprimí unas naranjas para hacer un buen zumo. La mesa tampoco la despisté, puse un mantel exquisito así como la cubertería de titanio que me regaló un buen cliente que trabajaba en el mundo de la aviación. Cuando ya estaba todo preparado fui a despertar a Sandra. Intenté despertarla un par de veces sin éxito, parecía  que mi cama le había gustado más de lo creía, así que abrí las persianas para que entrara la luz. Sandra estaba desnuda. Era una buena imagen con la que empezar el día, seguía teniendo una figura exquisita, estaba recostada de lado así un pecho le caía hacia el otro dando la sensación que aún eran más grandes y su estomago seguí luciendo una ralla que lo cruzaba de arriba abajo. Me hizo gracia ver que seguía manteniendo el cuadradito de vello justo encima de su coño. Me gusto ver cómo a pesar del tiempo hay cosas que nunca cambian y nos definen, dentro de Sandra siempre ha habido un chica realmente juguetona que se enorgullece de su cuerpo y gusta de disfrutarlo y aquello me excito haciendo que apareciera un buen bulto en mi pantalón. 
­-Vamos Sandra, levántate que hoy tenemos  un montón de cosas que hacer-
Haciéndose la remolona, Sandra fue levantándose poco a poco, al ver el bulto de mi pantalón de forma automática se puso a cuatro patas ofreciéndome el culo
Moviendo el trasero suavemente de lado a lado se giro para decir –Por favor Álex , por favor hace mucho que no tengo sexo con alguien que conozca y me guste, fóllame por favor-
Aquel culo era increíble. Ya os lo describí una vez, pero no puedo evitar hacerlo una vez más. Tenía unas nalgas perfectamente redondas, sin rastro de celulitis en y con esa gran virtud que tienen los culos realmente musculados. Simplemente el hecho de estar a cuatro patas impedía que sus nalgas se tocase dejando expuesto un ojete perfectamente blanqueado que apenas se distinguía del resto de la carne de su propietaria. Se moría por que la penetrara, ya que su vagina empezaba a brillar fruto de la anticipación, era una imagen preciosa, no os mentiré y mi polla opinaba lo mismo pero hay veces en que un hombre debe ceñirse al plan.
Le metí un cachete en la nalga mientras le decía ­–Venga Sandra, no tengo tiempo para juegos tenemos cosas que hacer, date una ducha y baja a desayunar-
¿Qué, que? Que haces Álex- Tenia cara de haber visto un fantasma-¿en serio me vas a dejar así?, ¿qué sucede he hecho algo? ¿Ya no te gusto?
Me sentí alagado de que una hembra como aquella se desviviera para que me la follara, y por Dios que me la follaría pero no en ese momento. Así que puse mi voz más seria y mi semblante más seco –Sandra, como he dicho antes, no tengo tiempo. Dúchate y baja a desayunar- ¡Joder! Sí hasta me parecí a mi padre. Ella se levanto incrédula y se fue a la ducha con un calentón que suponía que aliviaría en la ducha. Así que cogí el móvil y apague la caldera de forma domótica. No podía permitir que se masturbase. Me fui de la habitación escuchando sus gritos desde el baño.
Pasada una hora yo ya estaba haciéndome el café cuándo bajo Sandra,
-Ohh Álex ¿esto es para mí?- Tenia la mirada de una niña abriendo regalos, cuando dio el primer bocado no pudo evitar soltar un gemido de placer- Ummm, está delicioso, hacía mucho que no podía desayunar así de bien.
-¿Qué estas comiendo últimamente, Sandra?. Me preocupa tu salud-
-Que mono- dijo ella sonriente- Pues como según el dinero que tengo, los días que me puedo pagar la comido voy a un supermercado barato y compró lo más saludable que encuentro, pero muchos días no como nada. – dijo a la vez que desaparecía la sonrisa de su cara.
-Debes comer mejor y lo sabes, aún me sorprende como has conseguido mantener tu cuerpazo-
-Hago ejercicio en mi habitación siempre que puedo. Esto y ayunar de vez en cuando hace que no gane peso-
-En eso tienes razón, pero sabes que si mantienes este ritmo perderás masa muscular y a la larga empezarás a perder firmeza- dije yo con tono serio.
Sandra simplemente se quedo sentada mirando su plato en silencio.
