No dejes de pasar por mi mejor post
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html
No te vas a arrepentir!
ENCUENTROS PROHIBIDOS
Esta historia data de algunos años ya, pero el recuerdo estará por siempre presente, tal vez porque apenas tenía diecisiete años, o por el hecho de que no tenía casi experiencia en el sexo, quizás porque ella era mayor que yo, con experiencia, por hacerme conocer demasiado en poco tiempo, o porque ella no era una mujer más y existieron 'demasiados prohibidos' es ese par de días. O simplemente, porque fuera mi primera vez...
La familia por parte de mi papá, siempre había sida bastante acaudalada, él había incursionado por muchos negocios y la plata trajo más plata, un par de empresas de agro industria, cooperativa de semillas y varias hectáreas de cultivos que en general arrendaba a terceros.
Mi padre, es el mayor de tres hermanos, y el único interesado en seguir los pasos de mi abuelo, el que trabajaba en los negocios codo a codo y quien evidentemente sería el que tomaría las riendas en un futuro.
Le seguía mi tía, apenas un par de años menor, pero a ella jamás le había interesado nada de esto, es más, se había casado muy joven cuando yo era pequeño, con un tipo de mucha plata, del viejo mundo y hacía años que se había mudado a Europa, a Italia. Para nosotros era poco más que un recuerdo, casi habíamos perdido todo contacto con ella, y solo sabía por las cosas que muy de vez en cuando mis padres o mis abuelos narraban.
Fabio era el menor de los tres, el más joven, había nacido doce años después a mi tía, 'el bala perdida' lo llamaban, tanto por la forma no buscada en la que había sido concebido como por su estilo de vida
El tío Fabio era un loco lindo, él vivía despreocupado del mundo, había hecho su propia fortuna por su lado, él amaba los camiones, había empezado como un simple chofer y con la ayuda de mi abuelo pudo comprar el primer semi, y luego tuvo dos, y tres y formó su propia empresa y aunque era el dueño, el seguía sacándose cada tanto su gusto por manejar y solo perderse en cualquier punto del país. Siempre con su fama de Don Juan a cuestas, siempre se rumoreaba por lo bajo que el tío Fabio tenía una novia en cada pueblo, y ese punto, combinado a que se ausentaba demasiado de su casa en interminables viajes, seguramente le valió su primer matrimonio, su mujer sencillamente se hartó de la soledad y de los desplantes y todo se terminó en un portazo.
Poco después llegaría a nuestra gran familia su nueva novia y futura esposa, Corina. Ella era una mujer muy bonita que en mi plena adolescencia me quitó el sueño y fue culpable de mis secretas masturbaciones. Es que, si bien era cierto que ella era mi tía, la verdad es que tampoco nos unían lazos de sangre, y que las diferencias de años entre mi papá y mi tío provocaron que teniendo yo diecisiete tuviera una tía con apenas treinta y uno, y una tía demasiado bonita e interesante, pero claro, era la esposa de mi tío, toda una situación compleja.
Corina... Corina era esa chica que en un boliche todos los chicos hubieran volteado a mirar, esa que yo mismo hubiera invitado a bailar, adivinando por adelantado su negativa, por ser joven, pero qué diablos, solo el intento hubiera valido la pena, Corina era esa chica que hubiera podido ser mi profesora de secundaria, a quien yo le hubiera observado su trasero respingón mientras escribía en la pizarra, Corina era esa chica que en una playa hubiera sido centro de atención, dueña de todas las miradas, Corina solo hubiera sido esa mujer objeto de mis deseos, espectacular, inalcanzable, pero claro, en esta vida, ella solo era mi mía, la mujer del hermano de papá, sin embargo, en mi intimidad, en mis pensamientos, a solas, hacíamos el amor de una manera única.
Ella era más alta que la media de las chicas, espigada, de largos cabellos lacios que llegaban casi a su cola, castaña de nacimiento, pero ella lo aclaraba a un rubio discreto, recuerdo sus ojos hermosos, grandes, redondos, azules como el mar, de mirada inquieta y de esconder secretos, sus labios eran un poema, parecían dibujados a mano, de pechos pequeños, y casualmente a mí me atraían ese tipo de chicas, con una cola grande, redonda y maciza que sin dudas era imposible no mirar.
Y cada vez que la veía, en silencio, estaba atento a todos los detalles, su forma de caminar, de vestir, de hablar, sus gustos, su interés por la fotografía, porque, aunque había estudiado de radióloga, nunca había ejercido, y por el contrario pasaba mucho tiempo en exposiciones con su hobby.
Mediados de marzo, mis padres hablaban en voz baja, se trataba de una reunión en uno de los campos de mi abuelo, sabía que estaba pasando por una enfermedad terminal y no tenía mucho tiempo por delante, él quería dejar todo en orden, yo prestaba relativa atención a sus palabras, puesto que no sería de mi interés asistir, hasta que escuché a mamá mencionar que deberían pasar por Corina.
