Fuimos a visitar a mis cuñados a la costa, hacía años que no los veíamos.
Nosotros un matrimonio joven de casi 30 años de edad. Ellos más grandes ya llegando a sus 40 años.
Tenían un hijo solamente, actualmente de 18. Con todas las hormonas a flor de piel.
De chico era hiperactivo y molesto, era irrespetuoso y maleducado. Nuestra conversación en el camino era acerca de si habría madurado, habría mejorado su conducta o seguiría por la misma línea.
Al llegar nos reciben nuestros cuñados, unas horas más tarde llega su hijo que había ido a jugar al fútbol. En cuero nos saluda todo sudado.
Ya estaba desarrollado, y se ve que iba a gym porque estaba bien armado, con abdominales marcados, buenos pectorales y brazos con bíceps y tríceps definidos.
Se notaba que estaba en esta onda de depilarse el cuerpo y quien sabe, seguro hasta sus partes bajas.
Saludo a mi esposa con especial atención. Sus manos tomaron su diminuta cintura para poder darle la bienvenida.
Eran días de verano, el calor nos obligaba a ir con ropa liviana, mi esposa le gustaba usar minis y shorts. Remeras escotadas y de esas que dejaban sus hombros y su vientre al sol.
Sentados en el sofá del living, las piernas de mi esposa se hacían larguísimas y por la forma de los almohadones parecía hundirse a tal punto que la mini se le iba hacia atrás.
Mi sobrino no paraba de mirarle las piernas, buscaba cualquier excusa para acercarse. El maleducado ahora parecía un mayordomo ofreciendo algo para tomar, algo para comer.
Por la tarde vamos a la playa. El calor es tan sofocante que lo primero que hago es meterme al mar. Mi esposa y mi cuñada se quedan en la playa, los tres hombres mostramos nuestra destreza en el nado.
En un momento mi sobrino decide salir aduciendo calambre. Tras unas cargadas por no tener aguante continúo demostrando como puedo seguir nadando en el mar con más resistencia que el joven adolescente.
En un momento de descanso miro hacia la playa y está mi sobrino parado frente a mi esposa, luego se sienta al lado, la veo a ella sonreír por alguna razón.
Ella está pasándose protector solar, el mira con detenimiento cada zona donde ella se va distribuyendo la crema.
Sigo en el agua y no puedo creer la escena que sigue, mi esposa se da vuelta, quedando boca abajo, le da el pomo a mi sobrino y este de rodillas a su costado se prepara para encremar donde ella no llega.
Mi cuñada estaba allí al lado, con una sombrilla y anteojos negros parecía ajena a la situación. Tal vez mi esposa no quería molestar a su hermana. Y el maleducado sobrino se ofreció para tal tarea.
Sus manos recorren la espalda de mi esposa, lo hace con delicadeza pero con firmeza. La diminuta bikini de mi esposa no da lugar a la imaginación.
Su cola de nalgas pequeñas pero erguidas está en perfecta dirección hacia el cielo, a la vista de escaso medio metro de los ojos de mi sobrino.
Voy saliendo del mar lentamente, así también sus manos comienzan a bajar hasta las caderas de mi esposa, antes de que salga del mar el parece terminar con la encremada. Se pone al lado de mi esposa boca arriba, dejando notar una erección descomunal que aun desde el mar se podía percibir.
Voy caminando ya por la arena y cuando llego hasta mi esposa veo su bikini manchada de crema, evidentemente a mi sobrino le tembló el pulso al llegar a esa zona y estuvo tocando las nalgas de mi esposa, mas sea "accidentalmente".
Un rato más tarde viene mi cuñado y saca un juego de playa, el tejo, mi cuñada sigue en su siesta, mi esposa dice que no quiere jugar, prefiere tomar sol. Mi sobrino dice que es un juego de viejos.
Yo para no dejar en banda a mi cuñado que nos está hospedando, decido acompañarlo en el juego.
En pleno juego, mi sobrino le pide la protección solar a mi esposa y comienza a ponérselo. En un momento se acomoda y apoya sus manos en la arena, imposibilitado de seguir poniéndose la crema mi esposa se ofrece voluntariamente a seguir con la tarea.
Yo seguía tratando de concentrarme en el juego, pero veía a la vez como mi esposa con sus delicadas manos le ponía crema en el pecho y bajaba por sus abdominales. Su rostro era de concentración solo miraba donde estaba encremando. Cada tanto se mordía el labio inferior como aplicando más fuerza o delicadeza, no lo sé.
