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Mis sobrinas Andrea y Natalia (10) Parte 2

Mientras agarraba el cuerpo de María, ambos nos excitábamos más. Ella tenía una mano en mi espalda sosteniéndome cerca de ella y la otra en la parte delantera de mis pantalones cortos acariciando mi endurecida verga. Me percate de que tendría que comenzar con un plan ahora o simplemente terminaríamos follando allí mismo al final de la cama. Y deseaba convertir a María en Mi Puta, así, adrede, y para eso debía cogerla de forma exquisita.

Gentilmente la empuje lejos de mí, tanteando ambos pechos mientras lo hacía, y de vuelta a la cama. Le dije que tenía una sorpresa para ella y le pedí que no mirara. Sonreí cuando ella me frunció el ceño, pero permaneció mirando hacia adelante mientras yo me movía detrás de ella.

Busque una de mis corbatas y me acerque a ella por detrás. Cuando se lo puse sobre la cabeza, ella comenzó a levantar las manos antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo. Sonriendo, volvió a poner las manos en su regazo y me permitió asegurar mi corbata en su rostro, ocultando sus ojos. Me baje de la cama y me coloque frente a ella. Tomándola de las manos, la levante de la cama. Cuando ella estuvo de pie frente a mí, extendí mi mano detrás de ella. Deslizando ambas manos por su espalda, le desabrochó el sujetador y luego le pase la blusa y el sujetador por la cabeza. Y ate sus manos con otra de mis corbatas.

La mire por un momento. Sus pezones estaban duros y demasiado tentadores como para no tocarlos. Eran muy similares a los de Andrea, solo que por la edad, un poco caídos. No pude evitar llevarme uno de sus pezones a la boca. Ella gimió cuando yo mordí su pezón juguetonamente antes de soltarlo para terminar de desnudarla.

Aunque había atado a las chicas en el pasado, siempre lo hacía con pañuelos de seda o medias de nylon. Y nunca fue tan seguro que no pudieran detenerse si deseaban liberarse. Mis planes de hoy, pensados mientras conducía hacia el hotel, era tener el control total sobre María.
Le desabotone los pantalones cortos y los deslicé por sus piernas asegurándome de acariciar ligeramente sus muslos mientras lo hacía. Cuando mi rostro se movió más allá de su entrepierna, capte el leve aroma de su excitación. 'Oh, sí' pensé, definitivamente ella está disfrutando esto.
Cuando sus pantalones cortos llegaron a los pies, saque un pie de ellos y lo envié al suelo. Ahora abrí sus piernas y deje solo su montículo cubierto con su bikini amarillo. Mientras repetía el proceso con su bikini, me aseguró de acercar tanto mi rostro a ella que le roce el pubis con la mejilla. Esto envió otro escalofrío recorriendo el cuerpo de ella. Mientras yo continuaba deslizando su bikini por sus piernas, ella gimió suavemente.

Llevé el bikini hasta sus pies y mire hacia arriba, más allá del suave y afeitado monte de Venus, entre sus dos pezones alegres, para ver la pasión en su rostro. Con un suspiro, comencé a desalojar el bikini amarillo de su pierna. Inmediatamente devolví mi atención a la parte superior de los muslos cuando comenzaron a separarse. Amo una mujer con piernas hermosas, y las de María, una mujer de 43 años, eran atractivas. Natalia pudo heredar aquellas piernas solo que de color mas blanco que el de su madre. Antes de que pudiera mover su otro pie, agarre su culo con ambas manos y empuje mi cara con fuerza contra su coño. Primero bese su pubis. Podía sentir en mi lengua los pelitos que luchaban por salir de su pubis. Me encanta sentir esa sensación en mi lengua. Me excita. Ahora, y con mi nariz presionada contra su clítoris, mi lengua se abrió camino entre sus labios.

María todavía estaba disfrutando de la sensación de hormigueo, cuando de repente comencé este nuevo asalto a sus sentidos. Dos fuertes palmadas en su trasero la empujaron hacia adelante, solo para ser recibida por una presión igualmente fuerte en su ingle. La presión repentina sobre su clítoris y el sondeo de su coño, junto con el impacto punzante en su trasero, amenazaron con abrumar a María. Yo lo sabía. Lo hacía adrede. Esta tarde noche, en aquel hotel, aquella Milf iba a recibir la mejor cogida de su vida. Y lo sabía porque sus rodillas comenzaron a doblarse cuando el placer eléctrico recorría su cuerpo mientras ella gemía.

