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A Serena le Gustan Mayores. Parte 19

No los quiero aburrir por el motivo de mi tardanza, créanme que mis historias están frescas en el tintero a la espera de ser escritas. Sentía que era momento de continuar con esta así que las otras serán las próximas.

La noche llegó y Serena, por fin, tras más de cuarenta capítulos, entrega su precioso anillo y no el de bodas. Es la noche especial y va a tener más de una sorpresa para Álex. Sin saberlo, él también en cierta forma va a convertirse en debutante.



En el universo de este fanfiction todos los personajes tienen 18 años o más. Ningún personaje es loli ni menor de edad.

Starring:

Serena

A Serena le Gustan Mayores. Parte 19

anal

oral

creampie

Braixen



misty

serena

pokemon

waifu

Capítulo 48. Repaso general


La lluvia caliente y vaporosa caía sobre el cuerpo dolorido de Álex, bajo ella, el tiempo pasaba más lento y pensaba en cosas que ignoraba a diario. Aunque se sentía fuerte y vital, de espíritu joven y decidido, debido a que vivía en el día a día, sin planificar a futuro, tan solo disfrutando el momento, solo bajo la caliente ducha notaba a su piel más apergaminada, a sus rasgos más afilados, a las características arrugas al lado de sus ojos, a músculos no tan firmes como antes…

La puerta del baño se abrió y no tardó en abrirse también la puerta de cristal de la ducha. Serena estaba totalmente desnuda, como una visión divina, con su exuberante cuerpo esperando por su permiso para ingresar, Álex se acurrucó contra la pared de azulejos y le dejo lugar a su amada.

A diferencia de él, ella era una flor que recién abrió sus pétalos y su cuerpo exudaba exuberancia. Todo en ella era armonía, pureza y pura belleza.

Cuando el hombre intentó besarla a modo de saludo ella le corrió el rosto: - No querrás saber dónde estuvieron mis labios.

- Si crees que eso me importa entonces aun no me conoces nada. – Álex la tomó del mentón y le dio un pico de bienvenida. - ¿Me enjabonas la espalda?

- Mmm no lo sé, ese Arbok parece que va a saltar de tu piel para morderme. – Dijo juguetona, pasándole la esponja enjabonada por su musculosa espalda.

- No te preocupes, le caíste muy bien a mis pókemon, están complacidos del toque femenino que hay en el ambiente, en especial les gusta tu Braixen.

- ¿A sí? Con razón la noté bastante nerviosa y junto a la puerta de entrada. Parece que no se separa de Pangoro por protección, tus pókemon deben ser todos unos sementales, de tal palo tal astilla.

Ambos conversaron en todo lo que duró el baño. El hombre le contó que se encontraba dolorido por el entrenamiento omitiendo que en realidad los que más se habían entrenado habían sido sus pókemon. Sin embargo, había corrido de ida y vuelta hacia el campo de entrenamiento, había lanzado el frisbee de acero una y otra vez recogiéndolo en el proceso, había preparado las pruebas, etc.

- ¿Qué hay de tu primer día de trabajo? ¿Por qué me querías negar un beso a mí, que tanto te quiero? – Preguntó pasándole las manos enjabonadas por el cuerpo. Había notado que estaba algo más carnosa que de costumbre, notaba sus tetas más grandes y sus caderas ligeramente más gruesas. No podía estar más satisfecho con el cuerpo totalmente evolucionado de su Serena.

Viéndola así de cerca y desnuda, las diferencias corporales de ambos saltaban a la luz, la edad de Álex, su tamaño y musculatura contra las curvas sinuosas, blancas y prístinas de Serena. Parecía increíble que estuvieran tan enamorados cuando eran el día y la noche encarnados. Mientras que ella no necesitaba ni de un adorno para lucir hermosa y sofisticada, él tenía intimidantes tatuajes y músculos que dejaban entrever un pasado turbulento y una vida llena de arrojo.

- En estos momentos necesito de tus abrazos, de tus besos, dejemos todo lo relativo al sexo para la noche. – Pidió mientras su novio la enjabonaba dejándola brillante y limpia como una figura de porcelana. - ¿Puede ser? Es que hice cosas de las que no sé si vas a estar orgulloso y necesito tomar coraje.

- Por supuesto, lo que quieras, sabes que no te presiono en nada. – Aceptó sin dudarlo, algo obnubilado de verla así de sensual, desnuda y enjabonada. Era como el gran dragón incapaz de quitar sus ojos de la mágica hada. Sin dudas arrullaba sus sentidos con su inigualable belleza como cierta música aplaca hasta a las fieras más temibles.

- De todas formas, no te preocupes, no voy a esquivar nuestro compromiso nocturno. No olvidé nuestros planes. – Le susurro dándose vuelta hasta que sus tetas estuvieron contra él. – Hoy es la gran noche y te voy a contar todo lo sucia que fui así calentamos motores hasta que llegue el gran momento de que tenga mi primer anal.

- Oh, sabía que no me decepcionarías y que ibas a tener un día grandioso. – Expresó desencajado de orgullo. – Claro que sí, voy a ser paciente y te voy a tratar como a una princesa hasta la noche, ahí te voy a convertir en mi ramera.

- Un poco tarde. – Contestó la joven manteniendo el misticismo. – Me adelanté metiéndome en el papel de ramera e hice más de 20000 en una sola mañana, es lo único que voy a adelantarte.

- Estoy ansioso como un niño al que le prometieron ir a la juguetería, me va a costar no tocar el tema.

Serena le guiñó un ojo y se llevó una sorpresa al salir de la ducha. Braixen la esperaba sosteniendo una toalla para alcanzársela. Cuando la tomó, quedó frente a frente a un desnudo Álex y el pókemon fuego se sorprendió y volteó el rostro. El hombre se enterneció, y aunque no era un pokefílico, tener a Braixen observándolos durante el sexo o cuando estaban desnudo le generaba cierto hormigueo más que nada porque se dice que los pókemon se parecen a sus entrenadores y quizás tuviera un lado muy sexual reprimido.

- Vamos, a esta altura viste cosas peores. – Le dijo Serena mientras se secaba el cuerpo. - ¿Por qué no le alcanzas una toalla a Álex?

- Bra…bra…xien, braixen…

- Sí, tiene sus pókemon pero ninguno entra al baño cuando se está duchando.

