Parte uno:
http://www.poringa.net/posts/relatos/4051570/Los-inicios-del-amor-tribal-I.html
Parte 2:
http://www.poringa.net/posts/relatos/4064545/Los-inicios-del-amor-tribal-II.html
Parte 3:
http://www.poringa.net/posts/relatos/4069484/Los-inicios-del-amor-tribal-III.html
Parte 4:
http://www.poringa.net/posts/relatos/4096327/Los-inicios-del-amor-tribal-4-Lesbi.html
El dildo en lo más profundo de mi ano estimuló mi punto g electrizándome los sentidos y haciendo que un profundo orgasmo invadiera todo mi cuerpo. Mi cuerpo era rincón por rincón, la lujuria encarnada. Mis tetas hinchadas de placer, mis pezones erectos permanecían firmes y desafiantes ante la tibieza de la noche y mi concha anegada de jugos estaba húmeda…muy húmeda.
Mientras los estertores de un multiorgasmo me transportaban al paraíso, sendos chorros de pasión salieron de mi sexo para irse a estrellar en la cara de mi amante. Delirante, Kili abrió al máximo su boca para disfrutar de las sales de mi cuerpo transfiguradas en un violento orgasmo explosivo que como una marea de lujuria golpearon su garganta y su paladar, llenándole la boca de mi más pura intimidad. Kili con sus ojos cerrados, disfrutaba de mi esencia tragándose parte de mi orgasmo mientras otra parte, se le escapaba por la comisura de los labios mojando todo su cuerpo.
Degustó hasta la última gota de pasión, relamiendo los rezagos de mí corrida salvaje y esparciendo por todo su voluptuoso cuerpo, por sus tetas salvajes, por su rostro extasiado, mi squirting de hembra satisfecha. Yo estaba a punto de desfallecer. Me acerqué a besarla para degustar mi esencia de mujer en sus deliciosos labios.
- ¡Ahhhh princesa, que rico, me bañaste toda…nunca había experimentado algo así!
- Me hiciste correr como una cerda mi vida, ¡exploté como nunca!
- Sabes delicioso mi amor, tengo tu sabor grabado en el paladar, ¡que corrida tan rica!
- Para ti y sólo para ti –le susurré a mi diosa canela, al mismo tiempo que la chispa de la lujuria refulgía en nuestras pupilas.
Mientras nos besábamos en un juego de lenguas frenético, pude saborear mi orgasmo en la boca de mi amante, ese sabor a mar característico de la pasión. Sus tetas escurrían lujuria y mi cuerpo deseaba más placer…era increíble, nunca había estado tan caliente en mi vida.
Mi princesa me tomó de la mano y me insinuó que la siguiera. Pero en un segundo se desprendió de mí, aceleró su paso y se perdió en medio de la noche. De improvisó escuché como se cerraba una puerta. Por un segundo quedé estupefacta…¿Qué nueva sorpresa me tendría preparada mi amante?
Desnuda atravesé la sala, continué por el hall hasta llegar a la única habitación cuya puerta se encontraba ajustada, supuse que era la habitación de Kili. Por unos cuantos segundos me quedé congelada allí. Las piernas aún me temblaban a consecuencia del profundo orgasmo que había acabado de tener. Con un susurro de lujuria, mi amante, me invitó a seguir:
- Amanda, nena, ¿qué esperas para seguir?…me tienes en ascuas.
Al traspasar la puerta, la visión de Kili me erizó la piel. La habitación estaba a media luz, iluminada por una gran lámpara que se encontraba al lado de su cama. La cama era enorme, pero Kili no se encontraba allí. Estaba justo al frente…colgando del techo.
Del techo de su habitación colgaban dos correas firmes que sujetaban los muslos de mi diosa de lujuria, separando sus piernas y elevando un poco su hermoso trasero. Es difícil de describir, pero imaginen queridos lectores un columpio que sólo sostiene las piernas. Kili pendulaba de él, sentada sobre el vacío, exhibiendo su hermoso culo en forma de corazón. Sus caderas anchas y su cintura estrecha, sólo se encontraban sostenidas por aquellas correas que la mantenían sentada en el aire, sujetada del techo, apenas tocando el piso con las puntas de sus pies. Tal imagen de lujuria hizo que nuevamente se me desbocara el corazón y se humedeciera mi sexo.
