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La rebelión de mamá (II)

Anteriormente: Luego de ayudar a mi madre a arrancar su auto por haberse quedado sin batería vuelvo a casa y me quedo dormido, tengo un sueño que parece real donde estimulado por una escena erótica de una película donde una mujer madura tiene relaciones con uno más joven dentro de su auto se asemeja a mi madre y a mi.
Despierto con culpa y algo de asco, me doy una ducha tratando de pensar en otra cosa y voy hacia mi trabajo.
Transcurren los días con normalidad, no he vuelto a tener esos sueños perturbadores, eso sí, he tenido que recurrir a ver algo de porno para masturbarme.
No soy de mirar pornografía, pero sentía que necesitaba descargarme, así que me puse a buscar sobre todo a chicas jóvenes, modelos, de mi edad.
En mi trabajo las cosas se ponen densas, uno de los gerentes locales es promovido a otro país, por lo que habría un ascenso para algunos de los aspirantes.
Se desata entonces una competencia feroz, que nos pone a todos a realizar esfuerzos extras para agradar al gerente general.
En esos días mi madre me manda whatsapp pidiéndome juntarnos algún día para diagramar su negocio, asesorarla junto a sus amigas para no cometer errores.
Le pido tiempo, le cuento sobre mi situación, mi madre está ansiosa pero comprende, por un par de semanas no podríamos vernos, pero le tiré algunos tips y tareas para que vayan haciendo hasta que nos podamos juntar.
Esos días son muy intensos, voy muy temprano y llego tarde a mi departamento, incluso a veces me llevo trabajo a casa para adelantar y hacerlo durante la noche o los fines de semana.
Llega el día finalmente de la resolución y obtengo el ascenso, eso me pone feliz, un mejor puesto, un mejor sueldo, y realización personal.
Ese viernes salgo exultante, con mis compañeros de equipo salimos a brindar, cada uno también es promovido a otras áreas, hay uno que ocupara el puesto que dejo, es todo alegría.
Le doy la buena noticia a mi madre, el domingo ya podríamos vernos, comer una buena pasta casera y ver lo de su negocio.
Pero esta noche brindaríamos y tomaríamos todo con mis amigos, nos llevamos el mundo por delante. Y lo haríamos notar en un festejo descontrolado por los bares porteños.
Esa noche no hay control, estamos tomando, le hablamos a cualquier chica que aparezca, invitamos tragos, y más de uno puede sacar teléfonos y besar a chicas con la esperanza de llevárselas a su departamento, algunos no pueden, están en pareja o son casados, pero esa noche todo quedará en secreto.
En uno de los locales nocturnos, decidimos hacer nuestro descontrol final, ya es de madrugada. Cada uno va a la caza de alguna mujer.
Yo que no he tenido éxito en toda la noche, intento nuevamente y parece que voy a ser rechazado, cuando en medio de la pista, me choco con una mujer hermosa, madura. No sé cuántos años tendría, pero me llevaría al menos 15 años.
Le pido que me disculpe por el choque en la pista de baile, y ella me mira con una expresión extraña.
"como disculpe, no me hagas sentir vieja, tuteame, hablame de vos" me dice al oído.
Me sonrojo, sintiendo que cometo un error tras otro.
"lo mínimo que podes hacer ahora es bailar conmigo e invitarme un trago" me vuelve a susurrar al oído mientras me apoya sus tetas en mi pecho.
Asiento con la cabeza y comenzamos a disfrutar del momento, bailamos, reímos, y luego de unos largos minutos la invito a tomar algo.
Al pedir los tragos vamos a un lugar donde hay sillones, luz tenue, la música no es tan fuerte, pero ahí estamos listos para compartir esas bebidas.
Sus piernas doradas se ven apetecibles con la escasa luz, su escote es pronunciado, llama a la vista.
De tanto hablarnos al oído y apoyarnos las manos en nuestros hombros y piernas terminamos besándonos apasionadamente.
Pasamos muchos minutos besándonos y rozándonos como si no hubiera nadie más en el boliche.
En un respiro me dice que no podemos ir a su casa porque tiene hijos adolescentes viviendo con ella. Le ofrezco ir a mi departamento.
Vuelvo manejando en un mal estado, ella no está mejor que yo, hacemos lo prohibido de ir con mi propio auto manejando hasta el departamento, un riesgo para nosotros y los demás, estupidez de juventud y calentura.
