Esta historia sucedió una noche prepandemia.
Yo tenía 24 años y salí de juerga con mis colegas.
Estuvimos bebiendo en la calle un buen rato en el barrio hasta que decidimos por la hora ir al centro de la ciudad a los bares.
Ya en el centro de la ciudad nos empezamos a encontrar a gente conocida e íbamos conversando con ellas. Había una chica de 21 años francesa que había venido a pasar una semana a casa de una amiga.
Yo estaba conversando con ella sin más cuando me propuso hacer un beso de humo (en España llamamos así a pasarse el humo del cigarro de boca en boca, aunque en la propia España hay muchas otras formas de decirlo y supongo que en Latinoamérica más todavía) y yo la dije que vale y lo que empezó como pasarse el humo empezamos a cruzar y frotar nuestras lenguas entre sí.
Ahora, la chica como estaba en la casa familiar de una amiga, ese día se tenía que ir pronto así que quedamos para el día siguiente volver a vernos en la misma zona.
Al día siguiente fui por la noche a esa zona con mis amigos y, en lo que venía ella entré por un momento al bar al baño y a pedir una cerveza, cuando salí del baño un amigo que estaba guardando la botella dijo que acababa de verla pasar, así que salí a saludarla.
Me llevé una desagradable sorpresa cuando al salir, la chica estaba metiéndose la lengua con uno de los amigos con que había venido. La chica hizo como que no me vio y yo, un poco mosqueado, me fui a otro bar con el resto de amigos.
Este chico al día siguiente me escribió y pidió perdón, a lo que le dije que vale y ya está. La cosa estaba cerrada.
Un tiempo después este chico empezó a salir con una chica. Recordamos que por esa altura nosotros ya tendríamos unos 25, esta chica tenía recién cumplidos los 18 y lleva ropa gótica.
Habíamos coincido alguna vez, hablábamos cordiales y, en fin, todo muy correcto.
Tal día como ayer sábado por la noche, yo volví a salir con un grupo de amigos y cuando ya iban a cerrar los bares y habíamos pagado, entré en el bar para ir al baño y me la encontré en la barra.
- Hola. ¿Qué haces por aquí?
- Estoy esperando a Marcos, que sale de trabajar en un rato y pasa por aquí a recogerme.
- Ah guay. Salúdale de mi parte.
- Vale. Hasta luego.
Fui al baño, salí y, cuando se iban mis amigos me despedí de ellos y les dije que antes de ir a casa me quería dar una vuelta por mi cuenta. Uno quiso acompañarme, pero le convencí para que se fuera también.
Al irse, volví a entrar al bar y me senté a su lado:
- Hombre, ¿no te ibas a casa?
- Sí, pero pensé que no te importaba tener un poco de compañía y no esperar sola.
- Ah, pues gracias. Porque aún le quedan 30 minutos para venir y estoy aquí sola.
- Pues nada. Ya te hago compañía. ¡Ponme una cerveza!
Estuvimos hablando sentados en la barra un buen rato hasta que vi que puso una expresión un poco rara en la cara.
- ¿Te pasa algo?
Y en ese momento se tiró encima mío y me metió la lengua en la boca empujándome hacia atrás con una fuerza que casi me dolía de lo que me apretaba contra la barra.
Después de 10 segundos se pone de pies y sale del bar.
Me levanto y salgo tras de ella, que está sentada en el suelo a dos metros de la puerta.
- ¿He hecho algo malo?
- No, es que eres su amigo.
- Vale, pues no ha pasado nada.
No, es que me encantaría bajar y empezar a mamarte la polla.
- ¿Qué?
Ahí se volvió a lanzar a mi boca empotrándome contra la pared mientras me agarraba el paquete.
- ¿Vives solo?
- Sí
- Vamos
Y nos fuimos andando a mi casa, que está a unos 20 minutos del centro. Parábamos de vez en cuando y me empujaba con tremenda fuerza contra las paredes de los edificios, era tremendamente bruta.
Llegado a un punto:
- No puedo aguantar más. Te la quiero mamar ya.
- Aún quedan 10 minutos para llegar.
- Vamos ahí.
Y fuimos a un banco en una plaza desierta donde me bajó la bragueta, sacó la polla y la empezó a mamar.
Ya estaba dura y llevaba un minuto o dos agachada mamando con una succión que me ponía la piel de gallina cuando vi a mi amigo, a su novio, que iba en dirección a donde había quedado con ella.
El me saludó de mano y empezó a acercase hacia mí, pero cuando vio que había una chica al lado mío mamándome la polla se detuvo, se rio y continuó el camino deseándome suerte con un gesto con el dedo hacia arriba.
Cuando él ni siquiera se había ido de la plaza la chica levantó la cabeza.
- ¿Ha pasado alguien?
- Nada. Tu tranquila.
Volvió a bajar a succionarme la polla con fuerza.