­-Disculpa Sandra, no quería desanimarte. Acaba del desayuno que iremos a comprar algo de ropa que la que llevas está para tirar.-
Al escuchar que iríamos de compras la sonrisa volvió automáticamente a su carita.
Pasamos toda la mañana de tiendas, se compro ropa interior que ya me parecía sexy sin sacarla de la caja, tejanos, blusas y un largo etc que pague religiosamente con una sonrisa permanente en mi cara. Aquello iba realmente bien, Sandra estaba disfrutando de lo lindo. Cuando ya no podíamos cargar con más bolsas las dejamos en el coche y la lleve a un salón de manicura y pedicura pues también tenía las uñas un poco dejadas. Sandra estaba en la gloria mientras dos mujeres prestaban los mejores cuidados a sus uñas. Al acabar una de ellas le mostro lo último en cosmética que había llegado a la tienda. Ella como una chiquilla me miro con cara de pena pidiendo que le comprara los cosméticos.  Accedí y ella se levanto y vino corriendo a abrazarme y darme un beso en la mejilla. Sandra estaba pletórica e intenté que siguiese así llevándola a comer a uno de los mejores sitios de la ciudad. 
Sandra parecía haber olvidado sus últimos años, estaba pletórica, no paraba de hablar, de contarme las ganas que tenia de probarse toda la ropa que se había comprado y que le preocupaban las uñas que se había puesto, ya que le parecían un poco demasiada largas ahora. Saqué la cartera, pagué y la ayudé a incorporarse.
-Gracias por todo Álex, eres un cielo, no puedo olvidar lo que me hiciste pero no puedo negar que eres buena persona y creo que un buen amigo. Entiendo que las circunstancias te llevaron a hacer lo que hiciste.
-¡Bueno, vaya! Gracias a ti también. Discúlpame pero creo que es hora de que te lleve a casa, esta tarde trabajas y yo tengo que hacer algunos recados.-
Al escuchar eso, pude notar como toda la alegría e ilusión de Sandra se desvanecían de repente.
-Si..es verdad…casi no me acordaba de quien soy ahora- dijo con una pena que llego a conmoverme. –gracias de todas formas por esta mañana, ha sido como volver al pasado.
 
Todo el camino hasta el piso compartido de Sandra fue en completo silencio, yo miraba de reojo a Sandra y podía ver como a cada kilometro que nos acercábamos a su casa menos quedaba de la mujer alegre que había visto esa mañana. Finalmente llegamos y me ofrecí a ayudarla a subir las compras a su piso que por supuesto no tenía ascensor. Intentó ponerme mil excusas para que no lo hiciera pero al final quedo claro que no tenía otra opción así que subimos las escaleras los dos.
El piso era una auténtica cueva, había ropa tirada por aquí  y por allí, el salón era un puño y no tenia pasillo. En ese salón daban 4 puertas que correspondían a 3 habitaciones y un baño. La cocina era un fogón doble a gas en la mesa del salón. Me pregunté cuánto le pagaban a Sandra en el club.  Notaba como Sandra intentaba que no viese nada, me quería hacer pasar a su habitación pero el desmadre que había por la casa nos obligaba a tomarnos nuestro tiempo. De repente una puerta se abrió y apareció una mujer desnuda. Tenía marcas de quemaduras de cigarro en un brazo y un aspecto realmente deplorable.
Sandra dio un brinco y saludó –Hola Natalia, no esperaba que estuvieses aquí-
­-Pues aquí estoy tía, es mi casa también- le reprochó- además creo que dejamos muy clara que nada de hombres en esta casa-
-Ya pero…- empezó a decir cuándo la volvió a interrumpir
-Ni pero ni ostias, aquí solo estamos nosotras y los clientes, pero nada de amistades o novios-
 
Sandra me cogió de la mano y me arrastró a su habitación. Cerró la puerta de golpe y se sentó en la cama cabizbaja. Estaba claro que haber recuperado, aunque solamente fuese por un día lo que había perdido, le había devuelto a la realidad del tipo de vida que llevaba.  Y os puedo decir que no podía ser más deprimente. La habitación era un puño la cama apenas cabía y para abrir el armario había que hacer malabares para que la puerta no rozase con algo. Tenía una abertura que hacía de ventana al patio interior de donde subía un olor a humedad realmente desagradable. Joder hasta yo me estaba deprimiendo.  Deje las compras donde pude, le di un par de besos y cuando estaba cogiendo el picaporte Sandra sollozó.
