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Mi camino al cuckold. Cap 1, segunda parte - La rubia

Acá les dejo el inicio de la serie

https://m.poringa.net/posts/relatos/4099110/Mi-camino-al-cuckold-Cap-1---La-rubia.html

El auto ya estaba en marcha y por unos instantes estuvo mudo.
-         Así que tenés mucha experiencia – El marido rompió el silencio – ¿Hace mucho que estás en el ambiente?
-         Hice muchas cosas sí, algunos tríos, cuartetos, estuve en or… - se me vino la duda si al decir que había hecho tantas cosas no les daría un poco de impresión negativa – ¿Ustedes tienen algo de experiencia?
-         No, siempre hablamos de hacerlo, pero nunca nos terminamos de decidir – él miraba por el espejo, apenas desviaba los ojos para mirar. Por lo que me puse en el medio para facilitarle la visión – El tema es que no sabés con qué te vas a encontrar.
-         Yo cuando vi tu mensaje estaba incrédulo, es la primera vez que una pareja me escribe sin que yo le hable antes, es algo lindo – yo mantenía la vista en el retrovisor para evitar quedar muy baboso de mirar a la preciosa mujer – en general yo soy el que escribo y la pareja contesta…
-         Sí – se empezó a descomprimir la tensión y a quitar los manos del volante haciendo gestos con ella al hablar – estábamos en un bar y habían tres chicos en la otra mesa, nos preguntábamos qué harían si les decíamos para ir pero…
-         Es una fantasía espectacular – dije esbozando una sonrisa, también me empezaba a relajar – la cagada de eso es que no sabés con qué te vas a encontrar, por ahí el o los chicos no son higiénicos y terminás pasando un mal momento, entre otras…
-         Weee si – Ella giró la cabeza para ver por sobre su hombro esta vez, tuve que contener una mueca de felicidad al confirmar el rostro perfecto de revista – eso es lo que a mí más me asusta porque mirá si me encuentro un vago peludo, yo ni le toco la pija…
Todos soltamos una carcajada. El auto ingresaba a la ruta y cada vez estábamos más cerca, en unos 5 minutos o menos estaríamos entrando al telo y tendría a esa preciosura a mi disposición.
-         Por suerte conmigo no te van a pasar esas cosas – dije con cierto aire de grandeza – ya estuve con muchas parejas y sé bien cómo manejar estas situaciones
-         Justo estábamos hablando de eso cuando leí tu perfil, que respetabas si no hay onda – dijo él y la miro a ella con un aire de reproche simpático y prosiguió – la idea era que se conozcan pero…
-         Ella quiere pija – interrumpí jugándome la vida, y todos soltaron una carcajada
-         Seeee… - continúo él, ya giraba la cabeza sobre su hombro para verme al hablar, yo sentía terror de que no mire el camino - unas ganas, encima nosotros tenemos una nena chiquita de meses no es que mucho podemos salir, y queríamos aprovechar.
-         ¿Fuiste mamá a hace poco? - Apoyé mi mano sobre su respaldo y asomé la cabeza para verla mejor
-         4 meses – respondió en seco sin voltear
-         Weee – hice una reverencia algo exagerada de admiración – no se te nota ni un milímetro
-          ¿Vos decís? – esta vez giró su cuerpo sobre el asiento, cruzando y flexionando su pierna izquierda y apoyándose sobre ella, la pierna derecha la cruzó al revés con la rodilla hacia arriba dejando expuesto todo su muslo bajo la pollera que por acción de la gravedad fue contra su ingle, usó su rodilla de apoyo para su brazo y apoyándose sostuvo la cabeza por el lado de los nudillos – él me dice lo mismo, pero yo siento que…
-         Estás zarpada en buena – interrumpí haciendo una nueva reverencia – les iba a decir que no podía hasta que vi la foto de tu culo con la tanga celeste y me levanté de un brinco
-         Eeeso le digo yo! - él miraba hacia todas partes atento al camino para cruzar hacia el ingreso del hotel – Pero no me cree, aunque te parezca mentira.
Tuve que agacharme y esconderme para que los empleados del hotel no me vieran ingresando con ellos. Sentí el auto estacionarse un momento
-         ¿Una premium? – dijo mientras extendía la mano para tomar el teléfono
-         Sí obvio – contestó ella con mal humor
-         Bueno no sé che… Hola?... cuál es la mejor habitación que tenés?... Ok… sí… no… No no no… espero no más… dale… avisame – colgó el teléfono y soltó un fuerte – están limpiando, 10 minutos
-         ¿Así que te gusta mi culo? – volvió a sentarse de lado para dirigirse a mi – pero en esa foto estoy en 4, en 4 cualquiera tiene buen orto.
