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nada mejor que atrapar a un hijo con el culo

Quedé viuda muy joven cuando mi hijo aún era pequeño, fue algo inesperado, que nos tomó por sorpresa, entré en una profunda depresión. El primer año fue insoportable, pero gracias a un psicólogo fui superando el trauma y asumiendo la perdida. Los primeros años el sexo ni pasaba por mi cabeza, ya ni pensaba en hombres, me sentía vacía.
Cuando Christian, así se llama mi hijo, cumplió 18 años yo estaba mucho mejor, la muerte de mi esposo pasó a ser otro escalón en mi vida, lo había superado, ahora mi vida era mi hijo. Mi hijo es muy protector conmigo, yo diría que celoso, pero creo que es algo normal que ocurre con la mayoría de los hijos varones con las madres.
Un día estábamos desayunando y le alcanzo una taza de leche, un movimiento que hago siempre, casi volcada sobre la mesa, pero esta vez me doy cuenta que sus ojos se detienen en mi remera, no llevaba puesto corpiño, su vista se hacía paso entre mi remera para ver mis tetas. Ese gesto fue la chispa que encendió la mecha de mi libido. Sentí la necesidad de mostrarle más, que se deleite con mis pezones, pero después de unos eternos segundos tuve que volver a mi posición. Desde ese momento me sentí deseada de nuevo por un hombre, aunque este hombre sea mi hijo. Necesitaba mostrarle más, ya no podía parar, me masturbaba pensando en mi hijo.
Algunas veces me había visto en ropa interior cuando me cambiaba, pero no muy diferente a verme con alguna bikini, tampoco pensaba que podía provocar algo en él. Ahora me había propuesto a cambiar eso, quería volverlo loco, excitarlo y para eso tuve que elaborar un plan.
Mi idea fue entrar en confianza, ser más abierta en lo que le contaba de mi intimidad. La excusa era que me ayude, por ejemplo a elegir que ropa usar para ir al médico. Empiezo a contarle un problema inexistente para enredarlo en mi trama.
Al otro día cuando estábamos desayunando tomo el teléfono y marco un número inexistente, simulo una conversación con mi médico y acuerdo una cita, para darle realismo a mi relato.
—Christian, tengo que ir al médico al mediodía, vos te arreglas con la comida.
—Sí no hay problema. ¿Qué te pasa, estás enferma?
—No es nada, siento una molestia y quiero que me revise.
—¿Qué, del corazón?
—jajaja, no por suerte, no, es más abajo.
—Ahhh
—hace como una semana que siento como puntadas acá atrás y quiero que me controle, no creo que sea nada grave, pero es mejor prevenir.
—Pero ¿te duele?
—Sólo cuando siento las puntadas, lo peor es cuando estoy hablando con alguna persona y no sé qué hacer, ni me puedo rascar, imagina que estoy hablando con la panadera y me empiezo a rascar el culo, jajajaja, ¿qué van a pensar?
—jajaja que te gusta tocarte el culo.
—jajaja, me voy a duchar y después me ayudas a elegir que ropa ponerme, no sé qué ponerme.
—Sí, avísame
Me fui a duchar y me masturbe pensando en que mi hijo había caído en mi telaraña. Me termino de duchar y voy a mi habitación. Busco en el cajón, donde guardo mi ropa interior, un conjunto rosado, de tela muy fina, casi transparente, sabía que el corpiño dejaba ver mis pezones como si no tuviera nada puesto, lo mismo pasaba con la braga, por delante tenía un bordado muy cerrado que no dejaba ver nada, pero por detrás dejaba ver la raya del culo como si no tuviera nada puesto. Ya estaba preparada para llamar a mi hijo.
—¡Christian! ¿Podes venir?
En cinco segundos estaba apoyado en el marco de la puerta de mi habitación. Tuve la precaución de dejar abierta la puerta.
—Sí, ¿qué pasa?
Fue instantáneo, bajo la cabeza y clavo su mirada en mis tetas, hice como si no lo hubiese visto, le empiezo a hablar con naturalidad pidiendo su ayuda.
—Dale, pasa. ¿Qué me pongo, este vestido o voy más informal de jean y remera?
—te conviene ir informal, es más cómodo.
—tenés razón puedo llevar la remera de algodón, está haciendo calor.
Fue la oportunidad para darle la espalda cuando fui a buscar la remera a la cajonera de la cómoda, me podría mirar el culo a su gusto, se podría empachar de deseo. Ya lo había atrapado fui el anzuelo, ahora esperaba ser la presa.
—Espero que me atienda la doctora Verónica, muchas veces está su padre, pero es muy bruto.
—¿Por qué bruto?
—Es un hombre mayor, no ve bien y tiene los dedos más gruesos que la hija, jajaja
—Que exagerada
—Claro vos lo decís porque no te tienen que meter el dedo en el culo
—Jajaja como si nunca te hubieras metido nada
—Jajaja, que atrevido. Bueno me termino de vestir y me voy porque se me hace tarde.
Sale de mi habitación y me termino de vestir con la satisfacción de la tarea cumplida, sabía que lo había dejado caliente como un hierro candente. Estaba preparada para hacer tiempo por algún centro comercial y conseguir alguna farmacia para comprar varias cosas para completar el plan.
Habían pasado unas cinco horas, ya había conseguido todo y regreso a casa, como había supuesto él me estaba esperando.
—Hola Christian
—Hola ¿Cómo te fue?
—Bien, eso creo. Me dijo que no era nada grave.
—¿Quién te atendió?
—Estaba el viejo.
—¿Te dolieron los dedos?
