Era un domingo por la mañana de un agosto veraniego muy caluroso, me encontraba en mi cama pensando apenas unos segundos después de despertarme, una idea no dejaba de dar vueltas en mi cabeza. Ya habían pasado dos meses desde ese momento que me dejó profundamente marcado. Fue un accidente, algo inesperado, llegue a casa desde la escuela más temprano que de costumbre, subí como si nada las escaleras para ordenar mis cosas en la habitación pensando en darme un baño después, pero mi plan fue totalmente interrumpido por un sonido poco común. Aquel información auditiva tenía una fuente particular, era un grito que tenía su origen en la garganta de mi madre. Al principio me asusto porque pensaba que me encontraba solo en casa, pero resulto que no era el único que tenía eso en mente, pues al dirigirme a la habitación de mi progenitora siguiendo la pista de aquel sonido, me encontré con la habitación abierta de mamá, había una toalla húmeda tirada en el suelo, aparentemente mi madre había salido hace poco de la regadera. No fue muy difícil confirmarlo, ella estaba completamente desnuda en acostada en su cama y su piel en combinación con la luz del sol que entraba desde la ventana se veía brillante, como si estuviera bañada de finos aceites. Literalmente era un ángel practicando una danza salvaje en medio de sábanas blancas al son de cánticos en forma de gemidos de placer, pues la mujer que me trajo al mundo portaba un instrumento que le hacían vibrar las partes más sensibles de su cuerpo, sus ojos eran cubiertos por una venda negra para dormir, así que yo era el único que podía ver las contracciones de su vientre ante los embates de poderosos orgasmos femeninos, mientras en los montes de su pecho sus pezones se levantaban rebosantes de alegría por el estímulo que recibían.
Mis ojos no daban crédito a lo que veían, mi respiración se había descontrolado y mi órgano sexual estaba al borde de una explosión. No me importaba en lo absoluto que fuera mi madre el objeto de mi excitación, era tal su belleza que lo que provocaba en mi no podía ser incorrecto. Por eso, ante ese tremendo espectáculo no me quedo nada más que hacer más que ir a mi habitación, cerrar la puerta con seguro y masturbarme frenéticamente pensando en mi madre. Sin embargo, antes de realizar una potente eyaculación decidí detenerme, lo que estaba haciendo era completamente erróneo, pues el portento físico que era mi madre era demasiado glorioso para ser desperdiciado en una simple masturbación de adolescente apenas mayor de edad. No era adecuado recibir placer de ella mediante el recuerdo de su silueta, debía hacer algo más.
Durante los siguientes meses estuve analizando todas las opciones que tenía para poder hacerla mía, estaba tan centrado en el tema, que no había otra cosa en mi cabeza. Las acciones que llegué a considerar iban desde conquistarla poco a poco para poder tener sexo con ella, hasta esperar a encontrarmela borracha y saciar mi apetito sexual con su cuerpo dormido. No eran alternativas tan malas, pero no eran lo suficientemente perfectas, pues, por un lado me preguntaba ¿Realmente estaría dispuesto a esperar para ganarme su corazón? ¿Sería posible lograrlo? Y por el otro consideraba ¿Valdría la pena calmar mi deseo incestuoso con una madre inconsciente? ¿Para que querría besar una boca con sabor a alcohol o penetrar orificios que no ejersan presión sobre mi miembro a causa de la desinhibición causada por la borrachera?
Ya habían transcurrido 8 meses desde aquel verano dónde mis ojos se llenaron de gloria maternal. De nuevo el calor había regresado en la primavera que invade esta parte del mundo por estás fechas, la mañana no tuvo piedad, el sol golpeaba fuertemente por el día y la noche no se daba abasto para acabar con la humedad que se creaba en el ambiente. Como venía ocurriendo desde el inicio de esta estación, me despertaba con una temperatura elevada que me hacía sudar aún cuando no dormía con sábanas. Mire al techo por unos segundos, era un día tranquilo en el que no tendría nada que hacer, por lo que rápidamente mis pensamientos me condujeron a aquello que me mantenía con vida. Por un momento, diluside mediante mi imaginación a mi madre despertandose, como siempre se encontraría envuelta en cobertores y sábanas blancas, pues sin importar el clima, ella no es capaz de abandonar la costumbre de dormir de esa manera adquirida en sus años de juneventud, cuando estuvo viviendo en alguna parte de Canadá.
