hola como estan , les cuento que me habian traido dos cajas bastante grandes me quede pensando unos segundos pensando cómo llevarlas. Tendría que arrastrarlas de a una hasta al ascensor rápidamente, antes de que se cerraran las puertas, y luego hacer lo mismo al llegar a mi piso.
- La ayudo a subirlas, señora? - dijo una voz irrumpiendo en mi hilo de pensamientos.
Era el muchacho de seguridad. Lo miré y pensé en cuántas veces lo había visto, pero sin haberlo mirado realmente. Era un hombre joven, de unos 30 o 32 años, mediría 1.80 m,
- Me harías un gran favor. - respondí con una mueca que pretendía ser sonrisa.
El chico tomó sin dificultad una de las pesadas cajas en sus atléticos brazos, dejándome la más pequeña a mí. Yo lo imité, aunque a mí me costaba bastante más que a él. Entramos al ascensor y presioné nuevamente el 4.
- Creo que nunca hablamos. Me llamo Gonzalo. - dijo.
- Un gusto, Gonzalo. Yo soy vane . Llegamos al piso, bajamos las cajas del ascensor y abrí la puerta del departamento. Entré primero, apoyando mi caja en el piso, y detrás de mí entró Gonzalo.
- Permiso.
- Sí, pasá. Dejala donde puedas, no te preocupes.
Acomodó la caja al lado de la otra y miró rápidamente el living.
- Gracias por tu ayuda - le dije a Gonzalo extendiéndole un billete que saqué del bolsillo de mi pantalón.
- No, no te preocupes. Fue un placer.
- Agarralo, por la molestia.
- No fue molestia, al contrario, un placer hablar con vos finalmente. Otro día si querés me podés agradecer invitándome un trago. - dijo sonriéndome seductor mientras salía por la puerta.
Yo no llegué a responder, y cuando quise darme cuenta Gonzalo ya estaba subiendo nuevamente al ascensor.
El sol entrando a través de las cortinas mal cerradas me despertó. Eran las 8:10 del sábado. Me quedé unos minutos dando vueltas en la cama y me sentí excitada. Física y emocionalmente excitada. Metí mi mano por dentro de las sábanas y subí mi corto camisón de seda. Comencé a acariciar mi entrepierna sobre mi ropa interior y empecé a sentirla húmeda. La corrí hacia un costado y jugué con mis dedos lentamente hasta empezar a meterlos en mi interior. Con mi otra mano acaricié mi clítoris, cada vez con más fuerza. Pensaba en Gonzalo, en cómo sería debajo de su ropa, cómo se sentirían sus manos sobre mi piel… Estaba tan caliente que unos minutos después sentí el orgasmo llegar y percibí cómo mis músculos se contraían alrededor de mis dedos lubricados. Suspiré sonriente en la cama y me levanté.
Mientras cepillaba mis dientes y me vestía, pensaba en que quería invitarlo a cenar. Al fin y al cabo tenía la certeza de que él también quería, y eso me daba cierta tranquilidad.
Luego de desayunar salí a la calle, ya que quería aprovechar la mañana soleada. Miré ilusionada el escritorio de seguridad, pero mi pretendiente todavía no estaba en su puesto de trabajo. Fui a la peluquería, Me compré unos vestidos hermosos y unas botas altas.
. Al mediodía volví al edificio y allí estaba él, radiante dentro de su uniforme. Noté cómo abrió sus ojos sorprendido al verme entrar tan distinta del día anterior. Yo llevaba un vestido por las rodillas que marcaba mi cintura y mi culo. conservo unas buenas curvas que hacen que tenga cierto atractivo físico. Tengo pechos grandes, Mi culo también es imponente. De rostro siempre lucí más joven de lo que soy, y tengo facciones muy lindas. Siempre me han halagado mi cara.
- Buen día dijo suspendiendo lo que estaba haciendo.
- Buen día, Gonzalo. - respondí acercándome a su escritorio. - Qué hacés esta noche?
Gonzalo me miró fijo durante unos instantes, tratando de descifrar si mostraba interés en su vida o si planeaba proponerle algo.