Me percate de que la había pillado completamente por sorpresa cuando perdió el equilibrio y comenzó a tambalearse. Tire de su trasero con más fuerza hacia mí, inmovilizándole los muslos entre mis antebrazos y el pecho y aplastando mi rostro contra su entrepierna. Mientras levantaba la barbilla hacia arriba para tener un mejor ángulo en su coño, mi lengua se deslizó más adentro de ella. Mi labio superior se apretó contra su clítoris enviando una renovada ola de placer a través de su cuerpo. María gemía ruidosamente. Ella pensaría que un macho la estaba cogiendo. No era así. Yo jugaba al ajedrez sexual, todo paso como estaba calculado para dar el mayor placer posible. Mi objetivo era muy sencillo: María, la madre de Andrea y Natalia, esposa de Manuel, sería Mi Puta. Y el que ella fuese Mi Puta, sería un As bajo la manga en una futura negociación.

María, con los ojos cubiertos, entendía que era mi lengua la que entraba dentro de ella. Y temblaba. Se estremecía de placer cuando sentía que lamia sus labios interiores y luego, de repente, me hundía más profundamente en su interior.

Sentía mi labio presionando cada vez más fuerte contra su clítoris. Mientras ella cabalgaba las olas de placer, una nueva sensación invadió sus sentidos. Una de mis manos a tientas se deslizó y un dedo comenzó a sondear el sensible capullo rosa de su trasero. Era el siguiente movimiento. Un Arfil atacando a su Rey.

La sentí sacudirse y temblar cuando mi dedo hizo contacto con su culo. En círculos lentos, trace el borde antes de empujar con firmeza contra su centro. Jaque al Rey. Mi Arfil hacia el trabajo.
De nuevo ella se sacudió cuando esta nueva invasión de su cuerpo envió oleadas de placer. Yo sabía que mantener sus ojos ocultos, aumentaba su sentido del tacto tanto que estaba temblando y gimiendo de manera descontrolada.

Cuando sentí que ella me empujaba con más fuerza hacia su coño, decidí no dejar que se acercara demasiado en tener un orgasmo. Sabía que cuanto más la hiciera esperar, más sensible y receptivo se volvería su cuerpo. Quería llevarla al punto de temblar ante un menor toque. Quería escucharla gemir cuando mis dedos dejaron su cuerpo y gemir cuando comenzara a tocarla de nuevo.
Lentamente saque mi dedo del borde de su trasero. Aunque mi dedo apenas la había penetrado, había tenido el efecto que estaba buscando. Quería mantenerla adivinando dónde la tocaría de nuevo.
Cuando aparte mi cara de su coño, deslicé los dedos suavemente, lentamente, por la parte posterior de sus muslos. Cuando mis dedos alcanzaron la parte inferior de sus pantorrillas, me puso de pie abruptamente, rastrillando ligeramente sus pantorrillas, muslos y la curva de su trasero. María se puso de puntillas, inhaló bruscamente entre los dientes mientras gemía.
Cuando recuperó el equilibrio lo suficiente como para mantenerse por sí misma, yo di un paso atrás y me aparte de su alcance. Me quede allí en el silencio. Ella podía sentirme mirándola y el suspenso la hacía sentir un hormigueo de anticipación. Todo premeditado.

Encendí la tv de repente y elegí un canal de música suave. Eso la asusto. Yo sabía que no podría haber atravesado la habitación sin que ella me oyera. Así que mientras ella escuchara el sonido de la música suave, estaría desconcertada al no poder ubicarme.

Me coloque a su espalda y mis dos manos la agarraron por las muñecas. Ella se puso rígida. No había escuchado mi acercamiento. Había usado la música para ocultar mi movimiento. Quite las ataduras y lleve sus manos hacia adelante y nuevamente procedí a atarla de nuevo. Después de asegurar sus muñecas, di un paso atrás y la mire por un momento. Su respiración se había acelerado. Observaba cómo sus pechos subían y bajaban al mismo tiempo que su respiración. Podía decir por sus pezones duros lo emocionada que estaba.

Lentamente di la vuelta en círculos frente a ella. La música ocultaba bastante bien el sonido de mis pies descalzos sobre la alfombra. Me acerque para tocarla y luego espere. De nuevo observe cómo sus pezones subían y bajaban. Ella estaba esperando que sucediera algo. La anticipación se estaba sumando a su natural excitación.

