Yo sabía que habían cogido. Fue un desliz que había sucedio hacía más de 10 años. Me lo confesó él. Mi propio padre me dijo, días previos a mi boda, que se había cogido a mi novia, hoy mi esposa y madre de mis dos hijos. Ella sabía que yo sabía. Ella sabe que al enterarme me excité más de lo que me enojé. Pero ahí quedó todo. Nunca más. O al menos eso creía yo...
Hace más o menos cinco meses, mi padre se jubiló. Nunca más ir a trabajar, tiempo libre todo el día, todos los días. Una ocupación que podíamos darle era ayudarnos a Mariana y a mí en los quehaceres de la casa y en cuidar a los chicos. Ella y yo, desde que empezó la pandemia, trabajamos desde casa y cuidar a los chicos al mismo tiempo se nos hizo una tarea muy difícil. Así que mi papá comenzó a ser el primero en quien pensamos en cualquier ocasión. Casualmente, al mismo tiempo que él se jubiló, comencé a tener reuniones de trabajo fuera de casa muy seguido. Fue así que mi padre comenzó a venir a casa muy seguido, a ayudarnos.
Esta historia que quiero contarles hoy sucedió un martes. Un día en el que ni Mariana ni yo teníamos necesidad de salir de casa, un día normal, ni más ni menos trabajo que otras veces. Podíamos arreglarnos cuidando a los chicos y haciendo nuestras tareas sin grandes dificultades. Pero así y todo, sonó el timbre. ¿Y quién era? ¡Mi padre!
Le abro, entra a casa, saluda a sus nietos, saluda a Mariana, todo normal. Normal hasta que empiezo a percibir una "química" entre ellos, como si tuvieran secretos, como si compartiera chistes y frases, un código, entre ellos que yo no entendía. Se miraban, se reían, se deseaban. Vi varias veces cómo mi padre se mordía el labio inferior al mirar a Mariana.
Sin darme cuenta totalmente de lo que sucedía a mi alrededor, comienzo a mirarlos más y más, sin perderlos de vista, intentando descubrir qué pasaba, hasta que mi esposa me hace un inequívoco gesto con la cabeza de "andate". Levantaba el mentó un toda la cabeza un poco hacia arriba y hacia la derecha como diciendo "chau, andá". No entendía nada hasta que veo a mi padre haciéndome el gesto de "por favor" juntando las dos manos, como suplicando. Aún desconcertado, tomé una decisión. Le puse las camperas a los chicos, las mochilas con sus juguetes, y me los llevé a la plaza.
En el camino seguía pensando en lo que estaba pasando. ¿Qué onda? ¿Qué acababa de suceder que nos llevó a esta situación?
Llegué a la plaza con los nenes, jugamos, tobogán, subeybaja, calecita, unas golosinas, una hermosa tarde de padre e hijos. ¡Hasta que sonó el celular! Y atendí...
Era un llamado de mi esposa... Atendí...
¡Gemidos! ¡Gemidos y más gemidos! Gritos de placer. Gruñidos. Jadeos intensísimos. "Hay hijo de puta que rico" le escuché decir a Mariana" ¡Y cortó!
Mi pija al palo en dos segundos. Como estaba con un pantalón tipo babucha se me notaba todo. Me senté y me tapé como pude. Mis hijos jugaban a un metro de distancia. Mi cara roja de excitación. ¿Qué estaba pasando en mi casa?
Así estuve unos 20 minutos, re caliente y sin saber qué pasaba. Hasta que empezaron a caer los mensajes de WhatsApp: Ella arriba de mi viejo. Ella chupandole la pija a mi papá. Él saboreando su clítoris con dos dedos de la mano adentro de su concha. Ella en cuatro y mi viejo haciéndole el orto. Ella saboreando su leche... ¡De todo! como 15 fotos tremendas.
Yo quería clavarme una paja más que nada en el mundo, pero estaba en el arenero con mis dos hijos y una docena de niños más, y madres y padres.
Empecé a respirar con dificultad intentando calmarme y bajar la calentura y la leche que me inundaba la pija... Hasta que me llegan dos mensajes más de Whatsapp.
