No dejes de pasar por mi mejor post
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html
No te vas a arrepentir!
FERNANDEZ CONTRERAS
Hacía ya cinco años que trabajaba en el laboratorio cuando las cosas dieron un vuelco, la pequeña empresa familiar fue absorbida por una importante petrolera internacional que necesitaba un apéndice para desarrollar nuevos productos y testear aquellos que ya estaban en mercado, hubo un gran revuelo, demasiados despidos, demasiada gente nueva, mi licenciatura en química y mi juventud jugaron a favor para mantener mi trabajo, no todos tuvimos la misma suerte.
Fue doloroso ver a antiguos compañeros de trabajo despedirse con lágrimas en los ojos, algunos habían dejado su vida ahí adentro, también me invadió la incertidumbre al ver todos los días desembarcar gente nueva.
Las cosas cambiaron rápidamente, los colores verde y negro del laboratorio fueron cambiados por el rojo y amarillo de la nueva firma, nuevos logos, nuevos uniformes, nuevas reglas, tecnología de punta, sistemas informáticos, capacitación, seguridad, normas internacionales, exigencias, cambio de aire.
Lo más llamativo fue que ya no había hombres, la nueva firma no quería problemas y había optado por solo tomar mujeres, así éramos en total una veintena de chicas cumpliendo distintas funciones.
Y no todo fue fácil para mí, mi homosexualidad admitida a medias no fue bien vista por todas…
Nunca renegué de lo que era, pero tampoco molesté a nadie con ello, a pesar que algunas chicas despertaban mis bajos instintos siempre me esforcé para que solo fueran compañeras de trabajo.
Pero las cosas para Jimena Roldan eran diferentes, ella me odiaba por ser lesbiana, era una mujer peligrosa, influyente, y poco a poco puso a varias de su lado, el problema fue creciendo en magnitud, se nos fue de las manos…
Cuando esa mañana me pararon en la entrada, en el puesto de vigilancia el mundo se me vino abajo, las palabras del vigilante de turno resonaron en mi cabeza:
Señorita Gutierrez, favor diríjase a la gerencia, la señora Fernandez Contreras necesita hablar con usted.
Asentí con nerviosismo y me dirigí al lugar indicado, era temprano y ella siempre llegaba un poco más tarde, tipo nueve de la mañana.
Me senté a esperarla, estaba nerviosa, temía que me echaran por los problemas con las demás chicas, esta mujer manejaba la gerencia general, había tomado el puesto con la nueva firma, era joven, apenas unos años mayor que yo, sabía que estaba casada y tenía una beba de tres meses, le gustaba marcar diferencias, su apellido ‘Fernandez’ era tan vulgar como el mío, ‘Gutierrez’, por eso se hacía llamar por el doble apellido, ‘Fernandez Contreras’, como para dar status y glamour.
Cuando llegó pasó a mi lado saludándome fríamente, apenas haciendo una mueca con sus labios, me pidió que pasara y me sentara, lo hice con discreción, su perfil era un tanto atemorizante, despótico, nos sentamos frente a frente, con su cabello perfectamente recogido y sus lentes de gruesos marcos negros, sus pechos llenos de leche maternal sobresalían demasiado, cosa que la molestaba bastante, abrió su notebook y comenzó a hablarme al tiempo que escribía en su teclado, sin dirigirme la mirada:
Lourdes, estuve viendo tus antecedentes, eres joven, talentosa, con un futuro impresionante, pero también se los problemas que hay y como entenderás hay cosas que no puedo permitir…
Yo… - traté de explicar, pero ella no me dejó.
Debo cortar el problema de raíz, y no pudo deshacerme de unas veinte mujeres así como así…
Pero yo… - no podía expresarme, angustiada, sabiendo que eliminarme sería su opción más fácil.
Tranquila, no quiero perderte, vendrás a trabajar a mi lado, como mi asistente personal, necesito a alguien con tu capacidad, habrá cargas administrativas, presiones, pero estoy segura de que nos llevaremos bien…
La charla siguió entonces por carriles normales y tranquilos, cerró su notebook y me comentó todos sus planes, sus ideas, mis desafíos, mis posibilidades de progreso, debería mejorar mi inglés, hacer algunos cursos y varias cosas más que me mantendrían más que ocupada.
Así fue que comencé en mi nuevo puesto y ya no tuve que lidiar con las chicas, en especial con Jimena Roldan, que apenas la cruzaba de vez en cuando, mi jefa ya no era la señora Fernandez Contreras, ahora la llamaba simplemente por su nombre, Lorena.
