No existía nada que me provocara mas placer que mirar cojer a otros, cómo ya sáben; de preferencia varónes héterosexuales en edad de merecer, cojedores, calentones, pajéros...
Me los ganába con simpatía y buen trato, les conseguía váles y préstamos con el patrón de la estancia Santa Mónica en Santo Tomé.
Mi forma de actuar les hacía dudar pero cuando entraban en confianza los "paisános" alzados un par de birras por medio soltaban la lengua mientras yo les hacia la cabeza y los interrogaba con preguntas bien directas.
Y así por la destreza, el grado de calentura y el tamaño de la pija y los huevos los iba seleccionando por trios. Dos pijas medianas por una grosa, dos vergas grosas por una normal; en mi cabeza "formaba los equipos" mientras recorria los vestuarios por la tarde examinando a todos y cada uno.
Cada quince dias organizaba en mi casa un campeonáto de truco cuyo "premio mayor" era hacer un trio con una hembra veterana; una milf.
Les ofrecía una noche de hombres con sexo y alcohol a cambio de que me permitieran verlos en acción. Nunca ningúno se negó y todos aceptaban la regla de que nunca mas de tres y ser cuidadosos con la mujer. La regla era sexo normal, inténso pero tranqui.
Les procuraba hembras aguantadoras y con experiencia, solteronas hambrientas de verga, casadas infieles con fantasía de fiesta; viudas oxidadas que se meában a chorritos cuando esas vergas duras como el algarrobo les desgarraban la conchita estrecha por el desúso.
Me producía un éxtasis cercano al paroxismo ver bien de cerca como esas barras de carne se deslizaban con esfuerzo entre los pliegues de la vulva en la primera penetrada. Oler en el aire ese olor pesado y rico del sudor y de los flujos, escucharlos jadear, gemir, gritar.
Ver como los huevos de esos amigos gauchitos hacian tópe en los bordes de esas conchitas replétas y exigidas.
Me los ganába con simpatía y buen trato, les conseguía váles y préstamos con el patrón de la estancia Santa Mónica en Santo Tomé.
Mi forma de actuar les hacía dudar pero cuando entraban en confianza los "paisános" alzados un par de birras por medio soltaban la lengua mientras yo les hacia la cabeza y los interrogaba con preguntas bien directas.
Y así por la destreza, el grado de calentura y el tamaño de la pija y los huevos los iba seleccionando por trios. Dos pijas medianas por una grosa, dos vergas grosas por una normal; en mi cabeza "formaba los equipos" mientras recorria los vestuarios por la tarde examinando a todos y cada uno.
Cada quince dias organizaba en mi casa un campeonáto de truco cuyo "premio mayor" era hacer un trio con una hembra veterana; una milf.
Les ofrecía una noche de hombres con sexo y alcohol a cambio de que me permitieran verlos en acción. Nunca ningúno se negó y todos aceptaban la regla de que nunca mas de tres y ser cuidadosos con la mujer. La regla era sexo normal, inténso pero tranqui.
Les procuraba hembras aguantadoras y con experiencia, solteronas hambrientas de verga, casadas infieles con fantasía de fiesta; viudas oxidadas que se meában a chorritos cuando esas vergas duras como el algarrobo les desgarraban la conchita estrecha por el desúso.
Me producía un éxtasis cercano al paroxismo ver bien de cerca como esas barras de carne se deslizaban con esfuerzo entre los pliegues de la vulva en la primera penetrada. Oler en el aire ese olor pesado y rico del sudor y de los flujos, escucharlos jadear, gemir, gritar.
Ver como los huevos de esos amigos gauchitos hacian tópe en los bordes de esas conchitas replétas y exigidas.
1 comentarios - "Las amiguis del put😊"