Fue cuando cambié de opinión, cosa que extrañó a mis padres, un chico adolescente, solo, en medio del campo, en una reunión familia, si es que yo tenía mi grupo de amigos en la ciudad y nunca quería ir con ellos en esos viajes. Solo disimulé la situación y puse como excusa que no sabía cuántas veces más podría ver al abuelo con vida, y si bien soné convincente, en verdad el motivo era otro, el tío Fabio estaba perdido con su camión en algún pueblo y yo solo quería estar cerca de esa mujer
El viaje fue normal, a excepción que después de rogar y rogar, logré que papá me dejara manejar un trayecto, visto en retrospectiva una auténtica locura, yo era menor de edad y no tenía aun licencia para conducir, pero yo necesitaba impresionarle, que ella viera cuan mayor era y que nuestra diferencia de edades no se sintieran importantes, pero mi tía estaba en otra cosa, creo que ella ni notó lo que yo intentaba que notara.
Llegamos sábado medio día, saludamos a mis abuelos quienes nos esperaban con un rico almuerzo, recuerdo que la imagen de mi abuelo era triste, se veía muy desmejorado y a pesar de todo el parecía sacar ganas de cualquier lado para seguir adelante.
Pero yo solo me llenaba la vista con las cuervas de mi tía, no podía evitarlo y hasta podía ser obscena la manera en que evidenciaba mi interés por ella, más de una vez nuestras miradas se cruzaban y podía sentir electricidad en mi cuerpo, si es que ella notaba que la desnudaba con la mirada.
Y noté en esas horas la congoja de esa mujer, la sentí quejarse de mi tío Fabio, que su matrimonio era una farsa, que estaba siempre sola y no sé cuántas cosas más que dejaban muy en claro que había un final cercano en esa relación, era todo muy confuso.
Todo empezaría esa misma tarde, mi familia estaba en medio de discusiones y decisiones de negocios que poco me interesaban, así que no teniendo nada mejor que hacer salí a caminar un poco, y fui derecho al establo donde estaban los caballos, siempre me encantaron esos animales, su porte, su presencia, su fidelidad, la perfección de sus formas, solía pasar horas solo pasando mis manos por su cuello, por su cabeza, acariciando sus crines, pero esta vez tendría un encuentro inesperado.
Corina estaba ahí, fue casualidad, ella estaba con su cámara tomando fotografías de los animales y solo empezamos a charlar y solo observarla mi corazón empezaba a galopar, como los ejemplares que tanto admiraba.
Ella me propuso modelar para ella, combinando mi imagen con algún ejemplar de fondo, solo empezó a disparar, me dijo que le gustaba mi sonrisa y acarició mis cabellos a un lado, para limpiar mi rostro y solo yo no podía, ya no podía, de pronto ella empezó a reírse un tanto contenida, yo no supe el motivo hasta que ella me señaló uno de los equinos, estaba con la verga colgando casi llegando al piso y todo se hizo muy loco, entre risas y deseos contenidos y en pocos segundos yo estaba igual que el animal, traté de evitarlo pero fue imposible, me dio vergüenza pero creo que mi tía en el fondo tenía todo bajo control.
Ella dejó la cámara a un lado, volvió a acomodarme los cabellos mirándome profundamente a los ojos, acarició mi mejilla, no dijo nada, ni una palabra, solo se arrodilló sobre el heno, me moría de deseo, y de pudor, pero Corina, bajó mi pantalón, y mi slip, mi pija dura saltó como un resorte, ella la tomó en sus manos, empezó a acariciarla, a masturbarla, me la besó, sentí muy rico, la metió en su boca, profundo, una vez y otra vez.
Estaba perdido, aun incrédulo de que fuera verdad, la miraba y ella me miraba, jugaba con mi verga, con su saliva, con sus manos, entendía que ella se esmeraba para que yo observara la combinación perfecta entre sus labios y mi sexo, entre su lengua y mi glande, comprendí que ella se excitaba con mi placer noté que ella no solo quería chupármela, sino también que yo viera como lo hacía.
Era demasiado, solo había estado con alguna chica en mis sueños y esta primera vez tenía la suerte de estar con una mujer perfecta, me sentí venir, se lo advertí, no podía contenerlo, ya no pude resistir la mirada, cerré mis ojos bien fuertes y eyaculé con mucha fuerza, el semen pareció brotar desde mis entrañas y ya no tuve control de mis actos.
