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Pecado de inocente - 2 de 2

No dejes de pasar por mi mejor post

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No te vas a arrepentir


PECADO DE INOCENTE
PARTE 2 DE 2


El segundo intento sería diferente, Marcos sacó fuerzas de unos tragos de alcohol y embistió decidido, estaba tan caliente que ni siquiera llegaron a la cama, sin dudar, sobre esa mesa de roble del comedor, donde habían cenado, decidió cogerse a Ingrid ante los ojos de su esposo.
La tomó casi a la fuerza, con violencia, sin amor, sin tiempos, la desparramó con desprecio sobre la mesa y la tela de la tanga de esa mujer crujió entre sus dedos, ella aceptó el juego y se abrió para él mientras Reynaldo observaba inmutable a un lado, en un primer plano.
Él la tenía sobre la mesa y lo cogía sin piedad, en ese momento se sintió el dueño del mundo, ella gemía, se acariciaba el clítoris con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido, con su cabeza ladeada y su boca entreabierta, en cada embate Marcos miraba extasiado el vaivén de sus grandes tetas, que se movían acompasadas como olas de mar, tomó una con su mano izquierda, aprisionándola con fuerza y metió los dedos de la derecha en la boca de Ingrid, bien profundo.

También mantenía un juego desafiante con Reynaldo, le preguntaba si era lo que quería, si era lo que le gustaba, si esperaba eso, el juego de palabras hasta sonó agresivo tratándola a ella de puta, y su esposo solo animaba a más, a que no la dejara con ganas, a que se la cogiera como perra, solo más y más.
El sacó la verga de repente y empezó a eyacular sobre los labios, sobre el pubis y sobre el clítoris de Ingrid, no lo hizo por él, ni por ella, solo por Reynaldo, se le hizo muy caliente que ese cornudo viera como un tercero le llenaba de leche toda la concha a la bastarda de su mujer.

Fue tan raro como original, cayo rendido, no podía más, y todo pareció ser perfecto, demasiado perfecto para ser real.
Repitieron el juego un par de veces, y todo lo novedoso de la primera vez pareció tornarse normal, los hombres chateaban por celular, era todo muy lógico, al punto que Marcos sintió que estaba naciendo una amistad más allá de la cama entre corneador y corneado.
Cambiaron los juegos, las situaciones, y más tenía, más quería, ya no era el hombre puntual de abrir a las nueve de la mañana y cerrar a las siete de la tarde, a veces llegaba después de horario, a veces se iba antes, a veces cerraba un rato en el medio, solo para cogerse a esa mujer en las narices de su esposo. Estaba distraído, en otra cosa, no era el mismo y jamás pudo a notar que la trampa empezaba a cerrarse.

Ese lunes Ingrid y Reynaldo lo tomarían por sorpresa, ambos cayeron sin aviso a la veterinaria, el tipo quería conocer el sitio donde trabajaba el macho que cogía a su mujer y rápidamente se respiró calor en el ambiente, Marcos tomaría la iniciativa, estaba dulce, esta vez fue el quien tornó el cartel de 'open a close' y echo llave a la puerta, Ingrid estaba hermosa, con esas calzas que tan bien le marcaba las formes de mujer, Marcos no terminaba de creer su fortuna, lo loco de toda la situación y el motivo de haber sido el elegido, todo era perfecto, demasiado perfecto.
Estaban en los juegos previos, como cada vez que lo hacían, fue cuando notó que Reynaldo había sacado su celular y se aprestaba a filmar, Marcos no estaba dispuesto a eso, pero Ingrid le salió al cruce, le dijo que serían fotos de ella, que les gustaba a ambos guardar esos recuerdos de sus amantes y que todo estaba bien, el seguía reticente entonces ella le susurró al oído como un secreto, que si lo permitía ella dejaría que se la diera por el culo.

Fue demasiado para Marcos, no podía negarse a algo que le parecía tan exquisito y no se atrevió a confesar que jamás lo había hecho con ninguna mujer por ahí, que le resultaba curioso y que solo lo había visto en algunas películas condicionadas. Es que así era él, tan crédulo como inocente y la intriga pudo más que el peligro, la obsesión por esa mujer no tenía límites y ella sabía que tenía el control.
Después de unos minutos ella estaba en cuatro, entregada a los deseos oscuros del veterinario, él fue por todo, lubricó un poco con saliva antes de enterrar el pulgar en el orificio trasero, lo sintió apretadito, calentito, y sintió un irrefrenable deseo de poseerlo. Fue con su pija entonces, ella no resistió mucho, solo fue cosa de acostumbrarse al intruso, la tomó por la cintura y solo empezó a sodomizarla, salvaje, animal.
Ingrid gemía y eso le encantaba, ella lo animaba a más, le preguntaba si le gustaba y le decía que no parara de romperle el culo.


