You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Mi otro yo

No dejes de pasar por mi mejor post

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html

No te vas a arrepentir!


MI OTRO YO


Vengo de una infancia muy pobre, el tercero de cuatro hijos, tres varones y mi hermana menor, papá era empleado de la construcción y se ganaba la vida haciendo changas, como decimos por estos lados, mamá era empleada doméstica, iba cada tanto a algunas casas a hacer cosas del hogar, lavar, planchar, y todos esos menesteres por lo cual no se pagaba mucho.
No era demasiado el dinero que ingresaba, es más, no alcanzaba, viví privado de muchas cosas, pero éramos felices
Crecimos, y tuve mis primeros romances.

Cerca de los veinte la vida me cruzó con Celeste.
Fueron solo cosas de la vida, estar en el momento justo en el sitio justo, ella había tenido un accidente callejero con su moto y yo justo pasaba por el lugar. Ella estaba muy nerviosa, así que la ayudé con los temas de documentación, papeles, y llamé a sus padres, y viendo que estaba muy adolorida la acompañé hasta el sanatorio.
Se había quebrado un tobillo y se llevaba de regalo varios magullones y golpes. Sus padres me agradecieron mis gestos hacia su hija y pensé que ahí todo terminaba, les dejé mis datos por si necesitaban alguna cosa más, alguna declaratoria en el seguro, o tal vez en la policía por temas de documentaciones.
Tiempo después fue la misma Celeste quien me llamó, y me agradeció todo lo que había hecho, y entre bromas me llamó 'su príncipe azul'
Me pidió volver a verme para agradecerme en persona y un par de años después terminábamos en el altar.

Celeste es una mujer de baja estatura, muy delgadita, su papá la llama 'patitas de tero' solo para molestarla, una buena chica que físicamente no destaca por nada.
Con honestidad nunca me enamoré del todo de esa joven, es algo que siempre llevaré sobre mi conciencia, pero resultaba ser que ella era única hija, y su padre, tenía una amplia cadena de ventas de electrodomésticos, y sabía que, si me portaba bien y sabía jugar mis cartas, tendría una oportunidad para cambiar mi vida.
Así me transformé en un hombre perfecto, el marido ideal, el yerno adulador de la suegra y lambe botas del suegro, puse mi parte, estudié, me esmeré y me hice digno de confianza.

Pasados los treinta vivía en un matrimonio consumado, padre de tres hijos, con una envidiable posición económica, donde mi suegro poco a poco iba pasándome el mando de la herencia natural hacía su única hija, pero a pesar de todo, era preso de mi conciencia, y descubriría que el dinero tampoco era sinónimo de felicidad, de pequeño era feliz en mi pobreza, de adulto era infeliz en mi riqueza, me sentía un hombre incompleto y a pesar de tenerlo todo, algo me faltaba.
Las cosas cambiaron siete años después, estaba llegando a los cuarenta y el negocio familiar estaba en auge, con sucursales en varias provincias del país, vivía en tal opulencia que podría haber llenado una tina con champagne solo para refrescar mi cuerpo entre burbujas, fue cuando mi suegro se enteró que una enfermedad incurable ponía a jaque su vida, en pocos meses tendría que ponerme al frente de todo.

Fue cuando tuve que hacer algunos viajes relámpagos para definir temas que hasta ese momento solo él manejaba y así fue como empezó mi otra historia.
Había viajado a una de las provincias del interior, negocios eran negocios, en teoría volvería al anochecer, pero las cosas se complicaron y tuve que postergar mis planes por un día más, así que fui al hotel más distinguido de la ciudad y pagué la habitación más cara que había en el lugar.
Era un semipiso en los pisos superiores de la torre, con amplios ventanales que dejaban ver la luminosidad de la ciudad contrastando con la negrura de la noche, una alfombra peluda en color ocre daba una sensación de suavidad a mis adoloridos pies y se respiraba un aire de modernidad fuera de lo común.
Me di un baño de inmersión, lamentablemente me puse la misma ropa puesto que no estaba previsto que tuviera que quedarme.
Bajé a cenar, mientras esperaba sentado a la mesa llamé a Celeste y la puse al tanto de todo, ella me comentó angustiada que su padre estaba bastante mal, traté de darle fuerzas, aunque sabía que al viejo no le quedaba mucho.
Cené con paciencia, con la vista perdida en los casuales comensales, cerca de las once de la noche, después de una ensalada de frutas y un café amargo, subí nuevamente a mi habitación.

