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Mi mujer tan santa... tan puta

Me llamo César y actualmente tengo 40 años. La siguiente historia sucedió hace más de 10 y considerala como ficción o realidad ¿qué más da? Si cumple con su función -excitarte- es suficiente.
**********
Conocí a Carolina mientras hacíamos fila para obtener copias certificadas en unas oficinas del Registro Civil en el Estado de México. Yo le sonreí y ella correspondió por cortesía, pues tenía el porte de una mujer educada. Más tarde nos re-encontramos en una fonda donde compartimos mesa.
-¿Qué leés? – me cuestionó.
-Verónica decide morir. Paulo Coelho.
-¿y es bueno?
-como los sabores del helado. Tienes que probarlo –respondí.
Intercambiamos números de teléfono y cinco meses después estábamos viviendo juntos. Ambos, con un divorcio a cuestas, nos tomamos con calma el asunto, dejando la opción de casarnos legalmente solo si la relación funcionaba.
Nos instalamos en un departamento solo para nosotros dos. Un compañero de trabajo me había dicho que las divorciadas cogían como locas porque ya le sabían al asunto y no se reprimían. En el caso de Carolina, parecía que encajaba con lo dicho. Ella tenía la combinación de docilidad y pasión y no dejamos lugar en el departamento sin hacerlo.
Carolina - o Caro- tenia, –como dice la cantante Marta Gómez- ritualitos. Antes de bañarse, colocaba la ropa que se pondría en un perfecto orden: calzado, pantalón o falda, blusa, y los accesorios al lado, sobre nuestra cama. Ella decía que así se visualizaba mejor.
En una ocasión que nos alistábamos para salir a un bar, vi su vestuario y me atreví a cambiarlo por uno más revelador. Un putivestido que había comprado en un bazar. Ella salió del baño, lo vio y se lo puso.
-jamás había algo tan ajustado y corto –me dijo cuando ya estábamos de regreso.
-¿te sentiste incomoda?
-más bien diferente. Tengo 37 años, ya no soy una adolescente. Pero eres mi pareja y me agrada darte gusto.
Caro era una mujer de medidas y peso normales, pero daba el plus cuando se maquillaba y vestía sensual. Destacaba.
Las veces que salimos de antro me percate que ella podía vestirse derramando sensualidad, pero solo tenía actitud para mí. Jamás coqueteaba ni daba pie a que lo hicieran con ella. Era de esas mujeres que cuando alguien las piropea, jamás voltean. Yo, no creía que hubiera mujeres así, no en la vida real. Tanta fidelidad, me tenía desconcertado sobre todo cuando en mi mundo Godínez -todo lo referente a la vida laboral en oficinas- todos andaban con todos. Desde la señora de la limpieza hasta el “jefazo”. Todos y todas cogían con todos y sin problemas. (Los de vigilancia tenían “un bono” si cachaban con las cámaras de circuito cerrado a una parejita y nos compartían el video. Yo tenía 4, aunque decían que había más de 20).
Carolina tenía una vida social escasa. Le gustaba mucho leer y no veía programas basura en la televisión, solo películas con una buena crítica. Cuando salía, visitaba a su hermana Bety o a algunas de sus compañeras de su anterior empleo. Y me llamaba para decirme dónde y con quien estaba.
En una ocasión invite a tres de mis compañeros de oficina al departamento donde nos tomamos una botella de ron, una reunión tranquila. Caro nos acompañó eventualmente. Por ratos hacia su aparición y después nos dejaba. Cuando mis compañeros se fueron, le pregunte sus impresiones.
-son divertidos -contestó secamente.
-¡vamos! ¡Son buenos muchachos!
-en eso tienes razón. Se comportan como adolescentes.
Al mes, le tocó a otro compañero “Godinez” hacer la reunión porque tuvimos buen desempeño. Cuando le pedí a Caro que me acompañara, me dijo que no me lo tomara a mal, pero prefería quedarse.
