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El finalizador 4: Un nuevo encargo

El día había sido largo de cojones,  perdonad mis maneras pero es que realmente estaba de un humor de perros.  Aparqué el Giblhi en el garaje y me fui directo a tomarme un baño como dios manda.  La verdad es que el día había sido una mierda pero no me podía quejar. Desde que conseguí finalizar el contrato de Sandra invertí de forma eficiente, como aplicado estudiante de económicas que soy, mi patrimonio. Acabé los estudios y utilicé parte del dinero en formación complementaria  que me facilitase el camino que había decidido tomar. Mis compañeros de universidad no entendían porque iba a necesitar un máster en psicología y todo tipo de cursos en relaciones humanas, “coaching”, comportamiento humano y un largo etc. Pero yo sabía muy bien que a pesar de que era un manipulador nato no podía confiar solamente en mi instinto, necesitaba entrenamiento ya que la casa donde actualmente resido no se paga sola. Es una casa de estilo moderno y con todo tipo de lujos, spa, gimnasio con entrenador personal, piscina y todo lo que puedas necesitar. Me la pude permitir a partir de los 27 años siendo la envidia de todos mis conocidos que no sabían cómo era posible que yo mantuviese un tren de vida así.  Me hubiese gustado explicarles que todo empezó gracias a la madre de Luís. Pero nunca me atreví a contárselo a nadie, sentía una profunda compasión por mi compañero y no quería humillarlo haciendo público que me folle a su madre. Desde lo sucedido 6 años atrás con Sandra, Luís no había sido el mismo. Siempre estaba pensativo y con cara de preocupado. La verdad es que tenía sus motivos,  su padre echó de casa a su madre con lo puesto y poco más. Estamos hablando de que de golpe una mujer en la cuarentena, sin haber cotizado jamás y con una formación laboral nula debía enfrentarse al mundo real. Por lo que me comentó Luís durante los primeros meses fue saltando de casa de amigos en casa de amigos hasta que poco a poco y al haber perdido todo su poder económico esos supuestos amigos empezaron a cerrarle la puerta. Eso la dejó literalmente en la calle. Durante unas semanas aún se la veía por el vecindario durmiendo en cajeros o en cualquier portal y más tarde desapareció. Supongo que no podía soportar las miradas de sus antiguos vecinos. Rompió el contacto con todo el mundo incluso con su hijo, eso destrozó a Luís y él no se lo pudo perdonar nunca a su padre.
La verdad es que yo también pensaba que el padre de Luís se había pasado pero la verdad es que a mí me había tratado fenomenal. De hecho no se limitó a pagarme sino que paso mi contacto a su círculo de conocidos. Todos ellos hombres de éxito con mujeres despampantes y clausulas a su favor en los contratos prematrimoniales.  Se puede decir que había creado una muy buena  cartera de clientes.
Estaba secándome después de una larga y revitalizante ducha cuando mi reloj me indicó que había entrado un mail en mi buzón. Me puse cómodo, me serví un vaso de whiskey, costumbre que debo al padre de Luís y empecé a leer.
El remitente, no lo nombraré para proteger su privacidad, era un cliente que había forjado una gran fortuna en una plataforma de póker online  y como no, requería mis servicios para librarse de su mujer. El mail decía así:
- Estimado finalizador a través de un muy buen amigo mío ha llegado a mis manos su contacto y la descripción del tipo de trabajo que realiza, he llegado a la conclusión que es el tipo de hombre que necesito. Permítame explicarle mi situación. Durante mi etapa como estudiante siempre fui una especie de bicho raro completamente invisible a las mujeres. La cosa cambió cuando generé mis primeros diez millones, en ese momento empecé ser mucho más atractivo, lo que hace el dinero… y así fue como conocí a Alba. Como verá en las fotos que adjunto, es una mujer realmente atractiva y caí enamorado como un loco a la semana de estar con ella. Al año le pedí matrimonio y ahí está el problema. Tras años de soledad caí demasiado fácil en sus redes sin darme cuenta de que con mi nuevo estatus de millonario podía poseer tantas mujeres como quisiera. Y la verdad, ya estoy harto de estar siempre con la misma mujer. Y sé de sobras que no está conmigo por puro amor así que creo que ha llegado la hora de acabar con esto. Supongo que se preguntará por qué no le soy infiel, pues porque movido por el amor yo también firme que si le era infiel se quedaría más de lo que le tocaría de mi patrimonio- ¡¡¡pedazo de gilipollas!!! – Necesito que  conquiste a mi mujer y que se acueste con ella a cualquier precio- esto último hizo que se me dibujara una sonrisa- adjunto información y fotografías.
