Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes.
MI RELATO ANTERIOR:
http://www.poringa.net/posts/relatos/4107805/Mi-timidez-y-las-mujeres-de-mi-familia-42.html
Por la mañana Ricardo pasando su mano por mi hombro, me dijo al oído…
- Manu, tu tía ya me ha contado las nuevas ideas, me parecen muy bien, y aunque no conozco a Elvira estoy seguro que será una maravilla, si a ti te ha gustado.
- Solo espero que mi tía se sienta a gusto, haría cualquier cosa por ella, se merece lo mejor.
Ricardo me dio una palmada de aprobación y siguió sirviendo en las mesas.
Imagino que con el incentivo de la reunión, Elvira se apresuró a adelantar el vestido de Julia, a la semana siguiente le llamó a mi tía para decirle que podía pasar cuando le viniera bien, pero que le avisara antes.
Mi tía organizó todo para compaginar el día de fiesta de Ricardo con el servicio del restaurante y la posibilidad de faltar también ella conmigo, cuando fue compatible le llamó a Elvira, ella ya lo tenía todo preparado desde hacía días, se había provisto de cremas, geles, condones y alguna cosa más.
Se había informado por varias fuentes y había previsto para que no fallara nada, incluso se había comprado lencería sexi.
Quedamos una tarde, lo organizamos lo más discreto posible, Ricardo llegó unos minutos más tarde que nosotros, luego supimos que estuvo en el bar de enfrente esperando hasta vernos llegar, se le notaba nervioso, yo también lo estaba e imagino que a las mujeres les pasaría lo mismo.
Mi tía iba elegante aunque no excesivamente provocativa, yo como siempre juvenil y Ricardo de sport como siempre.
Elvira en su casa se había puesto guapa, un poco maquillada y con un vestido bastante sexi, desde luego logró su propósito de impresionarnos, sobre todo a Ricardo que solo la conocía de vista, bajo un vestido color grafito brillante y bastante ceñido se le marcaban los pechos sueltos, pero no excesivamente aunque eso sí, coronados por los pezones pegados como una calcomanía.
Nos hizo pasar al salón, no era muy espacioso pero tenía un sofá largo y dos sillones muy cómodos, en el mueble de la pared un televisor grande y varios detalles de decoración, también algunas fotos, entre ellas destacaba una de su hija Raquel, era de un primer plano pero se le adivinaba en el escote las protuberancias de las dos tetas enormes.
Así por encima nos explicó la casa, que aunque antigua era muy grande, tenía varias habitaciones, unas dedicadas a su trabajo, la última del un largo pasillo era la de su hija Raquel, que en ese momento estaba trabajando en el restaurante.
Sentados repartidos en el salón estuvimos hablando de cosas banales, la anfitriona se desvivía contándonos cosas a unos y a otros, la verdad nos hacía sentir muy cómodos, ya la conversación languidecía un poco cuando Elvira nos preguntó…
- Que poco detallista soy, no os he ofrecido nada, qué os apetece?
Antes de que pudiéramos elegir mi tía se levantó y las dos salieron del salón, nosotros nos quedamos expectantes.
Cuando volvieron las mujeres traían unas bandejas de bebidas, vasos, una cubitera llena y alguna cosa de picar, pero lo que más nos impactó es que venían con un atuendo de lo más sensual, mi tía con el sujetador nuevo que ya le habíamos visto y con las braguitas a juego, la parte oscura que se transparentaba en su braguita no era vello, era su pubis moreno perfectamente depilado, las tetas estaban adornadas con la prenda y parecía que intentaban salirse, solamente enganchadas a la puntilla por los pezones, unas medias hasta el muslo remarcaban sus piernas morenas y unos zapatos de tacón alto elevaban toda su figura, el contorneo de sus caderas al andar hacían que desapareciera de nuestra vista las bandeja que llevaba en las manos.