-te divertirás mejor sin mí. No soy buena compañía en ambientes tan juveniles.
Traducción: tus amigos son unos simios y a ti te encanta estar con ellos.
Y me fui a celebrar, solo.
Un mes después llevé a uno de mis jefes con el que tenía mucha confianza, a cenar al departamento esperando que pasara el control de calidad de mi pareja: Ingeniero, cincuenta y tantos, bilingüe, según yo, una joya de educación.
La cena trascurrió perfecta entre una botella de vino blanco hasta que fui al baño. Regresé tan rápido que alcancé a escuchar su conversación.
Caro le decía:
-Ing. López, ahora que usted se marche, tendré que ir a la regadera de inmediato…
Yo pensé: “ya le salió lo puta, seguro ese cabrón le dijo algo cachondo”
-¿por qué Carito? –contestó con aires de Don Juan
-siento sus ojos pegados a mi piel. No solo con palabras se ofende. ¿Debo acaso recordarle que soy una mujer con un compromiso, con el que gentilmente lo invitó a cenar?
Asombrado, volví al baño. Me eché agua en el rostro y después traté de integrarme a una cena que ya no fue la misma. Caro ahora hablaba más y López evitaba mirarla. A la media hora se marchó.
Mi primer matrimonio me dejo una lección muy clara: jamás, jamás, reclames o te pelees cuando las cosas acaban de pasarDeja que la situación se enfrié y ya con la mente tranquila, hablas.
Hice como si no hubiera pasado nada. 
-¿quieres un café? –me preguntó mi mujer.
-si, por favor
Mientras yo me tomaba el café sentado en el sillón de la sala, Caro lavaba los trastes y me dio tiempo para verla a detalle: Las zapatillas levantaban su trasero y lo hacían más redondo, más apetecible. La abertura de su falda quedaba en los límites del encaje de las medias. Su cabellera le llegaba a los hombros y se desparpajaba con sus tonos grises y dorados. Se veía bien.
Me preguntaba si era normal que me agradara que otros hombres la vieran con los ojos que yo la veía. Sexy.
Si era normal pedirle que mostrara sus encantos dentro de la seguridad del departamento con mis amigos o en los antros con los desconocidos.
Tal vez mi ambiente “Godínez” me había corrompido. La esposa del Ingeniero López era una madura que llegaba a las oficinas con botas altas y mallones blancos, dejando entrever su ropa interior. López me había dicho en broma –o en serio- que Estelita podía andar de puta y mostrando lo que fuera, que a su edad ya estaban lejos de el qué dirán. Casi todos pensábamos que andaba con Heriberto de R.H. pero aun no teníamos el video para corroborar.
Tal vez era el porno entre los descansos o las revistas eróticas en los baños –que la señora de la limpieza cambiaba de los baños de mujeres a los de los hombres- y sus historias.
Tal vez buscaba aprobación -a través de la admiración o envidia de los demás hombres-.
O tal vez era parte de mi aprendizaje sexual y debería sencillamente disfrutarlo.
Escuche una voz:
-ven, házmelo arriba de la mesa.
Caro estaba sobre ella, mostrándome su sexo abierto.
-espero que mi sabor y aroma, combinen con tu café –sonrió.
Dejé mis pensamientos de oficina e introduje mi lengua en su concha. Y no me soltó del pelo hasta que le saque un orgasmo.
Semanas después, mi cuñada Bety nos invitó al cumpleaños de uno de sus hijos. La idea no me sedujo por dos motivos: Bety y Caro llevaban una relación de hermanas muy, muy cerrada. Eran como un sindicato de dos miembros y era muy difícil hablar o convivir con ellas cuando estaban juntas. ¿celos de su relación? Sí, también en su momento me lo pregunté, pero no eran celos, era más bien enojo, algo así como: déjenme entrar a su relación, ¿sí? Convivimos un rato como grupo y después ustedes siguen en su sindicato, no les voy a quitar nada. Y el segundo motivo: Las fiestas infantiles no son de mi agrado.