Se quedó allí, esperando a que yo hiciera el siguiente movimiento. No tenía otra opción. Estaba allí en alguna parte. Casi podía sentirme. Con un pañuelo toque su monte de Venus y un escalofrío de placer recorrió su cuerpo. Deje de tocarla. Y en unos segundos, muy suavemente, pase la punta mi lengua por su pubis, suavemente, muy suavemente y así, un temblor de energía sexual recorrió el cuerpo de María.

Mientras mis dedos volvían a rozar su monte de Venus de los cuales ya comenzaban a salir los pelitos, observe su reacción. El placer que se extendió por su hermoso rostro fue impresionante. Una y otra vez le pase los dedos por su monte púbico, con cuidado de no tocar el coño directamente. Sus pechos continuaron subiendo y bajando, un poco más rápido con cada roce de mis dedos. Mire como sus pezones subían y bajaban al ritmo de su creciente pasión. Una y otra vez me levante para tentarlo. Así que lo mordí. Y sentía como las olas del suave placer la atravesaban de nuevo.

Casi se cae de espaldas cuando le di un mordisco. Sucedió tan repentinamente que la sorprendió como una explosión eléctrica. Y el placer continuó, mientras mis dientes fueron reemplazados por mis labios. María podía sentir como su pezón era succionado por mi boca. Nuevos sentimientos reemplazaron a los viejos cuando mi lengua se retorció alrededor del pezón. Una y otra vez mi lengua azotó su sensible piel.

Cuando ella se inclinó contra mí, yo lleve mi mano izquierda lenta y suavemente hasta la parte posterior de su muslo. Ligeramente, trace con mis dedos la curva de su trasero. Continúe chupando, mordisqueando y lamiendo su pezón con gran entusiasmo mientras mi mano acariciaba suavemente su trasero. Escuche su respiración y sentí sus reacciones mientras continuaba provocando su cuerpo. Luego, subí lentamente la mano derecha por la parte delantera de su muslo. Suavemente, acaricie la piel de la parte interna de su muslo mientras mis dedos se movían hacia arriba.

Ahora un toque suave en la base de su coño. Simplemente presione allí, tocando ambos labios, pero sin hacer nada más. Sé que ella quería que mis dedos se movieran hacia arriba y dentro de su coño, pero no lo hice. Lentamente María comenzó a balancearse hacia adelante con la esperanza de empujar algún dedo dentro de ella. Pero no, ese movimiento estaba previsto, así que mi mano se movía, y se movía con ella. Cuando comenzó a balancearse hacia adelante de nuevo, mis labios en su pezón fueron reemplazados por dientes mordedores en la punta. Sé que aquel dolor en realidad no dolía, pero la sorprendí lo suficiente como para dejar escapar un grito ahogado. Luego vino de nuevo el mordisco, esta vez en la base de su pezón. Así, frio, planificado, buscando incrementar las sensaciones y el placer. Todo calculado. Todo medido. Me la iba a coger mejor esta vez. Mejor que nunca. María seria mi esclava sexual, ese era el objetivo. Ella sería Mi Puta. Mi Carta de Negociación. Pero ella no lo sabía. Así que debía concentrarme. Y mientras mis dientes tiraban lentamente, atrayendo su pezón entre ellos, sentí otro ligero temblor recorrer su cuerpo. Pero cuando mis dientes se abrieron paso más allá de la punta de su pezón, desaparecieron. Ahora su pezón estaba frío y duro cuando mi boca se apartó.

Ahora un ligero toque debajo de su coño, y ella se movió. Respiró hondo mientras separaba sus labios exteriores, trazando su camino hacia arriba. Sabia que estaba creando un intenso sentimiento dentro de ella cuando separe sus labios internos. Entonces, de repente, estaba dentro de ella. Un dedo por fin la penetro.

Corrí hacia arriba hasta que la palma de mi mano se presionó contra su clítoris. Y los gemidos de ella comenzaron a aflorar. Más y más fuerte, mi palma presionó mientras el dedo trazaba círculos dentro de su vagina. Un temblor subió por la espalda de María. Y lentamente comencé a presionar hacia adelante contra la mano que estaba enviando tanto placer a través de su cuerpo, de un lado a otro, igualando el ritmo de las manos en cada movimiento.

Mientras ella entraba en ritmo con mi mano, me esforcé por no acelerar. Despacio, despacio, con calma me repetía. Pensaba cual sería mi siguiente movimiento en aquel ajedrez mental de control total sobre María. Mi instinto me decía que aquella mujer nunca había sido llevada a sus límites. Manuel, su esposo, una gran persona, pero tranquilo, tímido y afable. María necesitaba un puto como yo, que la hiciera explotar. Esa era la clave.