- Irme a casa, pedir comida y mirar alguna película, supongo. - dijo por fin, con una sutil sonrisa - a menos que tengas una propuesta superadora.
- Vos dirás si es mejor, pero pensaba invitarte a comer. Por las cajas… - noté mi nerviosismo al querer aclarar la situación, así que me callé.
- Sí, no me olvido. Me encantaría comer con vos.
- Te espero a las 21:00. Te parece? , como mi pareja el finde no estaba aproveche
- Ahí estaré - dijo con cierta picardía en su gesto.
El resto del día lo pasé ordenando y dejando todo listo para preparar la cena. Cuando miré el reloj ya eran las 19, así que me di una ducha y elegí la ropa que me pondría. Elegí un vestido negro corto y botas altas.
Gonzalo llegó puntual. Tocó timbre y yo me levanté exaltada de mi asiento. Acomodé mi pelo y mi ropa en el espejo, y me acerqué a abrir la puerta.
- Adelante.
- Gracias, permiso. No sabía si te gustaba blanco o tinto, así que traje los dos. - dijo entregándole las botellas que traía.
- Veo que voy a terminar borracha hoy. -dije riendo- Me gustan los dos, gracias.
Llevé las botellas a la cocina y abrí el vino tinto. Serví dos copas y le alcancé una a Gonzalo que se había sentado en el sillón
Yo lo miré a los ojos, expectante. El tacto de su mano sobre mi muslo me excitaba. Gonzalo se movió, sentándose más cerca de mí. Me acarició la cara suavemente y tomándome de la nuca se acercó a mí y me besó. Me costó un segundo reaccionar, pero le correspondí. Al ver mi respuesta intensificó el beso, comenzó a meter su cálida lengua en mi boca y nos besamos dulcemente durante unos minutos. Yo me sentía caliente
- Desde ayer que tenía muchas ganas de hacer eso, no quería esperar más. - dijo.
Yo lo miré y lo besé de nuevo. El beso delicado se convirtió lentamente en uno lujurioso. Gonzalo comenzó a acariciar mi cuello, mis brazos, mis muslos. Yo sentía cómo mis pezones se erizaban, A medida que el beso se ponía más enérgico, comencé a sentir la humedad en mi entrepierna.
Sus manos ahora recorrían aún más mi cuerpo. Bajaban por mi espalda, acariciaban mi cintura.
Gonzalo bajó los breteles de mi vestido dejándolo en mi cintura. Comenzó a besarme debajo de las orejas, descendiendo por mi cuello. Mi respiración se agitaba y me sentía mojada. Bajó hasta mis enormes tetas besando mi pecho, y se detuvo ahí. Desabrochó mi corpiño y lo dejó caer en el piso. Tomó mis pechos y los besó, los presionó, los lamió. Jugó con mis pezones erectos. Su barba pinchaba mi piel y eso me excitaba.
Mientras Gonzalo se dedicaba a mis tetas comencé a desabrochar su camisa. Me lanzó una fugaz mirada de aprobación, antes de continuar con lo suyo. Le quité la prenda, que cayó sobre el sillón, y pasé mis manos por sus musculosos brazos, su pecho lampiño, su abdomen firme.
Gonzalo deslizó sus manos por mis piernas subiendo mi vestido. Yo me lo quité porque ya me estaba incomodando, y a él pareció gustarle mi decisión. Se agachó y comenzó a besar el interior de mis muslos, comenzando desde la altura de la rodilla, subiendo lentamente. Yo sentía mi mi tanga cada vez más mojado, y los fluidos rebalsando por mis labios vaginales. Me di cuenta de repente de que estaba jadeando, gimiendo... Al llegar a mi sexo pasó muy lentamente su lengua por toda su ranura, por arriba de la tela. Luego de hacerlo me miró a los ojos, y pareció quedar conforme con mi cara de placer. Sacó mi bombacha negra Gonzalo pasó sus dedos entre mis labios, y luego mirándome los lamió. Comenzó a meterlos en mi interior y yo me arqueé.
