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La historia de zaira

Hola! No puedo dejar de contarles lo que me pasó el Sábado, 
antes me presento, mi nombre es Zaira, tengo 25 años y hace 4 qué me casé con Nicolás, juntos hacemos una pareja explosiva, aunque es un degenerado que se le ocurren las cosas más retorcidas que nunca pasarían por mi mente, y a mi me encanta consentirlo en todo, el pone el cerebro y yo el cuerpo, además asumo que soy bastante chanchita.

Esa noche fuimos a cenar afuera, ya arranqué mal, muchas ganas no tenía, estamos en el arranque del verano y hace un frío de morirse debido a las lluvias de casi todos los findesemana, hubiera preferido quedarme calentita en casa, pero él ya había hecho reservas sin consultarme, así que no me quedó otra que aceptar.

Luego siguió la discusión por la ropa, con el frío que hacía quería ponerme unos abrigados pantalones, pero no, el señor insistió para que usara un vestido ajustado de licra amarillo huevo que tenía hace unos años, a el le encantaba como me quedaba pero a mi me hacía sentir un tanto incómoda, ya no me sentía como para estar tan provocativa, habían pasado mis días de ‘cazadora de hombres’. – No te preocupes, prendo la calefacción del auto, el lugar también está calefaccionado y te pones ese abrigo que tenés que te llega a los pies, y me das el gusto, me dijo.
No quise discutir más, pero estaba bastante enojada. Después de bañarme busqué una colaless natural bien chiquita y el corpiño haciendo juego, tuve que usarlo con un solo bretel, la licra ajustaba y dejaba traslucir bastante por eso elegí una tanguita bien chiquita, además tiene un hombro descubierto, por eso también el detalle del corpiño. Luego me puse unas medias can-can bien gruesas, unos zapatos negros con taco aguja y por último el cuestionado vestidito amarillo, la licra se adhería a mi cuerpo y me daba trabajo acomodarlo, cuando lo logré me sentí incómoda, fui donde el estaba y pregunté: – Te gusta? estás seguro? – hermosa! Contestó, – date unas vueltitas para verte. Me sentía muy provocativa, la naturaleza me dotó con dos pechos bastante grandes, uso entre 95 y 100 de corpiño y notaba que el vestido me hacía dos tetazas, tengo la cola un poco chata para mi gusto, además tampoco me convencen mis caderas, las veo bastante anchas, pero a Nico le encanta. Otro detalle, el vestido era tan corto que tenía miedo que se me subiera y mostrara la cola, por lo que permanentemente tenía el tic de tanto en tanto ir tirándolo hacia abajo.

Ya en el auto no hablaba, estaba muy enojada, él cada tanto llevaba una mano a mis tetas para apretarlas, ó a mi entrepierna buscando mi argolla, pero yo lo apartaba en todo momento, me decía que afloje, pero yo no quería saber nada.
Cuando llegamos al restaurante la gota que rebalsó el vaso, hacía mucho calor y en la puerta nos recibían los abrigos, no me quedó otra que entregarlo, el que organizaba las ubicaciones nos guió a nuestra mesa que estaba casi al final del salón, él por delante, yo al medio y mi marido atrás, me puse colorada, hervía de bronca y vergüenza, tuve que caminar más de veinte metros a la vista de todos, sentía que las tetas me saltaban y rebotaban a cada paso, adivinaba la mirada de Nico clavada en mi culo, y lo peor… la miradas de los comensales babosos que me penetraban y de sus compañeras de turno que me miraban con desprecio.

Nos sentamos frente a frente, él pidió un buen vino, el problema es que a mi me gusta y luego de unas copas me pierdo… y así fue, luego de un rato ya me había distendido y se me había ido el enojo. En eso noté que en la mesa de atrás, a un costado a la espalda de Nicolás, había un caballero que me miraba con insistencia, mi marido no podía verlo y su esposa, amiga ó lo que fuera tampoco puesto que ella nos daba la espalda. Yo tampoco podía dejar de mirarlo, era buen mozo, rubio de cabello engominado, prolijamente afeitado con una barbita candado y piel bronceada. Lucía fino, camisa saco y corbata, creo que esto es lo que más me atraía lo que traía puesto Nicolás siempre se viste nada formal. Le comenté a mi marido
– Che, ahí hay uno que no me saca los ojos de encima, no te des vuelta!!
– ¿A si? bueno, tomate una copa y provócalo….

