Muy buenos días a todos los lectores y autores de esta grandiosa página, llevamos algunos meses leyendo las historias que aquí se escriben y decidimos como pareja enviar nuestro primer relato, esperando que sea de su agrado y esperamos conocer y entablar amistad e intercambiar experiencias con los lectores y autores de esta página para ir mejorando en la redacción de nuestras anécdotas que escribamos en esta página.
Déjenme presentarme, me llamo Jaime tengo 54 años, soy del estado de Toluca, mido 1.50 m, soy algo flaco, canoso, profesionista, trabajo en una planta gasera, somos una familia de clase media como la gran mayoría de este lindo país México.
Me casé hace ya algunos años con el amor de mi vida, con Ingrid, actualmente tiene 43 años, es una mujer madura, mide aprox. 1.60 m, también es profesionista, contadora, pero por la escasez de trabajo ha tenido diversos empleos temporales, le gusta ir a zumba, para mantenerse en forma y vaya que se mantiene, pues a su edad hace suspirar a cualquier hombre de todas edades. Ella es chihuahuense, es morena clara, ojos cafés, cabello largo a la cadera, unas chichotas copa C, unas lindas piernas maduras y firmes, pero lo que más llama la atención es ese señor culote que se carga atrás, redondo, paradito, grande y respingón, cualquier ropa que se ponga mi esposa Ingrid, hace lucir ese culote en su máxima expresión, y debajo de esa ropa siempre suele usar lencería muy sexy y demasiado diminuta, sus tangas e hilos suelen perderse en ese par de nalgas que ella posee. En la calle, familiares y amigos míos y de ella, les cuesta disimular en no recorrer con su mirada todo ese culisimo de mi esposa. Lo cual a mí no me molesta al contrario me excita, lo he platicado con ella y ambos sabemos que esa situación a los dos nos excita, ella ser observada y yo ver como la devoran con la mirada.
Ingrid:
Hola, buen día, me llamo Ingrid, soy la esposa de Jaimito, ya no me describo pues él lo hizo correctamente, somos una pareja liberal, debido a esta característica como matrimonio hemos tenido algunos amigos, amistades y conocidos con el cual acabo en la cama revolcándome y teniendo sesiones de sexo con el consentimiento y aprobación de mi comprensible y cornudo esposo. Algunos señores han disfrutado y poseído mis senos, mis nalgas y mi boca y han abierto mis piernas para poseerme enfrente de mi amado marido, mientras el ve como me dejan feliz y satisfecha en la cama.
Jaime:
Desde que me case con mi esposa, en mi interior me decía: "Mi esposa siempre va ser deseada por ese par de nalgotas que se carga", y con el paso del tiempo se confirmó, pues todas las amistades y familiares que tengo y voy conociendo, no dejan de admirar y ver algunos con discreción y otros con más descaro el culazo de mi esposa Ingrid. Actualmente se ha puesto más buena pues es toda una milf como las conocen en esta época, sobre toda ese culisimo que hace voltear a más de uno en la calle y a donde vayamos. Los primeros años fueron difíciles pues aun no llegábamos a comprender nuestros gustos y discutíamos a cada rato por celos, estuvimos a punto de divorciarnos, pero recurrimos a una terapia de pareja donde sacamos todas nuestras cosas y nuestro matrimonio cambio totalmente y ahora disfrutamos de un gusto sexual más abierto.
Ingrid:
Al recurrir frecuentemente a zumba ha hecho que mis nalgas de por si grandes tomen una forma de manzanita o corazón que a muchos hombres enloquece, cuando camino por las calles mis nalgas se contonean al ritmo de cada paso que doy, eso hace que muchos hombres volteen a ver y disfrutar el ritmo de mis nalgas, como van meneándose de un lado a otro con la ropa ajustada que siempre me gusta usar para presumir el buen culo que tengo. Pensé que al casarme ya no iba a poder andar presumiendo mi culote y tetas a los demás, pero cuando mi esposo me confesó en una terapia de pareja que a él le excita que los señores casados me vean con deseo, fue un momento que me hizo feliz y excitante el saber que mi marido me dejaría seguir mostrándome ante la gente.
