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Aventura en México VIII

Me desperté a eso del medio día. André seguía frita y no había quien la despertara, vamos que podrían tirar una bomba al lado, que seguiría durmiendo como si tal cosa. Me levanté, me duché, tomé un café y un jugo de naranja y me fui a dar una vuelta. Cogí un autobús que me llevó a Cancún y me dediqué a pasear por el centro, sin rumbo fijo, absorto en mis pensamientos, principalmente en Bruno y Valeria. Ambos eran atractivos. Bruno alto, elegante, pelo moreno y piel bronceada, con unos atractivos ojos obscuros, casi negros, estoy seguramente a Andre Bruno le gustaba, aunque me lo negaría y Valeria era imposible que no gustara a los hombres, alta, rubia, con el pelo ondulado y unos bonitos ojos azules. A mí sinceramente no me importaría tener sexo con ella e incluso me excitaba la idea de verla teniendo sexo con Andre, pero estaba seguro que si se lo planteaba a Andre, me tiraría el objeto más duro que tuviera a mano a la cabeza. Absorto en estas disquisiciones me topé con una tienda erótica y me decidí a entrar a curiosear. La tienda era chiquita, no muy grande pero estaba bien surtida. Tenía una gran colección de pollas de juguete a cuál más grande, Satisfacer, vaginas, y todo tipo de artículos eróticos. Buen día, oí desde el fondo, buenos días respondí.
¿Puedo ayudarlo? me dijo la dependienta, una señora, de unos 60 años, pero que conservaba aún gran parte de su belleza -quién tuvo, retuvo, pensé-
-Si le digo la verdad, me encontrado con su tienda por casualidad y me he animado a entrar a curiosear, no tenía pensando en nada en concreto,
-Muy bien, si necesita ayuda, estaré encantada de aconsejarle.
Vi que tenían un juego de esposas, antifaz y fusta y se me ocurrió una idea.
Creo que me voy a llevar esto, le dije a la dependienta.
Permítame recomendarla también estas correas, para atar las manos y los pies a las esquinas de la cama. Le va a dar mucho más juego que solo las esposa, sonrió con picardía la dependienta, sabiendo muy bien de lo que hablaba.

Aventura en México VIII

Muy bien también me las llevaré.
Llegué a la habitación cerca de las 14:00 y Andre seguía durmiendo. Guardé mi compra fuera de la vista y fui a la cama a despertar a Andrea.
La empecé a besar las mejillas, los hombros, los labios y después de unos minutos comenzó a abrir los ojos con cierto trabajo. Buenos días le dije, ya amaneció, ja ja ja
¿qué hora es? preguntó Andre. Las 14.20 respondí, creo que va siendo hora de ir levantándose para ir a comer algo ¿no?
echó sus manos por encima de mi cuello y comenzó a besarme apasionadamente, nuestras lenguas se entrelazaron y estuvieron así un buen rato.
Tengo hambre de otra cosa me dijo, pícara como es ella.
Después le dije yo, ahora a la ducha y a comer algo, que si quieres que mi amiguito se levante...necesita reponer energía.
Andre, metió la mano dentro de mi pantalón corto, agarró mi pene, reposadito y le dijo, vamos a comer algo y después te quiero en forma, que mi conchita te necesita y dándole unos besitos salto de la cama a la ducha. Mis ojos no pudieron evitar posarse, como de costumbre en sus nalgas y ella que lo sabía se giró y me sonrió pícara, dándose una palmadita en una de ellas.
Durante la comida, Andre, sacó el tema de la pareja que conocimos ayer y me preguntó ¿crees que eso les pasa a todas las parejas cuando llevan un tiempo? a mí hoy por hoy se me hace inconcebible coger con otro que no seas tú. Eres muy joven le respondí, pero creo que en general si pasa, lo que ocurre es que muchas no se atreven a dar el paso, no se atreven ni siquiera a plantearlo.

¿Café o alguna otra cosa? nos preguntó el mesero una vez que vio que estábamos terminando los postres. Sí me vendrá bien, creo que anoche tomé de más. Reímos
Apurando su taza de expreso, me dijo ¡Ale! vámonos que tu amiguito ya se habrá repuesto y estará en plena forma. Mi conchita no deja de preguntarme por él.

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