Algo ofuscada, tomó una toalla y se la alcanzó al hombre, cuyo vapor no alcanzaba para ocultar sus facciones desnudas, en especial, su famosísimo miembro, que emergía de la niebla como el periscopio de un submarino.

- Gracias, eres un amor como tu entrenadora. – Le agradeció acariciando el pelaje de su cabeza, algo humedecido por el ambiente vaporoso del baño. Braixen se sonrojó casi como si estuviera sufriendo de una combustión espontánea.

Serena ahogó una risita con su mano y abandonó el baño, aún desnuda: - Te espero abajo, amor, no le hagas nada a mi pókemon, no sin mi presencia, al menos.

- ¡Braaaixen! – Se escandalizó la zorrita.

– Sos la menos indicada para decirme que no le haga nada, amor, no te creas que me olvidé de tus aventuras, todas las hiciste sin invitarme, desconsiderada. – Le reprochó secándose el cuerpo sin darse cuenta que su pene quedaba a la altura del rostro de Braixen, que miraba de reojo...

- ¿Te pico la curiosidad o me tratas de mentirosa?

- Solo digo que da la casualidad de que siempre que incursionaste en esas prácticas lo hiciste sin mi presente. Algún día podrías mostrarme tus otros gustos y enseñarme tu lado más… osado.

- Bueno, la noche de hoy será larga, si no aguanto tu inmenso Digglet en mi retaguardia todo el rato puedo darte une espectáculo de entretiempo. – Le propuso con una voz seductora que le salía casi sin darse cuenta, como si fuera poseída por una contraparte oscura. – Me va a venir bien para descansar mi puerta trasera y a la vez mantenerte en la cresta de la ola.

- Dios, soy el jodido hijo de puta más afortunado del mundo…

Parecía mentira que alguien tan grande e imponente estuviera dominado por completo. Ansioso como cuando de niño esperaba la noche de navidad no sabía si iba a poder contenerse hasta la caída del sol, cuando iba a poder abrir su obsequio más preciado.

Serena camino desnuda por el dormitorio de Álex aun secando su cuerpo, tomó la ropa que se iba a poner, (ropa cómoda y de entre casa, un jogging y una campera de algodón, debajo un top de gimnasia y un culotte estampado) y mientras se vestía, prendió la televisión. La tarde estaba ideal para ver una película o serie, relajarse, descansar, comer bien para recargar energías para los planes nocturnos que tenían.

Ni bien encendió la t.v. una vieja conocida era entrevistada por un periodista explicando los motivos por los cuales se había ausentado varios días de su gimnasio…

“- … necesitaba una renovación en mi equipo, cambiar de aire y fortalecer mis estrategias, por eso viajé al Lago de la Furia, conocido por sus Gyarados, aunque fui con la intención de encontrar otros pókemon acuáticos en sus afluentes selváticos.
- ¿Tuviste éxito en tu búsqueda? ¿Ahora que llegaste volverá a habilitarse el gimnasio para entregar la famosa medalla Cascada?
- Aún no, mis nuevas adquisiciones y yo nos estamos conociendo, podría decirse. Voy a prepararlos para volver a mi gimnasio un escollo más duro durante el tiempo que sea necesario.
- ¿Puedes darnos algún anticipo de tus capturas en el Lago de la Furia?
- Prefiero mantenerlo en secreto, sabes, quiero terminar con esa fama del 2do gimnasio más fácil de Kanto y para cuando me encuentre lista voy a presentar un desafío totalmente nuevo. A algunos les gusta dar medallas a lo loco, yo siempre prefería dársela a quienes de verdad son aptos.
- Brock puede sentirse tocado por tu comentario ¿Sigués teniendo buena relación con él?
- Él es uno de mis mejores amigos y respeto su postura generosa y fraternal para con sus desafiantes, creo que somos muy distintos en nuestra forma de manejar nuestros gimnasios y por eso he visto Medallas Roca en oferta en ventas de garaje, si quieres hacerte respetar tienes que hacer valer tu gimnasio y tus medallas, él tiene con qué, es súper capaz y ambos tenemos material excelente en Kanto para nutrir nuestros equipos, si él prefiere poner una puerta giratoria y volver su gimnasio un trámite no es algo que me incumba.
- ¿Has visto cambios significativos en la cantidad de entrenadores que llegan a desafiarte desde que se privatizaron los Centros Pókemon y se pusieron fin a los incentivos económicos dados a los productos pókemon?
- ¡Desde luego! El número de entrenadores novatos se redujo y solo llegan a mi puerta los que están listos para patearme el trasero y no me gusta, de los últimos diez desafiantes al menos ocho llegaron bien preparados y barrieron el piso conmigo, tenían los pókemon indicados, pociones, todo. ¡Por eso tenía que cambiar! El camino hacia la Meseta Añil se ha vuelto más encarnizado, ya no hay contendientes novatos, solo escollos difíciles con estrategias, objetos y equipos más adecuados.
- ¿El cambio en tu atuendo se debe a ese cambio de actitud o simplemente te encontramos practicando buceo?
- El buceo es mi pasión, capturar a los pókemon acuáticos en su hábitat es lo que diferencia a los aficionados de los maestros, usé este traje de buceo tanto en Jotho que se ha vuelto mi segunda piel y pensé que un cambio de imagen no desentonaría.
- No desentona para nada, si me permites decirlo, este joven entrevistador cree que te ves mejor que nunca en ese spendex ajustado.
- ¡Gracias, eres un amor! Aunque no es spendex sino neopreno, a los desafiantes les digo que tengan paciencia, pronto abriré las puertas y si se dejen llevar por mi apariencia y me subestiman van a terminar en banca rota.
- Con ustedes, renovada y con un equipo aun misterioso, Misty, la sirena marimacho ha regresado de…
- ¡Oye, nunca me agrado ese apodo, con sirena bastaba!”


Serena, que durante el transcurso de la entrevista terminó de vestirse, rio ante ese último yerro del entrevistador que ocasionó la furia de la temperamental Misty. Además, su traje de buceo pegado al cuerpo le quedaba de perlas y de marimacho no tenía nada.

Álex al llegar le explico que ese apodo se lo ganó en los primeros años de maestra, debido a su peculiar forma de vestir masculina, su carácter duro y su pelo corto que contrastaban con la femineidad de sus famosas hermanas, nacidas con cuerpos superdotados y rasgos de sirena reales en sus cabelleras.