El informe decía que Alba era  una persona deportista, amante del lujo y de los viajes. Practicaba pádel todas las mañanas para más tarde pasar la tarde con sus amigas. Según el informe mi cliente y Alba solo compartían vidas unas pocas horas por la noche y los fines de semana.  En las fotos pude ver perfectamente que tantas horas de pádel habían esculpido un trasero duro y firme con unas piernas totalmente tonificadas con unos gemelos finos pero tensos. De frente me lleve una pequeña decepción ya que al tener la espalda ancha y un cuello muy fino daba la sensación, al menos vestida, de que tenía muy poco pecho. A estas alturas supongo que ya conoceréis mis gustos. Ese “pequeño problema quedaba resuelto al ver su cara. No se me ocurre manera mejor de describir su cara que usando el manido término de Chupapollas. Tenía unos labios finos pero resaltados por una cirugía muy bien conseguida que pegaban mucho con una nariz muy fina y en punta en medio de unos ojos de intenso azul. Todo estaba enmarcado en una cara alargada que le daba aspecto de chica poligonera que había dado un buen braguetazo. De hecho su cara no cuadraba con su forma de vestir ni con los sitios que habitualmente frecuentaba. ¡Bueno! Parecía que era buena época para empezar a jugar a pádel.
Pasé un día diseñando la estrategia a seguir con Alba. Puesto que no tenía la menor idea de jugar, decidí que la mejor opción sería utilizar mi baza de novato para poder acercarme a Alba con excusa de necesitar unas nociones básicas, ya que según había descubierto, siempre estaba abierta a ayudar a los jugadores más nuevos. Por otro lado aproveché para ir a comprar el equipo necesario para ser considerado un jugador novato, pero eso sí, serio. Busqué un tejido que se pegase bastante y marcase mi cuerpo. Desde que había acabado la universidad y empecé a forjarme un futuro como finalizador de matrimonios centré gran parte de mi esfuerzo en moldear un cuerpo atractivo y tonificado. El motivo era claro, con un cuerpo diez sería mucho más fácil cumplir con mi trabajo. De hecho contándoos esto me viene a mi memoria el caso de Nadine. Nadine era la mujer de uno de mis clientes  y resultó que tras investigar un poco sobre ella pensé que quizá ese pudiese ser mi primer caso fallido. Nadine era una mujer fiel, entregada a su marido y a su familia. Organizaba un círculo de lectura junto a otras vecinas de su urbanización y le encantaba preparar tartas para llevarlas todos los domingos a misa.  Lo peor fue cuando descubrí que era el segundo finalizador contratado ya que el primero había desistido y devuelto el adelanto que le había sido entregado. ¿Os digo la verdad? Lo tenía negro. Como cojones iba a conseguir follarme una santa. Pues simplemente quedándome hasta el final de la misa mientras ella recogía los restos de las tartas. Como nos quedamos los dos solos, me ofrecí a ayudar,  mientras recogíamos no paró de repasarme entero hasta que pasando cerca del confesionario me arrastró hacia dentro y literalmente me violó mientras me susurraba al oído que no podía más, que necesitaba volver a sentir un cuerpo de verdad que estaba harta de la morsa de su marido y que Dios la perdonase. Os confieso que aquello fue una autentica locura. No es que Nadine tuviese un cuerpo de escándalo, su culo era un poco flácido, tetas correctas y poco  más, pero  notar como forzaba mi polla contra su garganta hasta atragantarse pidiéndome que me corriese directamente en su estomago fue algo difícil de superar. Jamás he visto alguien con tanta lujuria en su interior. Por suerte en su afán por tragar mi polla pude hacer un par de fotos con mi reloj espía (cortesía de un buen cliente y amigo).  Creo recordar que tras su divorcio y total deshonra opto para servir en alguna orden eclesiástica.
