You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Calle 221

Caminaba por la calle 221, tratando de encontrarme con mi novio, Lucas, lo convenido era que yo al dejar el trabajo cruzara el parque y tomara la calle 221, caminando lentamente, mirando vidrieras, de los muchos comercios que existían en esa arteria, hasta que Lucas me alcanzara en su auto. Ya llevaba caminadas casi 6 cuadras cuando escucho la bocina que sonaba alegre del auto de mi amado Lucas. Que satisfacción escuchar su bocina, empezaba a oscurecer y las recomendaciones eran cuando se oculta el sol, estar en casa o en lugar seguro.

El auto se acercó a mí, Lucas abrió la puerta, no terminaba de subir cuando siento sus manos, sus brazos, atrayéndome hacía él, sus labios buscando los míos y los encontró enseguida, no hice ningún esfuerzo por qué no los encontrara. Su lengua, húmeda, caliente, recorría mi boca, entreabierta y la penetró buscando mi lengua, nos besamos intensamente hasta sentir que otro automovilista nos tocaba bocina en señal de fastidio por estar detenidos obstaculizando el tránsito.

Lucas emprendió la marcha, yo me acomodé en mi asiento, ajusté mi cinturón de seguridad y torcí ligeramente las piernas en dirección a mi novio. Me había vestido con una minifalda, ajustada al cuerpo, remera corta, que mostraba mi pancita, con un tatuaje de un delfín en mi parte derecha que se zambulle hacia mi sexo, medias oscuras con portaligas, zapatos de taco alto y una carterita chiquita que colgaba de mi hombro. Lucas alternaba la conducción del vehículo con caricias y frases almibaradas, su mano izquierda sobre el volante y la derecha alternando la palanca de cambios con mis rodillas, tratando de separarlas, cosa que estaba a punto de lograr.

Se detuvo el auto en un semáforo, lo que aprovecha para darme otro besito que yo respondo con ganas, me fascinaba el perfume que llevaba puesto, se lo había regalado yo, me hacía sentir muy bien. Es que Lucas me podía, estar con él era un placer, era un tipo muy vital, yo consideraba que su edad era lo mejor que tenía. A sus 38 años (6 más que yo), tenía un cuerpo espléndido, practicaba natación, se cuidaba en las comidas, era un hombre muy disciplinado, para todo, menos para el sexo, ahí no lo podía contener ni, aunque me esforzara y nunca me había esforzado porque todo lo que él me hacía me gustaba. Estaba realmente muy enamorada de él.

Por supuesto que aprovechó esa parada para tomar mi mano izquierda y llevarla sobre su entrepierna, sabía lo que vendría luego. Lo conocía muy bien a Lucas, empujó mi mano hacia arriba y cuando sentí su pito me dio la sensación que llevaba una roca entre sus piernas. No fue más que sentir mi mano sobre su verga, para que me diera un beso en el cuello que provocó que se me erizara la piel, siguió hasta encontrar mi oreja y metió su lengua adentro, a recorrer cada curva de mi oreja, no, no pude resistir, estaba mojada, mi piel erizada y Lucas lo percibía.

Cambió de dirección, tomando hacia el parque Jauregui, un sitio que de noche es frecuentado por automovilistas que buscan algo de privacidad. Era muy temprano, no había casi nadie, detuvo el coche sobre el pasto, bajo unos árboles frondosos y se tiró encima mío. Buscó abrir mis piernas con una de las suyas y vaya si lo consiguió, no hice el menor esfuerzo por impedirlo. Estaba como loco de la calentura, le pedí que se calmara un poco y regresó a su butaca, sentí su mano acariciando mi cabello y luego empujando la parte posterior de mi cabeza en dirección a su entrepierna. Era inequívoco lo que pretendía, quería sexo oral y ya. A medida que iba llegando hasta donde Lucas empujaba mi cabeza, con su otro brazo sacó su pene fuera de su pantalón, yo lo tomé con mis manos y luego de besarlo largamente, suavemente, como quien besa a un santo, me lo introduje dentro de mi boca con todo mi placer, mi lengua lo recorría por todas partes y con mi boca empecé a moverme, con toda la dulzura que soy capaz de dar, tratando de tragarlo en toda su longitud. De repente lo sentía en mi garganta, me ahogaba, pero me gustaba, lo disfrutaba mucho, hasta que comencé a sentir unos espasmos que anunciaban que se acercaba el desenlace. Quité mi boca de su pito, no quería quedarme sin sentirla adentro, yo también estaba muy caliente, me incorporé y lo atraje hacía mí, quería que me penetrara, quería disfrutar esa verga dentro mío.