- Vaya, ese traje ajustado se le ve bien ¿Verdad? – Preguntó Serena plantando una bomba de las más básicas y que Álex conocía sobradamente. Era una de esas típicas preguntas capciosas que hacían las novias para probar a sus novios.

- A vos se te vería mil veces mejor.

Había pasado la prueba, como decía el refrán “El Houndoom sabe más por viejo que por malo…” y la muchacha, satisfecha, le prometió: - No prometo algo ajustado, pero sí muy especial.

- Hasta ahora me estás prometiendo muchas cosas, conque ocurra una sola cosa de las que prometiste estoy satisfecho.

- Ya te dije, la noche es larga, vas a tener tu preciado anal y mucho más…

Aunque Álex intento ocupar su mente en otros asuntos como algunos arreglos en su taller y la limpieza de su patio trasero (donde su Nidoking tenía la mala costumbre de hacer una inmensa madriguera, dejando a la vista solo las espinas de su espalda emergiendo del suelo), el día transcurrió con la lentitud propia de las colas de impuestos. El mundo parecía haber detenido la rotación sobre su eje para dilatar la ya de por sí desmesurada espera del preciado sexo anal, de primero de la kalense.

Para cuando la cena se terminó, terminaron de limpiar los trastes (para Álex que había vivido solo casi toda su vida, no era ningún problema hacer los quehaceres hogareños) Serena apagó la televisión y le dijo pasándole un dedo en el pecho que esperara a su llamado para ingresar a la habitación. Tenía una sorpresa extra para darle inicio a la velada especial.

Eran las 11 para cuando lo dejó solo en el sofá y casi se hacían las 12 menos cuarto cuando el hombre se hastío por la espera: - Solo espero que valga la pena…sino la velada especial va a durar menos que la siesta de un Kangaskhan. – Refunfuñó viendo el reloj con nerviosismo.

Parecía mentira que él, que tenía una licenciatura en realizarle anales a señoritas estuviera nervioso.

Por fin, la puerta de su habitación se entre abrió solo lo suficiente para dejar pasar una mano con un guante blanco. Esta le invito a pasar flexionando el dedo índice.

La recámara estaba a oscuras y de repente, como si de un espectáculo teatral se tratase, se encendieron varillas de neón alrededor de la cama e iluminaron a Serena en el medio de la cama, arrodillada ante él luciendo un vestido que no usaba desde su época de artista.

- ¿Te gusta? Es uno de mis atuendos de artista favoritos. – Susurró poniéndose en cuatro patas, revelando que sus piernas tenían medias negras con tirantes. – Le pedí a mi madre que me lo envió de Kalos con la excusa de querer venderlo, la verdad me queda algo pequeño ya que mi cuerpo creció.

Tenía tantos detalles que le gustaban que casi la espera le pareció corta ya que tenía la producción de una ídol, con accesorios en cada parte del cuerpo sin lucir sobrecargada.

- No, no… no tengo palabras. Que te vistieras así para mí, solo para mí, no puedo creerlo.

- ¿Por qué tan sorprendido? No iba a salir así vestida en mi primer video en vivo ya que acostumbran a vestir más como… rameras. – Acertó tras pensar la palabra indicada. – Así que opte por usarlo hoy y cuando quieras lo volveré a usar en nuestra intimidad.

- Creo que me gustaría verte así, como una princesa, las 24 horas…

- No creo que aguante tanto, ya te digo que está bastante ajustado, crecí un poco a lo ancho desde la última vez que lo use.

Y vaya que había crecido, sus jugosas tetas, al estar hacia abajo, casi se liberaban del jugado escote. Su vestido, por su parte, aunque alguna vez alcanzó a cubrirle el trasero y las piernas de forma sobrada (lo había usado de niña) ahora apenas se puso en cuatro y saco cola, enseñó su piel y muslos apretujados bajo las medias y los tirantes.

Todo combinaba a la perfección. El atuendo de artista usaba cuatro colores: los ya mencionados guantes blancos compartían color con el vestido de hombros caídos, las medias negras con los detalles del vestido de copa, un listón a modo de cinto en su cintura y un collar de tela con un medallón. El vestido era bermellón como el moño entre sus senos, rosado era un vestido secundario con forma de copa debajo del anterior y el 2do listón en su cabeza coronando una diadema de perlas azul marino. Serena era como una receta compleja y delicada preparada por el más experto de los chefs.


braixen
"Fotografía de Serena en una de las cómodas de la habitación, el atuendo ademas de coincidir con el usado en el pasado en un 100% también le entraba, aunque con cierta dificultad por obvias razones... habían pasado varios años desde la última vez que lo usó"

En silencio, ambos se miraron, se acercaron y comenzaron con el episodio pasional más silencioso y extenso de todos.

Como un repaso empírico de todo lo que Serena había aprendido desde que se conocieron, el hombre puso a prueba el primer inciso de la evaluación besándola con ahínco. La kalense como desde el primer día, era generosa con su saliva y se dejaba explorar su húmeda y tibia boca por la lengua del hombre en cada resquicio. Seguía deliciosa como la primera vez y Álex supo que Serena no necesitaba ningún consejo a la hora de besar. Ella no se quedaba atrás y disfrutaba tanto de recibir como de compartir saliva, sin importarle que tras finalizar el beso húmedo y prolongado su boca y mentón hubieran quedado brillantes de saliva.

La siguiente fase de la evaluación era la más sencilla de todas, ya que la joven no tenía que hacer nada, era una prueba aprobada desde el vamos, consistía en poner a prueba sus hermosas tetas. Suaves, blancas, redondeadas y perfectas como frutos en un cuadro de museo. Álex descubrió sus pezones apenitas y se tomó el tiempo que creyó necesario para succionaros, besarlos y juguetear con ellos. También para otorgarle un plus en la nota final, hundió su rostro entre ambas tetas para respirar el olor de su piel y sentir sus melones suaves y tibios apretujando su rostro.