Pero no todo sería color de rosas en mi nueva tarea, había algo más que ingenuamente no percibí.
Cuando las cosas se habían encaminado y todo marchaba viento en popa, Lorena me llamó a su oficina por el intercomunicador, fui casi de inmediato como acostumbraba a hacer, entré y me dijo:
Cerrá la puerta, pasá, sentate, ponete cómoda…
Hice caso, sin sospechar nada, entonces dejó su notebook de lado y mirándome fijamente dijo:
Lourdes, sabes que eres un tanto especial para mí no?
Si… supongo…
Y sabes por qué estás acá, no?
Si… usted me lo comentó cuando me ofreció el puesto…
A pesar de tener solo un par de años más que yo seguía tratándola de ‘usted’, no entendía que buscaba, solo su mirada penetrante me ponía nerviosa, así fue que largó el rollo mientras acariciaba insistentemente una gargantilla que rodeaba su cuello
Verás, se de tus gustos, de tus preferencias sexuales, y necesito confesarte algo. Sabes que estoy casada, que soy heterosexual, que tengo una pequeña beba, pero no se… desde un tiempo a esta parte como que necesito probar cosas nuevas, tengo fantasías recurrentes, tengo demasiada leche en mis pechos y cuando mi pequeña hija chupa mis pezones me excito, no puedo evitarlo y me siento demasiado mal por ello…
No alcanzaba a entender la profundidad de las palabras de mi jefa, cuál era el punto, cuál era la propuesta, solo mi vista notaba que su mano había bajado un poco de la gargantilla al nacimiento de sus pechos y su respiración se hacía más caliente y pausada, entonces se paró, fue hasta la puerta y le hecho llave, volvió a mi lado sin decir palabra, pasó por detrás mío, la sentí respirar con bravura, su mano pasó por mi nuca, estaba perturbada y excitada al mismo tiempo, giró a mi frente, levantó un poco su pollera para poder sentarse con sus piernas abiertas sobre las mías, sus pechos quedaron a la altura de mi cabeza, y yo seguía sin saber qué hacer.
Lorena notó que yo no tomaría la decisión, desabrochó el primer botón de su camisa, el segundo, el tercero, un lujoso sostén blanco de grandes dimensiones llenó mi vista, entonces lo soltó dejando sus pechos al descubierto y pidió casi sonando a orden:
Vamos nena, quiero que me los chupes… eres mi fantasía recurrente…
Solo tomé unos minutos para contemplarlos, eran enormes, del tamaño de mi cabeza, estaban rígidos, parecían explotar por el exceso de leche acumulada, sus pezones estaban oscuros, sobresalían como grandes protuberancias, el líquido blancuzco chorreaba por ambos, imposible de ser contenido, pasé mis manos dulcemente por ellos, me parecieron afiebrados, Lorena respondió con un gemido, como si un escalofrío hubiera recorrido su cuerpo.
Fue ella quien se acercó más para que se lo besara y así lo hice, sentí su hermoso sabor azucarado, besé con dulzura un pezón, luego el otro y poco a poco la ventisca se transformó en un tornado, alimentándose en espiral a sí misma, más lamía más leche salía, y más leche salía Lorena más gemía, y Lorena más gemía yo más me excitaba, y yo más me excitaba con más pasión lamía…
Los pechos de mi jefa sabían hermosos, nunca había pasado por una experiencia así, ella se perdía minuto tras minutos, la sentía gemir entregada como pocas, pareciéndole no importar si de casualidad hubiera alguien al otro lado, la sentí contraerse inconscientemente, respirando con dificultas, aceleré el ritmo, más y más, empezó a tener espasmos, la mantuve firmemente, le sentí llegar, gritó, fue glorioso…
De inmediato se tiró hacia atrás apoyando los codos en el escritorio para poner distancia entre sus pechos y mi boca, estaba visiblemente transpirada y su pecho tomaba grandes cantidades de aire, de repente pareció retomar su rol, saliendo de donde estaba comenzó a hablar en voz alta:
Diablos, que estoy haciendo? estoy loca? maldición, maldición!, esto está mal, esto no puede estar pasándome…
Ella hablaba sola como si mi presencia fuera solo un cuadro decorando la habitación, ajustó su sostén, cerró la camisa y la acomodó bajo la pollera, luego mientras tomaba compostura me dijo en tono amenazante:
Acá no pasó nada, esto nunca sucedió, si escucho algún rumor sabré de donde viene… entendido? Esto no volverá a suceder…
Así nomás, como si nada hubiera pasado me invitó a retirarme, volví confundida a mi lugar, estaba toda mojada y en mi boca aun sentía el sabor a su leche materna, así que casi corrí al baño a masturbarme…
En adelante pasaron algunos días, y para mi nada había pasado, como ella lo había pedido, y Lorena parecía transitar el mismo camino porque solo hablábamos de trabajo, pero no tardaría mucho tiempo en volver a doblegarse…
Esa mañana estaba más inquieta que de costumbre, hacía calor, había humedad, me dijo que necesitaba que la acompañara al laboratorio, tenía que hablar con las demás empleadas, esto me puso a la defensiva puesto que sabía que yo no sería bien recibida, en especial por Jimena Roldan, con quién no nos dirigíamos la palabra.
