Una prima lejana cumplía los quince años e invito a toda la familia a la fiesta. Yo detesto a la mayoría de mi familia; mi madre no, tal vez porque le encanta que sus propios primos le revienten el culo, pero eso es historia para otro relato.
En esta ocasión les narrare lo que sucedió en la central de camiones. Mi madre solo encontró boletos para la noche así que más tardad de las nueve estábamos en la central de camiones en espera que saliera el nuestros. Estaba muy enojado porque fui obligado por ella a ir a esta fiesta.
En esa noche mi madre llevaba su típico pantalón ajustado, que resalta su culote, y una blusa gris que ya le quedaba chica. No llevaba sostén porque le molesta para dormir y sus pezones traspasan la tela de la blusa. Antes que partiera el camión fui al baño de la central. Mientras orinaba escuche la puerta abrirse, después pasos de dos personas que hablan sobre una puta, sobre mi madre.
—¿Vistes a la pendeja de blusa gris? Tiene unas tetas tremendas.
—Y no trae nada debajo de la blusa. Tiene los pezones listos para chupar.
—¡Quiero darle duro a esa perra! Que pruebe mi verga y se trague mi semen.
—Tiene cara de ser muy puta. Espero que comparta el mismo destino que nosotros.
—Pero esta con el chamaco ese, ¿Sera su hijo?
—¡Me vale madres que sea su hijo! Me la follo delante de él y si se pone de perro también le daré verga.
—Tal vez sea marica y le guste culear tanto como la madre.
Ambos se rieron y siguieron platicando un poco más. Yo espere a que ellos se fueran de los baños para salir. No le tome importancia a lo que dijeron, ya estoy acostumbrado a escuchar comentarios como esos, desde la secundaria donde todos mis compañeros chuleaban a mi madre; diciéndome en qué manera se la follarían.
Regrese con mi madre que me interrogo por mi tardanza, le dije que no era asunto suyo. Se enojó y me dejo de hablar. Poco tiempo después llego el camión y nos trepamos en él. Eran pocas personas en el camión, unas siete si no mal recuerdos. Nuestros asiento estaban en medio y detrás de nosotros no había nadie más. El viaje iba ser largo así que nos preparamos para dormir.
Se desató una potente lluvia durante el trayecto, el ruido de las gotas contra el cristal fue lo que me despertó. Al girarme vi que mi madre no estaba a mi lado. Me fije en el fondo del camión donde se encontraba el baño y vi que la luz estaba encendida así que pensé que estaba en el baño pero el tiempo paso y ella no regresaba así que fui al fondo del camión al tocar la puerta a preguntar si estaba bien. Mientras más me acercaba oía gemidos en el interior del baño. Gemidos de una puta que conozco tan bien.
Abrí la puerta con lentitud y me asome en el interior. Los gemidos de placer inundaron mis oídos y la imagen del culo de mi madre siendo taladrado por dos vergas negras se plasmó en mis ojos.
La escena era la siguiente: había un hombre sentado en el retrete follando a mi madre por el coño a la vez que chupaba sus tetas mientras que otro hombre usaba su ano para su diversión. Los hombres que embestían de forma violenta los agujeros de mi madre eran robustos de piel morena con vergas de buen tamaño y los huevos bien peludos. Los tres están disfrutando de lo lindo que no se percataron de mi presencia.
—¡Sigan así que ya casi llego! —exclamó entre gemidos la zorra de mi madre.
—Nosotros no, tenemos energías de sobras.
—Te daremos verga para toda la noche.
Reconocí la voz de ellos, eran los hombres que entraron al baño después que yo. Al final si se le cumplió el deseo de chingarse a mi madre.
—¿Qué? ¿Todavía tienen más? —Habló con mucha felicidad—. ¿Qué tal si mi hijo despierta y no me encuentra?
—Que se vuelva a dormir el cabrón, que su mami está muy ocupada atendiendo nuestras vergas.
—Tienen razón, mami está muy ocupada con sus nuevos amigos, ¡Oh sí! ¡Llénenme toda, por favor!
—¡Amo esta puta!
—¡Yo amo el culo de esta puta!
—¡Y yo amo ser la puta de ustedes! ¡Lo amo tanto!
¿Cómo puede ser tan puta mi madre? No lo entiendo de verdad. Tampoco me entiendo a mí mismo que me excita ver como se cogen a mi progenitora y como ella se humilla de esa manera.
Me mantuve quieto viendo como esos dos pedazos de carne salían y entraban del coño y del culo de mi madre a un ritmo demencial. Ella solo soltaba gemidos, gruñidos y pequeños balbuceos por el placer.
No me quede más tiempo porque el que le estaba penetrando el coño y chupando las tetas dijo que era turno de probar ese prieto culo. Tenían que moverse y me iban a ver, así que con mucho cuidado cerré la puerta del baño y regrese a mi asiento donde me masturbe.
Paso como una hora hasta que escuche unos pasos dirigiéndose a mí. Me hice el dormido recargándome en la ventana. Escuche las risas de esos cabrones a la vez que me insultaban en voz baja. Después sentí como mi madre se sentaba a mi lado. Ella se acercó a mi frente para brindarme un beso con sus labios babosos.
