L NEGRO JOAQUIN Y MI ESPOSA
Vivimos en un hermoso pueblo a orillas del mar caribe que parece hubiese sido salido de una postal, llevamos viviendo ahí 10 años, y vivimos una vida cómoda, pero que hasta hace algún tiempo le faltaba algo.
Todo comenzó un día de mi cumpleaños número 32; se me ocurrió invitar a mi mejor amigo a mi casa, para que nos tomáramos unos tragos. Joaquín es un hombre de raza negra de buena estatura, casi 1,90 mts , y a pesar la naturaleza no fue muy generosa con su rostro, si lo dotó de una excelente complexión física, y aún siendo delgado posee una musculatura envidiable, y es además una de las personas más amistosas que he conocido.
Llegamos a mi casa como a eso de las 9:00 pm, y al tocar el timbre nos abrió mi bella esposa, quien al vernos me dejó ver su desagrado, un tanto desapercibido para Joaco; pues ella no esperaba invitados. Mi hermosa mujer lucía un hermoso vestido abotonado completamente adelante, con un recatado escote que permitía ver la intersección de sus grandes y hermosos senos, el vestido aunque no muy corto si dejaba ver gran parte de sus muslos, ella volvió a mirar al negro y de manera no muy cortés le dijo: Siga por favor, él respondió con una venia y con un "después de usted" la siguió hasta la sala. Yo fui a la cocina a llevar los pasa-bocas y el licor que había traído, preparé los tragos y me dirigí a la sala, mientras me acercaba noté que mi bella esposa, aunque sentada de manera elegante, no podía dejar de exhibir sus hermosas piernas hasta el final, y al mirar la cara del negro, ví su mirada lasciva pero disimulada, admirando las torneadas formas de mi mujer.
Transcurrió el tiempo y trago va trago viene, noté un poco mas distendida y desinhibida a mi mujer y pude observar que los dos últimos botones de su vestido se habían abierto, y aunque, no se si ya se había percatado de ello, al que si noté que se había dado cuenta era a Joaquín, que miraba embelesado los espectaculares muslos que se exhibían ante él, notando a la vez un enorme bulto en medio de sus piernas cuando se levantaba para ir al baño.
A solas con mi esposa la invité a bailar música suave y mientras bailábamos pude sentir lo excitada que estaba, tal vez el efecto de los tragos en ella, movía sensualmente sus caderas, mientras tanto yo, veía como Joaquín no despegaba los ojos del trasero de Mónica mientras regresaba al sillón.
Proseguimos la charla en forma amena, y aproveche la ocasión para contar unos cuantos chistes muy picantes( para los cuales según mis amigos tengo mucha gracia), que empezaban a surtir efecto en mi esposa y Joaquín, conté sólo unos cuantos, para cuando terminé, subimos un poquito la música, coloqué un CD de merengues, y casi de inmediato, el negro sacó a mi mujer a bailar, ella accedió e iniciaron de manera recatada, pero al rato el negro se acercó un poco más a mi mujer, y al no notar ninguna resistencia se pegó completamente a ella y su dedo meñique estaba casi en medio de sus nalgas, ella seguía como si nada, pero al dar la vuelta y que dar ella de frente a mí se sintió incomoda, yo hice como si me estuviera durmiendo y recosté mi cabeza al sofá, pero seguía observando el espectáculo que inconscientemente empezaba a disfrutar. El metía su muslo entre los de ella y ella estregaba su concha contra su muslo, yo seguía en la misma posición, para que no se inhibieran. Bailaron varias piezas, y en un momento ví como ella le susurraba algo al oído, él se dio vuelta y me miró, yo seguía fingiendo dormir profundamente, situación que aprovechó mi mujer para acariciar sus nalgas y acto seguido posar su mano sobre su abultado miembro, cosa que puso incómodo al negro Joaco que me miró con preocupación y le dijo algo a mi mujer que seguía acariciándolo. Tomó entonces la decisión mi mujer de llamarme para llevarme a mi cama, y me sacudía para levantarme, al no poder despertarme le dijo a Joaquín que la ayudara a llevarme e mi cama.