Nos pusimos las clásicas gafas de protección, las cofias y los guardapolvos blancos, largos a la rodilla, elementos y vestimenta de protección obligatoria en la empresa.
Al ir por los distintos sectores, Lorena fue preguntando en tono cordial cosas de rutina, como estaban, si necesitaban algo, por las familias y demás cosas por el estilo, a su lado, yo tomaba nota en silencio, sumisa, mirando al piso, solo desafié a la bruja de la Roldan, a quien la miré como gozando mi posición y ella a su vez, destilando odio y resentimiento.
Al volver a la oficina, le pregunté a Lorena si necesitaba que hiciera un resumen de los puntos charlados con mis compañeras, pero ella dijo con una sonrisa no muy habitual en su rostro:
Está bien, tomate tu tiempo… en realidad… solo quería establecer un careo entre las otras, vos y yo… estaba poniendo a prueba tu silencio…
Otra vez me sorprendía y se adelantaba a mis ideas, qué hábil era, estaba encerrada en mis pensamientos cuando volvió a llamarme por el intercomunicador, entré a su oficina para verla de espaldas, contra el ventanal, aun con el guardapolvo blanco, con sus manos cruzadas a la espalda, entonces giró para sorprenderme, por el frente había soltado todos los botones, con lo que era notorio que estaba desnuda por debajo, apenas un bombacha calada cubría su sexo, pero podía ver con claridad su vientre, la parte interna de sus piernas y el medio de sus pechos a los cuales había quitado el sostén, entonces en forma provocativa me dijo:
Qué pasa? te excito? me notas provocativa?
Se acercó pasando a mi lado, haciéndome sentar en la silla y siguió su camino hacia la suya, se sentó frente a frente con sus piernas sugerentemente separadas, incitándome, la leche había escapado de sus pezones y manchaba el guardapolvos notoriamente, se relajó, se meció suavemente de lado a lado, descubrió sus pechos y comenzó a acariciarlos, los apretaba de tal forma que delicados y finos chorritos de leche materna saltaban de sus mamas, cerró los ojos, era una espectadora de lujo, me animé a tomar la iniciativa con el temor a ser rechazada, fui a su encuentro, al levantarme chirrió la silla por lo que la puse a la defensiva, abrió sus ojos, perdió la concentración, no me importó, fui hacia su lugar, me acerqué y la sorprendí con un hermoso beso, metí la lengua en su boca, casi no tuvo tiempo a reaccionar, mordí sus labios, me adueñé de su humedad, acaricié su paladar, se excito, me excité, tomé distancia y ella casi implorando repitió:
Besame, no dejes de hacerlo, besame, cómeme la boca…
Y volvimos a fundirnos en profundos besos, tomé sus pechos nuevamente, como días atrás lo había hecho, pero ella me separó de su lado y rápidamente se sacó la bombacha, acomodándose nuevamente, recostada, con sus piernas abiertas descansando en lo apoya brazos, con un turno burdo me dijo:
Vamos nena, quiero que me chupes toda la concha…
Arrodillada a sus pies besé suavemente su sexo, estaba húmeda, con ese sabor tan particular que solo las mujeres tenemos, su botón estaba grande y el solo roce con mi lengua provocó que ella se retorciera y respirara excitada, tiró su cabeza hacia atrás, en el respaldo del sillón y se entregó por completo, masajeando sus pechos cuyos pezones no dejaban de lagrimear.