El siguiente punto era crucial, como no podía ser de otra manera, la joven introdujo su mano enguantada en la entrepierna del hombre, complacido por la sensación de su mano bajo la tela manoteándole el rabo, masturbándolo y, por último, succionándolo, con mesura y pasión, la cabeza de Serena descendió y ascendió formando un anillo con sus labios alrededor del venoso tronco. La chica cabeceó sin para mientras le sujetaba la polla en la base del cuello, inflando el ya desmesurado pene, sintiendo sus venas latir, dejando escurrir su deliciosa saliva para lubricar la herramienta.

El hombre se dejó agasajar en silencio, disfrutando tanto dela húmeda sensación de la felación como de los sonidos chasqueantes y de succión que su boca producía como un instrumento. Tras dejarse complacer por varios minutos, en cada sección del miembro viril como en los testículos, se posiciono boca arriba con las piernas levantadas para facilitarle la llegada a su trasero.

Era uno de los trucos cruciales capaces de dar muchos puntos extra, el anilingus ya era un punto distintivo en la vida sexual de Serena y si quería inmortalizarlo en la pantalla tenía que practicarlo, por ende, con mucha dedicación, introdujo la lengua en el ano del hombre y desde allí se lo acarició en todas direcciones, con lamidas profundas y correctas acompañadas de chupones ocasionales.

Se lo había realizado a Shauna, a la oficial Jenny, a Hypno, a T. J. y la lista sin duda crecería hasta volverse imposible de seguir ya que era algo que le encantaba. El morbo de meter su lengua y conectar sus labios a la parte menos higiénica y olorosa de un hombre (o mujer, o pókemon) la encendía hasta volverla más caliente que el núcleo de un Magcargo. Ni siquiera le importaba que estuvieran correctamente higienizados, ya que sentir sensaciones prohibidas y tabú para el resto de la sociedad era parte del encanto del beso negro.

También sabía que, al llegar más profundo, los sentidos recolectaban mayor número de sensaciones. Lo que podía ser motivo más que suficiente para amedrentar a cualquier otra, a Serena la excitaba y llevaba a ir por más, por ello, se ayudaba con los dedos para abrir el ano e introducir su lengua cada vez un poco más profundo, haciéndola danzar dentro de la cavidad del hombre.

Álex, complacido al extremo por el beso negro, interrumpió la acción pasando al siguiente nivel, uno en el que se darían vuelta las tablas y sería ella la agasajada. Levantándole el vestido, el hombre acaricio su vagina por sobre su ropa interior, en esa noche, una pieza de lencería con encaje por sobre los tirantes (gran error usar las bragas por debajo de los tirantes, ya que obligaba a sacarlos para desvestirla) sintiendo la suave y esponjosa textura de sus labios vaginales bajo sus dedos.

Demostrando que no solo de culos y experiencias anales vivía, Álex puso a la vagina en el pedestal reverenciándola de mil maneras, con sus dedos, acariciándola, observándola como la primera vez, besándola y lamiéndola en cada milímetro de su extensión. Era una de las vulvas más bellas que le toco reverenciar, depilada de manera perfecta al ras, suave como el terciopelo, blanca como la piel de sus piernas y exquisita de sabor. Cada resquicio de la vagina de Serena fue atendido de manera reverencial por el hombre, satisfecho con el olor y sabor que el sexo de su novia tenía esa noche y bañándola en su saliva.

El hombre se ayudó con los dedos para separar sus suaves gajos de carne y noto que del orificio del que orinaba una pequeña gota dorada se escurrió y este, oportunista como era, la capturo con su lengua. Acto seguido, la lamió de manera fuerte, profunda y lenta, desde el orificio húmedo y chorreante hasta el extremo superior, el clítoris.

Desde besos kalenses hasta succiones de pezones, pasando por un anilingus hasta un cunnilingus, cada punto vital en el sexo se había repasado y Serena iba camino al diez, solo hacía falta la prueba final. Mientras le besaba la atrevida boca, las manos fuertes y grandes recorrieron su cuerpo y se detuvieron en sus nalgas, a las que apretujaron por varios segundos, cuando froto la zanja humedecida por el sudor (ese elaborado vestido era sumamente caluroso) entre ambas, notó que tenía un plug anal, por la forma, se trataba de aquel que solía usar y había sido el obsequio de una intrépida comerciante.

Sin dejar de introducir su lengua en la boca de la kalense (por enésima vez, es casi una escena repetida cientos de veces, aunque así era) jugueteó con el plug dentro del culo haciéndolo girar como a un analógico de consola, estuvo cerca de sacarlo, lo volvió a meter, a girar, lo presionó y repitió el placentero combo que hacía rozar los bordes curvos del aditamento contra las paredes del culo.

- Cuando trabajemos, me gustaría sacarte este mismo plug y llevárselo a la boca de tu compañera. - Rompió el silencio verbal Álex, con su herramienta de carne erecta a 70°, tan erecta que estaba a escasos centímetros de tocar su ombligo.

- ¿Ya se sabe quién va a ser la afortunada de degustar el plug directo de mi culito?

- Duke baraja algunas opciones, hasta ahora prefiere mantenerlo en secreto. – Mencionó. – Lo que no es un secreto es que te encuentro lista ¿Es así?

– Sí, hagámoslo, métemela en mi culo. – Aceptó seductora.

Álex dejó la cama para buscar lubricante anal y de manera obscena, bañó su falo con un hilo dorado que cayó del recipiente hasta dejarlo brillante como mármol recién lustrado. El hombre observó a su amada notando que el motivo de las luces de neón que iluminaban la habitación y a ella se debían al local bailable donde se conocieron.

- Te conocí bajo luces parecidas cuando me chocaste por accidente, fue el accidente más hermoso que el destino pudo poner en mi camino.

Era extraño escuchar palabras tan poéticas de un hombre enorme como una estatua, desnudo y con el pene dorado de lubricante.

- Que torpeza la mía, pensé que al chocarte te me enojarías y al final te terminaste enamorando. – Serena le guiño un ojo, halagada, mientras tocaba el falo aceitado y le frotó los abdominales y los pectorales con el aceite, dejándole el pecho brillante como si fuera una deidad. – Vamos a hacerlo, coge mi culo como se te plazca, no lo retrasemos más.

Serena se acostó, abrió sus piernas y las recogió con sus brazos, dejando expuesta su vulva brillante debido a sus jugos y la saliva producto del cunninlingus, debajo, la diana, el blanco a donde por fin, su pene podía apuntar hasta perderse en él, fundirse en él, por fin, su inmenso pene estaba ante las puertas del cielo.

