Me llamo Lety tengo 4...años, estado civil casada, condición que, gracias a Marcelo mi primer hombre, no me impidió disfrutar el sexo.
Comencé a jugar a los novios con quien hoy es mi esposo siendo adolescente, 16 añitos.
Volviendo al protagonista, Marcelo, era uno de los alfa de la manada a la cual pertenecía mi esposo, sin dudas un beta, ambos de 21 años, (ahí advertirán la personalidad tímida y retraída de mi cónyuge, rechazado por las mujeres de 18 a 20 años que componían la Barra, descendió hasta mis 16.
Intente acoplarme vistiendo el uniforme sexy de las otras novias, pero claramente sin la actitud de ellas al lucirlo. Con horarios diferentes, con padre que me venía a buscar, con boliches donde no podía acceder, fui construyendo mi experiencia. Entonces Marcelo, depredador, salió de su zona de caza e invadió mi universo. Empezó a encontrarme “ocasionalmente” a la salida del cole, a generar un vínculo de amistad y ser mi compinche. Mi novio estudiaba para los finales y su amigo me “cuidaba”
Un viernes, salí del cole Marcelo me acompaño a casa y insistió en hablar con mi mama, quería pedirle permiso para que me dejara ir a bailar a un club social de la comunidad Italiana. Ahí me anoticie que las familias eran conocidas, era el nieto de un gran amigo de mi abuelo. Mi mama contenta y orgullosa no se dio cuenta que me estaba entregando.
A las 21 hs, como habíamos quedado paso a buscarme mi padre me acompaño a la puerta saludo a Marcelo, mientras preguntaba a qué hora debía buscarme, escuche que entre la 1,30 y las 2. Subí al auto y agitando la mano salude a mi papa. El me miro sonrió y me dijo esperaba un beso, me sonroje, e intente la excusa de estas manejando. En el semáforo se detuvo y me dijo me lo das? Sonreí me acerque y el suavemente me beso en la comisura de los labios y me estremeció. Me dijo antes de ir a la celebración, quiero ir a un lugar tranquilo para charlar. A qué hora empieza?, a donde vamos?
Sin decir palabras siguió manejando, yo no dejaba de mirarlo esperando una respuesta que no llegaba, así que volví a insistir “me contestas” con ese tono de novia enojada, siguió mudo, volví a insistir “si no me contestas, me bajo acá”, de repente maniobra el auto entrando en una cochera, eche una rápida mirada y advertí que era un Hotel Alojamiento.-
“Que haces? Pregunte
Marcelo ya comenzaba a pedir la habitación, por lo que no me contesto.
“Mira que no va a pasar nada”, le decía yo
El, mudo, busco la cochera. Y yo tratando de hacerme la enojada, más de lo que estaba. Le recriminaba el haberme traído al hotel.
Por fin abrió la boca para decirme “Quiero charlar tranquilo y los bares alrededor no tiene la privacidad que necesitamos” la respuesta reunía los requisitos que necesitaba, “Mira que no va a pasar nada” insistí para mitigar mi culpa frente a mi novio, su amigo, y justificar que estaba allí no para tener sexo, sino para charlar.
No sabía qué hacer, así que camine a su lado mientras descubría, como era un hotel.
Al llegar a la puerta de la habitación el temblor era casi incontrolable, trataba de mostrarme indiferente, segura, y reafirmando que nada iba a pasar, pero la verdad es que crecía en mi esa parte que ansiaba devorarlo o mejor dicho ser devorada por el.
Se sentó en el sofá me invito con una gaseosa a lo cual me negué, mostrando enojo.
Comenzó a decirme que no me quería perder como amiga que yo era muy importante para él y así me fue quebrando, la charla se fue prolongando y poco a poco me fui relajando.
La charla se distendía, fue pasando a insinuante, y en ese terreno yo era más vulnerable, todo jugaba en contra de la preservación de mi himen. Quería hacerlo, estaba con Marcelo, que cuando pensaba en él, invariablemente me mojaba, estaba en el lugar indicado, y para colmo Marce sabia de su ventaja.
Los temas románticos pasan uno tras otro por el sistema de música funcional.
Me tomo de la cintura para bailar. Intente negarme pero su firmeza y mi debilidad jugaban a su favor.
Termino ese tema y siguieron otros y cada vez se acercaba mas y yo me alejaba menos empecé a sentir el escalofrió que nos da la respiración de un hombre en nuestro cuello, sentía el roce de sus labios besándome suavemente, apenas perceptible, lo deje, y así estuvo el resto de la canción hasta que comenzó a besarme, casi imperceptiblemente pero mi cuerpo estaba tan atento que sentí el cosquilleo, me entregue, yo ya estaba decidida a que ese fuera el día.
Sentí su mirada pero mi vergüenza y mi miedo me mantuvieron con los ojos cerrados.