Al abrirlos nuevamente, me encontré con el rostro de mi tía llenó de leche, sus labios, su lengua, hasta sus ojos, sus manos, era un desastre, y me sentí cohibido por la situación, me retiré con premura y solo guardé mi pija bajo las ropas
Lo siento, lo siento, yo... perdón... - me excusé con incoherencia, recordando quien era ella, recordando a mi tío
Está bien, tonto, esto será un secreto entre nosotros, tranquilo... - respondió mientras degustaba los restos de semen que aún estaban en su piel, chupándose los dedos como una niña golosa.
Había pasado el tiempo, era hora de volver.
Por la noche, durante la cena los cruces de miradas con Corina me supieron diferentes, esa complicidad, esos pecados ocultos, el secreto que nunca se enterarían mis padres, ni mis abuelos, y menos mi tío Fabio. Es que en mi cabeza tenía sentimientos cruzados, era mi tía, familia, pero también era una mujer espectacular que me había dado el primer sexo oral en mi vida.
Por la noche, solo en mi cuarto, en mis fantasías ella cumplió todos mis locos deseos y me masturbé dos veces antes de quedarme dormido.
El domingo había amanecido nublado, fresco y con una molesta garúa que solo nos dejó al lado del fogón rememorando parte de nuestras historias, mi tía estaba con una larga bata negra y unas pantuflas en forma de conejo, a cara limpia, sin producirse y muy lejos de esa mujer fatal que había imaginado la noche anterior.
Almorzamos, el tiempo había mejorado un poco y una resolana tenue animaba a salir, y sabiendo que mis padres tenían temas que discutir solo hice una de las cosas que más me gustaban, tomé uno de los caballos y salí a recorrer los interminables caminos, entre multicoloridos sembrados, sintiendo solo el silencio de la nada, apenas cortado de vez en cuando por algún tero que gritaba a mi paso.
Eran cerca de las tres de la tarde cuando mi paz fue interrumpida por el rabioso ringtone de mi celular, al otro lado hablaba mi tía, preguntó dónde estaba con una voz muy seductora, con la misma voz de la tarde anterior, me dijo también que estaba sola, aburrida, en la casa y que no tenía nada por hacer, que todos se habían ido y que no sabía que hacer...
Creo que casi hago morir al pobre caballo por la velocidad del galope que le hice pegar, era la oportunidad de mi vida, y no la dejaría pasar.
Llegué, tragué saliva y me controlé, dejé que mis pulsaciones se normalizaran, al menos un poco, subí con sigila por la escalera a la planta alta, me acerqué a su cuarto y la puerta estaba entreabierta, la luz del sol que ya estaba fuerte daba claridad a todo su cuarto, como un fisgón espié dentro, Corina estaba sobre la cama, tendida, con sus piernas abiertas, una tanga atigrada y una de sus manos perdida al medio, con la otra acariciaba sus pechos que parecían atrapados bajo un top ajustado, su rostro de lado dejaba notar la perfección de sus líneas y gemidos contenidos llenaban la habitación.
Me metí sin dudar, con la torpeza de principiante, trastabillando con mis propias prendas en el apuro por desnudarme. Ella esbozó una sonrisa y llegué a sus labios, la besé con un beso profundo, tan profundo como pude y la sentí deshacerse en mi boca y por unos pocos segundos tuve el control de la situación, rocé su piel con las yemas de mis dedos y en mi torbellino de adolescente tuve que frenar la marcha, tuve que entender en segundos que iba demasiado rápido y ella me enseño que hacer, como hacerlo.
Me susurró al oído que debería devolverle el favor, que estaba con deuda y que solo debía terminar el trabajo que ella ya había empezado, pasé rápidamente por sus pechos, los apreté con fuerza como si se trataran de dos pelotas, pero ella me hizo notar que no era la forma, que fuera suave, que los tratara como dos capullos de algodón.
Me perdí entre sus piernas, por primera vez tenía la vagina de una mujer frente a mis ojos y con honestidad esa primera vez me dió un poco de impresión, su conchita solo emanaba jugos sin parar y estaba mojado todo en derredor, cerré mis ojos y me zambullí al medio y descubrí su sabor a mujer, encontré su clítoris y la sentí vibrar como cuerdas de guitarras, ella acompañó las caricias de mi lengua con su mano frotando su pubis, y la sentí retorcerse de placer con contracciones rítmicas mientras su puño libre apretaba con fuerzas las sábanas.
Hoy, visto en retrospectiva, sé que ella se acabó producto de su mano y del calor acumulado, pero en ese momento estaba satisfecho con mi principiante e inexperto sexo oral.
Y solo había llegado el momento, al fin había llegado...
