Conocí de casualidad a una amiga de mi madre cuando ella me solicita que el lleve un paquete, llegar a esa casa me emocionó por que me abre la puerta una mujer madura unos 30 años y yo un chico de 16 años se emociona al ver que quien le abre la puerta es una mujer apenas cubierta con una toalla, disculpa me dice pensé que mi marido se había devuelto por sus llaves que estaban en el suelo. Miraba boquiabierto a esa madura mujer casi desnuda, se apreciaban unas piernas buenísimas y se veía un trasero de mi agrado… mi pobre pene sufría apresado en mis calzoncillos.
Noto mi admiración y sonriéndome me dice ¿que quieres? saliendo de mi embeleso le entrego el paquete sin dejar de admirar su casi desnudo cuerpo, ella cierra la puerta y me dice… oye Leo, creo que así te llamas, ¿nunca has visto una mujer con una toalla?
No a una belleza como la que tengo ante mis ojos, digo y me agradaría ver mas…ríe y me dice eres impetuoso y enérgico, bien mira y deja caer la toalla, mis ojos casi se salen de mis orbitas ante ese espectáculo… la miro y sin darme cuenta empiezo a besarme apasionadamente empezando a disfrutar de sus jugosos pechos, ella gemía de placer, en 2 minutos ya me había bajado hasta su bien cuidada vagina que para ese momento ya estaba mojadita.
Micaela siente que el chico empezó a lamérsela de una manera que nadie lo había hecho, ni mi marido la disfrutaba con su boca y lengua de esa manera, lo que me hacía gritar de placer, por que quise de una vez de disfrutar de su pene, porque es de las cosas que más me encanta, tener a mi disposición, un buen pene…, ahora la sorprendida fui yo al desnudarlo de sus pantalones aparece un grueso y enorme pene, me relamía con el placer de consentirlo con mi boca,
Por lo que desesperada saqué toda su ropa, observando que este era el doble o hasta tres veces de grande que el de mi marido, no dude en introducirlo en mi boca, ya que era provocativo , su cabeza era rosadita, del tamaño de una pelota de golf, mientras le hacía un gran sexo oral, el pobre chico gemía, su pene se me asemejaba el de un caballo, nunca había tenido un pene tan grande en mi boca hasta se me dificultaba metérmelo en mi boquita, pensaba que mujer la soportaría, yo, porque no si tenía una gran vagina como que responderle a este súper macho, me iba a doler estaba acostumbrada a ese diminuto pene de mi marido… siento cuando comienza a ingresar este devastador pene y mis carnes vaginales son desmembradas, desgarradas con su empotramiento en mis entrañas, gritaba, gemía y llorisqueaba al ser entendida como ningún otro hombre me había abierto mis entrañas, si me dolía, pero a su vez sentía el placer de ser rústicamente satisfecha por este miembro devastador, me excitaba, me hacía sentirme repleta, llena mi matriz con ese pene y eso que no ingresaba toda todavía, cuando por fin lo acomoda toda dentro de mi cavidad sexual meneaba mi trasero en forma grosera por la pasión de sentirme plenamente embutida y este pene me empujaba mis paredes del útero mas allá donde no había mas espacio, gritaba y sacudía estresada por este mástil de carne y músculos en mi vagina, pensaba que si otra mujer lo soportaba, yo porque no si tenía una gran vagina con que responderle. Como me satisfacía y como zarandeaba vehementemente mi cuerpo, gemía y suspiraba desesperada ante cada penetración, era un chico de 16 años, pero que manera de dotarlo la naturaleza si me agobiaba con cada entrada y salida de su pene en mis entrañas, el pobre sofá donde me tenia recostada apareándome crujía y chirriaban sus patas antes tan duras empotradas.
¡Dios mío! Como gozaba mi marido, no me satisfacía ni la cuarta parte que me colmada este macho. Mis piernas lo estaban apresando por detrás de su trasero cada arremetía de él eran gemidos y gritos míos, Me satisfacía completa de pronto siento que mi cuerpo se acelera y me llega un orgasmo como nunca me había llegado uno, patalee en el aire, grite groserías en la pasión de mi entrega, luego siento como este semental me comprime y me rellena de semen mi matriz, cuanta leche si me sobrepasa la capacidad de mi vagina y esta escurre hacia mis piernas mojándomelas toda, lo abrazo entusiasmada y le susurro a su oído que seré muchas veces de él, cuantas veces él lo desee, soy su hembra.
Besándolo apasionadamente mientras él soltando mi mano posó las suyas directamente en mi espalda apretándome hacia él. Yo lo abracé fuertemente y él empezó lentamente a bajar sus manos hasta llegar a mis nalgas las cuales apretó firmemente mientras no paraba de besarme, con gran habilidad lamía mis duros pezones y metía su mano bajo mi falda buscando mi concha la cual rápidamente encontró. Sin parar de lamer mis pezones y senos, con sus dos manos y hábilmente recorrió mi cuerpo y bajó sus manos pasaba sus dedos por mi rajita mientras yo enloquecida agarraba su cabello fuertemente no paraba de bombearme y yo no pude resistir más, agarré fuertemente al sofá arañándolo al enterrar mis uñas en el forro de este y con un gemido le hice saber a mi amante que había llegado a un nuevo orgasmo, pero él no se detenía y continuaba insertándome su polla dura en mi hoyito a la vez que lamía mis senos, me giro y el quedo debajo yo me senté a lo jinete sobre su cintura, él amasaba mis senos mientras yo saltaba sobre su miembro enterrándolo hasta el fondo de mi sexo. Tras un par de minutos, empecé a hacer movimientos circulares sobre su pene y nuevamente me llena de semen a la vez que me llega otro orgasmo.
La madre, mi amiga, no sabe cuanto gozo con su hijo cuando me visita y ella sigue enviándome con Leo mis recados y vestidos que ella me los cose o arregla, a Leo le pago bien sus molestias cada vez soy a lo menos clavada dos veces y de su pene salen a lo menos medio litro de semen que me inundan mi vagina. Llevamos ya seis meses de ser su amante y fruto de sus impetuosas penetraciones estoy embarazada de un bebé en mis entrañas que él me fecundó. Mi marido piensa que este bebé es suyo, pero que equivocado esta.
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