Esta es la historia de Naiara, Rocío y Valeria, tres hermanas que viven en un pueblo en el cual sus vidas van cambiando a medida que diferentes personas se involucran con ellas, ayudándolas a descubrir nuevos límites y llevándolas por diferentes caminos de placer. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Intervención 5: Secretos y deseos (Cristian)
Siempre me gustó la vida tranquila, relajada y alejada de los problemas. Levantarme temprano, desayunar con tiempo, poder disfrutar del momento e irme al trabajo relajado para tener el mejor día posible. En el hospital las cosas pueden cambiar todo el tiempo, un día calmo se puede transformar en un día caótico en cuestión de segundos, por lo que trato de que todo lo otro que rodea mi vida sea lo más tranquilo posible. Mi familia, mi vida personal, mis momentos de ocio, mis ratos de distracción y mi vida amorosa. En especial mi vida amorosa, teniendo en cuenta mi última relación.
No es importante entrar en detalles, ya que por suerte quedó en el pasado. Pero es necesario saber que la chica era una bola de problemas y que a medida que iba rodando, se iban sumando más y más complicaciones. Su familia era un desastre, atravesó tres carreras distintas las cuales nunca termino, laboralmente no estaba dispuesta a trabajar y era muy perseguida. Pensaba que yo la engañaba constantemente, no quería que tenga amigas mujeres y se ponía celosa si no nos veíamos todos los días. Una relación horrible de la cual me costó mucho salir. Fue por esa razón, que cuando volví al pueblo decidí que no iba a pensar en mi vida amorosa y me iba a dedicar absolutamente a trabajar en el hospital.
Allí me reencontré con Naiara, una ex conocida con la que nos llevábamos bien cuando éramos chicos. No teníamos una relación muy formada en su momento, pero recuerdo muy bien que Luciano y Tobías alababan su cuerpo constantemente. Cuando Andrés se puso de novio con ella y comenzó a contar algunas intimidades, no podía creer lo increíble que era esa mujer. El problema es que la veía simplemente como una piba que estaba buena y que cogía muy bien, ya que eso era lo que me llegaba de ella. Es por eso que me llevé una gran sorpresa al darme cuenta que Naiara era mucho más que eso.
A medida que iban pasando los días y que nos íbamos relacionando más en el hospital, me daba cuenta que aparte de ser una chica muy linda y de un hermoso físico, era amable, compañera y muy atenta con los demás. Poco a poco nos fuimos acercando emocionalmente y haciendo muy íntimos, teniendo en cuenta la cantidad de horas que compartíamos juntos. Llegué hasta pensar en ella como alguien más que una simple amiga, alguien con quien me gustaría probar algo más. Sin embargo no veía que ella sentía lo mismo y por esa razón nunca intenté nada más.
Fue en ese momento cuando apareció Alina, una estudiante de enfermería que estaba haciendo su último año de residencias y cayó al pueblo como una desconocida total. En una de nuestras primeras charlas, se abrió completamente conmigo y me contó que se sentía un poco sola pero que le encantaba trabajar conmigo. Esa misma noche la invité a comer algo a mi casa y nos quedamos hablando por horas. Fue una charla increíble en la que los dos nos dedicamos a revelarnos algunos secretos de nuestro pasado, los planes que teníamos para futuro y nuestros sentimientos a nivel personal. No pasó más que esa charla que terminó cerca de las tres de la mañana, sin embargo, esa noche me di cuenta que Alina me encantaba.
Lo primero que hice al otro día fue contarle a Naiara y tras su cara de sorpresa, me dio algunos consejos para poder lograr conquistarla. El problema era que Alina era muy tímida y no quería generar ningún inconveniente en su ámbito de trabajo. Noté que me miraba y que me hablaba cada vez que tenía la oportunidad, pero seguía evitando el hecho de que algo pasara entre nosotros dos. Tardé mucho tiempo en conseguir que me diera un beso y este lo hizo otra noche a solas, en un momento de debilidad tras hablarme del fallecimiento de su madre. Tras derramar unas lágrimas, me pidió disculpas y me dijo que no le gustaba la idea de que la viera llorar. Rápidamente me acerqué a ella, la abracé y le dije que no tenía que pedirme disculpas de nada, a lo que ella levantó la cabeza, sonrió y me besó.
