Hola, me llamo Gabriela. Tengo 19 años, soy petisa y culona. Lo que me pasó hace unos años me atrevo a contarlo en Poringa.
Unis meses antes de la pandemia mis padres se separaron. Mi padre se quedó viviendo solo en nuestra casa al norte de la ciudad y mi madre y yo nos vinimos a un bonito departamento más céntrico, cerca de nuestra vida cotidiana.
Iba a la casa de mi padre solo los fines de semana, ya que quedaba muy lejos de mi amigos y escuela. Yo estaba terminando la secundaria y no me importaba mucho nada.
Cuando estalló la pandemia y todo el mundo se puso en modo cuarentena, no vi a mi papá por más de 6 meses. Incluso se había perdido mi cumpleaños de 18. Cuando finalmente fui a quedarme una semana a su casa, me abrazó con fuerza.
- Hija! Cuanto te extrañé!
- Yo también, pa!
La verdad es que lo vi muy triste y desmejorado. Había adelgazado mucho y tenía unas ojeras terribles. Le propuse hacer algo divertido, aunque fuera ver una película en Netflix y comer pizza. Su cara se iluminó y sonrió.
La peli la vimos en el sillón grande del living, frente a la tele, tapados con una manta, ambos ya en piyama. Cuando una escena de terror me asustó, me acurruqué contra él, que me abrazó fuerte, me besó la frente y me dio las gracias por estar ahí con él. Se sintió bien verlo así.
Al día siguiente me duché antes de desayunar. Cuando salí me di cuenta que solo había agarrado ropa interior. Debía recorrer el largo pasillo hasta mi habitación por ropa limpia. Cuando pasaba por la habitación de papá, salió a recibirme.
- Hijita! Ya te duchaste?
- Sí, pa. Iba a buscar ropa.
- Ah, veo... Como has crecido estos meses! Estás hecha una mujer!
Sonreía y me miraba de arriba a abajo. Cuando pasé por al lado para ir a mi pieza, me dió una nalgada afectuosa.
- Andá a vestirte que yo voy a hacer el desayuno!
Lo vi tan animado que me di vuelta para sonreírle yo también, aunque sus ojos estuvieran en mi cola.
Desayunamos rico y como estaba lindo me dijo que saliéramos a tomar aire y camináramos un poco. Yo siempre fui vaga, pero sacarlo de la casa me pareció una buena idea.
Después de más de media hora yo estaba cansada.
- No puedo más, pa!
- Vení, te llevo a caballito!
Nos reímos y me subí a su espalda como cuando era una nena. Lo abracé del cuello y le di un beso.
- Que hija más cariñosa tengo!
Al día siguiente me despertó sentado en mi cama.
- Hija, buen día! Tengo un regalo para vos!
Abrí los ojos y me incorporé un poco. Vi la caja de un teléfono nuevo. Me desperté del todo.
- Gracias papiii!
- Para que sigamos conectados cuando no te vea.
Lo apreté contra mí fuerte por la cintura. Sin querer, un codo mío frotaba su pene. Sentí como se levantaba de a poco, pero no me moví de repente, sino que lo solté de a poco. Al hacerlo se me cayó el teléfono al piso. Ahí sí rápido salté en la cama y me estiré para levantarlo, quedando mi cola en pompa sobre las piernas de papá. Cuando me senté y lo miré, su cara estaba colorada y sonreía como bobo. Me di cuenta que le había dado una vista privilegiada de mi cola en cullotte, que es con lo que duermo normalmente.
- Bueno... Me voy a hacer el desayuno!
- Ok!
Me quedé pensando que me había mirado el culo dos veces... Y había sonreído. Bueno, si eso lo ponía contento, yo también estaría contenta.
Decidí bajar tal cual estaba, pero me clavé un poco más arriba el culotte. Me paseaba por la cocina buscando quedar al alcance de sus ojos, papá babeaba.
Me divertí sintiéndome mirada por mi padre, estaba mal, pero no había oportunidad de otro contacto con el sexo masculino.
La siguiente semana en su casa, llegue con mi bolso con ropa más reveladora. Me pasé los primeros días escotada y entangada.
Empecé a dormir en tanga.
Una mañana papá vino a mi habitación a despertarme y a invitarme a comprar ropa para dejar en su casa, así no viajaba con un bolso cada vez. Le salté encima de la felicidad. Lo enredé con las piernas y me colgué de su cuello, a él no le quedó otra que atraparme de las nalgas. Mientras lo besaba en las mejillas, me apretó con ganas. Su pantalón deportivo delataba la erección que crecía cada vez más. Me bajó de golpe y me dijo que me preparara para desayunar.