Álex tomó el juguete sexual y lo fue retirando poco a poco, viendo como el anillo de carne rosada se dilataba para expulsarlo, e inmediatamente, una vez libre del plug, se volvió a cerrar formando un apetecible nudito, apretado, inocente y virginal, listo para ser sodomizado.

El sexo del hombre y el sexo de ella (o, mejor dicho, su sexo “B”) fueron presentados. Aunque aceitado, reluciente, el tamaño del faño hacía inquirir que no iba a entrar por facilidad. El asterisco rosad de Serena era una simple ranura más pequeña que la moneda más pequeña.

El hombre notó que debía estar totalmente relajada y le introdujo un dedo húmedo. Aunque la espera había sido eterna no tenía problemas en colarle el dedo por unos minutos hasta sentir el ano y sus paredes internas más relajadas.

Álex retiro su dedo y dedicándole una mirada de deseo a su novia lo llevó a su boca: - Ahora si estás lista, ahí va…

Serena aceptó su destino, levanto un poco más las piernas para dejar su culito mirando en diagonal hacia arriba y Álex comenzó a rosarle el asterisco contra su glande, empujando cada vez un poco más. La Kalense cerró los ojos sabiendo que la penetración era inminente. Por fin tras tanto jugueteo previo, apunto al centro del ano y pujo con fuerza hasta que el aceite hizo su trabajo y le permitió ingresar a la cavidad anal.

Centímetro a centímetro, su enorme y dura polla fue ganando terreno dentro de su culo, haciéndole sentir las paredes dilatarse a más no poder y al glande abrir cada compuerta interna rumbo a su más privado e inexpugnable interior. Álex estaba adentro donde nunca había estado.


Capítulo 49. Estrenando perversiones


Si el sexo anal fuera un camino y cada vez que Álex introducía su pene en dicho órgano estaba dando un paso, gracias a su carrera y su suerte había recorrido kilómetros en esa senda prohibida para muchos y divina para todos. El actor galardonado nunca había tardado tanto en preparar una ruta para recorrer como aquel camino secreto de Serena. Se había tomado su tiempo, había tomado todos los recaudos y por fin tenía su merecida recompensa.

El glande besó el ano en su centro y lo fue sobrepasando sintiendo el tibio abrazo del anillo, retrocediendo y avanzando una y otra vez, aunque cada vez entraba un poco más. El experimentado hombre sabía que el glande marcaría el camino y una vez que ingresara en su totalidad, daría inicio al mentado anal.

- Vamos ya, no me haga desear tanto. – Susurró Serena con los ojos cerrados, transpirada y sudada por estar sosteniendo sus piernas y conservando cada parte de su vestido. – Metémela ya en el culito…

- No seas tan impaciente, va a entrar en cualquier momento. – Dijo Álex, aun disfrutando del beso del ano cada vez que envolvía su glande. El aceite había funcionado de maravillas y permitía un acceso más sencillo, era cuestión de decisión, en cualquier momento su ariete vulneraría la última fortaleza que quedaba en pie.

Álex tomó ambas piernas de Serena de los tobillos, la miro a los ojos, sudorosa, agitada, y vio la metamorfosis de su rostro cuando empujo con su cadera su pene dentro de su culo. La kalense cerró los ojos y dejó escapar un gemido suave y prolongado a medida que el glande se abría paso dentro de su cuerpo.

- Aaaaahuuuum… - Soltó a la primera y cada vez que la cadera del hombre comenzó a moverse para penetrarla. El glande aceitado se abría paso con facilidad y golpeteaba las primeras barreras. Pocos sabían que el recorrido del pene dentro del ano estaba limitado por la experiencia de la mujer y que esta debía relajar sus puertas internas si quería dejarlo ingresar del todo.

De todas maneras, aunque su miembro entraba en un cuarto, Álex estaba conmovido. Allí estaba su Serena, con los ojos cerrados, en trance, gimiendo de manera monótona a media que era penetrada. El sudor recorría su frente brillante y sus tetas, saliéndose de su vestido, se bamboleaban haciendo girar a sus pezones de manera graciosa.

Tras unos minutos de intensa penetración, en la que el aceite dejó de surtir efecto como si se hubiera hervido por la temperatura de la fricción, Álex le amenizó el anal descendiendo para besarla con pasión. Envuelta entre los brazos de columna del hombre, a la vez que era penetrada por la herramienta de acero anclada a su pesada cadera que subía y bajaba enterrando su, disfruto de besos apasionados tanto en los labios como su cuello, sus senos y hasta sus axilas. El calor comenzaba a inundar el ambiente compartido de olores más que excitantes y el hombre, aplicando un “combate cercano”, se embriago con el sabor y el olor que el cuerpo de su amada exudaba.

Aunque las posiciones variaron Álex no retiró su pene del culo ni por un momento, entre transición y transición le daba una pausa de unos pocos segundos y seguía machacando el agujero de forma lenta, profunda y constante. Parecía un motor que había escogido una marcha y no tenía botón de apagado. Lo hicieron con Serena de costado y Álex abrazado a una de sus piernas, con la deliciosa vista de una de sus tetas cayendo sobre la otra, rozándola con cada bamboleo al impactar sus cuerpos.

También aventuraron en una posición tan clásica como severa, con la joven apuntando hacia arriba con su culo en posición de Growlithe y el hombre, sobre ella con las piernas apoyadas a la altura del cuello, penetrándola desde lo alto arqueado formando un puente con su espalda, esta vez, llegando más lejos que antes. Con cada caída sentía a su colosal miembro entrar en un 50% lo cual por ser su primer anal era un muy buen augurio. Aunque era muy apretado tanto su ano que mantenía su cuero curtido estirado como sus paredes interiores, se abría paso desafiando las leyes de la anatomía.

- Puedes descansar ni bien lo pidas, lo estás haciendo muy bien, no pensé que la mantendría dentro de tu culo por más de veinte minutos. – Le dijo desde lo alto sin dejar de darle empellones contra sus nalgas.

- No… no… ah, ah, uuuh, no es necesario descansar, me gusta… mucho… - Expresó con la respiración agitada. Álex corrió sus cabellos dorados para verle el rostro y en efecto, parecía estar gozándolo.