Lucas corrió el asiento mío hacia atrás, al máximo y me hizo poner de rodillas en el asiento dándole la espalda a él, me levanté la pollera hasta la cintura, corrí mi tanga y Lucas se vino desde atrás a penetrarme por mi chucha, no fue más que sentir su cabeza empujando mis labios y ya estaba toda adentro, estaba super lubricada, que bueno que era sentir esa verga empujando, entrando y saliendo, la disfruté mucho. Lucas no dejaba de recorrer mi cuerpo con sus manos, había sacado mis tetas fuera de mi remera, las acariciaba, pellizcaba mis pezones, yo estaba loca de la calentura, que bueno ser cogida por un hombre así.

Estábamos en lo mejor con Lucas, cuando sentimos que desde ambos costados del vehículo nos empujaban el auto con una violencia tal que parecía que le iban a dar vuelta. Eran cinco personas, animales más que personas, que no venían con las mejores intenciones. Lucas trató de llegar hasta el asiento del conductor con la intención de arrancar para huir de allí, pero no fue posible, uno de ellos rompió la ventanilla, metiendo la mitad de su cuerpo dentro del auto, con un arma apuntando a la cabeza de Lucas.

Enseguida lo redujeron, lo sacaron del vehículo a los golpes, lo tomaron entre tres y lo golpearon salvajemente, hasta hacerle perder el sentido. Los otros dos se fueron por mi puerta, la abrieron y uno de ellos me tomó del cuello, apretándome de tal forma que me dificultó la respiración. Me arrastraron hasta un furgón que se estacionó al lado de nuestro vehículo, lo cargaron a Lucas y a punta de pistola y de los pelos me obligan a subir a mí. Otro de los malhechores ya subido al auto de Lucas, encendió el motor y se alejó raudamente con nuestro vehículo. Lucas y yo estábamos acostados en la parte posterior del furgón, que ya transitaba hacía quien sabe dónde. Lucas estaba desnudo de la cintura para abajo y yo había logrado bajarme la pollera y acomodado la remera.

Uno de los tipos, el que venía atrás con nosotros, me gritó que, si quería conservar la vida, no tratara de mirarlos a la cara y que parara de llorar, cosa que no pude obedecer, estaba aterrada. Después de casi 1 hora de viaje, me bajaron en una casa en una zona rural, se sentía el canto de las ranas, que predecía una lluvia inminente. El tipo que me cuidaba, encontró placentero conducirme de los pelos, como quien lleva a un animal y así me condujo al interior de una casa y ya en ella hasta lo que sería un dormitorio.

- Mirá mamita, de ahora en más, vas a tener que ser buenita, no vale la pena que grites, ni que sigas llorando, nadie te va a escuchar.

Mi corazón latía fuertemente, parecía que se iba a salir del cuerpo, empecé a temblar, mis dientes golpeaban los de arriba contra los de abajo y no podía hacer nada para detenerlos.

- Sacate la ropita, entra en la camita, que ya vamos a darte lo que te mereces - dijo uno que solo se había asomado a la puerta para espiar como estaban las cosas.