Vaya perdón!!  ¿Por dónde íbamos? Ah sí… que me había matado en el gimnasio, vamos. Pues al día siguiente de mi planificación estaba yo en el club de pádel y resulta que no necesité nada de lo que había planeado. Un buen amigo mío siempre me ha dicho que eso del pádel no deja de ser una especia de Tinder analógico y joder si tiene razón. Llegué me senté en la terraza de la cafetería y en 5 minutos tenia a mi lado una mujer de mediana edad preguntando por mis inquietudes. Conversé con ella durante casi una hora  tiempo más que suficiente para darme cuenta que aquello tenía poco de club deportivo y más de lugar de citas. Había dos tipos de mujeres en aquel sitio. Mujeres adineradas que no trabajaban gracias a sus maridos y que iban a la caza de jovencitos monitores y trabajadores del club, por otro lado teníamos a viudas o divorciadas que buscaban alguien que le ayudase a mantener su elevado tren de vida. La pregunta estaba clara ¿que sacaba Alba de estar allí? Me costaba encuadrarla en ninguna de las categorías anteriores así que empecé a pensar que realmente estaba allí por el deporte y que debería buscar otra manera de forzar su infidelidad.
Fuese como fuere tenía que captar la atención de Alba atención para empezar a trabajar en el asunto por el que había sido contratado. Tras despedirme cortésmente de mi compañera di un paseo entre las diferentes pistas del club buscando a mi presa. La verdad,  debo admitir que el pádel debe de ser un deporte de lo más completo, ya que a pesar de la edad de la mayoría de las jugadoras, se veían culos perfectamente modelados y duros por doquier, marcándose a través de las ajustadas mallas de deporte las nalgas cortadas por finas tiras de tela. Hasta que era merito de la cirugía, lo desconocía, pero la verdad es que esas mujeres se cuidaban a conciencia. Finalmente di con Alba que estaba jugando contra una mujer cerca de la cincuentena con un cuerpo realmente fibrado para su edad. La verdad que me quedé embobado viéndolas jugar, no solo por el morbo de ver dos mujeres dando brincos con ropa realmente apretada sino por el estilazo que se marcaban las dos, se notaba a la legua que tanto Alba como su contraria invertían horas en este deporte.  Pase un buen rato deleitándome con el espectáculo. Alba llevaba unas mallas que formaban una segunda piel alrededor de sus piernas. Era una chica delgada con unas piernas fibradas que permitían un pequeña separación entre ellas aún con las piernas rectas y casí juntas. Su trasero no reflejaba la más mínima vibración en cada uno de los movimientos que realizaba su dueña, daba la sensación de que era un postizo a excepción de cuando Alba frenaba en seco y cambiaba de dirección. En esos momentos aparecían los glúteos que estaban escondidos bajo su piel dando vida a un culo en apariencia inerte, marcando líneas musculadas en todo su contorno. Como no podía ser de otra manera por delante eso “leggins marcaban perfectamente los labios de su propietaria de tal forma que pude adivinar al momento la forma de su coño. Fue justo en ese momento cuando alguien me saludó.
-¿Hola? ¿Tienes la pista reservada?- me pregunto Alba con cara de pocos amigos.
-Eeeh bueno no- Dije intentando hacerme pasar por tímido
-¿Entonces simplemente estás disfrutando de las vistas verdad?-
­-¡No! De ninguna manera. Lo siento, me han dicho que dabas clases a los nuevos y que te encontraría aquí- dije yo con cara de buenazo- debo admitir que algo sí que he disfrutado , pero por favor no te enfades, creo que con esos “leggins” no debo ser el primero que se embelesa.-
Dándome la espalda me dijo secamente que esperará a que acabaran el partido y que intentase no babear. La verdad es que la chica estaba buena pero no como para tratar a la gente como si fuese una diva. En fin, el trabajo es el trabajo, así que esperé.