Con grandes esfuerzos me llevaron entre los dos y me pusieron en la cama suavemente, como para no despertarme. Joaquín salió del cuarto y mi esposa me quitó el pantalón, se paro al lado de mi cama unos segundos, se inclinó me sacudió levemente, me llamó y al no recibir respuesta apagó la luz y cerró la puerta.
Esperé unos minutos y me levanté, sigilosamente me acerque a la ventana que da a la sala y desde allí cuidadosamente me ubique para tener todo el panorama sin ser visto.
Joaquín estaba sentado en el sofá grande, mi mujer llegó y le sirvió otro trago, se sentó en el sillón a su lado y miraba cautelosamente hacia la puerta de mi cuarto, acto seguido se levantó y cambió la música a una más suave y se acercó al negro para sacarlo a bailar, insinuándosele con sensuales movimientos, él se levanto y la acercó hacia sí y empezaron a bailar cadenciosamente, ella siempre trataba de quedar mirando hacia nuestro cuarto, pero no podía quedarse mucho tiempo en esa posición, de tal manera que tenía que dar la espalda. Ya habrían transcurrido como 10 minutos y yo empezaba a sentirme impaciente, de repente ví como el negro comenzó a acariciar la espalda y las nalgas de mi mujer sin que ella se inmutara, luego ella se pegó más y él metiendo la mano por entre su vestido acariciaba sus nalgas, mi mujer bailaba con las piernas un poco más abiertas, para que él pudiera introducir su mano un poco más y le acariciara desde atrás su ano y su coño ya humedecido, el negro se inclinó un poco más hacia delante para poder introducirle los dedos en la empapada vagina, ellA comenzó a acariciar sus genitales por encima del pantalón y observé como el enorme falo de Joaquín comenzó a crecer aún más y como el se agachaba para rozar con su montículo la zona pélvica de Mónica, que abría mas el compás de las piernas y rozaba fuertemente su panocho contra el muslo derecho del negro que seguía su tarea de sacar y meter los dedos en la vagina de Mónica , tocaba sus senos por arriba del vestido, mi mujer cerraba sus ojos mientras sus pezones se endurecían. Cuando terminó la canción ella se dirigió a mi cuarto, de inmediato corrí a mi cama y adopte una posición fetal, ella verificó que yo "dormía" y salió nuevamente.
En la sala Joaquín la esperaba con cara de impaciencia; pero ella se le acercó, él recostado en el sofá la miraba con ardiente deseo, ella sin dejar de mirarlo a los ojos se sentó a horcadas sobre él, desabotonó la parte superior su vestido, y ofreció sus grandes senos a joaquín, quien de inmediato y sin quitarle el brassier los hizo saltar de él, dejando al descubierto esos deliciosos senos adornados con dos duros pezones que invitaban al placer, el negro empezó lamerlos y chupárlos con avidez dándole suaves mordiscos en los pezones, ella se retorcía, inclinaba su cabeza hacia atrás y frotaba su sexo fuertemente contra el bulto que seguía creciendo bajo el pantalón del negro, mojándoselo por completo con sus líquidos, sentía como sus labios vaginales se hinchaban cada vez más produciéndole aquello un incontenible deseo sexual; de repente ella bajó del sofá, se metió entre las piernas del negro, y de manera desesperada desató la faja del pantalón y abrió el cierre, lo bajó con todo y calzoncillos y agarró el gran pene de joaquín tan grande y negro como ni en películas porno había visto, Tendría unos 30 centímetros y era tan grueso que los dedos de mi mujer quedaban muy lejos de poder cerrarse completamente en torno a el, y como una gran experta comenzó a pasarle la lengua lentamente desde los testículos, recorriendo ascendentemente el tronco de aquel prodigioso pene, luego lo metió a su boca y con un gran esfuerzo, tragó una pequeña parte de aquella carne que para ella lucía apetitosa, con suaves movimientos adentro afuera, succionaba y lamía el enorme falo, Joaquín sólo movía sus caderas como queriendo que se lo tragara completamente y yo con mi mano agarraba mi verga a punto de estallar del placer que aquella escena me causaba. Joaquín la detuvo suavemente, la levantó en vilo sin dejar de besarla, la sentó en el sitio que él ocupaba y comenzó a tocarle los senos, mordisquearlos y luego a lamerlos una y otra vez, Mónica movía las caderas como pidiendo que le clavara su erguida herramienta, pero él seguía succionando sus pezones, quería tragarse por completo las grandes tetas y a pesar de tener grande la boca esas ricas tetas eran demasiado, mi mujer seguía retorciéndose y ya para eso había tomado entre sus dientes una parte de su vestido, mordiéndolo con fuerza, como para ahogar sus gemidos, en tanto el negro seguía en la tarea de con sus carnosos labios seguir chupando esos deliciosos pezones que parecían querer explotar.