Sonreí y le hice caso, mi vestido era tan corto que tenía las piernas cruzadas una sobre la otra, así deshice el lazo y las abrí un poco para que pudiera ver. Inmediatamente observó estirando el cuello, disimuladamente, cada tanto me tiraba guiños de ojos y besitos, yo mas me embriagaba y más me reía

– Y? picó? preguntó él… asentí con la cabeza
– Bueno, prosiguió, andá al baño, sacate las medias y la bombacha y volvé….

No entendía bien pero empezaba otra de sus jugarretas, de solo imaginarme se me erizaron los pezones

– ¿Estás loco vos? Pregunté dubitativa
– Dale, acepta mis órdenes, te prometo que no te vas a arrepentir

Me levanté y me fui al baño, por suerte estaba cerca, aunque ya no me importó que me miraran, sentada en el inodoro mientras orinaba me surgían muchas preguntas, ‘no te vas a arrepentir’ quedó sonando como una alarma, si él lo decía sabía que algo grande venía.
Estaba incómoda y nerviosa, me saqué las medias a los tirones, al punto de enganchar y tener que tirarlas en el cesto, puta! eran nuevas…. luego la pequeña bombachita, estaba mojada por mis jugos, la guardé en la cartera. Salí me lavé las manos y arreglé mi larga cabellera renegrida, me acomodé las tetas levantándose un poco y volví a la mesa ante la atenta mirada de Nicolás y del extraño, quien ahora no me sacaba los ojos de encima, la situación me hacía calentar.

Me senté y apreté las piernas, mi marido vio que mis muslos ya estaban al natural, entonces dijo:

– Ahora, disimuladamente abrí las piernas y mostrale la concha
– ¿Qué??? respondí, que locura, la mujer recatada que hay en mi se negaba a hacerlo pero la perra escondida ladraba fuerte.
– Dale, el señor no va a esperar toda la noche! Apuró viendo que yo no me decidía

A todo esto notarán que ni hablo de la comida, para que entiendan donde estaba mi mente, ni se lo que estaba comiendo…
Bueno, como me había dicho, me aseguré que estuviera mirando y disimuladamente abrí las piernas todo lo que pude, enseñándole mi argolla peluda

El muy tonto al ver el paisaje que le ofrecía se ahogó con un bocado y empezó a toser, instintivamente cerré las piernas como un resorte y las crucé apretándolas bien fuerte, no pude evitar largar una carcajada, Nico adivinaba lo que pasaba mientras el rubio salía del mal momento tomando agua y aflojando el nudo de la corbata.

La siguiente media hora se desarrolló con relativa calma, como en stand-by, el jugo de seducción seguía, la cornuda de su amiga seguía ajena a todo. En un momento él se levantó, pasó a mi lado y me guiñó el ojo y se dirigió al baño, ahí se desmoronó todo con la siguiente conversación que inició Nico:
– Ahora lo seguís al baño y le chupas bien la pija
– ¡Estás loco!! Vos y tus cosas…
– Dale putita, no te hagas, si se que te gusta….
– ¿Estás seguro?
– Es el momento, apurate antes que salga, ahora ó nunca!!!

Y era verdad, ahora ó nunca, me levanté y enfilé rápido al baño, discretamente me metí en el de caballeros, estaba solo el contra el mingitorio, esperé a que terminara, – vení, no la guardes le dije mientras la sacudía, reaccionó sorprendido ante mi presencia, quedó un tanto tildado, así que lo fui a buscar, lo tomé del brazo y lo acomodé contra el lavabo, aún tenía la pija afuera… me arrodille a sus pies y sin mediar palabra me la metí toda dentro de la boca
La historia de zaira