Pero Caro insistió e insistió. Y asistimos.
Por fortuna, la reunión estuvo agradable. El payaso resultó un profesional y nos dejó a todos con ganas de seguir con su show y recomendarlo. Anochecía cuando los invitados se fueron retirando -unos más ebrios que otros- pero sin mayores incidentes.
(Aclaración si lees esto fuera de México: aquí en el país es común que, en una fiesta infantil, se dé alcohol a los adultos como si se tratara de un convivio de mayores. A mí no me agrada eso, pero cada quién hace de su fiesta y su familia un papalote).
Bety le pido a Carolina le ayudara a lavar platos y demás, y ella aceptó.
-mientras hazle compañía a mi marido –me pidió Bety.
Llegué con Mario -esposo de Bety- que estaba en la etapa de “ebrio consiente y feliz”.
-Tómate una, pinshe concuño.
Después de la segunda me enteré de algunos pasajes de Caro y su vida de casada y de la admiración de Mario por Caro.
-hace años estaba más joven, pero ahora está más… más… -caviló
-¿guapa?
-guapa siempre ha sido, es una belleza –respondió cuasi enojado.
-mas… ¿frondosa? ¿buena?
-mmm… pues tú lo dijiste, no yo ¡eh! Sip, más buena. Mi mujer también tiene lo suyo, pero de un tiempo para acá, Caro si lo muestra ¡vaya que lo muestra! Y pues Bety, ella es maestra y no puede ir con falditas, capaz que se la comen
-tenemos suerte. Ambas son atractivas –rematé.
Ya en el departamento, Caro me preguntó:
-¿Qué tanto hablabas con Mario?
-me dijo algunas cosas de su trabajo, pero sobresalió la admiración que siente por ti
-es el marido de mi hermana, y sí, me quiere mucho. Yo también lo aprecio.
-pues creo que despiertas en él más que aprecio
-vamos, somos cuñados ¿acaso tienes celos?
-no, curiosamente a ti seria a la mujer que jamás celaría. Más bien…
-¿qué?
-eres DEMASIADO fiel.
Caro dejó el vaso que sostenía y me miró fijamente:
Traducción para hombres solteros: hablaste de más. ¡Preparate cabrón!
-soy una mujer honesta si a eso te refieres. Y no tengo la mínima intención de cambiar. Sabes que me divorcié porque mi anterior pareja no respeto la fidelidad. Una mujer puede cerrar los ojos un tiempo, pero no caminar el resto de su matrimonio en total oscuridad. No una mujer que se respete a sí misma. (Caro se divorció cuando se enteró que su marido tenía otra mujer y un hijo)
-pues ser un poquitín coqueta no te haría mal, tal vez así sociabilizarías más…
-no entiendo que es lo que quieres. Por favor, dame un ejemplo.
-cuando vinieron mis tres compañeros te comportaste distante y yo quería que estuvieras con nosotros
-¿cómo si fuera una más del grupo?
-¡podría decirse!... una actitud más cordial, con más empatía
-¡pero si se comportan tan inmaduros!
-pero tú tienes más experiencia que todos nosotros, así que puedes emplear eso en comprendernos y no tomarte el papel de esposa perfecta tan en serio. Te quiero imperfecta, aquí, conmigo y mis aficiones, que perfecta y lejos. Y con el Ing. López…
-…ese no es tu amigo…casi me comía con los ojos por no decir otra cosa
-sí, lo noté…
-y ¿Por qué no dijiste nada?
Me llevé a Caro frente a un enorme espejo que teníamos en el pasillo y la abracé por detrás.
-esa mujer que ves ahí es muy atractiva y todos los hombres que conozco te van a ver con ganas de tener algo contigo, desde piropearte a… cogerte. Perdona si me escucho vulgar.
-¿y eso no te molesta?