Empezamos a salir, sí, pero con muchas limitaciones. Nos veíamos escasas veces a fuera del hospital y tratábamos de hacerlo en lugares privados, para que nadie más se enterara de ello. Durante nuestro trabajo nos comportábamos de la manera más profesional posible y tratábamos de no dar señales para que nadie se enterara de lo nuestro. A pesar de ello, Naiara se terminó dando cuenta y no pude evitar contarle que estaba saliendo con Alina. En un momento, nuestra relación parecía ir muy seria. Pero seguíamos sin concretarla a nivel sexual. No era algo importante a decir verdad, ya que amaba nuestras charlas y la forma en la que disfrutábamos el tiempo juntos. Pero el deseo se hacía cada vez más grande y no veía la hora de que algo más pasara entre los dos.
El día que Karina entró al hospital insultando a Naiara y acusándola de haber intentado algo con Andrés, todo se descontroló. Cuando tuve la oportunidad de hablar con mi amiga lo hice y le dije que no se preocupara, que yo iba a estar siempre para ayudarla. La abracé y ella me devolvió el abrazo y pude notar lo sola que se sentía en ese momento. Alina llegó de golpe y me pidió de hablar unos segundos y cuando salí me preugntó si yo tenía algo con Naiara. Rápidamente le dije que no, que yo estaba saliendo con ella y que a mí me gustaba ella, que Naiara era simplemente una amiga.
- Es que siempre pensé que había algo entre ustedes y la verdad, no me gusta mucho esa chica.- Me dijo y por un segundo sentí lo mismo que ella.
Naiara claramente no era el estilo de mujer que yo estaba buscando para una nueva relación, pues parecía que con cada paso que daba, se aproximaba un nuevo problema. Andrés y ella parecían estar en algo nuevamente y yo no quería intervenir en ese triángulo amoroso. Pero también quería creerle, quería confiar en esa chica amable, bondadosa y simpática que había conocido gracias a las guardias del hospital. Por aquella razón, esa misma noche le mande un mensaje diciéndole que aprovechara el fin de semana para relajarse y que podía confiar en mí para lo que sea. Aproveché para recalcarle que me encantaba trabajar con ella y que se había convertido en una persona muy importante para mí. Lo que no le dije en el mensaje, es que mi verdadero objetivo era saber la verdad sobre lo que había pasado con Andrés y Karina, pues quería sacar mi conclusión conociendo todos los hechos.
Fue entonces cuando las palabras y opiniones de mis amigos del pueblo lvieron a mi cabeza. Habían pasado años desde aquellos dichos, pero no pude dejar de pensar en cómo ellos me contaban que Naira era muy trola en la cama, que solía calentarlos todo el tiempo y que le encantaba jugar con ellos para dejarlos con ganas. Tampoco pude evitar recordar las supuestas anécdotas que llegaban de ella desde la ciudad. “Me contó un conocido que un fin de semana se cogió a tres pibes” nos dijo uno de los chicos del grupo a los pocos meses que ella se había mudado a la ciudad. ¿Habían sido todas esas cosas verdad? ¿Era Naiara la persona que se mostraba conmigo o era totalmente distinta? Todas esas opiniones hicieron darme cuenta que de verdad me interesaba Alina y que lo que hacía unos meses había sentido por ella, era simplemente algo pasajero.
