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Historia de una argentina 9

Hola hermosos, yo como siempre contando las cosas que hago, Lo que les voy a contar ahora el que me quiera creer que me crea y el que no, no me importa. Ayer me fui a la remierda con lo que hice, ¡pero no lo pude evitar! me volví una trolita, les cuento.
Ayer me recibí de trola
Para que entiendan lo que me pasó les cuento un par de costitas:
Yo vivo en esos edificios que son antiguos y grandes, donde hay solo un departamento por piso y son solo 7 pisos, o sea 7 familias. Vivo ahí desde que soy chiquita y el encargado fue siempre el mismo.
Juan, el encargado es un tipo de unos 55 años, grandote, tiene piel oscura, bruto para hablar, pero es bueno, todos le tienen confianza; lo único que siempre se comentó es que es mujeriego, y que había pasado cosas entre él y las chicas que vienen a limpiar en el edificio.
Bueno, otra cosa, yo tengo un par de polleritas que son muy cortitas, y las uso solo para ir a la playa, nunca salgo (o salía) a la calle con esas polleras tan cortitas, si uso polleras cortas, ¡pero tanto no! Hay una que es de jean, apenas me tapa la cola jeje, que me la pongo mucho cuando estoy en casa, porque me gusta.
La cosa es que hace un par de semanas, me quede sin puchos, estaba con esa pollerita, una remera y zapatillas (hacía calor) y digo, “bahh no me voy a cambiar voy así”. Cuando salgo, veo que Juan se le van los ojos cuando me ve jeje, y en la calle me gritaron un par de cosas, y un par de vejetes me cogieron con la mirada jeje, cuando entro en casa mi mama, recién había llegado y me dice que no salga así que parezco una trola, bue no me reía sola jeje
Me quedé pensando en eso, nunca me había pasado, porque no me visto para que me griten cosas.
Otra mañana que estaba sola en casa, bahh con la chica que limpia, me visto igual (con la pollerita esa) y voy a comprar puchos, cuando me ve Juan, me dice:
- nena, como creciste.
-gracias Juan.
Le digo haciéndome la boluda. Voy a comprar los puchos vuelvo, y otra vez Juan no me saca la mirada, me di cuenta por un espejo, que cuando estaba esperando al ascensor me estaba mirando.
No sé porque, ni para qué, pero me dieron ganas de seguir calentándolo, no sé, cosas de pendeja boluda, y no me acuerdo que día de la semana pasada, un día que estaba fresquita a la mañana, me pongo lo mismo, pero con un saquito y voy a comprar puchos, cuando salgo no estaba, ¡la puta madre! Pero cuando vuelvo si, y el diálogo fue más o menos así.
Juan: nena, ¡está fresco para que salgas así!
Yo: (con cara de nena boluda) ¿así como Juan?
Juan: Así, con esa pollerita
Yo: ¿qué? ¿Me queda muy mal?
Juan: no, te queda muy linda, pero no salgas así, está fresco.
Yo: Bueno Juan, gracias.
Me quedé con eso en la cabeza y no me lo podía sacar. Ayer sábado estaba sola en casa, porque mis viejos se habían ido al country de mi prima y mi novio estaba en un campeonato de Golf, y sabía que terminaba tarde, porque después se juntan a boludear.
Me empezó a calentar la idea de seguir jodiendo a Juan, y cuando se me pone algo en la cabeza, ¡cagué! no sabía qué hacer para que me avanzara o no sé qué, pero algo quería hacer, pero tampoco me animaba mucho, era el encargado del edificio, si se entera mi viejo ¡me mata! Pero la idea de hacer “algo” me seguía dando vueltas en la cabeza, no se ¿me entienden cuando nos pasa eso?
La cosa es que se me ocurre una boludez, me pongo la pollerita, una remera cerrada, pero sin corpiño, zapatillas y bajo, y estaba Juan
Juan: Hola nena, te vas a enfermar de salir así vestida, antes no te vestías así.
Yo: que Juan ¿no te gusta?
Juan: si nena, pero ¿dónde vas así?
Yo: a la ferretería porque se me quemó la bombita de la lámpara de mi cuarto (cualquier boludez).
Juan: pero las ferreterías están cerradas los sábados a la tarde por acá.
Yo: ah ¿y que hago?
Juan: Si querés te doy una yo, o te vas a Easy
Yo: no Juan, dame una vos, ¿dónde las tenés?
Juan: en el cuarto de máquinas
Yo: Bueno vamos
Ahí, es donde empezó la cosa, al cuarto de máquinas, obvio yo nunca había ido. Hay que ir al garaje y de ahí sale un pasillito que da a ese cuarto, Yo iba atrás de Juan, no sé porque, ¡me podría haber quedad en el Hal!, cuando llego era un cuarto lleno de boludeces, con un sillón (se ve que ahí duerme el que va los domingos), y solo con una bombita.
Juan me dice que las bombitas están en esa estantería (me la señala), pero que habían puesto (no se para que mierda) una mesa que le habían dado delante de esa estantería, que él no se quería subir a la mesa porque tenía miedo de romperla.
Me dice que me suba y le alcance la bombita, la verdad no sabía que estaba haciendo, solo el hecho de estar ahí, me calentaba, aparte estaba casi en bolas, sin corpiño y con esa pollerita.
Bueno me subo a la mesa, ahí Juan obviamente me vio la bombachita, le doy la bombita y me dice “sentate acá nena” (en la mesa).
