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PDB 01 :Te encuentro linda



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Compendio III

Cada vez que te lo digo, me encanta tu reacción.

Tus preciosas esmeraldas adquieren tal ternura y jovialidad, como si no pudieses creerme.

Tu sonrisa angelical se torna más y más traviesa, como si mis palabras fueran con una trampa entremedio.

Y tu mirada adquiere una tonalidad especial, mezcolanza entre incredulidad y desconcierto.

Entonces, me fijo en tus mejillas, que sin poder controlarlas, adquieren ese color propio de las fresas.

Sabes que mis ojos son tu peor obstáculo y los cierras con la intención de escapar a mi escrutinio.

Pero los años que hemos estado juntos me han dado la experiencia para desarmar tus planes y me basta presionar suavemente tu mentón con mi pulgar para que los vuelvas a abrir.

Ves mi rostro serio y aunque sonrío, sabes que no me burlo de ti, porque también, has aprendido a leer la honestidad en los míos.

Solamente suspiras, al percibir el inminente choque de nuestros labios una vez más.

Cierras tus ojos de nuevo, porque disfrutas de mi boca y de la manera suave y delicada que nuestras lenguas se entrelazan mutuamente.

Pero como la marea se recoge tras reventar la ola, así me retiro de tus labios, esperando ansioso tu siguiente jugada.

Me miras con tal tristeza y lástima, como si te hubiese hecho un mal terrible.

Pero vuelvo a sonreír, para confirmarte que nuestro juego apenas empieza y que aquello fue un anticipo.

Arremeto hacia ti con más confianza, en un abrazo que más que abrazo, busca ponerte como mi abrigo.

Tú te dejas hacer, feliz que mis labios vuelven a los tuyos…

Pero mis manos inquietas se prendan de tus nalgas.

Me das una mirada entre sorprendida e indignada.

No se trata que no te lo esperases, pero te asombra cada vez caer bajo la misma treta.

Sonríes de nuevo y te resignas.

Después de todo, sabes que mi cuerpo es tan tuyo, como el tuyo es mío.

Pues, es entonces donde se da vuelta la tortilla…

Te abalanzas sobre mí con tal firmeza, que tus suaves y lascivos senos se prensan sobre mi pecho.

Peor aún es que te dejas llevar por el movimiento de mis manos y te montas a propósito sobre aquello que está punzando por salir.

Y me rematas con el golpe de gracia, envolviendo tus suaves y delicados brazos en torno a mi cintura, puesto que no quieres dejarme escapar.

En un momento de claridad mental fugaz, me pregunto dónde están nuestras hijas y si acaso nos interrumpirán en posición tan comprometida…

Te vuelves a reír, leyendo mi pensamiento.

Pero tus instintos de madre no son tan fuertes para doblegar a la mujer ardiente que llevas dentro.

Contraatacas con toda tu artillería: Arrastras impunemente tus senos sobre mi pecho, sabiendo lo mucho que me excita.

Después, arrastras toda tu copa por encima de mi bastón, que está bullente por salir.

Tus labios me sacan el alma y el rol se invierte.

¿Quién seduce a quién?

Vuelvo a soltar lo linda que te ves.

Me sonríes como si aquello no fuera necesario…

Como si no necesitara caldear más tu espíritu ardiente…

Pero lo digo porque verdaderamente pienso así.

Me tomas de la mano, a sabiendas que somos cómplices.

Con tu espalda, abres la puerta de la cocina y me das una sonrisa que me dice “Este es el lugar…”

Me tomas de la cintura y arrasas de nuevo con mis labios…

Retrocedes, intentando mantener la seriedad, pero la sonrisa se te escapa.

“¿Por qué te vas?” pienso y al instante, reconozco que la discípula ha superado al maestro.

Y que no solo eso, sino que aprovechaste de soltar la hebilla de mi cinturón.

Me das la espalda, pero me espías de reojo, sabiendo que ya me tienes encantado y no puedo perderte de mi vista.

Te apoyas en el mueble, con tus manos formando una plegaria y meneas tu cintura, con tu falda revoloteando sugerente…

Trago saliva, recordando que nunca pensé que la tímida chica otaku que fuera una vez mi dulce amiga pudiese llegar a ser tan puta y pervertida…

Y que contigo, no existen alternativas incorrectas.