Ella tomó la iniciativa, y en verdad quería que lo hiciera, solo me recostó boca arriba para venir sobre mí, tomó mi verga dura entre sus dedos y se dejó caer sobre ella, la sentí entrar toda y la sensación fue indescriptible, mis ojos se llenaron con sus curvas y sus pechos sabían sugerentes bajo ese pequeño top, empezó a moverse arriba y abajo, ella tomó mis manos y las puso en sus nalgas
Me excita que me acaricien las nalgas, te gusta mi culo? - preguntó ella en un tono que no hacía falta responder
Mis manos fueron entonces a sus enormes glúteos y me excitaba tirar con discreción su pequeña tanga que aún tenía puesta, ella tomó mis dedos y dijo
Vamos corazón, con confianza...
Corina los acercó a su esfínter y me excitó demasiado notar que con los jugos de su vagina mis falanges de dedos índices y mayor se perdieron con relativa facilidad en su culito, y en mi mente no podía separar la ambigüedad psicológica de que terrible perra fuera la mujer de mi tío.
Ella no dejaba de moverse, su mano se había perdido entre su pubis y el mío y se acariciaba con tal frenesí que parecía estar por arrancarse su clítoris. Sus gemidos llegaron a mis oídos y evidentemente con diecisiete años solo me acabé todo en la profundidad de su sexo.
Ella seguía corcoveando como potra salvaje, comprendí que ella no había llegado todavía y que tal vez yo había ido demasiado rápido.
Solo salí de donde estaba, mi verga seguía dura como piedra, me puse a su espalda, ella estaba en cuatro y sus caderas se me hicieron demasiado grandes, demasiado sugerentes, mi vista se perdió entre los juegos geométricos entres sus nalgas y la diminuta tanga, su esfínter parecía provocarme y me atraía como un imán, solo probé mi suerte sin saber la reacción de Corina, pero no hubo resistencia de su parte, para mi beneplácito entró completa, ahora por detrás, solo ella en una forma muy puta y seductora ensayó un reclamo
Guau Leo! que sobrinito degenerado y perverso tenía! no lo hubiera imaginado!
Solo empecé a moverme nuevamente, hasta el fondo, tomándola por la cintura, una de sus manos refregaba nuevamente su sexo y sentí sus uñas llegar una y otra vez a mis testículos, su rostro de lado contra la cama me dejaba ver las facciones de una preciosa mujer disfrutando, con su boca jadeando entreabierta, sus ojos cerrados y du ceño fruncido, y esta vez solo resistí hasta que ella llegara explotando como una caldera, y luego solo me dejó hacer hasta terminar en su interior.
Llegó el momento de reflexionar, me tiré sobre el colchón, agitado y transpirado, mirando al techo, ella vino a mi lado acomodando su ropa interior sobre su sexo que aun chorreaba toda mi leche
Te gustó? - preguntó sabiendo de antemano mi respuesta.
Dimos por cerrado el juego, estábamos caminando al borde del abismo, se hacía tarde y era evidente que el resto de la familia llegaría en cualquier momento, fui por una ducha y dejé que el agua tibia corriera por mi cabeza para aplacar el calor que tenía dentro y concluí que me asaltaban un montón de preguntas sin respuestas.
Cenamos antes de regresar, y en esa cena tuve que evitar mirarla, no podía sostenerle la mirada sin ponerme colorado como un tomate.
Volvimos, solo la dejamos en la puerta de su casa, con un beso en la mejilla y un 'chau tía'
Lo loco, que días después fui a su casa, no podía evitarlo, mi tío aun no regresaba y no dejé pasar la oportunidad, volvimos a hacerlo, y otra vez, y otra vez mas...
Por unos tres meses fuimos amantes secretos, dueños de encuentros prohibidos, sin que la familia lo imaginara, a escondidas de mi tío, y en cada viaje suyo yo me encargué de satisfacer a su esposa.
Solo hubo una pequeña diferencia entre nosotros, en mi juventud yo idealicé un amor platónico con Corina, una historia de Romeo y Julieta, pero para Corina, una mujer de treinta, con experiencia, yo solo era un buen chico, con toda la fuerza de la juventud y que tenía la suficiente virilidad para darle lo que su esposo no le daba.
Ella en verdad estaba en otra sintonía, y sus preocupaciones pasaban por su evidente fracaso de pareja
No me sorprendió enterarme que ellos terminaban su vida de pareja, pero si sentí como un frío puñal asumir que, al cortar con él, estaba cortando con toda la familia, incluso conmigo.
Y solo se esfumó de mi vida como arena entre los dedos, solo tuve que acostumbrarme, tuve que aceptarlo, solo dar vuelta de página y seguir mi camino.
Llegaron nuevas chicas, otras mujeres, un nuevo amor, mi matrimonio, mis hijos.
Mi tía Corina solo se perdió en la vida, no supe más de ella, ya no tengo contactos, pero como habrán notado guardo el mejor de los recuerdos, fue mi primera vez.
Si te gustó esta historia puedes escribirme con título ENCUENTROS PROHIBIDOS a dulces.placeres@live.com
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html
No te vas a arrepentir!