Al llegar, apenas bajamos ella me besa apasionadamente, entramos al edificio pegados, mientras esperamos en el ascensor me dice cosas como que le encantan los pendejos como yo, que ya quiere probar mi cuerpo joven, etc.
En el ascensor me besa y toma mis manos guiándola a su pecho y su cola. Ella lleva las riendas esta noche.
Casi no me deja entrar al departamento, me cuesta poner la llave, pero lo logramos y de un portazo que despierta seguro a todo el edificio nos disponemos a tener sexo.
Me arranca literalmente la camisa, vuelan los botones por todo el suelo, la voy guiando a la habitación.
Nos vamos desvistiendo mientras avanzamos hacia la cama.
Tiene un cuerpo exuberante, unas tetas grandes, una cola proporcionada, unas piernas torneadas, trabajadas en un gimnasio evitando el paso del tiempo.
Su boca recorre todo mi cuerpo, sus manos tocan todo lo que pueden de mi. Me llama pendejo todo el tiempo, eso me calienta.
Esta mujer de 40 años está volviéndome loco de placer, como ninguna otra chica lo hizo.
Me arranca el bóxer con los dientes y sus manos se ubican en mis bolas y en mi tronco que está parado ya, me mira a los ojos con lascivia y abre su boca sedienta para comer el glande que estaba rojo de calor.
Como nunca antes siento electricidad en mi cuerpo, temblores nuevos que solo experimenté en mis primeras masturbaciones de la adolescencia.
Ella se da vuelta y me propone un 69 sin hablarlo, sacó su minúscula tanga y sin previa ella baja su pelvis a mi cara, a mi boca, quiere sentir mis labios y mi lengua en sus partes íntimas.
La complazco, como, muerdo, chupo, meto mi lengua por todos lados, trato de retribuir algo del placer que ella me está dando.
No sé cuánto tiempo pasó, pero en un momento se da vuelta y dice que ha llegado el momento de desvirgarme.
Claro que no soy virgen, pero se ve que esta madura tenía fantasías con iniciar a jovencitos en el sexo.
Se pone encima de mí y ella sola se mete la pija dentro de su vagina, se mueve muy lentamente, disfruta cada centímetro.
Sus uñas se clavan en mi pecho. Y se abalanza sobre mi cuello besándolo fuerte, haciendo chupones mientras comienza a balancearse sobre mi tronco.
Me muerde los hombros y sus uñas rasguñan mis bíceps, mientras cabalga con más fuerza.
Por primera vez escucho a mi cama quejarse, rechina de una manera violenta. Esta mujer está poniendo a prueba su resistencia.
Comienza a gritar, cada vez más fuerte, a tal punto que me preocupo por lo que escucharan mis vecinos.
Ella me obliga en un momento a ponerla en 4, me dice que le cachetee las nalgas, me grita que es lo que tengo que hacer, la bombeo y se escucha el golpeteo de sus nalgas con mi abdomen.
"haceme tuya pendejo, demostrále a mamá lo potente que sos" me dice en un momento.
Eso me perturbó, pero me calentó más, así que seguí bombeándola con más fuerza, sus tetas se bamboleaban sin control.
Se da vuelta casi en el aire y se pone frente a frente, se cuelga de mi prácticamente y me cabalga apoyándome las tetas en la cara.
Se las chupo y se las cómo mientras ella sube y baja de manera frenética.
Esta mujer sigue y me hace explotar dentro de ella.
Eyaculo como nunca, ella sigue cabalgando pero se retira de mi y se arrodilla en la cama llevando su boca a mi miembro latente.
Sin preguntarme se la mete a la boca, chupa y sigue chupando, limpia lo que quedo de mi leche.
"me encanta la leche de pendejos" me dice como poseída.
Nos quedamos dormidos rápidamente.
Por la mañana ella me despierta abruptamente. Me dice que le abra, que debería haberse vuelto anoche apenas terminamos de coger. Que sus hijos la estuvieron llamando porque no sabían porque no volvió a la casa.
Me visto con lo que tengo a mano y le abro la puerta, ella está muy preocupada, se va arreglando en el ascensor, acomodándose, peinándose.
Por la mañana ya me doy cuenta que esa mujer caliente de la noche, era una señora con hijos, preocupaciones, parecida a mi madre, eso me puso un poco incómodo.
Al salir del ascensor, le pregunto si nos volveríamos a ver, me dice que lo duda, no le gusta repetir experiencias.