- ¿Así que te gusta? ¿Te gusta te meta en tu culito todo apretadito? – Terminar su pregunta, la tomó de las nalgas y las separo para ver los contornos enrojecidos del ano, dilatados de tal forma que tenían la circunferencia de una muñeca masculina.

- Me gusta… cuando sale… duele… cuando entras. – Dijo con dificultad. – Es una relación de amor y odio, me gusta, me gusta, ah, aaah, aaah, uuuhm

Álex fue retirando lentamente su pene y dejando el extremo de su cabezal adentro, tan solo unos pocos centímetros, volvió a introducirlo a fondo. De tenerla casi afuera, pasó a tenerla casi toda adentro. Seguía entrando hasta la mitad, lo cual, seguía sorprendiéndole.

- Por ser tu primer anal, es un jodido buen anal. – Susurró el hombre sin dejar de mantener las nalgas en tensión.

- La ah, ah, ah espera… ah, ah, ah, valió… la pena. – Dijo a duras penas.

Sentir los interiores más secretos de Serena abrazando su pene en cada centímetro embriagaron de placer al hombre desde que empezó. Nunca se había esforzado tanto en recolectar las sensaciones que su pene le obsequiaba, quizás solo en su primera vez por la retaguardia alguna lejana vez.

Fue cuando cambiaron de posición, esta vez con Serena acostada boca abajo con el vientre pegado al colchón y abriendo su trasero con las manos que mostró los primeros signos de derrota. No era para menos, llevaba más de media hora con su culo recibiendo un castigo inmerecido. Había que ponerse en su lugar, ningún orificio de salida tan pequeño, recibiendo un cilindro venoso de carne dura podría salir ileso.

- Álex… arde, arde mucho. – Susurró con temor desde debajo de hombre, casi hundida en la cama. - Siento mi trasero muy caliente, como si me quemara adentro.

- De acuerdo, la sacaré, podemos tomarnos una pausa, te la mereces, amor. – Aceptó Álex, satisfecho con la duración sabiendo que no tenía por qué abusar de la “hospitalidad” de su amada. Además, no había estado errada, la temperatura interna de ese culo afiebrado, debido al continuo roce, había aumentado de forma exponencial por cada minuto.

- Puedes correrte si quieres, así concretamos el anal, si no hay corrida no hay punto final. – Propuso la intrépida joven. – Luego puedo regalarte un espectáculo de entretiempo que estuve preparando.

- Me encanta la idea, me correré, la primera de muchas corridas que te dejare en lo más profundo de tu culito.

Muy lentamente, más que antes, estando arrodillado, apoyó sus manos en las esponjosas nalgas de Serena y con la mirada fija en su miembro emergiendo del portal, retiró su tronco dejando su glande en el interior. Acto seguido, masturbo su tronco por unos segundos y concentrado en obsequiarle toda su leche de hombre, se relajó y sin dejar de ver el anillo de carne dilatado, vio a su tronco latir al eyacular tapizando las paredes rectales con su leche ardiente.

Fue una eyaculación prolongada y copiosa, él sintió el semen inundando la cavidad, formando una laguna en la que su pene estaba dándose un chapuzón veraniego. Ella también sintió el obsequio de su pareja deslizándose hacia su interior, provocándole un curioso cosquilleo a medida que la marea blanca y espesa encontraba su lugar en su cavidad más recóndita.

Como si del tapón de una botella se tratase, Álex retiró su enorme glande y en efecto, detrás de la boca de la botella, se veía un contenido cremoso y blancuzco que llenaba el orificio a tope y que si no fuera por la posición en la que Serena estaba (boca abajo) se derramaría con violencia.

- Una de las cosas por las que amo el anal y acabarme adentro, es porque el semen se absorbe mucho más rápido que viajando al estómago o alcanzando el útero. Siento que dejo un regalo que es parte de mi cuerpo y pasa a ser parte de la agasajada casi al instante, en poco tiempo todo este semen será absorbido y estará dentro tuyo.

Álex introdujo su dedo sintiendo el semen calentito en reposo pegoteándose a él y al sacarlo, lo llevó a la boca de Serena que, complacida, aceptó el obsequio succionando el dedo con semen proveniente de su trasero.

- Esta muy calentita, y huele a mí. – Dijo en un susurro relamiéndose, sin dejar su posición, quizás porque había quedado demasiado dolorida como para moverse. Ni ella ni él se percataron de la magnitud de lo que habían hecho, habían concretado un anal perfecto y sin darse cuenta, ambos se movieron al siguiente nivel.

- Me duele mucho ¿Lo tengo roto? ¿Acaso rompiste mi culito? – Preguntó Serena impostando la voz para parecer más joven de lo que era.

- Esta bien, te repondrás… - Mintió Álex, admirando su más reciente y mejor obra. El ano estaba irreconocible, enrojecido, dilatado, como la boca de un Goldeen tomando una bocanada de aire. A pesar de la iluminación pobre podía verse el interior rojo y nudoso con rastros dorados del aceite entre sus pliegues y, por supuesto, la laguna láctea que llegaba desde el inicio del ano hasta el oscuro interior, la sustancia, con lentitud y como si tuviera vida propia, había buscado cobijo muy dentro del culo de Serena y no se lograba ver hasta dónde llegaba.

- Por Arceus, demonios, aguantaste como una campeona, no lo puedo creer. – Expresó sorprendido sin dejar de ver el ano latiente de la kalense, agitada a pesar de que permaneció inmóvil todo el rato.

- ¿No confiabas en mí? – Volteó con rostro de enojo, dando muestras de esta recuperada.

- ¡Por supuesto que confiaba! – Se excusó casi asustado por romper el momento. - Es que no creí que estaría más de media hora teniéndola enterrada, superaste ampliamente mis expectativas.

- Hablando de expectativas, te prometí mucho más que un anal, déjame tomar un poco de agua de la cocina y prepararte el espectáculo de entretiempo que te prometí.

- Excelente. – Aceptó el hombre poniéndose cómodo y encendiendo un cigarro, viendo a Serena dejar la habitación con una mueca de dolor y llevando ese despampanante vestido de artista algo destartalado. – Ya puedes sacártelo, amor, fue un detalle hermoso, pero estás sudada como en un sauna.