Pecado de inocente - 2 de 2


Se abstrajo del entorno, ya no le importó cuantas fotos tomara Reynaldo de la que era su mujer, y no solo eso, tampoco se percató de lo que realmente estaba haciendo el fotógrafo improvisado, él solo tenía la vista clavada en su propia verga, viendo como entraba y salía en el culo de esa mujer. Se sintió venir, estaba caliente, fuera de control, sacó se miembro y terminó masturbándose a centímetros de ese esfínter todo dilatado, empezó a escupir con fuerza y lo hizo como lo había visto en tantas películas, todo sobre el sexo de Ingrid, bañando sus nalgas, su esfínter, sus labios, su clítoris, su conchita y sus piernas.
Terminaron riendo, Marcos tenía lo suyo, pero no se percató que la pareja también tenía lo que estaban buscando.

Tiempo después Reynaldo lo visitó por la veterinaria, le pareció raro, puesto que las cosas siempre empezaban con Ingrid, pero dejó correr las palabras de la boca de ese hombre. Mostrador mediante, el mismo mostrador sobre el cual más de una vez se había cogido a Ingrid, Reynaldo le explicó en pocas palabras que estaban con problemas económicos y que necesitaban la ayuda suya, era momentáneo, pero, en fin, no tenía a muchos a quien recurrir.
Marcos se mostró sorprendido, no esperaba eso, le explicó que no era millonario, que la veterinaria apenas le daba sustento a su familia y que mucho no podía hacer, abrió la caja y solo le dio la pobre recaudación de la mañana como gesto de buena fe, pero su amigo miró el dinero con desprecio, y solo le dijo que eso sabía a limosna, que no se preocupara, que ya vería que hacer, solo se marchó dejándolo con el efectivo sobre el mostrador y un cúmulo de preguntas sin respuestas.

Por la tarde sería ella quien se haría presente, estaba espectacular como de costumbre, pero su rostro ya no tenía dibujada esa sonrisa que lo había cautivado, Ingrid estaba seria, le dijo que su marido estaba en problemas de deudas y que realmente necesitaban una buena suma de dinero, Marcos no podía creerlo, se sentía arrinconado y le dijo que realmente era solo un humilde trabajador, ella tomó papel y lápiz y anotó una cifra, le dijo que la consiguiera para el vienes, que caso contrario tendría problemas, en verdad no conocía a su esposo cuando estaba acorralado y que recordara que tenía fotos comprometedoras, que sabía dónde vivía, de su esposa y de sus hijos.
Se quedó perplejo por el giro de los acontecimientos, odió a Reynaldo y no supo que pensar sobre Ingrid, si era cómplice o si solo era una víctima, miró el número nuevamente y ya sintió ahogarse en sus pesadillas.

Se inventó una excusa con su mujer, le dijo que había apostado a los caballos y debía dinero, tontamente asumió que al ser veterinario podría asociar naturalmente el tema de los caballos, ella no dijo mucho, y con una terrible carga de conciencia sacó una parte de los ahorros que tenían en el banco, esos que tanto sacrificio les había costado, ahorrando centavo a centavo. El viernes, le dio el paquete a la pareja, quienes le juraron que ya no habría inconvenientes y que pronto se lo devolverían.


infiel


Mentiras, pronto caería en cuenta que estaba siendo chantajeado, y que pronto llegaría un nuevo pedido, y otro más y siempre con las amenazas, ya no veía a Ingrid para coger, no, solo para que viviera de él, agarrada como un parásito.
Empezó a desesperarse, no sabía que decir en su casa y su esposa sospechaba cada vez más, no era tonta, pero Marcos estaba quemando todos sus ahorros. Lo problemas y las discusiones se hicieron naturales en el seno de su hogar y decidió cerrar el grifo, le dijo al matrimonio que la no habría más nada entre ellos, ni sexo, ni dinero, que le estaban arruinando la vida.

Poco después iba caminando con su esposa por la calle, iban mirando vidrieras, despreocupados, un coche al pasar les tocó bocina animosamente, él notó que conducía Reynaldo y al pasar le gritó un 'adiós doc', tragó saliva, su mujer le preguntó quién era, y con un frío que le recorría la espalda le dijo que solo era uno de los numerosos clientes, pero en verdad sabía que lo estaban amenazando.

Pero eso no sería nada a comparación de lo que sucedería días después, fue por la noche, en la cama, antes de conciliar el sueño, cuando su esposa le preguntó directamente por una tal Ingrid, una morena de unas tetas enormes, quien llevaba a su mascota entre brazos, un perrito llamado 'Toby', se habían cruzado por casualidad en el mercado y ella sabía que era la esposa del veterinario, que habían cruzado algunas palabras y le había mandado saludos. Marcos estaba mudo, con sus labios sellados, con los ojos enormes mirando la misma oscuridad del cuarto, estaba acorralado, como una bestia en una trampa, entre la espada y la pared, desesperado. Las últimas palabras antes de que su esposa se durmiera fueron sarcásticas, le preguntó si todas sus clientas tenían esas tetas y si con todas era un hombre tan amable.

