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Carnavales

No dejes de pasar por mi mejor post

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No te vas a arrepentir!


CARNAVALES

Todo comenzó con esas vacaciones en las que me crucé el país de Oeste a Este, los casi mil doscientos quilómetros que separan mi querido San Juan de la provincia de Entre Ríos, para llegar en febrero a los famosos carnavales de Gualeguaychú.
Gualeguaychú es un pueblito pequeño, que parece quedado en el tiempo, con edificaciones pasadas de moda, que vive anclada a un barrio industrial donde hay empresas de diversa índole que son el motor para que todo siga en movimiento.
Pero una vez al año, Gualeguaychú se transforma en la reina del país con sus espectaculares y únicos carnavales.

Siempre me había gustado recorrer mi país para conocer culturas, gustos, tradiciones, y ese lugar, era una cita fija que tenía marcada en el almanaque.
Y el viaje valdría la pena, luces, color, alegría, fanfarria, glamour y todo el esfuerzo invertido en un año de trabajo.
Pero de esa primera visita, no solo me llevaría más que una de las mejores experiencias de mi vida, también conocería a la mujer que rompería todas mis estructuras.

Ella pasó muy cerca de donde yo estaba, danzando como poseída en una de las plataformas de una de las tantas carrozas, a un par de metros por sobre el suelo, una morocha de largos cabellos, con cara de india, tez oscura, con botas coloridas de altísimos tacos, un armado sostén que dejaban sus pechos completamente desnudos, apenas disimulados con pezoneras, y un conchero tan diminuto que no entendía como quedaba sujeto entre sus piernas, dejando un trasero enorme a mi vista. Creo que ella me hipnotizó esa noche sin saberlo, movía sus caderas y su vientre al ritmo de la música, frenética, como el mismo demonio, regalando sonrisas de lado a lado, a quien quisiera recogerlas, con su cuerpo casi como Eva en el paraíso mostrando sus curvas exultantes y una piel oscura llena de brillos.

Dos días después di con ella, como dije, Gualeguaychú es un pueblo chico y todo el mundo conoce a todo el mundo, y como preguntando se llega a Roma, se me hizo relativamente sencillo encontrar a mi musa inspiradora.
Ella no entendía mi locura, sus ojos negros sabían a peligro y sus labios a pecado, Anahí, era su nombre y pude notar que su voz de sirena haría naufragar a cualquier navegante desprevenido, es que ella era como era, en la carroza no actuaba, así era, de esas que te atropellan, que te arrastran, que te llevan a la locura.
Me aceptó una copa al verme tan rendido a sus pies y poco después terminamos en la cama y pude conocer el mejor sexo de toda mi vida, una mujer incansable, ninfómana, asesina, incontenible, como un volcán en permanente erupción.

Nació una relación de locura y placer, de disfrutar por la noche y revolcarnos de día, prolongué tres semanas mi estadía en Gualeguaychú solo para estar con ella y no me hubiera despegado de ahí, pero tenía mis obligaciones, así que volví a mi San Juan con la promesa de un nuevo encuentro.
Nos escribimos mucho, nos hablábamos, nos mandábamos fotos y nos enamoramos, aunque siendo honesto, yo solamente estaba enamorado, Anahí era demasiada mujer para mí, una perra que le gustaba el sexo como tomar agua y desde el primer encuentro supe que no sería dichoso a su lado y que no sería el único en su enorme cama.
Pero me cegué y me mentí a mí mismo, busqué la beta por donde atacar. Anahí era una chica muy pobre, sus padres eran humildes, trabajadores casi esclavos de un estado ausente, tenía muchos hermanos y a mí, me iba muy bien en mis emprendimientos personales.

Luego de un año volví a los carnavales, y conviví con toda su familia, yo tenía en esos días treinta y dos años, le llevaba doce, una enormidad, era para mí una niña.
Hablamos mucho, le dije que conociera mi linda San Juan e intenté arrancarla de su paraíso, pero no tuve suerte.
No me di por vencido, y al tercer año las cosas en el país habían empeorado, conflictos políticos y caos económico, Anahí decidió darse una oportunidad, yo sabía que se aferraba desesperada a la tabla que yo le ofrecía y no me importó cual fuera el motivo.
Nos radicamos en mi departamento, era amplio, confortable y a ella se le hizo extraño, acostumbrada a vivir en una humilde casa donde apenas tenía lo básico.
Recorrimos parajes, conoció mi provincia, sus montañas, sus ríos, sus arboledas y su gente, y tratamos de armar nuestra vida, tenía la flor más bonita, más seductora y más deseable que un hombre pudiera tener, la cuidaba como a una joya preciosa, solo que ella siempre me abrumaba, era demasiado impactante y siempre era centro de atención.