-un hombre en México, siempre va a mirar. Pero mientras no te digan nada ofensivo ¿Por qué habría de molestarme? Sé que mis amigos y López te consideran una mujer atractiva, pero también una mujer sangrona... un tanto creída. 
-no estoy para complacer a tus amigos…
-¿y a mí? No pasa nada si socializas más con ellos. El que coquetees un poco no va a hacer que yo te deje de querer.
-diferimos en lo que es una mujer honesta –y añadió- mis normas no me permiten coquetear para sociabilizar.
-puede que este enfocando mal la situación. ¿Puedes estar conmigo y mis compañeros, aunque no sean de tu agrado y sepas que ocasionalmente te van a mirar con morbo?
-podría, aunque no me voy a comportar como una suripanta.
-muy bien, eso es un avance –finalicé.
No paso mucho tiempo para que festejara mi cumpleaños. Invité a mis compañeros de siempre -que asistieron con recelo acompañados de sus esposas- al Ing. López que fue con su mujer e hija recién divorciada y a dos compañeros más de conocí en la última reunión Godínez, además de la familia.
-por lo que veo, tu mujer se está divirtiendo más que tú, -dijo Mario que traía una cerveza en la mano.
-esta noche me ha sorprendido -contesté incrédulo. Mirala, bailando y hablando con los demás ¡Riéndose!
-pues en una de esas, te la bajan, hoy se ve muy bien - contestó mirándola de pies a cabeza. 
-no hay nadie aquí que le dé a Caro lo que yo le doy. Y Ella es muy fiel, creo lo sabes.
Me alejé de Mario pues su comentario lo sentí viborezco, mala leche. Fui a la cocina y cuando regresé con más hielos para los invitados, Mario y Caro bailaban.  Mi cuñada Bety se acercó a mí. Ya estaba un poco achispada, lo cual me sorprendió pues ella jamás tomaba nada.
-¿a quién miras? -preguntó
-a nuestras parejas
-se acoplan bien bailando. Si Caro no fuera mi hermana, estaría celosa.
-¡vamos! Mario solo tiene ojos para ti.
-es buen padre, nadie tan entregado como él con sus hijos, y sí, me ama
Me aventuré a abrazar a Bety -un abrazo de ladito- y ella lo aceptó. Los seguimos mirando hasta que se dieron cuenta.
-¿Por qué no bailan también?
Ambos nos miramos.
-¡no! dijimos al mismo tiempo.
Seguimos platicando
-oye… ¿crees que si modifico un poco mis vestidos de maestra tenga más admiradores? -inquirió
-¿lo dices por Caro?
-¿te has dado cuenta?
-claro, soy su pareja. Aquí entre nos, yo se lo sugerí…se ve mejor ¿no crees?
-súper bien…pero Mario jamás me dejaría…
-¿a quién quieres impresionar? ¿A Mario o a…otro admirador? –le contesté chocando mi vaso con el de ella
-¡ay, como eres! Bueno, supongamos ¡solo supongamos! …que es a otro…uno que está bien tontito
-¿edad? ¿Compañero tuyo? ¿Casado?
-¡ay, como crees que me metería con un casado!
-bueno, necesito un poco de información para darte una opinión
Bety levanto su dedo. Al fondo, en un sillón, un tipo de unos 50 años, canoso y con lentes, bebía con los vecinos del departamento de abajo.
Cuando iba a preguntar más, Caro apagó las luces y comenzó a cantar Cumpleaños Feliz seguido por los invitados. Después de la partida del pastel y la degustación, comenzó la trova, algo que gustaba a Caro y a mí.
Una hora después de "hay algunos que dicen, que todos los caminos conducen a Roma..." el hombre señalado por Bety aprovechó una pausa del trovador y contó una historia que tenía como principal oyente a mi cuñada. Atrás del grupo de los cuentistas, estaba López y su mujer, mirando a todos, pero sin integrarse a nadie. Me acerque a ellos.
-¿les ofrezco algo? –pregunté
-yo estoy bien –respondió López.