- ¿Te gusta mi columpio del amor princesa? – Con una sonrisa pícara, me sedujo mi amante – Es para que me comas rico.
- Es la visión del paraíso, mi nena hermosa – contesté con mi voz entrecortada.
- ¿Quieres satisfacer a tu putita?...yo ya te comí rico, por lo que ahora quiero que me comas toda tu a mi…si, ¿vas a hacer lo que te diga?
- Todo mi nena, te quiero comer toda, te prometo que seguiré tus instrucciones al pie de la letra.
- Entonces, ven, acércate y bésame – con decisión me indico Kili.
Poco a poco me acerqué a mi amante y cuando estuve cerca de ella, me incliné para besarla, nuestras bocas y lenguas se encontraron y nuestros pechos turgentes se rozaron con lascivia. Kili soltó un momento las correas del columpio para tomar mi cabeza con firmeza e introducir su lengua hasta el fondo de mi garganta, luego me tomó del pelo y lo haló con firmeza para darme su primera instrucción. Un rayo de luz de dirigió desde sus ojos hasta los míos.
- En el primer cajón de esa mesa hay unas pezoneras, que son dos pinzas unidas por una cadena, quiero que primero te comas cada una de mis tetas y luego las abroches firmemente a cada uno de mis pezones.
Seguí las instrucciones de mi diosa. Abrí el cajón y saqué las pezoneras, solo el contacto con el metal me colocó el pulso a mil. Lentamente me coloqué entre las piernas de mi amante y me acurruqué entre ellas para quedar a la altura de sus senos. Con ambas manos tomé su teta derecha, la agarré con firmeza y sin reparos me lancé hacia el pezón erecto de mi amante y le propiné una larga lamida de arriba abajo.
Sentí como poco a poco se iba poniendo duro con el contacto de mi lengua. Luego lo relamí incontables veces agitando mi lengua frenéticamente sobre ese delicioso pedazo de piel y finalmente posé mis labios sobre su botón erecto para propinarle profundas mamada. Kili, gemía suavemente como gatita en celo.
- ¡Ahhhh, que rico mi amor!, me encanta como me chupas las tetas, escúpelas que quiero sentir tu saliva tibia sobre ellas.
Mientras poco a poco cambiaba de seno y me iba aproximando al pecho izquierdo de mi diosa canela, escupí dos veces sobre su pezón izquierdo y con mis dedos esparcí mi saliva sobre su preciosa areola rosada. Sin pensarlo dos veces me apropié de su seno y empecé a propinar sendas mamadas a su pezón erecto. Me dediqué unos cinco minutos simplemente a mamarle con lujuria sus deliciosas tetas, primero una y luego la otra. Kili con sus ojos cerrados y sus gemidos de loba, disfrutaba de aquella comida de tetas.
Poco a poco me separé de sus pezones y con delicadeza ajuste una de las pinzas sobre el pezón izquierdo de mi nena, me aseguré de que quedara apretado pero sin llegar a lastimar. Miré a mi amante y le sonreí, mientras estiraba la cadenita y sujetaba la segunda pinza al pezón derecho de mi amante. Me paré poco a poco y la tomé de su rostro para besarla profundamente, mientras tanto jalaba de la cadena tensando los pezones de mi diosa.
- Muy bien putita, hasta ahora vas muy bien –susurró mi amante con su voz hechizante…
- Ahora, te vas a graduar en el mundo lésbico colocándote en cuatro entre mis piernas para comerme el coñito de zorrita que tengo. Es una mariposita rica que espera por ti. Me lo vas a chupar todo, quiero que me hagas estallar la almeja de placer.
Lancé un rayo de lujuria desde mis ojos hasta las pupilas de Kili y mientras lamía sensualmente mi dedo índice, poco a poco me fui agachando hasta quedar en cuatro patas como una gatita caliente y, como una gatita caliente, me acerqué al maravilloso coño de Kili hasta que lo tuve a milímetros de mi boca.
Me detuve para admirarlo un rato y para llenarme de lujuria. Mi sueño lésbico se hacía realidad. Observé su monte de venus totalmente liso, de piel desnuda, presto para la acción, observé su deliciosos labios mayores y sus delicados labios menores fusionándose como dos alas abiertas de una mariposa del paraíso en un clítoris exultante. Sin pensarlo dos veces estiré totalmente mi lengua y lamí esa deliciosa almeja salvaje desde el perineo hasta el clítoris, sentí su sabor a pasión y dejé que mi concha también se llenara de jugos salvajes.