Como la mayoría de los negocios estaban cerrados por la pandemia, me puse a comprar por internet con la tarjeta de papá. Él no me preguntó cuanto había gastado, pero quiso que le mostrara todo cuando llegara. Mi mejor compra fue una bikini roja muy breve, con pequeños triángulos para cubrir los pechos y una tanga.
A los 3 días llegó mi compra. Le ofrecí hacer un desfile a papá por la noche.
Estábamos en su habitación, que era la más cercana al baño, él sentado en la cama, esperaba a que yo apareciera con la ropa que me iba poniendo. Obviamente dejé la bikini para el final. Con cada cosa que me ponía, papá no dejaba de decirme lo linda bque era y que bien me quedaba la prenda en cuestión. Cuando me puse la bikini roja, me pinté los labios del mismo color y me puse un poco de sombra negra para resaltar mis ojos. Debo decir que estaba hecha una diosa... O una perra.
Entré en la habitación y me paré de frente. Pareció que algo lo golpeó, porque se quedó mudo.
- Te gusta pa?
- Me... Me...
Me di vuelta para mostrar mi retaguardia. La tanga se perdía entre los cachetes de mi cola.
- Aaahh... Peerooo...
Me la acomodé levantando la tira. Me di vuelta, estaba con los ojos y la boca bien abiertos.
No sabía aún por que me gustaba calentarlo. Si era la adrenalina que me generaba, si eran las hormonas, si era la falta de chicos de mi edad, o si era verlo contento y radiante cuando me miraba.
- Te gusta todo lobque compré papi?
- Me en can ta!
Salté arriba suyo para abrazarlo y agradecerle. Caí abierta de piernas justo ahí, obvio. Lo llené de besos.
- Gracias! Gracias! Gracias! Gracias!
Daba pequeños saltitos de felicidad arriba suyo con cada beso. Sus manos temblaban en mi cintura.
- Ay, Gabi...
Me besó las mejillas, el cuello y bajó hasta un poco más arriba de mis tetas. Yo tiré la cabeza para atrás, riéndome como una nena. Me tenía agarrada con una mano en la espalda y otra en una nalga. En ese momento me sentí deseada, asqueada y puta al mismo tiempo. Un escalofrío recorría mi piel. Instintivamente froté mi pelvis sobre su short dry-fit, que resbaló de mil maravillas, dejándome sentir la dureza bajo esa tela.
- Gaby, Gaby, Gaby... Levantate por favor!
Su voz era un ruego.
- Estás bien, papi?
- Sí, sí! Pero estás... Justo encima...
Hice como que no me daba cuenta hasta entonces, aunque no me moví ni un poco.
- Ay noo! Te estoy haciendo un lap dance! Jaja
- Un qué?
- Lap dance. Un baile sensual para calentar a los tipos. No me di cuenta!
- Y como sabés eso?
- Veo demasiados realitys jaja. En Mtv hay cosas así.
- Ahh... Y hacen esto?
- Más bien es algo así...
Volví a moverme y frotarme contra él, ahora me excitaba yo. Me agarré las tetas y las apreté. No medía mis acciones.
Papá me acarició el vientre y bajó su mano hasta mi concha. La tocó por sobre la tela con un dedo.
- Ay papi!
Yo seguí moviendo mis caderas con los ojos cerrados, gozando de frotarme contra mi padre. Estaba mojada a más no poder. El morbo era brutal.
De repente, sus brazos me levantaron con fuerza.
- Basta Gaby! Eso está muy bien, pero no deberías hacerlo conmigo.
- Por qué no? No te gusta?
- Sabés que ese no es el punto. Sos mi hija, te amo, pero no deberíamos tener ese tipo de contacto. Deberías hacerlo con un chico que te guste.
- No te hice sentir bien?
- Ese es justo el problema, no debería sentirse bien. Sos una joven hermosa, sí, pero no una que yo pueda ni deba desear... Me voy a dar una ducha.
Me quedé muda viendo como se iba al baño. Dijo que me deseaba? Tenía el bulto bien marcado cuando se fue, sin duda había disfrutado mi baile. Esperé a que estuviera bañándose y me metí si hacer ruido. Lo que oí me dejó peor de cachonda. Hacía ruidos rítmicos tipo plaf, plaf, plaf y por su silueta a través de la cortina pude ver que se pajeaba.