- No te hagas el preocupado después de lo que me hiciste, me duele hasta el estómago por dentro. - Le reprochó tocándose el vientre, tomando una almohada y arrojándosela al cuerpo.

- ¡Hey! ¿Esas son maneras de tratar a tus mayores? Además, parecía que lo estabas gozando como toda una putita.

- Desgraciado, me quedo tan abierto que ya no se me cierra. – Dijo con enojo fingido, como una chiquilla caprichosa antes de perderse de la habitación dejando al complacido hombre a solas con su otro vicio, preguntándose que se traía entre manos su amada.

A diferencia de otras ocasiones, Álex no tuvo mucho tiempo de preguntarse sobre los planes de la artista. Tras beber un buen trago de agua, despojarse del vestido y tomar su “sorpresa”, entró a la habitación de súbito, y le tapó los ojos con el listón que usó de cinturón antes de que pudiera ver algo. Solo pudo notar de refilón que estaba desnuda, sin dudas más aliviada por estar libre de semejante vestuario.

- ¿Estás listo para el espectáculo? Vine acompañada. – Dijo terminando de atarle el listón, dejándole la cara como un ninja.

- ¿Trajiste a Shauna de nuevo? – Se emocionó poniendo una mueca tonta. Se escuchó el característico sonido que hacen las pokebolas al liberar a sus huéspedes y supo que estaba por presenciar algo más intenso que un trío entre humanos. La cama, de repente, se sintió más pesada.

- ¿Vas a hacerlo con Hypno frente a mí? – Pegunto aún con la visión bloqueada por el cuerpo de su amada.

- ¿No te cansas de estar equivocado? Hypno es mucho más pesado y no sería tanta sorpresa hacerlo con él a esta altura.

Serena le desató la cinta de los ojos y vio un pókemon que no esperaba, aunque era una opción lógica. La había estado preparando de a poco, a fuego lento, dejándole observar la nueva faceta de su entrenadora y la intimidad que tuvo con su amado capítulo a capítulo. Álex se preguntó qué tan preparada podía estar la zorra de fuego Braixen, se la veía algo sorprendida de estar allí, frente al mastodóntico hombre desnudo y su entrenadora también desnuda.

Allí estaba el pókemon observador de las últimas andanzas, sin atreverse a participar en una, con su característico pelaje amarillo, (en la cintura, la frente y cola) blanco (en el rosto, pecho, brazos) y oscuro (en las patas) así como pelaje naranja fuego en las orejas y la punta de la cola. Con un poco más de un metro de alto, Álex empezaba a tener pensamientos pervertidos, como cuanto de su miembro podría entrar o que tanto se animaría a hacer Serena con su pókemon inicial.

La kalense gateó con su trasero recién estrenado en alto hacia su hombre haciendo crujir la cama y le obsequio un sonoro y húmedo beso. Cuando termino, invitó a su pókemon a imitarla: “Vamos, es hora, lo que planeamos estos días…”

No era lo que Álex esperaba en la noche, ni en la vida, nunca había besado a un monstruo de bolsillo, así como seguro ella tampoco había esperado que veintitantos centímetros de pene le entraran a contramano por detrás, así que él podía flexibilizar sus pretensiones y vivir nuevas y prohibidas experiencias.

Braixen avanzó al igual que su entrenadora (siendo mucho más ligera, casi no hizo sonar los resortes) y frente al hombre, lo observó con curiosidad.

- Bueno, ambos llegamos así de lejos, sería una pena dar marcha atrás. – Curiosamente, la zorra de fuego lo entendió y lo besó.

- Muy bien, como lo practicamos… - Susurró Serena, bajando para ocuparse con su boca del pene del hombre.

El aliento y el sabor de la boca del pókemon convertían al beso en una experiencia muy erótica, quizás en otro contexto serían sensaciones desagradables, allí en la cama, con su amada observando todo (a punto de comerle la polla), eran sensaciones de lo más excitantes que estaban haciéndole recobrar las medidas características su pene. También le resultó curioso sentir los afilados caninos y la lengua algo aplanada y alargada hurgarle la boca casi hasta la garganta.

Álex se dejó llevar y comenzó a acariciar el pelaje de Braixen a medida que unían sus bocas o, mejor dicho, boca con hocico se unía entrelazando lenguas. El pelaje era suave y largo, su cuerpo liviano olía muy bien y tenía una temperatura muy elevada. Su saliva también estaba a unos grados más que la de Serena.

Cuando el hombre recolectaba toda esa información y se dejaba llevar por el beso más ilegal de su vida, Serena envolvía su glande y comenzaba a mamarla a medida que cabeceaba, ocupándose de su pene con devoción. Había olvidado lavarse la herramienta en el entretiempo, sin embargo, Serena le hacía un fellatio a pesar de tener una higiene cuestionable, después de todo, hace tan solo minutos había estado taladrando su anito.

Serena apresó el tronco venoso de la base, nuevamente endurecido, e intentó tragarlo todo, sin despegar la vista de su amado acariciando a su pókemon hembra inicial mientras parecían intercambiar saliva con besos a lengua expuesta. Álex no tardo en recorrer el cuerpo de Braixen llegando a sus muslos con facilidad, de allí, casi sin escalas, palpo la pequeña vagina. Era suave y de un pelaje corto, no muy distinta a las mujeres sin rasurar que optaban por una estética más natural. Al igual que su boca, la temperatura entre esos labios aterciopelados era elevada, Álex pensó que de ser invierno esa pequeña vulva emanaría un pequeño vaho como si fuera vapor de boca.

La zorrita se dejó frotar su vagina humeante por unos minutos y tampoco emitió queja alguna cuando elevo sus dedos y le palpo el ano. Era un pequeño nudo de cuero libre de pelaje que sobresalía a penas de la piel. Lo tenía tan estrecho que hasta meter un dedo debía de ser difícil, Álex no lo intento, aunque si disfrutó de frotarlo mientras seguía metiéndole la boca en el ardiente hocico.

- Braaa, braa, braaaixeen… - Gimió con los ojos cerrados y un hilo de saliva cuando Álex le introdujo un dedo en la vaginita.

- ¿Te gusta Braixen? Tienes un coñito pequeño y delicado, me sorprende que no seas virgen ¿Quién fue el afortunado? – Le susurró sintiendo la elevada temperatura de su chochito con su dedo índice mientras frotaba su ano con el pulgar.