Miré hacia arriba y observé un cuerpo perfecto, voluptuoso de mujer fatal, pendulando con cada una de mis lamidas calientes. Estuve un buen tiempo dedicada solamente a lamer y relamer aquella deliciosa concha, hasta que decidí separar con mis manos los labios menores de mi amante hasta casi desprenderlos para liberar del capullo el hermoso botón de placer de Kili. Lo observé erecto y brillante, así que sin pensarlo dos veces empecé a lamerlo con lametazos frenéticos, de arriba abajo y de un lado a otro.
Mis labios se empezaron a humedecer con los fluidos de pasión de mi nena. Alternaba mis lamidas veloces con succiones continuas en donde mis labios se pegaban como ventosas al clítoris de mi amante aprisionándolo por completo antes de chupar y chupar, como si de eso dependiera mi vida. Mis tetas estaban tensas y mi concha mojada, así que tuve que de vez en cuando encargarme de ella también masajeando con frenesí mi coñito arrecho.
- ¡Ahhhhh, siiiiii Amanda, que rico me comes el coño!, me vas a hacer correr en tu boca como una vil cerda.
- ¡Siiii mi vida, no lo detengas!, córrete en mi boca y en mi cara, ¡lo deseo!
- Méteme dos dedos en la concha, ¡dame dedo puta!
- ¡Que cuquita más rica tienes!, ¡conejo delicioso!, adoro chuparte toda.
-¡Ahhhhh, si mi putita divina!, ¡hazme sentir puta esta noche!, dame dedo rico en la concha.
Mientras continuaba chupando el clítoris de mi nena, introduje dos dedos a su húmeda vagina y sin reparos, los empecé a meter y sacar de su concha a la velocidad del rayo. Mamaba de su clítoris erecto al mismo tiempo que mis dedos se introducirán lo más adentro posible de su deliciosa concha. Mi amante pendulaba del techo con el fragor de la noche, mientras yo me comía su coño hermoso y la acercaba al orgasmo con mis dedos llegando hasta el fondo de su concha hambrienta.
Poco a poco su coño se llenó de jugos, estaba tan mojada como el mismo mar. Kili tomo entre sus labios la cadena de la pezonera jalando sus pezones hasta casi arrancarlos, deliraba de placer. Sabía que estaba a punto de llegar al orgasmo, pues sus fluidos empezaron a escurrir por mi mano, así que en el momento preciso me retiré de su clítoris y saqué mis dedos de su concha, haciendo que con un último movimiento rápido, su orgasmo llegara en la figura de un squirting salvaje que me mojo la cara y las tetas.
Chorros sucesivos me entraron a mi boca abierta de par en par que esperaba sin reparos por ellos. No lo podía creer, mi más íntima fantasía se hacía realidad. Estaba siendo bañada en los jugos de una deliciosa eyaculación femenina, me sentía desfallecer.
- ¡Ahhhhhh, mi vida, me corro, me corro, dame dedo duro que te quiero bañar toda!
- ¡Siiiiii, mi princesa, córrete sobre mí, quiero sentir tu orgasmo salvaje sobre mi cuerpo!, ¡lléname la boca de tus jugos de puta, dame jugos, los quiero!
Luego del orgasmo de mi princesa, esparcí su eyaculación sobre todo mi cuerpo, mi rostro, mis tetas, mi concha, mi culo, quería que todo mi cuerpo sintiera el orgasmo de mi nena. Lo quería todo para mí.
Kili y yo nos fusionamos en un beso delicioso en el que nuestras lenguas se perdían en el más profundo amor lésbico, Kili aún gemía de placer y yo no podía creer todo lo que aquella noche estaba pasando.
- Mi amor gracias, hiciste mi fantasía realidad –le susurré con delirio a mi amante.
- Gracias a ti mi putita divina, ¡que rico me cogiste!, me vine como nunca.
- De ahora en adelante sé que la pasaremos muy bien, vamos a hacer un trio perfecto –le dije a Kili, mientras mordía sus labios y apretaba sus tetas, ella hacía lo propio con las mías.