Uno de mi padre con un "Gracias, hijo"
Otro de mi esposa con un hermoso "¿Te gustó?"
La amo cada día más.
Hace más o menos cinco meses, mi padre se jubiló. Nunca más ir a trabajar, tiempo libre todo el día, todos los días. Una ocupación que podíamos darle era ayudarnos a Mariana y a mí en los quehaceres de la casa y en cuidar a los chicos. Ella y yo, desde que empezó la pandemia, trabajamos desde casa y cuidar a los chicos al mismo tiempo se nos hizo una tarea muy difícil. Así que mi papá comenzó a ser el primero en quien pensamos en cualquier ocasión. Casualmente, al mismo tiempo que él se jubiló, comencé a tener reuniones de trabajo fuera de casa muy seguido. Fue así que mi padre comenzó a venir a casa muy seguido, a ayudarnos.
Esta historia que quiero contarles hoy sucedió un martes. Un día en el que ni Mariana ni yo teníamos necesidad de salir de casa, un día normal, ni más ni menos trabajo que otras veces. Podíamos arreglarnos cuidando a los chicos y haciendo nuestras tareas sin grandes dificultades. Pero así y todo, sonó el timbre. ¿Y quién era? ¡Mi padre!
Le abro, entra a casa, saluda a sus nietos, saluda a Mariana, todo normal. Normal hasta que empiezo a percibir una "química" entre ellos, como si tuvieran secretos, como si compartiera chistes y frases, un código, entre ellos que yo no entendía. Se miraban, se reían, se deseaban. Vi varias veces cómo mi padre se mordía el labio inferior al mirar a Mariana.
Sin darme cuenta totalmente de lo que sucedía a mi alrededor, comienzo a mirarlos más y más, sin perderlos de vista, intentando descubrir qué pasaba, hasta que mi esposa me hace un inequívoco gesto con la cabeza de "andate". Levantaba el mentó un toda la cabeza un poco hacia arriba y hacia la derecha como diciendo "chau, andá". No entendía nada hasta que veo a mi padre haciéndome el gesto de "por favor" juntando las dos manos, como suplicando. Aún desconcertado, tomé una decisión. Le puse las camperas a los chicos, las mochilas con sus juguetes, y me los llevé a la plaza.
En el camino seguía pensando en lo que estaba pasando. ¿Qué onda? ¿Qué acababa de suceder que nos llevó a esta situación?
Llegué a la plaza con los nenes, jugamos, tobogán, subeybaja, calecita, unas golosinas, una hermosa tarde de padre e hijos. ¡Hasta que sonó el celular! Y atendí...
Era un llamado de mi esposa... Atendí...
¡Gemidos! ¡Gemidos y más gemidos! Gritos de placer. Gruñidos. Jadeos intensísimos. "Hay hijo de puta que rico" le escuché decir a Mariana" ¡Y cortó!
Mi pija al palo en dos segundos. Como estaba con un pantalón tipo babucha se me notaba todo. Me senté y me tapé como pude. Mis hijos jugaban a un metro de distancia. Mi cara roja de excitación. ¿Qué estaba pasando en mi casa?
Así estuve unos 20 minutos, re caliente y sin saber qué pasaba. Hasta que empezaron a caer los mensajes de WhatsApp: Ella arriba de mi viejo. Ella chupandole la pija a mi papá. Él saboreando su clítoris con dos dedos de la mano adentro de su concha. Ella en cuatro y mi viejo haciéndole el orto. Ella saboreando su leche... ¡De todo! como 15 fotos tremendas.
Yo quería clavarme una paja más que nada en el mundo, pero estaba en el arenero con mis dos hijos y una docena de niños más, y madres y padres.
Empecé a respirar con dificultad intentando calmarme y bajar la calentura y la leche que me inundaba la pija... Hasta que me llegan dos mensajes más de Whatsapp.
Uno de mi padre con un "Gracias, hijo"
Otro de mi esposa con un hermoso "¿Te gustó?"
La amo cada día más.
10 comentarios - Mi papá y mi esposa... ¡Otra vez!