En mi fantasía, mi madre se quitaba lentamente las capaz de algodón que la cubrían, todas ellas impregnadas de su aroma y aún húmedas a causa del sudor que su cuerpo expulsaba por sus poros. Después de descubrir la mitad de su cuerpo, ella se sentaba en la cama pegando su espalda en el respaldo de dicho mueble y extendiendo sus piernas aún cubiertas. Contradictoriamente con la cantidad de tela con la que se cubría, su vestimenta se componía tan solo de un top de lycra muy escotado que permitía ver el volumen de sus pechos igualmente húmedos por los fluidos de su cuerpo. Consciente de que debe levanterse temprano, haría un movimiento rápido y de un salto se pararía frente al espejo para desvestirse y envolverse con la toalla con la que se taparía para bañarse. Así que comenzaría a quitarse el top que portaba, sus senos estaban a punto de asomarse, pero justo en ese instante, regrese a la realidad gracias a la llamada de mi madre y toda esa imagen desapareció antes de que pudiera crear ese falso suceso en mi mente
Desilusionado y frustrado, me levanté de la cama, me di un baño rápidamente y emprendí mi camino a la cocina, lugar donde estaba mamá. Al llegar a la entrada de la cocina, pude ver a mi madre de espaldas cocinando mientras llevaba puesto un vestido informal de algodón color blanco y al parecer un top de lycra negro que apenas se dejaba ver, muy probablemente combinado con una prenda interior del mismo color. Ella preparaba una especie de crema, la verdad no sé a qué platillo pertenecía, pero no me interesó ni pude pensar en ello, porque antes de que pudiera pronunciar una palabra y que ella se duera cuenta de mi presencia, tomó un poco de esa crema con su dedo anular y como si tratara de provocarme, lamió aquella crema suavemente hasta que la consumió por completoz a la vez que cerraba los ojos en señal de disfrute. Ante esto, una chispa se encendió en mi, era imposible contenerme y mi erección era evidente, todo pasó muy rápido, me dirigí hacia donde se encontraba mi madre y la aleje rápidamente de la zona de la estufa, llevándola cerca de la puerta de la cocina, lejos de cualquier plato o cubierto.
Ella estaba totalmente desconcertada y no pudo responder a mi sorpresivo movimiento, ni siquiera podía gritar por lo repentina que fue mi agresividad. Por eso, no fue muy difícil para mí agarrar su vestido por la zona del cuello y romperlo de un tirón con ambas manos. Mientras aún sostenía su roba rasgada en la parte superior, ella intento alejarse de mi sin considerar que la parte inferior de su vestimenta se encontraba intacta, por lo fue sencillo ponerla de frente contra la pared. De esta manera es que puede terminar de desnudarla, gracias a qué pude usar mi brazo derecho para mantenerla pegada al concreto, a la vez que con mi mano derecha le quitaba el top que fungía como última barrera entre sus enormes pechos y yo. Sin perder tiempo, tapé su boca para evitar grite y asegurar que no se pueda irse. Estaba sujeto a mi madre que tenía el torso descubierto, así que aproveché para manosearla con mi mano libre y besar salvajemente su cuello.
Poder apretar sus pezones con mis dedos era tremendamente satisfactorio y me hacía enloquecer. La misión había iniciado y estaba dispuesto a terminarla, por eso me deshice del short que tenía puesto, tomé a mi madre del cuello y la coloque otra vez contra la pared, con la diferencia de que está vez estábamos cara a cara. Debido al forcejeo intenso que llevábamos un rato realizando, algunas gotas de sudor descencian por su cuello y mejía. Sin pensarlo, lamí aquellas partes mencionadas que estaban mojadas con su sudor, coloqué mis manos en sus hombros y la puse de rodillas. Estábamos tan cerca que mi la punta de mi pene daba directamente con su frente, cosa que hizo que mamá intentará alejarse, pero estaba acorralada, no podía guardar distancia entre nosotros y su desconcierto que la mantenía boquiabierta la hacía una presa fácil para mí.
Con suma facilidad, introduje mi pene dentro de su boca y por instinto, intenté meterlo lo más profundo posible dentro de mi madre, quien empezaba a toser ligeramente por tener algo tan grande dentro de ella y no podía evitar que sus ojos se pusieran llorosos por el mismo motivo. Tarde un poco en sentirme completamente cómodo, el sexo oral realizado de forma forzada es algo incómodo al principio y el hecho de ser incestuoso, hacia que sea algo aún más particular. Pero apenas me sentí listo, comencé a moverme lentamente dentro de la boca de mi madre, la cual era más profunda de lo que esperaba, pues a pesar de tener un miembro grande, era posible introducirlo por completo, aunque para lograrlo tenía que forzar la capacidad de mamá, así que decidí enfocarme en el movimiento más que en la profundidad, empezando con un ritmo lento y suave, intensificando poco a poco hasta llegar a moverme con mayor fuerza, ayudado de la sumisión de mi forzosamente incestuosa compañera.
