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Hermanastros

Lucía, esto es para ti.
¡Diego!, ¡Flores… son preciosas!, ¿y esto? ¿A que viene?
Pues, porque hoy es nuestro aniversario.
¿Cómo? Pero si nos conocemos hace año y medio.
No mujer, me refiero a que hoy hace un mes que hicimos el amor por primera vez.
Es verdad. Vaya, ja, ja, ja… Y dime Diego, ¿Todos los meses van a ser así?
Lucía, me tienes loco desde el primer día en que te conocí, pero ha sido más intenso aun cuando he podido sentirte plenamente, penetrarte, creo que es lo mejor que me ha podido ocurrir y me ha llevado a enamorarme más de ti todavía.
Yo también te quiero, hermanito.
Lucía, yo creo que deberíamos contar a todo el mundo lo nuestro, nuestra historia ¿te acuerdas el día que nos vimos por primera vez?, ¿Recuerdas ese preciso instante?
Como no me voy a acordar Diego… lo primero fue fijarme en tus ojos, es que me hipnotizaste, canalla. Y ahora me tienes loquita perdida.
Anda preciosa, pues si te digo en qué me fijé yo…
En mis tetas, seguro, conociéndote...
También. Pero lo que me llamó poderosamente la atención fueron tus labios.
Bueno tampoco tengo una boca tan especial. ¿O sí?
Tienes una boca preciosa hermanita, pero no me refiero a esos labios.
Qué cerdo eres…
Ja, ja, ja… Es la verdad, Lucía, imagínate con aquellos pantalones ajustados que llegaste y con aquella rajita donde la tela se metía primorosamente por ese quesito tan divino que tienes entre las piernas. Se me puso durísima al instante y me dije “vaya pivón” y con esa rajita que está pidiéndome “cómeme”.
Anda guarro, calla. Vamos a contar la historia desde el principio, que sino no se entera nadie.
Eso. Déjame empezar a mí. Voy por partes: Cuando mi padre me dijo que se iba a volver a casar, creía que me iba a dar un pasmo. Me sentó fatal. Ni por asomo tenía en mente que mi viejo volviera a tener una mujer que ocupara su vida y de paso la mía. La muerte de mi madre parecía haber marcado el final de la historia para él y lógicamente para mí, pues madre no hay más que una, ¿no? Mi padre estaba decidido y entonces…
Bueno Diego, te lanzas, empieza por el principio, que la gente no se entera ¿no? Que manera es esta de contar una historia. Yo creo que así no se va a enterar nadie. Desde luego…
Eso es lo que estaba haciendo, quería comenzar por el principio, explicar un poco cual fue el comienzo de todo esto y además saber el porqué de la historia.
A ver, quita, déjame a mí, que te enrollas como las persianas. Lo primero es presentarse ¿no?
Dale, preciosa.
Voy: Somos Lucía y Diego, hermanastros desde… más de año y medio… y era eso lo que estaba intentando contar aquí Dieguito, mi hermanito postizo del alma, pero es que se mete en un jardín y luego no sabe salir. Pobrecito.
Ay que graciosa es ella. Me parto, me parto…
Ja, ja, ja. Bueno, sigo: Mi madre se separó de mi padre y al tiempo el padre de Diego se quedó viudo de su esposa. Ambos se conocieron en una consulta médica y a partir de ese día, como quién no quiere la cosa decidieron compartir sus vidas y empezar de cero. Como hijos únicos respectivos estamos Diego y yo. Por eso que somos hermanastros, aunque ese nombre, por cierto suena fatal. Somos de la misma edad, aunque yo soy casi dos años mayor, tengo 21 y él 19…
Luego el que se enrolla soy yo, guapita. Y por cierto, no eres tan mayor.
Estoy segura que todo el mundo lo ha entendido sin tanta parafernalia.
Vale. Bueno, no se si os percatáis que a pesar de ser hermanastros nos tratamos como hermanos, todo el día discutiendo ¿verdad nena? Y al tiempo nos amamos… todavía no sé como puede ser eso posible. Recuerdo que nuestras miradas querían ser poco amigables precisamente al principio y el caso es que nos comemos con la mirada desde ese día, teniendo en cuenta que entonces no deseábamos ninguno de los dos que un extraño pasase a formar parte de nuestras vidas y ahora no podemos estar el uno sin el otro.