A su lado Elvira, se había comprado también lencería especial para la ocasión, detrás de la bandeja con las botellas llevaba un sujetador que solo le levantaban las tetas desde debajo con una pequeña franja, el pecho entero estaba elevado al aire, por eso se le marcaban los pezones y no se le movían las tetas, las bragas a juego le llegaban hasta la cintura casi haciendo una forma de uve, en los muslos le llegaban hasta la cadera mientras por delante de hundían hasta el pubis depilado cortito, también en forma de uve, el ombligo se le quedaba en todo el centro adornado con una perlita, cuando se agacharon para dejar las bandejas Julia nos ofreció la visión de un canalillo impresionante, las dos tetas se juntaban hasta la oscuridad de la prenda negra, Elvira no nos dejaba nada para la imaginación las dos tetas colgaban libremente separadas y precedidas por los dos pezones puntiagudos, cuando se incorporaron las dos se dieron una vuelta entera para que las admiráramos también por detrás, Julia con más caderas se “abrigaba” con un tanga que si por delante solo le cubría el pubis depilado por detrás la única tira se incrustaba entre sus nalgas haciendo que todo el conjunto era su culo redondo, Elvira seguía con la misma línea en uve pero solo hasta enseñar los hoyuelos de las caderas, una cinta estrecha tapaba un trozo de nalgas hasta desaparecer también entre ellas.
Se sentaron entre nosotros y nos sirvieron lo que nos apeteció, aunque lo que más nos apetecía no estaba en las bandejas, cuando íbamos a medio vaso, Elvira se levantó y trajo la banqueta que usaba para probar, tendría solo medio metro de alta pero la puso en el centro del salón y dijo…
- Ahora es el momento de conocer a nuestros ídolos, sube Manu!.
Yo me sorprendí y mire alrededor como si yo no fuera el aludido, pero todos se me quedaron mirando y me señalaron el centro del salón, Elvira me dio la mano para ayudarme a subir, haciendo una reverencia, desde arriba aún se le veían sus tetas más apetecibles.
Empezaron a aplaudir y me quité la camisa, mi pecho, aun no estando mal, acusaba la bisoñez de mi juventud, los pantalones me costaron más por lo incómodo de la banqueta pero me los quité, por fin me quede con el bóxer, la polla se marcaba pegada al vientre, Elvira le pasó la mano y se volvió a la audiencia, cogiéndolos de la cintura los fue bajando lentamente, me descubrió el capullo primero y poco a poco el tronco, que se quedó casi a la misma posición casi vertical, los huevos fueron los últimos en salir, todos aplaudieron, menos yo que estaba un poco apurado, Julia se levantó y me cogió la polla y la mano, Elvira me sostuvo de los huevos y de la otra mano y me ayudaron a bajar, todos me animaban como a un campeón.
Ricardo me felicitó, estaba muy animado, cuando Julia le hizo subir a la banqueta de presentación, ya no estaba tan contento, mi tía le sugirió que se fuera quitando cosas en plan sexi, el se quitó la camisa lentamente, cuando acabó enseño un pecho que sin ser musculoso se notaba trabajado, los pantalones enseñaron unas piernas fuertes y macizas, pero cuando se incorporó, bajo el bóxer azul claro se marcaba un bulto que se desviaba hacia un lado hasta llegar a media cadera, mi tía nos miraba orgullosa, yo asombrado, pero Elvira con la boca abierta a punto de caerle la baba.
Julia se tomó su tiempo, le pasó la mano varias veces a lo largo de la polla, apenas creció de longitud pero si de grosor, cuando le empezó a bajar el calzoncillo, instintivamente Elvira se levantó y se puso en primera fila, yo también quise ver ese portento, Julia se paró justo cuando empezaba a salir un pequeño mechón de vello, claramente estaba depilado, luego me enteré que se lo había depilado ella a su gusto, le bajó el bóxer de un tirón, nos asustó, tengo que confesarlo, la polla enorme saltó hacia nosotros, era gigante, de larga y de gruesa, nunca me lo hubiera imaginado de Ricardo, era un tipo majo y guapo pero no era de una estatura extraordinaria ni nada de eso, la polla se quedó cimbreando en horizontal frente a nuestras caras incrédulas, Julia como presentadora, le bajó la piel del prepucio para acabarnos de enseñar toda la maravilla completa, el glande abultaba más que el tronco, no era puntiagudo como el mío, sino redondo como una manzana, parecía una porra, lo movió en todas direcciones, las venas se le marcaban hinchadas a punto de reventar, mi tía la rodeó con un puño desde la raíz, luego el otro puño más adelante, Elvira se apresuró a poner el suyo a continuación y aún pudo poner el otro seguido, casi lo cubre también, cuando mi tía ya lo había soltado, Elvira aún lo tenía sujeto con la mano que le cubría el capullo, lo apretaba y lo amasaba notando como palpitaba, luego le dio un beso suave.