Tan solo una semana después del incidente en el hospital con Karina, las cosas cambiaron rápidamente. Naiara se alejó de todo el mundo y a pesar de que yo intentaba hablar con ella y saber como estaba, no quería quedar pegado a quien había pasado a ser “la roba maridos” del pueblo. Y es que Karina se había ocupado de hacerle saber a todo el mundo que Naiara había intentado estar con Andrés, algo que la había dejado muy mal posicionado. Yo tenía mis dudas, ella me había confesado que eso no había pasado, pero su reacción luego de ello no me dejaba pensar en otra cosa. A su vez, Alina seguía sin confiar en ella y estaba convenida que entre Naiara y yo podía pasar algo.
Ese viernes a la noche la invité a cenar y a mi casa y luego de conversar sobre algunas cosas de trabajo, volví a decirle que nunca había sucedido más que una buena relación laboral entre nosotros dos. “Es que yo me estoy enganchando mucho con vos y no quiero salir lastimada” me dijo y no pude evitar acercarme a ella y abrazarla con todas mis fuerzas. La miré fijo a los ojos y sujetándola suavemente del rostro le dije que hacía meses que no podía dejar de pensar en ella. “Ali, vos sos con la única persona con la que queiro estar todo el tiempo” le dije y ella me devolvió una sonrisa. No pude evitarlo. No pude controlarme y lo escupí de una:
- Ali… Yo te amo.
Sus ojos se abrieron de par en par y la sonrisa se intensificó en su rostro. “Yo también Cris” me dijo y el beso fue inevitable. Fue hermoso, increíble y tuve el deseo que durara para siempre. Alina me abrazó fuerte y yo hice lo mismo por encima de sus hombros. Nos apoyamos contra la mesada de la cocina y nos besamos apasionadamente por un largo rato, sin importar que el tiempo pasar a nuestro alrededor. Entonces ella aleja unos centímetros la cabeza, me mira fijo a los ojos y con una bellísima sonrisa en el rostro me pregunta si quiero que vayamos a la habitación. Sin dudarlo, le dije que sí.
Alina fue directo a mi pieza mientras que yo apagaba las hornallas en las que se estaban cocinando la comida que estaba preparando esa noche. Ya iba a haber tiempo para la cena, primero quería disfrutar con ella y aprovechar esa mágica noche que se estaba dando. Antes de ir a la habitación, agarré el celular y vi que tenía un mensaje de Naiara. Lo abrí sin darme cuenta y lo leí rápidamente: “Cris, perdón que la otra noche no te respondí. Estoy teniendo unos días horribles y Karina me está volviendo loca. La verdad es que a mí también me encanta estar con vos y la paso muy bien en el hospital. Y pensar que hace unos meses me gustabas y pensaba en vos como un pibe lindo con quien quería estar jajaja. Gracias por entenderme y por apoyarme. Te adoro inmensamente”.
¿Naiara gustaba de mí y quería estar conmigo? ¿Ella había sentido algo similar a lo que yo había sentido por ella cuando nos reencontramos? ¿Había perdido la oportunidad de estar con ella? De golpe todas las opiniones y comentarios que había escuchado sobre ella en el pasado volvieron. “Es re puta”, “le encanta chupar pija”, “se cogió a tres pibes en una noche”, “es tremenda en la cama” decían las voces en mi cabeza y noté como mi pija se iba poniendo cada vez más dura. De golpe la voz de Alina me llamó desde la habitación preguntándome si iba a ir con ella y dejando el celular en la mesa salí disparando para la pieza.
Lo primero que vi fue el hermoso cuerpo de la chica con la que estaba saliendo completamente desnudo. Alina había utilizado el tiempo para desnudarse y esperarme en la cama como Dios la trajo al mundo. Era completamente hermosa, su piel clara y delicada rozaba las sábanas con movimientos sutiles que daba de un lado al otro. “Vení” me dijo alzando su mano derecha y me desvestí lo más rápido que pude para quedar igual de desnudo que ella. “¡Apa!” dijo de golpe al ver mi pija totalmente al palo y luego me preguntó si le había gustado la sorpresa al entrar a la habitación. Asentí con la cabeza, pues no estaba dispuesto a decirle que la tenía así de dura por haber pensado en Naiara.