Carnavales


Anahí tenía la sexualidad en los poros y yo solo no podía satisfacerla, era mucho, siempre con un apetito sexual que me desbordaba, ella iba por más, y empezó a comprar ropas, disfraces, juguetes, y terminé siendo su tonta marioneta, ella hacía conmigo lo que quería hacer, empezó a depilarme por completo, a explorar fantasías, nuevos límites.
La primera vez que me metió uno de sus enormes consoladores por el culo me sentí por demás extraño, sorprendido, pero no podía decirle que no a nada y me pego una terrible chupada de pija, muy profunda, muy sexi, y tuve que asumir que me había gustado.

Con el correr del tiempo, noté que poco a poco ella empezaba a escurrirse como arena entre mis dedos, era una flor trasplantada desde su Gualeguaychú natal y a pesar de todo lo que le ofrecía San Juan, nada era como la savia de su tierra.
Y pareció empezar a aburrirse de mí, mensajes ocultos con grupos de nuevos amigos, un perfil de Instagram donde a pesar de decir que estaba en pareja, sus fotos siempre en soledad rozaban lo censurable, siempre destacando sus atributos y siempre con esos recuerdos de carnaval donde estaba para morir a sus pies.
Sonrisas pícaras a mi espalda, salidas sin horarios, sin justificaciones, sin regresos, siempre vestida para matar y yo solo se lo permití, cedí una y otra vez, y mientras mi figura masculina se hacía más y más pequeña, la de ella era como un torbellino que amenazaba llevarse todo puesto.

Una noche de mayo tuve la certeza de su primera infidelidad, una noche de amigas me había dicho, la observé en silencio, sin decir palabra, con un sostén muy conveniente bajo una blusa transparente y un short de licra super adherido, con medias de red y zapatitos de finos tacos, estaba exultante, preciosa como siempre, la hubiera cogido en ese momento, ahí mismo, pero yo ya notaba que sus intereses hacia mi iban cambiando y nuevos objetivos parecían presentarse en su horizonte.
Dijo volver tipo dos de la mañana, aproximadamente.
Me fui a la cama, con la idea de dormir, el calor era agobiante, estaba solo en slip, pero no podía dejar de pensar en ella, las imágenes de su belleza me asaltaban una y otra vez, imaginando quien la estaría tocando, quien sería su dueño esa noche, a quien le estaría regalando su conchita depilada, sus pechos de ensueño y su trasero de diabla.
Una insoportable erección se me hacía molesta y dolorosa y más de una vez evitaba tocarme, aunque me muriera de deseos.

Cuando las llaves de la puerta me indicaron su regreso, pude ver que habían pasado poco más de las cuatro de la mañana, y por los ruidos despreocupados que mi amor hacía, noté que no estaba en la mejor de las condiciones, la sentí tirar las llaves sobre la mesa, entre risas, arrastrando alguna silla en forma torpe.
Fue al baño y un rato después vino al cuarto, solo con una tanga blanca que la hacía ver increíble, pero trastabillaba producto de una borrachera que se dejaba oler en el cuarto

De donde venis a esta hora? - pregunté con rabia entre los labios
Ahhh... de una noche de placer... me siento viva!!!! - respondió sin remordimientos
Vamos a hacer el amor? te desseo - dije casi implorando, pero ella rió y dijo
Noooo.... ya tuve bastante por hoy, no puedo mas...

Me recosté en silencio, sin respuestas, sin preguntas, borrachera? hastío? fin de una historia? ella lo había hecho, me había metido los cuernos y antes de quedarse dormida, como un cuchillo clavándose lentamente en el corazón me dijo entre susurros

No soy mujer de quien me tiene, soy mujer de quien me merece...