Gonzalo frotó mi clítoris y yo lo sentí palpitar. Luego con dos de sus dedos en mi interior, comenzó a chuparlo. Primero despacio y luego más rápido. Yo gemía con los ojos cerrados y las piernas bien abiertas a los costados de su cabeza. Me dejé llevar y de repente estaba tomándolo del pelo, tirando suavemente de él. Llevó su lengua a la entrada de mi vagina
Luego de unos cuantos minutos de estimularme comencé a sentir que estaba por acabar. Empecé a gemir más fuerte, más profundo, y Gonzalo aceleró sus movimientos sobre mi clítoris. Sentí una electricidad recorriendo mi cuerpo entero y estallé en un orgasmo maravilloso. Los espasmos duraron muchos segundos y me dejaron extenuada. Él pasó su lengua una última vez por mi sexo, bebiéndose mis fluidos y luego subió a besarme.
- Me encanta verte acabar. - me dijo con sus labios rozando mi boca.
Yo no respondí y lo empujé suavemente para que quedara él recostado sobre el sillón. Desabroché su pantalón mientras él miraba atento mis movimientos. Bajé el cierre y lo deslicé hacia los tobillos. Bajé su bóxer negro y dejé al descubierto su pene erecto.
Comencé a masturbarlo mirandolo a la cara Sentía sus ojos mirando mis movimientos y me sentía imuy caliente
Me calentás mucho.me decia
. Metí su pene en mi boca y comencé a lamerlo aumentando progresivamente la velocidad.
- Mirame. - me repitió mientras pasaba los dedos delicadamente por mi pelo
lo miraba con cara más seductora. Escuchaba los jadeos salir de su boca abierta y sentía mis fluidos caer en mi entrepierna.
Yo chupaba cada vez más rápido y sentía mi saliva mezclarse con sus líquidos. Miraba su cara de goce y eso me empoderaba. Me sentía sensual, me sentía erotizada. De repente Gonzalo retiró mi cabeza suavemente y dijo:
- Quiero que me digas qué querés que te haga ahora.
- Lo que quieras - dije.
- No, ahora quiero hacer lo que vos quieras que haga.
- Te quiero dentro de mí.
. Me recostó de nuevo sobre el sofá y abrió mis piernas. Volvió a meter sus dedos dentro de mí y al sacarlos empapados dijo:
- Mirá cómo estás.
Untó con mi fluido su pene y se masturbó unos segundos mirándome a la cara. Se puso sobre mí y me penetró despacio. Yo gemí al sentirlo finalmente en mi interior. Al llegar al fondo se quedó ahí unos instantes y yo emití un breve grito de placer. Comenzó a embestirme con fuerza mientras acercaba su cara a la mía para besarme. Yo gemía dentro de su boca y cerraba mis ojos. Él empezó a intensificar aún más sus movimientos, agarró fuerte mis piernas y las subió aún más. Yo clavaba mis uñas en su espalda, bajaba mis manos y lo tomaba de su duro culo, empujándolo hacia mí.
Comencé a incorporarme del sillón obligando a Gonzalo a frenar sus movimientos.
- Sentate - le pedí.
Él lo hizo y yo me subí sobre él y comencé a moverme encima de su pene. Él me miraba a los ojos, extasiado. Tiré mi cabello hacia el costado, dejándolo caer sobre mi hombro izquierdo, y le sostuve la mirada mientras sentía su miembro entrando y saliendo de mí. Él comenzó a besarme el cuello, a lamerlo. Acarició mis tetas, las besó, mordió y apretó nuevamente. Llevó sus dos manos a mis grandes nalgas y las tomó con fuerza mientras yo seguía saltando sobre él, cada vez más agitada, más transpirada y más mojada.
De repente me tomó fuerte de mis muslos para sostenerme y se levantó del sillón, cargándome hasta la habitación.
- Permiso, eh... - dijo divertido mientras entraba al único ambiente restante del departamento.
- Sentite como en casa - dije riendo.