- Aixen, Braixeen.

- ¿A sí, Rhyhorn? Pensé que habría sido Pangoro. Interesante. – Como ocurría cuando los pókemon forjaban fuertes lazos con sus entrenadores, Álex y la zorra del desierto ya se comunicaban a la perfección.

- Mmm que rica estaba, calentita como me gusta, algo apestosa, aunque no tengo derecho a quejarme ya que fue mi culpa ¿No? – Rompió el silencio Serena lamiendo el tronco desde la base hasta el glande, dejándolo lustroso de saliva. - ¿Estás disfrutando de la pokefília? Te veo muy compenetrado.

El hombre tardó en responder, un recuerdo del pasado lo alcanzó como si un Haunter acechante lo hubiera poseído en la oscuridad.

- Sin dudas es algo único, ahora entiendo porque una mujer adinerada me ofreció un pastón por hacerlo con mi Nidorino, es todo un mundo por descubrir y me doy cuenta de que no me tomé el tiempo de conocerlo. – Confesó en una pausa, viendo a Braixen observándolo con ojos brillantes.

- ¡No me contaste de esos episodios! - Dijo mientras pasaba del modo oral al manual, escuchando con atención a su hombre. - Me preguntó cuántas cosas no sé aún…

- Me quedan muchas cosas por contarte, aunque no hay mucho que decir sobre ese episodio.

- Te escuchó, o mejor dicho, te escuchamos ¿Verdad Braixen? ¿Tienes ganas de una anécdota picante para tomar aire antes de seguir?

- Bra... Braixeeen. – Aceptó.

- Se llamaba Gracia, era una mujer adinerada que entrenaba a un Pidgeotto y a un Wigglytuff en la ruta 15, al Este de Ciudad Fucsia, tenía una minifalda lila pegada al cuerpo, recuerdo eso muy bien… también una cartera cara pequeña y un peinado de peluquería, esperaba por entrenadores desafiantes como solía ocurrir antaño.

Tanto Serena como su pókemon lo escucharon con atención.

- Me dijo que necesitaba un descanso de tantos combates y que prefería pagarme sin batallar, pensaba pagarme por adelantado por otra clase de trato. No entendía porque querría darme dinero en ese entonces y quede muy confundido cuando me dijo que solo quería a mi Nidorino, recién evolucionado por un rato… acepté por el dinero pensando que lo quería de prestado para luchar contra algún entrenador, fui muy ingenuo.

- Oh por Arceus, ya veo por dónde va la mano.

- Sin saber que se traía entre manos, me llevó a su casa en ciudad Fucsia, me dio el dinero acordado, nos ofreció más comida de la que pudimos comer, nos invitó a bañarnos y entrada en la noche fornico con Nidorino por varias horas en su habitación frente a mí, dejándome presenciar todo siempre que no interviniera. Siempre que necesite dinero la visite en su lugar habitual en la ruta 15 y de allí fuimos a su casa para repetir la transacción. Siempre me pago muy bien.

- ¿Qué ocurrió cuando evolucionó a Nidoking? – Preguntó hecha una luz. Álex sonrió ante tan buena pregunta.

- Le pedí el triple de dinero y ella aceptó, estuvo tres días con Bulldozer y, como ya estaba en edad, me dejó participar por primera vez sin saber que esa sería nuestra despedida. Gracia no volvió a la ruta 15 y su hermosa casa se puso en venta cuando quise regresar unos meses después. Supe tras buscarla sin éxito que aceptó un trabajo de modelo en Hoenn. Bulldozer la extrañó por años, a pesar de estar en excelente estado, quedó tan devastado que perdió nueve peleas consecutivas cuando había perdido cinco en toda su vida.

El dúo de dispares féminas quedó muy sorprendido por la intensidad del relato. También era admirable como el hombre podía resumir semejante historia con tanta maestría.

- ¡No puedo creerlo, es una historia muy bella y tiste! – Exclamó Serena. - ¡Pobre Dozy! Al final es como vos, detrás de semejante apariencia ruda e intimidante hay todo un sentimental.

- ¡Bra, bra, iiixen, braixen!

- Bueno, esa fue mi pequeña historia con la pokefília, era joven y me impresiono en un principio, aunque mi enorme erección me ayudó a superarlo y disfrutar del espectáculo, esa mujer estaba demente, le vi hacer cosas con mi Nidorino que ni siquiera había imaginado.

- ¡Wooa! Y yo que creía que era una lanzada. – Como sin darse cuenta, su mano había vuelto a masturbarlo y su rostro se acercaba al falo de Álex. – Esa mujer es toda una inspiración, sin dudas estoy muy atrasada y tengo que ponerme al día.

- ¿Seguimos un poco más pequeña? Si es que tu entrenadora me lo permite… - Álex posiciono una mano en los suaves muslos de Braixen listo para continuar construyendo nuevas historias, inspirados por la inspiradora obra de Gracia y sus noches de desenfreno.

- ¿Cómo voy a oponerme? Me encanta verlos así de unidos, hacen linda pareja. – Acepto. – Es más, se me ocurrió una buena idea.

Serena se ubicó al lado de Álex y le dijo algo al oído. La zorrita movió sus orejas peludas intentando escuchar.

- ¿Espera qué? ¿En serio quieres hacer eso? – Expresó el hombre muy excitado por la propuesta. Otra vez, como de costumbre, Serena lo subía en una interminable montaña rusa de sorpresas y placer. Esa chica que tenía la mitad de su edad tenía el secreto para moverle el suelo y poner su mundo de cabeza.

- Hagámoslo, libera al pobre Dozy, quiero hacerle olvidar a esa mujer.


Continuará…

furros

¡Gracias por leer! El siguiente capítulo va a ser de los más intensos, no solo va a tener un cuarteto mitad humano mitad pókemon, también planeo contar la anécdota de una pokegirl que regresa a la historia. Entramos en una nueva cuenta regresiva, esta vez, hacia el primer video de Serena.

Si les gustó sean buenos y muéstrenme su apoyo puntuando y comentando, no sean Ratatas y no manden solamente a favoritos, please, escribir relatos no es algo de una hora y lo tienen gratis. Si no les gustó, por supuesto que entiendo que no den puntos o comentarios.


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2 comentarios - A Serena le Gustan Mayores. Parte 19