-Si me dejas aquí, esta noche me suicidaré lo juro-
­-Sandra no digas eso, debo irme,  ya has oído a tu compañera-
-Lo digo de verdad, ya hace tiempo que lo pienso, tengo un paquete de calmantes guardado- dijo mientras unas lagrimas asomaban de sus ojos.­-Gracias por lo de esta mañana ha sido genial, quiero irme recordando algo así y no viéndome a cuatro patas buscando pollas que salgan a través de agujeros en una pared. No volveré a ese club-
Tenía grandes planes para Sandra pero necesitaba que quisiera volver al club al menos una vez más, necesitaba reconducir la situación.
-Sandra no puedo permitir que hagas eso, no lo mereces-
-Sí que lo merezco- Calló de golpe cuando su compañera golpeaba la puerta pidiendo que dejásemos de hablar que quería dormir.
En cuanto su compañera volvió a la habitación contesté- Es verdad que siempre has vivido a costa de los demás  y que no grandes habilidades que te hagan destacar en el mundo laboral, pero has criado un hijo y eres un encanto de mujer-
-Mi hijo ya no quiere verme, no me extraña su madre es una puta barata- dijo con un tono lleno de rabia.
-En eso te equivocas Sandra, está loco por volver a verte-
-¿Y qué quieres que haga, que lo lleve a esta habitación?-
-De eso quería hablar, he estado dándole vueltas algo desde ayer-
Automáticamente sus ojos empezaron a brillar con un atisbo de esperanza.
-He pensado que vengas a vivir temporalmente a mi casa y..-
-Sí por favor SÍ- Sandra estaba desesperada por salir de allí.
-Déjame terminar Sandra. Has visto que no vivo nada mal pero no puedo permitirme tener a mi cargo una mujer, especialmente una mujer como tú que tiene una facilidad increíble para gastar. Si estas en mi casa deberás cumplir con ciertas obligaciones y echarme una mano cuando te lo pida-
-Álex haré lo que me pidas, lo juro.- No me cabía duda que lo decía de verdad pero no creía que hubiese sopesado todas las posibles implicaciones de ese juramento.
-Sandra puede que te pida que hagas de cómplice en mis trabajos, o que te acuestes con alguien- Sandra parecía no reaccionar- puede que incluso mujeres.
-No soy lesbiana Álex pero no es la primera vez que en el club como una polla a dúo con otra chica, puedo hacerlo. Haré lo que me pidas, seré tu esclava, haré lo que sea, dormiré en el suelo, comeré tus sobras, seré tu mascota, pero por…-
-Te tomo la palabra- dije sonriendo mientras le acariciaba la cabeza y me bajaba la bragueta. –Y ahora es momento de cumplir con el trato que tienes con tus compañeras de piso, atiende a tu cliente-
Sandra me miro con sorpresa pero apenas tardo un segundo en reaccionar y sacar mi polla de su cárcel de tela. Me la chupaba con una fiereza que no había visto la noche anterior, sus ojos color miel brillaban aún con más fuerza debido a las lágrimas derramadas. La verdad es que tener a esa mujer del más alto nivel de rodillas con los ojos húmedos, el rímel corriendo por sus mejillas y la boca rellena de una polla de 7 cm de ancho era algo fuera del alcance de muchos. En mi interior tenía un pequeño dilema, no le deseaba ningún mal pero verla así de vulnerable, pareciendo realmente una puta follando en un cuartucho vulgar me excitaba mucho. Ella seguía ordeñándome con una mano y con sus acolchados labios hasta que la levanté la tumbe sobre la cama y la saque los pantalones de un tirón.  Ahí estaba, tal y como lo recordaba, su perfilado cuadradito de vello púbico. Justo debajo la vagina de Sandra empezaba a brillar, sus labios habían crecido anticipando lo que iba a suceder. Una cosa que me encantaba de Sandra eran sus labios mayores. Su coño era realmente abultado, algo que se notaba cuando usaba cualquier tipo de prenda arrapada. Pero a diferencia de muchas, esos labios era duros y no colgaban, algo sorprendente en una madre, daba la sensación de que me iba a comer una hamburguesa en su jugo. Y así lo hice. El simple contacto de mi lengua con su coño provoco un grito ahogado al que le siguieron unos gemidos contenidos que me pusieron a cien. Con mi lengua busque su clítoris que ya estaba bien abultado y empecé a chupar con el centro de mi lengua mientras describía suaves círculos. Sandra arqueo la espalda y empezó a acariciarse el vientre mientras gemía cada vez con mayor intensidad.
