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una noche caliente con papá

Ese día desperté en llamas. Nada más despertarme, acaricié mi vagina mientras me desperezaba. Una ola de electricidad seguida de una de calor me impactaron, y esa suma de sensaciones fueron a ser detonantes de una humedad que empezaba a mojar mi ropa interior. Me saque el cachetero para no mojarlo y me quedé tendida en la cama unos instantes. Casi mecánicamente jugaba con mi clítoris, pero la situación no conseguía erotizarme del todo. Me incorporé y me miré al espejo semi desnuda, me agradé. Me puse el cachetero y me tomé unas fotos para mis redes. Y me acosté nuevamente. Así cómo estaba me tomé una más, una bien provocativa, y la subí a P!, Pidiendo por favor que me cogieran. Necesitaba con desesperación sentir un pitote enorme adentro mío y dejar escapar el deseo, convertirlo en gemidos, que me recorra el cuerpo entero y apague mi fuego interno. Mantuve un par de conversaciones no muy estimulantes y finalmente abandoné la cama, dirigiéndome a la cocina por algo de desayunar. Llegué y mi padre estaba a la mesa. Lo abracé cómo cada mañana, yo de pie y el sentado. Pero hoy su mano recorrió mi espalda hasta posarse en mi cintura por un instante, para seguir bajando inmediatamente. Se me paró la respiración automáticamente y quedé de hielo, sintiendo su mano rozando apenas mis nalgas, con mucha ternura. Me aparte después de un momento, sintiendo ahora sí como mis interiores se convertían en un manantial, a la vez que me invadía un leve mareo que casi me hace perder la compostura. Ruborizada me servi un café y salí volando a mi habitación. Me encerré y dejé la taza en la mesa de luz. Me masturbe frenéticamente, y quedé mirando el techo totalmente extasiada. Cuando me repuse conté lo sucedido en poringa y me alentaron a más. La idea empezaba a cobrar fuerza en mi. La calentura en mi ser ya no tenía límite y las fotos de vergas erectas, mojadas y suculentas que invadian mi inbox no hacían más que alimentarla. Tomé la decisión. Esa misma noche cogería con mi padre.
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Ya estaba fantaseando con el asunto. Me metería en su cama de noche, y sería su perra. Ese día podía hacer lo que quisiera conmigo. Me quité las bragas negras y mojadas, para abrirle paso a una tanga roja intenso. También cambié mi remera por un top, y con mucho olor a sexo encima me dirigí a la cocina nuevamente. Mi padre terminaba de lavar sus platos cabizbajo hasta que me vio y sus ojos se desencajaron. Tomé pan de la mesa inclinando mi cola hacía el. Sentía su mirada sobre ella, sentía que me quemaba. Fui hasta la heladera, pero en el camino lo abracé. El aún de espaldas, prosiguió a darse vuelta, y sentí como mi top se desplazaba. Me abrazó de frente y comencé a sentir que algo cobraba vida en su pantalón. Se apretujaba contra mi su pene en erección y me superaba. No me esperaba incluso que volviera a tocar mis nalgas. Esta vez con mucha firmeza, amasándolas. Me entusiasme tanto con la idea de que me poseyera ahí mismo que deje escapar un leve gemido en su oído. Se apartó y me quedé anhelante un segundo. No podía desearlo más.
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Me metí apresurada a mi cuarto y me desnude de vuelta, parada frente al espejo. Me masturbe, sin cuidado de dejar escapar gemidos, estaba en celo y no iba a pasar desapercibida. Poco a poco fui perdiendo equilibrio y terminé en el piso, masturbándome a cuatro patas, pasando mis dedos índice y medio desde mi clítoris hasta mi agujero, mojando toda la raja a mí paso. Acabe así, con la cara contra el piso y me miré nuevamente al espejo. Era una puta, y estaba inusualmente satisfecha por eso. Durante todo el día trate a mi padre con mucho cariño, aunque solo compartimos la comida y la cena, sin conversar mucho. Igualmente se sentía la electricidad en el aire.
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Se hicieron las 12 de la noche y puse mi plan en marcha. Me puse un short casi transparente sin ropa interior y un Bra que me iba apenas suelto. Me metí en la habitación de mi padre y me dije que estaba teniendo pesadillas, que no quería dormir sola y que necesitaba un abrazo. Antes de que me conteste me metí en su cama, y lo aparte con mi culito para que me haga espacio. 
[/font][/color][/font][/size]Tomé su mano y lo guíe hasta que estuvo haciéndome cucharita, y finalmente deposite su mano sobre mis senos. Lentamente comenzó a apretarlo, casi con timidez. Tras lo cual comencé a empujar mis nalgas contra su erección. Lo estaba pajeando con el culo mientras me tocaba los pechos y estaba en el cielo.

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Quitó mi bra y acarició mi piel con rudeza, apretándome tanto las tetas como los pezones. Su mano libre se dirigió a mi culo y lo palpo con vicio, aún apoyándome con su verga dura. Al instante se dio cuenta de que no llevaba ropa interior, y dirigió sus dedos regordetes hasta mi vagina. Al primer contacto me estremecí y dejé escapar un gemido generoso, que se prolongó mientras iba introduciéndome dos dedos. Así quería estar, aullando cómo una loba, toda la noche siendo su puta. Al rato siento que se mueve, y me giro para verlo, se estaba quitando el pantalón, y estaba viendo por primera vez su pija. Me agarró del pelo y obedecí, quedando cara a cara con su miembro palpitante y húmedo. Podía sentir el olor espeso de su virilidad, que era gruesa sobre todo, no tan larga. Metí su cabeza morada adentro de mi boca y jugué con ella un rato. Él comenzaba a suspirar. Me ayude con las manos, y poniendo toda mi calentura a su servicio, se la chupe cómo enajenada, y solo paré cuando me detuvo. Me rodeo con sus brazos y se puso encima mío en un mismo movimiento. Acto seguido me quitó el short, y en un santiamén me había penetrado. Era glorioso sentirlo adentrándose en mi sin prisa, y le arañe la espalda en un arrebato de placer. Fue aumentando levemente la marcha, pero fueron a terminar en embestidas que me tenían fuera de mi, gritando. Se salió de golpe y me dijo que me pusiera a cuatro patas. Obedecí nuevamente, y tras nalguearme se introdujo hasta el fondo de una sola vez. Viendo las estrellas, dejé caer mi cabeza en la almohada, a lo que al poco tiempo comienza a tirarme del cabello. Y en esa posición empezó a nalguearme más frecuente y fuertemente. Sentía que sus dedos dejaban relieve en mis nalgas, y aún así estaba gozando cómo nunca en mi vida. Perdí la cuenta de los orgasmos que tuve durante este lapso. Estaba como suspendida en otro mundo, y lo único real era la verga que me bombeaba por detrás, la mano que me sujetaba el pelo y la esporádica nalgueada. En ese remolino me preguntó dónde la quería, y solo pude decir jadeando que adentro. Me puso de lado, y se colocó cucharita, cómo al principio, y volvió a darme suave, al igual que antes. Aumento muy poco la marcha y su chorro dentro mío se sincronizó con un gemido grave y de placer supremo. Me había llenado de su leche. Nos quedamos así un rato, el todavía dentro mío, perdiendo firmeza, tras lo cual volví a mi habitación en silencio. Entré y me llevé las manos a la vagina, mis dedos se encharcaron de semen y me los llevé a la boca. Recordaría su sabor por siempre.
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3 comentarios - una noche caliente con papá

pabloninguna78
Me encantaría sacarles las fotos mientras me masturbo viéndolos. Van puntos