- Pero hasta ahora empezamos Amanda, no sabes lo caliente que estoy…¡Quiero más!
- Qué deseas ahora mi amor –le pregunte jadeante a Kili.
- Mi culito está listo para ti, quiero que te lo comas también, sabes que me encantan los besos negros…este columpio de lujuria me abre todito el orto.
- ¡Te voy a chupar ese culito como nadie antes te lo ha chupado! –le dije a Kili, mientras su lenguaje vulgar me turbaba el espíritu y me calentaba el cuerpo.
-¡Ahhhhh sí que rico!, lámeme el culo que esta todo abierto para ti, ¡méteme la lengua y chúpame toda!
- Tus deseos son ordenes princesa…
Nuevamente me coloqué en cuatro, a los pies de mi amante y aprovechando que simplemente mi nena colgaba del techo. Con un ligero movimiento le di la vuelta de tal manera que ahora su suculento trasero quedaba a mi disposición. Si antes me sentí desfallecer con la visión hermosa del coño perfecto de Kili, ahora me sentí morir con el mejor ángulo de mi amante.
Como las correas sostenían a Kili por sus muslos separando sus piernas, el tremendo trasero de mi nena quedaba totalmente expuesto, en pompa, en donde sus dos hermosas nalgas, firmes y tersas quedaban un poco levantadas y separadas, exhibiendo sin tapujos el ano de mi princesa. Su delicioso agujerito vicioso quedaba ahí, expuesto para la más pura pasión lésbica, preparado para ser comido y poseído por mi lujuria. Ahora si sentía que estaba a las puertas del paraíso.
Con mis manos separé aún más las suculentas nalgas de Kili hasta dejar su ano, libre para mis arrebatos de lascivia. Inmediatamente extendí mi lengua y empecé a rozar sutilmente el delicioso esfínter anal de mi diosa canela, quería que tan solo sintiera el roce de mi lengua sobre su ano, lo cual fue suficiente para que Kili empezara a gemir nuevamente con la melodía encantadora de las sirenas.
Poco a poco mi lengua se fue acercando más y más a su esfínter ya húmedo por mi saliva. Mi lengua recorría con pasión todo el ano de mi nena, lo lamía sin restricciones y lo besaba sin pudor. Sutilmente, mis besos se fueron transformando en succiones. Mis labios se sellaban sobre el ano de mi princesa y mientras mis manos mantenían sus nalgas separadas, mi succión se iba incrementando hasta que tales sonidos de pasión invadieron descarados la atmósfera nocturna.
- ¡Ahhhhh, si nena, chupas el culo como una golfa experta!, ¡que beso negro tan rico me estás dando!
- ¿Te chupa rico tu puta?, ¿te gusta mi comida de culo? –pregunté con lujuria.
- ¡Sí mi amor, eres una maestra!, ahora fóllame el culito con tu lengua, ¡quiero tu lengua al fondo de mi puto culo!
Extendí y tensé mi lengua al máximo y, de rodillas, sujeté a mi diosa canela por sus caderas y aprovechando la movilidad del columpio la empecé a alejar y a acercar hacia mí. El impulso lograba que mi lengua tensa se clavara en el fondo del ano de Kili, golpeándome el rostro con sus suculentas nalgas.
Mis penetraciones eran salvajes, la humedad de mi lengua y los movimientos de vaivén, permitían que mi lengua se clavara en el rincón más íntimo y erótico de mi amante, podía sentir su exquisito sabor ya que cada vez que la penetraba con mi lengua, la rotaba y giraba dentro del ano de mi princesa para que ella sintiera el serpentear de mi larga lengua dentro de su ano. Luego de algún tiempo, mi saliva empezó a caer sobre mis tetas tensas, humedeciéndolas seductoramente. Mi princesa gritaba sin tapujos y a mí no me cabía la menor duda de que estaba pasando la noche de mi vida.
Decidí dar el siguiente paso, antes de que Kili me lo pidiera y ahora en vez de mi lengua tenía mis dedos índice y medio en el ano de mi princesa. Cuando Kili los sintió entrar, un aullido de loba en celo hizo retumbar los vidrios de la habitación.
- ¡Ahhhhhh, que rico puta!, leíste mis pensamientos, quería que me empezaras a follar el culo, ¡dame rico nena!