Una vez en la habitación me tiró suavemente sobre la cama. Yo me arrodillé de espaldas sobre las almohadas de la cabecera, y me apoyé con ambas manos en la pared. Él se acomodó detrás de mí y comenzó a besarme el cuello, las orejas… Comenzó a bajar con sus labios por mi espalda, erizándome la piel. Muy lentamente llegó a mis caderas y besó mi culo, lo mordió despacio, pasó su lengua por mi cuerpo hasta que llegó a mi entrepierna y agachado detrás de mí comenzó a lamer mi sexo por detrás mientras separaba mis nalgas. Acarició suavemente mi culo y eso me excitó. Yo gemía con la cara pegada a la pared y las manos también sobre ella, encima de mi cabeza.
Luego de un rato, cuando yo ya me sentía en las nubes, tomó su pene con la mano y lo masturbó un poco, a pesar de que seguía erecto. Lo pasó por mi entrada vaginal unos segundos, mientras yo acomodaba mi cuerpo para recibir nuevamente sus embestidas. Me penetró con un movimiento rápido y firme, lo cual me hizo gemir con fuerza. Me tomó de las caderas con sus dos manos y empezó a moverse con velocidad. Escuchaba sus gemidos a mi espalda e imaginaba su cara. Él me apretaba el culo con tal fuerza que sentía cómo lo marcaba. Su respiración empezó a acelerarse y a ser cada vez más sonora. Nuestros cuerpos chocando se escuchaban como aplausos, mientras nuestros fluidos y nuestros jadeos se mezclaban. Me encantaba pensar que del otro lado de la pared habría alguien escuchándonos disfrutar de esa manera.
- Querés que acabe afuera? - dijo Gonzalo luego de un rato.
- No. - respondí.
Gonzalo tiró su cuerpo sobre mi espalda y tomó con su fuerte brazo todo mi abdomen, apretándome hacia él. Pegó su cara a mi cuello y nuestros gemidos se acompasaron. Aumentó la rapidez de su penetración y de repente escuché su rugido y sentí su semen caliente entre mis piernas. Nos quedamos inmóviles unos segundos ahí, pegados, mientras nuestras respiraciones se normalizaban. Él me besó el cuello dulcemente, y salió de mi interior.
- Vas a tener que cambiar las sábanas - me dijo divertido mientras miraba las fundas de las almohadas todas pegajosas.
Yo sonreí, me limpié el semen con unos pañuelos que había en la mesa de luz y me recosté en la cama, dando por terminado el polvo.
- No, vení, falta que acabes vos. Mirá lo mojada que estás… - dijo mientras me tocaba con sus dedos.
Yo comencé a gemir de nuevo ante su tacto.
- Sentate en mi cara. - me pidió mientras me nalgueaba cariñosamente el culo.
Se acostó boca arriba y me guio para que me pusiera sobre su cabeza.
Me senté sobre su boca de cuclillas y él comenzó a lamer mi sexo, sosteniéndome el culo entre sus manos. Yo me estremecía y me movía involuntariamente, y él me agarraba con más fuerza. Lamió mi clítoris, mis labios, mi ano. Hasta que luego de un rato de estimularme volvió a mi entrada vaginal y me penetró con su lengua. Yo sin poder evitarlo, llevé mi mano al clítoris y lo froté con velocidad, mientras sentía la cálida lengua de Gonzalo entrando y saliendo de mí. Con su dedo gordo comenzó a acariciar la entrada de mi culo, suavemente. La combinación de su lengua, sus manos y las mías me estaba por hacer explotar.
- Voy a acabar - le dije entre gemidos cuando empecé a sentir el calor en mi sexo.
Él incrementó la intensidad y dejando brotar un grito ahogado, me vine en su cara.
Me retiré de encima de él y me acosté boca arriba a su lado. Él se sentó, me contempló un instante, y luego se acomodó con su cuerpo sobre el mío, abrazado por mis piernas alrededor de su cadera. Me besó delicadamente los labios, acomodándome el pelo detrás de la oreja.