Tras veinte minutos de interesantísimo partido salió de la cancha y con cara de pocos amigos me dijo que si quería recibir clases debían ser siempre como muy tarde hasta las 12 del mediodía y a una tarifa desorbitada. Escondiendo lo que pensaba de ella y de sus aires acepté y ese mismo día empezamos.
Estuve un mes asistiendo 3 veces por semana y he de admitir que eso del pádel no se me daba nada mal y hasta pensé convertirlo en una rutina, pero a pesar de eso no conseguí nada de nada. Esa maldita chica parecía completamente inmune a todas mis estrategias. En un mes entero no conseguí ni llevarla a tomar algo en la cafetería. ¿Y si de veras fuese una mujer fiel a su marido? Una mujer que simplemente trataba de llenar sus días practicando un deporte que al parecer amaba y además utilizaba como una buena opción para ampliar su círculo de amistades. Es probable que os preguntéis porque daba por hecho que Alba era infiel a su marido. ¿Os cuento la verdad? Todas lo son ¿estáis viviendo en pareja o estáis casados por más de 5 años? Pues dad por hecho que os son infieles o lo serían con el estímulo adecuado. Por ese motivo estaba abrumado al pensar que simplemente era una decisión unilateral de mi cliente sin ningún tipo de motivación aparte de librarse de una mujer de la que estaba aburrido para entregarse a los placeres del flirteo con nuevas hembras. Con este pensamiento en mente me subí al Giblhi dispuesto a empezar el plan B.  Forzar la situación para conseguir una infidelidad.
Justo antes de alcanzar la barrera de salida del club apareció Alba con su flamante Panamera y me adelanto al borde de la colisión, con la intención de salir la primera, llevaba prisa. Miré el reloj y vi que era más de las 12, llegaba tarde. Al notar que debido a las prisas, Alba ni se había dado cuenta de que estuviese allí, me decidí a seguirla para ver que cita tenía regularmente a las 12. Tras media hora detrás suyo aparco el coche en un parking privado. Al salir de él me di cuenta que vestía la misma ropa que había usado en nuestro entreno y que realmente parecía abrumada  por las prisas. Prisas para llegar al… ¿taller de costura? Me llamaréis desconfiado pero a mi parecer allí había algo que no me cuadraba. ¿Qué cojones hacía Alba en un taller de costura?
Aparqué en un parking distinto al de Alba y me decidí a averiguar de qué iba todo eso.  Al entrar una señora de unos 60 años me recibió muy amablemente.
Buenos días señor, ¿en qué puedo atenderle?- me pregunto con un tono de voz digno de una bibliotecaria.
-Buenos días. Verá, soy un ejecutivo realmente estresado y mi psicólogo me ha recomendado hacer algún tipo de tarea manual para poder relajarme. Sé que le parecerá una broma pero me ha recomendó empezar con la costura.- Y el premio al peor actor es para….
-¡Para nada! No se creerá la cantidad de hombres como usted que vienen a este local con el mismo problema que usted- Me dijo la señora con una sonrisa mientras yo mismo alucinaba con que hubiese colado mi mentira y que realmente haya hombres que hagan costura para relajarse.- El problema es que está usted en el local para los alumnos más avanzados, normalmente señoras, como usted entenderá. El local para principiantes se encuentra a 4 puertas calle arriba. Si me hace el favor, diríjase allí y dígales que ya ha hablado conmigo.
 
El local de costureros novatos era un calco del anterior. Había un mostrador con otra señora muy amable así como cuadros o fotografías de diferentes trabajos de costura. Tras un poco de charla banal la señora me preguntó sobre el tipo de curso que había pensado realizar y me alcanzo un folleto con diferentes modalidades.
Curso básico un solo tipo de técnica, impartida por un profesor nivel maestro: 25€, nivel gran maestro 75€  nivel magistral 150€. En caso de necesitar más de un profesor por sesión multiplicar el precio por el número de profesores.  En caso de querer aprender más de una técnica sumar 50€ por técnica.