Me abalancé encima de ella y los besos se pusieron mucho más calientes en cuestión de segundos. Empezamos a rozar nuestros cuerpos y noté como sus pezones se endurecían al pasar por mi pecho y como sus piernas me envolvían con fuerza. Estaba muy caliente, hacía meses que no tenía sexo y la espera había parecido eterna. Sin embargo no quería dar un paso en falso con Alina, no quería arruinar todo el trabajo que venía haciendo. El problema era que yo estaba muy caliente, tenía muchas ganas de coger y no podía sacarme de la cabeza la idea de que la puta de Naira podría haber sido mía.
Bajé con mi boca por su cuerpo y cuando llegué hasta su cintura me acomodé entre sus piernas y empecé a chuparle la concha. Era una cosita hermosa, bien depilada y estéticamente preciosa. Le pasé la lengua varias veces para mojarla y después me dediqué a lamérsela como loco, saboreando los juegos que iban saliendo de su cuerpo. Alina me respondía con movimientos frenéticos y cortos que me daban a entender que disfrutaba lo que estábamos haciendo. “¡Ay sí! ¡Así!” dijo en un momento cuando mi lengua llegó a su clítoris y la empecé a mover en forma de círculos. Claramente había dado en el blanco y me quedé ahí por un buen rato, haciéndole sentir un placer que me iba calentando más y más. Mi pija bien al palo golpeaba contra el colchón y hacia que me doliera de lo dura que estaba.
Estaba sacado, no podía más de la calentura. Me levanté y arrodillado fui subiendo por encima del cuerpo de Alina hasta colocarme a la altura de su cuello, dejando mi verga frente a la cara de ella. “¡Chupámela!” le ordené tomándola con mi mano y pegándole en los labios con la cabeza que ya chorreaba de las ganas que tenía. Algo sorprendida, Alina me miró abriendo los ojos, pero al ver mi actitud dominante y feroz, la agarró con su mano, abrió la boca y me la empezó a chupar.
El placer me invadió casi en el momento y sentir sus labios mojados alrededor de mi pija fue una delicia. Sus movimientos iban lentamente hacia arriba y hacia abajo, provocando que su boquita preciosa se comiera solo la punta de mi verga bien dura. Pero yo quería más, yo quería cogérmela bien duro y hacerle saber lo mucho que la deseaba. Yo quería sentir toda su boca alrededor de mi pija, quería que la noche se pusiera salvaje. Quería cogérmela como Naiara se lo merecía… ¡Alina! ¡Como Alina se lo merecía!
Estiré mi mano y con ella le agarré fuertemente el pelo y empecé a moverle la cabeza con violencia hacia adelante y hacia atrás. Ella soltó mi verga instintivamente y dejó que mis movimientos guiaran su cuerpo. Su cabeza ahora se movía mucho más rápido y mi pija desaparecía casi por completo adentro de mi boca. “¡Así puta! ¡Tragártela toda!” le dije sin poder aguantarme. Esas palabras salieron de mi boca antes de que pudiera pensarlas, a tal punto que tras decirlas abrí los ojos para ver como era su reacción. Pero Alina tenía la boca ocupada y solo se concentraba en tragarse mi pija, la cual le entraba por completo en la boca. “¿Así debía de sentirse estar con Naiara?” me pregunté a mí mismo y una sutil sonrisa apareció en mi rostro.