Yo podía sentir su orgasmo construyéndose y sabia que ella quería alcanzarlo pronto. Pero también sabía que acelerar el movimiento de mi mano, lo provocaría. Ella se percato que yo también sabía que acelerar significaría que ella alcanzaría su orgasmo, así que mantenía el ritmo justo donde estaba.
—“Maldito seas Fer, no me hagas esto, por favor”—gimió ella.
Sabía que yo estaba observando cada movimiento. La mantenía a un ritmo que haría que su cuerpo respondiera mientras le negaba la satisfacción inmediata.
—“Oh, por favor, Fer, hazme llegar, por favor, maldito”.

Y yo mantenía la calma. Paciencia. Paciencia. Yo sabía que eventualmente su estado sexual se intensificaría tanto que nada detendría la liberación de su cuerpo. Ella se concentró en su ritmo, intentando que yo moviera la mano más rápido. Era una experta. Una mujer de 43 años ya ha jugado y vivido. Pero en este juego yo era El Gran Maestro. Yo tenía el control. Yo tenía la iniciativa del juego. Ella solo se podía defenderse.

Mi palma estaba casi descansando sobre su clítoris ahora, apenas dejándola por un segundo mientras mi dedo se abría paso dentro de ella. Lo sacaba hasta que estaba a punto de perder contacto con ella y luego lo volvía a lanzar hacia arriba, buscando su punto G, Mi dedo se movía hacia adentro y hacia afuera mientras mi palma continuaba presionando su sensible clítoris.

—“Allí, allí, dame allí Fer, allí”. Siempre había sido bueno con las manos, pero esto era genial. Sabia que la falta de visión causada por la corbata en los ojos había aumentado su sentido del tacto. Era como si la estuviera tocando de una manera completamente nueva. Llegando a lugares que nunca antes había encontrado. De repente, y adrede y fríamente calculado, mi ritmo se ralentizó un poco.
“Nooo, por favor no pares”. Pero cuando terminó su súplica sintió mis labios en su pezón. Suavemente contuve el aliento mientras mi lengua giraba amorosamente alrededor de su pezón, en círculos lentos y duros a su alrededor.

'Oh, que rico, que rico Fer,, por favor, solo un poco más”. Lentamente seguí moviéndome en círculos estrechos, succionando ligeramente su pezón en mi boca.

Gimiendo, se inclinó hacia mí para apalancarse. Mientras presionaba su pecho contra mi rostro, mis dientes rozaron ligeramente su pezón. Ella tuvo que percibir que mi ritmo se volvió más lento. Ahora mi dedo se movía despacio dentro y fuera de ella, pero solo para aumentar el deseo. Tenia que notar la sensación de mis dientes en su pezón y mi dedo en su coño. Cuando mi lengua y mi dedo comenzaron a moverse al mismo tiempo, ella se concentró en la sensación porque tenía la boca abierta sin emitir sonidos. Ella se quería venirse. Se que lo necesitaba más que nunca. Y así, me detuve alejándome. Protestas de ella.

Luego me acerque a su espalda. La bese en el cuello. Y así, María pudo sentir que algo nuevo le tocaba la parte baja de la espalda. Algo suave comenzó a trazar su camino hacia arriba. Estaba caliente al tacto. Mi lengua y mi dedo comenzaron nuevamente los movimientos cronometrados, pero ahora desde su espalda, para tratar de disfrazar el nuevo toque.

Su cuerpo comenzó a relajarse. Pasando de su estado elevado a una cómoda euforia de sensaciones sensuales. Necesitaba despertar la curiosidad usando mi verga, abriéndome paso en su trasero. Deseaba despertar en María el deseo de experimentar una estimulación anal. El camino hacia el Jaque Mate al Rey, se estaba iniciando.

Cuando mi verga alcanzó la parte baja de la espalda, pude sentir que ella se tensaba y cuando comencé a deslizar mi verga por la parte superior de sus nalgas, su respiración comenzó a hacerse más profunda. En respuesta, mi dedo comenzó a ralentizar un poco su paso en la vagina. Pero mi lengua y mis dientes continuaron jugando con su espalda y su cuello
Mientras mi verga bajaba por la raja de su trasero, se que ella anhelaba que me diera prisa. Quizás ella ya sabía lo que vendría y comenzó a anticipar los sentimientos que traería. Ahora la espera empezaba a volverse insoportable de nuevo. Ella sabía que yo iba a desarrollar esto tan lentamente como pudiera.