Mi pene siguió moviéndose con fuerza en las húmedas cavernas superiores de mi madre, impidiendo el tránsito de palabras desde sus adentros hacia el exterior, de manera que de sus labios nos emanaban ideas, sino borbotones espesos de saliva y líquido preseminal. Aquella sustancia de color blanquezino que por momentos formaba pequeñas burbujas sexosas, que a la vista de la mayoría solo representaría podredumbre, eran para mí la manifestación física del sentimiento más poderoso que había tenido la posibilidad de experimentar, una cosa obscena, pero no en el mal sentido, más bien en un bello modo, era deseo, placer, amor y lujuria que habían visto la luz provenientes de mi órgano sexual y la boca de mi madre a partes iguales.
El momento era idóneo, todo parecía alinearse como si se tratara de un fenómeno cósmico irrepetible, toda clase de sensaciones preciosas se deslizaban por mi miembro con cada embestida que realizaba en mi madre. Incluso el golpeteo viscoso que mis testículos bañados en sus jugos orales hacían contra la barbilla de mamá se sentía como una serie de tiernas caricias, algo similar al beso del primer amor. Sin embargo, era imposible que todo resultará tan perfecto teniendo en cuenta que la bella escena presenciada por los suelos de la cocina de mi casa, no era más que la unión de actos sádicos, por lo que la fantasía no tardó en tornarse oscura en el momento en el que abrí los ojos y mire hacia mi madre.
La expresión de su rostro era una que nunca había visto, reflejaba culpa y tristeza en cantidades industriales, incluso me percate de que sus manos ya no se encontraban tensas intentando de alguna manera librarse de mi yugo, más bien estaban totalmente aflojadas y sin esperanza alguna de escapar. Esta imagen tuvo un impacto fuerte en mi, pues por un momento pasó por mi mente la idea de acabar con la trétrica puesta en escena que había montado, pero segundos antes de soltar a mi madre y salir huyendo de mi casa por vergüenza, la mire una última vez a la cara, más específicamente a los ojos, los cuales por alguna razón había evitado la primera vez que quise explorar su semblante. Cuando los mire fijamente pude notar algo irreconocible para mí en ese momento, no era la tristeza de sus expresiones faciales, o al menos no era del mismo tipo. Más bien podía ver resignación, esa mirada me decía que de alguna manera mi madre había dejado de luchar y por lo tanto había sido sometida por mis deseos sexuales, aún así, el mensaje no estaba completo, la transformación que estaba teniendo nuestra relación madre e hijo aún tenía un último paso que dar.
Ese último paso, esa pieza faltante del más morboso de los rompecabezas fue inesperadamente una lágrima. Sí, una lágrima que de deslizaba por la mejilla derecha de mi madre tenía una cosa que decirme, y es que la sumisión de mamá no era la de un pueblo que ha perdido una guerra y que decide bajar los brazos para adaptarse a la nueva realidad que le espera. Esa sumisión era irrepetible en cualquier contexto, era la de una madre que había Sido sexualmente profanada y humillada de la manera más grande posible por su propio hijo, una madre que ya no podía ostentar ningún tipo de autoridad frente a su retoño, una madre que aún contra su voluntad estaba destinada a vivir bajo las garras de su captor, no, más bien de su amo, de su dueño y total poseedor, quien no era nadie más que yo. Ese fue el final del cambio, el concluir de un ciclo que estaba por volverse eterno, ya no existían madre e hijo, solo hombre y mujer, no en igualdad de condiciones, sino que en condición de amo y esclava.