Sigue bajando por sus abdominales hasta llegar al borde de su maya, el con sus manos llenas de arena baja aún más la maya hasta un punto peligroso, se veía el encauce de sus caderas, el camino hacia el pubis, la marca del sol, y hasta la leve irritación o sombra de aquellos lugares donde el vello púbico fue depilado.
Mi esposa con dos dedos pone crema por esa zona prohibida, muy lentamente, parece haberse olvidado que el pelotudo de su esposo está a unos metros. Su lengua sobresale entre sus labios como para humedecerlos.
En un momento ella roza con sus uñas la punta de algo, la erección de mi sobrino era de tal magnitud que ya había asomado por arriba. Ella se ríe como una colegiala, él se ríe de la misma manera. Ella se pone colorada pero continua hasta completar la tarea, poca importancia parece haberle dado a tocar con sus dedos el glande de su sobrino.
Segundos después, mi esposa se pone de pie diciendo que tiene mucho calor, que no iba a tener calor la muy puta.
Nos dice a todos de que va a ir a refrescarse dándose un chapuzón en el mar.
Yo estaba en la mitad del juego de mierda de mi cuñado, tirando discos en la arena como unos jubilados.
No paso casi nada de tiempo de que mi esposa se dirigió al mar para que mi sobrino se ponga de pie y sin decir nada se dirija en la misma dirección.
Mientras seguía en mi juego veía como estaban juntos en el mar, tirándose agua, riendo, empujándose y demás.
De repente una ola arrastra a mi esposa y al reincorporarse la ola había arrebatado su parte de arriba del bikini dejándola en tetas. Mi sobrino va en busca de la prenda, y al alcanzarla se pone frente a frente de ella.
Ella baja sus brazos, dejando sus pechos a la atenta mirada de su irreverente sobrino.
Fueron cinco segundos eternos, pero creo que ella se estaba vengando por hacerla calentar con la encremada y el roce de la punta de su miembro.
Volvemos a la casa, nos bañamos y sacamos toda la arena y crema. Tengo que ayudar a hacer el asado, mientras veo que nuestro sobrino le dice a mi esposa que quiere mostrarle algo en su cuarto
Ella acepta, él le indica el camino poniendo su mano en su cintura, cada paso que dan subiendo las escaleras es una excusa para que los dedos de mi sobrino bajen centímetros, y se metan en ese espacio que hay entre la parte superior de la falda y la piel.
El puntille de la ropa interior de mi esposa asoma, y los dedos de mi sobrino hábilmente tienen contacto con ellas como por accidente.
La mano de ella juega en su espalda, sus uñas hacen un dibujo aleatorio por distintas zonas, mientras suben riéndose.
Pasan dos horas, ninguno salió del cuarto, el asado está listo. Mi esposa no colaboro con nada para esa cena, todo lo hicimos mis cuñados y yo.
Su cuarentona hermana va a tocar la puerta donde estaban encerrados.
La hermana baja sola diciendo que ya les aviso y que dijeron que en un rato bajaban.
Yo ya estaba que reventaba de celos, a punto de hacer un desastre rompiendo puertas, bocas y demás.
En eso salen ambos. Él con otra remera, ella despeinada, con marcas rojas en el cuello y al verla más de cerca, tenía colorado la parte de las tetas. Allí hubo fricción.
Cuando se sienta a la mesa al lado mío se le termina de romper el bretel de su remerita, dejando la teta al aire, se disculpa y sale tapándose para buscar otra prenda. Todos se ríen ante esa situación.
Mi sobrino me mira con risa socarrona.
Vuelve mi esposa a la mesa, se sienta rápidamente, su mini se va hasta atrás, dejándome ver casi su entrepierna.
Allí veo con horror, humedad, y gotas de algo blancuzco escurriéndose.
Mi esposa se da cuenta de lo que veo y trata de bajarse la falda, me mira a los ojos preocupada, como rogándome que no haga ningún escándalo ahora.
Al día siguiente bien temprano cuando mi sobrino se iba a jugar al fútbol, lo sigo, lo intercepto y tras unas buenas trompadas lo llevo a una playa desierta para que me diga detalle por detalle que es lo que paso en esas dos horas en su cuarto.
Y esto es lo que me contó…
Continuará.