Jaime:
Así es, yo desde antes ya disfrutaba como mis amistades, amigos de trabajo y familiares veían con disimulo el culote de mi mujer en las reuniones sociales a las que acudíamos, su lindo trasero sobresalía de las demás mujeres y llamaba la atención además de la ropa sexy y ajustada que ella le gustaba usar, disfrutaba acompañarla a comprar su ropa interior, disfrutando de la mirada de los demás hombres que se encontraban con sus esposas en esos puestos de lencería, como veían con morbosidad al momento que mi esposa andaba ahí escogiendo sus tangas y brasieres y batitas entre los montones de ropa interior, disfrutaban con discreción que sus esposas no se dieran cuenta, cuando mi esposa estiraba el resorte de las tangas o las alzaba para ver el modelo completo de las tangas que se compraría, notaba ese disfrute pero nerviosismo de aquellos caballeros.
Ingrid:
Siempre me ha gustado andar a la moda, no solo con la ropa exterior, sino también la interior, antes me detenía a comprar tangas muy diminutas por respeto a mi esposo e hijos, pero desde que mi esposo me confesó que le excita que yo me exhiba cambie todo mi guardarropa por ropa muy ajustadísima y prendas íntimas demasiado diminutas, me gusta verme al espejo como ese pedazo de tela se pierde en medio de mis nalgas, como ese hilito puede separar mi trasero en dos partes y verse más sexy, mientras por mi mente pasan todas aquellas miradas de los hombres que me ven con deseo en todos lugares donde andaré ese día ya sea con mi esposo, mis hijos o con toda mi familia.
Jaime:
Cuando estoy acostado en la cama viendo como mi esposa se arregla para irse a trabajar, me excita como se ve desnuda y semidesnuda, imaginando lo que darían los hombres por tener la visión que yo tengo. Cómo sale de la regadera totalmente desnuda parándose frente al espejo que tenemos en la recamara, poniéndose crema por todas las partes más íntimas de su cuerpo, como la derrama por esas chichotas que posee, para bajar por todo su cuerpo hasta llegar a esas nalguisimas que tanto me enloquecen, después terminar en esas piernas con unos muslos que serían la perdición de hasta el más decente de los humanos.
Para después escoger una tanga pequeña y ponerla y ver como desaparece totalmente por la parte de atrás de su trasero, viéndosele solo el triangulito de esa telita, por delante marcándose esa panochota que tiene mi señora, abultada, velludita en forma de triángulo, para finalmente ponerse su uniforme, su pantalón entalladísimo que le entra con dificultad y su blusa escotada, marcándosele su tanga bajo su pantalón apretadote, poniéndose sus zapatillas altas que hacen que esas nalgotas se paren más de lo que ya están, terminándose poniendo sus aretes, una cadenita, peinándose, perfumándose y agarrando su portafolio y bolsa para irse al trabajo, donde seguro varios hombres la desnudaran con la mirada aun sabiendo que es casada. Despidiéndose de mis dos hijos y de mi con un beso y yo viendo cómo sale de mi casa meneando todo ese culisimo que siempre se mueve al caminar, ese culote que va ser visto todo el día por hombres morbosos y degenerados que querrán tenerlo en sus manos los muy degeneradotes.
Ingrid:
Debo reconocer que al usar el pantalón muy ajustado, se marca la silueta de los triangulitos de mi tanga, eso me hace ver más sexy y más deseada creo, en mi trabajo debo admitir que muchos hombres andan queriendo conquistarme para que yo les preste mis nalgotas, muchos trabajadores me sacan platica, se portan bien conmigo con tal de contemplar mis nalgas en cada momento, aunque son casados con hijos andan ahí de mirones observando el movimiento de mi trasero, es algo que yo no le podía contar a mi esposo anteriormente, pero ahora ya me siento más libre pues puedo contarle todo lo que me pasa con esos compañeros de trabajo. Cómo mujer y más siendo madura con experiencia sé que muchos maduros aun siendo casados quieren probar unas nalgas ajenas y más si somos también casadas y nalgonas.
Jaime:
Recuerdo los comentarios que por casualidad puedo escuchar cuando con mi esposa e hijos hemos asistido a bodas, quince años, bautizos etc., cómo los hombres la ven entrar junto a mis hijos y a mí, a esos salones donde se llevan a cabo las fiestas o casas particulares dependiendo de la situación, la ven entrar con esos vestidos ajustadotes que le marcan la silueta de todo su voluptuoso cuerpo de mi Petra, como si fuera una segunda piel, el movimiento cadencioso de sus nalguisimas con esos zapatos de tacón que hacen que sus nalgas se vean más paraditas y antojables, pero a la vez se ve toda una señora, de la mano de sus dos hijos y de su marido.
