Era un momento de crisis en mí vida. Crisis en la familia, crisis con mí ex (que todavía era mí novia, pero estaba por ser mí ex), y crisis en el trabajo. Trabajo en una cadena de supermercados que en ese entonces estaba por presentar quiebra, con lo que no cobrábamos el sueldo. Pero seguía funcionando casi con total normalidad. Hacíamos protestas y todo pero no había una solución inminente.
Un día el encargado donde trabajaba yo va a trabajar a otro local y cuando vuelve al día siguiente me dice que había una chica de ese local que me tenía ganas. Mucha bola no le di porque cómo era un momento de crisis en todos lados en mí vida no quería sumar otro quilombo más. Se llamaba Ruth. Cuerpo bien grandote, cómo sus tetas y su culo. Media rellenita, pero lo justo. Pelo rojo, teñido, pero que le daba el toque.
Con el correr de las semanas había empeorado todo. Me había terminado de pelear con mí ex y ya era oficialmente soltero. Y en el trabajo, no había una solución y lo más probable era que quedemos todos en la calle. Empezamos a tener reuniones en el sindicato todos los días para saber novedades acerca del conflicto, por lo que por cada local íbamos dos representantes a esas reuniones. Empecé a acercarme a Ruth. Hablando solo de cosas laborales, pero además agregandola al face, y empezando a chatear por ahí. Era juntada, su pareja unos 10 años más grande y con una hija de un matrimonio anterior, a la que ella cuidaba mucho y tenía mucha relación, además de que vivía en el mismo edificio que la mamá de Ruth. Ella atravesaba una crisis en su pareja también porque el tipo era muy controlador y muy celoso. Le había comprado un teléfono con video llamadas ( de los primeros que venían con esa función) para saber que hacía ella cuando el no estaba. El trabajaba en una empresa de electricidad que hacía instalaciones por todo el país, con lo que en una semana por ahí eran 5 días afuera de Rosario y el resto en la casa con Ruth. Empecé a hacer el chamuyo y termino enganchandose. Quedamos en qué un día nos íbamos a ver y íbamos a ver qué onda. Un día después de las reuniones que teníamos nos juntamos en la casa de ella con dos chicos más y comimos unos sándwiches. Terminamos de comer y nos fuimos todos. A la tarde me manda un mensaje de que el novio no iba a ir ese día y si yo quería ir. Acepte. Eran tantas mis ganas de ponerla y tanta la seguridad de que esa noche la ponía, que antes de ir compré preservativos. Fui a comer con ella y después de comer nos sentamos en el futon que tenía enfrente al televisor a ver la tele y a tomar unos mates. Fuimos hablando de diferentes cosas hasta que terminamos a los besos. Nos paramos del futon a los besos, la arrincone contra la pared a los besos, y nos sacamos la ropa a los besos. Nos fuimos a la pieza y empezamos a cojer desenfrenadamente. Yo le lamía todas las tetas, le agarraba los cachetes del culo con las dos manos y se los abría y pellizcaba todos. Ella gemia, de tal manera que me hacía parecer que estábamos en una porno.
Estuvimos esa noche y nos seguimos viendo. Un día me llama para avisarme que el marido no volvía hasta el día siguiente y me dijo que vaya a la tarde. Fui, la agarre arriba de la mesada de la cocina, adelante de la ventana que da a la entrada del garaje del edificio. Empezamos a cojer de nuevo, y en eso suena l puerta de la cochera. Se asoma, y era el marido. Vestirnos a las corridas los dos y salir yo con una bolsa de basura, simulando que era de otro departamento. Al tiempo se separó y se fue a vivir con la mamá. Nos seguimos viendo y aún más porque ya no tenía que esconderse de nadie. El ex descubrió que le fue infiel conmigo y se pudrió todo. Ahí dejamos de vernos, el súper se recuperó, ella dejó de trabajar y la vi unas 3 o 4 veces más. Las veces que nos vimos, nos miramos como diciendo que nos debíamos un garche más, el de la despedida.
Un día el encargado donde trabajaba yo va a trabajar a otro local y cuando vuelve al día siguiente me dice que había una chica de ese local que me tenía ganas. Mucha bola no le di porque cómo era un momento de crisis en todos lados en mí vida no quería sumar otro quilombo más. Se llamaba Ruth. Cuerpo bien grandote, cómo sus tetas y su culo. Media rellenita, pero lo justo. Pelo rojo, teñido, pero que le daba el toque.
Con el correr de las semanas había empeorado todo. Me había terminado de pelear con mí ex y ya era oficialmente soltero. Y en el trabajo, no había una solución y lo más probable era que quedemos todos en la calle. Empezamos a tener reuniones en el sindicato todos los días para saber novedades acerca del conflicto, por lo que por cada local íbamos dos representantes a esas reuniones. Empecé a acercarme a Ruth. Hablando solo de cosas laborales, pero además agregandola al face, y empezando a chatear por ahí. Era juntada, su pareja unos 10 años más grande y con una hija de un matrimonio anterior, a la que ella cuidaba mucho y tenía mucha relación, además de que vivía en el mismo edificio que la mamá de Ruth. Ella atravesaba una crisis en su pareja también porque el tipo era muy controlador y muy celoso. Le había comprado un teléfono con video llamadas ( de los primeros que venían con esa función) para saber que hacía ella cuando el no estaba. El trabajaba en una empresa de electricidad que hacía instalaciones por todo el país, con lo que en una semana por ahí eran 5 días afuera de Rosario y el resto en la casa con Ruth. Empecé a hacer el chamuyo y termino enganchandose. Quedamos en qué un día nos íbamos a ver y íbamos a ver qué onda. Un día después de las reuniones que teníamos nos juntamos en la casa de ella con dos chicos más y comimos unos sándwiches. Terminamos de comer y nos fuimos todos. A la tarde me manda un mensaje de que el novio no iba a ir ese día y si yo quería ir. Acepte. Eran tantas mis ganas de ponerla y tanta la seguridad de que esa noche la ponía, que antes de ir compré preservativos. Fui a comer con ella y después de comer nos sentamos en el futon que tenía enfrente al televisor a ver la tele y a tomar unos mates. Fuimos hablando de diferentes cosas hasta que terminamos a los besos. Nos paramos del futon a los besos, la arrincone contra la pared a los besos, y nos sacamos la ropa a los besos. Nos fuimos a la pieza y empezamos a cojer desenfrenadamente. Yo le lamía todas las tetas, le agarraba los cachetes del culo con las dos manos y se los abría y pellizcaba todos. Ella gemia, de tal manera que me hacía parecer que estábamos en una porno.
Estuvimos esa noche y nos seguimos viendo. Un día me llama para avisarme que el marido no volvía hasta el día siguiente y me dijo que vaya a la tarde. Fui, la agarre arriba de la mesada de la cocina, adelante de la ventana que da a la entrada del garaje del edificio. Empezamos a cojer de nuevo, y en eso suena l puerta de la cochera. Se asoma, y era el marido. Vestirnos a las corridas los dos y salir yo con una bolsa de basura, simulando que era de otro departamento. Al tiempo se separó y se fue a vivir con la mamá. Nos seguimos viendo y aún más porque ya no tenía que esconderse de nadie. El ex descubrió que le fue infiel conmigo y se pudrió todo. Ahí dejamos de vernos, el súper se recuperó, ella dejó de trabajar y la vi unas 3 o 4 veces más. Las veces que nos vimos, nos miramos como diciendo que nos debíamos un garche más, el de la despedida.
4 comentarios - Adrenalina con compañera de trabajo casada