Nosotros un matrimonio joven de casi 30 años de edad. Ellos más grandes ya llegando a sus 40 años.
Tenían un hijo solamente, actualmente de 18. Con todas las hormonas a flor de piel.
De chico era hiperactivo y molesto, era irrespetuoso y maleducado. Nuestra conversación en el camino era acerca de si habría madurado, habría mejorado su conducta o seguiría por la misma línea.
Al llegar nos reciben nuestros cuñados, unas horas más tarde llega su hijo que había ido a jugar al fútbol. En cuero nos saluda todo sudado.
Ya estaba desarrollado, y se ve que iba a gym porque estaba bien armado, con abdominales marcados, buenos pectorales y brazos con bíceps y tríceps definidos.
Se notaba que estaba en esta onda de depilarse el cuerpo y quien sabe, seguro hasta sus partes bajas.
Saludo a mi esposa con especial atención. Sus manos tomaron su diminuta cintura para poder darle la bienvenida.
Eran días de verano, el calor nos obligaba a ir con ropa liviana, mi esposa le gustaba usar minis y shorts. Remeras escotadas y de esas que dejaban sus hombros y su vientre al sol.
Sentados en el sofá del living, las piernas de mi esposa se hacían larguísimas y por la forma de los almohadones parecía hundirse a tal punto que la mini se le iba hacia atrás.
Mi sobrino no paraba de mirarle las piernas, buscaba cualquier excusa para acercarse. El maleducado ahora parecía un mayordomo ofreciendo algo para tomar, algo para comer.
Por la tarde vamos a la playa. El calor es tan sofocante que lo primero que hago es meterme al mar. Mi esposa y mi cuñada se quedan en la playa, los tres hombres mostramos nuestra destreza en el nado.
En un momento mi sobrino decide salir aduciendo calambre. Tras unas cargadas por no tener aguante continúo demostrando como puedo seguir nadando en el mar con más resistencia que el joven adolescente.
En un momento de descanso miro hacia la playa y está mi sobrino parado frente a mi esposa, luego se sienta al lado, la veo a ella sonreír por alguna razón.
Ella está pasándose protector solar, el mira con detenimiento cada zona donde ella se va distribuyendo la crema.
Sigo en el agua y no puedo creer la escena que sigue, mi esposa se da vuelta, quedando boca abajo, le da el pomo a mi sobrino y este de rodillas a su costado se prepara para encremar donde ella no llega.
Mi cuñada estaba allí al lado, con una sombrilla y anteojos negros parecía ajena a la situación. Tal vez mi esposa no quería molestar a su hermana. Y el maleducado sobrino se ofreció para tal tarea.
Sus manos recorren la espalda de mi esposa, lo hace con delicadeza pero con firmeza. La diminuta bikini de mi esposa no da lugar a la imaginación.
Su cola de nalgas pequeñas pero erguidas está en perfecta dirección hacia el cielo, a la vista de escaso medio metro de los ojos de mi sobrino.
Voy saliendo del mar lentamente, así también sus manos comienzan a bajar hasta las caderas de mi esposa, antes de que salga del mar el parece terminar con la encremada. Se pone al lado de mi esposa boca arriba, dejando notar una erección descomunal que aun desde el mar se podía percibir.
Voy caminando ya por la arena y cuando llego hasta mi esposa veo su bikini manchada de crema, evidentemente a mi sobrino le tembló el pulso al llegar a esa zona y estuvo tocando las nalgas de mi esposa, mas sea "accidentalmente".
Un rato más tarde viene mi cuñado y saca un juego de playa, el tejo, mi cuñada sigue en su siesta, mi esposa dice que no quiere jugar, prefiere tomar sol. Mi sobrino dice que es un juego de viejos.
Yo para no dejar en banda a mi cuñado que nos está hospedando, decido acompañarlo en el juego.
En pleno juego, mi sobrino le pide la protección solar a mi esposa y comienza a ponérselo. En un momento se acomoda y apoya sus manos en la arena, imposibilitado de seguir poniéndose la crema mi esposa se ofrece voluntariamente a seguir con la tarea.
Yo seguía tratando de concentrarme en el juego, pero veía a la vez como mi esposa con sus delicadas manos le ponía crema en el pecho y bajaba por sus abdominales. Su rostro era de concentración solo miraba donde estaba encremando. Cada tanto se mordía el labio inferior como aplicando más fuerza o delicadeza, no lo sé.