CONTINUARA
MI RELATO ANTERIOR:
http://www.poringa.net/posts/relatos/4107805/Mi-timidez-y-las-mujeres-de-mi-familia-42.html
Por la mañana Ricardo pasando su mano por mi hombro, me dijo al oído…
- Manu, tu tía ya me ha contado las nuevas ideas, me parecen muy bien, y aunque no conozco a Elvira estoy seguro que será una maravilla, si a ti te ha gustado.
- Solo espero que mi tía se sienta a gusto, haría cualquier cosa por ella, se merece lo mejor.
Ricardo me dio una palmada de aprobación y siguió sirviendo en las mesas.
Imagino que con el incentivo de la reunión, Elvira se apresuró a adelantar el vestido de Julia, a la semana siguiente le llamó a mi tía para decirle que podía pasar cuando le viniera bien, pero que le avisara antes.
Mi tía organizó todo para compaginar el día de fiesta de Ricardo con el servicio del restaurante y la posibilidad de faltar también ella conmigo, cuando fue compatible le llamó a Elvira, ella ya lo tenía todo preparado desde hacía días, se había provisto de cremas, geles, condones y alguna cosa más.
Se había informado por varias fuentes y había previsto para que no fallara nada, incluso se había comprado lencería sexi.
Quedamos una tarde, lo organizamos lo más discreto posible, Ricardo llegó unos minutos más tarde que nosotros, luego supimos que estuvo en el bar de enfrente esperando hasta vernos llegar, se le notaba nervioso, yo también lo estaba e imagino que a las mujeres les pasaría lo mismo.
Mi tía iba elegante aunque no excesivamente provocativa, yo como siempre juvenil y Ricardo de sport como siempre.
Elvira en su casa se había puesto guapa, un poco maquillada y con un vestido bastante sexi, desde luego logró su propósito de impresionarnos, sobre todo a Ricardo que solo la conocía de vista, bajo un vestido color grafito brillante y bastante ceñido se le marcaban los pechos sueltos, pero no excesivamente aunque eso sí, coronados por los pezones pegados como una calcomanía.
Nos hizo pasar al salón, no era muy espacioso pero tenía un sofá largo y dos sillones muy cómodos, en el mueble de la pared un televisor grande y varios detalles de decoración, también algunas fotos, entre ellas destacaba una de su hija Raquel, era de un primer plano pero se le adivinaba en el escote las protuberancias de las dos tetas enormes.
Así por encima nos explicó la casa, que aunque antigua era muy grande, tenía varias habitaciones, unas dedicadas a su trabajo, la última del un largo pasillo era la de su hija Raquel, que en ese momento estaba trabajando en el restaurante.
Sentados repartidos en el salón estuvimos hablando de cosas banales, la anfitriona se desvivía contándonos cosas a unos y a otros, la verdad nos hacía sentir muy cómodos, ya la conversación languidecía un poco cuando Elvira nos preguntó…
- Que poco detallista soy, no os he ofrecido nada, qué os apetece?
Antes de que pudiéramos elegir mi tía se levantó y las dos salieron del salón, nosotros nos quedamos expectantes.
Cuando volvieron las mujeres traían unas bandejas de bebidas, vasos, una cubitera llena y alguna cosa de picar, pero lo que más nos impactó es que venían con un atuendo de lo más sensual, mi tía con el sujetador nuevo que ya le habíamos visto y con las braguitas a juego, la parte oscura que se transparentaba en su braguita no era vello, era su pubis moreno perfectamente depilado, las tetas estaban adornadas con la prenda y parecía que intentaban salirse, solamente enganchadas a la puntilla por los pezones, unas medias hasta el muslo remarcaban sus piernas morenas y unos zapatos de tacón alto elevaban toda su figura, el contorneo de sus caderas al andar hacían que desapareciera de nuestra vista las bandeja que llevaba en las manos.