—Buenas noches, hijito. —Se oía feliz y cansada con el aliento apestando a semen.
En esta ocasión les narrare lo que sucedió en la central de camiones. Mi madre solo encontró boletos para la noche así que más tardad de las nueve estábamos en la central de camiones en espera que saliera el nuestros. Estaba muy enojado porque fui obligado por ella a ir a esta fiesta.
En esa noche mi madre llevaba su típico pantalón ajustado, que resalta su culote, y una blusa gris que ya le quedaba chica. No llevaba sostén porque le molesta para dormir y sus pezones traspasan la tela de la blusa. Antes que partiera el camión fui al baño de la central. Mientras orinaba escuche la puerta abrirse, después pasos de dos personas que hablan sobre una puta, sobre mi madre.
—¿Vistes a la pendeja de blusa gris? Tiene unas tetas tremendas.
—Y no trae nada debajo de la blusa. Tiene los pezones listos para chupar.
—¡Quiero darle duro a esa perra! Que pruebe mi verga y se trague mi semen.
—Tiene cara de ser muy puta. Espero que comparta el mismo destino que nosotros.
—Pero esta con el chamaco ese, ¿Sera su hijo?
—¡Me vale madres que sea su hijo! Me la follo delante de él y si se pone de perro también le daré verga.
—Tal vez sea marica y le guste culear tanto como la madre.
Ambos se rieron y siguieron platicando un poco más. Yo espere a que ellos se fueran de los baños para salir. No le tome importancia a lo que dijeron, ya estoy acostumbrado a escuchar comentarios como esos, desde la secundaria donde todos mis compañeros chuleaban a mi madre; diciéndome en qué manera se la follarían.
Regrese con mi madre que me interrogo por mi tardanza, le dije que no era asunto suyo. Se enojó y me dejo de hablar. Poco tiempo después llego el camión y nos trepamos en él. Eran pocas personas en el camión, unas siete si no mal recuerdos. Nuestros asiento estaban en medio y detrás de nosotros no había nadie más. El viaje iba ser largo así que nos preparamos para dormir.
Se desató una potente lluvia durante el trayecto, el ruido de las gotas contra el cristal fue lo que me despertó. Al girarme vi que mi madre no estaba a mi lado. Me fije en el fondo del camión donde se encontraba el baño y vi que la luz estaba encendida así que pensé que estaba en el baño pero el tiempo paso y ella no regresaba así que fui al fondo del camión al tocar la puerta a preguntar si estaba bien. Mientras más me acercaba oía gemidos en el interior del baño. Gemidos de una puta que conozco tan bien.
Abrí la puerta con lentitud y me asome en el interior. Los gemidos de placer inundaron mis oídos y la imagen del culo de mi madre siendo taladrado por dos vergas negras se plasmó en mis ojos.
La escena era la siguiente: había un hombre sentado en el retrete follando a mi madre por el coño a la vez que chupaba sus tetas mientras que otro hombre usaba su ano para su diversión. Los hombres que embestían de forma violenta los agujeros de mi madre eran robustos de piel morena con vergas de buen tamaño y los huevos bien peludos. Los tres están disfrutando de lo lindo que no se percataron de mi presencia.
—¡Sigan así que ya casi llego! —exclamó entre gemidos la zorra de mi madre.
—Nosotros no, tenemos energías de sobras.
—Te daremos verga para toda la noche.
Reconocí la voz de ellos, eran los hombres que entraron al baño después que yo. Al final si se le cumplió el deseo de chingarse a mi madre.
—¿Qué? ¿Todavía tienen más? —Habló con mucha felicidad—. ¿Qué tal si mi hijo despierta y no me encuentra?
—Que se vuelva a dormir el cabrón, que su mami está muy ocupada atendiendo nuestras vergas.
—Tienen razón, mami está muy ocupada con sus nuevos amigos, ¡Oh sí! ¡Llénenme toda, por favor!
—¡Amo esta puta!
—¡Yo amo el culo de esta puta!
—¡Y yo amo ser la puta de ustedes! ¡Lo amo tanto!
¿Cómo puede ser tan puta mi madre? No lo entiendo de verdad. Tampoco me entiendo a mí mismo que me excita ver como se cogen a mi progenitora y como ella se humilla de esa manera.
Me mantuve quieto viendo como esos dos pedazos de carne salían y entraban del coño y del culo de mi madre a un ritmo demencial. Ella solo soltaba gemidos, gruñidos y pequeños balbuceos por el placer.
No me quede más tiempo porque el que le estaba penetrando el coño y chupando las tetas dijo que era turno de probar ese prieto culo. Tenían que moverse y me iban a ver, así que con mucho cuidado cerré la puerta del baño y regrese a mi asiento donde me masturbe.
Paso como una hora hasta que escuche unos pasos dirigiéndose a mí. Me hice el dormido recargándome en la ventana. Escuche las risas de esos cabrones a la vez que me insultaban en voz baja. Después sentí como mi madre se sentaba a mi lado. Ella se acercó a mi frente para brindarme un beso con sus labios babosos.
—Buenas noches, hijito. —Se oía feliz y cansada con el aliento apestando a semen.
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