Alucinando con los precios pregunté – perdone mi ignorancia en este campo pero ¿no son un poco excesivos estos precios para un curso de costura?-
Para nada señor, debe saber que esta escuela es reconocida incluso fuera de nuestras fronteras. Mucha gente acude a nosotros de otros países en busca de la calidad de nuestros cursos.- Si me estaba tomando el pelo la verdad es que no lo parecía. Tenía una sonrisa cordial y se veía que creía absolutamente en la calidad de los cursos que ellos ofrecían.
-Y de cuánto tiempo estamos hablando- Pregunté al ver que no se hablaba de la duración del curso.
- Oh señor de eso no debe preocuparse. El curso durará tanto tiempo como sea necesario, no tenga duda. Nunca hemos dejado ningún alumno insatisfecho. ¿Qué curso desea el señor?-
Sin saber bien a qué tipo de curso me apuntaba y con más dudas que otra cosa opte por el curso nivel gran maestro con dos técnicas. A lo que la señora me contesto diciéndome que había hecho una gran elección y que vería como el curso sería de mi agrado. Me rogó que la acompañara. Abrió una puerta y pasamos a un aula vacía con una pizarra y material de costura. Avanzamos a través de los pupitres y abrimos una segunda puerta. Tras la puerta se extendía un largo pasillo con puertas a ambos lados.
Su curso se impartirá en el aula número 12. Si me hace el favor.- me dijo mostrando la puerta
El aula en sí era un cubículo con un perchero, y nada más. Bueno de hecho si había algo más, había un agujero en la pared de unos 12 cm de diámetro y acolchado con goma en todo su perímetro. Realmente afligido pensé que no conseguiría aprender nada. Con toda mi pena colgué la chaqueta en el perchero y me abrí la bragueta. Lo que tengo hacer por trabajo pensé.
Dejé que mi pene flácido colgara a través del agujero y cuando ya llevaba rato suficiente como para plantearme si me había equivocado de actividad, un mano al otro lado de la pared rodeo el tronco de mi polla y empezó a moverse suavemente arriba y abajo.  Mientras esa mano experta me pajeaba suavemente intenté adivinar cómo sería la mujer que tenia al otro lado del pequeño agujero en la pared.  El tacto de su piel adivinaba cierta edad  quizás una mujer cerca de los 45 y por la finura de sus dedos parecía ser una mujer delgada. Era la primera vez que estaba en un local así. No os miento, la verdad. Por mi trabajo he frecuentado sitios de todo tipo, desde el puro lujo al garito más cutre. Pero nunca había sabido de un sitio dedicado íntegramente al “glory hole”. Quizás, y pensando en lo discreto del lugar, existan más de los creía pero nunca haya caído en ellos.
Mi pene había empezado a crecer gracias a las atenciones que le prestaba la dama anónima al otro lado de la pared y de repente durante unos segundos deje de notar ningún contacto.  Escuche un ligero murmullo a través de la pequeña apertura y adiviné que la mujer estaba admirando mi tronco en todo su esplendor. Acto seguido reanudo la masturbación esta vez con las dos manos. La mujer me apretaba con fuerza el miembro mientras hacia un cuarto de giro con las manos para que aún notase más la fricción de sus finas manos. Estaba claro que esas manos no podían ser de Alba, no tenían ninguna dureza debido al roce de la raqueta. Eran unas manos duras pero de alguien que no ha trabajado con ellas en su vida. Mientras yo seguía recibiendo un paja a dos manos no pude dejar de pensar en cómo funcionaria aquel negocio. No parecía que el local se nutriese de profesionales. La paja que me estaban haciendo era realmente buena pero se notaba algo más. En esa paja había ganas, notaba como al otro lado había una mujer relamiéndose y admirando mi miembro en todo su esplendor, anticipando el momento en que se llevaría mi capullo a la boca. De hecho dudaba que a esas mujeres les pagaran algo, presentía que allí solo había vicio. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando unos labios mullidos como dos almohadas besaban la punta de mi glande, notaba el calor de su respiración en mi polla, estaba agitada por la excitación. Poco a poco iba introduciéndose más y más mi polla en su boca pero siempre haciendo el máximo de presión con sus labios, como si no quisiera separarlos. Se trago la mitad de mi polla y volvió hacia atrás con la misma lentitud con la que había venido. Mientras repetía esos suaves movimientos los jadeos de ella se escuchaban a través de la pared que nos separaba, lentamente, muy lentamente su boca me iba conduciendo al orgasmo. Yo estaba completamente pegado a la pared intentando ofrecer el máximo de mi polla a mi anónima feladora. Ella al notar como mi tensión augmentaba empezó incrementar el ritmo mientras me pajeaba con sus manos y lamia mi capullo con una lengua veloz y experta. Cuando la cadencia de sus manos era realmente rápida exploté sin poder avisar a mi compañera. Ella simplemente siguió como si nada mientras notaba unos jadeos ahogados por mi polla que sin bien verlo sabía que le habría la boca de par en par. Eyacule intensamente durante un buen rato durante los cuales ella no despego ni un instante sus labios de mí. Cuando acabé de correrme ella siguió chupando y lamiendo todo el largo de mi polla hasta que la dejo completamente limpia. Me regaló un suave beso en la punta de mi glande y luego el contacto de su lengua despareció y ya no volvió.