Todo aquello me devolvió la cordura, dejar atrás el regalo que mi pasión perversa me había traído era una locura, por eso no me quedaba más que concluir ese ritual incestuoso de la mejor forma posible. Ya había pasado más de una hora desde que inicio el sexo oral incestuoso entre mamá y yo, por lo que si no aumentaba mi velocidad seguramente se hubiera extendido al doble el tiempo que llevaba. Por eso, completamente empoderado con mi nuevo rol y con el pene manteniendo la mayor erección de mi vida acelere al máximo el ritmo con el cuál estaba penetrando la boca de mi madre. Así que aprovechando su bajo nivel de resistencia, retire una de mis manos que la mantenían sujeta a mi y la use para tomarla con fuerza de su cabello, acercando su cabeza a mi pelvis de modo que mi miembro había entrado por completo en ella, provocando que sus ojos lagrimen ligeramente por el atragantamiento que estaba viviendo en ese momento. Cuándo al fin me ví totalmente acomodado en sus fauces, procedí a moverme lo más rápido que podía hacerlo sin salir del cuerpo de mi madre, fue tal el ritmo que alcance que mis embestidas parecían un bombardeo sobre una tierra en desgracia, pero en lugar de escuchar el impacto de explosiones ígneas se oía el choque mojado de la carne perteneciente a la punta de mi órgano sexual con las amigdalas de mi madre, acompañado ambientalmente por los suaves quejidos de mama, que contribuían enormemente a aumentar mi excitación física y el disfrute psicológico que causaba en mi el saber que la mujer que me dio a luz sometida a mis deseos, de rodillas frente a mi y forzada a darme placer carnal, lo que provoco que lentamente empiece a surgir desde mi interior un potente orgasmo, primero en forma de premonición abstracta y luego en forma de semen, el más espeso y abundante que jamás había estado a punto de soltar. Debido a lo anterior y al cosquilleo que podía sentir desde la planta de mis pies, supe que era el momento perfecto para dejar correr toda mi pasión en mi madre, de modo que solté el brazo suyo que aún había estado sosteniendo con mi mano izquierda y tomé con mis dos manos la cabeza de mamá usando como fuente de agarre su cabellera despeinada, para después volverla a acercarla hacia mi, haciendo que de nuevo mi miembro quedé totalmente introducido en ella, manteniéndola en esa posición por unos segundos, para después soltarla, volver moverme dentro de ella como si fuera una muñeca sexual y repetir el proceso de acercamiento. Realicé esto un total de cuatro veces, haciéndolo de una forma cada vez más agresiva, hasta que en la quinta vez en qué volví a introducirme completamente en mi madre, mientras la mantenía pegada a mi, solté por fin todo mi semen caliente y en espeso su interior, estuve alrededor de quince segundos eyaculando sin parar en la boca de mi madre, podía sentir todas mis energías fluyendo hacia ella mientras notaba como se atragantaba por el exceso de contenido en su boca, a la vez que mi semilla se filtraba mezclado con su saliva a través de su boca y en mínimas cantidades por si nariz, deslizándose lentamente por su cuello y barbilla, uniéndose con las lágrimas que había derramado antes como si fuera ríos entrecruzando sus cauces en dirección a un solo destino, que en esta ocasión no sería ninguno más que los pechos de mi madre que progresivamente se empapaban con mi esperma salivoso y enlagrimado. Ya habiendo llegado hasta ese punto mi pene había comenzaba a perder su tamaño, por lo que lo retire de mi madre haciendo que todo el contenido de su boca se derramará en el suelo y en su cuerpo.
Todo había terminado, estaba totalmente satisfecho, aún si hubiera intentado pensar en algo que desear en ese mismo instante, no habría logrado concebirlo, ya lo tenía todo. Mi madre se encontraba totalmente quita y de rodillas frente a mi, mirando tal vez por casualidad mi miembro que ya no se encontraba totalmente erecto, pero que por su gran tamaño aún era agradable de ver. Ella no decía nada, lo más cercano a un movimiento suyo eran los hilos de semen que colgaban de distintas partes de su cuerpo. Al verla en ese estado no pude hacer nada más que sentir ternura, no aquella que hay entre un hijo y su madre, sino la que existe entre un amo y su mascota fiel. Por eso me puse de rodillas frente a ella, mire hacia la mezcla incestuosa de semen y saliva que había en el suelo, la tomé a mi madre con mis manos como me fue posible y después la besé cariñosamente en los labios moviendo mi lengua por toda su boca mientras acariciaba su mejilla. No sé cuánto habrá durado ese beso, solo recuerdo que la llama de la estufa que había encendido mi madre antes de que la hiciera mía, ya se había apagado, probablemente porque el gas de la casa se había terminado. Simplemente puedo decir que al despegar mis labios de mamá le di un beso en la fre nte, me levanté para cerrar la perilla de la estufa, y le dije que tomaría un baño esperando que mi desayuno estuviera listo para salir.
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Espero que les haya gustado, me tomo un tiempo hacerlo y muchas veces pensé en borrarlo por no estar seguro de su calidad. No está escrito perfectamente, pero creo que tiene un nivel aceptable para un principiante. Agradecería mucho que lo apoyen para saber si quieren una continuación, pero más importante aún, quiero que me digan con honestidad las cosas buenas y malas que han notado. GRACIAS.
3 comentarios - Apetito por mamá #1