- Cuando necesites ayuda para subir más cajas, contá conmigo - dijo con su boca rozando la mía y una sonrisa en los labios, y luego me dio otro beso.
- La ayudo a subirlas, señora? - dijo una voz irrumpiendo en mi hilo de pensamientos.
Era el muchacho de seguridad. Lo miré y pensé en cuántas veces lo había visto, pero sin haberlo mirado realmente. Era un hombre joven, de unos 30 o 32 años, mediría 1.80 m,
- Me harías un gran favor. - respondí con una mueca que pretendía ser sonrisa.
El chico tomó sin dificultad una de las pesadas cajas en sus atléticos brazos, dejándome la más pequeña a mí. Yo lo imité, aunque a mí me costaba bastante más que a él. Entramos al ascensor y presioné nuevamente el 4.
- Creo que nunca hablamos. Me llamo Gonzalo. - dijo.
- Un gusto, Gonzalo. Yo soy vane . Llegamos al piso, bajamos las cajas del ascensor y abrí la puerta del departamento. Entré primero, apoyando mi caja en el piso, y detrás de mí entró Gonzalo.
- Permiso.
- Sí, pasá. Dejala donde puedas, no te preocupes.
Acomodó la caja al lado de la otra y miró rápidamente el living.
- Gracias por tu ayuda - le dije a Gonzalo extendiéndole un billete que saqué del bolsillo de mi pantalón.
- No, no te preocupes. Fue un placer.
- Agarralo, por la molestia.
- No fue molestia, al contrario, un placer hablar con vos finalmente. Otro día si querés me podés agradecer invitándome un trago. - dijo sonriéndome seductor mientras salía por la puerta.
Yo no llegué a responder, y cuando quise darme cuenta Gonzalo ya estaba subiendo nuevamente al ascensor.
El sol entrando a través de las cortinas mal cerradas me despertó. Eran las 8:10 del sábado. Me quedé unos minutos dando vueltas en la cama y me sentí excitada. Física y emocionalmente excitada. Metí mi mano por dentro de las sábanas y subí mi corto camisón de seda. Comencé a acariciar mi entrepierna sobre mi ropa interior y empecé a sentirla húmeda. La corrí hacia un costado y jugué con mis dedos lentamente hasta empezar a meterlos en mi interior. Con mi otra mano acaricié mi clítoris, cada vez con más fuerza. Pensaba en Gonzalo, en cómo sería debajo de su ropa, cómo se sentirían sus manos sobre mi piel… Estaba tan caliente que unos minutos después sentí el orgasmo llegar y percibí cómo mis músculos se contraían alrededor de mis dedos lubricados. Suspiré sonriente en la cama y me levanté.
Mientras cepillaba mis dientes y me vestía, pensaba en que quería invitarlo a cenar. Al fin y al cabo tenía la certeza de que él también quería, y eso me daba cierta tranquilidad.
Luego de desayunar salí a la calle, ya que quería aprovechar la mañana soleada. Miré ilusionada el escritorio de seguridad, pero mi pretendiente todavía no estaba en su puesto de trabajo. Fui a la peluquería, Me compré unos vestidos hermosos y unas botas altas.
. Al mediodía volví al edificio y allí estaba él, radiante dentro de su uniforme. Noté cómo abrió sus ojos sorprendido al verme entrar tan distinta del día anterior. Yo llevaba un vestido por las rodillas que marcaba mi cintura y mi culo. conservo unas buenas curvas que hacen que tenga cierto atractivo físico. Tengo pechos grandes, Mi culo también es imponente. De rostro siempre lucí más joven de lo que soy, y tengo facciones muy lindas. Siempre me han halagado mi cara.
- Buen día dijo suspendiendo lo que estaba haciendo.
- Buen día, Gonzalo. - respondí acercándome a su escritorio. - Qué hacés esta noche?
Gonzalo me miró fijo durante unos instantes, tratando de descifrar si mostraba interés en su vida o si planeaba proponerle algo.
- Irme a casa, pedir comida y mirar alguna película, supongo. - dijo por fin, con una sutil sonrisa - a menos que tengas una propuesta superadora.