Me sentí poderosa, hice mi mejor trabajo, puse toda mi experiencia, recorrí su túnel, sus labios, su pubis, su clítoris, lo hice con paciencia disfrutando cada segundo, la recorrí por completo llevando su excitación al extremo, usé mis dedos acariciando las paredes de su argolla, toan profundo como pude, sus espasmos no tardaron en llegar, y en sin fin de arcoíris explotó en mis labios. Mi boca, mi nariz y mi pera estaban empapada con sus flujos, se acomodó más, casi sentada con su espalda, entonces con el mismo tono burdo me dijo:
Ahora quiero que me chupes el culo…
Y volví a hacerle caso, mi lengua fue a su anillo marrón, a rodearlo en círculos, a besarlo, a comérselo todo, solo su culo, como me había pedido, ella suspiraba a medida que percibía que mi lengua se abría paso en su esfínter y poco a poco buscaba profundidad, lleve una mano a mi concha y comencé a masturbarme, también estaba toda mojada, pero sabía que no iba a acabarme en ese momento, en ese lugar, estaba incómoda y aún mi mente no estaba en sintonía con el momento que atravesaba, pero si me di el lujo de tomar mis dos dedos embebidos en mis jugos para enterrárselos bien profundos en su boca, llegando casi hasta su garganta.
En ese momento, chupando mis dedos, lamiéndole el culo y acariciando su clítoris, parecía tener un nuevo orgasmo, pero como la primera vez, cortó la relación de golpe, como recobrando la conciencia, no permitiéndose disfrutar lo que estaba disfrutando…
Los días pasaron y tuvimos nuevos encuentros, hoy se siente confundida, Lorena lucha terriblemente en su interior, no puede rechazarme, no puede evitarlo, pero tiene una imagen corporativa que mantener, tiene un esposo ajeno a todo y una beba que crece sin parar.
Para mi sigue siendo mi jefa, alguien con quien me siento muy bien, muy cómoda, pero no mucho más que eso, no la amo, tenemos buen sexo, pero no hay más que una atracción física. Por ahora solo floto en el río, dejo que me lleve a la deriva, a ver dónde termina esta historia…
Si tienes comentarios, sugerencias al respecto puedes escribirme con título FERNANDEZ CONTRERAS a dulces.placeres@live.com
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No te vas a arrepentir!
FERNANDEZ CONTRERAS
Hacía ya cinco años que trabajaba en el laboratorio cuando las cosas dieron un vuelco, la pequeña empresa familiar fue absorbida por una importante petrolera internacional que necesitaba un apéndice para desarrollar nuevos productos y testear aquellos que ya estaban en mercado, hubo un gran revuelo, demasiados despidos, demasiada gente nueva, mi licenciatura en química y mi juventud jugaron a favor para mantener mi trabajo, no todos tuvimos la misma suerte.
Fue doloroso ver a antiguos compañeros de trabajo despedirse con lágrimas en los ojos, algunos habían dejado su vida ahí adentro, también me invadió la incertidumbre al ver todos los días desembarcar gente nueva.
Las cosas cambiaron rápidamente, los colores verde y negro del laboratorio fueron cambiados por el rojo y amarillo de la nueva firma, nuevos logos, nuevos uniformes, nuevas reglas, tecnología de punta, sistemas informáticos, capacitación, seguridad, normas internacionales, exigencias, cambio de aire.
Lo más llamativo fue que ya no había hombres, la nueva firma no quería problemas y había optado por solo tomar mujeres, así éramos en total una veintena de chicas cumpliendo distintas funciones.
Y no todo fue fácil para mí, mi homosexualidad admitida a medias no fue bien vista por todas…
Nunca renegué de lo que era, pero tampoco molesté a nadie con ello, a pesar que algunas chicas despertaban mis bajos instintos siempre me esforcé para que solo fueran compañeras de trabajo.
Pero las cosas para Jimena Roldan eran diferentes, ella me odiaba por ser lesbiana, era una mujer peligrosa, influyente, y poco a poco puso a varias de su lado, el problema fue creciendo en magnitud, se nos fue de las manos…
Cuando esa mañana me pararon en la entrada, en el puesto de vigilancia el mundo se me vino abajo, las palabras del vigilante de turno resonaron en mi cabeza:
Señorita Gutierrez, favor diríjase a la gerencia, la señora Fernandez Contreras necesita hablar con usted.
Asentí con nerviosismo y me dirigí al lugar indicado, era temprano y ella siempre llegaba un poco más tarde, tipo nueve de la mañana.