- ¡Me encanta ese culito estrechito que tienes!, ¡te voy a hacer venir por él!
- ¡Dame dedo mi puta divina!, ¡fóllame el culito!
Mis dedos entraban de manera perfecta en el ano de mi amante, los sacaba y metía como una obsesa compulsiva, estaba extasiada al ver como el ano de mi amante se abría para dar paso a mis dedos, era la visión del edén. Combinaba mis movimientos de penetración con sutiles besos y lamidas lujuriosas sobre las nalgas de mi princesa.
Mientras que con una mano, penetraba el ano de Kili, con la otra acariciaba su concha y torturaba su clítoris. Sentía como poco a poco su sexo se volvía a llenar de jugos. Kili sostenía la cadena de la pezonera entre sus labio, jalando sus pezones ardientes. Gritaba de placer, yo la acompañaba con algunos gemidos en medio de aquella sinfonía lésbica.
- ¡Ahhhh, que rico mi nena!, con tus dedos ya me alistaste el culo para ser follado como me gusta…quiero que me rompas el culo princesa, ¿harías eso por mí?
- Sí mi nena, soy tuya esta noche, dime lo que sea y lo haré, ¡quiero darte todo el placer del mundo!
- Ahora abre el segundo cajón, saca el arnés que está allí y acércamelo –me indico mi amante con su cuerpo saturado del sudor de la noche.
Sin demora, fui hasta el segundo cajón y lo abrí lentamente. Allí se encontraba un pene de plástico de unos 25 centímetros, venoso y grueso, de glande en forma de hongo perfecto. Al tacto se sentía como un pene real. Tenía unas correas al lado que permitían sujetarlo a la cadera, era lo que se conoce como un strap-on. Lo admiré un rato, lo sujeté y se lo acerque a mi amante.
- Colócamelo en la boca, quiero chuparlo un rato -¿me ayudas?...
Nuestros rostros se fusionaron en ese hermoso falo de plástico, la chispa de la lujuria brillaba en nuestros rostros, sabíamos que queríamos hacer, así que sin pensarlo, nuestras bocas y lenguas empezaron a recorrer toda la extensión del pene artificial. Nuestras lenguas se encontraban y se unían en una sola en el aquel glande magnífico y nuestras salivas fluían sin tapujos lubricando el tronco de nuestro juguete.
- Puta, ¡métemelo hasta el fondo de la garganta!, ¡ahógame!, quiero mostrarte como me gusta mamar verga, quiero que veas como se la voy a chupar a Esteban.
- Abre la boca todo lo que puedas princesa, te la voy a clavar hasta el fondo – Contesté con la piel erizada.
Kili abrió su boca de par en par y yo introduje sin reparos el pene de plástico en la boca de mi amante. Lo metí hasta donde pude, increíblemente casi la totalidad del falo le cabía en la boca a Kili. Mi chica apretó sus labios y lo mantuvo allí, yo lamía la comisura de sus labios. Mi amante tenía los ojos llorosos, así que saque el falo de su boca para que ella pudiera volver a respirar, un hilo copioso de saliva bajo de su boca, por su cuello hasta sus tetas. La besé al instante.
- Ya estoy lista Amanda, ponte esa verga y rómpeme el culo…lo deseo –Casi que me suplicó Kili.
- ¡Te voy a dar muy duro puta!
- ¡Culéame rico nena!, fóllame el culo hasta que me corra como la zorra que soy, ¡dame duro nena!, te lo imploro.
Me puse rápidamente el arnés y lo aseguré a mis caderas. Por un momento fue raro sentir por primera vez aquella portentosa verga artificial sujeta a mí, pero simplemente por instinto supe que hacer con ella. Me hice justo detrás de Kili y acerqué sus nalgas a mi cuerpo, mis tetas fueron aprisionadas por la espalda de mi amante. Escupí en mi mano y esparcí la saliva en el ano de mi amante.
Con mucho cuidado fui introduciendo el falo artificial en el culo de Kili. Con un poco de resistencia entró el glande. Seguí empujando hasta que la mitad del pene entro en el ano de mi amante. Kili gritó y mordió la cadena que sujetaba sus pezoneras. Escupí sobre el pene y seguí empujando antes de empezar a sacarlo muy lentamente. Mordí el lóbulo de la oreja de mi princesa al mismo tiempo que mis manos separaban sus nalgas para empujar el pene de plástico nuevamente.