No le di descanso a mi amante. Luego de obligarla a comerse mi verga por varios minutos al ritmo de mi mano, le dije que se pusiera en cuatro y se la clavé bien a fondo tomándola de la cintura. Me la empecé a coger a toda velocidad, provocando que mi pija entrara y saliera de su conchita mojada casi por completo. Mis movimientos eran feroeses, violentos y agresivos, todos provocados por la idea de estar cogiéndome a Naiara en ese momento. “¡Así pendeja! ¡Toda te la voy a dar!” le dije nuevamente sin poder aguantarme las ganas y sin pensarlo, pero esta vez no esperé a ver cuál era su reacción. Sin darle tiempo a que me respondiera, le dije nuevamente que era una puta y que me encantaba estar cogiéndomela así. Alina giró la cabeza y pude ver una sonrisa de nena satisfecha que me voló la cabeza.
La di vuelta y la coloqué en el centro de la cama con las piernas bien arriba. Le dije que las apoyara en mis hombros mientras yo volvía a metérsela e inclinándome hacia adelante volví a cogerla como una bestia. Estaba muy caliente, totalmente fuera de mí. Hacía mucho tiempo que no tenía sexo, sin embargo era la primera vez que me sentía tan confiado y salvaje a la hora de la acción. Nunca antes le había dicho a una mujer que era una puta en la cama, nunca antes había tomado del pelo a mi pareja para obligarla a chuparme la pija y mucho menos la había mirado a los ojos y la había escupido. Eso fue lo siguiente que hice. Coloqué mi cabeza encima de la de Alina, le ordené que abriera la boca y dejé caer un hilo de baba encima de su lengua que ella recogió y tragó para después regalarme una sonrisa. Era sumisa, tranquila, pero se adaptaba de una forma increíble.
Me coloqué encima de ella y me abrazó con las piernas, volvimos a ponernos en cuatro, le dije que se colocara de costado y yo me acosté detrás de ella. Estuvimos cogiendo por casi media hora cambiando y cambiando de posiciones mientras que yo le tiraba del pelo, le pegaba sopapos y le decía que era una puta hermosa. Pero lo que más me calentaba de todo es que en el fondo pensaba en hacerle todas esas cosas a Naiara, en cogérmela de una forma bestial y ponerla a gritar como gritaba y gemía Alina. “¡Dale puta de mierda! ¡Cómo me calienta cogerte!” le dije y le pegué un chirlo en la cola mientras ella se aferraba firmemente a las sábanas. Volvíamos a estar cogiendo en cuatro, ella contra el borde de la cama y yo parado al lado, con mi pija enterrada en su conchita y mis manos agarradas a su cintura.
- Te voy a llenar el orto de leche.- Le dije sintiendo que mi pija podía explotar en cualquier momento.
Ella, obediente, no dijo nada solo giró la cabeza y volvió a sonreírme. Tras esa actitud sumisa y provocadora a la vez, no me pude aguantar las ganas y me la seguí cogiendo a toda velocidad hasta que mi cuerpo no aguantó. Le saqué la pija de la concha y me empecé a pajear como loco encima de su cuerpo. Mi verga escupió una y otra y otra vez sobre sus nalgas, manchándolas completamente de blanco y llenándolas de mi semen espeso y pegajoso. “¡Que lindo!” dije al ver como su culo había quedado todo manchado y volví a utilizar mi verga como látigo para pegarle en la cola, provocando que mi leche se esparciera más por sus nalgas. “Sos tremenda puta Naiara” pensé y nunca me di cuenta que me había equivocado de nombre.
Luego de eso fuimos a la ducha para refrescarnos un poco y dejar de lado toda la furia del sexo. Entre medio del agua tibia y los besos románticos, Alina me confesó que le había encantado lo que habíamos hecho y que nunca se imaginó que yo pudiera ser así de agresivo y dominante a la hora del sexo. “Yo tampoco” le respondí riéndome para después contarle que por lo general era más tranquilo, pero que esa noche algo se había encendido en mí y me había puesto así de salvaje. “¡Me encantó!” me dijo de nuevo y me besó con esos labios finos que tenía. Cuando ella salió de la ducha y posteriormente del baño, me di vuelta, apoyé una mano en la pared y me empecé a pajear pensando en Naiara y murmurando su nombre por lo bajo.
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