Hola, mi nombre es Pedro, tengo 40 años y vivo en Madrid. Soy divorciado, y vivo solo desde hace varios años. Para pasar mis ratos de ocio, tengo un grupo de amigos en mi misma situación, un grupo de gente sin pareja dispersados por toda España. Formamos un club privado, tenemos nuestro propio chat y organizamos de vez en cuando alguna fiestecilla para mantener un contacto más directo.
Como es normal, la mayor parte de sus componentes, son de las dos grandes ciudades españolas, es decir, Madrid y Barcelona.
A continuación, os contaré lo que me sucedió un día, una historia con un morbo tremendo por las circunstancias que se dieron.
Un día de julio, me encontraba por asuntos personales en Barcelona. A las 12 de la mañana, había terminado todas mis gestiones del día y entré a un ciber a consultar mi correo.
No pude evitar la tentación de entrar en nuestro chat particular. Pensé que a esas horas no habría nadie conectado. Pero mi sorpresa fue mayúscula, al comprobar que al menos 5 personas estaban en línea en ese momento.
Saludé y vi que una de ellas,era Andrea. Ella vivía en Barcelona, y tenía una especie de relación de pareja con Luis, que tambien se encontraba en el chat en esos momentos.
Comenté a Andrea que en esos momentos estaba en su ciudad. Se alegró mucho y me propuso tomar un café por la tarde. Su único problema, era que tenía a su hijo en casa, un niño de 7 años, y la canguro debía irse a las 6 de la tarde, hora a la que ella llegaba del trabajo.
Puesto que no tenía nada que hacer, acepté sin dudarlo. Habíamos quedado directamente en el chat, ya que no era necesario ocultar nada. No había habido nunca nada entre nosotros, y prefería no ir a escondidas.
Mi sorpresa vino enseguida. Su novio, me abrió un privado, y empezó a increparme por quedar con ella. Le dije que estuviera tranquilo conmigo, que no pretendía nada con ella, y es más, había sido ella quien me había propuesto ir a su casa.
Yo tenía cierta fama de ligón, aunque quizá eran más las habladurías de la gente, que mis experiencias con mujeres dentro del grupo. No obstante, me hacía gracia el ataque de cuernos que tenía Luis. La verdad, me habría encantado estar a solas con Alicia, y poder disfrutar de ella, pero me tendría que conformar con un café.
A las 5.30 de la tarde, pasó a recogerme en una plaza céntrica de Barcelona. A los pocos minutos entrábamos a su casa. Vivía en un piso alto, con una terraza enorme, en una zona privilegiada de la ciudad.
Salió el niño a saludarla, y me presentó. Mira Isaac, este es Pedro, un amigo de mamá. Le di un beso, y le hice un par de gracias para ganarme su confianza. Al fin y al cabo, pasaríamos varias horas juntos, y convenía meterse al niño en el bolsillo.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando Alicia entregó 30 euros a la persona que cuidaba a Isaac, una chica joven de origen ecuatoriano, y esta respondió que volverían sobre las 9,30. Nos acababan de dejar solos en casa. No podía dar crédito a la situación.
Hacía bastante calor. Cogió dos cervezas y salimos a la terraza. Se divisaba gran parte de la ciudad. Alicia no era excesivamente guapa, pero su estilo, su glamour, dejaban aparcada su belleza. Su aspecto era de silueta delgada, poco pecho, un pelo negro como el azabache y unas piernas que no terminaban nunca. Era un sueño poder compartir unos minutos con ella.
Le comenté lo que me gustaba su casa, y lo afortunada que era al poder disfrutar de una vivienda así. Ella sonrió y me respondió. Sabes que desde mi habitación se divisa el mar?
El mar? Si está a varios kilómetros de aquí. Efectivamente, así era. Ella me invitó a comprobarlo.
Entramos en su habitación, y el Mediterráneo se divisaba a lo lejos, por encima de los tejados de los edificios. Ella estaba situado delante de mi, y en ese momento aproveché la ocasión para agarrarla por la cintura y darle un beso en la mejilla.
Alicia se giró, momento que aproveché la situación para meter mi lengua en su boca. Ella me respondió efusivamente. La apreté fuerte y comencé a apretar fuertemente sus pechos, amasándolos por encima de su blusa.
Nos tiramos en la cama. Con ansia, nos despojamos uno a otro de la ropa que llevábamos puesta. Primero su blusa, después su sujetador. Podía contemplar sus tetitas, que estaban totalmente duras y a mi disposición, para que pudiera jugar con ellas. Comencé a besarlas de una forma efusiva, dándoles pequeños mordisquitos que hacían que sus pezones se pusieran aún más erectos. Ella retiró los botones de mi camisa y me los quitó. Acariciaba mi pecho y lo besaba. Yo pasé mi mano entre las piernas. Como aún llevaba el tejano puesto, lo desabroché y se lo bajé hasta los tobillos. Ella hizo el resto, y se los retiró de sus piernas para quedarse sólo con un diminuto tanga.