—Jajaja, no peor me tuvo que mirar con el espéculo
—¿espéculo?
—Es como una especie de pinza que te meten y te agrandan el agujero para mirar por dentro, te digo que es peor que los dedos.
—Ves que hay cosas peores que los dedos del pobre viejo
—No te creas, peor fue que justo cuando estaba mirando por el agujero lo llamaron por teléfono y me tuvo como diez minutos con la pinza en el culo mientras hablaba por teléfono.
—Jajaja pero por lo menos no te encontró nada.
—Por suerte me dijo que puede ser una infección leve, me dio una crema y unos antibióticos en supositorios
—Jajaja parece que te vas a tener que seguir metiendo cosas
—No… solamente la crema voy a usar
—¿Pero no son antibióticos?
—Sí, pero no quiero meterme tres veces al día esa porquería.
—¿Pero no tenía en pastillas?
—Así es el viejo, me dijo que son mejores los supositorios, más rápidos, más localizados y bla bla bla, no lo pude convencer, hasta parecía enojado cuando lo contradecía.
—No te va a quedar otra que usarlos si te querés curar.
—¿Qué me vas a obligar? Jajaja
—Si es necesario, te voy a obligar.
—¿Quién, vos? Jajajaja, toma estos son los supositorios, primero me tenés que atrapar.
No podía haber salido mejor, otra vez el anzuelo, esta vez fueron dos blíster de supositorios de glicerina sobre la mesa, ninguna inscripción le regalaría una pista de su contenido, ni creo que si la tuviese se hubiera leído. Así como se las tiro en la mesa le doy la espalda y me voy caminando esperando su reacción, que no tardó en llegar, escucho que corre la silla arrastrándola con violencia, me doy cuenta que me quiere agarrar y salgo corriendo. Me corre por toda la casa, él como el cazador y yo su presa, me trata de tomar por la cintura, pero me resisto con violencia y escapo, sabía que por puro instinto eso lo violentaría más. Me agarra dos veces y logro escapar nuevamente, ya en el segundo intento me sujeta más fuerte. Llego corriendo a mi habitación entre risas y él casi pegado también entra y me agarra, pero esta vez me tira boca abajo sobre la cama, yo todavía me resisto pero él ya me sujeta con todo el peso del cuerpo. Se sienta sobre mi espalda, quedo inmovilizada y entregada a su voluntad. Queda sentado sobre mi cintura y mirando mis piernas, pone sus manos sobre mis nalgas y empieza a bajar mi pantalón jean, lo hace con fuerza ya que lo llevo ajustado, tira y tira hasta que logra bajarlo, estaba tan ajustado que arrastra la braga y quedo con el culo al aire, yo no le digo nada, sólo largo una carcajada y le digo.
—jajajaja a ver si te atreves a meterle dedo en el culo de tu mami.
—Claro que sí, el dedo y el supositorio.
—jajajaja, no, no, no, jajaja
Yo no sé la iba a hacer fácil, primero saco un supositorio del blíster y tiró el papel a un costado, luego empezó a separar mis nalgas con una mano para buscar el agujero y con la otra a tratar de embocar el supositorio, yo apretaba los glúteos con fuerza pero sedo enseguida. Puedo sentir que lo logra meter y lo deja en el ano.
—¿lo vas a dejar ahí? Se va a salir, empújalo adentro sino se sale.
No dijo una palabra, pero su dedo parecía hablar, lo empezó a empujar adentro del culo hasta que hizo tope su mano, luego lo fue sacando muy despacio y cuando lo saco del todo me pego dos veces en el culo como si fuera un tambor.
—Listo, ya está.
—Espera, espera, espera ¿y la crema?
—¡Ahora vengo!
Salto de la cama como un resorte y salió corriendo a buscarla, yo estaba recaliente, rápidamente me termino de sacar el jean y la ropa interior, me vuelvo a tirar boca abajo en la cama y quedo esperando a mi hijo con el culo al aire.
—¡Acá está!
—Bueno, ahora me pongo cómoda.
Me puse en cuatro sobre la cama, se sienta a sobre la cama abre el pomo de crema y me la empieza a pasar por ano. Cada roce con su dedo me encendía más, cada caricia me lubricaba más y no sólo el culo, estaba a punto de acabar hasta que no aguanté más, me doy vuelta y le digo.
—Christian, ahora me toca a mí.
Me siento en la cama y queda parado frente a mí, lo tomo por la cintura y le jalo el pantalón hasta los tobillos. La pija salta como un trampolín y queda a la altura de mi boca, cierro los ojos la tomo con las dos manos y me la llevo a la boca, se la empiezo a mamar lentamente, pero no quiero que acabe en mi boca.
—Métemela en el culo.
No dijo nada, sólo obedeció como un esclavo autómata, el supositorio por el calor de mi cuerpo ya se había derretido dentro del recto, fue el mejor lubricante, podía sentir la vaselina mojarme por dentro. Arrimo el glande a mi ano y casi no hizo falta hacer fuerza, entro la pija entera en mi culo, era algo increíble. Empezó a sacudirme con violencia y yo a chorrearme entre las piernas, había tenido un orgasmo como nunca en mi vida, fue hermoso. El mete y saca duró unos minutos hasta que no aguantó más y acabó dentro del culo con un largo chorro de semen.
Saco su verga y quedo acostada en la cama, pero él se recuperó casi de inmediato y me empezó a coger nuevamente por el culo, esta vez estuvo bombeando como media hora. Esa fue nuestra primera cogida, pero no fue la última, desde ese día casi lo hacemos todos los días, es un vicio que no podemos abandonar y espero que dure por mucho tiempo.

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