Me senté a esperarla, estaba nerviosa, temía que me echaran por los problemas con las demás chicas, esta mujer manejaba la gerencia general, había tomado el puesto con la nueva firma, era joven, apenas unos años mayor que yo, sabía que estaba casada y tenía una beba de tres meses, le gustaba marcar diferencias, su apellido ‘Fernandez’ era tan vulgar como el mío, ‘Gutierrez’, por eso se hacía llamar por el doble apellido, ‘Fernandez Contreras’, como para dar status y glamour.
Cuando llegó pasó a mi lado saludándome fríamente, apenas haciendo una mueca con sus labios, me pidió que pasara y me sentara, lo hice con discreción, su perfil era un tanto atemorizante, despótico, nos sentamos frente a frente, con su cabello perfectamente recogido y sus lentes de gruesos marcos negros, sus pechos llenos de leche maternal sobresalían demasiado, cosa que la molestaba bastante, abrió su notebook y comenzó a hablarme al tiempo que escribía en su teclado, sin dirigirme la mirada:
Lourdes, estuve viendo tus antecedentes, eres joven, talentosa, con un futuro impresionante, pero también se los problemas que hay y como entenderás hay cosas que no puedo permitir…
Yo… - traté de explicar, pero ella no me dejó.
Debo cortar el problema de raíz, y no pudo deshacerme de unas veinte mujeres así como así…
Pero yo… - no podía expresarme, angustiada, sabiendo que eliminarme sería su opción más fácil.
Tranquila, no quiero perderte, vendrás a trabajar a mi lado, como mi asistente personal, necesito a alguien con tu capacidad, habrá cargas administrativas, presiones, pero estoy segura de que nos llevaremos bien…
La charla siguió entonces por carriles normales y tranquilos, cerró su notebook y me comentó todos sus planes, sus ideas, mis desafíos, mis posibilidades de progreso, debería mejorar mi inglés, hacer algunos cursos y varias cosas más que me mantendrían más que ocupada.
Así fue que comencé en mi nuevo puesto y ya no tuve que lidiar con las chicas, en especial con Jimena Roldan, que apenas la cruzaba de vez en cuando, mi jefa ya no era la señora Fernandez Contreras, ahora la llamaba simplemente por su nombre, Lorena.
Pero no todo sería color de rosas en mi nueva tarea, había algo más que ingenuamente no percibí.
Cuando las cosas se habían encaminado y todo marchaba viento en popa, Lorena me llamó a su oficina por el intercomunicador, fui casi de inmediato como acostumbraba a hacer, entré y me dijo:
Cerrá la puerta, pasá, sentate, ponete cómoda…
Hice caso, sin sospechar nada, entonces dejó su notebook de lado y mirándome fijamente dijo:
Lourdes, sabes que eres un tanto especial para mí no?
Si… supongo…
Y sabes por qué estás acá, no?
Si… usted me lo comentó cuando me ofreció el puesto…
A pesar de tener solo un par de años más que yo seguía tratándola de ‘usted’, no entendía que buscaba, solo su mirada penetrante me ponía nerviosa, así fue que largó el rollo mientras acariciaba insistentemente una gargantilla que rodeaba su cuello
Verás, se de tus gustos, de tus preferencias sexuales, y necesito confesarte algo. Sabes que estoy casada, que soy heterosexual, que tengo una pequeña beba, pero no se… desde un tiempo a esta parte como que necesito probar cosas nuevas, tengo fantasías recurrentes, tengo demasiada leche en mis pechos y cuando mi pequeña hija chupa mis pezones me excito, no puedo evitarlo y me siento demasiado mal por ello…
No alcanzaba a entender la profundidad de las palabras de mi jefa, cuál era el punto, cuál era la propuesta, solo mi vista notaba que su mano había bajado un poco de la gargantilla al nacimiento de sus pechos y su respiración se hacía más caliente y pausada, entonces se paró, fue hasta la puerta y le hecho llave, volvió a mi lado sin decir palabra, pasó por detrás mío, la sentí respirar con bravura, su mano pasó por mi nuca, estaba perturbada y excitada al mismo tiempo, giró a mi frente, levantó un poco su pollera para poder sentarse con sus piernas abiertas sobre las mías, sus pechos quedaron a la altura de mi cabeza, y yo seguía sin saber qué hacer.