- Ahhhh... Gabyyyy...
Acabó pensando en mí! Eso fue demasiado! Corrí a mi habitación y me toqué como loca. Acabé dos veces sin sacarme la bikini y me quedé dormida.
Me desperté a la mañana. Me duché, me vestí normal y bajé a desayunar. Había medialunas recién hechas y café con leche. Cuando terminamos, tenía que volver al departamento con mamá. En el camino fuimos hablando.
- Hija, quiero que sepas que lo que pasó este fin de semana...
- Tranquilo! No le voy a decir nada a mamá!
- No es eso... Quiero decir que no va a cambiar mi amor por vos. Sos la persona que más quiero en el mundo y odiaría que me veas raro de ahora en más.
- Ay pa! Me vas a hacer llorar! Yo te quiero más ahora! Lo que pasó fue... Hormonal en parte...
- Y la otra parte?
- La otra parte fue porque desde que te vi hace un mes todo venido abajo me pareció que te levantó el ánimo verme.
- Bueno... Sí... Eso te lo tengo que agradecer mucho. Me ayudaste, aunque no de la forma adecuada... Jajaja
- Bueno, no soy psicóloga, usé lo que tenía! Jajaja
- Funcionó mejor, seguro! Tener una chica hermosa como vos fue... Muy fuerte para mí.
- Sé que no debería decirlo... Pero yo también lo disfruté... Y no me sentiría mal si pasara otra vez... Con esto de la pandemia no tengo contacto con otro hombre y con vos me siento segura.
- Bueno... Ejem... Si nosotros... Respetamos ciertos límites... Creo que...
- Me dejarías "bailar" encima tuyo?
- Ehhh... Debo ser el peor padre del mundo...
- Para nada! Me compraste ropa, un teléfono, todo para hacerme más fácil la vida y yo estoy feliz de poder hacerte más feliz la tuya!
- Sos increíble Gaby!
- Te amo pa!
- Yo a vos hija!
Cuando me bajé del auto, le estampé un pico de sorpresa. Él se quedó sonriendo y me saludó con la mano.
CUANDO EL POST ALCANCE LOS 1000 PUNTOS SUBIRÉ LA SEGUNDA PARTE. NO SEAN TACAÑOS!
Unis meses antes de la pandemia mis padres se separaron. Mi padre se quedó viviendo solo en nuestra casa al norte de la ciudad y mi madre y yo nos vinimos a un bonito departamento más céntrico, cerca de nuestra vida cotidiana.
Iba a la casa de mi padre solo los fines de semana, ya que quedaba muy lejos de mi amigos y escuela. Yo estaba terminando la secundaria y no me importaba mucho nada.
Cuando estalló la pandemia y todo el mundo se puso en modo cuarentena, no vi a mi papá por más de 6 meses. Incluso se había perdido mi cumpleaños de 18. Cuando finalmente fui a quedarme una semana a su casa, me abrazó con fuerza.
- Hija! Cuanto te extrañé!
- Yo también, pa!
La verdad es que lo vi muy triste y desmejorado. Había adelgazado mucho y tenía unas ojeras terribles. Le propuse hacer algo divertido, aunque fuera ver una película en Netflix y comer pizza. Su cara se iluminó y sonrió.
La peli la vimos en el sillón grande del living, frente a la tele, tapados con una manta, ambos ya en piyama. Cuando una escena de terror me asustó, me acurruqué contra él, que me abrazó fuerte, me besó la frente y me dio las gracias por estar ahí con él. Se sintió bien verlo así.
Al día siguiente me duché antes de desayunar. Cuando salí me di cuenta que solo había agarrado ropa interior. Debía recorrer el largo pasillo hasta mi habitación por ropa limpia. Cuando pasaba por la habitación de papá, salió a recibirme.
- Hijita! Ya te duchaste?
- Sí, pa. Iba a buscar ropa.
- Ah, veo... Como has crecido estos meses! Estás hecha una mujer!
Sonreía y me miraba de arriba a abajo. Cuando pasé por al lado para ir a mi pieza, me dió una nalgada afectuosa.
- Andá a vestirte que yo voy a hacer el desayuno!
Lo vi tan animado que me di vuelta para sonreírle yo también, aunque sus ojos estuvieran en mi cola.
Desayunamos rico y como estaba lindo me dijo que saliéramos a tomar aire y camináramos un poco. Yo siempre fui vaga, pero sacarlo de la casa me pareció una buena idea.