-a mi regálame un wisquito –dijo Estelita.
Lo prepare según sus indicaciones y me quede un momento platicando con ambos.
-tu mujer es muy agradable- dijo Estelita. Espero algún día tu amigo los invite a la casa. Nos la pasaríamos muy bien los cuatro.
-Carolina es un poco especial y no creo acepte –intervino López.
-bueno si ella no va, tu si puedes ¿cierto? -me dijo con voz melosa.
-pues si mi amigo me invita, si voy. Pero estoy seguro que Caro si va.
-pues solo o acompañado eres bienvenido a casa- contestó la mujer- quien se acomodaba el escote dejándome ver el encaje de su sostén y un par de melones duros.
-cuidado, no lo vayas a dejar bizco –rio López
-perdón, no quise incomodar –respondí
-no lo digo por ti, sino por ella. Le encanta presumir a sus niñas.
-quedaron divinas ¿cierto? –me preguntó.
-pues…se ven bien –con todo respeto-.
Por cautela -Mario y Bety me veían- me alejé de ellos y me dediqué a atender a los otros invitados.
Más tarde las personas se despedían. El Ing. López me tomó del brazo así que los acompañe a su auto. Él subió a conducir y Estelita me dijo:
-¿de mí no te vas a despedir?
Me di la vuelta y cuando bajó el cristal me encontré con sus tetas desbordándose mostrando sus pezones morenos y duros.
López me miro y dijo:
-si quieres tocárselos, ahora es el momento antes que llegue mi hija.
Me acerque tímido como ratón y ella me tomo la mano y recorrió ambos senos. Fue como recorrerlos con un guante puesto. Estaban duros… pero raros.
-gracias por la distinción – le dije.
-ve a la casa y nos divertiremos más –contestó.
Regrese al departamento y me cruce con la hija de López que se besaba con el ayudante del trovador. Lo traé en la sangre, no hay duda -pensé-. Y me alegré por ella.
Caro despedía a los últimos. Los hijos de Bety y Mario dormían en el cuarto de invitados así que Caro les ofreció el departamento para quedarse esa noche. Y aceptaron.
Caro fue a lavar platos mientras Bety y yo recogíamos el tiradero. Mario fue a acondicionar la recamara.
-¿Qué música te pongo, hermana? –preguntó Bety
-Vicente Fernández, por favor.
Caro cantaba. Me acerqué a Bety y le dije:
-creo que no será con vestuario que impresionaras al elegido
-¿Cómo lo notaste?
-el tipo es compañero tuyo ¿cierto?
-es supervisor de zona y tenemos 20 años de conocernos.
-¿recuerdas que mencionó que hay una conferencia de costumbres virreinales o algo así? Deberías ir con él.
-si le digo que me invite, me vería muy mal, como mujer coscolina.
-la conferencia es abierta y no necesitas invitación. Encuéntralo ahí.
-¿como si fuera casualidad?
-si…y ahí…
-ahí tú das el paso siguiente…
-¿Por qué yo?
-porque eres tú la interesada. Además, él no va a hacer nada. Llevan muchos años de conocerse y los dos se han instalado en una zona de confort. Ambos se conocen como amigos y con eso tienen…
-yo no…bueno, ya no.
-pues cambia la situación
-¿cómo?
-Ya en la conferencia, te sientas a su lado y a mitad de charla lo tomas de la mano, como si fuera lo más normal del mundo…
-¿y porque no del brazo?
-¿ves como no quieres salir de tu zona de confort?
-tomarlo del brazo es lo mismo…
-no cuñadita. Las intenciones son diferentes. ¿Tú verías de la misma manera que Caro tomara de la mano a Mario, que del brazo?
-bueno, Caro es mi hermana y Mario mi marido, creo que no tendría nada de malo, ellos llevan años de conocerse.
-ok, pues, aunque tus ojitos así lo vean, el mensaje que das a los otros es diferente. Tomarse de la mano implica compromiso de pareja. No de amigos. De pareja.