Me quedé unos minutos solo en mi cubículo pensando. Alguna de las mujeres que había detrás de esa pared debía ser Alba. ¿Pero cuál? Y peor aún, aunque consiguiese identificarla simplemente por el tacto de su lengua, cómo lo haría para poder sacarle una foto comiéndome la polla. Lo que tenía claro es que me gastaría bastante dinero en mis cursos de costura.
El siguiente mes lo pase entre las clases de pádel y las de costura. Durante las clases de pádel intentaba localizar rasgos que pudiesen delatar a Alba cuando estuviese completamente a ciegas. Los callos de su mano derecha, el anillo de casada que probablemente se quitaría en el “glory hole”, unas palas bastante anchas y un poco separadas entre sí… cualquier cosa que delatasen a Alba. 3 veces por semana asistía al local de costura  donde ya me saludaban como un buen conocido y casi mecenas del negocio. De hecho si no conseguía nada en breve no me saldría a cuenta continuar con el caso Alba, me estaba dejando un buen dinero.  Finalmente cansado de no dar pie con bola y  aprovechando la cordialidad que tenia con la señora que regentaba el local me presenté allí una noche y le pregunté sobre el funcionamiento del negocio.
-No señor, se equivoca- me dijo de forma rotunda.  ­– No vaya usted a creer que este es un vulgar puticlub, no señor. Aquí nuestras clientas acuden con la mejor de sus intenciones. Lo que le voy a contar usted que lo cuento  al primero que pasa, pero no sé que tiene usted que me inspira confianza así que ¡qué carajo! Se habrá percatado que las señoras que frecuentan el club de costura les llamamos clientas.- Asentí con la cabeza-el motivo es muy fácil. Son clientas nuestras. De hecho pagan una cuota anual para cubrir los costes de mantenimiento del local y el personal que trabaja en él como una servidora.
Lo que me contó la señora me dejo realmente asombrado, había intuido que en ese local no había profesionales pero de eso a que pagasen para comer pollas me dejo pasmado.