Casi estaba allí. Ella casi podía sentir mi toque en la sensible entrada de su trasero.
Luego me retire.

"Aggghhhh", gritó. Cuando trató de empujar hacia atrás para buscar mi verga, la detuve. “Quieta, quieta”, le dije. Aproveche para buscar entre mis artículos personales, una crema lubricante. Sentía que María estaba empezando a enojarse. Se que tenía su orgasmo contenido en la profundidad de su cuerpo y que necesitaba ser liberado, ¡y lo quería ahora! Ya!

Se puso de pie para estirar las piernas. De nuevo la detuve y la incline contra la cama. Después uno de mis dedos encontró el camino hacia su coño nuevamente. Se inclinó hacia mi mientras yo comenzaba a sondearla. Mi paso era lento y constante, y percibí que María se relajo tanto que se olvidó de estar enojada. Cuando acelere el paso, ella se dejó llevar de nuevo. Me movía rápido dentro de su vagina.
Mientras me adentraba de nuevo en su profundidad, comencé a colocar crema lubricante en su trasero y así empecé a meter un dedo lleno de crema. Unos movimientos mas, y su Rey seria mío.

“Fer, que haces? Soy virgen, nunca he sido penetrada por mi ano”, dijo María suplicante
Una fuerte nalgada. Y después otra fuerte nalgada. María comenzó a sollozar
“Cállate”. Le dije. Era lo que yo intuía. Manuel, su esposo, no había explorado los limites sexuales de aquella mujer. Esta Milf, de 43 años tenía un solo órgano sexual: Su Vagina. Ese día, y conmigo, descubriría otro órgano sexual que estaba dormido dentro de ella.

“Escucha bien, perra. Ahora vas a conocer el límite del sexo, sabrás lo rico que es ser poseído por un buen macho, tendrás una verga de hombre en tus entrañas, sentirás cómo quema divinamente la leche de un macho tus tejidos vírgenes, una mujer no es completamente una mujer si no ha sido cogida por el culo”

Le metí un dedo. Luego otro dedo con lubricante. Y después un tercer dedo. Lentamente comencé a girar en el sentido de las agujas del reloj, luego en el sentido contrario a las agujas del reloj. María sollozaba y se retorcía hacia adelante y hacia atrás, mientras mis dedos trabajaban lentamente hacia adentro. Ella tenía los esfínteres alborotados, podía sentir en mis dedos como temblaban por el dolorcito interno de su culo, que se acentuó y se hacía más sabrosito. Retire mis dedos de su interior.
Entonces María lo pudo sentir.

La hice sentir por primera vez el contacto con la enorme cabeza de mi verga contra sus temblorosos esfínteres. Y María dejo de sollozar. Estaba tensa, a la espera. Quizás pensando que lo metería a continuación de un solo golpe. Pero no, yo sé como desvirgar un ano. Con calma y paciencia. Era un juego de ajedrez. Yo tenía previsto varias jugadas, así que le dije al oído
“María, relájate un poco, quiero que acaricies la punta de mi verga con tu culo, aprieta y afloja, por favor, aprieta y afloja”
Y ella obedeció.

“Si María, así, así mismo, aprieta y afloja”, Y mientras hacía eso, yo presionaba y me retiraba.
Luego otra vez un poco más fuerte y otra vez, entonces María sintió algo de dolor cuando yo di un avance y no retrocedí, dejando adentro la cabeza de mi verga contra el diminuto orificio, forzándolo, que hizo que el culo virgen de María, ya no pudiese cerrarse por completo, pues la punta de mi verga no lo dejó.

María se puso nerviosa y decía: “Fer me duele, por favor espera, espera , ya va, ya va, espera…” Decía ella temblorosa. “Fer no va a entrar, es muy grande, por favor, Fer”
Yo no cedería tan fácil. Comencé con el siguiente movimiento en el tablero y mis dedos en su vagina y la palma de mi mano comenzaron a estimular su clítoris, mientras que con la otra mano, la sujetaba fuertemente por su cadera. Cuando ella comenzó a gemir, yo di el siguiente avance para introducir la cabeza de mi verga en aquel ano virginal, y sentí como sus esfínteres apresaron aquella cabeza invasora, destrozando su virgo.