Inconscientemente, me endurezco más al pensar que disfrutas más del anal.

Sin embargo, llámame romántico, pero quiero hacerte el amor.

Además, la idea de embarazarte por tercera vez y la incertidumbre de no saber si te estás cuidando, me tiene obsesionado.

Sueltas un suave bufido satisfactorio al sentir mi elección…

Pero sigo pensando cómo lo habrías disfrutado por detrás.

Empiezo a bombearte suave y despacio, sintiendo tu calidez y humedad por recibirme.

Y a medida que gano ritmo y me abro paso en tus cálidos y húmedos tejidos, empiezo a pensar en las injusticias de la sociedad.

Porque para ti, nada es más fácil que abrirte de piernas y acomodarte la falda (que ya acostumbras usar siempre en casa) para recibirme…

Mientras que yo tengo esa incómoda sensación de mis pantalones resbalando por mis rodillas…

Aun así, me quejo por poco rato.

Porque estás tan apretada y húmeda que todo vale la pena.

Y que si miro cómo te apegas a mi cintura con tu contundente y morboso trasero, se ve casi igual a cuando te hago sexo anal…

Sueltas otro bufido al sentirme endurecer en tu interior.

Y no puedo negar el hechizo que tus pechos ejercen sobre mí.

Ciertamente, llevas sostén…

Pero el movimiento pendular y la forma que te cuelgan, llaman a mis manos como imanes y no puedo contener mis impulsos por agarrarlos y tirar de ellos.

Te quejas de nuevo, de una manera muy sensual y puedo sentir que te has venido un poco, por la manera que me empiezas a empapar más.

Dejas más tu posición de plegaria, entregando más tu cuerpo hasta poder ver el piso y estoy seguro que puedes ver nuestros pies y mi constante bombeo, en conjunto del incesante sobeteo a tus pechos…

(Sobeteo que curiosamente, te relaja y te quita las tensiones de traes de tus clases.)

Pero no puedo contener mi excitación por mucho.

Te quejas cada vez que golpeo en tu punto…

Y sentir que cada estocada mía, abre un poquito más la copa de la vida, es algo que me llena de vigor y ansiedad.

Hago todos los ejercicios mentales para contenerme…

Sé que quieres que me venga pronto.

Pero si no lo fuerzo un poco más, tal vez, no te llegue a embarazar.

Tus gemidos se asemejan a una petición enfermiza y seductora…

Pero mi obstinación tiene más fuerza.

En nuestro momento más álgido, suelto tus portentosos flanes y te dejo ir el cuerpo con la inercia…

Fracción de segundo, te agarro de la cintura…

Te jalo hacia mí y doy la estocada final.

Te quejas como un cordero, pero lo suelto todo en tu interior.

No sé si es porque tus piernas flaquean, porque me quieres sentir más adentro todavía, porque quieres descansar o (¿Por qué no?) decidiste cooperar en un último momento, pero arrimas tu cuerpo más al mío.

Tus lascivos senos todavía cuelgan y mis manos siguen jugueteando, asegurándome que no tengas cáncer o estrés.

Pero te repones primero y recuperas la compostura.

Con la misma injusticia social, te reacomodas la falda y…

¿Te limpias con una servilleta?

¿No has usado ropa interior durante todo el día?

Te ríes al ver mi cara de bobo y mis pantalones abajo…

Sin embargo, te arrodillas y me limpias con tu obscena boca.

Somos malos padres y no hemos visto a nuestras hijas por media hora…

Pero 5 minutos más, ya nos da igual.

Empiezo a sentir que ya no te preocupas tanto por mi limpieza…

Y que lo haces más porque lo disfrutas.

Entonces, abres los ojos y me miras.

Con media cabeza en tu boca, me sonríes con tus resplandeciente esmeraldas y lo empiezas a chupar como si fuera un irresistible helado…

Y no puedo dejar de decir lo linda que te ves, Marisol.

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3 comentarios - PDB 01 :Te encuentro linda

Rum1212
que paso con, cuando continua esta estupenda historia.
Rum1212
Hola, que paso con esta estupenda historia.
Cuando continua?