Le pregunto el nombre al menos y me dice que se llama Maribel.
Se aleja diciéndome que la pasó muy bien, que es como hacer gozar a una mujer, y me tira un beso al aire mientras para un taxi.
Ese sábado me dedico a recuperarme de la resaca, comer liviano, tomar agua, te, hacer nada prácticamente.
Por la noche no me puedo dormir pensando lo que pasó la noche anterior.
Me pongo a buscar pornografía en internet, esta vez ya no jovencitas, sino maduras.
Maduras que me hagan recordar a Maribel, a esa noche frenética. Y luego de buscar algunas me masturbo, y así me quedo dormido.
Por la mañana la despido de mi departamento de manera apresurada, no me deja ni su teléfono ni su dirección, solo su nombre: Maribel.
Ese sábado paso el día recuperándome de mi noche de sexo, y cuando llega la hora de dormir, me pongo a buscar porno, pero esta vez la búsqueda no serán jóvenes, sino maduras.
Me masturbo recordando a Maribel y con las nuevas imágenes de maduras cogiendo con jóvenes.
Al siguiente día, domingo, luego de una refrescante ducha voy al encuentro de mi madre. Día de pastas y organización de su negocio.
Llego y mi madre está con una falda deportiva bastante corta, una musculosa deportiva escotada.
Está transpirada, dijo que por la mañana está haciendo ejercicio en casa.
Se cumple la rutina de ayudarla a cocinar, revolver la salsa y tratar de esquivar la mirada de su nuevo escote con gotitas de transpiración y la cruz delicada pegada en uno de sus pechos.
Me pide que busque un implemento de cocina que está en un cajón debajo de la mesada.
Al agacharme y buscar me doy con la primera vista de sus piernas desde abajo, cada vez más torneadas, suben firmes desde sus tobillos hasta sus muslos.
La pollera cortita deportiva se eleva por la forma de sus nalgas, desde esa posición privilegiada puedo ver el comienzo de la redondez de sus maduras nalgas.
"lo encontraste hijo?" me interrumpe mi madre viendo que estoy embobado en sus piernas.
Le digo que sí, mientras saco lo que me pidió. Para salir del apuro le digo que me sorprende su ropa, le digo que parece más joven.
Me agradece el halago y me manda a lavarme las manos porque ya comeríamos.
Esta vez en el lavabo me lavo las manos, y la cara, me miro al espejo intentando ver qué pensamientos oscuros están apareciendo por culpa de Maribel.
Nos sentamos a comer y brindamos nuevamente, como madre e hijo.
Luego del almuerzo, comemos el postre y luego un café. Hablamos de su negocio, pero por arriba. Por la tarde nos sentaríamos con la computadora y los papeles para hacerlo en forma.
Es media tarde, el sueño dominical llega, me sugiere ir a dormir una siesta.
Mi cuarto de la infancia sigue estando disponible con mi cama.
Ella tiene su cuarto matrimonial.
Cada uno se va a descansar, a tomar una merecida siesta.
Me despierto de la siesta, no se cuánto dormí pero evidentemente la necesitaba, estoy tan adormecido que decido darme una ducha rápida para despabilarme, así que decido ir a avisarle a mi madre que tomaría un baño.
Al llegar a su cuarto toco con suavidad la puerta, solo para saber si mi madre estaba despierta.
Al no escuchar empujo la puerta lo suficiente para poder mirar hacia adentro.
Mi madre está dormida, se durmió con esa misma falda deportiva corta, pero por debajo no tenía calza, sino una bombacha rosa de algodón.
Una pierna levantada doblada lo suficiente como para ver sus nalgas grandes y redondas era una invitación a los ojos.
La bombacha se perdía tapando su vagina madura.
Estuve varios segundos de más mirando, más de lo que debería ser justificado para el "sin querer", pero antes de que sea un escándalo, baje la mirada y me retire yendo hacia el baño, donde me daría una ducha, una bien fría.
Al concluir la ducha, me dirijo hacia mi cuarto y me visto.
Voy secándome el cabello con la toalla mientras camino hacia el living de la casa.
Caminando por el pasillo escucho a mi madre hablar con alguien.
Estaba descalzo, así que decido dar media vuelta y volver a calzarme para la visita.
Me detengo porque escucho: "¿no te lo cogiste a Jorge?"
Vuelvo pasos atrás, y trato de acercarme para escuchar de lo que hablan.
