Una tarde decidí meterme a una de las paginas en línea,cuando era adolescente e iba a los ciber conocí a gente interesante ahí, ahoraya, con 24 años me dio curiosidad ver que encontraría, y para ver si teniasuerte me puse el nombre de la ciudad donde vivo.
El caso que pasaron los minutos y vi otro perfil con elnombre de mi ciudad, decidí chatear con este perfil por interno. Grande fue misorpresa al enterarme que era una mujer de 39 años, una mujer de 1,60, cabello negro,piel blanca y ojos cafés. Compartimos unos minutos conociéndonos, describiéndonos,y comentando como habíamos vivido la cuarentena (2020), antes de que me fuerame preguntó si tenia whatsapp., desconfié unos momentos, pero antes de que me negaraella me dio el suyo. Cuando lo ingresé en mi celular vi su foto de perfil, noestaba nada mal, me había comentado que era parvularia, y en la foto vestía consu uniforme.
Pasaron los días, hablábamos a diario, ella siempre memandaba fotos de ella en su casa, en su trabajo y de su hija (era madre recién divorciada).Un día me atreví a preguntarle si quería que nos viéramos, para mi sorpresa,ella accedió.
Nos encontramos un miércoles de agosto, en la mañana, frentea la plaza de la ciudad, ella llego puntual, la vi de pie a cabeza, sus pechoseran enormes y su cadera aun tenia esa figura exquisita, sin embargo, al ladode ella me sentía demasiado joven, decidí llevarla a un lugar menos concurrido,ya que podrían pensar que ella era mi tía o peor aún, mi madre. La lleve a unparque no muy lejos de ahí, en el camino charlábamos del trabajo y de otrasbanalidades. Cuando por fin llegamos, me di cuenta que por lo temprano que era aúnno había nadie en el parque, así que la invité a sacarse la mascarilla, para “saludarnos”como se debe. Cuando vi por fin su rostro frente al mío, corrí el riesgo deintentar besarla, bastó solo un breve rosé en sus labios para que ella quisieramás. Tres tiernos besos suaves y luego introdujo su lengua en mi boca, yo laseguí e hice lo mismo. Mire para todos lados para verificar que no hubieranadie, acto seguido, comencé a acariciar su cuerpo, puse mis manos en su caderay la acerque a la mía, le toque su trasero y sus pechos, a cambio, ella mebesaba con más fuerzas y movía su lengua más rápido. Interrumpí el beso parabesar su cuello, y en cuando lo hice, comenzó a gemir suavemente, de pronto sentími erección más apretada de lo habitual, ¿la razón? Ella había comenzado afrotar su vagina con el bulto de mi pantalón, una y otra vez, antes de haceralgo más, divise a personas a lo lejos, así que nos alejamos y nos secamos la salivade ambos de los labios.
Ese día nos separamos, dejamos nuestro encuentro hasta ahí yregresamos a nuestros hogares. Al poco tiempo ella me bloqueo de whatsapp, alparecer se había arrepentido de haber tenido ese encuentro, ya que conmigo no habríafuturo como pareja. Pasaron unos meses y se me ocurrió mandarle mensajes de texto,a la antigua, sin muchas expectativas, pero ella me contesto, me recordaba y,es más, me desbloqueo de whatsapp. Volvimos a chatear como antes, pero esta vez,sabía que clase de mujer era, ahora mi objetivo era ir más allá.
Por fin logré concretar un encuentro, ella llegó, nosencontramos en la misma plaza de la primera vez, está vez, no se podía estar enlas calles por el puto virus, así que le sugerí arrendar un pequeñodepartamento y almorzar ahí, ella acepto.
Cuando llegamos vi que el departamento tenia televisor,baño, un sofá, mesa y lo más importante, una cama. Cuando vio la cama exclamó “¡asíque con esa estamos!”, yo me hice el ignorante y seguí haciéndole conversación.Pasaron los minutos y obviamente no tardamos en besarnos de nuevo, logréllevarla hasta la cama donde nos seguimos besando.
Ella dijo:
-sólo nos haremos cariñitos, nada más, no te portes mal.
Seguimos besándonos, yo le tocaba sin parar los pechos, lacadera, su trasero y esta vez, le comencé a sobar su vagina sobre el pantalón,ella no dijo nada así que seguí haciéndolo, pronto volvimos a la situación dela primera vez, nuestras entrepiernas vestidas, pero rosándose entre sí. Comencéa moverme como si la estuviese penetrando, poco a poco el movimiento de miscaderas le rozaba la vagina, sabía por sus gemidos que le gustaba, al cabo deun tiempo, comenzó a hacer lo mismo, mover sus caderas para que el rose sea másfuerte, a la vez que hacíamos eso, cada vez más rápido, yo le tocaba lospechos, y cuando el rose se volvió ya rápido, aproveche para quitarle rápidamentela blusa y los sostenes.