Presa de la excitación, procedió a quitarme mi pantalón. Fruto de la excitación, cayeron rápidamente al suelo. Sólo con mi boxer, ella empezó a darme mordisquitos en mi polla, por encima de este. Estaba tan empalmado que casi no podía aguantarlo.
Por mi parte, empecé a meter mi mano por un lateral de su braguita. De esta forma, era más fácil que mis dedos pudieran jugar con su conejito. Estaba muy mojada. Le froté su clítoris con mi dedo, y aún se mojó más.
Procedía a quitarle el tanga, para dejarla totalmente desnuda. Su coñito era precioso. Su pelo, muy recortado, tenía forma rectangular, lo que le hacía tener un tacto aún más excitante.
Comencé a comerlo. Le pasaba la lengua, mientras notaba su humedad en mi nariz. Su sabor era exquisito, entre amargo, húmedo y salado, dependiendo del lugar por el que se moviese mi lengua.
Ella se giró y comenzó a chupármela también. Estábamos haciendo un perfecto sesenta y nueve. La rozaba de una forma justa, para que el placer de mi glande fuera más intenso. Esta chica sabía lo que hacía y sobre todo, lo que tenía entre manos, o quizá sería mejor decir, entre su boca.
Estuvimos un rato de esa forma, hasta que por sus gritos primero, y su relajación después, noté que se había corrido.
En ese momento le di la vuelta, y la puse en frente de mi, cara a cara, con las piernas muy abiertas, y comencé a embestirla por delante. En los primeros bombeos, noté como se volvía a excitar sobre manera. Se movía, giraba su tronco, su cabeza, movía sus tetas, todo de una forma muy sensual, que hacía que me excitase sobremanera.
A los pocos minutos, tuve una gran corrida, que hice dentro de su coño. Era realmente una hembra magnífica.
Descansamos un poco, puesto que aún faltaba un buen rato para que regresara su hijo y la canguro. Nos dimos una ducha juntos y allí mismo, comenzó de nuevo a manosearla. A pesar de haberme corrido hacía unos minutos, mi polla volvía a estar como un tronco.
En la misma ducha, con el agua cayéndole por encima de la cabeza, comenzó a chupármela de nuevo. Mi excitación iba en aumento, sobre todo si pensaba que esta mujer tenía novio, y que ahora era yo quien la tenía a mi disposición.
Mi polla aumentaba por momentos, la di la vuelta. Ahora era a mi a quien caía el agua por encima. Empecé a darle por detrás. Ella se apoyaba en la pared de la ducha mientras yo la embestía con todas mis fuerzas. Sus movimientos de caderas hicieron el resto. Volví a correrme.
Una vez duchados, volví a mi hotel. Por la noche entré de nuevo en el chat, y todo seguía como siempre. Su novio se sentía tranquilo, porque pensaba que no había sucedido nada entre nosotros, pero en realidad, fue uno de los mejores polvos de mi vida.
Como es normal, la mayor parte de sus componentes, son de las dos grandes ciudades españolas, es decir, Madrid y Barcelona.
A continuación, os contaré lo que me sucedió un día, una historia con un morbo tremendo por las circunstancias que se dieron.
Un día de julio, me encontraba por asuntos personales en Barcelona. A las 12 de la mañana, había terminado todas mis gestiones del día y entré a un ciber a consultar mi correo.
No pude evitar la tentación de entrar en nuestro chat particular. Pensé que a esas horas no habría nadie conectado. Pero mi sorpresa fue mayúscula, al comprobar que al menos 5 personas estaban en línea en ese momento.
Saludé y vi que una de ellas,era Andrea. Ella vivía en Barcelona, y tenía una especie de relación de pareja con Luis, que tambien se encontraba en el chat en esos momentos.
Comenté a Andrea que en esos momentos estaba en su ciudad. Se alegró mucho y me propuso tomar un café por la tarde. Su único problema, era que tenía a su hijo en casa, un niño de 7 años, y la canguro debía irse a las 6 de la tarde, hora a la que ella llegaba del trabajo.
Puesto que no tenía nada que hacer, acepté sin dudarlo. Habíamos quedado directamente en el chat, ya que no era necesario ocultar nada. No había habido nunca nada entre nosotros, y prefería no ir a escondidas.
Mi sorpresa vino enseguida. Su novio, me abrió un privado, y empezó a increparme por quedar con ella. Le dije que estuviera tranquilo conmigo, que no pretendía nada con ella, y es más, había sido ella quien me había propuesto ir a su casa.
Yo tenía cierta fama de ligón, aunque quizá eran más las habladurías de la gente, que mis experiencias con mujeres dentro del grupo. No obstante, me hacía gracia el ataque de cuernos que tenía Luis. La verdad, me habría encantado estar a solas con Alicia, y poder disfrutar de ella, pero me tendría que conformar con un café.
A las 5.30 de la tarde, pasó a recogerme en una plaza céntrica de Barcelona. A los pocos minutos entrábamos a su casa. Vivía en un piso alto, con una terraza enorme, en una zona privilegiada de la ciudad.