Me siento en la mesa, me pone sus manos en mi pierna y me dice más o menos así:
Juan: mira nena, está todo bien, pero yo a las pendejas como vos las conozco mucho, decime ¿qué es lo que querés?
Yo: Nada Juan solo la bombita.
Juan: Nena, estoy seguro que si subo no tenés ninguna bombita quemada, y sos demasiado fina para estar en este lugar y yo tocándote las gambas (es bruto hablando)
En ese momento me di cuenta lo que estaba por hacer, por una lado ya me daba calentura estar en ese lugar, me sentía desnuda frente a él, porque (las mujeres lo sabemos) estas polleras cuando una se sienta, se suben y faltara poco ¡para que se me viera la bombacha!, que Juan con esas manos grandes que tiene me estuviera tocando las piernas, pero por otro lado ¡era una locura!, seguro ahí se cogió a las chicas que limpian en el edificio, ¡yo iba a hacer lo mismo que ellas! no es por nada pero no puedo ser tan puta.
Yo: está bien Juan, tenés razón, no sé lo que hago, perdóname, pero porfi no le digas a nadie que estuve acá.
Juan: nena, no se lo digo a nadie, pero no me jodas, ya no sos una nena, y si querés hacer algo, hacelo, si no, ¡no jodas!
Yo: Está bien Juan (me fui y obviamente no me lleve la bombita).
Cuando llegué a mi casa estaba renerviosa, tenía la boca seca, iba y venía, ¡no sabía qué hacer!, por un lado me decía que estuve bien en no hacer nada, por otro lado me acordaba de Juan con esas manos con la piel oscura, tocándome las piernas en ese lugar mugriento y me daba calentura. Pensaba ¡qué hago! Y cuanto más pensaba eran si por un lado y los no por el otro, me entienden cuando uno llega a ese momento. ¿Qué hacer?
Si seguía pensando se me pasaba la tarde y me iba a quedar con la calentura y la intriga, sin pensar, tomo el ascensor y bajo otra vez, Cuando le veo a Juan de una le digo Juan vengo a buscar mi bombita.
Juan me mira con cara de asombro y me dice:
- vení nena.
Y me lleva de nuevo a esa “sala de máquinas”, yo estaba entre que las gambas me temblaban y la calentura de hacer eso me mojaba.
Me sienta de nuevo en la mesa, me pone las manos en mis piernas, pero esta vez tocando las entrepiernas (que es una zona muy sensible mía) y me dice:
Juan: nena ya te dije, sos muy linda para esta acá, decime que querés, pero no me jodas.
Yo: No sé, Juan, estar acá.
Mientras me hablaba sus manos cada vez se acercaban más a mi conchita y veía sus dedos que cada uno era como una pija (vieron esas manos grandes, con dedos grandes).
Cuando sus manos estaban, no sé, a milímetros de mi conchita me preguntaba si eso me gustaba, le decía que sí, el HDP ¡me tuvo un rato así!, yo no daba más, quería que me metiera los dedos de una (les digo a los varones que las mujeres nos calentamos igual que ustedes eh), me tuvo así un rato largo hasta que pasa sus manos por debajo de la bombachita y me pone un dedo, después otro, yo estaba que volaba, tan caliente estaba que sola me saque la remera y él se tiró a mis tetas, como un animal me las mordía, me hacía doler pero me gustaba, (ya las dudas y el miedo se me habían pasado, me invadía la calentura y nada me importaba), sigue así hasta que acabo con un terrible orgasmo.
Después, se saca el pantalón y los calzoncillos (nunca vi unos tan feos y viejos), se sienta en el sillón y me dice así (porque esto me lo acuerdo bien) “a ver si las putititas finas como vos me la chupan también como las que vienen a limpiar”.
Todo eso me calentaba, me siento al lado de él y empiezo, primero a acariciársela, le acaricio los huevos, las piernas, y recién ahí le empiezo a pasar la lengüita hasta que se la termino chupando toda.
Juan mientras me estaba poniendo esos dedos enorme en la cola, después de estar así un rato me dice que me ponga en 4 en el sillón, y me pregunta si soy tan puta para aguantarme que me haga el culo, les dije es muy bruto hablando pero eso me calentaba, bah ¡todo me calentaba!
Como no le dije nada, me seguía preguntando hasta que le dije:
-Si Juan metédmela por la cola.
Me empezó a poner la puntita, y después de una entera. Ay, que grito pegué, ¡me dolió!, me tapó la boca y me dice que ahí las putitas no gritan, una vez que la tenía adentro, la calentura fue más que el dolor, me la ponía y sacaba, hasta que me terminó acabando en la cola (obvio con forro) ahí acabé otra vez.
Se sacó el forro y me pidió que se la chupe para que le quede limpita, cuando terminamos, mientras él se vestía me quedé desnuda en el sillón unos segundos pensando en lo que había hecho, pero ya era tarde, me vestí y Juan me dijo que nunca pensó que yo era tan putita, que cuando quiera que me coja de nuevo que baje, le dije que no que esa fue la primera y última vez.
Pero la cosa no termina ahí, cuando salimos de ese lugar y paso por el garaje, veo ¡el auto de mi viejo! como hacía para entrar mi casa ¡así vestida!, mientras él estaba entrando el auto a su hija se la estaba cogiendo ¡el encargado! ¡Por Dios! bueno subo y voy derecho a mi cuarto, y cuando paso por el escritorio de él me ve, me pregunta de dónde vengo así vestida. Y le contesté:
- nada, fui a comprar puchos. Y que no me joda.
Me quedé en mi cuarto pensando en lo que había hecho, ¡que loca que estoy!

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