Yo miraba como hipnotizado ante el espectáculo que se abría a mis ojos y apretaba fuertemente mi verga sin masturbarme.
Poco a poco el negro fue bajando con su hábil lengua recorriendo con su lengua, descendiendo lentamente, y haciéndole a un lado el panty , expuso esa hermosa vulva, y comenzó la labor demoledora con su gran lengua lamiendo de abajo hacia arriba su endurecido e hinchado clítoris primero despacio y después rápidamente, mordía con delicadeza los labios vaginales e introduciendo hasta donde podía su gran lengua en la húmeda en la vagina de mi mujer, ella levantaba sus nalgas del sofá en un intento por hacerle comer todo su coño, tratando de no gemir sin conseguirlo… aquello provocaba en mí una gran excitación, verla retorcerse y pedir con desesperación que le metiera su enorme palanca.
Ya en el colmo del desespero mi mujer agarró al negro y con fuerza descomunal lo arrojo al sofá a su antigua posición, se quitó el calzón, se puso a horcadas sobre Joaquin, él le introdujo tres de sus enormes dedos en la vagina, moviéndolos lentamente dentro de ella y luego sacándolos para chuparlos lascivamente, Mónica s inclinándose hacia delante trabajosamente, mientras el chupaba sus tetas levanto su espléndido trasero, y agarró el enorme falo, lo dirigió a la entrada de su empapada vagina, y con suaves movimientos de cadera y gimiendo de placer lo fue tragando poco a poco, él seguía succionando sus pezones y a veces trataba de chuparle los dos a la vez sin éxito, ella subía y bajaba lentamente, como si tratara de disfrutar centímetro a centímetro aquella dura y gran verga, pero sin introducírsela completamente, yo veía como al negro se le iba poniendo la tranca brillante por la lubricación del coño de mi mujer, de repente el negro empezó a bombearla con mayor rapidez , ya estaba a punto de derramarse, cuando mi mujer le agarró la base del enorme pene y la apretó con todas sus fuerzas, esperó unos instantes y la empezó a introducir de nuevo lentamente con movimientos adelante-atrás poco a poco hasta hundírsela completamente y quedarse allí trémula, moviendo lentamente las caderas en forma giratoria con la cabeza echada hacia atrás mientras el negro con salvajismo chupaba sus pezones, ella temblaba y poco a poco comenzaba a moverse lentamente en un suave movimiento arriba abajo, y mientras salía yo veía salir un pene cubierto de una viscosidad blanca y llena de grumos que corrían lentamente hacia sus testículos y a medida que aumentaba la velocidad de las arremetidas, cada vez los mojaban más, mi mujer movía violentamente sus nalgas y parecía querer ser atravesada por aquel enorme falo o que el negro no volviera a sacarlo jamás, temblaba frenéticamente, su piel adquiría una tonalidad que no había visto antes en ella, de repente le pego la cara al negro a sus senos y lo abrazó mientras se introducía completamente el miembro duro y mojado y lo dejaba allí moviendo solamente sus caderas en un intento por hacer venir al negro consigo, el negro la asió fuertemente por las caderas y como si quisiera partirla en dos, elevo su pelvis levantando consigo a Mónica quien en un momento de cordura rápidamente se sacó el aparato y se bajo del sofá, le agarró la verga y con avidez se la chupaba, el negro se retorcía, de repente mi mujer puso el pene sobre su pecho y recibió el gran baño de blanquísima leche tibia. Acto seguido se volvió a sentar sobre el enorme falo y lo disfrutó hasta que fue lentamente desapareciendo la voluptuosidad de su erección.