-         Naaah! No… - mientras movía mi cabeza de lado a lado trataba de disimular que los ojos se me iban hacia su muslo expuesto y un color celeste que se visualizaba apenitas al final de la entrepierna – hay culos y culos, tu culo es monumental, es fantástico, no tiene comparación, más allá de estar en 4 en la foto…
Se empezaron a acumular autos detrás de nosotros, no puede ver cuántos exactamente, pero creo que unos dos más o tres, y volví a tumbarme hacia abajo abriendo mis piernas y exponiendo las gambas tras el short que se contraía. Pude notar que ella pasó su mirada rápidamente haciendo un escaneo de pie a cabeza, de abajo hacia arriba terminando en mis ojos que, al chocarse con mi mirada fija hizo un gesto de apretar los labios hacia adentro como conteniendo la sonrisa y volvió a sentarse hacia el frente. Supe que le había gustado, me levantaba la autoestima y mucho, saber que a semejante minón le pusiera gustar un chico pobre como yo, que en otras circunstancias no tendría ni la más remota posibilidad.
El teléfono sonó, habló un momento más y avanzamos, la habitación estaba al finalizar el recorrido y fue un paseo algo silencioso, cargado de ansiedad y algo tenso, yo la miraba y ella lo notaba, pero se ponía de lado y apretaba más fuerte los labios, hacía muecas, se miraba al espejo del costado o a cualquier parte como para esconder su cara del alcance de mi vista, claramente no deseaba que yo notara que se había ruborizado al notar que yo la había visto escaneando mi cuerpo deliberadamente. Él, que venía atento a las maniobras raras que tenía que hacer para meter el coche en garaje, también se había dado cuenta de lo que estaba pasando y esbozaba una sonrisa. Entramos, bajó él y cerró el portón, me abrió la puerta corrediza del lado del chofer y salí, caminé rápidamente haciendo adentro para evitar que vieran nuestros pies por la rendija del portón.
Al ingresar lo primero que vi enfrente fue una mesita ratona rodeada de puff y más atrás un sofá de cuero color marrón, en la mesita se ofrecían todo tipo de aperitivos y paquetes de snacks, un plato con caramelos y unas copas elegantemente acomodadas; a la derecha de la habitación un frigobar con puerta transparente que exhibía todo tipo de bebidas con y sin alcohol. Más a la izquierda una imponente cama de dos plazas y media con muchos cojinetes, decorada de color pardo, y aún más allá al fondo un yacusi instalado sobre una escalinata revestida con cerámicos azules. Más atrás, de lado a lado atravesaba el baño, con una apertura en el medio donde estaba el vanitory sobre una mesada flotante y, a un lado los servicios, y a la derecha la ducha. Luego de apreciar la habitación de ese hotel en la que nunca había estado, miré hacia al frente y vi un mueblecito donde había varios juegos de toallas y, lo que era un sueño para mi, un juego de batas de baño, pensaba dentro mío que todo esto debía costar una fortuna. Sobre la mesita de luz había dejado la señorita su cartera abierta y revuelta, lo que sugería que había traído prendas para cambiarse y que es lo que estaba haciendo en el baño.
-         ¿Nunca estuviste en una habitación así? – sonó detrás de mí la voz relajada del joven hombre que, vislumbrándolo bien, no debía tener 4 o 5 años más que yo.
-         Sinceramente no, yo no podría darme este lujo, lo máximo que había ido era al express, sobre el otro lado de la ruta – intenté parecer modesto y ocultar mi vergüenza, era claro que se había percatado de mi impresión – Me aflije pensar que… bueno… en general… el solo es el que paga los gastos.
-         Eso es una tontería para mí… - respondió al tiempo que comenzaba a acomodarse - yo prefiero gastar por un vago que a ella le guste y que la pase bien, que traer un vago que no le guste porque paga el telo.
