Hace un tiempo atrás, por cuestiones de salud, conocí a una bellísima y joven enfermera que siempre me trató de maravillas.
De a poco y a medida que pasaban mis días de internación se fue generando un hermoso vínculo de cariño y de agradecimiento por el hermoso trato. Y cuanto más mejoraba más me gustaba su onda al punto tal que, estando mucho mejor, comenzó a generarme cierto morbo y en especial una creciente fascinación por sus pechos. Pero salvo algunas torpes insinuaciones de mi parte nunca creí que una treintañera en excelente estado prestaría atención a un jovato como yo. Sin duda teníamos unos 25 años de diferencia
Cuando pasen todos mis problemas voy a tener una atención con ella me prometí.
Así fue que, ya repuesto, la contacté y comenzamos a intercambiar algunos mensajes y luego varios audios algo zarpados pero nada en concreto.
Hasta que un día le escribo:
…”Hola mi ángel de la guarda: tengo un pequeño presente para vos. ¿Te lo llevo a la Clínica?”…
…”Hola hermoso: no, no. Estoy unos días de franco, pasate por casa a la tarde, nos tomamos un café y nos ponemos al día con las novedades”…
Y así fue que luego de coordinar, pasé una tardecita por su casa con una caja de bombones y un vino realmente fino.
Me recibió súper afectuosa.
…”Es la primera vez que te veo sin barbijo y sin máscara ¡Sos tan pero tan linda como te imaginé!”…
Se rió y me hizo pasar.
Tenía una casa humilde pero muy digna, ordenada y de muy buen gusto donde me sentí cómodo de inmediato.
Tenía puesto un vestidito negro todo abotonado al frente, borcegos rústicos, algunos tatoos y lucía unas piernas muy sugerentes. Su pelo negro suelto muy ondulado era una belleza (nunca antes, y por cuestiones obvias, había notado todo esto). ¡Qué belleza de mujer!
Pasamos a la pequeña cocina, le dí mis regalos y enseguida abrió la caja y tomó un bombón muy provocativamente.
…”¿Vos querés uno?”…
Y cuando quise acordarme ya estaba dándome un chocolate en la boca …mmmm … comenzaba a tener una erección y creo que fue tan evidente que se dio cuenta.
Se apoyó contra la mesada y tomando otro bombón me dijo:
…”Vení, vení … sigamos con la rehabilitación”… se comenzó a desabrochar el vestidito mínimo y abajo solamente tenía una tanga diminuta que me provocó de inmediato una estampida de ratones.
Me tiré sobre sus labios, su cuello y sus bellísimos pechos.
Comenzó a gemir de una manera inolvidable y yo bajé a su entrepierna para darle una prolongada sesión del mejor sexo oral que había dado en la vida.
Su respiración comenzó a agitarse muchísimo, ya sentada sobre la mesada (con el vestidito totalmente abierto al frente pero a medio sacar, aún sobre sus hombros) me abrazó fuerte la cabeza con sus piernas y me regaló un orgasmo fabuloso que tuvo varias pequeñas réplicas mientras yo aún seguía chupándola, ahora suavemente, con gran delicadeza.
Se repuso un poco y me propone:
…”¿Abrimos el vinito?”…
Y esos hicimos.
A mitad de botella ya estábamos de muy buen ánimo, las posiciones se cambiaron, me sentó en una silla blanca con apoyabrazos, se arrodilló entre mis piernas y me chupó la pija memorablemente.
Lo hizo lento y sexy, durante un rato largo. Mientras su habilidosa boca hacía maravillas mi morbo iba en aumento así que le subí un poco el vestido para quedar embelezado por el panorama de su culo y su diminuta tanga roja. De a poco, con maestría, fue aumentando el ritmo hasta que exploté dentro de su boca.
Con los labios aún húmedos me dio el beso más increíble que me hayan dado.
Nos quedamos un rato largo charlando, comiendo bombones y terminamos la botella de vino. Me llevó de la mano a su pieza y comenzamos a besarnos apasionadamente otra vez. …”Ahora mando yo”… me dijo, me acostó de espaldas, se montó con delicadeza y comenzó a moverse suavemente. Todo era maravilloso y se puso aún mejor cuando me pidió, susurrándome al oído, que le haga la cola.
Fue fabuloso, me cabalgó un buen rato a ritmo creciente hasta que juntos explotamos en otro prolongado orgasmo.
Nos quedamos abrazados fuertemente en silencio mientras nuestras respiraciones se iban normalizando.
No sé, a ciencia cierta, cuánto tiempo estuvimos así hasta que me dice:
…”¿Pedimos una pizza?” …
Y bueno, la noche mejoraba, mejoraba y seguía mejorando.
La pasamos muy pero muy bien y desde entonces seguimos viéndonos y disfrutándonos con cierta frecuencia.
Esa hermosa mujer, que jamás pensé que se fijaría en mí, me vuelve loco, me encanta.