A su lado Elvira, se había comprado también lencería especial para la ocasión, detrás de la bandeja con las botellas llevaba un sujetador que solo le levantaban las tetas desde debajo con una pequeña franja, el pecho entero estaba elevado al aire, por eso se le marcaban los pezones y no se le movían las tetas, las bragas a juego le llegaban hasta la cintura casi haciendo una forma de uve, en los muslos le llegaban hasta la cadera mientras por delante de hundían hasta el pubis depilado cortito, también en forma de uve, el ombligo se le quedaba en todo el centro adornado con una perlita, cuando se agacharon para dejar las bandejas Julia nos ofreció la visión de un canalillo impresionante, las dos tetas se juntaban hasta la oscuridad de la prenda negra, Elvira no nos dejaba nada para la imaginación las dos tetas colgaban libremente separadas y precedidas por los dos pezones puntiagudos, cuando se incorporaron las dos se dieron una vuelta entera para que las admiráramos también por detrás, Julia con más caderas se “abrigaba” con un tanga que si por delante solo le cubría el pubis depilado por detrás la única tira se incrustaba entre sus nalgas haciendo que todo el conjunto era su culo redondo, Elvira seguía con la misma línea en uve pero solo hasta enseñar los hoyuelos de las caderas, una cinta estrecha tapaba un trozo de nalgas hasta desaparecer también entre ellas.
Se sentaron entre nosotros y nos sirvieron lo que nos apeteció, aunque lo que más nos apetecía no estaba en las bandejas, cuando íbamos a medio vaso, Elvira se levantó y trajo la banqueta que usaba para probar, tendría solo medio metro de alta pero la puso en el centro del salón y dijo…
- Ahora es el momento de conocer a nuestros ídolos, sube Manu!.
Yo me sorprendí y mire alrededor como si yo no fuera el aludido, pero todos se me quedaron mirando y me señalaron el centro del salón, Elvira me dio la mano para ayudarme a subir, haciendo una reverencia, desde arriba aún se le veían sus tetas más apetecibles.
Empezaron a aplaudir y me quité la camisa, mi pecho, aun no estando mal, acusaba la bisoñez de mi juventud, los pantalones me costaron más por lo incómodo de la banqueta pero me los quité, por fin me quede con el bóxer, la polla se marcaba pegada al vientre, Elvira le pasó la mano y se volvió a la audiencia, cogiéndolos de la cintura los fue bajando lentamente, me descubrió el capullo primero y poco a poco el tronco, que se quedó casi a la misma posición casi vertical, los huevos fueron los últimos en salir, todos aplaudieron, menos yo que estaba un poco apurado, Julia se levantó y me cogió la polla y la mano, Elvira me sostuvo de los huevos y de la otra mano y me ayudaron a bajar, todos me animaban como a un campeón.
Ricardo me felicitó, estaba muy animado, cuando Julia le hizo subir a la banqueta de presentación, ya no estaba tan contento, mi tía le sugirió que se fuera quitando cosas en plan sexi, el se quitó la camisa lentamente, cuando acabó enseño un pecho que sin ser musculoso se notaba trabajado, los pantalones enseñaron unas piernas fuertes y macizas, pero cuando se incorporó, bajo el bóxer azul claro se marcaba un bulto que se desviaba hacia un lado hasta llegar a media cadera, mi tía nos miraba orgullosa, yo asombrado, pero Elvira con la boca abierta a punto de caerle la baba.
Julia se tomó su tiempo, le pasó la mano varias veces a lo largo de la polla, apenas creció de longitud pero si de grosor, cuando le empezó a bajar el calzoncillo, instintivamente Elvira se levantó y se puso en primera fila, yo también quise ver ese portento, Julia se paró justo cuando empezaba a salir un pequeño mechón de vello, claramente estaba depilado, luego me enteré que se lo había depilado ella a su gusto, le bajó el bóxer de un tirón, nos asustó, tengo que confesarlo, la polla enorme saltó hacia nosotros, era gigante, de larga y de gruesa, nunca me lo hubiera imaginado de Ricardo, era un tipo majo y guapo pero no era de una estatura extraordinaria ni nada de eso, la polla se quedó cimbreando en horizontal frente a nuestras caras incrédulas, Julia como presentadora, le bajó la piel del prepucio para acabarnos de enseñar toda la maravilla completa, el glande abultaba más que el tronco, no era puntiagudo como el mío, sino redondo como una manzana, parecía una porra, lo movió en todas direcciones, las venas se le marcaban hinchadas a punto de reventar, mi tía la rodeó con un puño desde la raíz, luego el otro puño más adelante, Elvira se apresuró a poner el suyo a continuación y aún pudo poner el otro seguido, casi lo cubre también, cuando mi tía ya lo había soltado, Elvira aún lo tenía sujeto con la mano que le cubría el capullo, lo apretaba y lo amasaba notando como palpitaba, luego le dio un beso suave.
CONTINUARA
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