Y tanto. Recuerdo ese día en el que estaba dispuesta a hacerte la vida imposible, odiarte desde el primer momento. Fue cuando nuestros respectivos padres, es decir tu padre y mi madre, nos invitaron a comer para darnos la buena nueva. Ninguno de los dos íbamos convencidos de lo que iba a suceder, no nos apetecía lo más mínimo tener desconocidos en casa. El sitio que eligió tu padre, por cierto, era en un restaurante un poco extraño y algo cutre, a mí me lo pareció…
Lucía, cariño, tu siempre tan fina, oye.
Joder tío, no pasas una, es la verdad. Pues eso, que yo iba dispuesta a armarla, como una niña buena al principio hasta saber como eran la nueva pareja de mi madre y su hijito al que imaginaba como un imbécil de mucho cuidado. Allí estabais, tu padre y tú como dos flanes. Si te digo la verdad no me fijé en tu padre, solo me quedé mirándote a ti. Desde el primer instante tenía planeado ser una borde contigo, pero no sé muy bien que me pasó que lo único que sentía eran unas ganas tremendas de besarte y creo que la cosa fue recíproca ¿no?
Of course, es que no os podéis imaginar como es la niña. Llevaba una minifalda extra corta, un top bien pegado y unas trenzas de colegiala que no veas, como estaba la niña… No solo pensé en besarte Luci, sino en follarte allí mismo. Creo que mi primera reacción fue tener una empalmada de campeonato a cuenta de la niña.
Anda burro…, mira que eres bestia.
Bueno, como diría el maestro Woody Allen, muchos le quieren llamar amor cuando en realidad deberían decir sexo, sexo y sexo. Y tú eres una máquina de follar andante.
Calla tonto. Lo que pasa es que los tíos solo pensáis en eso, pero son más cosas las que pasan por tu cabeza y tú las ves siempre por el lado más visceral… animal diría yo.
¿Qué pasa? Ahora me vas a decir que no sentías lo mismo que yo.
Claro que sí Diego, la atracción es algo puramente sexual, eso no se puede negar, pero no solo con ganas de copular como dos perros…
Bueno, a mi se me ocurrían varias posturas.
Joder Diego, mira que eres guarro.
Y dale Lucía, pero eres un bombón y la primera reacción de un tío que se precie es la de intentar tirarse a una preciosidad como tú, al menos de imaginarlo. Además provocas más que amor bonita, créeme. Eres una tía buena de las que los tíos ponen en lo más alto de la escala y un rabo bien tieso, créeme.
Anda exagerao, ahora si que te has pasado. Creo que estás muy enamorado, je, je...
Pues claro, pero además deseándote sexualmente a cada momento.
Bueno, vayamos al grano que nos salimos del tema. Sigo: Diego y yo habíamos intentado trazar un plan de odiarnos mutuamente y sin embargo algo nos llevó a atraernos más de la cuenta respectivamente. Y tengo que darle la razón cuando habla de esa atracción física. No puedo negar lo bueno que está mi hermanastro, ni la sensación de desearle en cuanto le vi. Tenía un culo… bueno, tienes un culo… unos labios, unos ojos.
Ahora, la que sea ha pasado eres tú, muñequita. Pero me gusta que al final me des la razón. Pues eso, que del odio al amor y a la atracción más bestial creo que pasamos en un segundo. Todavía recuerdo las miradas furtivas y alguna sonrisa cómplice que nos lanzamos.
Yo no sé si nuestros padres se dieron cuenta, o es que ellos estaban tan ensimismados que tampoco estaban para otras cosas.
Y a partir de ese día no te borraste de mi mente, eras la mujer de mis sueños. Solo pensaba en el momento de volver a verte una y otra vez. Y todas mis fantasías se tornaron en una, cuando las musas de todas mis pajas desaparecieron, solo una llegó a ser la reina de mi paraíso. Tú.