-pero yo no quiero a Edmundo de pareja…
-claro que no, lo quieres de amante
-eso se escucha muy fuerte. Yo soy una mujer casada y no me lo permitiría.
-¿tener amante?
-yo amo a Mario…
-mmmm a lo mejor yo estoy entendiendo mal. Si fue así, te pido una disculpa. Tú, ¿quieres tener una relación sexual con Edmundo?
-una relación no, tal vez encontrarnos una vez o dos…
-¿pero si quieres?
-si eso no cuenta como relación, si quiero
-según tú, ¿Cuántos encuentros son necesarios para que cuente cómo relación?
-el que estén juntos por un año o más…
-¿entonces si son una o dos veces…?
-eso sería como una aventurilla sin importancia, una canita al aire, diría mi tío Panchito.
-probemos con otro ejemplo: supongamos que Mario, tu marido, se acuesta con Caro, tú hermana, dos veces…
-ellos no lo harían…
-es un supón…supongamos que lo hacen dos veces. ¿Qué pasaría?
-se terminaría mi matrimonio con Mario y mi relación con Caro
-¿Por qué?
-¡porque se acostaron! ¿Porque más?
-¿hubo una relación?
-claro que la hubo, lo hicieron. ¡Y dos veces! ¿Y eso que tiene que ver con Edmundo?
-con Edmundo, nada. Pero contigo sí. Al sol, no le quieres llamar sol.
-¿sabes que cu-ña-di-to? Eres un idiota y no sé porque me atreví a confesarme contigo. Olvida lo que te dije.
-Sin problemas. Yo no sé nada.
Bety se alejó de mí y fue con Caro a ayudarla a secar algunos platos.
Mario regresó y se me acercó como si fuera yo su mejor amigo
-¡invítame una copita, plis!
-lo siento, pero los invitados arrasaron…
-si no hay problema, voy por algo y le seguimos
-sí- respondió Caro al fondo-. ¡Y me traes unas papas fritas!
Sinceramente no tenía ganas de desvelarme y mucho menos con Mario, pero quería integrarme a su grupo, a ellos y no repetir lo cortante de Caro con mis amigos.
A las 7 de la mañana, nosotros cuatro seguíamos en la sala. ¿de qué hablamos? Pues prácticamente de experiencias de ellos tres. Que si esto, que si lo otro... yo escuchaba. En ocasiones salía el tema del ex de Caro y ahí cuidaban las palabras hasta que dejé en claro que no me afectaba lo sucedido ni que se hablara de él, pues era pasado. Cuando Mario dijo que él no soportaría que su mujer hablara de su ex, le respondí:
-a eso se le llama criterio. No pasa nada.
-pues, aun así. Es mucho pasado para soportar- recalcó. 
Bety terminó por dormirse en el sillón largo y Caro en el sillón individual. Mario estaba en las ultimas, a punto de caer de sueño y alcohol, pero se resistía. Yo, ya me sentía mareado. Miré la mesita de centro llena de latas vacías y dos botellas en el piso. Los niños ya se habían levantado y desayunaban lo que habían encontrado en la alacena y refrigerador.
-me llevo a Caro a dormir – le dije a Mario.
-Primero échame una mano a llevar a Bety. No creo poder cargarla.
-pues tu dime de donde la tomo o cómo la cargamos
-tómala de los brazos y yo de los pies.
Cuando la tratamos de cargar, Bety se despertó enojada y casi gritando dijo:
-¡déjenme aquí!
Ya no insistimos.
Tomé a Caro de los brazos y Mario de los pies. Mientras íbamos rumbo a la recamara, Mario Jr. dijo:
-¡a la tía Caro se le ven los calzones!
¿Conciencia o inconciencia? Yo, al tomar a Caro del pecho, le había subido su vestido quedando muy arriba. Las pantimedias traslucían su tanga que a su vez, traslucía su depilado montecito. Vi a Mario con la intención de bajarla al frio piso.