Salió el niño a saludarla, y me presentó. Mira Isaac, este es Pedro, un amigo de mamá. Le di un beso, y le hice un par de gracias para ganarme su confianza. Al fin y al cabo, pasaríamos varias horas juntos, y convenía meterse al niño en el bolsillo.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando Alicia entregó 30 euros a la persona que cuidaba a Isaac, una chica joven de origen ecuatoriano, y esta respondió que volverían sobre las 9,30. Nos acababan de dejar solos en casa. No podía dar crédito a la situación.
Hacía bastante calor. Cogió dos cervezas y salimos a la terraza. Se divisaba gran parte de la ciudad. Alicia no era excesivamente guapa, pero su estilo, su glamour, dejaban aparcada su belleza. Su aspecto era de silueta delgada, poco pecho, un pelo negro como el azabache y unas piernas que no terminaban nunca. Era un sueño poder compartir unos minutos con ella.
Le comenté lo que me gustaba su casa, y lo afortunada que era al poder disfrutar de una vivienda así. Ella sonrió y me respondió. Sabes que desde mi habitación se divisa el mar?
El mar? Si está a varios kilómetros de aquí. Efectivamente, así era. Ella me invitó a comprobarlo.
Entramos en su habitación, y el Mediterráneo se divisaba a lo lejos, por encima de los tejados de los edificios. Ella estaba situado delante de mi, y en ese momento aproveché la ocasión para agarrarla por la cintura y darle un beso en la mejilla.
Alicia se giró, momento que aproveché la situación para meter mi lengua en su boca. Ella me respondió efusivamente. La apreté fuerte y comencé a apretar fuertemente sus pechos, amasándolos por encima de su blusa.
Nos tiramos en la cama. Con ansia, nos despojamos uno a otro de la ropa que llevábamos puesta. Primero su blusa, después su sujetador. Podía contemplar sus tetitas, que estaban totalmente duras y a mi disposición, para que pudiera jugar con ellas. Comencé a besarlas de una forma efusiva, dándoles pequeños mordisquitos que hacían que sus pezones se pusieran aún más erectos. Ella retiró los botones de mi camisa y me los quitó. Acariciaba mi pecho y lo besaba. Yo pasé mi mano entre las piernas. Como aún llevaba el tejano puesto, lo desabroché y se lo bajé hasta los tobillos. Ella hizo el resto, y se los retiró de sus piernas para quedarse sólo con un diminuto tanga.
Presa de la excitación, procedió a quitarme mi pantalón. Fruto de la excitación, cayeron rápidamente al suelo. Sólo con mi boxer, ella empezó a darme mordisquitos en mi polla, por encima de este. Estaba tan empalmado que casi no podía aguantarlo.
Por mi parte, empecé a meter mi mano por un lateral de su braguita. De esta forma, era más fácil que mis dedos pudieran jugar con su conejito. Estaba muy mojada. Le froté su clítoris con mi dedo, y aún se mojó más.
Procedía a quitarle el tanga, para dejarla totalmente desnuda. Su coñito era precioso. Su pelo, muy recortado, tenía forma rectangular, lo que le hacía tener un tacto aún más excitante.
Comencé a comerlo. Le pasaba la lengua, mientras notaba su humedad en mi nariz. Su sabor era exquisito, entre amargo, húmedo y salado, dependiendo del lugar por el que se moviese mi lengua.
Ella se giró y comenzó a chupármela también. Estábamos haciendo un perfecto sesenta y nueve. La rozaba de una forma justa, para que el placer de mi glande fuera más intenso. Esta chica sabía lo que hacía y sobre todo, lo que tenía entre manos, o quizá sería mejor decir, entre su boca.
Estuvimos un rato de esa forma, hasta que por sus gritos primero, y su relajación después, noté que se había corrido.
En ese momento le di la vuelta, y la puse en frente de mi, cara a cara, con las piernas muy abiertas, y comencé a embestirla por delante. En los primeros bombeos, noté como se volvía a excitar sobre manera. Se movía, giraba su tronco, su cabeza, movía sus tetas, todo de una forma muy sensual, que hacía que me excitase sobremanera.
A los pocos minutos, tuve una gran corrida, que hice dentro de su coño. Era realmente una hembra magnífica.
Descansamos un poco, puesto que aún faltaba un buen rato para que regresara su hijo y la canguro. Nos dimos una ducha juntos y allí mismo, comenzó de nuevo a manosearla. A pesar de haberme corrido hacía unos minutos, mi polla volvía a estar como un tronco.
En la misma ducha, con el agua cayéndole por encima de la cabeza, comenzó a chupármela de nuevo. Mi excitación iba en aumento, sobre todo si pensaba que esta mujer tenía novio, y que ahora era yo quien la tenía a mi disposición.
Mi polla aumentaba por momentos, la di la vuelta. Ahora era a mi a quien caía el agua por encima. Empecé a darle por detrás. Ella se apoyaba en la pared de la ducha mientras yo la embestía con todas mis fuerzas. Sus movimientos de caderas hicieron el resto. Volví a correrme.
Una vez duchados, volví a mi hotel. Por la noche entré de nuevo en el chat, y todo seguía como siempre. Su novio se sentía tranquilo, porque pensaba que no había sucedido nada entre nosotros, pero en realidad, fue uno de los mejores polvos de mi vida.
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