Se fue incorporando lentamente con las piernas aún temblorosas, se dirigió al baño de donde vino con grandes cantidades de papel higiénico para limpiar la huella de aquella inolvidable culeada, que había caído sobre el sofá que por suerte era de cuero.
Mientras tanto me percaté que sin haberme masturbado me había regado completamente sobre el piso, por lo cual tuve que quitarme el calzoncillo para limpiarlo, en tanto mi mujer con su vestido desabotonado casi en su totalidad, se aprestaba para despedir a Joaquín que intentaba reiniciar la faena chupándole los pezones mientras Mónica hacía débiles esfuerzos por no sucumbir nuevamente al placer que sabía le proporcionaría, le introducía sus dedos en la vagina mientras ella trataba de cerrar sus muslos y se arqueaba hacia atrás para que tuviera mayor facilidad de chuparle sus deliciosos y endurecidos pezones, pero sacando fuerzas de flaqueza se retiro del negro y le suplicó que se fuera, no sin antes prometerle que esa noche se repetiría en otras ocasiones y en otro lugar, sellaron su despedida con un apasionado beso que estuvo a punto de hacer flaquear a Mónica en su intento de despedirse.
Cerró la puerta y se quedó recostada en ella unos segundos, casi como acariciando el recuerdo de aquel memorable encuentro, se acarició los senos y lentamente bajo su mano hasta su humedecida vagina, metiendo sus dedos y luego oliéndolos después, con los ojos cerrados tratando de guardar en la memoria el fuerte olor a semen que Joaquín había dejado en ella. Se dirigió al baño e inmediatamente me acosté y adopte mi posición de "sueño profundo", minutos después entró ella vistiendo un precioso Baby doll, que días atrás le había regalado para el día de los enamorados, besó mi frente y durmió profundamente, rato después, encendí la luz de mi lámpara de noche, le quité la cobija y le mire detenidamente por la manga del baby doll su vagina aún húmeda y las nalgas todavía coloradas por la brutal manera en que el negro se las apretaba mientras hundía en ella su poderosa verga, la volví a cobijar y me dormí, scon los celos carcomiéndome las entrañas y sintiendo que lo nuestro no volvería a ser igual.
Al día siguiente cuando desperté ella aún dormía, dormía con la satisfacción en su cara y hasta con una casi imperceptible sonrisa en sus labios.
Me bañé tan lentamente como nunca antes lo había hecho, trayendo a mi mente el recuerdo de las escenas de la noche anterior y tratando de rememorar uno a uno los momentos como si se tratase de una película. Cuando salí del baño, ella estaba en la cocina preparando el desayuno, la saludé besándole con cierto rencor la frente, y le pregunté: ¿Qué pasó con Joaquín?, ella sin mirarme a los ojos me dijo …nnnno él tan pronto te quedaste dormido me ayudó a llevarte a la cama, te dejó saludos y las gracias por la invitación se despidió y se fue: Luego usando la famosa "psicología inversa" que poco funciona con los hombres y con la mayor Hipocresía me dijo: Te ruego por favor mi amor, no vuelvas a traer amigos a nuestra casa cuando las celebraciones son asunto entre tú y yo, porque al final ellos, sin poner un peso son los que terminan disfrutando de la fiesta, mientras tú Duermes como un lirón.