Le supliqué al que me cuidaba que me dejara escapar, le prometí dinero, le prometí que le daría lo que él me pidiese, pero que no permitiese que me pasase nada. Fue peor, creo que era el tipo más perverso de los cinco.

Se me acercó sigilosamente y haciendo como que me iba a dar una respuesta a mis planteos, me dijo:

- Dejame ver tus piernas, quiero ver tu ropa interior, vos prometiste darme lo que te pidiese, cumplí tu parte.

Yo no sabía que pensar y mucho menos que hacer para salir de esta situación. Por un instante se me
ocurrió que, si era buena con este tipo, podría obtener algún favor de él, como dejarme escapar o protegerme de los otros vándalos. Opté por portarme bien, estaba aterrada, no sabía que más me podría pasar.

Me levanté un poco la minifalda, en realidad no tenía que levantar mucho para mostrar mis piernas y en eso descubre que llevo puestas medias con portaligas. Se puso loco, eufórico. Yo traté de calmarlo, le dije que sería buena con él, pero que él tendría que dejarme ir, quería escaparme, no pensaba en otra cosa. Me había olvidado totalmente de Lucas, ni siquiera había pensado en que podría haberle pasado.

El tipo agarra una de mis manos y la lleva hasta su verga, la sentí algo dormida, pero endureció enseguida ni bien palpé su tamaño. Se desprendió el pantalón, para sacarla fuera y junto con la verga salió un olor a orina muy fuerte. Me tomó la cabeza y me pidió que se la chupe.

- Vos dijiste que vas a ser buenita conmigo, chupámela, despacito, mostrame lo que sabés hacer.

No tuve más remedio que obedecer, traté de no respirar mientras me llevaba su pija hasta mi boca, abrí los labios y se la chupé lo mejor que pude, el tipo empezó a bombear como cogiéndome por la boca y de repente siento su leche que llegaba a mi garganta, haciéndome atragantar, la euforia llegó a su punto límite, me agarró la cabeza con ambas manos, con fuerza hacia su cuerpo, para que no pudiera sacar la pija de mi boca, cuando hubo acabado la última gota de su leche, me dijo en vos bien baja, como para que yo sola lo escuche:

- Tragate hasta la última gotita de leche, quiero que me mostrés la boca, bien abierta para que vea que me obedeciste, entendiste?

Le hice caso, me tragué toda su leche y levantando mi cabeza hacia él, le ofrecí mi boca bien abierta para que la examinase y viese que cumplí con su deseo.

El tipo, luego de verificar que cumplí lo que me pidió, me pidió que me parase arriba de la cama, que me quería ver con medias y portaligas. Lo hice, ¿y que logré? que el tipo gritara:

- Muchachos vengan a ver a la perra - les gritó a sus compinches - miren lo que usa la puta esta, miren el pescadito que se tatuó, miren a donde apunta el pescadito.

En eso entraron sus amigos, que estaban bebiendo y tramando seguramente que hacer con nosotros.

- Antes que nada, hay que vendarle los ojos - dijo alguien que sería el que más mandaba. Mi custodio me venda los ojos rápidamente y tomándome del brazo me dice:

- Los muchachos te quieren ver, así que mejor que te pares y te des una vueltita.

A esta altura de los hechos, yo ya no sabía qué hacer, fui buena con uno y terminé traicionada, mientras tengo estos pensamientos uno me empuja y me arranca la pollera y me refriega la verga por mi culo, me aprieta tan fuerte con el brazo en mi cintura que me corta la respiración. Sentía crecer su verga contra mi culo, el tipo, que sería un gordo con panza, aflojó su brazo y me dio un empujón en mi espalda que me incrustó boca abajo en la cama, para tirarse encima mío y ahora sí que no podía respirar nada. Sentí un poco de alivió cuando levantó una parte de su cuerpo, pero era para sacar su verga de su pantalón y pasarla por mi zanja, de arriba a abajo, haciendo fuerza para que entrara por alguno de mis agujeros. En su forcejeo, siento que la cabeza comienza a penetrar mi vagina, pero no, la retira, se levanta de encima mío, para echarme un escupitajo en mi culo y con su dedo tosco y áspero, desparrama esa saliva por los alrededores de mi ano. La intención era clara.

