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Sexo playero, las excitantes vacaciones en España, parte 3

El hombre deslizó su mano a la entrepierna de mi chica, con la otra sujetaba su mejilla, introduciendo los dedos entre su melena mientras besaba profundamente su boca, ella lo masturbaba lentamente y apretaba con fuerza su nalga clavando sus uñas en ella, provocándole una gran excitación, ella lo miró de nuevo a los ojos con su sonrisa traviesa y le susurró: “veamos como sabes” puso sus manos en su pecho y comenzó lentamente a besar su piel bronceada, su cuello, a lamer sus pezones, su abdomen… hasta caer de rodillas, frente a un pene poderoso, si bien no era grande sí era grueso y vigoroso, ella de perfil clavó sus ojos en los míos, el vicio estaba escrito en ellos, la conozco bien y sabía el enorme placer que yo estaba sintiendo al verla, de la excitación tan grande de la que era presa, me había entregado a otra mujer y ella se disponía a ofrecerme un morboso espectáculo, tomó de nuevo la gruesa verga de aquel hombre y sin desviar la mirada de la mía lo introdujo en su boca totalmente, balanceó su cabeza varias veces masturbando aquella polla que la llenaba, entrecerrando sus ojos de pura lujuria… buscando mi reacción, una pequeña arcada sacó aquel miembro de su boca, enrojecido, palpitante, cubierto de saliva, ella escupió sobre el toda la que tenía en su boca para terminar de lubricarlo y lo comenzó a masturbar mientras lamía sus huevos… su perineo, él dejaba caer su cabeza hacia atrás emitiendo gemidos de placer, sus músculos se tensaban y su cuerpo se estremecía con cada maniobra de mi chica, él sujetaba con una mano su cabeza, escondiendo sus dedos entre el pelo de mi amante, todo bajo mi atenta mirada. 
Mientras esto ocurría, aquella atractiva mujer rubia con mi miembro en la mano, lo empezó a masturbar tímidamente, pese a su belleza y su atractivo cuerpo descubrí que era una mujer cohibida, probablemente reprimida sexualmente en su juventud, acariciando su espalda puse mi mano en una de sus nalgas y empujé levemente su cuerpo para juntarlo con el mío, quedando unidos ambos de costado, reposando una de sus nalgas sobre mi muslo, ella miraba atenta cómo aquella jovencita devoraba el miembro de su marido mientras ella estaba masturbando el de un desconocido, de forma inconsciente mordía excitada su labio inferior, me miraba con sus ojos color turquesa muy abiertos, con algo de vergüenza y un poco temblorosa, una mezcla de excitación y pudor la invadía, tomé uno de sus turgentes pechos con mi mano libre, eran grandes, muy levemente caídos, sus pezones erectos del tamaño de una aceituna, invadido por el placer de ver a mi hermosa chica devorando el cuerpo de aquel hombre, llevé uno de ellos a mi boca llena de saliva, lo succioné y rodeé insistentemente con mi lengua, ella cerró sus ojos y emitió unos pequeños gemidos, al tiempo que me comenzó a masturbar más firmemente. Tomé su cabeza con mi mano y besé su boca de labios finos, primero levemente y luego introduciendo mi lengua húmeda y juguetona en busca de la suya, besé su cuello delgado y estilizado, ella dejó caer hacia atrás su cabeza, su pelo al caer descubrió una de sus orejas, la cual lamí con insistencia, mordisqueando su lóbulo suavemente, el ritmo de masturbación comenzó a aumentar, síntoma de la gran excitación que invadía el cuerpo de aquella mujer, mi mano se abrió paso entre sus piernas, queriendo comprobar el grado de excitación de su vagina, era suave y totalmente depilada, una gran cantidad de flujo manaba de ella, lubricándola enormemente, abrí sus labios vaginales mientras la besaba cada vez más profundamente, descubrí su clítoris, totalmente erecto y palpitante y al rozarlo con mis dedos: “Aaah… Aaaaah” gimió con fuerza, un escalofrío recorrió su menudo cuerpo que por un instante se encorvó hacia delante, su mano libre agarró con firmeza mi trasero, descansando su cabeza sobre mi hombro y mi pecho, entregándose totalmente al placer que mis dedos la provocaban, con sus ojos cerrados, jadeando y gimiendo sin poder parar por el enorme placer que aquel joven extraño le estaba propinando… pensando en cómo aquella joven mujer mamaba la verga de su esposo… sus tabúes e inhibiciones parecían derrumbarse, rindiéndose al placer y a la lujuria que se respiraba en el ambiente.
Aquel hombre maduro invadido por el deseo, se acostó boca arriba sobre la arena, mi chica se acomodó a horcajadas sobre él, dejando su vagina excitante y húmeda al alcance de su boca, su cuerpo se erguía frente a mí, sus manos descansaban sobre el abdomen del hombre, entregado a lamer y succionar su sexo, aferrado con ambas manos a sus caderas, que se movían hacia delante y hacia detrás… describiendo círculos… buscando un mayor placer, buscando aquella boca… aquella lengua que tanto la estaban haciendo disfrutar, los pechos de mi novia se balanceaban con cada movimiento de cadera, sus ojos estaban cerrados, su boca abierta, su pelo caía sobre su carita hermosa, rebosante de placer gemía desaforadamente, y sus movimientos eran cada vez más rápidos… frenéticos… podía escuchar cómo su coñito chapoteaba, extasiada abrió sus ojos buscando de nuevo los míos, la visión de verme besar, verme masturbar a aquella madura mujer la excitó aún más, pero pareciéndole poco estaba decidida a excitarme aún más… ella quería calentarme más, quería verme disfrutar de aquella mujer, con una de sus manos cogió la endurecida verga de aquel hombre y comenzó a mamarla con fruición, ansiosa… hambrienta, la hacía desaparecer en su boca succionándola con fuerza, recorriéndola con su lengua una y otra vez a una velocidad endiablada, para luego sacarla y pajearla con fuerza mientras lamía el frenillo cubierto de babas y líquido pre-seminal. 
Aquella escena desató mi bestia sexual interior, fuera de mí, recogí su sedosa melena rubia en mi mano a modo de coleta a un costado de su cuello, tirando de ella firmemente, haciéndole girar la cabeza hacia mi chica y su marido, mientras que con la otra sujetaba delicadamente su barbilla, susurrándole a su oído suavemente: “míralos, mira como tu marido satisface a mi chica… mira cómo goza… mira como ella mama su verga…” ella se giró hacia mí dedicándome una mirada llena de vicio y deseo a través de sus hermosos ojos turquesa, sin mediar palabra tomo mi cabeza por la nuca con una de sus manos besándome la boca profundamente, entrelazando su lengua con la mía frenéticamente, mientras deslizaba la otra mano hacia mi entrepierna para acabar masturbando mi miembro, separó un poco sus piernas, dejando la mía en medio, frotando su vagina rítmicamente sobre mi muslo, sentí al instante que estaba muy mojada y caliente, acalorada, jadeante y un tanto despeinada, volvió a mirarme con sus ojos muy abiertos: “prepárate porque te voy a dejar seco jovencito”

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