Vivimos en un hermoso pueblo a orillas del mar caribe que parece hubiese sido salido de una postal, llevamos viviendo ahí 10 años, y vivimos una vida cómoda, pero que hasta hace algún tiempo le faltaba algo.
Todo comenzó un día de mi cumpleaños número 32; se me ocurrió invitar a mi mejor amigo a mi casa, para que nos tomáramos unos tragos. Joaquín es un hombre de raza negra de buena estatura, casi 1,90 mts , y a pesar la naturaleza no fue muy generosa con su rostro, si lo dotó de una excelente complexión física, y aún siendo delgado posee una musculatura envidiable, y es además una de las personas más amistosas que he conocido.
Llegamos a mi casa como a eso de las 9:00 pm, y al tocar el timbre nos abrió mi bella esposa, quien al vernos me dejó ver su desagrado, un tanto desapercibido para Joaco; pues ella no esperaba invitados. Mi hermosa mujer lucía un hermoso vestido abotonado completamente adelante, con un recatado escote que permitía ver la intersección de sus grandes y hermosos senos, el vestido aunque no muy corto si dejaba ver gran parte de sus muslos, ella volvió a mirar al negro y de manera no muy cortés le dijo: Siga por favor, él respondió con una venia y con un "después de usted" la siguió hasta la sala. Yo fui a la cocina a llevar los pasa-bocas y el licor que había traído, preparé los tragos y me dirigí a la sala, mientras me acercaba noté que mi bella esposa, aunque sentada de manera elegante, no podía dejar de exhibir sus hermosas piernas hasta el final, y al mirar la cara del negro, ví su mirada lasciva pero disimulada, admirando las torneadas formas de mi mujer.
Transcurrió el tiempo y trago va trago viene, noté un poco mas distendida y desinhibida a mi mujer y pude observar que los dos últimos botones de su vestido se habían abierto, y aunque, no se si ya se había percatado de ello, al que si noté que se había dado cuenta era a Joaquín, que miraba embelesado los espectaculares muslos que se exhibían ante él, notando a la vez un enorme bulto en medio de sus piernas cuando se levantaba para ir al baño.
A solas con mi esposa la invité a bailar música suave y mientras bailábamos pude sentir lo excitada que estaba, tal vez el efecto de los tragos en ella, movía sensualmente sus caderas, mientras tanto yo, veía como Joaquín no despegaba los ojos del trasero de Mónica mientras regresaba al sillón.
Proseguimos la charla en forma amena, y aproveche la ocasión para contar unos cuantos chistes muy picantes( para los cuales según mis amigos tengo mucha gracia), que empezaban a surtir efecto en mi esposa y Joaquín, conté sólo unos cuantos, para cuando terminé, subimos un poquito la música, coloqué un CD de merengues, y casi de inmediato, el negro sacó a mi mujer a bailar, ella accedió e iniciaron de manera recatada, pero al rato el negro se acercó un poco más a mi mujer, y al no notar ninguna resistencia se pegó completamente a ella y su dedo meñique estaba casi en medio de sus nalgas, ella seguía como si nada, pero al dar la vuelta y que dar ella de frente a mí se sintió incomoda, yo hice como si me estuviera durmiendo y recosté mi cabeza al sofá, pero seguía observando el espectáculo que inconscientemente empezaba a disfrutar. El metía su muslo entre los de ella y ella estregaba su concha contra su muslo, yo seguía en la misma posición, para que no se inhibieran. Bailaron varias piezas, y en un momento ví como ella le susurraba algo al oído, él se dio vuelta y me miró, yo seguía fingiendo dormir profundamente, situación que aprovechó mi mujer para acariciar sus nalgas y acto seguido posar su mano sobre su abultado miembro, cosa que puso incómodo al negro Joaco que me miró con preocupación y le dijo algo a mi mujer que seguía acariciándolo. Tomó entonces la decisión mi mujer de llamarme para llevarme a mi cama, y me sacudía para levantarme, al no poder despertarme le dijo a Joaquín que la ayudara a llevarme e mi cama.