Mi cabeza se transformaría en adelante en un auténtico laberinto sin salidas, porque no podía vivir con ella, pero tampoco sin ella, apenas si podía aceptar sus limosnas
Anahí era un foco infeccioso, carcomiendo y arrasando todo con su belleza, era un demonio y solo me entregué a sus formas, a sus maneras, a su tortuoso dolor, aunque me pudriera las entrañas.
El siguiente paso en su compleja tela araña no tardaría en llegar.

Tiempo después otras de sus acostumbradas salidas, esta vez lucía un vestidito crema muy ajustado, marcando sus tetas, con espalda descubierta, se entallaba bien hasta la cintura y luego se ensanchaba y aflojaba a lo ancho de las caderas, terminando bien suelto al inicio de sus piernas, dándole un volado especial que seguramente desde un plano inferior hubiera dicho más de lo que insinuaba. La tela delgada dejaba notar que no llevaba sostén y solo una colaless tan pequeña como para romper cabezas, y como siempre, la dejé partir en silencio.

Esta vez, para mi sorpresa, no llegaría ebria, si con olor a cigarros, pero estaba cuerda, con nuevas ideas en su loca cabeza.
Yo, como siempre, recostado con una odiosa erección producto de mi incapacidad por tomar el toro sobre las astas.
Vino a mi lado, reposando su cuerpo contra el mío dijo

Hoy tengo muchas ideas locas para jugar con vos, sabías?

Yo no respondí, pero entonces ella empezó a jugar con su lengua en mi oído, sabiendo que me molestaba eso, entonces riendo siguió en susurros

Bueno, si querés te beso en la boca, pero no sé, ni imaginas las cosas ricas que estuve chupando...
Imagino donde estás poniendo esa boca sucia - respondí sin ganas para que ella se riera a carcajadas
Tranquilo bebé, no te resistas a tus instintos, sé que te gusta todo este juego...

Mientras hablaba, Anahí llevó una de mis manos a sus entrepiernas, para que hurgara por mí mismo cuan enchastrada estaba, mis dedos palparon una melaza espesa donde todo estaba más que claro, recriminé ya sin fuerzas



Sos una puta cualquiera - pero ella solo se reía y respondió
Vamos... si te gusta, vení, chupale la conchita a mamita así sentís el sabor de sus amantes

Ella era así, tomarlo, dejarlo, se recostó y me hizo ir entre sus piernas, me hizo besar todo el frente de su tanga y recorrerla con mi lengua, por sus calados, por sus elásticos, llenando mi nariz con un olor hediondo, donde estaban aun frescos los restos de semen de sus amantes, ella empezó a encorvarse, a excitarse y me pedía más y más, le arranqué su ropa interior con la fuerza de mis manos, el crujir de la tela pareció pedir clemencia, y con una profunda erección entre mis piernas enterré mi cabeza en su sexo.
Sabía diferente a otras veces, ahora sabía a leche de machos, y me dediqué a saborear todo lo que tenía para ofrecerme.
Anahí me decía que disfrutara de sus amantes como ella lo disfrutaba, que la limpiara toda, que lavara sus pecados con el agua bendita de mi boca, y yo me perdí en su juego, con una excitación imparable, con una erección animal y solo me detuve cuando explotó en terrible orgasmo.

Anahí no perdió tiempo, se puso en cuatro y me dijo

Ahora quiero que me lamas el culito, despacito porque lo tengo adolorido

Diablos, porque me hacía esto? abrí sus nalgas enormes entre mis manos, imaginé con lo que me encontraría y no me equivoqué, pasé la lengua por su esfínter y pareció caerse dentro de un pozo sin fondo, la puta lo tenía todo abierto, seguro la habían dado mucha pija y ella solo jugaba con mis sentimientos

Que rico!, dele chupaditas a mamita, despacito, con cuidado, que me dieron duro...

La odiaba y la amaba, quería ahorcarla y quería caer rendido a sus pies, era su payaso, su títere, su monigote, le seguía comiendo todo el culo abierto con devoción, solo esperando mi turno, cosa que jamás ocurriría
Anahí me dijo que tenía nuevos planes para su mascota, así, literal, en esos términos.

Fue al cajón de sus secretos, entonces se puso un arnés entre sus piernas y una verga de juguete de considerables dimensiones entre ellas, me dijo que me recostara boca abajo, vino por detrás, me sacó los slips y me dio una fuerte nalgada, la dejé hacer. Se puso en cuclillas sobre mí y luego recostó su pecho sobre mi espalda.
Me tomó por las muñecas en una posición dominante y me volvió a susurrar al oído

Vas a ser mi putita, vas a ver que lindo...