Al fin veía sus pechos desnudos y sus pezones rosados, fue inevitablecomenzar a chuparlos y cada vez que lo hacia ella gemía, pero ahora bien fuerte.Mi pene ya no daba más, sentía que reventaba, me saqué los pantalones y de un rápidomovimiento le bajé los suyos, ella gritó:
- ¡No! ¡Aun no!
Pero alcancé a ver su vagina, estaba húmeda, pero es visiónse esfumó, ya que volvió a subirse sus calzones ahora yo desnudo y ella solocon una ropa interior, seguimos frotándonos, hasta que por fin, decidí corrersu calzón para un lado y meter mi duro pene en su húmeda vagina, cuando lo hicecomenzó a tiritar unos segundos y luego me abrazó con sus brazos y piernas a loque me susurró al oído.
-Ay que rico.
Comencé entonces a penetrarla con fuerza, nunca había estadocon una madre soltera, en un momento la sentí muy apretada pero mientras más lametía sentía más espacioso ese delicioso agujero. En medio del sexo me dicuanta que no me había puesto un condón, así que me levante para buscar uno,mientras lo habría ella se agachó y comenzó a mamármela usaba la lengua como ensus besos, la pasaba por toda la cabeza y a lo largo, le pasé el condón paraque me lo pusiera y después continuamos.
Al rato cambiamos de posición, ella se puso en cuatro yseguimos cogiendo, agarre sus nalgas y movía todo su cuerpo para que impactaraen mi pene. Me detuve a bajar la mirada y apreciar como su madura vagina absorbíami joven pene, mientras se la metía, ella me miró y entre gemidos dijo:
-quiero que te subas encima.
Obedecí su petición, cuando introduje mi pene note lo húmedaque estaba su entrepierna, chorreaba su liquido vaginal, comencé a besar sucuello y a chupar sus pezones y cada vez que lo hacia ella gemía más y meapretaba con sus piernas. Poco faltó para que ella repentinamente levantara fuertementela cadera y se tapara la boca soltando un grito ahogado, pero que de todasformas me excitaba, había acabado.
Pero yo seguí, también me faltaba poco comencé a moverme másrápido, vi como sus manos apretaban las sabanas, ambos estábamos sudando pero nonos importaba, estábamos en éxtasis. Por fin estaba a punto y le di el aviso.
-¡Voy a acabar!
Ella me volví a abrazar y a la vez que ella también movía lascaderas me susurró al oído.
-Sí acaba, acaba, acábame.
Di un ultimó empujón y un chorro de semen fue detenido graciasal condón. Di un suspiro y me recosté en sus senos.
Quedamos en vernos otra vez, pero esto no ha llegado aocurrir, el contacto esta y el delicioso recuerdo sigue, esperando la oportunidadde que se vuelva a repetir.
El caso que pasaron los minutos y vi otro perfil con elnombre de mi ciudad, decidí chatear con este perfil por interno. Grande fue misorpresa al enterarme que era una mujer de 39 años, una mujer de 1,60, cabello negro,piel blanca y ojos cafés. Compartimos unos minutos conociéndonos, describiéndonos,y comentando como habíamos vivido la cuarentena (2020), antes de que me fuerame preguntó si tenia whatsapp., desconfié unos momentos, pero antes de que me negaraella me dio el suyo. Cuando lo ingresé en mi celular vi su foto de perfil, noestaba nada mal, me había comentado que era parvularia, y en la foto vestía consu uniforme.
Pasaron los días, hablábamos a diario, ella siempre memandaba fotos de ella en su casa, en su trabajo y de su hija (era madre recién divorciada).Un día me atreví a preguntarle si quería que nos viéramos, para mi sorpresa,ella accedió.
Nos encontramos un miércoles de agosto, en la mañana, frentea la plaza de la ciudad, ella llego puntual, la vi de pie a cabeza, sus pechoseran enormes y su cadera aun tenia esa figura exquisita, sin embargo, al ladode ella me sentía demasiado joven, decidí llevarla a un lugar menos concurrido,ya que podrían pensar que ella era mi tía o peor aún, mi madre. La lleve a unparque no muy lejos de ahí, en el camino charlábamos del trabajo y de otrasbanalidades. Cuando por fin llegamos, me di cuenta que por lo temprano que era aúnno había nadie en el parque, así que la invité a sacarse la mascarilla, para “saludarnos”como se debe. Cuando vi por fin su rostro frente al mío, corrí el riesgo deintentar besarla, bastó solo un breve rosé en sus labios para que ella quisieramás. Tres tiernos besos suaves y luego introdujo su lengua en mi boca, yo laseguí e hice lo mismo. Mire para todos lados para verificar que no hubieranadie, acto seguido, comencé a acariciar su cuerpo, puse mis manos en su caderay la acerque a la mía, le toque su trasero y sus pechos, a cambio, ella mebesaba con más fuerzas y movía su lengua más rápido. Interrumpí el beso parabesar su cuello, y en cuando lo hice, comenzó a gemir suavemente, de pronto sentími erección más apretada de lo habitual, ¿la razón? Ella había comenzado afrotar su vagina con el bulto de mi pantalón, una y otra vez, antes de haceralgo más, divise a personas a lo lejos, así que nos alejamos y nos secamos la salivade ambos de los labios.