- Vos dirás si es mejor, pero pensaba invitarte a comer. Por las cajas… - noté mi nerviosismo al querer aclarar la situación, así que me callé.
- Sí, no me olvido. Me encantaría comer con vos.
- Te espero a las 21:00. Te parece? , como mi pareja el finde no estaba aproveche
- Ahí estaré - dijo con cierta picardía en su gesto.
El resto del día lo pasé ordenando y dejando todo listo para preparar la cena. Cuando miré el reloj ya eran las 19, así que me di una ducha y elegí la ropa que me pondría. Elegí un vestido negro corto y botas altas.
Gonzalo llegó puntual. Tocó timbre y yo me levanté exaltada de mi asiento. Acomodé mi pelo y mi ropa en el espejo, y me acerqué a abrir la puerta.
- Adelante.
- Gracias, permiso. No sabía si te gustaba blanco o tinto, así que traje los dos. - dijo entregándole las botellas que traía.
- Veo que voy a terminar borracha hoy. -dije riendo- Me gustan los dos, gracias.
Llevé las botellas a la cocina y abrí el vino tinto. Serví dos copas y le alcancé una a Gonzalo que se había sentado en el sillón
Yo lo miré a los ojos, expectante. El tacto de su mano sobre mi muslo me excitaba. Gonzalo se movió, sentándose más cerca de mí. Me acarició la cara suavemente y tomándome de la nuca se acercó a mí y me besó. Me costó un segundo reaccionar, pero le correspondí. Al ver mi respuesta intensificó el beso, comenzó a meter su cálida lengua en mi boca y nos besamos dulcemente durante unos minutos. Yo me sentía caliente
- Desde ayer que tenía muchas ganas de hacer eso, no quería esperar más. - dijo.
Yo lo miré y lo besé de nuevo. El beso delicado se convirtió lentamente en uno lujurioso. Gonzalo comenzó a acariciar mi cuello, mis brazos, mis muslos. Yo sentía cómo mis pezones se erizaban, A medida que el beso se ponía más enérgico, comencé a sentir la humedad en mi entrepierna.
Sus manos ahora recorrían aún más mi cuerpo. Bajaban por mi espalda, acariciaban mi cintura.
Gonzalo bajó los breteles de mi vestido dejándolo en mi cintura. Comenzó a besarme debajo de las orejas, descendiendo por mi cuello. Mi respiración se agitaba y me sentía mojada. Bajó hasta mis enormes tetas besando mi pecho, y se detuvo ahí. Desabrochó mi corpiño y lo dejó caer en el piso. Tomó mis pechos y los besó, los presionó, los lamió. Jugó con mis pezones erectos. Su barba pinchaba mi piel y eso me excitaba.
Mientras Gonzalo se dedicaba a mis tetas comencé a desabrochar su camisa. Me lanzó una fugaz mirada de aprobación, antes de continuar con lo suyo. Le quité la prenda, que cayó sobre el sillón, y pasé mis manos por sus musculosos brazos, su pecho lampiño, su abdomen firme.
Gonzalo deslizó sus manos por mis piernas subiendo mi vestido. Yo me lo quité porque ya me estaba incomodando, y a él pareció gustarle mi decisión. Se agachó y comenzó a besar el interior de mis muslos, comenzando desde la altura de la rodilla, subiendo lentamente. Yo sentía mi mi tanga cada vez más mojado, y los fluidos rebalsando por mis labios vaginales. Me di cuenta de repente de que estaba jadeando, gimiendo... Al llegar a mi sexo pasó muy lentamente su lengua por toda su ranura, por arriba de la tela. Luego de hacerlo me miró a los ojos, y pareció quedar conforme con mi cara de placer. Sacó mi bombacha negra Gonzalo pasó sus dedos entre mis labios, y luego mirándome los lamió. Comenzó a meterlos en mi interior y yo me arqueé.