Con tiempo, les seguiré contando de nuestros encuentros.
De a poco y a medida que pasaban mis días de internación se fue generando un hermoso vínculo de cariño y de agradecimiento por el hermoso trato. Y cuanto más mejoraba más me gustaba su onda al punto tal que, estando mucho mejor, comenzó a generarme cierto morbo y en especial una creciente fascinación por sus pechos. Pero salvo algunas torpes insinuaciones de mi parte nunca creí que una treintañera en excelente estado prestaría atención a un jovato como yo. Sin duda teníamos unos 25 años de diferencia
Cuando pasen todos mis problemas voy a tener una atención con ella me prometí.
Así fue que, ya repuesto, la contacté y comenzamos a intercambiar algunos mensajes y luego varios audios algo zarpados pero nada en concreto.
Hasta que un día le escribo:
…”Hola mi ángel de la guarda: tengo un pequeño presente para vos. ¿Te lo llevo a la Clínica?”…
…”Hola hermoso: no, no. Estoy unos días de franco, pasate por casa a la tarde, nos tomamos un café y nos ponemos al día con las novedades”…
Y así fue que luego de coordinar, pasé una tardecita por su casa con una caja de bombones y un vino realmente fino.
Me recibió súper afectuosa.
…”Es la primera vez que te veo sin barbijo y sin máscara ¡Sos tan pero tan linda como te imaginé!”…
Se rió y me hizo pasar.
Tenía una casa humilde pero muy digna, ordenada y de muy buen gusto donde me sentí cómodo de inmediato.
Tenía puesto un vestidito negro todo abotonado al frente, borcegos rústicos, algunos tatoos y lucía unas piernas muy sugerentes. Su pelo negro suelto muy ondulado era una belleza (nunca antes, y por cuestiones obvias, había notado todo esto). ¡Qué belleza de mujer!
Pasamos a la pequeña cocina, le dí mis regalos y enseguida abrió la caja y tomó un bombón muy provocativamente.
…”¿Vos querés uno?”…
Y cuando quise acordarme ya estaba dándome un chocolate en la boca …mmmm … comenzaba a tener una erección y creo que fue tan evidente que se dio cuenta.
Se apoyó contra la mesada y tomando otro bombón me dijo:
…”Vení, vení … sigamos con la rehabilitación”… se comenzó a desabrochar el vestidito mínimo y abajo solamente tenía una tanga diminuta que me provocó de inmediato una estampida de ratones.
Me tiré sobre sus labios, su cuello y sus bellísimos pechos.
Comenzó a gemir de una manera inolvidable y yo bajé a su entrepierna para darle una prolongada sesión del mejor sexo oral que había dado en la vida.
Su respiración comenzó a agitarse muchísimo, ya sentada sobre la mesada (con el vestidito totalmente abierto al frente pero a medio sacar, aún sobre sus hombros) me abrazó fuerte la cabeza con sus piernas y me regaló un orgasmo fabuloso que tuvo varias pequeñas réplicas mientras yo aún seguía chupándola, ahora suavemente, con gran delicadeza.
Se repuso un poco y me propone:
…”¿Abrimos el vinito?”…
Y esos hicimos.
A mitad de botella ya estábamos de muy buen ánimo, las posiciones se cambiaron, me sentó en una silla blanca con apoyabrazos, se arrodilló entre mis piernas y me chupó la pija memorablemente.
Lo hizo lento y sexy, durante un rato largo. Mientras su habilidosa boca hacía maravillas mi morbo iba en aumento así que le subí un poco el vestido para quedar embelezado por el panorama de su culo y su diminuta tanga roja. De a poco, con maestría, fue aumentando el ritmo hasta que exploté dentro de su boca.
Con los labios aún húmedos me dio el beso más increíble que me hayan dado.
Nos quedamos un rato largo charlando, comiendo bombones y terminamos la botella de vino. Me llevó de la mano a su pieza y comenzamos a besarnos apasionadamente otra vez. …”Ahora mando yo”… me dijo, me acostó de espaldas, se montó con delicadeza y comenzó a moverse suavemente. Todo era maravilloso y se puso aún mejor cuando me pidió, susurrándome al oído, que le haga la cola.
Fue fabuloso, me cabalgó un buen rato a ritmo creciente hasta que juntos explotamos en otro prolongado orgasmo.
Nos quedamos abrazados fuertemente en silencio mientras nuestras respiraciones se iban normalizando.
No sé, a ciencia cierta, cuánto tiempo estuvimos así hasta que me dice:
…”¿Pedimos una pizza?” …
Y bueno, la noche mejoraba, mejoraba y seguía mejorando.
La pasamos muy pero muy bien y desde entonces seguimos viéndonos y disfrutándonos con cierta frecuencia.
Esa hermosa mujer, que jamás pensé que se fijaría en mí, me vuelve loco, me encanta.
Con tiempo, les seguiré contando de nuestros encuentros.
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