-         Nunca lo pensé de ese modo – levantando el entrecejo e inclinando la cabeza en señal de comprensión – tiene sentido, voy a tener que pagar con especias… jajaja
Ambos soltamos una carcajada y él me ofreció un caramelo de la mesa, lo tomé para no parecer condescendiente y comencé a abrirlo cuando se oyó la puerta del baño. Definitivamente se había estado cambiando de ropa, ahora vestía una pollera roja que apenas tapaba un tercio de sus muslos y arriba un top que sólo cubría la línea de sus pechos, dejando expuesto todo el resto de su cuerpo, excepto su cuello en el que se había colocado un collar negro de esos elásticos como de red que le quedaba como tatuado. A diferencia de las demás parejas que había conocido en mi vida, ellos no apagaron ninguna luz, por el contrario encendieron todas, yo estaba acostumbrado a que dejen encendidas las luces menos invasivas donde las mujeres se sienten más cómodas ocultando algún rollito o una imperfección, pero ella, despampanante, su piel era de un amarillo mestizo, bronceado, no era blanca como la leche ni morocha, justo un punto medio, su piel hacía juego con sus ojos y su cabello alisado, labios finitos pintados color rojo suave, dientes bancos perfectamente alineados y carita apenas alargada. Se dirigió hacia nosotros, pasó enfrente mío y se dirigió hacia el sofá, tomando también un caramelo de camino. Se cruzó de piernas tapándome la visual y algo seria preguntó.
-         ¿Qué hacemos?
-         ¡Tranquila! – me adelanté intentando imponer mi experiencia, aunque por dentro parecía no tener idea de lo que tenía que hacer con semejante mujer – siempre me gusta preguntar algunas cosas antes de empezar, de esa forma yo sé que no metemos la pata en el momento… - acerqué un puf y me senté a su lado mirándola de frente – contame… qué cosas NO te gustan hacer?
Hizo gestos de estar meditando y ajitando las manos de lado a lado dijo
-         Que no me gusten … mmm… me gusta todo no sé…
-         Todo es un término algo general, implica que lo que sea te gusta, ¿te ayudo con ciertas preguntas – me miraba atentamente como esperando una ayuda – que te acaben en la cara o en el pelo?
-         Nooo… el pelo ni en pedo
-         ¿Qué te aporreen?
-         ¿Qué es eso?
-         Que te agarre por ejemplo del pelo y te den cachetaditas por la cara
-         No, no eso no
-         ¿Besos?
-         Mmm… no sé… nunca pensamos en esas cosas – lo miró a él como esperando un gesto de aprobación – me gusta si se da ahí en el momento, como parte del acto, tampoco ir besándose por la vida…
-         Entiendo, perfecto – tocaba su pierna y le hacía gesto de que se quede tranquila – sexo anal?
-         No soy muy fanática…
-         Qué bueno yo tampoco, no soy muy bueno con eso… - y comencé a contarles una historia que me había pasado
El tiempo pasaba entre risas y de historia en historia, anécdotas y algunas cosas más. Yo no sabía realmente cómo avanzar, esta mujer era más de lo que yo podría sostener, y todo el ambiente, todo lo pagaron ellos, me sentía en deuda y tenía miedo de no estar a la altura
-         Che… y vos mucha experiencia mucha experiencia pero con ella nada… - interrumpió nuestra charla el marido que hasta me había olvidado que estaba ahí
-         Sólo quería que se le vayan los nervios – me hice el que tenía todo controlado – vení conmigo… - y le extendí una mano trayendo la suya hacia mi bulto – sentí la que te vas a comer
Mi miembro no tardó ni un instante en estar duro como una piedra. Sujetó mi short del elástico y lo fue bajando con ambas manos presionando de tal forma que al exponer mi pija, esta salió disparada hacia arriba como un resorte. Inmediatamente la tomó con sus manos y me dirigió una mirada como pidiendo permiso, a la que asentí con un movimiento de cabeza de arriba hacia abajo. Estiró su cuerpo del sofá e introdujo la cabeza de mi poronga en su boca y con lijeros movimientos de su lengua saboreaba el glande de mi duro miembro, en unos instantes más se había puesto en 4 con los codos sobre el apoya brazos y exponiendo su culo hacia su hombre, que levantó su pollera y empezó a masajear sus nalgas. Me acerqué más al borde, tome su cabello y usé mi mano para hacerle una colita provisoria para que no la molestara y empecé a empujar hacia el interior de su boca, cuando pasaba por dentro podía sentir como usaba su lengua para lamer las distintas partes de mi tronco, hacía un movimiento con sus labios que sentía como si su boca fuera una vagina húmeda y caliente. Su marido no se contuvo, se abrió la bragueta, levantó más su pollera, y pude ver que llevaba esa tanga celeste, que parecía acentuar su hermoso tono de piel, la corrió y la penetró, haciendo que sus empujones se sincronizaran con mis movimientos y que mi pene terminara ingresando casi hasta el final y que sus gemidos fueran ahogados. Necesitaba tomar una foto mental de aquellos momentos, escondí la panza y estiré la pelvis hacia adelante, liberé su cabello subí una pierna un borde libre del sofá, podía ver sus mejillas, sus ojos