Yo estaba inmóvil, la sentí lubricar el juguete y luego mi esfínter, luego apoyar la punta y empezar a dejarse caer lentamente, con su propio peso, me dolió mucho, me quejé

Ayyyyy! duele... duele...
Shhhh! - respondió ella - relajate y disfrutá mi amor... viste que duele? siempre te lo dije y vos no me creías...

Anahí solo siguió forzando y mi culito parecía romperse en pedazos ante el avance del intruso, y no podía, solo no podía.
Pero llegó ese punto límite donde el esfínter ya no puede resistirse y como un tren el juguete se incrustó hasta el fondo de mi culo


puta


Ya está, ves? ahora viene lo mejor...

Anahí empezó a darme con fuerzas por detrás, entrando y saliendo, haciéndome el amor por la cola, deteniéndome por las muñecas, con mi verga dura entre mi vientre y el colchón, rozando entre las sábanas, empecé a gemir en placer, en deseo, me gustaba, no sabía cómo ella lo lograba, pero me gustaba lo que me hacía, me arrancaba un placer infinito de las entrañas, tenía deseos de masturbarme, pero no tenía voluntad.
Ella me hizo poner entonces en cuatro patas y volvió a la carga, me aferró por las caderas como tantas veces yo la había aferrado a ella y me la metió tan profundo como para llegar al centro de la tierra, mi esfínter me dolía, pero era ese dolor placentero que no se puede describir y ella solo me daba, como una locomotora endemoniada, sin frenos...

Me hizo girar, levantó mis piernas y más acción, mi verga estaba al punto de la muerte, y en ese juego ella se apiadó de mí, sin dejar de penetrarme empezó a masturbarme muy lentamente, como jugando conmigo, sabiendo en que punto me tenía.
Mi leche caliente brotó como un volcán, explote y los chorros bañaron todo mi pecho, mi vientre, incluso su mano que seguía masturbándome con cadencia.
Solo se rio entonces, con su perverso juego terminado, sacando el juguete de mi adolorido culo, llevando con sus dedos mi semen desparramado a mi propia boca, para que lo degustara, nuevamente, como tantas veces había hecho con ella.

Yo no lo supe en ese momento, pero esa sería la vida sexual que Anahí había diagramado para ella, y para mí, nunca más volví a cogerla y me transformó en su perro fiel, manso, cansino y domesticado.
Sus fiestas con amantes se me hicieron moneda corriente, me acostumbre a esperarla despierto, a que se fuera como una santa, a que volviera como una puta, a lavar noche a noche los pecados sucios que traía en sus entrañas, solo para recibir mi paga, una buena sesión de dominación para que me metiera sus juguetes por detrás y yo solo masturbarme para complacerla.

Las cosas siguieron en ese orden por un par de años más, era caballero con el culo más dilatado de San Juan, solo para complacerla, pero tampoco fue suficiente, ella se cansó de todo, siempre se cansaba de todo. Empezó a recordar con nostalgias su querido Gualeguaychú, las viejas amistades, la familia. Llevaba la samba en la piel y los carnavales siempre eran una tentación, Anahí estaba más vieja, pero más bonita, ya no tenía veinte, pero los treinta le sentaban mejor.
Ella estaba dispuesta a regresar, y yo no podría dejar atrás mis parajes, mis paisajes de montañas, mi vida.
Nos vimos por última vez en la estación de ómnibus, tenía muchos planes para su nueva vida, y yo tenía que hacer la mía
Un último abrazo y le dije besándole la frente

Siempre voy a amarte...

Pero ella no respondió más que una sonrisa cariñosa, dejándome saber que la relación siempre había ido en un solo sentido. Me quedé parado en el andén hasta que el micro se perdió en el horizonte.

Y hoy estoy solo, tratando de rearmar día a día el rompecabezas que quebró todas mis costumbres.
A veces, espero febrero con muchas ganas, e intento ver las transmisiones por cable sobre los carnavales, con sumo detalle, porque sé que, en cualquier momento, puedo volver a verla...


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1 comentarios - Carnavales

qqqqa00 +1
muy morboso te dejo 10