- Por favor no, por el culo no, no voy a poder soportarlo. . . - lloraba y suplicaba sin lograr nada.

- Que no vas poder, vas a ver cómo vas a poder.

Siento que la cabeza empieza a entrarme y que el animal que tenía encima se detiene, creí por un instante que se había apiadado de mí, estaba muy equivocada. Solo se detuvo para tomar un fuerte impulso y de un golpe me mando toda su verga gorda y dura dentro de mi orto. Pegué un grito muy fuerte, mezcla de dolor con indignación, con frustración, me había penetrado el orto como el peor de los salvajes y ahora bombeaba festejando su logro, a la vista de los otros animales, que lo alentaban.

Uno de los salvajes que alentaba a mi violador de turno, se acerca y golpea mi cara con su verga, me la pasa por la boca, por las mejillas empapadas de lágrimas, por la frente, presiona con la cabeza sobre mis labios, que mantengo cerrados, con mueca de asco, hasta que recibo un fuerte golpe supongo que, de este animal, para que abra la boca.

- Me vas a chupar la pija, putita, me la vas a chupar hasta que te diga basta, ¿me entendiste?

No podía responderle a este animal, porque ya me había puesto toda la verga en la boca. La tenía corta, se notaba bastante gruesa, no tan maloliente como la que minutos antes había tenido que chupar. Yo ya me sentía en otro planeta, por una parte, me estaban rompiendo el culo de una forma por demás violenta, yo rezaba para que el tipo acabase y me dejara el culo libre, no resistía más y por suerte acabó y como bruto que era, me sacó la pija de un tirón, provocándome tanto dolor como cuando me la puso.

Obviamente no me iban a dejar en paz. Se aproxima el cuarto de los individuos a usar de mí. Me toma como si fuera un paquete y me acuesta de espaldas, con la cola al borde de la cama. Mientras me cambiaba de posición, al darme vuelta se salió la pija que tenía en la boca, por lo que el tipo se me vino de nuevo encima.

- Abrís la boca solita o te golpeo - me dijo en tono amenazante

- Por favor no me peguen más, me están destrozando todo el cuerpo, tengan piedad de mi - les supliqué, pero nada les causaría algo de efecto.

No pude seguir suplicando, porque me calló el animal metiéndome la pija en la boca, provocándome ahogos cuando su verga golpeaba mi garganta. El cuarto de los animales, tomó mis piernas y las levantó exponiendo mi cachucha a todos los presentes, creí que este salvaje tendría algún costado sensible cuando sentí que me pasaba un lubricante como para facilitar la penetración. No era así, ocurría que este animal, tenía la verga grande como la de un caballo, sentí un gran dolor cuando me iba penetrando, era muy gruesa, no terminaba de entrar nunca, me dolían los ovarios, no podía resistir más y este seguía haciendo fuerza para entrar más en mí.

Lo que un poco me salvaba era que no la tenía muy dura, se movió un poquito y creo que simuló que había acabado, porque yo no sentí nada, la sacó casi inmediatamente.

En cambio, sí sentí la acabada en mi boca, la segunda en pocos minutos, que por suerte pude escupir, sin que nadie se diera cuenta. Tranquilos los muchachos, se retiraron, dejándome sola en la habitación, en completa oscuridad y atada a la cama como para que no pudiera darles trabajo. Ahora sí, me ponía a pensar en Lucas, que sería de mi querido Lucas. Deseaba que no se enterara nunca de todas las cosas que me habían hecho. No fueron más de 10 o 15 minutos, que se vuelve a abrir la puerta, venían los chicos malos, trayendo a Lucas a la rastra. Lucas seguía con su camisa blanca, toda sucia y manchada de sangre y de ahí para abajo totalmente desnudo.