-¡no lo hagas! ya estamos a medio camino, mejor apúrate
Depositamos a Caro en la cama. Le quité las zapatillas y le dije a Mario:
-trata de meterla bajo el cobertor en lo que voy al baño.
No tardé más de un minuto y cuando regresé Mario no había hecho nada. Solo recorría con su mano desde el tobillo a la rodilla de caro, sin dejar de mirarla.
-¿Qué haces? –le dije
-estoy tan ebrio que, si trato, seguro la tiro. Me quede aquí para que no se cayera.
-bueno, yo lo hago. 
Vi al tipo embelesado con Caro, así como si viera a Bety mirando a su casi amante. Y me salió lo voyeur.
-¿quieres quitarle las medias? Yo me encargo de meterla a la cama
-¿yo? Imposhiible. Estoy obrio ¡obrio! Las pocas veces que se las he quitado a Bety, las rasgo con mis uñas y quedan pa´ la basura.
Mario se quedó parado y sin hacer nada. Yo moví el cobertor a la mitad, gire a Caro sobre él, le quite las medias y tanga, y la deje a la vista por puro morbo.
-¡qué bonita panochita tiene Caro. ¡Ella siempre limpia! -dijo Mario. Si yo no fuera tan bruto y ella tan mojigata…
Tomé a Mario del hombro y lo llevé a su recamara donde literalmente, cayó como tabla.
Regrese con Caro a nuestra recamara y cuando ella me sintió, repegó sus nalgas. Me baje el bóxer y la penetre despacio. Minutos después me vine y me quedé dormido.
Al siguiente día, tenía una cruda “moral” por mostrar a mi pareja a su cuñado y esperaba algún comentario o insinuación de él, pero no. Nada de nada. Me quede callado también. Y de lo de López y Estelita, tampoco le dije a Caro.
En las semanas siguientes, me enteré que Bety visitaba a Caro, pero lo hacía cuando yo no estaba.
-supongo que se siente más cómoda estando solo contigo – le dije a Caro
--gracias por comprender – Y me abrazó.
No le di importancia al distanciamiento de Bety. Era mi cuñada, pero siendo sincero, no la estimaba.
Días después, Carolina recibió una invitación de su prima Soledad por el cumpleaños 5 de su hija Julia, así que fuimos. Ellos vivían en una ranchería al sur del estado y por una avería del auto, nos tuvimos que quedar a dormir ahí. Ellos se durmieron con su hija y nosotros en la cama de la pequeña. Ambas, en la misma habitación, no había para más.
Era pasada la medianoche y Caro no se dormía ni me dejaba dormir.
-espera a que se duerman y cogemos. Tengo muchas ganas –me dijo.
-¿aquí? ¿Con ellos al lado?
-lo que hacemos es legal, lo hacemos dentro de una relación formal. Si fuéramos compañeros sí que estaría mal, pero somos pareja –respondió enfadada.
-¿pero y ellos? ¿No te da penita?
-no se ve nada…
-pero se oye…
-por eso, espérate a que se duerman
Yo me dormí. Desperté cuando sentí una boca chupándomela y después ella montándose. Después, la cama crujiendo.
-más despacito – le decía.
Ella, no hizo caso hasta que se vino.
Al día siguiente en el desayuno -frente a su marido e hija- su prima nos dijo:
-a que primos tan ganosos, no dejaban dormir anoche.
-pues no te quedes con las ganas prima, ¿para eso tienes a Chema, no? –respondió Caro sin vacilar. (Chema = Salvador)
-a ver qué barbaridad dices, mujer –contesto el aludido
-si me cumplieras, no estaría yo como fogón… ¡Mírale la cara a Caro! , ¡Yo quiero una sonrisa de esas, cuando la tienen a una bien cogida!
-Caro se conforma con su marido y no anda de cuzca –respondió enojado Chema.

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