-Piense usted- continuó­- que las clientas que acuden al local suelen estar casadas desde muy jóvenes por interés propio o bien por conveniencia familiar con hombres adinerados que no siempre son atractivos y muchas veces no satisfacen ningún de sus deseos más profundos.  Muchas de ellas acaban deseando perder su identidad y convertirse en otro tipo de mujer al menos una vez en la vida. Muchas de ellas desean convertirse en autenticas chupapollas con la total seguridad de que nosotros mantendremos su anonimato. Así que básicamente el negocio está hecho. Solo hace falta juntar hombres deseosos de atenciones como usted con mujeres fogosas como ellas- miraba a la señora realmente asombrado por la naturalidad con la que me había contado todo aquello, también sentí un puyazo de envidia por el auténtico genio que había ideado ese negocio. Al ver que había acabado su explicación magistral  me dije a mi mismo que era un buen día para darme un pequeño homenaje y le pedí a la señora una clase gran maestro pero con dos profesores. Tras consultar el ordenador me miro apenada y me dijo que lamentaba decirme que puesto que para variar había venido por la noche, en ese momento no había ningún profesor disponible. Parecía que no podría homenajearme como merecía. Cuando hice ademán de coger la chaqueta e irme  dijo
 – Disculpe señor, pensé que estaba interesado en un curso-
-Pero usted me acaba de decir que no queda ningún profesor libre-
Con cara de estar hablando con un niño tonto dijo –He dicho que no tenemos profesores pero no he dicho nada acerca de los profesionales-
-¿Perdone?-
-Ohh señor mio- dijo sonriendo –no creerá usted que el negocio no ha previsto este tipo de situaciones. Normalmente nuestras clientas dan cursos por las mañanas cuando sus maridos están trabajando. Puesto que no tenemos ningún poder contractual con nuestras clientas siempre tenemos un pool de profesionales para cubrir los diferentes servicios que sean demandados en otras franjas horarias. Ahora mismo contamos solamente con una profesional libre, sino le importa tener un solo profesor atendiéndole y podemos acordar un precio inferior para este curso-
Sabe qué, me lo merezco
 
Me dirigí al cubículo que tenía asignado y con un cierto deje rutinario colgué la chaqueta, me bajé la bragueta y espere las atenciones que tenía programadas.
Esta vez no esperé ni unos segundos, tras meter mi falo en el agujero automáticamente aparecieron unos labios que aprovechando  que mi polla estaba flácida se metieron todo el largo dentro de la boca. Eso sí que era una profesional ¡Sin duda! El ritmo que me imprimía era brutal, sorbía mi polla como si intentase reanimarla y por Dios que lo consiguió. No tardo ni un minuto en conseguir que mi verga se pusiera dura en toda su extensión.  Noté como hizo un par de intentos sin éxito de volver a tragársela entera  y en ese momento reí y no pude contenerme y decir – Tranquila, no es la primera vez que me pasa-. Al instante se saco mi rabo de la boca y escuché como se alejaba rápidamente. Me quedé perplejo. Me vestí y salí para presentar una queja. La señora que regentaba el local me pidió disculpas y me prometió otro curso gratuito, por lo que acepté sus disculpas y me dirigí al parking. Contrariado encendí el motor y al subir la rampa casi atropello a Sandra. ¡Joder! ¡¡¡Era Sandra!!! Llevaba el pelo casi rapado pero era ella no tenia duda. Justo en ese momento  se giró y al verme, su cara se quedó pálida. Entonces hizo algo que me dejo realmente sorprendido. Se acercó a la puerta de mi coche que estaba sin el seguro, la abrió y empezó a golpearme mientras me gritaba como una loca.
-¡Maldito hijo de puta, ¿no tienes suficiente con lo que me hiciste?! Deja de perseguirme cabrón. ¿Qué quieres ahora? ¿Humillarme más?¡ Por tu culpa perderé también este trabajo!- no paraba de gritar mientras me golpeaba y lloraba- no puedo más cabrón, no puedo más…-los golpes empezaron a cesar a medida que un llanto descontrolado empezaba a surgir mientras repetía sin cesar que no podía más. De golpe lo entendí todo. La boca que se había tragado mi polla hacía escasos minutos había sido la de Sandra, de ahí que al oír mi comentario ella supo exactamente quien estaba al otro lado de la pared y por eso salió como alma que lleva el diablo. El mundo es un jodido pañuelo.
Sandra hacía rato que había dejado de golpearme y estaba sentada en el suelo abrazada a sus rodillas llorando desconsolada. Sandra llevaba una minifalda así que podía ver perfectamente el tanga diminuto que apenas podía cubrir sus partes. He de reconocer que  a pesar del paso de los años seguía igual sino incluso más guapa que antes. Ya no estaba bronceada y había perdido bastante peso debido a la mala vida supongo. Pero al tener menos peso sus pechos parecían aún mayores y el nuevo tono de la piel no empeoraba para nada su imagen.  Verla ahí hecha un ovillo llorando y hipando con la cara llena de lagrimas y con el rímel corriendo por sus mejillas me llego al alma. No sé si existe un decálogo de leyes que regulen a los Finalizadores como yo, pero os aseguro que una de las leyes más importantes para mí es  no sentir nada por las mujeres de mis clientes, pero supongo que sería porque me habían dejado a media comida de polla que Sandra me enterneció. Me agaché frente a ella. Apenas me miraba. Solamente lloraba  y negaba con la cabeza.