Hala, hala… Ya estás otra vez. Eres único regalándome esos piropos. Y di que me encantan ¿eh? El caso es que yo pensaba igual y enseguida le dije a mi madre que me parecía muy buena idea que rehiciera su vida y que su nueva pareja me parecía genial, cuando lo cierto es que lo único que me importaba eras tú. Solo quería volver a verte.
Y así fueron pasando los días y casi fuimos nosotros los que convencimos a nuestros respectivos padres para que nos fuéramos a vivir juntos cuanto antes, con la única esperanza de encontrarnos tú y yo.
Y entonces surgió el amor.
Bueno, llámalo equis. El caso es que yo quería que ese bomboncito que eras tú, dejara de estar en mis sueños para formar parte de mis fantasías hechas realidad. Vaya polvos imaginarios que me eché contigo.
Y al final lo conseguiste, ¿no?
Bueno, me costó más de un año Lucía, así que no creas que en este tiempo sino descargué millones de pajas, no creo que fueran menos.
Ja, ja, ja… Bueno, yo también me hice las mías, no sé si millones pero cuando estaba en la bañera y te oía cacharrear fuera del baño, esperaba que entrases en cualquier momento, que dejaras cualquier excusa para adentrarte en la bañera conmigo, desnudarte y hacerme el amor.
Ay, si supieras... A mi lo que me traía loco era la puerta de tu habitación. Me esmeraba en miles de excursiones por el pasillo intentando verte desnuda en tu cuarto. Supongo que notarías que yo no dejaba de pasar un montón de veces.
Claro que me daba cuenta Dieguito, pero es que además dejaba la puerta abierta a propósito. Y procuraba dejarte ver algo más cada vez.
Claro, ahora entiendo que la suerte no solo estaba de mi lado, sino que tú la empujabas. Guau, Lucía, como me ponías. Recuerdo aquella vez que te pillé en braguitas, bueno, era un tanga diminuto y te tapabas pudorosamente las tetas y yo me quedé paralizado y completamente empalmado.
Sí que me acuerdo. Había una fuerza que me empujaba a decirte: Ven pasa y cómemelas, pero sin embargo, sabía que éramos hermanos y que aquello no estaba bien, creo que el pudor me podía.
No te cuento si me hubieras dejado entonces, que tontos fuimos Luci, que de tiempo hemos perdido por la mierda de los prejuicios, por la vergüenza, la timidez o lo que coño sea.
Es verdad, cuanto tiempo desperdiciado. Pero bueno, no nos quejemos, ahora estamos juntos y estamos aprovechándolo a base de bien. Y mamá y papá no parecen sospechar nada.
Hasta que nos pillen, pero bueno, que nos quiten lo bailao.
Ahora que pienso. ¿Cómo llegamos hasta aquí? Los dos nos deseábamos, pero ninguno dábamos el paso. Yo te espiaba, tú me espiabas, pero ninguno íbamos más allá. Más de un año sin encontrarnos. Si lo piensas es hasta increíble.
Si supieras Lucía, bueno, ya te lo he contado, la cantidad de veces que pensé como verte desnuda. Desde montar una webcam, hasta hacer un agujero en el baño. Fue inolvidable aquella teta furtiva que se te escapó una vez con la toalla, que visión ¿La recuerdas?
Tampoco fue accidental.
Ya veo, es que me provocas hermanita que ahora te voy a follar otra vez…
Para, para Diego, sigue, anda.
Bueno, pues así andaba yo, buscando tus descuidos no descuidados, una teta por aquí, un tanga por allá, algún que otro roce por los pasillos, en los juegos de hermanos, cuando me enseñaste a bailar…
Es curioso, pero no entiendo como nos atraíamos tanto y no hacíamos nada.
Hasta que llegó el gran día.
La playa nos echó un cable. Aquella cala tan tranquila… el sol…
Y tus amigas.
Es cierto, mis amigas parecían estar al tanto de todo, no sé. Como si quisieran empujarnos a lo inevitable.
Y tanto, porque cuando aquel día me dijiste si me iba con vosotras a la playa, yo solo quería verte a ti, estar solo contigo, disfrutarte del todo. Droga pura para mis ojos. Admirarte, comerte con la mirada y soñarte. Mira que tus amigas están buenas, pero es que tú eras la más macizorra del grupo con creces.