Lorena notó que yo no tomaría la decisión, desabrochó el primer botón de su camisa, el segundo, el tercero, un lujoso sostén blanco de grandes dimensiones llenó mi vista, entonces lo soltó dejando sus pechos al descubierto y pidió casi sonando a orden:
Vamos nena, quiero que me los chupes… eres mi fantasía recurrente…
Solo tomé unos minutos para contemplarlos, eran enormes, del tamaño de mi cabeza, estaban rígidos, parecían explotar por el exceso de leche acumulada, sus pezones estaban oscuros, sobresalían como grandes protuberancias, el líquido blancuzco chorreaba por ambos, imposible de ser contenido, pasé mis manos dulcemente por ellos, me parecieron afiebrados, Lorena respondió con un gemido, como si un escalofrío hubiera recorrido su cuerpo.
Fue ella quien se acercó más para que se lo besara y así lo hice, sentí su hermoso sabor azucarado, besé con dulzura un pezón, luego el otro y poco a poco la ventisca se transformó en un tornado, alimentándose en espiral a sí misma, más lamía más leche salía, y más leche salía Lorena más gemía, y Lorena más gemía yo más me excitaba, y yo más me excitaba con más pasión lamía…
Los pechos de mi jefa sabían hermosos, nunca había pasado por una experiencia así, ella se perdía minuto tras minutos, la sentía gemir entregada como pocas, pareciéndole no importar si de casualidad hubiera alguien al otro lado, la sentí contraerse inconscientemente, respirando con dificultas, aceleré el ritmo, más y más, empezó a tener espasmos, la mantuve firmemente, le sentí llegar, gritó, fue glorioso…
De inmediato se tiró hacia atrás apoyando los codos en el escritorio para poner distancia entre sus pechos y mi boca, estaba visiblemente transpirada y su pecho tomaba grandes cantidades de aire, de repente pareció retomar su rol, saliendo de donde estaba comenzó a hablar en voz alta:
Diablos, que estoy haciendo? estoy loca? maldición, maldición!, esto está mal, esto no puede estar pasándome…
Ella hablaba sola como si mi presencia fuera solo un cuadro decorando la habitación, ajustó su sostén, cerró la camisa y la acomodó bajo la pollera, luego mientras tomaba compostura me dijo en tono amenazante:
Acá no pasó nada, esto nunca sucedió, si escucho algún rumor sabré de donde viene… entendido? Esto no volverá a suceder…
Así nomás, como si nada hubiera pasado me invitó a retirarme, volví confundida a mi lugar, estaba toda mojada y en mi boca aun sentía el sabor a su leche materna, así que casi corrí al baño a masturbarme…
En adelante pasaron algunos días, y para mi nada había pasado, como ella lo había pedido, y Lorena parecía transitar el mismo camino porque solo hablábamos de trabajo, pero no tardaría mucho tiempo en volver a doblegarse…
Esa mañana estaba más inquieta que de costumbre, hacía calor, había humedad, me dijo que necesitaba que la acompañara al laboratorio, tenía que hablar con las demás empleadas, esto me puso a la defensiva puesto que sabía que yo no sería bien recibida, en especial por Jimena Roldan, con quién no nos dirigíamos la palabra.
Nos pusimos las clásicas gafas de protección, las cofias y los guardapolvos blancos, largos a la rodilla, elementos y vestimenta de protección obligatoria en la empresa.
Al ir por los distintos sectores, Lorena fue preguntando en tono cordial cosas de rutina, como estaban, si necesitaban algo, por las familias y demás cosas por el estilo, a su lado, yo tomaba nota en silencio, sumisa, mirando al piso, solo desafié a la bruja de la Roldan, a quien la miré como gozando mi posición y ella a su vez, destilando odio y resentimiento.
Al volver a la oficina, le pregunté a Lorena si necesitaba que hiciera un resumen de los puntos charlados con mis compañeras, pero ella dijo con una sonrisa no muy habitual en su rostro:
Está bien, tomate tu tiempo… en realidad… solo quería establecer un careo entre las otras, vos y yo… estaba poniendo a prueba tu silencio…
Otra vez me sorprendía y se adelantaba a mis ideas, qué hábil era, estaba encerrada en mis pensamientos cuando volvió a llamarme por el intercomunicador, entré a su oficina para verla de espaldas, contra el ventanal, aun con el guardapolvo blanco, con sus manos cruzadas a la espalda, entonces giró para sorprenderme, por el frente había soltado todos los botones, con lo que era notorio que estaba desnuda por debajo, apenas un bombacha calada cubría su sexo, pero podía ver con claridad su vientre, la parte interna de sus piernas y el medio de sus pechos a los cuales había quitado el sostén, entonces en forma provocativa me dijo:
Qué pasa? te excito? me notas provocativa?