Con grandes esfuerzos me llevaron entre los dos y me pusieron en la cama suavemente, como para no despertarme. Joaquín salió del cuarto y mi esposa me quitó el pantalón, se paro al lado de mi cama unos segundos, se inclinó me sacudió levemente, me llamó y al no recibir respuesta apagó la luz y cerró la puerta.
Esperé unos minutos y me levanté, sigilosamente me acerque a la ventana que da a la sala y desde allí cuidadosamente me ubique para tener todo el panorama sin ser visto.
Joaquín estaba sentado en el sofá grande, mi mujer llegó y le sirvió otro trago, se sentó en el sillón a su lado y miraba cautelosamente hacia la puerta de mi cuarto, acto seguido se levantó y cambió la música a una más suave y se acercó al negro para sacarlo a bailar, insinuándosele con sensuales movimientos, él se levanto y la acercó hacia sí y empezaron a bailar cadenciosamente, ella siempre trataba de quedar mirando hacia nuestro cuarto, pero no podía quedarse mucho tiempo en esa posición, de tal manera que tenía que dar la espalda. Ya habrían transcurrido como 10 minutos y yo empezaba a sentirme impaciente, de repente ví como el negro comenzó a acariciar la espalda y las nalgas de mi mujer sin que ella se inmutara, luego ella se pegó más y él metiendo la mano por entre su vestido acariciaba sus nalgas, mi mujer bailaba con las piernas un poco más abiertas, para que él pudiera introducir su mano un poco más y le acariciara desde atrás su ano y su coño ya humedecido, el negro se inclinó un poco más hacia delante para poder introducirle los dedos en la empapada vagina, ellA comenzó a acariciar sus genitales por encima del pantalón y observé como el enorme falo de Joaquín comenzó a crecer aún más y como el se agachaba para rozar con su montículo la zona pélvica de Mónica, que abría mas el compás de las piernas y rozaba fuertemente su panocho contra el muslo derecho del negro que seguía su tarea de sacar y meter los dedos en la vagina de Mónica , tocaba sus senos por arriba del vestido, mi mujer cerraba sus ojos mientras sus pezones se endurecían. Cuando terminó la canción ella se dirigió a mi cuarto, de inmediato corrí a mi cama y adopte una posición fetal, ella verificó que yo "dormía" y salió nuevamente.
En la sala Joaquín la esperaba con cara de impaciencia; pero ella se le acercó, él recostado en el sofá la miraba con ardiente deseo, ella sin dejar de mirarlo a los ojos se sentó a horcadas sobre él, desabotonó la parte superior su vestido, y ofreció sus grandes senos a joaquín, quien de inmediato y sin quitarle el brassier los hizo saltar de él, dejando al descubierto esos deliciosos senos adornados con dos duros pezones que invitaban al placer, el negro empezó lamerlos y chupárlos con avidez dándole suaves mordiscos en los pezones, ella se retorcía, inclinaba su cabeza hacia atrás y frotaba su sexo fuertemente contra el bulto que seguía creciendo bajo el pantalón del negro, mojándoselo por completo con sus líquidos, sentía como sus labios vaginales se hinchaban cada vez más produciéndole aquello un incontenible deseo sexual; de repente ella bajó del sofá, se metió entre las piernas del negro, y de manera desesperada desató la faja del pantalón y abrió el cierre, lo bajó con todo y calzoncillos y agarró el gran pene de joaquín tan grande y negro como ni en películas porno había visto, Tendría unos 30 centímetros y era tan grueso que los dedos de mi mujer quedaban muy lejos de poder cerrarse completamente en torno a el, y como una gran experta comenzó a pasarle la lengua lentamente desde los testículos, recorriendo ascendentemente el tronco de aquel prodigioso pene, luego lo metió a su boca y con un gran esfuerzo, tragó una pequeña parte de aquella carne que para ella lucía apetitosa, con suaves movimientos adentro afuera, succionaba y lamía el enorme falo, Joaquín sólo movía sus caderas como queriendo que se lo tragara completamente y yo con mi mano agarraba mi verga a punto de estallar del placer que aquella escena me causaba. Joaquín la detuvo suavemente, la levantó en vilo sin dejar de besarla, la sentó en el sitio que él ocupaba y comenzó a tocarle los senos, mordisquearlos y luego a lamerlos una y otra vez, Mónica movía las caderas como pidiendo que le clavara su erguida herramienta, pero él seguía succionando sus pezones, quería tragarse por completo las grandes tetas y a pesar de tener grande la boca esas ricas tetas eran demasiado, mi mujer seguía retorciéndose y ya para eso había tomado entre sus dientes una parte de su vestido, mordiéndolo con fuerza, como para ahogar sus gemidos, en tanto el negro seguía en la tarea de con sus carnosos labios seguir chupando esos deliciosos pezones que parecían querer explotar.