-Ohh Dios, Álex que gusto. Hace años que nadie me comía. Casi había olvidad lo que era que una lengua recorriese mis entrañas-
-No te creo- dije separándome de su coño un milisegundo.
-¿Conoces a alguien que le quiera comer el coño a una puta?-
Sin separarme, esta vez, asentí con la cabeza y aproveché para penetrarla con mi lengua tan hondo como podía alcanzar. El grito de Laura traspaso las paredes de ese zulo. Empecé a comerle el clítoris con más ritmo a la vez que le metía un par de dedos tocando su punto G. Los gemidos ya no lo eran. Sandra empezó a gritar como una gata en celo.  Una de sus manos empezó a moverse por la cama hasta que encontró el tanga que le había quitado de un tirón.  Se lo metió en la boca ¡Que recuerdos! Aquella vez no nos convenía que la oyeran gritar. Esta vez era otro cantar. Sin dejar de follármela con la boca le arranqué el tanga de la boca.
-Que vean lo bien que atiendes los clientes que disfrutas tu más que ellos, que oigan lo puta que eres-
Sandra levanto la cabeza de la cama y me miro con rabia. Me encantaba ese orgullo residual que le quedaba. Sin mediar palabra me cogía la cabeza con las dos manos levanto las piernas y me empotro la cabeza contra su coño. Empezó a mover mi cabeza a su antojo gritando como un animal. Aquello era inhumano, Sandra ya no respondía ante nada, su respiración y sus latidos estaban desbocados, a mi me empezaba a faltar el aire pero poco parecía importarle. Usando mis brazos me aparte de aquel abrazo lujurioso, ella se quedo en la misma posición ofreciéndome sus agujeros. Su coño se relajaba y contraía como si estuviese respirando. Sus labios de un rojo intenso repletos de mi saliva y sus jugos que ya empapaban las sabanas. La levante a horcajadas y la empotre contra la pared. Le metí mis 24 cm sin miramientos mientras le comía la boca mezclando nuestras salivas y sus jugos. Con cada embestida su trasero de diosa retumbaba la pared donde yo esperaba que su compañera estuviese alucinando con el espectáculo que habíamos montado.
Al empotrarla contra la pared podía notar perfectamente todo su cuerpo contra el mío. Sus pechos apretujados contra mi pecho parecían aún más grandes. En ese momento Sandra me susurro al oído que se iba a correr y yo no pude hacer más que seguir fallándome a ese ángel como si mi vida dependiera de ello. Note en mi polla como una ola de calor llegaba hasta abrasarme. Sandra callo de golpe, sus ojos se pusieron en blanco y empezó a temblar fuera de sí. A mi parecer estaba teniendo uno de los orgasmos más intensos de su vida, todavía sin gritar me miro con los ojos medio cerrados. Me dio las gracias con un suave beso  y su cabeza se desplomo en mi hombro en un estado semiincosnciente. La recosté en la cama y no pude más que admirar la belleza de esa mujer. Poco a poco fue abriendo los ojos y me miro con una dulce sonrisa.
­-Lo siento Álex, no sé que me ha pasado, apenas me puedo mover. Ayúdame a tumbarme junto al borde la cama hasta que mi cabeza cuelgue por el borde.- Cumplí sus deseos- Fóllame la boca-
Lentamente pero con firmeza le fui penetrando la boca con mi polla. Ella apenas se movía, simplemente con una mano se masajeaba la entrepierna. Con la boca llena de polla gemía apenas sin fuerza pero de manera realmente sexy.  Aquello era inaguantable. Me corrí en su boca con potentes chorros, le llené la boca hasta que empezó a asomar mi leche por la comisura de sus labios. Ella no dijo nada simplemente trago varias veces.
Más tarde, ya recuperada nos vestimos cogimos las compras y sus pertenencias, que eran muy escasas y salimos de su habitación. Pasamos delante de una Natalia boquiabierta a la que le tiré a la cara un billete de 500 diciéndole que era en pago por los servicios de Sandra y su alquiler.
Subimos al coche  y dije
-Ahora pasaremos por mi casa, te ducharás y areglarás-
-¿Por?-
-Porque en unas horas te quiero en el club de costura-
Sandra palideció

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