Di un poco de vueltas, encendí la tv, la apagué, fui al ventanal a ver un poco la noche, las luces de la ciudad, las calles y los coches que desde la altura parecían pequeñas hormiguitas, me tiré sobre la cama, revisé por curiosidad las cosas del hotel, los productos del frigobar, la cartilla con precios y en uno de los cajones de la mesa de luz encontré un book de tapas azules convenientemente acomodado a un lado, lo tomé para ver de qué se trataba.
Comprendí la situación, había pagado una habitación vip y ahí podía conseguirse con toda la discreción, justamente, un servicio vip, y me encontré con propuestas sexuales para todos los gustos, las mujeres más exquisitas, perfectas, incluso algunas modelos de tv que se la daban de 'señoritas' y cotizaban en dólares, pasé hoja por hoja con suma excitación y descubrí sobre el final que también había servicio para mujeres.
Me detuve en esas fotos, es que ya conocía demasiado de mujeres, Celeste, y algunas otras que había pasado por mi lecho, pero esto era diferente, fantasías...

Nacho decía ser su nombre, un joven de unos treinta años, de ojos celestes, pelo un tanto rizado en un castaño claro con un look húmedo, de barba prolijamente recortada, se veía muy hombre enfundado en un traje de pantalón, saco y chaleco en azul oscuro, con camisa blanca y una corbata roja, se veía bastante fornido, en una fotografía cuidadosamente producida que traía toda mi atención.
Seguí mirando, una y otra vez, y noté que había dejado de lados las mujeres y solo repasaba a los chicos, estaba excitado imaginando demasiado y asumí que era ese algo en mi vida no funcionaba del todo bien.

Con más dudas que certezas llamé a recepción intrigado por el servicio, me indicaron que ellos se encargaban de todo con absoluta discreción, con un dejo de vergüenza contenida indiqué entonces que llamaran a Nacho, el muchachón de traje azul.
Esperé con ansiedad, pasados no más de cinco minutos sonó el teléfono de la habitación, la respuesta fue que era demasiado tarde y Nacho no estaba disponible, que seguramente para el día siguiente, medité unos instantes, respondí que volvieran a insistir con Nacho, que al día siguiente sería imposible puesto que ya estaría en viaje de regreso y que se olvidara por el precio, entendía la molestia a esa hora y sería bien recompensado.
Diez minutos después, volvieron a llamarme, Nacho cotizaba bien su tiempo y si estaba dispuesto a pagarlo pues entonces haría una excepción, le dije que sí, que lo esperaba, en mi habitación.

Miré el reloj, cero y treinta y cinco, me crují los dedos con nerviosismo, tenía las manos sudadas y era todo demasiado intrigante, sería todo muy nuevo para mí, incluso una erección imposible de doblegar me tenía a mal traer
Pasada la una de la mañana, golpearon a mi puerta, abrí, Nacho estaba al otro lado, no con esa pulcritud y perfección de la foto, apenas una remera ajustada marcando sus músculos y un pantalón holgado en tono gris oscuro, un par de cadenas doradas rodeaban sus muñecas y otra con una cruz hacía lo propio en su cuello, también noté un aro en su oreja izquierda.

Julian, cierto? - dijo con voz áspera y varonil -
Si... si... - respondí con titubeos -

El pasó al cuarto con seguridad y pronunció

Primera vez?
Si...
Se nota hombre... tranquilo... no pasa nada!

El fue al frigo bar y sacó un par de botellitas de wiski, las vació en dos vasos, me preguntó si quería hielo y me ofreció uno. El daba la imagen de seguridad, como que era parte de su día a día y yo sentía mi cerebro latir y mi corazón que quería escapar de mi pecho.
Tomó un trago y preguntó

Bien, estás pagando por mi tiempo, así que soy todo tuyo, cuál es tu fantasía

Me quedé pensando, porque una cosa eran mis fantasías, otra tenerlo frente a frente, cara a cara

Quisiera chupártela, nunca lo hice... - dije con vergüenza evidente -

El dejó el vaso sobre la mesa de luz, se descalzó con habilidad trabando una zapatilla con la otra y se sacó la remera blanca, quedé mirando sus músculos brillosos, los cuantiosos tatuajes y noté que él tenía esa sonrisa perversa, sabía que tenía el control.
Luego bajo su pantalón, un slíp rojo solo lo separaba de una desnudez total, miraba su bulto con regocijo, con deseo, entonces dijo

Listo Julián, si quieres seguir, tendrás que sacármelo

Fui decidido a su lado, me arrodillé, tomé su ropa interior entre mis dedos y jalé hacia abajo, respiré profundo, su verga semi erecta era enorme, con gruesas venas marcadas, estaba completamente depilado y sus testículos lucían brillantes, tan brillantes como un aro plateado que rodeaba su sexo, haciendo lucir su pija y sus bolas como un adorno en su cuerpo.