ENCUENTROS PROHIBIDOS
Esta historia data de algunos años ya, pero el recuerdo estará por siempre presente, tal vez porque apenas tenía diecisiete años, o por el hecho de que no tenía casi experiencia en el sexo, quizás porque ella era mayor que yo, con experiencia, por hacerme conocer demasiado en poco tiempo, o porque ella no era una mujer más y existieron 'demasiados prohibidos' es ese par de días. O simplemente, porque fuera mi primera vez...
La familia por parte de mi papá, siempre había sida bastante acaudalada, él había incursionado por muchos negocios y la plata trajo más plata, un par de empresas de agro industria, cooperativa de semillas y varias hectáreas de cultivos que en general arrendaba a terceros.
Mi padre, es el mayor de tres hermanos, y el único interesado en seguir los pasos de mi abuelo, el que trabajaba en los negocios codo a codo y quien evidentemente sería el que tomaría las riendas en un futuro.
Le seguía mi tía, apenas un par de años menor, pero a ella jamás le había interesado nada de esto, es más, se había casado muy joven cuando yo era pequeño, con un tipo de mucha plata, del viejo mundo y hacía años que se había mudado a Europa, a Italia. Para nosotros era poco más que un recuerdo, casi habíamos perdido todo contacto con ella, y solo sabía por las cosas que muy de vez en cuando mis padres o mis abuelos narraban.
Fabio era el menor de los tres, el más joven, había nacido doce años después a mi tía, 'el bala perdida' lo llamaban, tanto por la forma no buscada en la que había sido concebido como por su estilo de vida
El tío Fabio era un loco lindo, él vivía despreocupado del mundo, había hecho su propia fortuna por su lado, él amaba los camiones, había empezado como un simple chofer y con la ayuda de mi abuelo pudo comprar el primer semi, y luego tuvo dos, y tres y formó su propia empresa y aunque era el dueño, el seguía sacándose cada tanto su gusto por manejar y solo perderse en cualquier punto del país. Siempre con su fama de Don Juan a cuestas, siempre se rumoreaba por lo bajo que el tío Fabio tenía una novia en cada pueblo, y ese punto, combinado a que se ausentaba demasiado de su casa en interminables viajes, seguramente le valió su primer matrimonio, su mujer sencillamente se hartó de la soledad y de los desplantes y todo se terminó en un portazo.
Poco después llegaría a nuestra gran familia su nueva novia y futura esposa, Corina. Ella era una mujer muy bonita que en mi plena adolescencia me quitó el sueño y fue culpable de mis secretas masturbaciones. Es que, si bien era cierto que ella era mi tía, la verdad es que tampoco nos unían lazos de sangre, y que las diferencias de años entre mi papá y mi tío provocaron que teniendo yo diecisiete tuviera una tía con apenas treinta y uno, y una tía demasiado bonita e interesante, pero claro, era la esposa de mi tío, toda una situación compleja.
Corina... Corina era esa chica que en un boliche todos los chicos hubieran volteado a mirar, esa que yo mismo hubiera invitado a bailar, adivinando por adelantado su negativa, por ser joven, pero qué diablos, solo el intento hubiera valido la pena, Corina era esa chica que hubiera podido ser mi profesora de secundaria, a quien yo le hubiera observado su trasero respingón mientras escribía en la pizarra, Corina era esa chica que en una playa hubiera sido centro de atención, dueña de todas las miradas, Corina solo hubiera sido esa mujer objeto de mis deseos, espectacular, inalcanzable, pero claro, en esta vida, ella solo era mi mía, la mujer del hermano de papá, sin embargo, en mi intimidad, en mis pensamientos, a solas, hacíamos el amor de una manera única.
Ella era más alta que la media de las chicas, espigada, de largos cabellos lacios que llegaban casi a su cola, castaña de nacimiento, pero ella lo aclaraba a un rubio discreto, recuerdo sus ojos hermosos, grandes, redondos, azules como el mar, de mirada inquieta y de esconder secretos, sus labios eran un poema, parecían dibujados a mano, de pechos pequeños, y casualmente a mí me atraían ese tipo de chicas, con una cola grande, redonda y maciza que sin dudas era imposible no mirar.
Y cada vez que la veía, en silencio, estaba atento a todos los detalles, su forma de caminar, de vestir, de hablar, sus gustos, su interés por la fotografía, porque, aunque había estudiado de radióloga, nunca había ejercido, y por el contrario pasaba mucho tiempo en exposiciones con su hobby.
Mediados de marzo, mis padres hablaban en voz baja, se trataba de una reunión en uno de los campos de mi abuelo, sabía que estaba pasando por una enfermedad terminal y no tenía mucho tiempo por delante, él quería dejar todo en orden, yo prestaba relativa atención a sus palabras, puesto que no sería de mi interés asistir, hasta que escuché a mamá mencionar que deberían pasar por Corina.