Ese día nos separamos, dejamos nuestro encuentro hasta ahí yregresamos a nuestros hogares. Al poco tiempo ella me bloqueo de whatsapp, alparecer se había arrepentido de haber tenido ese encuentro, ya que conmigo no habríafuturo como pareja. Pasaron unos meses y se me ocurrió mandarle mensajes de texto,a la antigua, sin muchas expectativas, pero ella me contesto, me recordaba y,es más, me desbloqueo de whatsapp. Volvimos a chatear como antes, pero esta vez,sabía que clase de mujer era, ahora mi objetivo era ir más allá.
Por fin logré concretar un encuentro, ella llegó, nosencontramos en la misma plaza de la primera vez, está vez, no se podía estar enlas calles por el puto virus, así que le sugerí arrendar un pequeñodepartamento y almorzar ahí, ella acepto.
Cuando llegamos vi que el departamento tenia televisor,baño, un sofá, mesa y lo más importante, una cama. Cuando vio la cama exclamó “¡asíque con esa estamos!”, yo me hice el ignorante y seguí haciéndole conversación.Pasaron los minutos y obviamente no tardamos en besarnos de nuevo, logréllevarla hasta la cama donde nos seguimos besando.
Ella dijo:
-sólo nos haremos cariñitos, nada más, no te portes mal.
Seguimos besándonos, yo le tocaba sin parar los pechos, lacadera, su trasero y esta vez, le comencé a sobar su vagina sobre el pantalón,ella no dijo nada así que seguí haciéndolo, pronto volvimos a la situación dela primera vez, nuestras entrepiernas vestidas, pero rosándose entre sí. Comencéa moverme como si la estuviese penetrando, poco a poco el movimiento de miscaderas le rozaba la vagina, sabía por sus gemidos que le gustaba, al cabo deun tiempo, comenzó a hacer lo mismo, mover sus caderas para que el rose sea másfuerte, a la vez que hacíamos eso, cada vez más rápido, yo le tocaba lospechos, y cuando el rose se volvió ya rápido, aproveche para quitarle rápidamentela blusa y los sostenes.
Al fin veía sus pechos desnudos y sus pezones rosados, fue inevitablecomenzar a chuparlos y cada vez que lo hacia ella gemía, pero ahora bien fuerte.Mi pene ya no daba más, sentía que reventaba, me saqué los pantalones y de un rápidomovimiento le bajé los suyos, ella gritó:
- ¡No! ¡Aun no!
Pero alcancé a ver su vagina, estaba húmeda, pero es visiónse esfumó, ya que volvió a subirse sus calzones ahora yo desnudo y ella solocon una ropa interior, seguimos frotándonos, hasta que por fin, decidí corrersu calzón para un lado y meter mi duro pene en su húmeda vagina, cuando lo hicecomenzó a tiritar unos segundos y luego me abrazó con sus brazos y piernas a loque me susurró al oído.
-Ay que rico.
Comencé entonces a penetrarla con fuerza, nunca había estadocon una madre soltera, en un momento la sentí muy apretada pero mientras más lametía sentía más espacioso ese delicioso agujero. En medio del sexo me dicuanta que no me había puesto un condón, así que me levante para buscar uno,mientras lo habría ella se agachó y comenzó a mamármela usaba la lengua como ensus besos, la pasaba por toda la cabeza y a lo largo, le pasé el condón paraque me lo pusiera y después continuamos.
Al rato cambiamos de posición, ella se puso en cuatro yseguimos cogiendo, agarre sus nalgas y movía todo su cuerpo para que impactaraen mi pene. Me detuve a bajar la mirada y apreciar como su madura vagina absorbíami joven pene, mientras se la metía, ella me miró y entre gemidos dijo:
-quiero que te subas encima.
Obedecí su petición, cuando introduje mi pene note lo húmedaque estaba su entrepierna, chorreaba su liquido vaginal, comencé a besar sucuello y a chupar sus pezones y cada vez que lo hacia ella gemía más y meapretaba con sus piernas. Poco faltó para que ella repentinamente levantara fuertementela cadera y se tapara la boca soltando un grito ahogado, pero que de todasformas me excitaba, había acabado.
Pero yo seguí, también me faltaba poco comencé a moverme másrápido, vi como sus manos apretaban las sabanas, ambos estábamos sudando pero nonos importaba, estábamos en éxtasis. Por fin estaba a punto y le di el aviso.
-¡Voy a acabar!
Ella me volví a abrazar y a la vez que ella también movía lascaderas me susurró al oído.
-Sí acaba, acaba, acábame.
Di un ultimó empujón y un chorro de semen fue detenido graciasal condón. Di un suspiro y me recosté en sus senos.
Quedamos en vernos otra vez, pero esto no ha llegado aocurrir, el contacto esta y el delicioso recuerdo sigue, esperando la oportunidadde que se vuelva a repetir.
3 comentarios - Conocí una madre soltera en un chat.