Mi otro yo


Te gusta? - preguntó sabiendo mi respuesta -

Solo asentí con la cabeza, mi boca estaba llena de saliva y deseo, sentía las pulsaciones a mil y estaba dispuesto a todo

Nacho se sentó entonces sobre un sillón al costado, abrió sus piernas, su verga ya estaba enorme, me indicó que fuera hacia él
Me acerqué, entre sus piernas, su verga era tan gruesa y tan larga que realmente asustaba, me quedé observándola como petrificado con las manos en sus duros muslos, él me tomó por la cabeza y me llevó a su encuentro.
No podía creer que iba a hacer lo que estaba a punto de hacer, cerré mis ojos, aspiré, fui a sus testículos, suaves, blandos, empecé a lamerlos, sabían rico y me los metí en la boca con cuidado de no hacerle daño, pero en verdad deseaba chuparle la verga.

Pasé con esmero la lengua desde la base hasta su enorme glande, el camino se me hizo eterno, y volví a repetirlo, y otra vez, metí su glande en mi boca y por primera vez mi lengua recorrió las curvas del sexo de un hombre, sentí un exceso de saliva producto de la excitación y poco a poco el nerviosismo inicial dio lugar a un terrible descontrol de mi parte.
Perdí la noción y se la chupé como desesperado, me encantaba, me azotaba el rostro, volvía a lamerla, volvía a recorrerla con mi lengua, le hice cada cosa que a mí me hubiera gustado que me hicieran, y solo me pareció estar en el paraíso.

Nacho parecía relajado y disfrutaba la manera en que se la chupaba, era mi primera vez, pero las cosas iban de maravillas, calculé que tenía cerca de treinta centímetros de verga el maldito mal parido, me encantaba.
Sentía tal erección entre mis piernas que no podía más con el deseo de masturbarme, llevé una de mis manos para hacerlo, pero Nacho no me dejó, me dijo que no, no correspondía y eso me enloqueció más todavía, me sentía su esclavo, sin voluntad, sin decisión.
Mi ocasional compañero era un profesional, me había dejado divertirme y disfrutar los minutos pagos que tenía a disposición.

En algún punto, al ver mi sumisión él tomó directamente el control, pasó sus manos tras mis orejas y me tomó con fuerza por los cabellos, y solo apretó contra de si, su verga gruesa topo en lo profundo de mi garganta y me arrancó una arcada contenida, pero aún quedaba la mitad de su tronco fuera.
Empujó un poco más, y otro poco, y otro más, creí que me mataría, pero lo profundo de mi garganta debió adaptarse a la fuerza al grosor del intruso, y lo sentí perforarme, casi no podía respirar, pero milímetro a milímetro el siguió tirando de mis cabellos en contra suyo. Como explicarlo, era como una enorme serpiente metiéndose a la fuerza en lo profundo de mi esófago, y era la sensación de violación más loca y excitante que había recibido en mi vida.

Al fin mi nariz topó en su pubis, pero Nacho seguía empujando y me cogía literal por la boca, muy rico, muy duro.
Lo noté llegar, empezó a tensar sus piernas y su rostro pareció desencajarse, cerró los ojos y sentí en mi boca las contracciones típicas de una verga largando semen. Fue muy caliente saber que iba todo derecho a mi estómago, muy rico, muy placentero.
No sé cuánto tragué, solo quería que ese momento nunca terminase, pero al fin el sacó la pija de mi boca y me dejó que se la chupara un rato más, sabía amarga, rica, preciosa.

Me hice a un lado con la respiración entrecortada aun muerto de excitación

Te gustó? - preguntó Nacho con una sonrisa en sus labios -

No puede contestar más que con una sonrisa forzada, es que me dolía demasiado la garganta, como si una barra de acero me la hubiera atravesado, me costaba tragar saliva.
El miró la hora y me pidió pasar al baño unos segundos, me adelantó que sus 'honorarios' quedaban cargados en mi cuenta.
El cerró la puerta y me quedé al otro lado.
Fui por una bebida, es que sentí en mi boca sabor a hombre y me daba mucho remordimiento por lo que había hecho, tomé un par de sorbos de bebida cola, y en cada trago recordé la verga que me había atravesado.

Fui sobre la cama, estaba solo con mis pensamientos en la penumbra del cuarto, mi esposa y mis hijos se cruzaban como fantasmas, pero también la verga enorme que me había devorado, y sabía que tal vez solo no debía dejar pasar el tren.
Nacho abrió la puerta de repente, lo miré con crudeza, estaba aun completamente desnudo y se encaminó hacia sus prendas, su enorme verga colgaba flácida entre sus piernas y en algún punto el notó la forma en que lo miraba, entonces preguntó

Qué pasa? todo bien?
Si... bueno... no se...
Tranquilo - dijo con suficiencia - siempre sucede la primera vez
Es que - tomé aire - no quisiera que te vayas todavía...