Fue cuando cambié de opinión, cosa que extrañó a mis padres, un chico adolescente, solo, en medio del campo, en una reunión familia, si es que yo tenía mi grupo de amigos en la ciudad y nunca quería ir con ellos en esos viajes. Solo disimulé la situación y puse como excusa que no sabía cuántas veces más podría ver al abuelo con vida, y si bien soné convincente, en verdad el motivo era otro, el tío Fabio estaba perdido con su camión en algún pueblo y yo solo quería estar cerca de esa mujer
El viaje fue normal, a excepción que después de rogar y rogar, logré que papá me dejara manejar un trayecto, visto en retrospectiva una auténtica locura, yo era menor de edad y no tenía aun licencia para conducir, pero yo necesitaba impresionarle, que ella viera cuan mayor era y que nuestra diferencia de edades no se sintieran importantes, pero mi tía estaba en otra cosa, creo que ella ni notó lo que yo intentaba que notara.
Llegamos sábado medio día, saludamos a mis abuelos quienes nos esperaban con un rico almuerzo, recuerdo que la imagen de mi abuelo era triste, se veía muy desmejorado y a pesar de todo el parecía sacar ganas de cualquier lado para seguir adelante.
Pero yo solo me llenaba la vista con las cuervas de mi tía, no podía evitarlo y hasta podía ser obscena la manera en que evidenciaba mi interés por ella, más de una vez nuestras miradas se cruzaban y podía sentir electricidad en mi cuerpo, si es que ella notaba que la desnudaba con la mirada.
Y noté en esas horas la congoja de esa mujer, la sentí quejarse de mi tío Fabio, que su matrimonio era una farsa, que estaba siempre sola y no sé cuántas cosas más que dejaban muy en claro que había un final cercano en esa relación, era todo muy confuso.
Todo empezaría esa misma tarde, mi familia estaba en medio de discusiones y decisiones de negocios que poco me interesaban, así que no teniendo nada mejor que hacer salí a caminar un poco, y fui derecho al establo donde estaban los caballos, siempre me encantaron esos animales, su porte, su presencia, su fidelidad, la perfección de sus formas, solía pasar horas solo pasando mis manos por su cuello, por su cabeza, acariciando sus crines, pero esta vez tendría un encuentro inesperado.
Corina estaba ahí, fue casualidad, ella estaba con su cámara tomando fotografías de los animales y solo empezamos a charlar y solo observarla mi corazón empezaba a galopar, como los ejemplares que tanto admiraba.
Ella me propuso modelar para ella, combinando mi imagen con algún ejemplar de fondo, solo empezó a disparar, me dijo que le gustaba mi sonrisa y acarició mis cabellos a un lado, para limpiar mi rostro y solo yo no podía, ya no podía, de pronto ella empezó a reírse un tanto contenida, yo no supe el motivo hasta que ella me señaló uno de los equinos, estaba con la verga colgando casi llegando al piso y todo se hizo muy loco, entre risas y deseos contenidos y en pocos segundos yo estaba igual que el animal, traté de evitarlo pero fue imposible, me dio vergüenza pero creo que mi tía en el fondo tenía todo bajo control.
Ella dejó la cámara a un lado, volvió a acomodarme los cabellos mirándome profundamente a los ojos, acarició mi mejilla, no dijo nada, ni una palabra, solo se arrodilló sobre el heno, me moría de deseo, y de pudor, pero Corina, bajó mi pantalón, y mi slip, mi pija dura saltó como un resorte, ella la tomó en sus manos, empezó a acariciarla, a masturbarla, me la besó, sentí muy rico, la metió en su boca, profundo, una vez y otra vez.
Estaba perdido, aun incrédulo de que fuera verdad, la miraba y ella me miraba, jugaba con mi verga, con su saliva, con sus manos, entendía que ella se esmeraba para que yo observara la combinación perfecta entre sus labios y mi sexo, entre su lengua y mi glande, comprendí que ella se excitaba con mi placer noté que ella no solo quería chupármela, sino también que yo viera como lo hacía.
Era demasiado, solo había estado con alguna chica en mis sueños y esta primera vez tenía la suerte de estar con una mujer perfecta, me sentí venir, se lo advertí, no podía contenerlo, ya no pude resistir la mirada, cerré mis ojos bien fuertes y eyaculé con mucha fuerza, el semen pareció brotar desde mis entrañas y ya no tuve control de mis actos.