Yo miraba como hipnotizado ante el espectáculo que se abría a mis ojos y apretaba fuertemente mi verga sin masturbarme.
Poco a poco el negro fue bajando con su hábil lengua recorriendo con su lengua, descendiendo lentamente, y haciéndole a un lado el panty , expuso esa hermosa vulva, y comenzó la labor demoledora con su gran lengua lamiendo de abajo hacia arriba su endurecido e hinchado clítoris primero despacio y después rápidamente, mordía con delicadeza los labios vaginales e introduciendo hasta donde podía su gran lengua en la húmeda en la vagina de mi mujer, ella levantaba sus nalgas del sofá en un intento por hacerle comer todo su coño, tratando de no gemir sin conseguirlo… aquello provocaba en mí una gran excitación, verla retorcerse y pedir con desesperación que le metiera su enorme palanca.
Ya en el colmo del desespero mi mujer agarró al negro y con fuerza descomunal lo arrojo al sofá a su antigua posición, se quitó el calzón, se puso a horcadas sobre Joaquin, él le introdujo tres de sus enormes dedos en la vagina, moviéndolos lentamente dentro de ella y luego sacándolos para chuparlos lascivamente, Mónica s inclinándose hacia delante trabajosamente, mientras el chupaba sus tetas levanto su espléndido trasero, y agarró el enorme falo, lo dirigió a la entrada de su empapada vagina, y con suaves movimientos de cadera y gimiendo de placer lo fue tragando poco a poco, él seguía succionando sus pezones y a veces trataba de chuparle los dos a la vez sin éxito, ella subía y bajaba lentamente, como si tratara de disfrutar centímetro a centímetro aquella dura y gran verga, pero sin introducírsela completamente, yo veía como al negro se le iba poniendo la tranca brillante por la lubricación del coño de mi mujer, de repente el negro empezó a bombearla con mayor rapidez , ya estaba a punto de derramarse, cuando mi mujer le agarró la base del enorme pene y la apretó con todas sus fuerzas, esperó unos instantes y la empezó a introducir de nuevo lentamente con movimientos adelante-atrás poco a poco hasta hundírsela completamente y quedarse allí trémula, moviendo lentamente las caderas en forma giratoria con la cabeza echada hacia atrás mientras el negro con salvajismo chupaba sus pezones, ella temblaba y poco a poco comenzaba a moverse lentamente en un suave movimiento arriba abajo, y mientras salía yo veía salir un pene cubierto de una viscosidad blanca y llena de grumos que corrían lentamente hacia sus testículos y a medida que aumentaba la velocidad de las arremetidas, cada vez los mojaban más, mi mujer movía violentamente sus nalgas y parecía querer ser atravesada por aquel enorme falo o que el negro no volviera a sacarlo jamás, temblaba frenéticamente, su piel adquiría una tonalidad que no había visto antes en ella, de repente le pego la cara al negro a sus senos y lo abrazó mientras se introducía completamente el miembro duro y mojado y lo dejaba allí moviendo solamente sus caderas en un intento por hacer venir al negro consigo, el negro la asió fuertemente por las caderas y como si quisiera partirla en dos, elevo su pelvis levantando consigo a Mónica quien en un momento de cordura rápidamente se sacó el aparato y se bajo del sofá, le agarró la verga y con avidez se la chupaba, el negro se retorcía, de repente mi mujer puso el pene sobre su pecho y recibió el gran baño de blanquísima leche tibia. Acto seguido se volvió a sentar sobre el enorme falo y lo disfrutó hasta que fue lentamente desapareciendo la voluptuosidad de su erección.