Marcelo comprendió que estaba por entrar para siempre en mi vida. Comenzó a tocarme, yo me colgué, como buscando protección, de su cuello dejando que él me haga, me guíe.
Las sensaciones eran todas nuevas, inolvidables, irrepetibles, sentí cuando su mano acaricio mi conchita, agache mi cabeza estaba doblegada, colgada de su cuello no paraba de besarlo, mi corazón estallaba de felicidad, jamás olvidare el cosquilleo que me daba la suavidad con que me besaba, la ternura con que me desvistió, y me acostó, la tenue luz escondía lo entregada que estaba.
Lo vi desnudarse, no quitaba los ojos de su rostro, no sentía curiosidad por su miembro, esperaba su boca para seguir besándolo, me abrazo, acaricio mi conchita, me abrió las piernas, se subió arriba mío encontró mi nidito con sus dedos y tras ellos su miembro que muy lentamente comenzó a desvirgarme,
Una de mis manos apretaban su cola indicándole cuando me dolía, entonces se detenía retrocedía unos centímetros o milímetros y volvía a metérmela despacito dulce y cariñosamente mis flujos fueron ayudando la penetración, no sabía moverme, pero sentía todo su miembro recorrer mi vagina, varios minutos estuvo dentro mío hasta que sentí que salía y en mi pancita, junto a sus suspiros y grititos, dejo su lechita.
Yo lo abrazaba, quería sentir cada pedacito de su cuerpo pegadito al mío.
Me invadió una emoción indescriptible, estaba extenuada y profundamente mimosa no paraba de besarlo, acariciarlo, en esos momentos estaba profundamente enamorada de él.
Permanecimos abrazaditos un buen rato, creo que él se durmió unos minutos, en esos momentos trataba de no despertarlo, como una mama lo acariciaba, lo miraba, protegía su sueñito.
Era un día irrepetible.
Rompió esa atmósfera de ensueño la campanilla del teléfono, el turno estaba por finalizar.
Cuando se alejo, para ir al baño, y vi en las sabanas, las huellas de mi virginidad perdida, sentí una alegría y una felicidad enorme.
Se baño, vino a la camita donde lo esperaba, recogió mi ropita, me ayudo a vestirme y sin dejar de besarlo subimos al auto, era media noche pasada la tanadaestaba a los gritos nos mezclamos yo una zombi, no podía dejarlo, así que nos quedamos besuqueándonos un rato mas en el jardín del circulo Italiano. No quería que ese día terminara
Comencé a jugar a los novios con quien hoy es mi esposo siendo adolescente, 16 añitos.
Volviendo al protagonista, Marcelo, era uno de los alfa de la manada a la cual pertenecía mi esposo, sin dudas un beta, ambos de 21 años, (ahí advertirán la personalidad tímida y retraída de mi cónyuge, rechazado por las mujeres de 18 a 20 años que componían la Barra, descendió hasta mis 16.
Intente acoplarme vistiendo el uniforme sexy de las otras novias, pero claramente sin la actitud de ellas al lucirlo. Con horarios diferentes, con padre que me venía a buscar, con boliches donde no podía acceder, fui construyendo mi experiencia. Entonces Marcelo, depredador, salió de su zona de caza e invadió mi universo. Empezó a encontrarme “ocasionalmente” a la salida del cole, a generar un vínculo de amistad y ser mi compinche. Mi novio estudiaba para los finales y su amigo me “cuidaba”
Un viernes, salí del cole Marcelo me acompaño a casa y insistió en hablar con mi mama, quería pedirle permiso para que me dejara ir a bailar a un club social de la comunidad Italiana. Ahí me anoticie que las familias eran conocidas, era el nieto de un gran amigo de mi abuelo. Mi mama contenta y orgullosa no se dio cuenta que me estaba entregando.
A las 21 hs, como habíamos quedado paso a buscarme mi padre me acompaño a la puerta saludo a Marcelo, mientras preguntaba a qué hora debía buscarme, escuche que entre la 1,30 y las 2. Subí al auto y agitando la mano salude a mi papa. El me miro sonrió y me dijo esperaba un beso, me sonroje, e intente la excusa de estas manejando. En el semáforo se detuvo y me dijo me lo das? Sonreí me acerque y el suavemente me beso en la comisura de los labios y me estremeció. Me dijo antes de ir a la celebración, quiero ir a un lugar tranquilo para charlar. A qué hora empieza?, a donde vamos?
Sin decir palabras siguió manejando, yo no dejaba de mirarlo esperando una respuesta que no llegaba, así que volví a insistir “me contestas” con ese tono de novia enojada, siguió mudo, volví a insistir “si no me contestas, me bajo acá”, de repente maniobra el auto entrando en una cochera, eche una rápida mirada y advertí que era un Hotel Alojamiento.-
“Que haces? Pregunte
Marcelo ya comenzaba a pedir la habitación, por lo que no me contesto.