Al abrirlos nuevamente, me encontré con el rostro de mi tía llenó de leche, sus labios, su lengua, hasta sus ojos, sus manos, era un desastre, y me sentí cohibido por la situación, me retiré con premura y solo guardé mi pija bajo las ropas
Lo siento, lo siento, yo... perdón... - me excusé con incoherencia, recordando quien era ella, recordando a mi tío
Está bien, tonto, esto será un secreto entre nosotros, tranquilo... - respondió mientras degustaba los restos de semen que aún estaban en su piel, chupándose los dedos como una niña golosa.
Había pasado el tiempo, era hora de volver.
Por la noche, durante la cena los cruces de miradas con Corina me supieron diferentes, esa complicidad, esos pecados ocultos, el secreto que nunca se enterarían mis padres, ni mis abuelos, y menos mi tío Fabio. Es que en mi cabeza tenía sentimientos cruzados, era mi tía, familia, pero también era una mujer espectacular que me había dado el primer sexo oral en mi vida.
Por la noche, solo en mi cuarto, en mis fantasías ella cumplió todos mis locos deseos y me masturbé dos veces antes de quedarme dormido.
El domingo había amanecido nublado, fresco y con una molesta garúa que solo nos dejó al lado del fogón rememorando parte de nuestras historias, mi tía estaba con una larga bata negra y unas pantuflas en forma de conejo, a cara limpia, sin producirse y muy lejos de esa mujer fatal que había imaginado la noche anterior.
Almorzamos, el tiempo había mejorado un poco y una resolana tenue animaba a salir, y sabiendo que mis padres tenían temas que discutir solo hice una de las cosas que más me gustaban, tomé uno de los caballos y salí a recorrer los interminables caminos, entre multicoloridos sembrados, sintiendo solo el silencio de la nada, apenas cortado de vez en cuando por algún tero que gritaba a mi paso.
Eran cerca de las tres de la tarde cuando mi paz fue interrumpida por el rabioso ringtone de mi celular, al otro lado hablaba mi tía, preguntó dónde estaba con una voz muy seductora, con la misma voz de la tarde anterior, me dijo también que estaba sola, aburrida, en la casa y que no tenía nada por hacer, que todos se habían ido y que no sabía que hacer...
Creo que casi hago morir al pobre caballo por la velocidad del galope que le hice pegar, era la oportunidad de mi vida, y no la dejaría pasar.
Llegué, tragué saliva y me controlé, dejé que mis pulsaciones se normalizaran, al menos un poco, subí con sigila por la escalera a la planta alta, me acerqué a su cuarto y la puerta estaba entreabierta, la luz del sol que ya estaba fuerte daba claridad a todo su cuarto, como un fisgón espié dentro, Corina estaba sobre la cama, tendida, con sus piernas abiertas, una tanga atigrada y una de sus manos perdida al medio, con la otra acariciaba sus pechos que parecían atrapados bajo un top ajustado, su rostro de lado dejaba notar la perfección de sus líneas y gemidos contenidos llenaban la habitación.
Me metí sin dudar, con la torpeza de principiante, trastabillando con mis propias prendas en el apuro por desnudarme. Ella esbozó una sonrisa y llegué a sus labios, la besé con un beso profundo, tan profundo como pude y la sentí deshacerse en mi boca y por unos pocos segundos tuve el control de la situación, rocé su piel con las yemas de mis dedos y en mi torbellino de adolescente tuve que frenar la marcha, tuve que entender en segundos que iba demasiado rápido y ella me enseño que hacer, como hacerlo.
Me susurró al oído que debería devolverle el favor, que estaba con deuda y que solo debía terminar el trabajo que ella ya había empezado, pasé rápidamente por sus pechos, los apreté con fuerza como si se trataran de dos pelotas, pero ella me hizo notar que no era la forma, que fuera suave, que los tratara como dos capullos de algodón.
Me perdí entre sus piernas, por primera vez tenía la vagina de una mujer frente a mis ojos y con honestidad esa primera vez me dió un poco de impresión, su conchita solo emanaba jugos sin parar y estaba mojado todo en derredor, cerré mis ojos y me zambullí al medio y descubrí su sabor a mujer, encontré su clítoris y la sentí vibrar como cuerdas de guitarras, ella acompañó las caricias de mi lengua con su mano frotando su pubis, y la sentí retorcerse de placer con contracciones rítmicas mientras su puño libre apretaba con fuerzas las sábanas.
Hoy, visto en retrospectiva, sé que ella se acabó producto de su mano y del calor acumulado, pero en ese momento estaba satisfecho con mi principiante e inexperto sexo oral.
Y solo había llegado el momento, al fin había llegado...