María grito de dolor, le faltaba el aire. Trato de pararse, pero mi sujeción y las piernas que no le respondían evitaron que se liberara. Podía mirar su rostro, de lado y apoyado en la cama, su boca abierta y unas lagrimas y un grito que solo decía:
“Fer, por favor, sácalo, por favor sácalo, duele, para por favor” Trataba de convencerme de desistir de enterrar mi verga en su culo estrecho y virginal, pero al mismo tiempo sentía temblar sus esfínteres y, sus carnes anales atrapar la punta de mi glande, como si quisiera que yo entrara un poco más.

Pero yo no la dejaría irse, no la dejaría escapar con su culo virgen. Eso sí, tal y como estaba planeado, no seguí empujando, pero tampoco me retire. Solo besaba su espalda, besaba y mordía su cuello, le pedía que se relajara, que el dolor ya pasaría. Y mientras le decía eso, sentía como su culo se abrazaba mas a la punta de la lanza invasora, dejando el glande dentro de ella, reteniéndolo, mientras el resto de mi pene esperaba pacientemente su momento de entrar. Y mientras María se calmaba y sus piernas no respondían, sus paredes anales se aferraban a aquel guerrero asaltante que había comenzado la conquista. Ya la Torre estaba posicionada y el Jaque Mate estaba ya a mi alcance.
María sollozaba sin hacer mucho ruido, lagrimas corrían por su mejilla, así que comencé con una terapia de relajación, le hablaba y le secaba las lagrimas.

“Sé que duele un poco mi amor, pero pronto te va a pasar y lo sentirás rico”
La acariciaba, la besaba.
“Paciencia mi amor, paciencia, ya va a pasar”

Ese paso, fríamente calculado dentro de la táctica del ajedrez, comenzó a dar resultados y como por arte de magia, María dejo de llorar y comenzó a relajarse. Y decía duele, duele, duele, pero cada vez más bajito, señal evidente de que el dolor que pudiera sentir, cada vez era menos intenso. Y nuevamente comencé a ayudarla. Retome las caricias sobre su clítoris y su vagina, mientras le besaba su espalda. Coloque mas crema lubricante en mi verga y en la entrada de su ano, y le dije que pujara como si quisiera expulsar al invasor de su culo, y mientras ella hacia eso, comencé con un suave vaivén, presionando y dejar de presionar, muy suave, muy suave. Yo intentaba entrar y cuando sentía un mínimo de oposición, me retiraba unos milímetros.

“Te duele mi amor”
“Si amor, me duele un poco, pero es soportable”

Ya avanzaba dos milímetros y retrocedía uno. Y así comenzó a avanzar aquel trozo de carne y sentía como, poco a poco, se abría aquel canal hasta ahora virgen. Me retire un poco, y María emitió un gemido de placer. Sabía que le gustaría la sensación de sentir como la cabeza de mi verga salía un poquito. Y sabia que debía continuar tranquilizándola metiendo un poco, unos milímetros, entraba y salía, con lo que sus esfínteres y los primeros centímetros de su culo virginal se acostumbraron a la presión y a la retirada de mi verga. La conquista se había iniciado.

Y tal y como era de esperar, María comenzó a disfrutar. Su piel de gallina me indicaban que comenzó a sentir ganas de que su culo se tragará toda aquella verga intrusa. Y así estuve unos minutos, hasta que note que era María la que se movía atrás y adelante. Ya habían entrado como 8 o 9 centímetros, ya la cabeza de mi verga estaba adentro, ya aquel ano no era virgen. Ya era el momento. Era lo que estaba esperando. Y con un impulso de mis caderas hacia delante, clave aquella verga que casi llego hasta la base. María grito duro.

“Noooooo, dueleeeee”
Pero ya no había nada por hacer, el enorme guerrero conquisto y reclamaba su triunfo. Y el sonido de mi pelvis chocar con sus nalgas, lo estaba anunciando.
“Hay mi amor, hay mi amor…me siento toda llena mi amor…pero sácalo por favor, sacalooo”
“No mi amor, no lo puedo sacar, porque te va a doler mas, tengo que lubricarte con mi leche, para así aliviar tu dolor. Relájate por favor y muévete poco a poco, adentro y afuera a tu ritmo”
Y así, María haciendo un gran esfuerzo comenzó a culear, primero muy en cortico, después un poco más. Yo la libere y use mis manos para abrir más sus nalgas.