- Ya acabo.
Ella abrió la boca de par en par, acabé entero dentro de su boca, lo tragó.
- Llévame a tu casa y métemela, que quiero ya el segundo round.
Llegamos a mi casa. Mientras subíamos en ascensor se volvió a bajar a mamármela y no salimos hasta que volví a acabar.
Sinceramente, me daba apuro que alguien llamara al ascensor mientras estábamos dentro.
Llegamos a casa y se tiró sobre la cama, se bajó el pantalón y la braga, abrió las piernas y me miró.
- ¿A qué esperas?
Me desnudé rápido y fui al cajón a por el condón cuando la empezó a sonar el móvil.
- ¿Sí?
- Ah, perdona. Es que estaba muy cansada y me cogí un taxi para volver.
Yo ahí ya me estaba imaginando con quién estaba hablando y me situé frente a ella. La abrí las piernas, que había cerrado al incorporarse a contestar el teléfono y empecé a restregar la polla con su vagina.
- Llegué ya a casa. Te iba a escribir, pero en esa zona como hay tanta gente la cobertura a veces va mal.
Empecé a penetrarla lentamente.
- No vengas, no. Que con la hora que es mis padres todavía se van a asustar al oír ruido.
Fui aumentando el ritmo y la agarré de una teta mientras la lamía la otra y ella perdía por un momento el tono de voz con el novio. Llegaba a escuchar su voz desde el teléfono.
- Pues nada. Descansa y te veo mañana.
- Vale cariño. Adiós, te quiero.
Cuelga y me mira de frente, abre la boca con vicio.
- Que cabrón eres.
- Has dicho que le quieres.
- Y a ti también. Quiero que me taladres toda.
Y así hice media docena de veces esta noche. Ella además ha querido al final que la echara todo por la cara y que la azotara el culo. Se ha dado una ducha y se ha ido.
Al irse, he ido a la nevera a por un refresco, me lo estaba bebiendo y he mirado que tenía un mensaje de mi amigo: "Qué bien te lo montas cabrón".
Y bueno, a ver cómo sigue la historia. De momento esta chica me ha dicho que se pasa luego hacia las 6 de la tarde.
Esta vez trae ella los condones, que yo no tenía muchos por casa y ayer los gastamos casi todos y, siendo hoy sábado, no está la farmacia para pillar más.
Y bueno, un saludo a mi colega si lo lee.
Yo tenía 24 años y salí de juerga con mis colegas.
Estuvimos bebiendo en la calle un buen rato en el barrio hasta que decidimos por la hora ir al centro de la ciudad a los bares.
Ya en el centro de la ciudad nos empezamos a encontrar a gente conocida e íbamos conversando con ellas. Había una chica de 21 años francesa que había venido a pasar una semana a casa de una amiga.
Yo estaba conversando con ella sin más cuando me propuso hacer un beso de humo (en España llamamos así a pasarse el humo del cigarro de boca en boca, aunque en la propia España hay muchas otras formas de decirlo y supongo que en Latinoamérica más todavía) y yo la dije que vale y lo que empezó como pasarse el humo empezamos a cruzar y frotar nuestras lenguas entre sí.
Ahora, la chica como estaba en la casa familiar de una amiga, ese día se tenía que ir pronto así que quedamos para el día siguiente volver a vernos en la misma zona.
Al día siguiente fui por la noche a esa zona con mis amigos y, en lo que venía ella entré por un momento al bar al baño y a pedir una cerveza, cuando salí del baño un amigo que estaba guardando la botella dijo que acababa de verla pasar, así que salí a saludarla.
Me llevé una desagradable sorpresa cuando al salir, la chica estaba metiéndose la lengua con uno de los amigos con que había venido. La chica hizo como que no me vio y yo, un poco mosqueado, me fui a otro bar con el resto de amigos.
Este chico al día siguiente me escribió y pidió perdón, a lo que le dije que vale y ya está. La cosa estaba cerrada.
Un tiempo después este chico empezó a salir con una chica. Recordamos que por esa altura nosotros ya tendríamos unos 25, esta chica tenía recién cumplidos los 18 y lleva ropa gótica.
Habíamos coincido alguna vez, hablábamos cordiales y, en fin, todo muy correcto.
Tal día como ayer sábado por la noche, yo volví a salir con un grupo de amigos y cuando ya iban a cerrar los bares y habíamos pagado, entré en el bar para ir al baño y me la encontré en la barra.
- Hola. ¿Qué haces por aquí?
- Estoy esperando a Marcos, que sale de trabajar en un rato y pasa por aquí a recogerme.
- Ah guay. Salúdale de mi parte.
- Vale. Hasta luego.
Fui al baño, salí y, cuando se iban mis amigos me despedí de ellos y les dije que antes de ir a casa me quería dar una vuelta por mi cuenta. Uno quiso acompañarme, pero le convencí para que se fuera también.