Ella tomó la iniciativa, y en verdad quería que lo hiciera, solo me recostó boca arriba para venir sobre mí, tomó mi verga dura entre sus dedos y se dejó caer sobre ella, la sentí entrar toda y la sensación fue indescriptible, mis ojos se llenaron con sus curvas y sus pechos sabían sugerentes bajo ese pequeño top, empezó a moverse arriba y abajo, ella tomó mis manos y las puso en sus nalgas
Me excita que me acaricien las nalgas, te gusta mi culo? - preguntó ella en un tono que no hacía falta responder
Mis manos fueron entonces a sus enormes glúteos y me excitaba tirar con discreción su pequeña tanga que aún tenía puesta, ella tomó mis dedos y dijo
Vamos corazón, con confianza...
Corina los acercó a su esfínter y me excitó demasiado notar que con los jugos de su vagina mis falanges de dedos índices y mayor se perdieron con relativa facilidad en su culito, y en mi mente no podía separar la ambigüedad psicológica de que terrible perra fuera la mujer de mi tío.
Ella no dejaba de moverse, su mano se había perdido entre su pubis y el mío y se acariciaba con tal frenesí que parecía estar por arrancarse su clítoris. Sus gemidos llegaron a mis oídos y evidentemente con diecisiete años solo me acabé todo en la profundidad de su sexo.
Ella seguía corcoveando como potra salvaje, comprendí que ella no había llegado todavía y que tal vez yo había ido demasiado rápido.
Solo salí de donde estaba, mi verga seguía dura como piedra, me puse a su espalda, ella estaba en cuatro y sus caderas se me hicieron demasiado grandes, demasiado sugerentes, mi vista se perdió entre los juegos geométricos entres sus nalgas y la diminuta tanga, su esfínter parecía provocarme y me atraía como un imán, solo probé mi suerte sin saber la reacción de Corina, pero no hubo resistencia de su parte, para mi beneplácito entró completa, ahora por detrás, solo ella en una forma muy puta y seductora ensayó un reclamo
Guau Leo! que sobrinito degenerado y perverso tenía! no lo hubiera imaginado!
Solo empecé a moverme nuevamente, hasta el fondo, tomándola por la cintura, una de sus manos refregaba nuevamente su sexo y sentí sus uñas llegar una y otra vez a mis testículos, su rostro de lado contra la cama me dejaba ver las facciones de una preciosa mujer disfrutando, con su boca jadeando entreabierta, sus ojos cerrados y du ceño fruncido, y esta vez solo resistí hasta que ella llegara explotando como una caldera, y luego solo me dejó hacer hasta terminar en su interior.
Llegó el momento de reflexionar, me tiré sobre el colchón, agitado y transpirado, mirando al techo, ella vino a mi lado acomodando su ropa interior sobre su sexo que aun chorreaba toda mi leche
Te gustó? - preguntó sabiendo de antemano mi respuesta.
Dimos por cerrado el juego, estábamos caminando al borde del abismo, se hacía tarde y era evidente que el resto de la familia llegaría en cualquier momento, fui por una ducha y dejé que el agua tibia corriera por mi cabeza para aplacar el calor que tenía dentro y concluí que me asaltaban un montón de preguntas sin respuestas.
Cenamos antes de regresar, y en esa cena tuve que evitar mirarla, no podía sostenerle la mirada sin ponerme colorado como un tomate.
Volvimos, solo la dejamos en la puerta de su casa, con un beso en la mejilla y un 'chau tía'
Lo loco, que días después fui a su casa, no podía evitarlo, mi tío aun no regresaba y no dejé pasar la oportunidad, volvimos a hacerlo, y otra vez, y otra vez mas...
Por unos tres meses fuimos amantes secretos, dueños de encuentros prohibidos, sin que la familia lo imaginara, a escondidas de mi tío, y en cada viaje suyo yo me encargué de satisfacer a su esposa.
Solo hubo una pequeña diferencia entre nosotros, en mi juventud yo idealicé un amor platónico con Corina, una historia de Romeo y Julieta, pero para Corina, una mujer de treinta, con experiencia, yo solo era un buen chico, con toda la fuerza de la juventud y que tenía la suficiente virilidad para darle lo que su esposo no le daba.
Ella en verdad estaba en otra sintonía, y sus preocupaciones pasaban por su evidente fracaso de pareja
No me sorprendió enterarme que ellos terminaban su vida de pareja, pero si sentí como un frío puñal asumir que, al cortar con él, estaba cortando con toda la familia, incluso conmigo.
Y solo se esfumó de mi vida como arena entre los dedos, solo tuve que acostumbrarme, tuve que aceptarlo, solo dar vuelta de página y seguir mi camino.
Llegaron nuevas chicas, otras mujeres, un nuevo amor, mi matrimonio, mis hijos.
Mi tía Corina solo se perdió en la vida, no supe más de ella, ya no tengo contactos, pero como habrán notado guardo el mejor de los recuerdos, fue mi primera vez.
Si te gustó esta historia puedes escribirme con título ENCUENTROS PROHIBIDOS a dulces.placeres@live.com
2 comentarios - Encuentros prohibidos