Comencé a balancear mi pelvis de nuevo, adelante y atrás. Y mi verga se deslizó aún más dentro de ella. Y mi mano igualó el ritmo. Dentro y fuera, golpeando su clítoris a medida que avanzaba.
"¿Qué grande es Fer, tienes una verga grande", Mientras que ella misma se seguía abriendo. Esta seria ahora una sensación que María nunca antes había sentido: Los placeres de dos partes diferentes de su cuerpo explotaban en su mente. Su nuevo órgano sexual provocaba ondas de placer en su cuerpo.
A medida que su respiración se hacía más pesada, se inclinó más hacia mí. Continuó moviéndose hasta que podía sentir que estaba completamente dentro de ella y por los gemidos sabia que le encantaba.

Ahora lo saque poco, solo para ser empujado hacia adentro. Luego, hacia afuera. De ida y vuelta, solo una centímetros más o menos, pero lo suficiente como para causar inmensas ondas de placer a través de su cuerpo. Y después más fuerte, mas fuerte, hasta que María se encontraba culeando divinamente. Y yo la cogía como todo un macho a su hembra.

Cuando María comenzó a disfrutar de este nuevo placer, mi dedo en el coño se retiró casi por completo. Mientras se mantenía allí, justo entre sus labios externos, uní un segundo dedo. Luego ambos fueron empujados hacia ella. Cuando llegaron tan alto como pudieron dentro de su cuerpo, la palma de mi mano golpeó su clítoris con fuerza. La ola de placer que recorrió su cuerpo casi la derriba de rodillas. Una y otra vez salieron a la entrada de su coño, solo para ser empujados nuevamente dentro de ella.

Yo podía sentir que las sensaciones dentro de ella estaban a punto de explotar. Era lo que yo había estado esperando. Venía, lentamente, pero sin embargo venía. Cuando mis dedos se metieron en su coño y mi verga dura en su culo, la sensación se acumuló. Mientras la boca mordía y lamía, y la palma se aplastaba contra su clítoris una y otra vez, la sensación se incrementaba.

Las distintas partes del cuerpo de María, enviaban ondas de placer hasta su mente. Su respiración ahora era rápida y pesada y sus gemidos fuertes. Todo su cuerpo comenzó a brillar por el sudor que estaba generando. Su cabeza se movía de un lado a otro por los sentimientos que se acumulaban en su interior. Esto iba a ser algo como nunca antes había experimentado. Esa era la siguiente jugada de aquel ajedrez de placer que estaba construyendo para ella.

Cuando hundía mas mi verga, al mismo tiempo que mis dedos continuaban su asalto, las vibraciones en su cuerpo se incrementaban. Más y más lejos, mis dedos se extendían dentro de ella, la palma golpeaba cada vez más fuerte contra ella, y mi verga ya se hundía por completo y sin temor, en las profundidades de aquel culo que había esperado 43 años en ser penetrado.
Ahora podía sentirlo. Estaba a solo unos segundos de explotar y ya no podía detenerlo. Dentro y fuera, más y más fuerte, una y otra vez estos ondas de placer chocaron y corrieron a través de ella. Casi estaba aquí. Solo un poco más cerca, solo un poco más.

Yo solo le dije: “Mi amor, siente como tu macho se descarga dentro de ti, siente mi leche”
Y mi primer chorro de leche caliente salió. Y me retire casi por completo, solo deje la cabeza de mi verga adentro, para comenzar a llenar aquel culo con mi néctar desde la entrada y hasta el final. Y María podía sentir otro chorro de aquel manjar de los dioses en la entrada de su orificio anal. Y yo me sumergía un poco más, para volver a soltar otro chorro de leche, y después lo metí todo, para soltar el zumo final. Aquel canal anal estaba por primera vez lleno de la leche de un macho. Y María comenzó a gritar de placer, mientras un orgasmo explotaba por todo su cuerpo como si hubiese sido golpeada por una descarga fulminante. Algo que yo sabía y que nunca había experimentado. Lo mejor era que con cada chorro de leche, el ano de María me apretaba la verga, enviando olas interminables de placer a través de ella. Sus piernas se bloquearon, su pelvis se disparó hacia adelante y su espalda se arqueó como si estuviera en llamas.