Una amiga de mi madre está preguntándole si ella tuvo sexo en este tiempo que está divorciada.
Mi madre le dice que aún no está lista para eso, eso me alivia.
La amiga le repregunta nombrándole personas que se ve que conocieron en sus noches de amigas.
Mi madre se ríe, dice que solo hablan por el whatsapp, que alguna que otra vez salió a tomar un café con alguno pero no más de ahí.
De repente esta amiga le pregunta por mi, era la amiga que estuvo la noche que auxilie con la batería del auto de mi madre.
Mi madre en un tono serio le dice que no se le ocurra preguntar nada raro de mi.
La amiga le responde que solo pregunta para saber si estoy en pareja, que no tiene nada de malo mirar un poco.
Se ríen, mi madre le dice que es terrible, su amiga se ríe diciéndole que debe compartir lo que tiene.
Le sugiere a mi madre que tiene que experimentar con alguien de la edad de su hijo, le habla sobre el rendimiento, de cómo somos máquinas de taladrar comparados con los de su edad, de que solo pensamos en el sexo y nada más, que no estamos imaginándonos novelas, no traemos problemas de ex mujeres e hijos.
Mi madre le responde horrorizada que eso es una perversión, que si sale con alguien lo haría después de mucho tiempo y con alguno de su edad.
Me suena una notificación del celular y quedo expuesto, por lo que tengo que improvisar una salida, mirando mi celular y secándome el cabello con la toalla.
Allí me hago el sorprendido con la visita. Mi madre nos vuelve a presentar.
Su amiga había invitado sola, cuando mi madre le dijo que estaría en la casa para ver lo referido al negocio.
Pasamos al comedor y en la mesa desplegamos todas las computadoras y papeles para organizar su emprendimiento.
Fueron 4 horas ininterrumpidas, con cafés, charlas, debates, ideas y hasta malos entendidos.
Cansados llegamos a la noche, la amiga se va, se despide dándome un sonoro beso en la comisura de los labios mientras sus manos aprietan mis brazos.
Se va sonriéndome, y yo me hago el desentendido. Mi Madre la mira con bronca pero con una sonrisa, sabiendo que así era su amiga.
"te lo dejo todo para vos a tu chiquito Sandra" le dice a mi madre.
"Sos terrible Andrea", le responde mi madre y se despiden entre ellas.
Cenamos y ayudo a lavar los platos, mi madre me abraza por detrás agradeciéndome y apoyándome sus tetas en mi espalda sin ninguna connotación sexual, pero lo suficiente como para perturbarme.
Vuelvo a mi departamento, casi a la medianoche.
Me acuesto y enciendo la computadora, tras intentar ver alguna serie, sin que me atraiga, me voy al buscador.
Vuelvo a buscar "maduras follando jóvenes"
En la búsqueda, las recomendaciones llegan hasta una madre que se tienta con su hijastro.
Dudo en entrar en tal perverso título, pero termino clickeando en el enlace, que inmediatamente hace referencia a una madrastra y su hijastro que se tientan y tienen relaciones como cualquier pareja.
Lo mire sin tocarme, lo vi hasta cuando estaba por acabar dentro de su madrastra y me invade la culpa, así que cierro la ventana y luego cierro la computadora.
Apago las luces y me quedo boca arriba mirando el techo.
No me puedo dormir pensando en lo que vi, recordando a Maribel, recordando ese sueño tan real de la otra noche, pero por sobre todo me da vuelta la imagen de la bombacha rosa metiéndose entre las nalgas de mi madre.
La memoria guardo todo, ahí está en alta definición el movimiento de su pierna que hace que la bombacha se amolde al contorno de sus labios vaginales.
Y pensando de que si se notaban los labios vaginales es porque el vello púbico estaba muy recortado o inexistente.
Mi mano va hacia mi miembro que está enorme, duro y caliente.
Al tocar la punta de mi glande noto que el líquido preseminal ya ha largado muchas gotas.
Luego le siguen una decena de minutos de masturbación con los ojos cerrados, concluyendo con una explosión de leche que llega hasta mi cara, y deja un rio en mi pecho y abdomen.
Mi pene late, escupiendo más leche, como si nunca hubiera sido ordeñado.
Tengo que limpiarme y no alcanza el papel higiénico que guardo en la mesa de luz.
Es un desastre, un enchastre y una perversión.
Luego me duermo, mañana sería otro día, volviendo a la normalidad.
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