Lo traen a Lucas, que también luego supe tenía los ojos vendados y lo hacen acostar en la cama en forma transversal, arrodillado en el piso y con el cuerpo sobre la cama, atándole los brazos a la cabecera y pies de la cama, de manera de tenerlo inmovilizado. Lo mismo hicieron con sus piernas, mientras esto ocurría yo pensaba que lo irían a azotar o algo parecido, no, estaba equivocada. Grande fue mi sorpresa cuando empecé a notar que se venían todos los energúmenos a nosotros, mientras uno me tenía a mi totalmente inmovilizada, otros tres se tiraban encima de Lucas para tenerlo de la misma manera y el que quedaba libre se arrodillaba tras de Lucas y se echaba sobre él. No podían tenerlo, no se quedaba quieto, comenzaron a golpearlo hasta dejarlo seminconsciente y ahí el tipo que estaba tras de Lucas, se tira encima y comienza a penetrarlo sigilosamente, aprovechando mínimos movimientos de Lucas para cada vez penetrarlo más y más, hasta que su pija se hundió totalmente en el culo de Lucas. Ahí el tipo se relajó y empezó a cogerlo con toda tranquilidad, hasta que otro de los tipos, visiblemente excitado, pretendió que alguno de nosotros dos (Lucas o yo), podríamos chuparle la pija.

Previendo alguna reacción violenta de Lucas, me puso previamente un cuchillo en la garganta y le dijo a mi novio en vos baja, susurrándole al oído:

- Tengo la punta del cuchillo en la garganta de la perra, ella fue buenita y colaboró con nosotros, la cogimos bien cogida como se hace con las perras y ¿sabés qué? gozo mucho.

- Ahora te toca a vos, ya tenés una verga adentro de tu orto, ahora vas a tener la posibilidad de tener una en tu boca o ¿preferís que esta verga la ponga en la boca de la perra? Vos decidís.

Mientras terminaba de hablar, Lucas entreabrió sus labios, no se si para contestar o para permitir que le entrara la pija del individuo que lo presionaba. Este lo tomó de las orejas y empezó a bombear con fuerza hasta que le acabó en la boca, sacó la pija chorreando y me pidió que se la secase con mi lengua.

No pude resistirme, me hubiera golpeado nuevamente. En eso se incorpora el violador de Lucas y me pide que haga lo mismo.

Tenía olor feo esa pija, venía de desflorar un orto, noté que mientras le pasaba la lengua por la verga, tomaba cuerpo y dureza, no sabía cómo hacer para evitar que se le parara de nuevo. Sacó la pija de mi boca, me tomó de los pelos y me pidió que me pusiese en cuatro, me iba a coger por el culo como se coge a una perra. Le dije que no y zás, recibí una terrible cachetada que me tiró al suelo.

- Acá, arriba de la cama, al borde y en cuatro - me gritó, obedecí y volví a ser penetrada por el culo, no sé por cuanto tiempo, el tipo no pudo terminar, me dejó porque estaba exhausto.

Uno de ellos, el que sería el líder, dijo que ya era bastante, que debían devolvernos a la ciudad y así lo hicieron, nos llevaron con los ojos vendados y nos dejaron en una zona poco habitada. Lucas seguía desnudo de la cintura para abajo y yo vestía medias y portaligas, nada más, estaba totalmente desnuda. Antes de dejarnos ahí, nos dijeron que no nos convenía que hiciéramos denuncia policial, porque cuando la policía nos revisara, constatarían que a Lucas le rompieron el orto y eso saldría publicado en radios, diarios y televisión.

Nos paró un camión que se dirigía a la zona portuaria, creyendo que éramos prostitutas o travestis y afortunadamente nos ayudó prestándonos ropa y algo de dinero para poder regresar a nuestro domicilio.

Esa fue la crónica de una noche terrible.

0 comentarios - Calle 221