Gonzalo frotó mi clítoris y yo lo sentí palpitar. Luego con dos de sus dedos en mi interior, comenzó a chuparlo. Primero despacio y luego más rápido. Yo gemía con los ojos cerrados y las piernas bien abiertas a los costados de su cabeza. Me dejé llevar y de repente estaba tomándolo del pelo, tirando suavemente de él. Llevó su lengua a la entrada de mi vagina
Luego de unos cuantos minutos de estimularme comencé a sentir que estaba por acabar. Empecé a gemir más fuerte, más profundo, y Gonzalo aceleró sus movimientos sobre mi clítoris. Sentí una electricidad recorriendo mi cuerpo entero y estallé en un orgasmo maravilloso. Los espasmos duraron muchos segundos y me dejaron extenuada. Él pasó su lengua una última vez por mi sexo, bebiéndose mis fluidos y luego subió a besarme.
- Me encanta verte acabar. - me dijo con sus labios rozando mi boca.
Yo no respondí y lo empujé suavemente para que quedara él recostado sobre el sillón. Desabroché su pantalón mientras él miraba atento mis movimientos. Bajé el cierre y lo deslicé hacia los tobillos. Bajé su bóxer negro y dejé al descubierto su pene erecto.
Comencé a masturbarlo mirandolo a la cara Sentía sus ojos mirando mis movimientos y me sentía imuy caliente
Me calentás mucho.me decia
. Metí su pene en mi boca y comencé a lamerlo aumentando progresivamente la velocidad.
- Mirame. - me repitió mientras pasaba los dedos delicadamente por mi pelo
lo miraba con cara más seductora. Escuchaba los jadeos salir de su boca abierta y sentía mis fluidos caer en mi entrepierna.
Yo chupaba cada vez más rápido y sentía mi saliva mezclarse con sus líquidos. Miraba su cara de goce y eso me empoderaba. Me sentía sensual, me sentía erotizada. De repente Gonzalo retiró mi cabeza suavemente y dijo:
- Quiero que me digas qué querés que te haga ahora.
- Lo que quieras - dije.
- No, ahora quiero hacer lo que vos quieras que haga.
- Te quiero dentro de mí.
. Me recostó de nuevo sobre el sofá y abrió mis piernas. Volvió a meter sus dedos dentro de mí y al sacarlos empapados dijo:
- Mirá cómo estás.
Untó con mi fluido su pene y se masturbó unos segundos mirándome a la cara. Se puso sobre mí y me penetró despacio. Yo gemí al sentirlo finalmente en mi interior. Al llegar al fondo se quedó ahí unos instantes y yo emití un breve grito de placer. Comenzó a embestirme con fuerza mientras acercaba su cara a la mía para besarme. Yo gemía dentro de su boca y cerraba mis ojos. Él empezó a intensificar aún más sus movimientos, agarró fuerte mis piernas y las subió aún más. Yo clavaba mis uñas en su espalda, bajaba mis manos y lo tomaba de su duro culo, empujándolo hacia mí.
Comencé a incorporarme del sillón obligando a Gonzalo a frenar sus movimientos.
- Sentate - le pedí.
Él lo hizo y yo me subí sobre él y comencé a moverme encima de su pene. Él me miraba a los ojos, extasiado. Tiré mi cabello hacia el costado, dejándolo caer sobre mi hombro izquierdo, y le sostuve la mirada mientras sentía su miembro entrando y saliendo de mí. Él comenzó a besarme el cuello, a lamerlo. Acarició mis tetas, las besó, mordió y apretó nuevamente. Llevó sus dos manos a mis grandes nalgas y las tomó con fuerza mientras yo seguía saltando sobre él, cada vez más agitada, más transpirada y más mojada.
De repente me tomó fuerte de mis muslos para sostenerme y se levantó del sillón, cargándome hasta la habitación.
- Permiso, eh... - dijo divertido mientras entraba al único ambiente restante del departamento.
- Sentite como en casa - dije riendo.