Después de más de media hora yo estaba cansada.
- No puedo más, pa!
- Vení, te llevo a caballito!
Nos reímos y me subí a su espalda como cuando era una nena. Lo abracé del cuello y le di un beso.
- Que hija más cariñosa tengo!
Al día siguiente me despertó sentado en mi cama.
- Hija, buen día! Tengo un regalo para vos!
Abrí los ojos y me incorporé un poco. Vi la caja de un teléfono nuevo. Me desperté del todo.
- Gracias papiii!
- Para que sigamos conectados cuando no te vea.
Lo apreté contra mí fuerte por la cintura. Sin querer, un codo mío frotaba su pene. Sentí como se levantaba de a poco, pero no me moví de repente, sino que lo solté de a poco. Al hacerlo se me cayó el teléfono al piso. Ahí sí rápido salté en la cama y me estiré para levantarlo, quedando mi cola en pompa sobre las piernas de papá. Cuando me senté y lo miré, su cara estaba colorada y sonreía como bobo. Me di cuenta que le había dado una vista privilegiada de mi cola en cullotte, que es con lo que duermo normalmente.
- Bueno... Me voy a hacer el desayuno!
- Ok!
Me quedé pensando que me había mirado el culo dos veces... Y había sonreído. Bueno, si eso lo ponía contento, yo también estaría contenta.
Decidí bajar tal cual estaba, pero me clavé un poco más arriba el culotte. Me paseaba por la cocina buscando quedar al alcance de sus ojos, papá babeaba.
Me divertí sintiéndome mirada por mi padre, estaba mal, pero no había oportunidad de otro contacto con el sexo masculino.
La siguiente semana en su casa, llegue con mi bolso con ropa más reveladora. Me pasé los primeros días escotada y entangada.
Empecé a dormir en tanga.
Una mañana papá vino a mi habitación a despertarme y a invitarme a comprar ropa para dejar en su casa, así no viajaba con un bolso cada vez. Le salté encima de la felicidad. Lo enredé con las piernas y me colgué de su cuello, a él no le quedó otra que atraparme de las nalgas. Mientras lo besaba en las mejillas, me apretó con ganas. Su pantalón deportivo delataba la erección que crecía cada vez más. Me bajó de golpe y me dijo que me preparara para desayunar.
Como la mayoría de los negocios estaban cerrados por la pandemia, me puse a comprar por internet con la tarjeta de papá. Él no me preguntó cuanto había gastado, pero quiso que le mostrara todo cuando llegara. Mi mejor compra fue una bikini roja muy breve, con pequeños triángulos para cubrir los pechos y una tanga.
A los 3 días llegó mi compra. Le ofrecí hacer un desfile a papá por la noche.
Estábamos en su habitación, que era la más cercana al baño, él sentado en la cama, esperaba a que yo apareciera con la ropa que me iba poniendo. Obviamente dejé la bikini para el final. Con cada cosa que me ponía, papá no dejaba de decirme lo linda bque era y que bien me quedaba la prenda en cuestión. Cuando me puse la bikini roja, me pinté los labios del mismo color y me puse un poco de sombra negra para resaltar mis ojos. Debo decir que estaba hecha una diosa... O una perra.
Entré en la habitación y me paré de frente. Pareció que algo lo golpeó, porque se quedó mudo.
- Te gusta pa?
- Me... Me...
Me di vuelta para mostrar mi retaguardia. La tanga se perdía entre los cachetes de mi cola.
- Aaahh... Peerooo...
Me la acomodé levantando la tira. Me di vuelta, estaba con los ojos y la boca bien abiertos.
No sabía aún por que me gustaba calentarlo. Si era la adrenalina que me generaba, si eran las hormonas, si era la falta de chicos de mi edad, o si era verlo contento y radiante cuando me miraba.
- Te gusta todo lobque compré papi?
- Me en can ta!
Salté arriba suyo para abrazarlo y agradecerle. Caí abierta de piernas justo ahí, obvio. Lo llené de besos.
- Gracias! Gracias! Gracias! Gracias!
Daba pequeños saltitos de felicidad arriba suyo con cada beso. Sus manos temblaban en mi cintura.
- Ay, Gabi...