celestes, sus cejas arqueadas, y mi tronco se veía tan duro que las venas parecían pequeñas ramitas, entraba y salía casi desde el glande hasta final del tronco. Sin embargo, esta no era la única imagen maravillosa que entregaba aquella escena, con sus codos apoyados sobre el borde del sofá y sus nalgas levantadas para que su marido la penetrase, su espalda dibujaba un arco que lucía su perfecta musculatura, la tanga corrida y la pollera como cinturón. Se me ocurrió hacer un movimiento que podría sonar algo brusco pero que resultó algo espectacular; la tomé por cada lado del top, y la levanté como si fuera una bolsa, usando la prenda como manija, debí ejercer presión sobre su pecho porque al soltarla inaló profundo, pero no dijo nada, sólo me vio a la cara con la boca abierta y los ojos algo cristalinos, se recostó sobre el sofá y en el tiempo que me tomó ponerme un condón, ella estiró su entrepierna hacia adelante y esperaba con las manos alzadas a los lados y las piernas abiertas, completamente entregada, por primera vez pude ver su vagina, un pequeño tajo con el clítoris rosadito que era una invitación, así que antes de penetrarla tenía que probarla, me puse de rodillas y comencé a pasar mi lengua suavemente por toda su entrepierna, a lo que ella acompañaba con pequeños movimientos ascendentes y descendentes, señalándome exactamente dónde quería que posicionara mi lengua, en un momento hice un ademán de levantarme, a lo que respondió tomándome de la cabeza y animándome a continuar mientras con la otra mano se encargaba de masturbar a su esposo que se la arrimaba cerca de su cara, y de tanto en tanto le pegaba un chupón, pero cuando lo hacía yo incrementaba la intensidad y lograba que ella lo soltara, lanzando su cabeza hacia atrás para soltar un gemido. Al fin la penetré, pero no importó lo duro y caliente que estaba, sus paredes vaginales apretaban tanto que me generaban un fuerte deseo de acabar, <no… no señor, no puedo acabar> pensaba en mi interior, me hice a un costadito e invité con la mirada a su marido a continuar.
Su marido no se sumó, quedó recostada y yo frente a ella, abría y cerraba las piernas moviendo aun de arriba abajo su cintura, como si aún sintiera restos de su orgásmica actuación, no apartaba su mirada de mis ojos mientras yo, parado frente a ella, sostenía mi miembro erecto con una mano, sin quitarle los ojos de encima. Me pasaban mil cosas por la cabeza, no podía pasar tal vergüenza tenía un mujerón entregada frente a mi, que me buscaron y pagaron hasta el hotel, mi  único deber era complacerla, pero al penetrar su vagina era casi incontenible, cómo lo haría?
-         Te gusta mi verga? – le pregunté, simulando tener toda la situación controlada
-         Me encanta – respondió sin titubear, haciendo un gesto con sus labios, simulando una vocecita de bebé – quiero que me cojas…
-         Te voy a hacer desearlo de verdad – mentí deliberadamente, esperando que creyeran que era intencional la espera – y cuando estés a punto caramelo recién te la voy a dar
-         Damela ya – su voz era cada vez más aguda – quiero que me cojan los dos...
Me adelanté a que el marido pudiera hacer algo y la tomé nuevamente, esta vez, de la pollera, y la traje aún más hacia adelante, me levanté y me saqué la remera en un movimiento rápido, tomé su tanga y la deslicé, juntando sus piernas para retirarla por completo, sujeté su pollera como manija y la traje tan adelante como pude, de forma que sólo su nuca quedaba apoyada por el respaldo, su espalda completa sobre el cojín y su trasero quedaba flotando; con un movimiento como para levantar una mancuerna pase mis manos hacia sus nalgas y al tiempo que me agachaba la levantaba, ahora no sólo quedó expuesto su clítoris sino toda su vagina completa, y esta vez comencé a estirar la lengua para introducirla lo más profundo que podía llegar, sus gemidos ahora eran más profundos, extendiendo cada vez más las íes y finalizando en un apretón de labios
-         Aaiiiiiiiiimm… aaaaaaiiiiiiiiiiiiiiiiiiiimm…
Con una mano sujeté  su muslo izquierdo horizontalmente y con la otra sujeté su pierna derecha en el aire, con toda su entrepierna expuesta, Apoyé mi izquierdo sobre el sofá y la penetré hasta el glande, la saqué y volví a enterrar lentamente el glande para ver si me podía contener y evitar que ella presionara sus labios y me hiciera acabar de golpe, un poquito mas, y afuera la vista era mi pene saliendo por completo y flotando en el aire un momento antes de volverse a introducir cada vez mas profundo hasta que al final… PLAFF! Mi entrepierna sonó contra su pelvis y no acabé, y entonces había comenzado, se la empecé a ensartar haciendo sonar una y otra vez el esa pelvis que poco a poco comenzaba a enrojecer. Me retiré, la alcé sobre mi verga a lo que respondió rodeando con sus brazos mis hombros para sujetarse, y quedé mirándola cara a cara a sólo centímetros mientras era ella quien se cojía a mi pene, la llevé a upa hasta la cama y me la cojí de frente, su marido seguía sin sumarse, pajeandose a un costado.