Estaba en banca rota, había sacado algunos créditos a escondidas solo para pagar el silencio de esa maldita pareja, su matrimonio se iba a pique y su hogar era un nido de sospechas, buscó ayuda en abogados que le pidieron más dinero por hacer nada, en la justicia donde solo se llevó burlas y en sus pocos amigos quienes no hicieron más que compadecerlo sin darle ningún camino alternativo.
Todo se desmoronaba y el punto de quiebre fue esa tarde al regresar a su hogar, sus hijos no estaban, le pareció raro no escucharlos al llegar, solo lo esperaba su mujer, con su rostro embebido en lágrimas y un pañuelo humedecido entre sus manos, sentada a la cabecera de la mesa, sobre la cual había una colección de fotos impresas que mostraban su veterinaria, lo mostraba a él en primer plano teniendo sexo con una extraña, porque en ninguna se veía el rostro de Ingrid

Era el fin, su vida estaba destruida, no podía escapar...

Trazó su plan, no podía permitir que Ingrid y Reynaldo hicieran con otro tonto lo que habían hecho con él, porque ya todo estaba claro. Hizo cálculos, era veterinario y había hecho intervenciones muchas veces, sabía anestesiar, era cuestión de calcular pesos y cantidades, y entre personas y animales no debería haber mucha diferencia.
Esperó el momento, agazapado, como un depredador que espera su presa, cuando Ingrid volvía de algún sitio y abrió la puerta de su casa él se coló por detrás en un salto, como un ladrón, y estuvieron a solas, frente a frente, un hombre humillado, enfurecido, colérico y una mujer temerosa, acobardada y sumisa. Ella trató de excusarse y poner toda la culpa sobre su esposo, pero él ya no se comió el cuento, solo le dijo todo lo que le habían hecho vivir y antes de seguir discutiendo, antes que ella lo hiciera cambiar de opinión, fue por todo, no le costó demasiado, en minutos había doblegado a esa mujer abusando de su fuerza y la había sedado, lo suficiente para llevarla a un estado de inconciencia. La llevó sobre la cama, la acomodó y siguió con el próximo paso del plan.

Buscó algo contundente, por un lado, por otro, había elegido un palo de amasar, pero luego vio una piedra multicolor que reposaba de adorno, tanteó el peso y juzgó que era suficiente.
Miró la hora, estaba en tiempo, solo se agazapó nuevamente, no tardaría en llegar.

Cuando Reynaldo recobró el conocimiento tenía la vista nublada, fuera de foco, le dolía terriblemente la cabeza y sentía escurrir su propia sangre, estaba de lado, atado, amordazado, inmóvil, en su cama.
Cuando pudo enfocar su vista vio a su mujer a su lado, estaba semi inconsciente, desnuda y un poco más lejos, en segundo plano a Marcos, quien solo esperaba el momento.

Pasaron los minutos y el efecto de la anestesia empezó a ceder en Ingrid, era lo que esperaba, solo fue entre sus piernas y empezó a cogerla con mucha vehemencia, ella estaba demasiado débil para resistirse, y los gritos de Reynaldo se ahogaron en su propia mordaza, un espectador de lujo, como siempre, pero ahora era diferente.
Marcos veía las enormes tetas de Ingrid sacudirse por sus empellones, sería la última vez, él lo sabía, eran tan hermosas, tan perfectas, si hasta se le iba la vida por ellas, la triste emoción nubló su vista con lágrimas y todo se hizo difuso.
Terminó masturbándose sobre ellas, se las llenó de leche y tomó premura con lo que estaba haciendo, ella ya estaba demasiado consiente.


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Volvió con una nueva dosis, esta vez no habría retorno, tomó el brazo de Ingrid y solo inyectó el contenido, luego fue el turno de Reynaldo, aun resoplaba y hasta lloraba rogando por clemencia, pero nada lo haría cambiar de opinión, mientras esperaba que todo terminara, despidió a Reynaldo con la promesa de encontrarlo en el infierno.
Solo se quedó lo suficiente para asegurarse que todo estaba terminado, miró los cuerpos inertes de la pareja tendidos sobre la cama, el de lado, atado y ensangrentado, ella desnuda, con sus pechos llenos de semen. Solo le dio un poco de pudor y se dignó a taparla con una sábana.

Retiró la soga con la que había inmovilizado a Reynaldo, su cuerpo inerte ya no la necesitaba, sacó de su bolsillo la carta de despedida que ya había escrito, no decía mucho, solo pedir a su esposa e hijos que no lo juzguen, él solo era un buen hombre.
Le puso encima la piedra aun ensangrentada con la que había golpeado a Reynaldo, para que ninguna brisa le llevase, y la historia sigue por donde comenzó, solo un buen hombre, una mala decisión.

FIN


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