Sigue bajando por sus abdominales hasta llegar al borde de su maya, el con sus manos llenas de arena baja aún más la maya hasta un punto peligroso, se veía el encauce de sus caderas, el camino hacia el pubis, la marca del sol, y hasta la leve irritación o sombra de aquellos lugares donde el vello púbico fue depilado.
Mi esposa con dos dedos pone crema por esa zona prohibida, muy lentamente, parece haberse olvidado que el pelotudo de su esposo está a unos metros. Su lengua sobresale entre sus labios como para humedecerlos.
En un momento ella roza con sus uñas la punta de algo, la erección de mi sobrino era de tal magnitud que ya había asomado por arriba. Ella se ríe como una colegiala, él se ríe de la misma manera. Ella se pone colorada pero continua hasta completar la tarea, poca importancia parece haberle dado a tocar con sus dedos el glande de su sobrino.
Segundos después, mi esposa se pone de pie diciendo que tiene mucho calor, que no iba a tener calor la muy puta.
Nos dice a todos de que va a ir a refrescarse dándose un chapuzón en el mar.
Yo estaba en la mitad del juego de mierda de mi cuñado, tirando discos en la arena como unos jubilados.
No paso casi nada de tiempo de que mi esposa se dirigió al mar para que mi sobrino se ponga de pie y sin decir nada se dirija en la misma dirección.
Mientras seguía en mi juego veía como estaban juntos en el mar, tirándose agua, riendo, empujándose y demás.
De repente una ola arrastra a mi esposa y al reincorporarse la ola había arrebatado su parte de arriba del bikini dejándola en tetas. Mi sobrino va en busca de la prenda, y al alcanzarla se pone frente a frente de ella.
Ella baja sus brazos, dejando sus pechos a la atenta mirada de su irreverente sobrino.
Fueron cinco segundos eternos, pero creo que ella se estaba vengando por hacerla calentar con la encremada y el roce de la punta de su miembro.
Volvemos a la casa, nos bañamos y sacamos toda la arena y crema. Tengo que ayudar a hacer el asado, mientras veo que nuestro sobrino le dice a mi esposa que quiere mostrarle algo en su cuarto
Ella acepta, él le indica el camino poniendo su mano en su cintura, cada paso que dan subiendo las escaleras es una excusa para que los dedos de mi sobrino bajen centímetros, y se metan en ese espacio que hay entre la parte superior de la falda y la piel.
El puntille de la ropa interior de mi esposa asoma, y los dedos de mi sobrino hábilmente tienen contacto con ellas como por accidente.
La mano de ella juega en su espalda, sus uñas hacen un dibujo aleatorio por distintas zonas, mientras suben riéndose.
Pasan dos horas, ninguno salió del cuarto, el asado está listo. Mi esposa no colaboro con nada para esa cena, todo lo hicimos mis cuñados y yo.
Su cuarentona hermana va a tocar la puerta donde estaban encerrados.
La hermana baja sola diciendo que ya les aviso y que dijeron que en un rato bajaban.
Yo ya estaba que reventaba de celos, a punto de hacer un desastre rompiendo puertas, bocas y demás.
En eso salen ambos. Él con otra remera, ella despeinada, con marcas rojas en el cuello y al verla más de cerca, tenía colorado la parte de las tetas. Allí hubo fricción.
Cuando se sienta a la mesa al lado mío se le termina de romper el bretel de su remerita, dejando la teta al aire, se disculpa y sale tapándose para buscar otra prenda. Todos se ríen ante esa situación.
Mi sobrino me mira con risa socarrona.
Vuelve mi esposa a la mesa, se sienta rápidamente, su mini se va hasta atrás, dejándome ver casi su entrepierna.
Allí veo con horror, humedad, y gotas de algo blancuzco escurriéndose.
Mi esposa se da cuenta de lo que veo y trata de bajarse la falda, me mira a los ojos preocupada, como rogándome que no haga ningún escándalo ahora.
Al día siguiente bien temprano cuando mi sobrino se iba a jugar al fútbol, lo sigo, lo intercepto y tras unas buenas trompadas lo llevo a una playa desierta para que me diga detalle por detalle que es lo que paso en esas dos horas en su cuarto.
Y esto es lo que me contó…
Continuará.
1 comentarios - Mi sobrino maleducado (I)