Recuerdo que me puse aquel bikini negro y tú flipabas, fue entonces cuando me di cuenta, que mis sospechas eran ciertas. Yo sabía que te atraía, eso era evidente, imaginaba que todos nuestros juegos en casa no eran más que eso, pero aquel día en la playa me mirabas de una manera…
¿Cómo te voy a mirar Luci? Si aquel tanga negro, era lo más de lo más. Si hasta tus amiguitas te dijeron a coro un “hala”, cuando te vieron aparecer. Si es que yo sabía que o era ese día o no se cuando.
Ja, ja, ja… Si, la verdad es que me puse demasiado “evidente”. Y el caso es que ellas nunca me dijeron nada, pero se lo montaron bien para dejarnos solos en aquella cala.
Sí, la excusa de la llamada, de que nosotros siguiéramos allí, que aprovecháramos el sol y la temperatura del agua. Es cierto, las debo un favor, si no fuera por ellas no se donde estaría ahora, pero seguro que matándome a pajas por tu culpa.
Y fue entonces, al quedarnos solos cuando me dijiste, “que guapa estás hermanita”. Aquello me encantó, pero viendo tus ojos de embelesado sabía que nosotros dos formábamos más que un dúo de hermanos que se quieren, era un deseo y una sensación que nos empujaba a amarnos pero de otra manera bien diferente.
Me besaste Lucía.
No pude evitarlo Diego, te vi junto a mí, con aquella mirada y estaba tan caliente, necesitaba que tus labios se fundieran con los míos.
Tiraste de mí hasta el agua y yo pensando: “esto no me puede estar pasando”. Mi hermanastra me ha besado, pero solo ha sido un besito, quizás eso, pero al meternos al agua que por cierto no sé si estaba fría o caliente, solo noté cuando tu mano me agarró el paquete. Entonces supe que no era un sueño y que todo era real.
Estaba como una perra en celo.
Y yo como un caballo trotón, hermanita. Los besitos se convirtieron en morreos, las manos no dejaban un centímetro sin tocar y nuestros sexos se unían bajo el agua por embrujo de algo que no acabo de entender, pero ese fue el día más feliz de mi vida.
Y el mío Diego. Nunca podré olvidar la sensación que sentí al besarte, al juntar nuestras lenguas, al comernos los labios, a sentir tu cuerpo pegado al mío, parecía que tanto tiempo reprimidos nos había convertido en unos salvajes.
Ya lo creo, porque cuando quisimos darnos cuenta estábamos desnudos sobre la arena. Tú bajo mi cuerpo y tus manos en mi culo. Piel contra piel, lengua contra lengua y sexo contra sexo.
Me penetraste de una forma, como nadie antes había hecho, con cuidado y con fuerza a la vez, era extraño.
Que sensación la de follarte Lucía, solo de recordarlo, mira como se me ha puesto.
Eres incorregible.
Bueno, pues eso, que de ese polvo salvaje que casi nos robamos como niños a los que se les quita un pastel y después no hemos dejado de hacerlo a diario. Curioso, parece que en todo este tiempo, hemos querido recuperar el perdido en todo un año y pico.
Siempre con toda la pasión.
Y sin arrepentimiento.
Es verdad Diego, creo que antes algo nos movía a no hacerlo y ahora no estamos arrepentidos, ni pesarosos, ni nos sentimos culpables de nada, sino radiantes de felicidad y enamorados.
Te quiero Lucía. Y corta ya, que estoy a tope y te voy a echar otro polvazo histórico, que me tienes loco.
Bueno, este chico no tiene remedio, tenéis que perdonarle, pero es que le adoro, que me tiene loca a mi también y que espero hayáis entendido todo lo que nos llevo a amarnos sin condición, a desearnos pero sin nada ni nadie de por medio, no como hermanos, sino como hermanastros que han nacido el uno para el otro.
Lucía...
Creo que nos vamos a adentrar otra vez en la pasión desenfrenada. Un beso para todos... Ven aquí guapo.

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