Mi nena gemía con lujuria, yo nunca había estado tan excitada. Cada vez los movimientos de penetración se hacían más rápidos. El culo de mi diosa canela pronto se adaptó al tamaño de senda polla. Sus nalgas se estrellaban con mis caderas haciendo un sonido de choque fantástico y mis voluptuosas tetas se fusionaban piel con piel con la espalda de mi princesa. Era la sinfonía del amor lésbico en su máxima expresión.
- ¡Ahhhhh mi amor que rico me culeas, tengo el culo lleno!
- ¡Rico puta!... ¿te doy rico? –le pregunte a mi amante con los sentidos obnubilados por la pasión.
- ¡Ahhhh sí!, estoy gozando, ¡adoro el sexo anal! –gritaba Kili sin tapujos
- ¿más que la leche?
- ¡La leche también me encanta!, semen fresco en mi boca, ¡mmm que delicia!
- Zorra, te prometo que mientras yo te rompo el culo, Esteban se va a venir como un toro en tu boca…
-¡Mmmmm, que rico!, tu rompiéndome el culito como ahora y tu hombre llenándome de lefa tibia la cara….!mmmm lo deseo!
- Pronto lo tendrás mi vida –le susurré a Kili al oído mientras mis movimientos de cadera se hacían frenéticos.
- ¡Siiii, nena!, ¡que rica cogida!, ¡dame duro que mi culito goza!, agárrame las tetas por favor mi puta hermosa, ¡ahhhh, que rico!
Mientras penetraba con desenfreno a Kili, solté sus deliciosas nalgas y de un solo jalón arranqué sus pezoneras. Kili, aulló de placer, yo le tomé firmemente su tetas, clavándole mis uñas en sus jugosos senos. Mi nena giró su rostro y nuestras lenguas se fusionaron en una tormenta de pasión.
- ¡Ahhhhh, mi nena, que rico te estoy culeando!, ¡te prometí que te iba a follar toda!
- ¡Siiiii, puta, mi culo goza!, siento un multiorgasmo venir, ¡sigue dándome duro!, ¡Apriétame las tetas!, ¡palmotéame los senos!, ¡las nalgas!, ¡me vengo siiiiiii!
- ¡Toma puta, toma todo!
-¡Ahhhhh, si mi amor, dime puta mientras me corro!, ¡soy tuya, Amanda, tuya!
- ¡Eres una cerda Kili!, ¡una puta arrecha!, ¡una zorrita ninfómana!, ¡puta, puta, puta!
- ¡Si mi vida, me corro siiiiiiiiiii!
En ese momento todo el falo le entraba entero a Kili sin la más mínima resistencia, su ano estaba totalmente dilatado y sus tetas duras. Le palmotee sus deliciosos pomos un par de veces y pellizqué sus pezones antes de que se empezara a correr. De repente mi amante empezó a convulsionar de placer, al mismo tiempo que un fuertísimo squirting emanaba de su concha, mojándome las piernas y los pies, entonces aumenté mi velocidad de penetración para que Kili disfrutara de su orgasmo.
Mi princesa gritaba como posesa, mientras yo deliraba con su orgasmo. Chorros de pasión se seguían desprendiendo de su cuerpo y yo no paraba de penetrarla. Kili temblaba y sus ojos se quedaron blancos por un momento. Entonces solté sus tetas, saque el falo artificial muy lentamente de su culo y con mi lengua recorrí su espalda pasando por su dilatado ano y llegando a su aún húmeda concha.
Succioné sus labios y lamí su clítoris. Le di la vuelta y subí por su vientre y pasé por el medio de sus magníficos senos hasta llegar a su boca. Kili estaba templando, la bese con ternura y sostuve su cabeza en mi pecho.
- Gracias Amanda, hace tiempo no tenía una faena de sexo tan delirante, ¡me hiciste correr como diez veces!, siento que esta relación va a funcionar perfectamente.
- Gracias a ti nena, gracias por enseñarme las maravillas del amor lésbico, nunca me había sentido tan bien.
Esa noche dormimos muy juntas, la una en los brazos de la otra, piel contra piel, fue un sueño relajante y perfecto luego de una sesión extenuante del más puro amor lésbico.
Esta historia continuará…
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