y la succioné, una vez, otra, otra, mi nariz tocaba sus pendejos, pero poco a poco se fue endureciendo y agrandando en mi boca y a medida que lo hacía me iba alejando de el, que rica! Cuando se puso bien dura me ayudé con una mano, me detuve a contemplarla, era una pija enorme, mucho mas grande que la de mi marido, estaba circuncidada, su cabezota me amenazaba y tenía unas gruesas venas que la recorrían, – que hermoso miembro! Le dije.
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Luego seguí chupando, me lo metía hasta el fondo todo lo que podía, luego le comía y lengüeteaba toda la cabeza, me encantaba, chupaba y chupaba, mas y mas. En algún momento él intentó hacer otra cosa, pero me negué, las instrucciones eran precisas: ‘ahora lo seguís al baño y le chupas bien la pija’ no pensaba salirme del libreto, además cada tanto entraba alguien y se sorprendían con lo que veían, me excitaba sentirme observada, además al estar arrodillada el vestido se había subido demasiado y parte de mi culo quedaba expuesto, a un par tuve que frenarlos cuando sentí que me manoseaban por detrás.
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Fui por todo, quería exprimir esa vergota hasta la última gota, lo masturbé con constancia hasta que su cara comenzó a transformarse, – mirá, mirá! Alcancé a pedirle, mientras lo miraba a los ojos, quería que viera cómo disfrutaría su leche… cuando estaba a punto abrí bien la boca, saqué la lengua y la apoyé bajo su glande, seguí el movimiento de mi mano rítmicamente hasta que no lo soportó más… un gran chorro de esperma saltó directamente a mi garganta, mis ojos veían como él miraba mi boca y disfrutaba mientras chorro tras chorro mi lengua recibía el líquido espeso y comenzaba a inundar mi boca, – si, si, puta! exclamaba chupala toda… mientras él seguía acabando, tuve que cerrar la boca y rodear el miembro con mis labios, acababa más de lo que podía tragar y si se chorreaba seguro que manchaba el vestido, cuando se estabilizó y llegó a su fin, disfruté hasta el último suspiro y sonreí con el sabor amargo que me había quedado, por cierto era más amargo que el de Nico.
Cuando terminé de saborear y las cosas se normalizaron, mientras me lavaba un poco, el loco se puso denso, estaba enloquecido con la mamada que le había dado, – dale, andá le dije, -dale que tu señora va a sospechar… pero no le importaba nada, quería mi nombre, mi celular, algo… viendo que no existía y que había un vago observando incrédulo la situación, tomé la iniciativa, me levanté el vestido dejando mis anchas caderas al aire y mirándolo por el espejo le pregunté: me coges?
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Se rió, y el rubio se calló la boca, luego el extraño tomó la iniciativa, se acercó sacó su pija y me la enterró hasta el fondo, – querés pija puta? me decía, tomó mi pelo con sus manos mientras dale y dale me llenaba la concha y me empujaba hacia delante, yo jugaba con mis tetas. Fue rapidito, unos minutitos y mi concha se llenaba de leche, para ser sincera no lo disfruté mucho solo quería sacarme al plomo de encima, – ves? Le dije entre gemido y gemido, solo sos uno mas…
Sin más palabras y resignado, me besó profundamente la boca y se retiró, el otro, como si nada orinó y también se fue dándome un chirlo en la cola al pasar.

Me limpié como pude, ahí recordé que la tanga estaba en el bolso, y el bolso estaba en la mesa…. Me acomodé el pelo, la ropa pero igual era un desastre, esperé a bajar las pulsaciones y me encaminé presurosa a la mesa, tenía los cachetes colorados y parecía que todos me miraban sabiendo lo que había hecho. Nico me miraba complacido mientras terminaba un flan con dulce de leche y decía
– Te pedí uno dijo, ¿querés postre no?
– Postre? ¿Te parece que estoy para postre?
– Cierto! perdón! ¿La señora tomó lechita?
Me acerqué un poco para hablar en voz baja, necesitaba retirarme ya, sentía que la leche se escapaba de mi argolla y me estaba manchando todo el vestido, – después te cuento le dije. El comprendió la situación, pagó, fue buscar mi abrigo y me lo acomodó apenas me incorporé. Caminé nerviosa hacia la puerta, había un chiquero abajo.

Camino a casa, mientras él manejaba escuchaba atentamente mi relato, con lujo de detalles lo ocurrido y supo por que mi argolla estaba rebalsada.

Cuando terminé de narrar todo quedó en silencio, luego de unas cuadras sentencié:
– Gracias….
– Gracias ¿Gracias por qué?
– Gracias por la hermosa noche que me hiciste pasar…

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