Jaime: Recuerdo principalmente cuando fuimos a una Boda de una amiga del trabajo de mi esposa, nos invitaron a ser padrinos de pastel, la fiesta fue en la casa de sus suegros, mi esposa fue sexy y elegante por ser madrina en la boda de una de sus mejores amigas.
Ingrid: Si mi buena amiga, para lo cual fui sexy pero no tanto, ya que aún no sabía los gustos de mi esposo sobre mí, por lo cual use un vestido verde turquesa, eso sí muy entallado y escotado para presumir mis tetas y culazo que me cargo aunque ya soy madre de dos lindos niños, abajo una tanga negra de encaje en conjunto con el bra del mismo modelo, al verme al espejo por detrás pude notar que se me marcaba el triangulito de la tanga, dude en si ir así o cambiarme, pero al verme mi esposo en lugar de enojarse me sorprendió que me digiera que me veía estupenda para la boda. A lo cual yo le respondí con una sonrisa.
Jaime: Al ver a mi Ingrid así se veía hermosa, sexy y muy culona, sentí como mi verga se erectaba al imaginar los miles de ojos que se posarían en el cuerpo de mi esposita, eso en lugar de enojarme me ponía cachondo, saber que muchos desearían a mi esposa.
Salimos en el automóvil y al llegar al lugar del evento, vimos que era una colonia un poco despoblada y humilde, dejamos el coche y tuvimos que caminar dos cuadras de subida para llegar por fin a la casa de la boda, al ir caminando con mis hijos atrás de mi esposa, pude notar como con ese vestido su tanga se le marcaba perfectamente, excitándome sobre como la verían toda la fiesta.
Al llegar nos recibieron los padres de la novia, unos señores humildes mayores de 70 años aproximadamente, en ese instante pude notar como discretamente ese señor hizo un recorrido de pies a cabeza sobre las piernas, panocha y chichotas de mi mujer, pasamos y caminamos a una mesa donde nos saludó la novia y nos dijo que nos sentáramos, mi esposa puso todo ese culote en esa sillita de madera que pude ver como no cabía por completo.
Ingrid: debo reconocer que al sentir muchas miradas, mi botoncito palpitaba por momentos lo que hacía que mi cuerpo se estremeciera, pero yo nerviosa de que mi esposo e hijo no se percataran, y sí, mi esposo tiene razón, al sentarme me percate que mis nalgas no cabían en la silla y salían un poco pero ni modos así estuve en la fiesta.
Déjenme presentarme, me llamo Jaime tengo 54 años, soy del estado de Toluca, mido 1.50 m, soy algo flaco, canoso, profesionista, trabajo en una planta gasera, somos una familia de clase media como la gran mayoría de este lindo país México.
Me casé hace ya algunos años con el amor de mi vida, con Ingrid, actualmente tiene 43 años, es una mujer madura, mide aprox. 1.60 m, también es profesionista, contadora, pero por la escasez de trabajo ha tenido diversos empleos temporales, le gusta ir a zumba, para mantenerse en forma y vaya que se mantiene, pues a su edad hace suspirar a cualquier hombre de todas edades. Ella es chihuahuense, es morena clara, ojos cafés, cabello largo a la cadera, unas chichotas copa C, unas lindas piernas maduras y firmes, pero lo que más llama la atención es ese señor culote que se carga atrás, redondo, paradito, grande y respingón, cualquier ropa que se ponga mi esposa Ingrid, hace lucir ese culote en su máxima expresión, y debajo de esa ropa siempre suele usar lencería muy sexy y demasiado diminuta, sus tangas e hilos suelen perderse en ese par de nalgas que ella posee. En la calle, familiares y amigos míos y de ella, les cuesta disimular en no recorrer con su mirada todo ese culisimo de mi esposa. Lo cual a mí no me molesta al contrario me excita, lo he platicado con ella y ambos sabemos que esa situación a los dos nos excita, ella ser observada y yo ver como la devoran con la mirada.
Ingrid:
Hola, buen día, me llamo Ingrid, soy la esposa de Jaimito, ya no me describo pues él lo hizo correctamente, somos una pareja liberal, debido a esta característica como matrimonio hemos tenido algunos amigos, amistades y conocidos con el cual acabo en la cama revolcándome y teniendo sesiones de sexo con el consentimiento y aprobación de mi comprensible y cornudo esposo. Algunos señores han disfrutado y poseído mis senos, mis nalgas y mi boca y han abierto mis piernas para poseerme enfrente de mi amado marido, mientras el ve como me dejan feliz y satisfecha en la cama.