Nacho volvió a mirar el reloj, me advirtió que me saldría caro, y también que sabía que era lo que yo deseaba.
Vino a mi lado frotándose la pija, me quedé paralizado y lo dejé que me desnudara, mi ropa interior estaba impregnada en mis propios jugos, ese líquido transparente producto de la excitación, él seguía refregándose y poco a poco se volvía a erguir tan largo e imponente como era.
Me hizo poner en cuatro patas, bien abierto y lo sentí acariciar mi esfínter, y luego comenzar a lubricarlo, tuve temor, puesto que aún me dolía la garganta, pero mi ansiedad era más fuerte, me dio una nalgada y me dijo que me tranquilizara.
Tomé aire muerto de excitación, sentía mi verga flácida pero caliente y mi esfínter latiendo en deseo, él apoyó su grueso glande y presionó un poco, me retiré adolorido, pero volvió a insistir y me volví a retirar.
Era realmente gruesa y el dolor me imposibilitaba entregarme, lo deseaba, pero me dolía.
El era un profesional y poco a poco fui cediendo a sus encantos, lo sentí penetrarme y deslizarse en mi interior, ya estaba, ya estaba...

Nacho lubricó más y más y en minutos el dolor se hizo placentero, hermoso, perfecto, me dilataba todo y me encantaba, más y más. Por casualidad noté a mis espaldas, mirando entre mis piernas noté el espejo que adornaba la pared, mi amante pago había pasado sos piernas por sobre mí, a los lados de mi cintura, y solo subía y bajaba enterrándomela toda, su verga lucía enorme triplicando a la mía, en largo, en ancho y solo la veía desaparecer dentro de mi cuerpo.
Yo no quería que acabase nunca ese momento, pero lo cierto es que el pareció extenuarse en esa pose, entonces solo me giró dejándome de espaldas contra el colchón, levantó mis piernas y me la enterró nuevamente, me doblé todo producto del placer.
El llevó mis piernas a los lados de mis orejas y así lograba metérmela toda por completo, tenía mi pija dura, ya no lo soportaba.

Empecé a tocarme prolongando un orgasmo ya imposible de controlar, Nacho me cogía con furia y me miraba con esos ojos agresivos que tenía, se me hacía todo muy sexual, empecé a acabar sobre mi vientre, sobre mi pecho, empecé a apretar mi esfínter y todo producto un combo de placer, Nacho al mismo tiempo se vino en mi culo, y fue un terremoto de placer.
El se retiró agotado, mi cuerpo estaba impregnado en mis jugos, toqué con curiosidad mi culito, estaba expulsando semen caliente, todo abierto, todo dilatado, me sentí exquisitamente puto y no tuve inconvenientes en sentirme así.
Nacho dio por terminado el juego, ahora sí, tomó sus prendas y comenzó a vestirse, me dijo que necesitaba salir a tomar aire y a fumar un cigarro, me preguntó si la había pasado bien, y por supuesto, cuando volviera podría contar con sus servicios.
Le agradecí por su tiempo y lo vi alejarse del cuarto, solo cruzó la puerta y ya no supe de él.
Me quedé tirado en la cama, sucio como estaba, aun pareciéndome sentir la verga de mi amante en mi culito, me dolía y seguía escupiendo leche, solo lo disfruté hasta conciliar el sueño

A la mañana siguiente era un nuevo hombre, o, mejor dicho, era el hombre que todos conocían, me di una ducha antes de bajar a desayunar, me dolía demasiado la colita y aun sentía una molestia pronunciada al tener que tragar saliva, Nacho me había dejado un lindo recuerdo que tardaría varios días en desaparecer.
Desayuné, pagué mi cuenta y partí de regreso a mi ciudad.

Así empecé a descubrir a mi otro yo, mi suegro no duraría mucho tiempo más, y hoy, junto a Celeste llevamos adelante una vida acomodada. Ella hace toda la gestión local mientras yo soy el que recorre todas las sucursales del país, donde aprovecho mis horas para dejar salir ese hombre que llevo escondido, lejos de ella, de mis hijos de mis amistades.
Nunca más vi a Nacho, preferí no hacerlo y contratar siempre a muchachos diferentes en sitios diferentes, a probar alternativas, otros caminos.
Soy lo que soy, no me avergüenza y puedo convivir con ello.


Si te gustó la historia puedes escribirme con título 'MI OTRO YO' a dulces.placeres@live.com

0 comentarios - Mi otro yo