Se acercó pasando a mi lado, haciéndome sentar en la silla y siguió su camino hacia la suya, se sentó frente a frente con sus piernas sugerentemente separadas, incitándome, la leche había escapado de sus pezones y manchaba el guardapolvos notoriamente, se relajó, se meció suavemente de lado a lado, descubrió sus pechos y comenzó a acariciarlos, los apretaba de tal forma que delicados y finos chorritos de leche materna saltaban de sus mamas, cerró los ojos, era una espectadora de lujo, me animé a tomar la iniciativa con el temor a ser rechazada, fui a su encuentro, al levantarme chirrió la silla por lo que la puse a la defensiva, abrió sus ojos, perdió la concentración, no me importó, fui hacia su lugar, me acerqué y la sorprendí con un hermoso beso, metí la lengua en su boca, casi no tuvo tiempo a reaccionar, mordí sus labios, me adueñé de su humedad, acaricié su paladar, se excito, me excité, tomé distancia y ella casi implorando repitió:
Besame, no dejes de hacerlo, besame, cómeme la boca…
Y volvimos a fundirnos en profundos besos, tomé sus pechos nuevamente, como días atrás lo había hecho, pero ella me separó de su lado y rápidamente se sacó la bombacha, acomodándose nuevamente, recostada, con sus piernas abiertas descansando en lo apoya brazos, con un turno burdo me dijo:
Vamos nena, quiero que me chupes toda la concha…
Arrodillada a sus pies besé suavemente su sexo, estaba húmeda, con ese sabor tan particular que solo las mujeres tenemos, su botón estaba grande y el solo roce con mi lengua provocó que ella se retorciera y respirara excitada, tiró su cabeza hacia atrás, en el respaldo del sillón y se entregó por completo, masajeando sus pechos cuyos pezones no dejaban de lagrimear.
Me sentí poderosa, hice mi mejor trabajo, puse toda mi experiencia, recorrí su túnel, sus labios, su pubis, su clítoris, lo hice con paciencia disfrutando cada segundo, la recorrí por completo llevando su excitación al extremo, usé mis dedos acariciando las paredes de su argolla, toan profundo como pude, sus espasmos no tardaron en llegar, y en sin fin de arcoíris explotó en mis labios. Mi boca, mi nariz y mi pera estaban empapada con sus flujos, se acomodó más, casi sentada con su espalda, entonces con el mismo tono burdo me dijo:
Ahora quiero que me chupes el culo…
Y volví a hacerle caso, mi lengua fue a su anillo marrón, a rodearlo en círculos, a besarlo, a comérselo todo, solo su culo, como me había pedido, ella suspiraba a medida que percibía que mi lengua se abría paso en su esfínter y poco a poco buscaba profundidad, lleve una mano a mi concha y comencé a masturbarme, también estaba toda mojada, pero sabía que no iba a acabarme en ese momento, en ese lugar, estaba incómoda y aún mi mente no estaba en sintonía con el momento que atravesaba, pero si me di el lujo de tomar mis dos dedos embebidos en mis jugos para enterrárselos bien profundos en su boca, llegando casi hasta su garganta.
En ese momento, chupando mis dedos, lamiéndole el culo y acariciando su clítoris, parecía tener un nuevo orgasmo, pero como la primera vez, cortó la relación de golpe, como recobrando la conciencia, no permitiéndose disfrutar lo que estaba disfrutando…
Los días pasaron y tuvimos nuevos encuentros, hoy se siente confundida, Lorena lucha terriblemente en su interior, no puede rechazarme, no puede evitarlo, pero tiene una imagen corporativa que mantener, tiene un esposo ajeno a todo y una beba que crece sin parar.
Para mi sigue siendo mi jefa, alguien con quien me siento muy bien, muy cómoda, pero no mucho más que eso, no la amo, tenemos buen sexo, pero no hay más que una atracción física. Por ahora solo floto en el río, dejo que me lleve a la deriva, a ver dónde termina esta historia…
Si tienes comentarios, sugerencias al respecto puedes escribirme con título FERNANDEZ CONTRERAS a dulces.placeres@live.com
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