Jaime:
Desde que me case con mi esposa, en mi interior me decía: "Mi esposa siempre va ser deseada por ese par de nalgotas que se carga", y con el paso del tiempo se confirmó, pues todas las amistades y familiares que tengo y voy conociendo, no dejan de admirar y ver algunos con discreción y otros con más descaro el culazo de mi esposa Ingrid. Actualmente se ha puesto más buena pues es toda una milf como las conocen en esta época, sobre toda ese culisimo que hace voltear a más de uno en la calle y a donde vayamos. Los primeros años fueron difíciles pues aun no llegábamos a comprender nuestros gustos y discutíamos a cada rato por celos, estuvimos a punto de divorciarnos, pero recurrimos a una terapia de pareja donde sacamos todas nuestras cosas y nuestro matrimonio cambio totalmente y ahora disfrutamos de un gusto sexual más abierto.
Ingrid:
Al recurrir frecuentemente a zumba ha hecho que mis nalgas de por si grandes tomen una forma de manzanita o corazón que a muchos hombres enloquece, cuando camino por las calles mis nalgas se contonean al ritmo de cada paso que doy, eso hace que muchos hombres volteen a ver y disfrutar el ritmo de mis nalgas, como van meneándose de un lado a otro con la ropa ajustada que siempre me gusta usar para presumir el buen culo que tengo. Pensé que al casarme ya no iba a poder andar presumiendo mi culote y tetas a los demás, pero cuando mi esposo me confesó en una terapia de pareja que a él le excita que los señores casados me vean con deseo, fue un momento que me hizo feliz y excitante el saber que mi marido me dejaría seguir mostrándome ante la gente.
Jaime:
Así es, yo desde antes ya disfrutaba como mis amistades, amigos de trabajo y familiares veían con disimulo el culote de mi mujer en las reuniones sociales a las que acudíamos, su lindo trasero sobresalía de las demás mujeres y llamaba la atención además de la ropa sexy y ajustada que ella le gustaba usar, disfrutaba acompañarla a comprar su ropa interior, disfrutando de la mirada de los demás hombres que se encontraban con sus esposas en esos puestos de lencería, como veían con morbosidad al momento que mi esposa andaba ahí escogiendo sus tangas y brasieres y batitas entre los montones de ropa interior, disfrutaban con discreción que sus esposas no se dieran cuenta, cuando mi esposa estiraba el resorte de las tangas o las alzaba para ver el modelo completo de las tangas que se compraría, notaba ese disfrute pero nerviosismo de aquellos caballeros.
Ingrid:
Siempre me ha gustado andar a la moda, no solo con la ropa exterior, sino también la interior, antes me detenía a comprar tangas muy diminutas por respeto a mi esposo e hijos, pero desde que mi esposo me confesó que le excita que yo me exhiba cambie todo mi guardarropa por ropa muy ajustadísima y prendas íntimas demasiado diminutas, me gusta verme al espejo como ese pedazo de tela se pierde en medio de mis nalgas, como ese hilito puede separar mi trasero en dos partes y verse más sexy, mientras por mi mente pasan todas aquellas miradas de los hombres que me ven con deseo en todos lugares donde andaré ese día ya sea con mi esposo, mis hijos o con toda mi familia.
Jaime:
Cuando estoy acostado en la cama viendo como mi esposa se arregla para irse a trabajar, me excita como se ve desnuda y semidesnuda, imaginando lo que darían los hombres por tener la visión que yo tengo. Cómo sale de la regadera totalmente desnuda parándose frente al espejo que tenemos en la recamara, poniéndose crema por todas las partes más íntimas de su cuerpo, como la derrama por esas chichotas que posee, para bajar por todo su cuerpo hasta llegar a esas nalguisimas que tanto me enloquecen, después terminar en esas piernas con unos muslos que serían la perdición de hasta el más decente de los humanos.
Para después escoger una tanga pequeña y ponerla y ver como desaparece totalmente por la parte de atrás de su trasero, viéndosele solo el triangulito de esa telita, por delante marcándose esa panochota que tiene mi señora, abultada, velludita en forma de triángulo, para finalmente ponerse su uniforme, su pantalón entalladísimo que le entra con dificultad y su blusa escotada, marcándosele su tanga bajo su pantalón apretadote, poniéndose sus zapatillas altas que hacen que esas nalgotas se paren más de lo que ya están, terminándose poniendo sus aretes, una cadenita, peinándose, perfumándose y agarrando su portafolio y bolsa para irse al trabajo, donde seguro varios hombres la desnudaran con la mirada aun sabiendo que es casada. Despidiéndose de mis dos hijos y de mi con un beso y yo viendo cómo sale de mi casa meneando todo ese culisimo que siempre se mueve al caminar, ese culote que va ser visto todo el día por hombres morbosos y degenerados que querrán tenerlo en sus manos los muy degeneradotes.