-         Quiero ver ese culo monumental – le dije mientras la guiaba a voltearse, y ella no sólo se puso en 4 sino que se curvó y levantó la cola como si fuera una coneja – Santo Dios pero qué pedazo de orto tenés mamitaaa…
-         Te gusta mi culo? – y lo movía de un lado al otro
-         Me fascina…
Nuevamente la volví a penetrar, al tiempo que su marido se puso delante de ella y se la comenzó a chupar. Me la cojí por varios minutos en esa posición y luego comencé a voltearla en pequeñas variantes, pero dándole siempre desde atrás, sintiendo sus nalgas contra mi pelvis y parte de mi abdomen, hasta que finalmente, cuando la tenía de cucharita, se me ocurrió una pequeña locura que siempre habría querido hacer; la volteé, siempre de espaldas hacia mi, acostándome y quedando ella arriba, sin quitarle el pene de su interior, apoyada como cangrejo, abrí mis piernas y la sujeté por las nalgas alzándola un poquito para que quedara margen para moverme, comencé a taladrar su vagina mientras ella ahogaba sus gemidos en la pija de su marido que se había cruzado sobre ella y al que también oí gemir y supe que definitivamente había acabado. Quedó a un costado tendido mientras ella se volteó y se subió sobre mi nuevamente quedando ahora de frente, me cogió ella a mi y recordé cuando me había dicho que permitiría besarla si la ocasión lo ameritaba. La tomé del pelo y simplemente apoyé mis labios sobre los suyos y mientras aceleraba y aceleraba cada vez más ella completó el trabajo, besándome por cortos lapsos y mordiendo mis labios. No me contuve más y exploté! Y estoy seguro que ella lo hizo casí al mismo tiempo porque hizo una última presión extendida contra mi pelvis y se dejó caer sobre mi pecho. Suspirando de relajación.
 Nos quedamos unos momentos así y cuando hubo energía nos fuimos al yacussi. Allí nos quedamos un buen rato charlando de otras cosas, hasta que ella misma comenzó a tocarme por debajo del agua y se subió encima de mí, su marido quedó mirando, me dio un beso, esta vez más apasionado, y pasando sus labios por mi mejilla se arrimó al oído
-         Llevame alzada a la cama como lo hiciste allá – su voz fue un susurro de ensueños
-         Y tu marido? – dije lo más bajito que pude
-         Llevame – a pesar de ser un susurro sonó en mi oído como un grito desgarrador, una orden
La tomé de la cintura y no sé como hice para no perder el equilibrio con todo el cuerpo mojado, ella tuvo que ayudarme sosteniéndose del respaldo y dejándose caer hacia atrás al final, su cuerpo aún mojado enchastró la cama, cuando quise retirarme a agarrar un preservativo me atrapó con sus piernas y en lo que pareció una toma olímpica de yudo, me lanzó no boca arriba y se trepó sobre mi, se recogió el pelo y con el empeine de sus pies presionó mis rodillas contra el colchón, tomó mis manos y al instante siguiente pude ver su rostro relajadísimo mientras dejaba que su cuerpo cayera por gravedad, introduciendo mi pene que estaba más erecto que cuando todo había comenzado, sentí en mi miembro todos sus jugos vaginales y comenzó a moverse, su marido seguía mirando atónito parado al borde del yacussi y pajeandose parado… no duró más de 3 minutos que todo mi semen comenzó a chorrear por las paredes de su vagina y el tronco de mi verga, nuevamente un suspiro final y se desplomó esta vez a un costado.

Y así fue mi primer cogida a este nivel, nunca volví a ver a esta pareja, pero siempre tengo la esperanza que una noche, sin planear, vuelva a sonar esa notificación…



Fotos en miniatura de la pareja real

Mi camino al cuckold. Cap 1, segunda parte - La rubia

2 comentarios - Mi camino al cuckold. Cap 1, segunda parte - La rubia

jmb_78 +1
tremendo relato ..muy bueno te felicito loco x la experiencia y la manera de narrar lo sucedido
la mina un infierno
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