Al irse, volví a entrar al bar y me senté a su lado:
- Hombre, ¿no te ibas a casa?
- Sí, pero pensé que no te importaba tener un poco de compañía y no esperar sola.
- Ah, pues gracias. Porque aún le quedan 30 minutos para venir y estoy aquí sola.
- Pues nada. Ya te hago compañía. ¡Ponme una cerveza!
Estuvimos hablando sentados en la barra un buen rato hasta que vi que puso una expresión un poco rara en la cara.
- ¿Te pasa algo?
Y en ese momento se tiró encima mío y me metió la lengua en la boca empujándome hacia atrás con una fuerza que casi me dolía de lo que me apretaba contra la barra.
Después de 10 segundos se pone de pies y sale del bar.
Me levanto y salgo tras de ella, que está sentada en el suelo a dos metros de la puerta.
- ¿He hecho algo malo?
- No, es que eres su amigo.
- Vale, pues no ha pasado nada.
No, es que me encantaría bajar y empezar a mamarte la polla.
- ¿Qué?
Ahí se volvió a lanzar a mi boca empotrándome contra la pared mientras me agarraba el paquete.
- ¿Vives solo?
- Sí
- Vamos
Y nos fuimos andando a mi casa, que está a unos 20 minutos del centro. Parábamos de vez en cuando y me empujaba con tremenda fuerza contra las paredes de los edificios, era tremendamente bruta.
Llegado a un punto:
- No puedo aguantar más. Te la quiero mamar ya.
- Aún quedan 10 minutos para llegar.
- Vamos ahí.
Y fuimos a un banco en una plaza desierta donde me bajó la bragueta, sacó la polla y la empezó a mamar.
Ya estaba dura y llevaba un minuto o dos agachada mamando con una succión que me ponía la piel de gallina cuando vi a mi amigo, a su novio, que iba en dirección a donde había quedado con ella.
El me saludó de mano y empezó a acercase hacia mí, pero cuando vio que había una chica al lado mío mamándome la polla se detuvo, se rio y continuó el camino deseándome suerte con un gesto con el dedo hacia arriba.
Cuando él ni siquiera se había ido de la plaza la chica levantó la cabeza.
- ¿Ha pasado alguien?
- Nada. Tu tranquila.
Volvió a bajar a succionarme la polla con fuerza.
- Ya acabo.
Ella abrió la boca de par en par, acabé entero dentro de su boca, lo tragó.
- Llévame a tu casa y métemela, que quiero ya el segundo round.
Llegamos a mi casa. Mientras subíamos en ascensor se volvió a bajar a mamármela y no salimos hasta que volví a acabar.
Sinceramente, me daba apuro que alguien llamara al ascensor mientras estábamos dentro.
Llegamos a casa y se tiró sobre la cama, se bajó el pantalón y la braga, abrió las piernas y me miró.
- ¿A qué esperas?
Me desnudé rápido y fui al cajón a por el condón cuando la empezó a sonar el móvil.
- ¿Sí?
- Ah, perdona. Es que estaba muy cansada y me cogí un taxi para volver.
Yo ahí ya me estaba imaginando con quién estaba hablando y me situé frente a ella. La abrí las piernas, que había cerrado al incorporarse a contestar el teléfono y empecé a restregar la polla con su vagina.
- Llegué ya a casa. Te iba a escribir, pero en esa zona como hay tanta gente la cobertura a veces va mal.
Empecé a penetrarla lentamente.
- No vengas, no. Que con la hora que es mis padres todavía se van a asustar al oír ruido.
Fui aumentando el ritmo y la agarré de una teta mientras la lamía la otra y ella perdía por un momento el tono de voz con el novio. Llegaba a escuchar su voz desde el teléfono.
- Pues nada. Descansa y te veo mañana.
- Vale cariño. Adiós, te quiero.
Cuelga y me mira de frente, abre la boca con vicio.
- Que cabrón eres.
- Has dicho que le quieres.
- Y a ti también. Quiero que me taladres toda.
Y así hice media docena de veces esta noche. Ella además ha querido al final que la echara todo por la cara y que la azotara el culo. Se ha dado una ducha y se ha ido.
Al irse, he ido a la nevera a por un refresco, me lo estaba bebiendo y he mirado que tenía un mensaje de mi amigo: "Qué bien te lo montas cabrón".
Y bueno, a ver cómo sigue la historia. De momento esta chica me ha dicho que se pasa luego hacia las 6 de la tarde.
Esta vez trae ella los condones, que yo no tenía muchos por casa y ayer los gastamos casi todos y, siendo hoy sábado, no está la farmacia para pillar más.
Y bueno, un saludo a mi colega si lo lee.
2 comentarios - Venganza
Sólo os diré que es muy fan de Marilyn Manson