Ingrid:
Debo reconocer que al usar el pantalón muy ajustado, se marca la silueta de los triangulitos de mi tanga, eso me hace ver más sexy y más deseada creo, en mi trabajo debo admitir que muchos hombres andan queriendo conquistarme para que yo les preste mis nalgotas, muchos trabajadores me sacan platica, se portan bien conmigo con tal de contemplar mis nalgas en cada momento, aunque son casados con hijos andan ahí de mirones observando el movimiento de mi trasero, es algo que yo no le podía contar a mi esposo anteriormente, pero ahora ya me siento más libre pues puedo contarle todo lo que me pasa con esos compañeros de trabajo. Cómo mujer y más siendo madura con experiencia sé que muchos maduros aun siendo casados quieren probar unas nalgas ajenas y más si somos también casadas y nalgonas.
Jaime:
Recuerdo los comentarios que por casualidad puedo escuchar cuando con mi esposa e hijos hemos asistido a bodas, quince años, bautizos etc., cómo los hombres la ven entrar junto a mis hijos y a mí, a esos salones donde se llevan a cabo las fiestas o casas particulares dependiendo de la situación, la ven entrar con esos vestidos ajustadotes que le marcan la silueta de todo su voluptuoso cuerpo de mi Petra, como si fuera una segunda piel, el movimiento cadencioso de sus nalguisimas con esos zapatos de tacón que hacen que sus nalgas se vean más paraditas y antojables, pero a la vez se ve toda una señora, de la mano de sus dos hijos y de su marido.
Jaime: Recuerdo principalmente cuando fuimos a una Boda de una amiga del trabajo de mi esposa, nos invitaron a ser padrinos de pastel, la fiesta fue en la casa de sus suegros, mi esposa fue sexy y elegante por ser madrina en la boda de una de sus mejores amigas.
Ingrid: Si mi buena amiga, para lo cual fui sexy pero no tanto, ya que aún no sabía los gustos de mi esposo sobre mí, por lo cual use un vestido verde turquesa, eso sí muy entallado y escotado para presumir mis tetas y culazo que me cargo aunque ya soy madre de dos lindos niños, abajo una tanga negra de encaje en conjunto con el bra del mismo modelo, al verme al espejo por detrás pude notar que se me marcaba el triangulito de la tanga, dude en si ir así o cambiarme, pero al verme mi esposo en lugar de enojarse me sorprendió que me digiera que me veía estupenda para la boda. A lo cual yo le respondí con una sonrisa.
Jaime: Al ver a mi Ingrid así se veía hermosa, sexy y muy culona, sentí como mi verga se erectaba al imaginar los miles de ojos que se posarían en el cuerpo de mi esposita, eso en lugar de enojarme me ponía cachondo, saber que muchos desearían a mi esposa.
Salimos en el automóvil y al llegar al lugar del evento, vimos que era una colonia un poco despoblada y humilde, dejamos el coche y tuvimos que caminar dos cuadras de subida para llegar por fin a la casa de la boda, al ir caminando con mis hijos atrás de mi esposa, pude notar como con ese vestido su tanga se le marcaba perfectamente, excitándome sobre como la verían toda la fiesta.
Al llegar nos recibieron los padres de la novia, unos señores humildes mayores de 70 años aproximadamente, en ese instante pude notar como discretamente ese señor hizo un recorrido de pies a cabeza sobre las piernas, panocha y chichotas de mi mujer, pasamos y caminamos a una mesa donde nos saludó la novia y nos dijo que nos sentáramos, mi esposa puso todo ese culote en esa sillita de madera que pude ver como no cabía por completo.
Ingrid: debo reconocer que al sentir muchas miradas, mi botoncito palpitaba por momentos lo que hacía que mi cuerpo se estremeciera, pero yo nerviosa de que mi esposo e hijo no se percataran, y sí, mi esposo tiene razón, al sentarme me percate que mis nalgas no cabían en la silla y salían un poco pero ni modos así estuve en la fiesta.
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