Una vez en la habitación me tiró suavemente sobre la cama. Yo me arrodillé de espaldas sobre las almohadas de la cabecera, y me apoyé con ambas manos en la pared. Él se acomodó detrás de mí y comenzó a besarme el cuello, las orejas… Comenzó a bajar con sus labios por mi espalda, erizándome la piel. Muy lentamente llegó a mis caderas y besó mi culo, lo mordió despacio, pasó su lengua por mi cuerpo hasta que llegó a mi entrepierna y agachado detrás de mí comenzó a lamer mi sexo por detrás mientras separaba mis nalgas. Acarició suavemente mi culo y eso me excitó. Yo gemía con la cara pegada a la pared y las manos también sobre ella, encima de mi cabeza.
Luego de un rato, cuando yo ya me sentía en las nubes, tomó su pene con la mano y lo masturbó un poco, a pesar de que seguía erecto. Lo pasó por mi entrada vaginal unos segundos, mientras yo acomodaba mi cuerpo para recibir nuevamente sus embestidas. Me penetró con un movimiento rápido y firme, lo cual me hizo gemir con fuerza. Me tomó de las caderas con sus dos manos y empezó a moverse con velocidad. Escuchaba sus gemidos a mi espalda e imaginaba su cara. Él me apretaba el culo con tal fuerza que sentía cómo lo marcaba. Su respiración empezó a acelerarse y a ser cada vez más sonora. Nuestros cuerpos chocando se escuchaban como aplausos, mientras nuestros fluidos y nuestros jadeos se mezclaban. Me encantaba pensar que del otro lado de la pared habría alguien escuchándonos disfrutar de esa manera.
- Querés que acabe afuera? - dijo Gonzalo luego de un rato.
- No. - respondí.
Gonzalo tiró su cuerpo sobre mi espalda y tomó con su fuerte brazo todo mi abdomen, apretándome hacia él. Pegó su cara a mi cuello y nuestros gemidos se acompasaron. Aumentó la rapidez de su penetración y de repente escuché su rugido y sentí su semen caliente entre mis piernas. Nos quedamos inmóviles unos segundos ahí, pegados, mientras nuestras respiraciones se normalizaban. Él me besó el cuello dulcemente, y salió de mi interior.
- Vas a tener que cambiar las sábanas - me dijo divertido mientras miraba las fundas de las almohadas todas pegajosas.
Yo sonreí, me limpié el semen con unos pañuelos que había en la mesa de luz y me recosté en la cama, dando por terminado el polvo.
- No, vení, falta que acabes vos. Mirá lo mojada que estás… - dijo mientras me tocaba con sus dedos.
Yo comencé a gemir de nuevo ante su tacto.
- Sentate en mi cara. - me pidió mientras me nalgueaba cariñosamente el culo.
Se acostó boca arriba y me guio para que me pusiera sobre su cabeza.
Me senté sobre su boca de cuclillas y él comenzó a lamer mi sexo, sosteniéndome el culo entre sus manos. Yo me estremecía y me movía involuntariamente, y él me agarraba con más fuerza. Lamió mi clítoris, mis labios, mi ano. Hasta que luego de un rato de estimularme volvió a mi entrada vaginal y me penetró con su lengua. Yo sin poder evitarlo, llevé mi mano al clítoris y lo froté con velocidad, mientras sentía la cálida lengua de Gonzalo entrando y saliendo de mí. Con su dedo gordo comenzó a acariciar la entrada de mi culo, suavemente. La combinación de su lengua, sus manos y las mías me estaba por hacer explotar.
- Voy a acabar - le dije entre gemidos cuando empecé a sentir el calor en mi sexo.
Él incrementó la intensidad y dejando brotar un grito ahogado, me vine en su cara.
Me retiré de encima de él y me acosté boca arriba a su lado. Él se sentó, me contempló un instante, y luego se acomodó con su cuerpo sobre el mío, abrazado por mis piernas alrededor de su cadera. Me besó delicadamente los labios, acomodándome el pelo detrás de la oreja.
- Cuando necesites ayuda para subir más cajas, contá conmigo - dijo con su boca rozando la mía y una sonrisa en los labios, y luego me dio otro beso.
6 comentarios - tremenda noche con el de seguridad