“Mira que no va a pasar nada”, le decía yo
El, mudo, busco la cochera. Y yo tratando de hacerme la enojada, más de lo que estaba. Le recriminaba el haberme traído al hotel.
Por fin abrió la boca para decirme “Quiero charlar tranquilo y los bares alrededor no tiene la privacidad que necesitamos” la respuesta reunía los requisitos que necesitaba, “Mira que no va a pasar nada” insistí para mitigar mi culpa frente a mi novio, su amigo, y justificar que estaba allí no para tener sexo, sino para charlar.
No sabía qué hacer, así que camine a su lado mientras descubría, como era un hotel.
Al llegar a la puerta de la habitación el temblor era casi incontrolable, trataba de mostrarme indiferente, segura, y reafirmando que nada iba a pasar, pero la verdad es que crecía en mi esa parte que ansiaba devorarlo o mejor dicho ser devorada por el.
Se sentó en el sofá me invito con una gaseosa a lo cual me negué, mostrando enojo.
Comenzó a decirme que no me quería perder como amiga que yo era muy importante para él y así me fue quebrando, la charla se fue prolongando y poco a poco me fui relajando.
La charla se distendía, fue pasando a insinuante, y en ese terreno yo era más vulnerable, todo jugaba en contra de la preservación de mi himen. Quería hacerlo, estaba con Marcelo, que cuando pensaba en él, invariablemente me mojaba, estaba en el lugar indicado, y para colmo Marce sabia de su ventaja.
Los temas románticos pasan uno tras otro por el sistema de música funcional.
Me tomo de la cintura para bailar. Intente negarme pero su firmeza y mi debilidad jugaban a su favor.
Termino ese tema y siguieron otros y cada vez se acercaba mas y yo me alejaba menos empecé a sentir el escalofrió que nos da la respiración de un hombre en nuestro cuello, sentía el roce de sus labios besándome suavemente, apenas perceptible, lo deje, y así estuvo el resto de la canción hasta que comenzó a besarme, casi imperceptiblemente pero mi cuerpo estaba tan atento que sentí el cosquilleo, me entregue, yo ya estaba decidida a que ese fuera el día.
Sentí su mirada pero mi vergüenza y mi miedo me mantuvieron con los ojos cerrados.
Marcelo comprendió que estaba por entrar para siempre en mi vida. Comenzó a tocarme, yo me colgué, como buscando protección, de su cuello dejando que él me haga, me guíe.
Las sensaciones eran todas nuevas, inolvidables, irrepetibles, sentí cuando su mano acaricio mi conchita, agache mi cabeza estaba doblegada, colgada de su cuello no paraba de besarlo, mi corazón estallaba de felicidad, jamás olvidare el cosquilleo que me daba la suavidad con que me besaba, la ternura con que me desvistió, y me acostó, la tenue luz escondía lo entregada que estaba.
Lo vi desnudarse, no quitaba los ojos de su rostro, no sentía curiosidad por su miembro, esperaba su boca para seguir besándolo, me abrazo, acaricio mi conchita, me abrió las piernas, se subió arriba mío encontró mi nidito con sus dedos y tras ellos su miembro que muy lentamente comenzó a desvirgarme,
Una de mis manos apretaban su cola indicándole cuando me dolía, entonces se detenía retrocedía unos centímetros o milímetros y volvía a metérmela despacito dulce y cariñosamente mis flujos fueron ayudando la penetración, no sabía moverme, pero sentía todo su miembro recorrer mi vagina, varios minutos estuvo dentro mío hasta que sentí que salía y en mi pancita, junto a sus suspiros y grititos, dejo su lechita.
Yo lo abrazaba, quería sentir cada pedacito de su cuerpo pegadito al mío.
Me invadió una emoción indescriptible, estaba extenuada y profundamente mimosa no paraba de besarlo, acariciarlo, en esos momentos estaba profundamente enamorada de él.
Permanecimos abrazaditos un buen rato, creo que él se durmió unos minutos, en esos momentos trataba de no despertarlo, como una mama lo acariciaba, lo miraba, protegía su sueñito.
Era un día irrepetible.
Rompió esa atmósfera de ensueño la campanilla del teléfono, el turno estaba por finalizar.
Cuando se alejo, para ir al baño, y vi en las sabanas, las huellas de mi virginidad perdida, sentí una alegría y una felicidad enorme.
Se baño, vino a la camita donde lo esperaba, recogió mi ropita, me ayudo a vestirme y sin dejar de besarlo subimos al auto, era media noche pasada la tanadaestaba a los gritos nos mezclamos yo una zombi, no podía dejarlo, así que nos quedamos besuqueándonos un rato mas en el jardín del circulo Italiano. No quería que ese día terminara
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