El orgasmo que tanto había esperado, que había anhelado, que sabía que estaba a la vuelta de la esquina, la golpeó como un tren de carga. Su cuerpo se inclinó hacia adelante y luego hacia atrás. Se convulsionó cuando una ola tras otra de pura euforia la golpeó como si fuera una playa en un huracán. Perdió el equilibrio. Una y otra vez su cuerpo se conmociona con la pasión corriendo a través de ella. Grito de placer. La Torre había logrado su cometido. Era el Jaque Mate al Rey.
Y mientras María explotaba, como todo un experto, aproveche sus espasmos para ir retirándome lentamente hasta que sentí cómo mi verga abandonaba el estrecho refugio, Y ella seguía experimentando unos temblores fortísimos.

“Maria, que culito más apretado y rico tienes. Gracias por haberme dado la oportunidad de desvirgarlo. Dime te gusto?”
“Fer, Fer, es lo mejor que me ha pasado en la vida. La mejor cogida que he tenido, soy tu mujer Fer, me podrás coger cuando quieras, por favor, no dejes de cogerme, que esta no sea la última vez, por favor, Fer, promételo”
Yo estaba acostado en su espalda y le dije algo que tenía preparado, cual rata inmunda soy.
“María, yo no quiero que seas mi mujer. Tú serás Mi Puta, y como tal, de ahora en adelante te vas a portar. Te cogeré cuando yo quiera, como yo quiera, y me llamaras Mi Macho, entendiste?”
“Si Mi Macho, entendí”
“De ahora en adelante, solo cogerás con Manuel bajo mi permiso. No podrás coger con tu esposo cuando tu quieras. Solo cuando yo te de permiso. Tu cuerpo, tu vagina y tu culo, son de mi propiedad, estás de acuerdo?”
“Si Fer, perdón, Mi macho, estoy de acuerdo”
“Y ahora vamos a explorar y explotar tus limites sexuales. Vamos a hacer un trió con otro hombre, con otra mujer, doble penetración anal vaginal, vamos a experimentar todo. Has hecho todo esto?”
“No Mi Macho, no he hecho nada de eso”
“Tienes toda una vida perdida María, pero estas a tiempo. Por ahora, cuando estés tirando con Manuel, tu culito sentirá hambre de verga de Tu Macho. Tienes prohibido darle el culo a Manuel. Tu culo será mío y del macho que yo te busque con una verga más dura y gruesa que la mía, que pueda calmar tus espasmos. Te repito, serás Mi Puta”

Y así fue, desde aquel día, María se convirtió en una Puta. Y gracias a ello, se pudo salvar su matrimonio, porque entendió los placeres que produce la infidelidad y el coger con otros machos.


Comentarios Finales.

Este relato ya tiene 21 páginas, así que voy a hacer unos comentarios, porque si me pongo a relatarlos, pasaremos de las 40 páginas.

Hasta ese domingo cogimos María y yo El lunes ya Brandy y Roberto estaban en el apartamento y era complicado que pudiéramos coger. María me confesó que para ella era difícil obtener un orgasmo con Manuel, y que no era algo nuevo, sino casi desde el inicio de su noviazgo y a lo largo de su matrimonio. Por eso, ella quería que la siguiera cogiendo, cosa que he hice varias veces. Yo le sugerí que debía coger con otro macho, porque consideraba que ella no tenia ningún problema en alcanzar un orgasmo, que mas bien era producto de la forma como Manuel la follaba. Le dije que Roberto me había comentado que ella le gustaba, cosa que era mentira, pero como quería que ella fuese una puta, le pedí que considerara coger con Roberto. Con Roberto hice la misma labor, le dije que María gustaba de él, y así deje encendido el gusano del deseo en ambos.

Yo me regrese el martes de esa semana siguiente. María se quedo una semana más, para ayudar y terminar de entrenar a Brandy. Para mi sorpresa y satisfacción, desde el viernes comenzó a coger con Roberto. Ya tenía dos As bajo la manga. Por cierto, la primera vez que cogió María con Roberto, no tuvo un orgasmo en la primera sección de sexo, quizás por el temor inicial, pero en la segunda sección de esa noche, pudo tener dos orgasmos. Dándome la razón de que ella no era la del problema. Y ahora, cada vez que se puede, coge conmigo o con Roberto. A veces ha cogido con Roberto y me busca para que yo termine de saciar sus ganas. Ella no lo sabía, pero en su interior existía una puta, solo que yo la desperté.

Lo irónico de todo, es que se quería divorciar de Manuel porque este le fue infiel, pero en aquel viaje, ella le fue infiel a Manuel con dos hombres diferentes. Ella y Manuel no se divorciaron y siguen juntos hasta hoy. Quizás, y si tengo tiempo, escribiré algunos relatos de las veces que cogí a María o que Roberto y yo la cogimos.

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