-Sandra lo siento. ¿Cómo te encuentras?-le pregunte con total sinceridad
­- ¿Que cómo estoy? Hijo de la gran puta!  ¿En serio me preguntas que cómo estoy? Hace 6 putos años que me busco la vida como sea. He probado de todo y no soy buena en nada. ¿Me oyes cabrón? Me arruinaste la vida cabrón, mis amistades me fallaron y me encontré en la puta calle. ¿Qué opción crees que me quedaba?- Sandra volvia a llorar desconsolada- Solo sirvo para complacer a los hombres así que al final empecé a trabajar como lo que soy una puta de mierda. ¿Me oyes cabronazo? Soy una vulgar puta gracias a ti.
-Sandra lo siento de veras- Le dije mientras intentaba cogerla por los hombros para consolarla. Ella aparto mis manos de un manotazo y siguió llorando como una chiquilla.  La verdad que me tenia intrigado saber cómo había llegado a la conclusión que me la follé de forma premeditada para conseguir el pago de su ahora exmarido.
-¿Lo sientes? Esperas que me lo crea puto cabrón, a qué has venido hoy a aquí. A humillarme un poco más, no te creas que soy tonta.
-No es cierto Sandra, estoy tan sorprendido como tú, te lo juro.- Realmente me había llegado al corazón –¿Puedo hacer algo por tí?
-Morirte aquí mismo- soltó llena de rabia
-¿Quieres que te acerque a tu casa?
Comparto piso con un par de putas más  ahora la tendrán llena de clientela. No tengo a donde ir hasta que amanezca.
Sube al coche- Le dije – Te llevo a mi casa te darás una ducha y descansarás hasta mañana
Sandra soltó un bufido –Tienes que estar loco si crees que voy a ir por ahí contigo-
-Como quieras- le dije mientras me levantaba y subía al coche. Justo cuándo le di al contacto y avancé medio metro Sandra golpeo el coche. Paré y se subió mientras se tragaba el poco orgullo que le quedaba.
Durante todo el trayecto reinó un silencio sepulcral en el coche. Finalmente Sandra rompió el hielo con un simple comentario acerca de lo bien que me lo había montado para ser tan joven, en referencia al coche que conducía. Sonreí y pensé para mis adentros que mejor no supiera de donde había salido el dinero que había pagado ese coche. En cuanto llegamos a mi casa me fijé en como la cara de Sandra reflejaba sorpresa y un punto de envidia al ver que llevaba un estilo de vida muy parecido al que ella había perdido por mi culpa.
La acompañé hasta mi cuarto de baño ya que era el que tenía la mejor bañera le día las  toallas más suaves que encontré y le dije que se tomase un largo baño y que se relajase. Supongo que al ver el cuarto de baño de un estilo moderno pero exquisito y esa bañera con hidromasaje enorme con agua caliente que impregnaba de vapor toda la estancia hizo mella en Sandra ya que de repente se abrazó a mí y me susurró un gracias al oído. Le acaricié el pelo y le dije que no se preocupara que haría lo que pudiera para arreglar un poquito su vida. Que queréis que os diga… en el fondo soy un romántico.
La deje sola en el baño  y me tumbé en mi cama a darle un par de vueltas a lo que había sucedido hoy. Me parecía increíble que Sandra hubiese acabado siendo un simple orificio para aliviarse. Estaba claro que tanto tiempo viviendo de la bicoca la habían dejado completamente inútil en un mundo laboral real, pero quizás pudiese sacarle provecho a una parte de su trabajo. Po lo que se ve hasta Dios se dio cuenta que lo tenía realmente difícil con Alba que decidió echarme una mano. Me había caído del cielo alguien que tenía acceso al otro lado de la maldita pared. Tenía que conseguir que Sandra trabajase para mí y para ello tenía que acabar de destruir la poca autoestima que le quedaba para que accediese a tal trato.

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