Me besó las mejillas, el cuello y bajó hasta un poco más arriba de mis tetas. Yo tiré la cabeza para atrás, riéndome como una nena. Me tenía agarrada con una mano en la espalda y otra en una nalga. En ese momento me sentí deseada, asqueada y puta al mismo tiempo. Un escalofrío recorría mi piel. Instintivamente froté mi pelvis sobre su short dry-fit, que resbaló de mil maravillas, dejándome sentir la dureza bajo esa tela.
- Gaby, Gaby, Gaby... Levantate por favor!
Su voz era un ruego.
- Estás bien, papi?
- Sí, sí! Pero estás... Justo encima...
Hice como que no me daba cuenta hasta entonces, aunque no me moví ni un poco.
- Ay noo! Te estoy haciendo un lap dance! Jaja
- Un qué?
- Lap dance. Un baile sensual para calentar a los tipos. No me di cuenta!
- Y como sabés eso?
- Veo demasiados realitys jaja. En Mtv hay cosas así.
- Ahh... Y hacen esto?
- Más bien es algo así...
Volví a moverme y frotarme contra él, ahora me excitaba yo. Me agarré las tetas y las apreté. No medía mis acciones.
Papá me acarició el vientre y bajó su mano hasta mi concha. La tocó por sobre la tela con un dedo.
- Ay papi!
Yo seguí moviendo mis caderas con los ojos cerrados, gozando de frotarme contra mi padre. Estaba mojada a más no poder. El morbo era brutal.
De repente, sus brazos me levantaron con fuerza.
- Basta Gaby! Eso está muy bien, pero no deberías hacerlo conmigo.
- Por qué no? No te gusta?
- Sabés que ese no es el punto. Sos mi hija, te amo, pero no deberíamos tener ese tipo de contacto. Deberías hacerlo con un chico que te guste.
- No te hice sentir bien?
- Ese es justo el problema, no debería sentirse bien. Sos una joven hermosa, sí, pero no una que yo pueda ni deba desear... Me voy a dar una ducha.
Me quedé muda viendo como se iba al baño. Dijo que me deseaba? Tenía el bulto bien marcado cuando se fue, sin duda había disfrutado mi baile. Esperé a que estuviera bañándose y me metí si hacer ruido. Lo que oí me dejó peor de cachonda. Hacía ruidos rítmicos tipo plaf, plaf, plaf y por su silueta a través de la cortina pude ver que se pajeaba.
- Ahhhh... Gabyyyy...
Acabó pensando en mí! Eso fue demasiado! Corrí a mi habitación y me toqué como loca. Acabé dos veces sin sacarme la bikini y me quedé dormida.
Me desperté a la mañana. Me duché, me vestí normal y bajé a desayunar. Había medialunas recién hechas y café con leche. Cuando terminamos, tenía que volver al departamento con mamá. En el camino fuimos hablando.
- Hija, quiero que sepas que lo que pasó este fin de semana...
- Tranquilo! No le voy a decir nada a mamá!
- No es eso... Quiero decir que no va a cambiar mi amor por vos. Sos la persona que más quiero en el mundo y odiaría que me veas raro de ahora en más.
- Ay pa! Me vas a hacer llorar! Yo te quiero más ahora! Lo que pasó fue... Hormonal en parte...
- Y la otra parte?
- La otra parte fue porque desde que te vi hace un mes todo venido abajo me pareció que te levantó el ánimo verme.
- Bueno... Sí... Eso te lo tengo que agradecer mucho. Me ayudaste, aunque no de la forma adecuada... Jajaja
- Bueno, no soy psicóloga, usé lo que tenía! Jajaja
- Funcionó mejor, seguro! Tener una chica hermosa como vos fue... Muy fuerte para mí.
- Sé que no debería decirlo... Pero yo también lo disfruté... Y no me sentiría mal si pasara otra vez... Con esto de la pandemia no tengo contacto con otro hombre y con vos me siento segura.
- Bueno... Ejem... Si nosotros... Respetamos ciertos límites... Creo que...
- Me dejarías "bailar" encima tuyo?
- Ehhh... Debo ser el peor padre del mundo...
- Para nada! Me compraste ropa, un teléfono, todo para hacerme más fácil la vida y yo estoy feliz de poder hacerte más feliz la tuya!
- Sos increíble Gaby!
- Te amo pa!
- Yo a vos hija!
Cuando me bajé del auto, le estampé un pico de sorpresa. Él se quedó sonriendo y me saludó con la mano.
CUANDO EL POST ALCANCE LOS 1000 PUNTOS SUBIRÉ LA SEGUNDA PARTE. NO SEAN TACAÑOS!
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