Se fue incorporando lentamente con las piernas aún temblorosas, se dirigió al baño de donde vino con grandes cantidades de papel higiénico para limpiar la huella de aquella inolvidable culeada, que había caído sobre el sofá que por suerte era de cuero.
Mientras tanto me percaté que sin haberme masturbado me había regado completamente sobre el piso, por lo cual tuve que quitarme el calzoncillo para limpiarlo, en tanto mi mujer con su vestido desabotonado casi en su totalidad, se aprestaba para despedir a Joaquín que intentaba reiniciar la faena chupándole los pezones mientras Mónica hacía débiles esfuerzos por no sucumbir nuevamente al placer que sabía le proporcionaría, le introducía sus dedos en la vagina mientras ella trataba de cerrar sus muslos y se arqueaba hacia atrás para que tuviera mayor facilidad de chuparle sus deliciosos y endurecidos pezones, pero sacando fuerzas de flaqueza se retiro del negro y le suplicó que se fuera, no sin antes prometerle que esa noche se repetiría en otras ocasiones y en otro lugar, sellaron su despedida con un apasionado beso que estuvo a punto de hacer flaquear a Mónica en su intento de despedirse.
Cerró la puerta y se quedó recostada en ella unos segundos, casi como acariciando el recuerdo de aquel memorable encuentro, se acarició los senos y lentamente bajo su mano hasta su humedecida vagina, metiendo sus dedos y luego oliéndolos después, con los ojos cerrados tratando de guardar en la memoria el fuerte olor a semen que Joaquín había dejado en ella. Se dirigió al baño e inmediatamente me acosté y adopte mi posición de "sueño profundo", minutos después entró ella vistiendo un precioso Baby doll, que días atrás le había regalado para el día de los enamorados, besó mi frente y durmió profundamente, rato después, encendí la luz de mi lámpara de noche, le quité la cobija y le mire detenidamente por la manga del baby doll su vagina aún húmeda y las nalgas todavía coloradas por la brutal manera en que el negro se las apretaba mientras hundía en ella su poderosa verga, la volví a cobijar y me dormí, scon los celos carcomiéndome las entrañas y sintiendo que lo nuestro no volvería a ser igual.
Al día siguiente cuando desperté ella aún dormía, dormía con la satisfacción en su cara y hasta con una casi imperceptible sonrisa en sus labios.
Me bañé tan lentamente como nunca antes lo había hecho, trayendo a mi mente el recuerdo de las escenas de la noche anterior y tratando de rememorar uno a uno los momentos como si se tratase de una película. Cuando salí del baño, ella estaba en la cocina preparando el desayuno, la saludé besándole con cierto rencor la frente, y le pregunté: ¿Qué pasó con Joaquín?, ella sin mirarme a los ojos me dijo …nnnno él tan pronto te quedaste dormido me ayudó a llevarte a la cama, te dejó saludos y las gracias por la invitación se despidió y se fue: Luego usando la famosa "psicología inversa" que poco funciona con los hombres y con la mayor Hipocresía me dijo: Te ruego por favor mi amor, no vuelvas a traer amigos a nuestra casa cuando las celebraciones son asunto entre tú y yo, porque al final ellos, sin poner un peso son los que terminan disfrutando de la fiesta, mientras tú Duermes como un lirón.
0 comentarios - El negro Joaquín y mi esposa